Aulas: The Return

Sara se cruzó de brazos y resopló en cuanto la vio aparecer.

Sara: Vaya por Dios, mira quién está aquí. Eso viniendo de ti es un halago.

Entonces empezó a atar cabos..
Sonsoles en el entierro de una ex alumna. Sola. Millonaria. Divorciada y alegre. No hace preguntas. No interroga. Ni se sobresalta. Actúa con naturalidad, dentro de lo que cabe. ¿Sola? Eso no es posible... No ha venido sola.
La vio entrar en el cementerio seguida de Izan, y ahora dudaba de que se hubiesen encontrado en los aparcamientos.

Sara: ¿Tú lo has sacado de allí?

Ahora sí que caía, de hecho le costaba mantener los pies firmes en el suelo.

Sonsoles miro dudosa a Izan, sin saber que decir, no quería meter la pata.

Sonsoles: Bueno... si, yo mmm.. es mi amigo, ¡y por los amigos se hace cualquier cosa!, y por los enamorados aun mas.

Sonsoles dió unos cuantos codazos a Sara, intentando que captase la indirecta.

Izan mira a Sara asustado, intenta arreglar la situación.

Izan: ¿Exacto eh Sonsoles? Por un AMIGO cualquier cosa... jejeje... esta mujer...

Le devuelve el empujoncito y se rasca la nuca.

Izan: Si es cierto, fue la única que vino a verme y a confiado en mí. La verdad es que tengo mucho que agradecerte Sonsoles.

Izan gira la cabeza a su acompañante. Siente que a pesar de lo cotilla, pesada, y sobona que es, tiene un gran corazón, y le ha mostrado cariño. Le pasa el hombro por encima, y la abraza durante unos segundos, pero en cuanto ve como ella intenta aprovechar cada situación al máximo para meterle mano, se separa rápidamente.

Izan: Bueno...jee...ya está...

Intenta alejarse mientras retira la mano de Sonsoles de su bolsillo trasero del pantalón.

Sara había captado la indirecta, y tampoco es que Izan se hubiese preocupado mucho en adornarla. Así que confirmó sus sospechas, pensaba que se había olvidado de él.
Ahora el demonio de su vecina estaba aprovechando la oportunidad utilizando una sonrisa de ángel. Y encima le estaba tocando el culo.

Sara: Que corra el aire, Sonsoles. No te arrimes tanto, que el calor es muy malo para la menopausia.

Le dirigió una sonrisa falsa y contuvo las ganas de abandonar el lugar.

Sara: Nunca se sabe. Una se puede marear.

Sonsoles se sobresaltó, su cara se puso roja y el humo empezó a salir de sus orejas como si de una locomotora humana se tratase.

Sonsoles: ¿¡YO!? ¿¡MENOPAUSIA!?

Sonsoles se arremangó el jersey y apretó sus puños.

Sonsoles: ¡Mira niñata!, te voy a arrancar los tres pelo....

Sonsoles no pudo terminar la frase, porque Izan le tapó la boca con su mano derecha mientras que la agarraba de la cintura para pararla.

A Sonsoles no le dio tiempo a escapar de los brazos de Izan. Antes de que lo hiciese Sara ya se había marchado. Lo hizo bajo las miradas acusadoras de sus compañeros y profesores, pero sinceramente no le importaba. No soportaba estar más tiempo allí.

HORAS DESPUÉS

Sara: Sí, claro. No me fuiste a ver a la cárcel, ni tampoco te comportaste como una buena hija. ¡Qué hermana tan estúpida! Eres como una niña pequeña.

Andaba por el bordillo de la piscina, con una botella de vodka en una mano y un viejo dibujo que Izan le hizo en la otra, siempre lo guardaba en el bolsillo de su cartera.
No le había costado mucho trabajo colarse en el recinto. Las cerraduras no eran lo suyo, pero era buena escalando paredes agrietadas. Un salto y ya estaba dentro. Era pequeña y ágil, al menos tenía su ventaja. Ahora gritaba incoherencias intentando mantenerse en pie. Hacía tiempo que no bebía tanto y la vuelta inmediata le había hecho un efecto rápido.

Sara: Ponte ropa rara y la gente huirá de ti. Es lo que quieres, ¿o no?. Pobre chica ingenua, vivía de ilusiones y creía en los cuentos. Ahora está sin ataduras, pero las personas siguen haciendo daño. ¡Querer a alguien hace daño!

El dibujo se le resbaló de los dedos y fue a parar a la piscina.

Sara: ¡¿Por qué todo me pasa a mí?!

En un intento desesperado por agarrarlo se cayó para delante, la botella pesaba demasiado.

Javier acababa de dejar a María en su casa, tras despedirse de ella con un beso, montó en el coche y arrancó.

Era una noche fresca, de aquellas en las que el aire te alivia del pegajoso calor que aun hacía a principios de Septiembre, con el principio del final del verano. Javier aprovechó y abrió la ventanilla del coche para disfrutarlo.

Pasaba por la piscina municipal cuando escucho algo tras sus muros de piedra. Bajó la música y paró el coche. ''¡SOCORRO!, ¡AYUDA!'' Eran gritos, probablemente de mujer. Javier bajó del coche a toda velocidad y de un saltó dejó el muro atrás. Observó la escena, unas cuantas botellas tiradas en el cesped junto a un cuaderno y un estuche con pinturas, entonces se fijó, una chica pelirroja se estaba hundiendo en lo hondo de la piscina, la reconoció al instante, Sara.

Javier se quitó la camiseta y sin dudarlo se tiró al agua a salvar a su hermana, agarró su brazo y la tiró hacia arriba, tirando de ella hasta el bordillo.

Javier: ¡Sara!, ¡por favor!

Javier sacó a Sara como pudo y la colocó en el cesped. Intento reanimarla presionando su pecho.

Sara se incorporó como pudo y echó todo el agua que había tragado mientras apartaba a Javier con las manos.

Sara: Que me ahogas más.

Le costaba hablar, pero el susto ya casi había pasado. Se dejó caer de nuevo en el césped, respirando entrecortado. Su pecho se alzaba una y otra vez. Pensaba que no saldría de esa. Cerró los ojos esperando recomponerse poco a poco.

Sara: Ahora me vas a llamar monstruo marino hasta que me muera, ¿verdad?

Javier: o Sara la Sirenita, por el pelo...

Javier se puso de rodillas frente a Sara, mirando fijamente a su hermana.

Javier: ¿Qué te ha pasado? te.. ¿te has caido o...?

Javier estaba realmente preocupado, se le notaba en la cara.

Sara: No, quería bucear borracha.

Abrió los ojos y al ver que su hermano no pillaba la ironía siguió:

Sara: ¿tú qué crees?

Miró en todas las direcciones, buscando a alguien más o preguntándose por dónde había salido Javier.

Sara: ¿Y tú qué haces aquí? No me dejas ni morirme tranquila.

Javier: ¡No digas eso ni en broma!

Javier fingió cara de enfado.

Javier: Ademas, aun te quedan muchos años de llamarme 'Sin Neurona', ¿cierto?

Javier se rió, consiguiendo al menos una sonrisa de Sara.

Javier: Hecho de menos esto, nuestras charlas, nuestros piques, motes, hacerte reír con mis tonterías, ya sabes... los viejos tiempos.

Sara: Tomamos decisiones precipitadas, Sin Neurona.

Se quedó pensando mirando al vacío.

Sara: Pero todavía estamos a tiempo de arreglar un poco este desastre, ¿no?

Giró la cabeza para mirar su expresión, él simplemente asintió.

Sara: Ella ha vuelto para quedarse, ¿verdad? Olivia... Lo hizo todo tan mal, y en parte te entiendo. Yo tampoco hubiese sabido cómo actuar.

Javier asintió.

Javier: Si, ella un día me hablo... y no supe como reaccionar, quería decirtelo, pero parecías tan feliz que no quería verte triste y cuando pasó lo de Izan... no quería hundirte más. Así que nunca encontré el momento perfecto.

Agarró de la mano a Sara, acariciando su palma.

Javier: Pase lo que pase, siempre estaré de tu lado, apoyándote. El Sin Neurona necesita a su Monstruo Marino.

Ambos rieron.

Javier: Y ahora déjame llevarte a casa y prepararte algo, ademas, quizás si me animo podemos beber un poco... ya sabes que soy muy gracioso borracho.

Sara entendió por lo que había pasado. En realidad se arrepentía de no haber escuchado antes.
Intentó restarle importancia y cambiar de tema. No quería estropearlo de nuevo.

Sara: Fiesta con Javier. ¡Eso suena muy tentador! Antes de ir a casa, conozco un lugar. Ven conmigo a El Infierno. Sé que te va a encantar.

Sabía que Javier odiaría el sitio, pero iba a ser muy gracioso verlo en esa situación. Los dos juntos de nuevo pasándolo bien, divirtiéndose y, él lo había dicho, picándose.

A LA MAÑANA SIGUIENTE...

Sara se giró en su cama para abrazar la almohada, una costumbre que tenía desde pequeñita, pero no fue eso lo que pilló entre sus brazos. Abrió un ojo imaginándose lo peor y lo peor sucedió. Había alguien más acostado a su lado. Él estaba bocabajo y no podía verle la cara. Se incorporó precipitadamente, se frotó los ojos para comprobar si era un sueño y volvió a mirar. Era real.
Encima estaba desnuda. Y por lo visto él parecía que también.

Sara: ¿Qué has hecho, Sara? ¿Qué has hecho?

No recordaba nada de la noche anterior. Tiró de las sábanas para taparse un poco. Intentó mover al chico para ver su cara, él se quejó en sueños, pero no se despertó. Un último empujón y...

Sara: ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

Izan y Sonsoles llegan a casa, resulta que tendrá que vivir con ella un tiempo, provisionalmente hasta que el encuentre trabajo y pueda comprarse un piso. Hasta ahora, Sonsoles le había ofrecido habitación en su casa (después de rechazarle en varias ocasiones el dormir juntos).
Después de todo se estaba portando muy bien con él, así que para agradecerselo como mínimo intentaría ayudarla en lo máximo con la casa, desayuno, comida, cena, limpieza...Vamos lo que viene siendo un amo de la casa.

Esta noche Izan le había preparado bacalao al horno, la verdad es que no ha salido del todo como se esperaba, pero la intención es lo que cuenta, y es una forma de agradecerle a Sonsoles todo lo que esta haciendo por él (sin favores sexuales...).

Izan: Bueno Sonsoles, no te preocupes que ya recojo yo todo esto, y de verdad, muchas gracias por todo...

Sonsoles sonríe y Izan lleva los platos a la cocina. A la media hora estaba todo impecable, incluso se había ido el holor a quemado (sí, la verdad es que se había tirado toda la media hora rascando la mitad de bacalao quemado de la sartén).
Después de asearse, y colocarse ese pijama, el de rayas, tan horrendo que Sara odiaba pero a la vez le hacía reir cada vez que se lo ponía. Cada paso fuera de la cárcel, le recuerda más a ella, y hoy cuando la a visto, ha sido como si nunca hubiese dejado de estar ahí. Aun que estaba muy cambiada, estaba más mayor. Supone que el tiempo es lo que hace, a los jóvenes los hace adultos... a los adultos, viejos... Y eso es lo que les ha pasado a los dos.

Se estira en la cama, de medio lada con la manos entre la cabeza y la almohada, y los pies recogidos, mirando las estrellas a través de la ventana.

Izan suspirando: Aiss Sara...¿Que es de ti? Que nos ha pasado...

Vuelve a girarse, hacia el techo, con la mirada perdida y precediendo su sueño. No sabe sobre Sara, pero esa noche, su sueño iba a ser para ella...

Javier: ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH..! ¿que pasa?

Javier se dio la vuelta confundido, sin saber que estaba pasando. Entonces observó la escena, Sara estaba mirándole con los ojos abiertos como platos y con cara asustada. Vio como ella se tapaba con la sabana, porque parecía no tener ropa... toda la sabana. Javier se miró y al verse totalmente desnudo se tapó con las manos inmediatamente.

Javier: Dime que no... por favor.

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Sonsoles: Izan... Izan...

Sonsoles notaba que abría un poco los ojos, pero los volvía cerrar al instante.

Sonsoles: ... Izan...



Sonsoles: ¡¡¡IZAN!!!

Sonsoles le dio un bofetón a Izan en toda la cara para despertarle, cosa que hizo efecto.



Sonsoles: ¿Quieres una manzanilla? Para las legañas.

Izan: ¡Sonsoles! ¡¡Auuu!! ¡Duelee! Mujer que susto me has dado... ¿Pero que hora es?

Aún resiente el manotazo en su cara, y gesticula la mandíbula en varias ocasiones, comprobando que todo está en su sitio. Gira la vista hacia la mesilla, para poder ver el despertador "7:00 am."

Izan: ¿Por qué madrugamos? ¿Ha pasado algo?

Intenta incorporarse, pero el culo de Sonsoles, reposando ahora en las piernas de Izan, le impedían levantarse. Este, después de unos cuantos golpes y tirones de colcha, consigue que Sonsoles se levante, y así poder incorporarse él.

Bostezo

Izan: ¿Por...porqué me miras así?

Sonsoles estaba abriendo las ventanas para despejar la habitación.

Sonsoles: ¿Como que porque madrugamos?, ¡Tienes que buscar trabajo!

Sonsoles recogió unos pantalones del suelo y los dobló, dejándolos encima de una silla.

Sonsoles: Esto no es propio de ti Izan, antes tu eras un señor.

Izan se despereza la cara, aún con los ojos cerrados. Se inclina, y con un ojo entre abierto y otro cerrado busca las zapatillas, y se incorpora.

Izan: Tienes razón Sonsoles... aunque no tengo ni idea de por donde empezar, te agradecería si me pudieras echar una mano. Con mis antecedentes no se si la gente va a querer a alguien como yo trabajando para ellos.

Se dirige hacia el lavabo a ducharse y cambiarse, mientras Sonsoles le recoge la habitación.

Por la distancia, Izan alza más la voz, para que Sonsoles pueda escucharlo.

Izan: ¿Qué tal ayer con Olivia? Vi que hablaste con ella... yo no pude hacerlo.

Deja pasar varios segundos, para despistar.

Izan: Y... ¿Sara? ¿Hablaste también con ella?

Después de escuchar la risa flojita de Sonsoles, desde la otra habitación, intenta disimularlo mejor esta vez.

Izan: Vamos, es solo por curiosidad... Vi que estaba muy cambiada...