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Foro El secreto de Puente Viejo

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FermariaRules
FermariaRules
17/08/2011 13:26
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EL RINCÓN DE AHA
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El destino.

EL RINCÓN DE ÁLEX
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El Secreto de Puente Viejo, El Origen.

EL RINCÓN DE ABRIL
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El mejor hombre de Puente Viejo.
La chica de la trenza I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII.

EL RINCÓN DE ALFEMI
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De siempre y para siempre.
Hace frío I, II.
Pensando en ti.
Yo te elegí a ti.

EL RINCÓN DE ANTOJEP
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Bajo la luz de la luna I, II, III, IV.
Como un rayo de sol I, II, III, IV.
La traición I, II.

EL RINCÓN DE ARICIA
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Reacción I, II, III, IV.
Emilia, el lobo y el cazador.
El secreto de Alfonso Castañeda.
La mancha de mora I, II, III, IV, V.
Historias que se repiten. 20 años después.
La historia de Ana Castañeda I, II, III, VI, V, Final.

EL RINCÓN DE ARTEMISILLA
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Ojalá fuera cierto.
Una historia de dos

EL RINCÓN DE CAROLINA
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Mi historia.

EL RINCÓN DE CINDERELLA
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Cierra los ojos.

EL RINCÓN DE COLGADA
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Cartas, huidas, regalos y el diluvio universal I-XI.
El secreto de Gregoria Casas.
La decisión I,II, III, IV, V.
Curando heridas I,II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII.
una nueva vida I,II, III

EL RINCÓN DE CUQUINA
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Lo que me sale de las teclas.
El origen de Tristán Ulloa.

EL RINCÓN DE EIZA
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En los ojos de un Castañeda.
Bajando a los infiernos.
¡¿De qué?!
Pensamientos

EL RINCÓN DE FERMARÍA
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Noche de bodas. (Descarga directa aquí)
Lo que no se ve.
En el baile.
De valientes y cobardes.
Descubriendo a Alfonso.
¿Por qué no me besaste?
Dejarse llevar.
Amar a Alfonso Castañeda.
Serenidad.
Así.
Quiero.
El corazón de un jornalero (I) (II).
Lo único cierto I, II.
Tiempo.
Sabor a chocolate.

EL RINCÓN DE FRANRAI
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Un amor inquebrantable.
Un perfecto malentendido.
Gotas del pasado.

EL RINCÓN DE GESPA
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La rutina.
Cada cosa en su sitio.
El baile.
Tomando decisiones.
Volver I, II.
Chismorreo.
Sola.
Tareas.
El desayuno.
Amigas.
Risas.
La manzana.

EL RINCÓN DE INMILLA
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Rain Over Me I, II, III.

EL RINCÓN DE JAJIJU
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Diálogos que nos encantaría que pasaran.

EL RINCÓN DE KERALA
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Amor, lucha y rendición I - VII, VIII, IX, X, XI (I) (II), XII, XIII, XIV, XV, XVI,
XVII, XVIII, XIX, XX (I) (II), XXI, XXII (I) (II).
Borracha de tu amor.
Lo que debió haber sido.
Tu amor es mi droga I, II. (Escena alternativa).
PACA´S TABERN I, II.
Recuerdos.
Dibujando tu cuerpo.
Tu amor es mi condena I, II.
Encuentro en la posada. Historia alternativa
Tu amor es mi condena I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII, XIV, XV, XVI
#841
olsi
olsi
16/10/2011 01:49
Anfrjaun me encantaaaa!!! esa trama y como enlazas la serie con Gran hotel es genial! Graciasss guiño

ABRE LOS OJOS Parte 3

https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/595/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/

ABRE LOS OJOS Parte 4

https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/596/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
#842
anfrjaun
anfrjaun
16/10/2011 02:33
-Doña Eloísa atienda al marqués mientras veo que le pasa al alcalde -dijo doña Francisca. -Marqués no sería correcto señora, -dijo Marcos, -en todo caso, duque de Santa Lucía -. -Si si duque -dijo Francisca con desdén avanzando hacia el alcalde. -Pedro que pasa -. Preguntó bruscamente. -Se-se-se-señora ve-ve... -intentó decir el alcalde. -Pedro que no tengo el día católico para andarme con tartamudeos -dijo. -A-a-a... -dijo el alcalde. -¿Achús? (lo que se "dice" cuando se estornuda) -dijo Francisca. -A propósito... -el alcalde fue interrumpido por Rosario. -Doña Francisca, una mujer pregunta por usted -dijo. ¿Qué mujer? -preguntó doña Francisca. Una mujer envuelta en joyas, con una gran pamela, de unos 60 años, entró en el vestíbulo. -¿Quién va a ser Paquita? Pues tu hermana Vicenta -dijo la mujer. Doña Francisca se quedó boquiabierta con los ojos como platos. -¿Es que nadie va a coger mis maletas? -dijo en voz muy alta doña Vicenta -¿tengo que subirlas yo a mi dormitorio? -. Francisca mandó con un ademán a Rosario que hiciera tal cometido. -Alcalde le presento a mi hermana, Vicenta Montenegro Vinuesa, es una cantaora y la madre de mi sobrino de Munia, Enzequiel Moreno al que conoce -dijo doña Francisca. -A sus-sus pi-pies doña Vicenta -dijo el alcalde tartamudeando. -Es un placer -dijo, -hermana voy a cambiarme a mi alcoba de siempre, viéndote siento que tengo el corazón contento, el corazón contento y lleno de alegría -dijo entre risas a doña Francisca antes de subir por la escalera. -Bueno alcalde, -dijo Francisca una vez Vicenta se hubo marchado de la sala -¿qué pasa? -. -Doña Francisca, se trata del joven nieto del marqués, creo que es su nieto. -Dijo Pedro casi sin respira. -¿Del marqués? -pregunto la Montenegro. -No, su nieto de usted, el señorito Martín, aquel que fue secuestrado por su hijastro el señor Carlos Castro -. -¿Y cómo ha a tal conclusión alcalde? -preguntó. -Mírele a los ojos y verá doña Francisca, es él, no miento. -dijo el alcalde. Justo en ese momento, Vicenta bajó y entró en el salón, donde la duquesa de Caldas y Marcos conversaban, doña Vicenta dio un grito de alegría. -Martín, oh Martín sobrinonieto mio de mi alma y de mi corazón -dijo mientras corría a abrazarle -no te veía desde que te alojaste en mi casa en Munia cuando la trágica muerte de tu madre Angustias, una tragedia, compré 100 velas para ir poniéndoselas todos los meses, me quedan 98 aún -. Marcos miró de hito en hito a doña Vicenta y a doña Francisca, -disculpe señora pero se confunde, ni mi madre se llama Angustias, ni está muerta, ni yo soy ese tal Martín -. -Oh pues claro que sí, no te chancees de tu tia abuela que no está para estas cosas -dijo Vicenta, -recuerdo a ti como si te hubiera leído el cuento de Blancanieves anoche mismo, eres Martín y de ahí no me sacas -. -Señora -comenzó Marcos -se confunde, yo soy Marcos, duque de Santa Lucía y nieto del marqués de Peñaflor, hijo de su segundo hijo y de la duquesa de Santa Lucía -. -Eres Martín, y aquí está la prueba, -levantó la camisa del joven y dejó a la vista 3 lunares en la espalda. -¿Lo ven? Es Martín, el hijo de mi sobrino Tristán y de su difunta esposa, Angustias.

Raimundo entraba abatido en la casa de comidas, llevaba un paquete en las manos y su rostro estaba triste. Emilia salió de la barra y se acercó a su padre. -Padre, ¿qué le ocurre? -reparó en el paquete -¿ha traído pasteles? -. -Son unos dulces de hojaldre que le encargué a Maruja la mujer de Benito, se los fui a llevar a Sebastián a la conservera pero no estaba allí -. -¿No recuerda que hoy iba al entierro del tal Severiano Garcés de Villalpanda? Ese pobre muchacho al que primero robaron, luego violaron varios hombres, luego le pegaron una paliza y luego lo mataron dolorosamente, no lo conocía pero que final mas malo ¿no? -dijo con un estremecimiento Emilia. -Todos tienen lo que se merecen hija mía -dijo Raimundo acercándose a la barra y dejando los pasteles allí -por lo que se oye, creen que pudieron ser los esposos de varias amantes del tal Garcés. (Queda claro que en esta historia "el guapo" no aparecerá).

Pepa se lavaba la cara en su cuarto, no dejaba de pensar en el joven del carruaje, se miró en el espejo, habían pasado 9 años desde que llegó a Puente Viejo y conoció a un capitán militar, que marchó a Madrid cuando ella se casó con Alberto Guerra, el médico, un hombre que la hizo sufrir y de echo la hacía. Llamaron a la puerta, la partera abrió y para su sorpresa se encontró con Tristán, aquel militar que le robó el corazón, fue a abrir la boca pero Tristán le dijo -No hables, solo bésame -y así se dirigieron a la cama, sin dejar de besarse y se dispusieron a pasar la noche juntos.

¿Martín Castro Hernando? -Preguntó el joven. -No debemos precipitarnos, esperaremos a que lleguen Tristán y los señores marqueses para aclarar este asunto -dijo doña Francisca. -¿Aclarar el qué? -preguntó Pedro, -este es el señorito Martín y no hay masque hablar, lo acaba de ver doña Francisca, los lunares y además mire su anillo ¿no han reparado en él? Las iniciales, M.C. Martín Castro -le sacó el anillo a Marcos del dedo y lo agitó ante doña Francisca, el anillo que don Tristán le regaló a su nieto de usted antes de enviarle al internado doña Francisca -dijo el alcalde. Doña Eloísa, Marcos y Francisca miraban sorprendidos al alcalde y a doña Vicenta que se miraba los dedos de las manos como si lo que pasaba con su sobrino nieto no tuviera importancia. -No se explicar el origen de ese anillo, lo tengo desde que tengo uso de razón -dijo Marcos. -Pero es del todo imposible que yo sea ese tal Martín, mi nombre es y ha sido siempre Marcos Fernando Juan de todos los Santos Pérez de Barradas y Fernández de Córdoba y Bermúdez de Castro y Díez -. -Repito -dijo Francisca -esperemos a la llegada de sus padres y a la de Tristán, aunque sería conveniente llamar a Pepa la... -Francisca fue interrumpida por Marcos que dijo -la partera -. Todos los presentes exxcepto Vicenta que seguía mirándose las uñas, miraron asombrados a Marcos, Pedro se mostraba satisfecho, Francisca sorprendida, Eloísa asombrada y extrañada, pero el silencio se rompió cuando Álvaro, el bebé de Eloísa empezó a llorar. Francisca musitó -no hay duda, se trata de Martín -. En ese momento el reloj dio las 12, acabando con ese ajetreado día.
#843
anfrjaun
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16/10/2011 02:36
19 de octubre de 1911
Había pasado una semana desde los hechos que acaecieron con la identidad del duque, Martín había vuelto y tanto Francisca como Tristán habían asumido, no así el joven, que aunque acepara su nueva identidad, no se adaptaba a su nuevo estatus, a pesar de que como le decía doña Eloísa, no había cambiado mucho. Pepa había intentado ver a Martín, pero Tristán no quería, decía que no le parecía conveniente. Pero Pepa iba quería aprovechar que Martín estaba paseando por el pueblo. El joven se apoyaba en el bastón cojeando, pero sus andares a pesar de ello eran gráciles, Dolores le salió al paso. -Don Martín, ¿alguna novedad que yo como alcaldesa consorte debiera saber? -preguntó. -Una cosa -dijo Martín, -que la que tiene el puesto de alcaldesa consorte es como la que tiene un tío en Cuenca, que ni tiene tío ni tiene nada -contestó el Castro. Dolores lo miró como si le acabaran de dar dos tortas, con la boca abierta. -En boca cerrada no entran moscas madre -dijo Hipólito apareciendo por la puerta del colmado. Esa aparición y que Martín prosiguiera su paseo hicieron que las mejillas de Dolores que tenían unas feas manchas rojas se pusieran mas coloradas, pero de rabia -Hipólito -gritó -no quiero oír ni una frase hecha mas en esta casa -.

Francisca paseaba por su jardín, pensaba en la vida, en su niñez, cuando jugaba con Raimundo en ese mismo lugar, cuando los asaltaron a ella y a su abuela Urraca, pero una tos la sacó de su ensimismamiento. Se giró y por un momento, su mente y su vista la engañaron al creer ver a un niño, pero tras parpadear vio al Raimundo Ulloa actual. -¿Qué haces aquí Raimundo Ulloa? -preguntó. -Verte -contestó él. -Quería felicitarte por el regreso de tu nieto -. -¿Felicitarme tú? -dijo disimulando su alegría convirtiéndola en enfado con éxito, -el mundo al revés -. -Si no me quieres aquí -dijo Raimundo sentándose en una silla y apoyándose en la mesa -me iré -señalo el camino que salía de la casona. -Haz lo que te plazca Raimundo -dijo Francisca dándole la espalda y marchándose como si la hubieran ofendido gravemente, con la cabeza alta. En ese momento Raimundo recordó, un recuerdo que estaba almacenado en su memoria pero que hasta que no vio a Francisca así............
20 de agosto de 1848
Dos chicas, una de unos 11 años y otra de 8 correteaban por el jardín, una arrancaba las flores, -no hagas eso Francisca -dijo Vicenta. -A mamá no le gusta que arranques sus flores -concluyó Francisca imitándola y lanzando pétalos de flores, un chico las observaba con avidez, salió al encuentro de ellas -Francisca -dijo. La joven lo miró con gesto examinador, negó con la cabeza y dijo -vámonos Vicenta, papá nos tiene que leer el cuento de Blancanieves -dijo Francisca. El chico se quedó mirando tristemente como las hermanas se alejaban, era obvio que llevaba planeando el encuentro mucho tiempo.
De vuelta a la actualidad...
-Martín -Pepa llamaba a su hijo por la plaza. -¿Pepa Aguirre? -preguntó le joven. -Si, -respondió alegre la partera, llevaba un paquete -te he hecho unos dulces, rosquillas de vino que te encantaban de pequeño -le mostró la bandeja. -Le diré 3 cosas señorita Aguirre -comenzó Martín. Alberto asomó por la calle pero no dio muestras de su presencia. -En primer lugar, gracias por las rosquillas -Pepa sonrió -pero, podría hacer una casa con estos ladrillos -cogió una y la tiró al suelo, Pepa sintió una piedra en su estómago. -En segundo lugar, diríjase a mí sin tutearme y sin confianzas y en tercer lugar, no quiero saber nada de usted, señorita Aguirre, la recuerdo poco, pero lo poco que recuerdo me basta, la vi rondando a mi padre, por su culpa mi madre se intentó suicidar, al recordar mi identidad, recordé que mi madre se suicidó por su culpa. No quiero que se acerque a mí, una simple bruja que se cree comadrona, si por mi fuera, todas las de su calaña estarían en el penal de Ceuta. -Concluyó con desprecio y se marchó. Pepa se derrumbó, sus lágrimas caían por sus mejillas, tiró la bandeja de roscas y corrió a su habitación. Alberto se acercó, miró la bandeja y soltó una lágrima.

...

Una mujer envuelta en harapos era tratada por Alberto en el consultorio, Pepa entró triste. -Alberto ¿podemos hablar? -preguntó la partera. -Te he hecho una infusión -dijo Alberto. -Ahora, ven hablemos fuera -. Los dos salieron, Alberto pidió a la mujer que esperara. Cuando salieron, la mujer se acercó al vaso y echó un líquido en él. -Voy a acabar contigo Pepa Balmes, como que me llamo Elvira Orellana. -dijo.
#844
lapuebla
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16/10/2011 11:51
-DEUDAS, COBARDES Y VÍCTIMAS-

Estaba cansada y enfadada. Enfadada consigo misma y con el mundo, y cansada tras un duro día de trabajo sin cesar. No había horas suficientes para poder hacer todas sus tareas. Cuando no estaba en la cocina, trajinando entre pucheros, apuraba a tender la colada o adecentar las habitaciones. Pero lo peor era la hora en que la casa de comidas se llenaba de gentes deseosas de comer uno de sus guisos o, simplemente, charlar mientras tomaban un chato de vino. Normalmente, le gustaba atender a los parroquianos escuchando cotilleos o alabanzas hacia sus potajes pero hoy no. Hoy su ánimo no estaba para aguantar zalamerías o chistes. Así que lo último que necesitaba era que un botarate de aspechto grotesco le faltara al respeto.

-Anda hermosa, sirvenos algo de comer, que si tus guisos están tan buenos como tú tienen que saber a gloria-le dijo uno de los clientes sentados en la mesa más apartada de la taberna mientras intentaba manosearla.

Aquel hombre tenía un aspecto que le resultaba repugnante. No había nada raro en su vestimenta, pero el pelo grasiento y, sobre todo, su sonrisa torcida hacían que resultara repulsivo.
Estuvo a punto de estamparle la jarra de vino en la cabeza cuando su compañero de farras, un hombre mayor de aspecto elegante y modales más educados intercedió.

-Señorita, le ruego disculpe la falta de tacto de mi amigo. Ha pasado mucho tiempo combatiendo en la guerra y se le han olvidados las más elementales normas de educación. Estoy seguro que él sólo intentaba alabar sus platos, que la casa de comidas Ulloa es conocida en toda la comarca por sus estupendos guisos.

Lo último que le faltaba era un escándalo, así que optó por asentir en silencio y dar media vuelta camino de la barra. A su espalda pudo escuchar como el segundo individuo reprendía al primero.

-Cuanta vesces tengo que advertirle que no me gusta que monte escándalos ni llame la atención.¿ No se da cuenta que estamos en una casa de comidas y no en un lupanar?

-Es que la moza está bien…-trató de explicarse.

-¡Basta ya!. En nuestro negocio la discrección es fundamental. No podemos levantar sospechas.

Su hermano Sebastián, que llegaba en aquel momento de la conservera, presenció el incidente y al ver la cara de enojo de su hermana decidió que era mejor relevarla en la tarea de atender las mesas.

-Emilia, ¿Por qué no te vas a descansar, que tienes mala cara?. Ya le ayudo yo a padre a servir las cenas.

-Está bien-contestó de modo seco.
Aunque agradecía la preocupación de su hermano, aun no se le había pasado el enfado por la discusión que habían tenido durante el almuerzo. En su cabezonería no entendía porque tanto su padre como Sebastián insistían en entrometerse en su relación con Severiano. “Ya soy mayorcita para saber lo que me hago” les decía, aun que el motivo real era que su orgullo le impedía ver cuanto se había equivocado al enamorarse de aquel muchacho que sólo le había causado decepciones. “¡Que manía teneis todos de decirme lo que debo o no debo hacer con mi vida!. ¡Cómo si no tuviera bastante con las advertencias de Alfonso, ahora tambien os meteis vosotros”-les espetó levantándose de la mesa tan enfadada que tiró la silla al suelo.
Luego, se pasaría el resto de la tarde encerrada en la cocina porque no quería hablar con nadie, y menos discutir con Raimundo.Éste, no podía dejar de preocuparse por Emilia y mucho menos despues de que el Castañeda le confesase que el tal Severiano era un vago que se aprovechaba de su hija y la engañaba. Tanto daban las muchachas de los lupanares de la comarca como viudas incautas o mujeres casadas. Y lo peor de todo, es que le había reprochado al pobre muchacho que no hubiese dicho nada antes. ¡Qué injusto había sido con Alfonso!, cuando lo único que había hecho era advertir una y otra vez a su hija del error que estaba cometiendo!.
#845
lapuebla
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16/10/2011 11:54
Sebastián apuró a quitarse la chaqueta y colcarse el mandil para ayudar a su padre, que en aquel momento salía de la cocina.

-Buenas noches hijo-saludó Raimundo.-¿Dónde está tu hermana?

-La he mandado a descansar, que se la ve fatigada.

-Además sigue enfadada tras la discusión de antes-se lamentó .-Aun no puedo creerme que no nos hubieramos dado cuenta de la clase de tipo que era el tal Severiano.

-Supongo que estabamos tan preocupados por nuestros propios problemas que no le prestamos la suficiente atención . Pero tampoco se torture, que me da que si no ha querido escuchar a Alfonso, con lo amigos que han sido siempre, menos caso nos habría hecho a nosotros. No será una Ulloa de sangre, pero a fé mía que ha heredado nuestra cabezonería.

-Puede que tengas razón, pero sigo pensando que podríamos haber hecho algo al respecto. Además, es lógico que no creyera a Alfonso, porque pensaría que estaba movido por los celos.

-¿Qué quiere decir con eso?-preguntó asombrado.- No me diga que Alfonso está enamorado de…

Pero ya no pudieron acabar la conversación. Los clientes reclamaban su atención. Así que se dispusieron a servir chatos de vino, copas de aguardiente, platos de queso y chorizo y tazones de humeante potaje. La actividad fue incesante durante la siguiente hora, junsto hasta que las campanas de la iglesia anunciaron las diez de la noche y muchos parroquianos iniciaron el retorno a sus casas. Sin embargo, la extraña pareja de la mesa de la esquina aun seguía charlando.

-Ya sabe lo que hay que hacer. El jefe quiere que les den un buen escarmiento y en esta ocasión no le importará mucho que a sus hombres se les vaya la mano-dijo el hombre de aspecto formal.-¿No sé si me explico?.

-Perfectamente- asintió el más joven.- No se preocupe, que mis hombres no van a regatear en golpes. Y si es menester , podrían utilizar otros recursos.

-No necesito saber los detalles. ¿Les ha quedado claro dónde tienen que esperarlos?. No quiero errores.

-Sí, como el agua-volvió a sonreír aquel individuo de aspecto turbio. -Por la descripción que nos ha facilitado no va a ser díficil identificarlos. Y ahora, hablemos de emolumentos.

-Aquí tiene-le dijo entregándoles un bolsa, no sin antes comprobar que nadie les miraba.-La mitad por adelantado y la otra mitad cuando hayan realizado el trabajo. Tal y como habíamos acordado. Y ahora va siendo hora de recogernos, que no nos conviene llamar la atención.

-Como usted mande-contestó, mientras ambos se ponían en pie y se dirigían a la barra para pedir la cuenta.

-Caballero-el mayor se dirigió en tono cortés a Sebastián.-¿Sería tan amable de decirnos cuanto le debemos?

El Ulloa le indicó el importe de lo consumido, que el hombre pagó dejando una cuantiosa propina.

-Ah, y felicite a la cocinera. Las viandas estaban deliciosas-dijo en tono burlesco el otro individuo mientras ambos salían por la puerta de la plaza.
Sebastián preguntó a su padre si conocía a aquellos dos hombres tan extraños, pues era la primera vez que los veía por la casa de comidas.

-La cara del más mayor me suena-dijo dubitativo Raimundo.- Creo……..ceo que lo he visto alguna vez en casa de Pardo.

-¿El prestamista de La Puebla?

-Sí, el usurero-Aun recordaba los malos momentos pasados cuando tuvo que recurrir a él para obtener el dinero que necesitaba para salvar la posada.-Tratándose de un amigo de ese cuervo, nada bueno andará barruntando por aquí.

-A mí tambien me dieron mala espina. Me dio la sensación de que tramaban algo. Además, ¿se ha fijado usted en el aspecto tan sombrío del otro inviduo?.

-La verdad es que sí. Creo que nunca antes lo había visto por aquí pero hay algo en él que me resulta familiar…No sé….supongo que me habré cruzado con él en otro momento de mi vida. En todo caso, su presencia en este pueblo no presagia nada bueno.

-Ojalá se equivoque padre-sentenció Sebastián mientras ambos retornaban a sus quehaceres.

Los últimos clientes abandanaron la taberna cuando apenas faltaba un cuarto de hora para la medianoche. Padre e hijo se dispusieron a recoger en silencio, cada uno absorto en sus propias preocupaciones. Sebastián barría por entre las mesas y pensaba cómo podría hablar con su hermana. Raimundo secaba los últimos vasos mascullando la manera de abrile los ojos a su hija. Mientras, en un cuarto en el interior de la casa de los Ulloa, Emilia no podía conciliar el sueño pensando si no estaría equivocada. ¿Dónde se había metido Severiano?. ¿Por qué llevaba dos días sin dar señales de vida?. No hace mucho tiempo se hubiera preocupada pensando que le abría ocurrido algún percance. Ahora sabía, aunque no quisiera admitirlo delante de nadie, que su novio estaría de farra por algún lugar de la comarca. Quizás emborrachándose en las tabernas de Balboa, quizás sobando a las muchachas del lupanar de Villalpanda, quizás jugándose los cuartos que no tenía en alguna timba de La Puebla. Al fin y al cabo, Alfonso tenía razón pero ella no había querido escucharlo. Algún día tendría que pedirle perdón por todas las veces que lo había acusado de malmeter en su relación, de ser una mala influencia para Severiano, de no ser un buen amigo. Él, que nunca le había fallado y en pago había recibido reproches y un bofetón.
#846
lapuebla
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16/10/2011 11:58
Las horas pasaban y como venía ocurriendo en los últimos meses, no podía dormir. Todo eran problemas y, lo peor, parecía que él nada podía hacer para resolverlos. Había intentado que Emilia abriese los ojos y se diese cuenta de la clase de persona que era Severiano, pero ella negaba una y otra vez la evidencia. “Estoy enamorada, pero parece ser que el amor es un sentimiento que tú jamás has experimentado” llegó a decirle en una de sus muchas discusiones. “Creeme que sí,y con mucha más intensidad de la que tú te puedas imaginar”-trató de defenderse. Pero eso a ella le daba igual. Ahora sólo le quedaba la esperanza de que Raimundo fuese capaz de hacerla entrar en razón. Quizás él, Alfonso Castañeda, no fuese lo suficientemente importante como para que sus palabras tuvieran más credibilidad que las zalamerías y los embustes del sinvergüenza de Villalpanda. Pero su padre era la persona más importante en la vida de Emilia, y a él sí tendría que escucharlo.

Sin embargo, un ruído en la cocina le recordó otros problemas que ningún Ulloa podría resolver. Su hermano Juan había desaparecido. No era la primera vez que ocurría, pues en las últimas semanas se pasaba todas las noches y muchos días ahogado en vino y aguardiente. Pero era la primera vez que su ausencia se prolongaba tanto tiempo. Además se había llevado consigo todos los ahorros de la familia. Le dolía ver como su hermano tiraba su vida por la borda, pero lo más insoportable era ver sufrir a su madre.

Rosario tampoco podía dormir. Bien cierto era que las madres habían nacido para sufrir y desde el momento en que parían a su primer hijo no podían vivir tranquilas. Muchas eran las noches en vela que había pasado en su vida porque alguno de sus cuatro vástagos estuviera enfermo o metido en algún lío, especialmente Juan, aquel hijo dotado con un don especial para el arte pero tambien con una capacidad innata para meterse en problemas. Menos mal que los otros hermanos habían salido más responsables, especialmente su primogénito.

-Madre, ¿qué hace levantada a estas horas?. Debería estar descansando. Además, va a coger frío.

-Alfonso, hijo….me has asustado-dijo dando un respingo.-Y tú, ¿que haces de pié?. Si no duermes, mañana vas ir reventado al tajo.

-Es que oí ruídos y me desperté-trató de justificarse mientras se sentaba a su lado en la mesa de la cocina.

-No me mientas, cariño , que te conozco. Imagino que tú tampoco podías dormir. Anda, cuéntale a tu madre qué es los que te quita el sueño aunque…….creo que me barrunto que tiene algo que ver con Emilia.

-No empiece, madre-le dijo empezando a sonrojarse.-No es eso. Lo que pasa es que estoy preocupado por Juan. No me gusta que ande con Severiano, es una mala compañía.

-Sí, tu hermano va de mal en peor. Ya no sé que hacer para ayudarlo…-su voz se quebró por el dolor.

-Madre, por Dios, no se me venga abajo-le dijo mientras se sentaba a su lado y la abrazaba con fuerza.-Imagino que esos dos andan de farra por ahí y tarde o temprano volverán apestando a alcohol pero vivitos y coleando.-trató de tranquilizarla.-Además, que no es la primera vez que Juan anda perdido durante un par de días. Ya verá….

Madre e hijo permanecieron un rato más hablando bajito para no despertar a los pequeños de la casa. Para tratar de aminorar la congoja, Alfonso decidió sacar el tema de Hipólito, que ultimamente no dejaba de rondar a Mariana. Al final, las ocurrencias del hijo del alcalde lograron incluso arrancar un sonrisa a Rosario.

Pocas horas faltaban para el amanecer cuando ambos se fueron a a sus respectivos cuartos. Alfonso entró sigiloso en el suyo para no despertar a Ramiro, que dormía tranquilamente. “Ojalá te hubiera echo caso”-pensó mientras observaba a su hermano pequeño, la única persona con la que podía compatir sus cuitas, aunque él nunca hiciera caso de sus consejos. Mientras, en el cuarto de al lado, su madre no podía dejar de sentir una opresión en el pecho, presagio de que algo terrible iba a ocurrir.
#847
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16/10/2011 11:59
La mañana estaba fresca, aunque el sol que empezaba a asomar entre las montañas del este anunciaba un día extañamente caluroso para un otoño que ya había comenzado. Las arboledas estaban teñidas de mil tonos de amarillo y marrón. En las orillas de los caminos se arremolinaban las hojas caídas. Sólo algunas plantas mantenían intacto un follaje verde y denso. Precisamente, fue unas de esas matas de arbustos próximas a la orilla del río las que aquel extraño grupo de cuatro hombres escogió para esconderse. Todos tenían el mismo aspecto. Jóvenes y desaliñados. Buenos chaquetones y buenas botas, pero el pelo y la barba descuidados. La piel curtida por el sol, caras de no haber dormido y olor a alcohol. Permanecían en silencio, vigilando un camino por el que a aquellas tempranas horas no pasaba ni un alma. Hasta que a lo lejos vislumbraron la silueta de dos hombres jóvenes.

-Preparaos-ordenó el cabecilla del grupo.-Que ya están ahí los dos pajaritos que hay que cazar.

-Jefe, ¿estás seguro que son estos dos?. Mira que tienen pinta de ser dos pobres braceros de camino al jornal-preguntó el que parecía el más joven de todos, un muchacho escuálido que apenas superaba los veine años.

-¡Haz el favor de callarte, niñato!-le ordenó con voz apagada pero mirada furiosa.-Claro que son estos dos. No ves que vienen por el camino que nos indicó Núñez, dos tipos jóvenes, uno más alto y otro más bajo.

-Como tú digas, pero que conste que a mi me da mala espina-se quejó.

-El pequeñín siempre quejándose-se burló de nuevo el supuesto jefe ante las sonrisas torcidas de los otros dos miembros del grupo.
#848
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lapuebla
16/10/2011 12:01
A esa misma hora la plaza de Puente Viejo empezaba a despertar. Hipólito ayudaba a Dolores a abrir el colmado. La doctora Casas subía por las escaleras del consultorio tras cruzar un frío saludo con el párroco, quien se dirigía la casa de comidas para tomar un chocolate y charlar con Pepa, pues las últimas noticias sobre su extraño comportamiento lo tenían muy preocupado. Al entrar por el patio se cruzó con Emilia, quien iba cargada con un cesto de ropa sucia.

-Buenos días, hija.

-Buenos días, don Anselmo-le contestó la joven con voz apagada. En su rostro, las ojeras hacían sospechar que no había dormido lo suficiente.-¿Qué hace usted por aquí, tan de buena mañana?.

-Venía a ver si parlamentaba con Pepa, que creo que necesita algún que otro consejo.

-Pues ojalá a usted le haga más caso. Yo he intentado hablar con ella, pero no hay forma de que entre en razón-se quejó mientras colocaba el cesto encima de una mesa y con la mano le indicaba al sacerdote que tomara asiento.

-Bueno, por lo menos he de intentarlo. Pero muchacha…….veo que tú tampoco tienes buena cara. ¿Ha pasado algo?.

-No, ¿qué tendría que ocurrir?-respondió Emilia en un tono que casi rozaba el enfado. Ultimamente tenía la sensación de que todo el mundo quería reprocharle su mala cabeza.-No, es sólo que no he dormido bien. Las pesadillas me han acosado toda la noche.

-¿Y se puede saber qué tipo de malos sueños eran esos?-preguntó curioso.

-Pues verá-empezó a relatar la joven mientras se sentaba a su lado-ayer por la noche estuvo cenando en la taberna un individuo de aspecto muy siniestro, que jamás había visto por aquí. Tendría que verlo…su mirada….su sonrisa. Me dio muy mala espina. Tanto que al final se me aparecía en sueños con las manos llenas de sangre y riéndose mientras me decía que ahora sí que iba a perder lo que más quería. Sentí una puñalada que me hizo despertar llena de angustia. No sé…..pero creo que algo malo va a ocurrir.

En aquel momento Raimundo y Sebastián asomaban por el corredor que daba a las habitaciones. Tampoco ellos parecían haber dormido bien. Ambos traían el semblante serio y charlaban en voz baja.

-Don Anselmo, tendrá que disculparme pero tengo que encargarme de las habitaciones. Lo dejo con mi padre, que seguro que de buena gana se toma un chocolate con usted-dijo procurando escabullirse lo más rápido posible.

-Eso espero-sonrió el cura-que aun no he desayunado.
#849
lapuebla
lapuebla
16/10/2011 12:06
-Hombre, pero si es el representante de Dios en este pueblo-se burló el Ulloa.-¿A que debemos el placer?.

-No empieces, no empieces…..Anda, no seas mal educado y ponme un chocolate. Y así charlamos un ratito. Por cierto-el cura se percató de que ambos hombres estaban muy cariacontecidos-¿ha ocurrido algo, que parece que hoy os habeis levantado todos con mala cara?.

-Veo que sigue siendo usteda tan sagaz como siempre-contestó Raimundo mientras se sentaba a su lado.-Es que ayer vimos por la taberna a uno de los empleados de Pardo, el prestamista. Y parecía estar tratando algo con un individuo de aspecto…..un tanto sospechoso.

-Vaya, debe ser el mismo del que me habló Emilia-dijo le sacerdote ante la mirada extrañada de padre e hijo.-Sí, me contó que anoche había estado cenando un tipo de aspecto muy …..siniestro.

-Bueno, es que llamaba bastante la atención con sus malos modales-corroboró Sebastian.- De hecho, le faltó al respeto a mi hermana, aunque el otro hombre, ese que dice padre que trabaja para Pardo, le paró los pies.

-Pero bueno, gentes raras siempre han entrado en la taberna. No sé por qué os preocupais tanto esta vez.

-Es que tratándose de los esbirros de Pardo, nada bueno podemos esperar. Y estoy preocupado, porque sé que Juan Castañeda y el sinvergüenza ese que ronda a mi hija están metios en asuntos de juego.

-¿Pero es que ese zagal no va a dejar de meterse en líos nunca?-se lamentó don Anselmo.-A este paso va a matar a disgustos a Rosario y a sus hermanos. Y encima si se junta con el tal Severiano.

-¿Qué quiere decir con eso?. ¿Acaso usted sabía que el novio de Emilia era un canalla y no me dijo nada?-preguntó enfadado Raimundo.

-Pensé que lo sabías. Todo el pueblo murmura sobre sus borracheras, sus visitas al lupanar y sus encamamientos con cierta viuda. Imaginé que Emilia, con lo despierta que ha sido siempre, ya lo habría mandado a tomar viento. Pero será mejor dejar el tema.

De repente, el rostro de Raimundo se transfiguró. Un recuerdo muy doloroso acaba de invadir su mente.

-¡Hijo, ya sé de que conozco a ese individuo!-exclamó.- Es uno de los que me asaltaron en el camino para robarme, el día que casi me matan de la paliza.

-Pues tendremos que avisar a los Castañeda. Deben estar prevenidos,porque mucho me temo que los hombres de Pardo andan detrás de Juan para cobrarse algún tipo de deuda-sentenció Sebastián.

-Sí, sólo espero que Alfonso y Ramiro puedan protegerlo, como siempre han hecho.

El ruído proveniente de la plaza llamó su atención. En ese momento don Pedro, el alcalde, entraba casi sin aliento por la puerta.

-Raimundo, Sebastián, ¿dónde está la partera?-preguntó con la cara desencajada.

-Supongo que en su cuarto. Pero , ¿es que alguien se ha puesto de parto en medio de la plaza?-inquirió don Anselmo.

-¡Ojalá fuera eso, ojalá!. Me manda la doctora Casas a buscarla……..Una desgracia, un terrible desgracia….

-Pero hombre de Dios, ¡expliquese!. ¿Le ha pasado algo a Gregoria?.

-No, la doctora está bien. Pero necesita que Pepa la ayude porque ella no puede antender a los dos heridos a la vez.

-Pero, ¿ de qué heridos está usted hablando, alcalde?

-No sé quienes son. Lo único que me han dicho es que los han encontrado en la senda que lleva a la casa de los Castañeda.

Los Ulloa y don Anselmo se miraron consternados. Tal y como sospechaban, los hombres de Pardo habían venido a cobrarse las deudas, que aquellos dos insensatos tendrian que pagar con su sangre.

Cuando Emilia salió a la plaza para acompañar a Pepa al consultorio, escucharon el canturreo de dos borrachos que aun no habían acabado su noche de jarana. Al ver sus rostros sintió que sus piernas no eran capaces de sostenerla en pie. Nunca antes había sentido tanto pánico. Si el sinvergüenza de Severiano y el tonto de Juan no eran los heridos a los que en aquel momento la doctora Casas trataba de salvar la vida, ¿a quien habían atacado los hombres de Pardo cerca de la casa de los Castañeda?.

-¡No, Alfonso no, por Dios!. ¡No puede ser él!-logró decir antes de que el llanto ahogase su garganta.
#850
CUQUINA37
CUQUINA37
16/10/2011 12:56
Ayss Pepa por el amor de dios...me tienes en ascuas...escribe mas..escribe...por dios..y eso que no le pilla el hilo.FANTASTICO.
#851
olsi
olsi
16/10/2011 13:53
Lapuebla... genial.... espero ansiosa la continuación!! bravo
#852
Gespa
Gespa
16/10/2011 16:01
Lapuebla....genial....espero la continuación!!

Aqui os dejo un fic que he escrito esta mañana.

**EL DESAYUNO**

https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/597/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
#853
susivo
susivo
16/10/2011 20:43
Pepa, por Dios!! increíble, como siempre, me encanta... pero, por favor, no nos dejes asi... sigue cuando puedas.
Muchas gracias!

Gespa, me pongo con el tuyo
#854
luxin15
luxin15
16/10/2011 21:04
Que historias mas bonitas y felicito a las organizadoras del foro hacia un monton de tiempo que no pasaba por aqui y cuando he vuleto me he dado cuenta de lo bien ordenado que esta
FELICIDADES
#855
lapuebla
lapuebla
16/10/2011 21:46
-DEUDAS, COBARDES Y VÍCTIMAS- (2ª parte)

Cuando abrieron la puerta del consultorio no pudieron encontrarse una imagen más desoladora. La doctora Casas trataba a duras penas de deterner la sangre que manaba a borbotones del abdomen de Ramiro. El más pequeño de los Castañeda había recibido una puñalada en el estómago, una herida casi siempre mortal. Pero aun respiraba tumbado en la única camiña de la que disponía el dispensario. Alfonso, mientras tanto yacía tirado en el suelo.

-Menos mal que has llegado Pepa-exclamó Gregoria al ver que la partera había acudido a su llamado. –Necesito que me ayudes, yo sóla no puedo antender a los dos hombres y este necesita que lo opere cuanto antes, si queremos salvarle la vida.

-Y Alfonso-preguntó desesperada Emilia mientras se abrazaba llorando a su cuerpo inerte.

-Mucho me temo que le han partido varios huesos. Quien quiera que haya sido el que ha hecho esto se ha ensañado con él. Pero ahora lo más urgente es evitar que este pobre desgraciado se nos muera desangrado. Y tú-dijo dirigiéndose a Emilia-de poca ayuda vas a ser si te quedas ahí gimoteando.

Pepa, aunque no compartía su brusquedad, estuvo de acuerdo con la doctora. Tendrían que actuar rápidamente. Así que se dirigió a su amiga.

-Emilia, sé que estás sufriendo pero tienes que ser fuerte. Mira, esto es lo que vamos a hacer: tú ayuda a la doctora. Tienes que hacer todo lo que ella te diga-le instó mientras la agarraba de los hombros y la obligaba a mirarla a la cara.- La herida de Ramiro es muy grave y si no le opera pronto el chiquillo va a morirse. ¿Comprendes lo que te digo?

-Sí……-logró finalmente responder.- Pero….¿y él?-volvía a preguntar angustiada.

-Pepas se ocupará-contestó la galena.-Además, se ve que es un hombre muy fuerte y no ha perdido mucha sangre por las heridas.

Finalmente logró reaccionar y las tres mujeres aunaron sus esfuerzos para cuidar de los hermanos Castañeda. Mientras Pepa examinaba cada hueso de Alfonso y curaba las decenas de cortes que tenía por el cuerpo, Emilia sujetaba el instrumental quirúrgico y la doctora trataba de suturar los vasos dañados y el estómago rajado de Ramiro.

Para ellas el tiempo corría demasiado aprisa, pues cada gota de sangre perdida era un paso más hacia la muerte de aquel joven. Sin embargo, de las puertas del consultorio para fuera, el tiempo parecía haberse detenido y la angustia se apoderaba de muchos de los habitantes de Puente Viejo.
#856
lapuebla
lapuebla
16/10/2011 21:48
Rosario tenía la mirada perdida. Apretaba tanto el mandil entres sus manos que los nudillos de sus dedos se tornaron blancos. Pero era tal el dolor que se apoderaba de su corazón que ni capaz fue de llorar. No podía ser cierto lo que estaba ocurriendo. Había pasado muchas noches en vela preocupada por las idas y venidas de su Juan, temiendo que sus borracheras lo metieran en más líos o que cometiera alguna locura. Pero para lo que no estaba preparada era para perder a sus otros dos hijos varones. ¿Qué iba a ser de Mariana y de ella misma si faltaba el hermano mayor, aquel muchacho responsable, que jamás se quejaba anteponiendo la felicidad de los demás a la suya propia, asumiendo el papel del padre ausente?. ¿Cómo podrían seguir viviendo si su pequeño Ramiro?. El benjamín era un hombre hecho y derecho a pesar de sus escasos veinte años y aquella cara de niño, que se preocupaba de aconsejar y dar consuelo a ella misma y a sus hermanos.

Sentada junto a Rosario estaba Mariana. Trataba de no llorar y se agarraba fuertemente de su brazo y recostaba la cabeza en su hombro, esperando como cuando era una niña y se lastimaba, que su madre le dijera que no se preocupara, que cuando quisiera darse cuenta el dolor habría desaparecido. Pero el dolor y la incertidumbre seguían allí.

Al otro lado de la matriarca de los Castañeda estaba sentada Dolores, que le susurraba palabras de consuelo y ánimo. Ella, a la que se le ponía un nudo en la garganta con sólo pensar que su hijo Hipólito se rasguñase, no podía ni imaginarse cómo debía ser la angustia de aquella mujer que podía perder a dos de sus hijos en un solo día.

Fuera, en la plaza, don Pedro y su hijo hablaban con los guarcias cíviles que habían llegado del cuartel de la Puebla tan pronto fueron avisados.

Mientras, en la casa de comidas, Severiano dormía la mona tumbado en un rincón y don Anselmo sermoneaba por enésima vez a Juan.
#857
lapuebla
lapuebla
16/10/2011 21:51
Ambos muchachos habían llegado aun medio borrachos de su última noche de farra en Villalpanda. Habían decidido ausentarse de Puente Viejo durante unos días para no toparse con Pardo, que de seguro los andaría buscando para reclamarles las deudas contraídas despues de su última partida. Lo que los dos incautos desconocían es que el prestamista no se andaba con bromas ni se moletaba personalmente en acosar a sus deudores. Simplemente, mandaba a sus esbirros a propinarles un buen escarmiento. Sólo que en esta ocasión habían pagado justos por pecadores.
Cuando llegaron al pueblo pora la mañana ni siquiera se percataron de que algo grave había ocurrido, a pesar del alboroto que reinaba en la plaza, las prisas de Pepa por llegar al consultorio y los ojos llorosos de Emilia.

-Mira que es agonías esta novia mía- se había quejado Severinano.-Cuando no es por una cosa es por otra,pero al final está siempre cariacontecida y sin ganas de pasarlo bien. Que por cierto, no le vendría nada mal practica, que en el catre le falta mucha experiencia.

-Chisss, callate, que como te oiga mi hermano Alfonso es capaz de molerte otra vez a…..-En aquel momento sintió como los agarraban fuertemente por el cuello de las camisas y los obligaban a entrar en la taberna de los Ulloa.

-¿Se puede saber dónde demonios os habeis metido?-preguntó enojado Raimundo.

-Menudo carácter se gasta mi querido suegro-intentó chancearse el de Villalpanda.-Pues, por ahí ….que un hombre tiene que divertirse antes de que el yugo del matrimonio lo atrape para siempre. Porque usted sabe que yo a Emilia la..

-¡Callate desgraciado, si no quieres que te parta esa cara y te quedes sin mote!-los ojos del Ulloa estaban llenos de rencor.

-Don Raimundo, no se ponga así-trató de interceder Juan.-Lo que pasa es que no queríamos que Pardo nos encontrara y decidimos ausentarnos unos días.

-¿Y se puede saber porque os está buscando el prestamista?-inquirió esta vez don Anselmo.

-Pues porque le debemos dinero-reconoció avergonzado el muchacho.-Lo cierto es que el otro día nos jugamos una importante cantidad de dinero en una partida y perdimos. Supongo que ahora nos estará buscando para reclamarnos.

-Pero vosotros, almas de cántaro, ¿no sabeis con quien os jugabais los cuartos?. No sabeis que Pardo no se molesta en ir a reclamar, que simplemente manda a sus secuaces a cobrarse las deudas de uno u otro modo.

-¿Qué quiere decir?-preguntó Juan, que estaba empezando a darse cuenta que algo muy malo había tenido que ocurrir.

-Pues que por vuestra culpa ahora mismo la doctora Casas está intentando salvar la vida de tus hermanos…Si es que me entran ganas de matarte-le gritó Raimundo mientras levantaba el puño amenazador.-Los hombres de Pardo los han debido confundir con vosotros y les han dado una paliza de muerte.

-Ya será menos-dijo en tono burlón Severiano.

-Escúchame bien, zagal, a Ramiro le han rajado el estómago y a Alfonso lo han molido a palos. La doctora no sabe si podrá salvarlos y tú dices que ya será menos. Te juro por mis hijos, que si algo les llega a ocurrir a cualquiera de los dos yo mismo te mato con mis propias manos. O mejor, le digo a Pardo donde encontrarte y que se encarguen de ti sus esbirros-le dijo a Severiano propinándoles un empujón que lo tiró al suelo, de donde ni siquiera se molestó en levantarse.

-Tranquilo padre, no merece la pena hacer entrar en razón a estos dos zoquetes-trató de tranquilizarlo Sebastián. Ahora sólo podemos esperar a que la doctora y Pepa logren salvar a los Castañeda.

Los efectos del alcohol hicieron que el de Villalpanda se quedara dormido, tirado en el rincón. Sin embargo, parecía que todo el vino se había evaporado del cuerpo de Juan. Al darse cuenta del daño que había causado a sus hermanos, se derrumbó y nadie pudo aplacar sus sollozos.

-Dios mío, ¡qué he hecho!. Si algo les pasa yo me muero-logró por fin articular palabra mientras el sacerdote trataba de consolarlo.

De repente, la puerta de la tabernas se abrió y pudieron ver el rostro desencajado de Emilia.

-Hija, ¿qué ha pasado? ¿cómo están los muchachos?-preguntó Raimundo ante la cara angustiada de todos los presentes.

Pero Emilia no pudo contener por más tiempo la emoción y se arrojó a los brazos de su padre, buscando su consuelo.
#858
CUQUINA37
CUQUINA37
16/10/2011 22:08
Ays por dios Pepa....Yari te mata directamente y a mi me da un soponcio.
#859
Gespa
Gespa
16/10/2011 22:18
Ostras....pero no lo dejes asi!!!Ai la madre....jajajaja!!!Sigueloooo!!
#860
olsi
olsi
16/10/2011 22:23
Lapuebla... me has hecho llorar... sigue plissss....


Os dejo la última parte de ABRE LOS OJOS (os juro que esta vez sí que es la última... jejeje)

https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/598/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
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