¿YO? LA MÁS PUTA | Recta Final de serie - Capítulo 26: Allí abajo.


Serie de culto narrada en primera persona ficticia con altas dosis de drama, comedia y thriller. No apta para todos los públicos.
Capítulos:
Primera Temporada:
1. La puta madre.
2. El alumbramiento.
3. Yo, bebé.
4. Fin del climaterio.
5. La vida sigue igual.
6. Pablo Iglesias y la habitación 003.
7. La transexual Conchita Wurst y amistades. (Título propuesto por 6Gerardo6)
8. Conchita y el sexo débil.
9. Como una ola de poder.
10. El pecado de Dios.
11. El cordero de Dios.
12. La proposición.
13. La sexta noche.
14. Ríos de sangre.
15. Sexorcio Asesino.
Segunda Temporada:
16. Dos Mil Pesetas.
17. El gran dictador.
18. Parece que va a llover.
19. El mayor sueldo es cobrarlo.
20. Cenizas divinas.
21. La despedida más dolorosa.
22. Lactancia adolescente.
23. A bocajarro.
24. Blanca Navidad.
25. Cabeza de cerdo.
26. Allí abajo.





Capítulo 13. La sexta noche.
-¡Fai un frío del carallo!- gritaba Carmen, la mujer de Don Manuel Fraga.
Mi madre y yo dormíamos en la habitación de al lado y para haber contratado Don Manuel los servicios de mi madre, la pareja practicaba el fornicio con bastante asiduidad. Eso sí, a eso de las cuatro de la tarde, mientras la mujer salía a hacer los recados, la cama se la reservaba a mi madre. Era algo rápido, pero intenso, para no levantar sospechas. -Vostede me fai feliz, vostede é a mellor muller do planeta- le susurraba el vicepresidente del gobierno en el oído a mi madre.
Doña Carmen estaba encantada con mi madre, decía de ella que –nunca había tenido una chacha tan diligente- en palabras textuales. Y solo llevaba 4 días….si ella supiera.
A pesar de las buenas palabras que había dedicado a mi madre, Carmen era una mujer déspota y engreída. Acomodada gracias al poder que su marido tenía, su máxima aspiración en la vida era seguir viviendo del cuento. Tenía una especie de obsesión por las joyas, a veces, con el reflejo de la luz, parecía un árbol de navidad.
(Dos días después)
[url= ] Encerrada en la habitación, sin saber qué hacer, se le pasaba el tiempo. Entre un montón de discos revueltos, no podía encender el televisor, por lo que se puso a fumar y beber una cerveza para merendar, era todo lo que allí había. [/url]
¿Por qué Don Manuel había encerrado a mi madre en la habitación? Varias horas después, a eso de las 11 de la noche, mientras Carmen había salido a tomar algo con unas amigas de su misma especie, Don Manuel, vestido con ropa de mujer y maquillado como una puerta, hacía entrada en la habitación y empotraba a mi madre entre libros y la discografía de Lola Flores.
[url= ]Música de ambientación[/url]
¿Pero o que diaños está a suceder aquí? –Gritó Doña Carmen al abrir la puerta y ver tal grotesca escena.
El silencio se hizo tras el grito de la señora de la casa. La cara de Doña Carmen desencajada, mi madre totalmente desnuda mirando a Doña Carmen con cara de contención orgásmica y Don Manuel empotrando a mi madre vestido y maquillado como una señora.
- ¡Vaya pillada Manolo! –exclamó mi madre. Mi madre y yo, no dormimos allí aquella sexta noche. Menudo panorama tenía el pobre Manolo allí con su mujer. Así, que sin más dilación, huímos de aquella masía. Mi madre se puso las bragas de lana, una gabardina, y con lo puesto, me cogió en brazos y nos fuimos.
Ajenos a lo que en Galicia acababa de suceder, en “Sexorcio Divino ”un charco de sangre asomaba por la puerta.


Menuda pillada Manolo!!!
La música ha sido todo un acierto jajajaja
EDITO: con esas bragas de lana sus partes íntimas de lo más calentito jjj



PD: A la atención de gente con pasta o productores de cine o televisión. Busco financiación para llevar buen término la adaptación de esta serie a la gran o pequeña pantalla en formato película o serie.
Saludos.



Capítulo 14. Ríos de sangre.
Un río de sangre se deslizaba escaleras abajo. Tras la puerta, el cuerpo sin vida de una socia-fundadora de “Sexorcio Divino”. Conchita Wurst había sido brutalmente asesinada.
Desnuda (o desnudo para algunos), amordazada y con los ojos sacados de las cuencas.
¿Quién había sido autor de tal atrocidad? ¿Cuáles habían sido las razones para que alguien provocara tan fatal desenlace? ¿Un ajuste de cuentas? ¿Una venganza?
Conchita Wurst, desde su llegada al barrio había levantado muchas envidias. Había acaparado gran parte del público sexual de la zona, adquiriendo una gran fama en el gremio y acaparando grandes rencores en la profesión. ¿Pero eran razones suficientes para matarla?
Mi madre había perdido su otro yo en el negocio. El miedo recorría el cuerpo de mi madre, que temía que algo parecido le ocurriese a ella. Allí estaba el Padre Miguel, consolando a mi madre tras conocer el fatal desenlace de la transexual más popular de Salamanca.
El Padre Miguel se había convertido en un refugio espiritual y sexual para mi madre. Un refugio con el que descargar su conciencia y con el que aliviar sus instintos sexuales. Tanto fue así, que antes de llamar a la policía, fue al padre Miguel a quién se dirigió. Ambos practicaron un fornicio rápido y apenado por la triste noticia, justo al lado del cuerpo sin vida de la fallecida. Los orgasmos brotaban, pero las lágrimas caían.
Una vez aliviados, el Inspector Miranda hacía entrada en la escena del crimen, que quedaba precintada y custodiada judicialmente.







Una cabronada el asesinato de la Conchita .Esto va a ser un caso claro de celos pasionales












Capítulo 15. Sexorcio Asesino.
-¿Ha matado usted a Conchita?- Preguntaba el Inspector Miranda a mi madre mientras las cuencas de los ojos de Conchita no dejaban de brotar sangre.
-¿Cómo se atreve a preguntarme eso? ¡Yo no soy ninguna asesina!- contestaba escandalizada mi madre ante tan comprometida pregunta.
-Señora, hago mi trabajo- replicaba con semblante serio el Inspector Miranda a mi madre mientras el agente Povedilla anotaba todo cuanto se decía en una libreta forrada con un cartel de “El último cuplé” de Sara Montiel. ¡Como una quinceañera!
El inspector sometía a un interrogatorio a mi madre que duraba horas. Fue la primera persona en encontrar el cadáver, todas las sospechas recaían sobre ella. Pero tenía coartada, había pasado la última semana en Galicia.
-¿Hay alguien que pueda dar fe de que ha estado en Galicia esta semana?- preguntaba el inspector.
-Sí, pero no puedo decirle quién- contestaba mi progenitora. La discreción estaba garantizada en “Sexorcio Divino”, por lo que ni ante una situación así, desvelaría que era la fantasía favorita del vicepresidente del Gobierno.
Con el fiambre aún en la escena del crimen, el agente Povedilla le pagaba 25 pesetas a mi madre y se desfogaba tras una intensa jornada de trabajo. Las declaraciones ante la policía se convertían en orgasmos.
Finalizado el servicio, y tras una despedida que finalizó con un –Cualquier cosa, nos mantenga informados.- un lamento sacudió las escaleras de “Sexorcio Divino”. El agente Povedilla había sido apuñalado. Una nota acompañaba a la escena del crimen. Podía leerse: “Es solo mía”
¿Qué estaba ocurriendo en “Sexorcio Divino”? ¿Quién estaba detrás de estas muertes?
[Continuará…]



Me da que el asesino es el cura...