¿YO? LA MÁS PUTA | Recta Final de serie - Capítulo 26: Allí abajo.


Serie de culto narrada en primera persona ficticia con altas dosis de drama, comedia y thriller. No apta para todos los públicos.
Capítulos:
Primera Temporada:
1. La puta madre.
2. El alumbramiento.
3. Yo, bebé.
4. Fin del climaterio.
5. La vida sigue igual.
6. Pablo Iglesias y la habitación 003.
7. La transexual Conchita Wurst y amistades. (Título propuesto por 6Gerardo6)
8. Conchita y el sexo débil.
9. Como una ola de poder.
10. El pecado de Dios.
11. El cordero de Dios.
12. La proposición.
13. La sexta noche.
14. Ríos de sangre.
15. Sexorcio Asesino.
Segunda Temporada:
16. Dos Mil Pesetas.
17. El gran dictador.
18. Parece que va a llover.
19. El mayor sueldo es cobrarlo.
20. Cenizas divinas.
21. La despedida más dolorosa.
22. Lactancia adolescente.
23. A bocajarro.
24. Blanca Navidad.
25. Cabeza de cerdo.
26. Allí abajo.




Capítulo 23. A bocajarro.
Estaba mirándose al espejo. A pesar de tener apariencia de machito dominante, le gustaba cuidarse. Todos los días se aplicaba lociones por el cuerpo, e incluso se aplicaba sobre la cara las cremas de ‘sus chicas’. Tenía ocho tatuajes: Una navaja detrás de la oreja, una pistola de 8mm en su cintura, que cubría en su mitad la ropa interior, una luna adornaba su hombro derecho, y un corazón, con el nombre de Rosana en su interior, su madre, adornaba su musculado brazo izquierdo. En la nalga izquierda, un lagarto, y en la nalga derecha, la cara de Rocinante, su primer caballo. Nunca supe de sus otros dos tatuajes, sólo que uno de ellos se encontraba en su órgano sexual.
Esos músculos que tenía pegados al cuerpo no se habían hecho solos. Pasaba la mayor parte del tiempo en el gimnasio. Hoy en día, hubiera sido diagnosticado de vigorexia.
Siempre llevaba encima esa chupa negra. Y su olor a sudor, siempre característico, atraía a las féminas por ese olor tan especial que desprendía. Debían ser las feromonas.
Por mí, tenía un aprecio especial. Siempre fui para él como una sobrina, me hacía regalos. Esas zapatillas rojas con flores que llevaba, me las había regalado él.
Se abrió la puerta. Sólo bastó un disparo. La bala había destrozado el espejo en mil pedazos.
¿Quién había matado a “El Kapo” de un disparo a bocajarro? Vaya navidad nos esperaba.

Se me ha hecho cortísimo!!!!! Espero que el especial de Navidad sea de hora y media por lo menos!
Muy bueno. Aunque me gustaría saber de qué eran los otros dos tatuajes porque el de la Luna es muy gay comparado con los otros.










Mañana ESTRENO DE LA FAN ZONE de la serie.


El próximo capítulo se titulará...
A. Rancia Navidad
B. Triste Navidad
C. ¿Feliz Navidad?
D. Blanca Navidad
El próximo en comentar decide.











Capítulo 24. Blanca navidad.
Los langostinos ya estaban sobre la mesa, que estaba decorada con velas y un mantel con motivos navideños. La cubertería, era cutre, era la de siempre, aunque la vajilla era buena, regalo de un generoso cliente.
Mi madre y él no pudieron esperar. Aprovechando que estaban solos, y que Svetlana me había llevado a ver el Belén Monumental de la Plaza Mayor de Salamanca, decidieron dar rienda a su pasión.
Se notaba que había pasado tiempo. Con gran desenfreno, agarró a mi madre de las nalgas y la empotró contra la mesa. Las velas cayeron sobre el mantel, que por suerte estaban apagadas.
No pudo evitar rasgarle la falda, la fue desnudando poco a poco. Mientras le besaba el cuello, los cubiertos caían al suelo. El desenfreno era tal que el hecho de que la vajilla se fuera rompiendo a medida que aumentaban los orgasmos no importaba. Sólo el plato de langostinos se mantenía sobre la mesa.
En la calle no nevaba, pero sobre los langostinos había llovido a mares. Nada que después no pudiera ser disimulado con mayonesa. Esos langostinos estaban llenos de amor.
(Un día antes)
Svetlana, mi madre y yo. Esa nochebuena la pasaríamos solas. El cónclave terminaría en dos días, horas separaban a mi madre y al Padre Miguel del gran reencuentro. Mi madre esperaba ese día con ilusión. Se avecinaba un gran fin de año.
La candidiasis iba mejorando, pero no dejaba de ser un día triste. La muerte de “El Kapo” había hecho mella en los ánimos de todos.
Una postal de navidad sorprendía a mi madre bajo la puerta. En ella se decía: “La nochebuena la pasaré contigo. No te olvido, Manuel Fraga”.
