Foro El secreto de Puente Viejo
La Biblioteca (A - K)
#0
17/08/2011 13:26
EL RINCÓN DE AHA
El destino.
EL RINCÓN DE ÁLEX
El Secreto de Puente Viejo, El Origen.
EL RINCÓN DE ABRIL
El mejor hombre de Puente Viejo.
La chica de la trenza I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII.
EL RINCÓN DE ALFEMI
De siempre y para siempre.
Hace frío I, II.
Pensando en ti.
Yo te elegí a ti.
EL RINCÓN DE ANTOJEP
Bajo la luz de la luna I, II, III, IV.
Como un rayo de sol I, II, III, IV.
La traición I, II.
EL RINCÓN DE ARICIA
Reacción I, II, III, IV.
Emilia, el lobo y el cazador.
El secreto de Alfonso Castañeda.
La mancha de mora I, II, III, IV, V.
Historias que se repiten. 20 años después.
La historia de Ana Castañeda I, II, III, VI, V, Final.
EL RINCÓN DE ARTEMISILLA
Ojalá fuera cierto.
Una historia de dos
EL RINCÓN DE CAROLINA
Mi historia.
EL RINCÓN DE CINDERELLA
Cierra los ojos.
EL RINCÓN DE COLGADA
Cartas, huidas, regalos y el diluvio universal I-XI.
El secreto de Gregoria Casas.
La decisión I,II, III, IV, V.
Curando heridas I,II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII.
una nueva vida I,II, III
EL RINCÓN DE CUQUINA
Lo que me sale de las teclas.
El origen de Tristán Ulloa.
EL RINCÓN DE EIZA
En los ojos de un Castañeda.
Bajando a los infiernos.
¡¿De qué?!
Pensamientos
EL RINCÓN DE FERMARÍA
Noche de bodas. (Descarga directa aquí)
Lo que no se ve.
En el baile.
De valientes y cobardes.
Descubriendo a Alfonso.
¿Por qué no me besaste?
Dejarse llevar.
Amar a Alfonso Castañeda.
Serenidad.
Así.
Quiero.
El corazón de un jornalero (I) (II).
Lo único cierto I, II.
Tiempo.
Sabor a chocolate.
EL RINCÓN DE FRANRAI
Un amor inquebrantable.
Un perfecto malentendido.
Gotas del pasado.
EL RINCÓN DE GESPA
La rutina.
Cada cosa en su sitio.
El baile.
Tomando decisiones.
Volver I, II.
Chismorreo.
Sola.
Tareas.
El desayuno.
Amigas.
Risas.
La manzana.
EL RINCÓN DE INMILLA
Rain Over Me I, II, III.
EL RINCÓN DE JAJIJU
Diálogos que nos encantaría que pasaran.
EL RINCÓN DE KERALA
Amor, lucha y rendición I - VII, VIII, IX, X, XI (I) (II), XII, XIII, XIV, XV, XVI,
XVII, XVIII, XIX, XX (I) (II), XXI, XXII (I) (II).
Borracha de tu amor.
Lo que debió haber sido.
Tu amor es mi droga I, II. (Escena alternativa).
PACA´S TABERN I, II.
Recuerdos.
Dibujando tu cuerpo.
Tu amor es mi condena I, II.
Encuentro en la posada. Historia alternativa
Tu amor es mi condena I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII, XIV, XV, XVI
#61
23/08/2011 17:17
Que chulo, me encanta!!!!!!!
#62
23/08/2011 17:48
Ha quedado una biblioteca preciosa!!! buen curro!!! gracies!
#63
23/08/2011 18:16
Si la creadora no fuera medio disléxica, estaría ya ideal, jajajajaja.
#64
23/08/2011 19:06
ALFONSO DESPUES DE LA BRONCA DE EMILIA (1ª PARTE)
Alfonso se agachó para recoger las piezas esparcidas por el suelo. Quería hacerlo rapidamente para poder escapar de la taberna lo antes posible, pero su pulso temblaba por una mezcla de rabia, impotencia y tristeza. No sabía qué era lo que había dicho para que Emilia lo tratara así, nunca la había visto así. Cierto era que quizás hubiese sido poco afortunado al intentar desviar la conversación hacia el admirador secreto, para que ella olvidase por un momento las muchas preocupaciones que le daba Sebastian. Pero no se merecía aquellos gritos, ni aquella expresión de rencor en su mirada, que no sabía si iba dirigida al admirador o a el mismo.
Cuando hubo recogido todas los trozos rotos de la cajita los envolvió cuidadosamente con la gorra y se dirigió a la plaza. Pero no sabía a donde ir. Ya era tarde y no era menester andar de paseo con los civiles acosando a todos los vecinos por el dichoso asunto de anarquistas. Además, el había estado implicado en el incidente con Don Anselmo y a nadie se le escapaba que era uno de los mejores y más fieles amigos de Sebastián Ulloa, al que ahora medio Puente Viejo creía un peligroso criminal. Pero tampoco quería irse a su casa donde le esperaba una nueva bronca de Ramiro y lo peor, sería una nueva fuente de preocupaciones para su madre. Ella lo conocía como nadie en el mundo y nunca le había podido esconder nada, era como si pudiese leer todos y cada uno de sus pensamientos. Y su madre ya tenía bastantes preocupaciones encima como para calentarle la sesera con sus devaneos amorosos. Así que optó por quedarse sentado fuera, al lado del montón de leña que usaban para calentar la chimenea y cocinar. Sacó las piezas de la gorra y empezó a darle vueltas pensando en como podía reparar la dichosa cajita. Si Emilia no la quería quizás si que sirviera para darle una sorpresa a Mariana o a su madre. Pero la imagen de Emilia gritándole volvía una y otra vez a su cabeza de modo que era imposible concentrarse en nada. Las horas pasaban y no había forma de atenuar el dolor. Acabó hablando consigo mismo.
-Alfonso Castañeda, eres un completo idiota!!. Como has podido ilusionarte así??. Creías que una mujer como Emilia Ulloa iba a fijarse en un bracero que apenas sabe leer y escribir. Pensabas que sería suficiente con estar siempre a su lado, como un perrito faldero. Mucho hablar de la dichosa igualdad de clases de Raimundo, pero al final ella sólo se fija en tipos como el medicucho, que sí son ilustrados. Maldita sea mi estampa!!
Ya casi amanecía cuado Ramiro medio adormilado abrió la puerta.
-Se puede saber donde demonios estabas?. Me tenías preocupado, ya estaba empezando a temerme que los civiles tambien te habían enjaulado junto a Sebastian.
-Estaba en la taberna
-Vaya, por qué será que no me sorprende??!!
-Ramiro, no estoy para chanzas. Así que dejalo estar, si no quieres que te de una patada en el culo.
De repente su hermano reparó en la cajita destrozada.
-Qué ha pasado?. Vaya, vaya…..Seguro que Emilia se ha enterado de que tu eras su admirador secreto y te ha lanzado la caja a la cabeza…..(al mismo tiempo que soltaba la broma daba 2 pasos hacia atrás esperando una buena colleja de su hermano mayor)
-No andas muy desencaminado.-se limitó a confesar Alfonso con una voz completamente derrotada y la mirada clavada en el suelo
-Anda, cuentame que es lo que ha sucedido.-le dijo Ramiro mientras se sentaba a su lado y le tocaba el hombro.
-No sé,…no tengo muchas ganas de hablar de ello. Además son solo tonterías….
-No creo que sea una tontería cuando estás así de abatido. Nunca te he visto así. Tienes que desahogarte. No puedes tragar con todo. Dejame ayudarte, como has hecho siempre tu comigo.
-Gracias hermano. A veces se me olvida que ya no eres un chiquillo-Alfonso esbozó una leve sonrisa con la que quería agradecer a su hermano el afecto y la preocupación-Verás, fui a la casa de comidas para ver como estaban y me la encontré llorando mientras miraba la dichosa cajita. Pensé que si le sacaba el tema del admirador secreto podría hacerla olvidar durante un momento las preocupaciones que le causa el tontolaba de su hermano. Pero me salió el tiro por la culata……Se enfadó, empezó a decir que la culpa era del dichoso admirador, que la había tenido despistada en vez de atender a su hermano
-Valiente tontería!! Sebastián ya es mayorcito para saber lo que se hace
-Eso mismo intenté decirle yo, que no podía echarse encima todos los problemas de su familia
-Le dijo la sartén al cazo….
-Qué quieres decir?
-Pues que tu haces los mismo, siempre preocupado por madre y por nosotros. Y si no fuera suficiente con los problemas de nuestra familia vas y cargas tambien con los de los Ulloa. Que yo ya estoy cansado de sacarle las castañas del fuego a Sebastian…
-No, si en eso tienes razón: Sebastián está tonto desde que ha vuelto. Pero Emilia no tiene la culpa…..No sé, supongo que está sobrepasada y por eso me gritó.
-Como que te gritó?
-Me dijo que maldecía al admirador secreto, que era un cobarde, que sólo le había regalado baratijas para chancearse . Y al final estampó la cajita contra el suelo.
-Bueno, aunque creo que lleva razón en lo de que el admirador es un cobarde, no debería hablarte así despues de todo lo que haces por ella.
-Tú tambien te preocupas…
-Pero no es lo mismo. Yo aprecio a Emilia, como tambien le tengo una gran estima a Raimundo y a Sebastián y si está en mi mano ayudarles lo voy a seguir haciendo. Pero tu vas mucho más allá. Piensas antes en ella que en ti mismo. Vienes deslomado del trabajo y corres a ayudarla en la taberna. Y sI la ves desanimada te inventas lo del pretendiente secreto para subirle la autoestima. No dudo que darías tu vida por protegerla y por eso te digo que no te mereces su desprecio. No puede pagar las frustraciones contigo.
-Y qué puedo hacer yo?
-Espabila!!. Coge el toro por los cuernos. Dile lo que sientes.
-Tengo miedo de que ella no me corresponda…
-Ves como tenía razón cuando decía que era la primera vez que veía a Alfonso Castañeda amedrentado ante algo (Ramiro esbozó un sonrisa que no tenía nada de bulesca). Pues si no te quiere ella se lo pierde. Se que es una muchacha estupenda, pero tu no te quedas atrás. Nunca reconoceré que he dicho lo que voy a decirte, pero eres la mejor persona que conozco. Trabajas como una mula, te desvives por tu familia, arriesgas la vida por tus amigos y nunca te he visto pedir nada a cambio. Ya es hora de que la vida te compense…
-Muchas gracias hermano-. Un Alfonso emocionado abrazó con fuerza a Ramiro. Se había pasado toda la vida protegiendo a su hermano, al que seguía viendo como un niño pequeño y ahora era el quien le daba el consuelo que tanto necesitaba.
-Anda, ya casi ha amanecido. Vuelve a la taberna y cantale las cuarenta. Y no me vengas con eso de que no te das maña con estas cosas. Deja hablar a tu corazón, que seguro que ella te escucha. O haces que te escuche.
(Continuará)
Alfonso se agachó para recoger las piezas esparcidas por el suelo. Quería hacerlo rapidamente para poder escapar de la taberna lo antes posible, pero su pulso temblaba por una mezcla de rabia, impotencia y tristeza. No sabía qué era lo que había dicho para que Emilia lo tratara así, nunca la había visto así. Cierto era que quizás hubiese sido poco afortunado al intentar desviar la conversación hacia el admirador secreto, para que ella olvidase por un momento las muchas preocupaciones que le daba Sebastian. Pero no se merecía aquellos gritos, ni aquella expresión de rencor en su mirada, que no sabía si iba dirigida al admirador o a el mismo.
Cuando hubo recogido todas los trozos rotos de la cajita los envolvió cuidadosamente con la gorra y se dirigió a la plaza. Pero no sabía a donde ir. Ya era tarde y no era menester andar de paseo con los civiles acosando a todos los vecinos por el dichoso asunto de anarquistas. Además, el había estado implicado en el incidente con Don Anselmo y a nadie se le escapaba que era uno de los mejores y más fieles amigos de Sebastián Ulloa, al que ahora medio Puente Viejo creía un peligroso criminal. Pero tampoco quería irse a su casa donde le esperaba una nueva bronca de Ramiro y lo peor, sería una nueva fuente de preocupaciones para su madre. Ella lo conocía como nadie en el mundo y nunca le había podido esconder nada, era como si pudiese leer todos y cada uno de sus pensamientos. Y su madre ya tenía bastantes preocupaciones encima como para calentarle la sesera con sus devaneos amorosos. Así que optó por quedarse sentado fuera, al lado del montón de leña que usaban para calentar la chimenea y cocinar. Sacó las piezas de la gorra y empezó a darle vueltas pensando en como podía reparar la dichosa cajita. Si Emilia no la quería quizás si que sirviera para darle una sorpresa a Mariana o a su madre. Pero la imagen de Emilia gritándole volvía una y otra vez a su cabeza de modo que era imposible concentrarse en nada. Las horas pasaban y no había forma de atenuar el dolor. Acabó hablando consigo mismo.
-Alfonso Castañeda, eres un completo idiota!!. Como has podido ilusionarte así??. Creías que una mujer como Emilia Ulloa iba a fijarse en un bracero que apenas sabe leer y escribir. Pensabas que sería suficiente con estar siempre a su lado, como un perrito faldero. Mucho hablar de la dichosa igualdad de clases de Raimundo, pero al final ella sólo se fija en tipos como el medicucho, que sí son ilustrados. Maldita sea mi estampa!!
Ya casi amanecía cuado Ramiro medio adormilado abrió la puerta.
-Se puede saber donde demonios estabas?. Me tenías preocupado, ya estaba empezando a temerme que los civiles tambien te habían enjaulado junto a Sebastian.
-Estaba en la taberna
-Vaya, por qué será que no me sorprende??!!
-Ramiro, no estoy para chanzas. Así que dejalo estar, si no quieres que te de una patada en el culo.
De repente su hermano reparó en la cajita destrozada.
-Qué ha pasado?. Vaya, vaya…..Seguro que Emilia se ha enterado de que tu eras su admirador secreto y te ha lanzado la caja a la cabeza…..(al mismo tiempo que soltaba la broma daba 2 pasos hacia atrás esperando una buena colleja de su hermano mayor)
-No andas muy desencaminado.-se limitó a confesar Alfonso con una voz completamente derrotada y la mirada clavada en el suelo
-Anda, cuentame que es lo que ha sucedido.-le dijo Ramiro mientras se sentaba a su lado y le tocaba el hombro.
-No sé,…no tengo muchas ganas de hablar de ello. Además son solo tonterías….
-No creo que sea una tontería cuando estás así de abatido. Nunca te he visto así. Tienes que desahogarte. No puedes tragar con todo. Dejame ayudarte, como has hecho siempre tu comigo.
-Gracias hermano. A veces se me olvida que ya no eres un chiquillo-Alfonso esbozó una leve sonrisa con la que quería agradecer a su hermano el afecto y la preocupación-Verás, fui a la casa de comidas para ver como estaban y me la encontré llorando mientras miraba la dichosa cajita. Pensé que si le sacaba el tema del admirador secreto podría hacerla olvidar durante un momento las preocupaciones que le causa el tontolaba de su hermano. Pero me salió el tiro por la culata……Se enfadó, empezó a decir que la culpa era del dichoso admirador, que la había tenido despistada en vez de atender a su hermano
-Valiente tontería!! Sebastián ya es mayorcito para saber lo que se hace
-Eso mismo intenté decirle yo, que no podía echarse encima todos los problemas de su familia
-Le dijo la sartén al cazo….
-Qué quieres decir?
-Pues que tu haces los mismo, siempre preocupado por madre y por nosotros. Y si no fuera suficiente con los problemas de nuestra familia vas y cargas tambien con los de los Ulloa. Que yo ya estoy cansado de sacarle las castañas del fuego a Sebastian…
-No, si en eso tienes razón: Sebastián está tonto desde que ha vuelto. Pero Emilia no tiene la culpa…..No sé, supongo que está sobrepasada y por eso me gritó.
-Como que te gritó?
-Me dijo que maldecía al admirador secreto, que era un cobarde, que sólo le había regalado baratijas para chancearse . Y al final estampó la cajita contra el suelo.
-Bueno, aunque creo que lleva razón en lo de que el admirador es un cobarde, no debería hablarte así despues de todo lo que haces por ella.
-Tú tambien te preocupas…
-Pero no es lo mismo. Yo aprecio a Emilia, como tambien le tengo una gran estima a Raimundo y a Sebastián y si está en mi mano ayudarles lo voy a seguir haciendo. Pero tu vas mucho más allá. Piensas antes en ella que en ti mismo. Vienes deslomado del trabajo y corres a ayudarla en la taberna. Y sI la ves desanimada te inventas lo del pretendiente secreto para subirle la autoestima. No dudo que darías tu vida por protegerla y por eso te digo que no te mereces su desprecio. No puede pagar las frustraciones contigo.
-Y qué puedo hacer yo?
-Espabila!!. Coge el toro por los cuernos. Dile lo que sientes.
-Tengo miedo de que ella no me corresponda…
-Ves como tenía razón cuando decía que era la primera vez que veía a Alfonso Castañeda amedrentado ante algo (Ramiro esbozó un sonrisa que no tenía nada de bulesca). Pues si no te quiere ella se lo pierde. Se que es una muchacha estupenda, pero tu no te quedas atrás. Nunca reconoceré que he dicho lo que voy a decirte, pero eres la mejor persona que conozco. Trabajas como una mula, te desvives por tu familia, arriesgas la vida por tus amigos y nunca te he visto pedir nada a cambio. Ya es hora de que la vida te compense…
-Muchas gracias hermano-. Un Alfonso emocionado abrazó con fuerza a Ramiro. Se había pasado toda la vida protegiendo a su hermano, al que seguía viendo como un niño pequeño y ahora era el quien le daba el consuelo que tanto necesitaba.
-Anda, ya casi ha amanecido. Vuelve a la taberna y cantale las cuarenta. Y no me vengas con eso de que no te das maña con estas cosas. Deja hablar a tu corazón, que seguro que ella te escucha. O haces que te escuche.
(Continuará)
#65
23/08/2011 19:09
ALFONSO TRAS LA BRONCA DE EMILIA (2ª parte)
Alfonso llegó a la casa de comidas cuado aun no había despuntado el alba. La plaza estaba casi desierta a esas horas pero en el interior de la posada se intuía movimiento. Respiró hondo y recordó las palabras de Ramiro : "cantale las cuarenta". Su hermano tenía razón, no se merecía aquellos gritos. Una cosa era que no sintiera lo mismo por él, que le viera como el hermano con el que se había criado desde niños, pero otra muy distinta era que pudiese gritarle para pagar con él sus muchas frustraciones. Él no sólo no tenía la culpa del encarcelamieto de Sebastián, sino que había arriesgado su vida por ayudarlo. Como tampoco tenía culpa de los desplantes del doctor Guerra. De lo único que podían acusarlo era de ser un cobarde que se escondía tras el misterioso admiraador secreto. Con estos pensamientos rondandole la mollera iba cuando casi se da de bruces con Raimundo, que salía de la posada.
-Alfonso, qué haces tan temprano por la plaza?. Pero zagal, tú cuándo duermes?
-Buenos días Raimundo! Cómo se encuentra?.-trató de desviar la conversación.-Alguna noticia de Sebastián?
-Pues regular muchacho, regular. Casi no he podido dormir pensando en Sebastián, en por lo qué estará pasando preso como si fuera un criminal….
-Sebastián es un hombre fuerte, seguro que estará bien. Y no hace falta decirle que cuenta con nosotros para lo que sea menester.
-Lo sé Alfonso, lo sé. Os habeis comportado casi como unos hijos. No sé lo que habría sido de nostros, especialmente de Emilia, sin vuestra ayuda....
-Bueno, Emilia se las apaña muy bien sola. Con ese genio que se gasta....
-Vaya, noto cierta amargura en tus palabras..
-Imaginaciones suyas, Raimundo.
-No me vengas con esas Alfonso!!. Ya sabes que sabe más el diablo por viejo que por diablo. Mira lo que me costó saber que eras tu el ganapanes que andaba agasajando a mi hija....Y ayer escuché voces en la taberna. Creo que Emilia pagó su mal humor contigo. No se lo tengas en cuenta, que la pobre anda de disgusto en disgusto.
-Ya lo sé y no sabe como me gustaría aliviar su dolor. Pero se cierra en banda. Ayer quise desviar su atención hacia los regalos del admirador secreto y casi me echa con cajas destempladas. Y sinceramente….(Alfonso bajó la vista y apenas podía susurrar) no creo que me lo merezca. Pero dejelo estar, son sólo tonterías mías. Que no es el momento de hablar de estos temas, con todo lo que está pasando. Cuando la cosa se tranquilice ya veremos que hacer...
-Cuando la cosa se tranquilice?, dices. Pero si por Puente Viejo nunca se está tranquilo. Cuando no es la Montenegro con sus maldades es el pobre del doctor Guerra con su locura. O este viejo chocho que se queda ciego.Y si no los malditos anarquistas.....
-Buscaremos la forma de dar con ellos y obtener pruebas de la inocencia de Sebastián. Se lo prometo. Algo podremos hacer, tiene que haber algo que demuestre que él no era su cómplice. Por cierto, cuándo van a poder visitarlo?
-Ahora ibamos para la Puebla. Esperemos que nos dejen verlo.
-Emilia tambien va?
-Ya sabes como es, serían necesarios varios metros de soga para sujetarla e impedir que acuda al presidio. Así que la casa de comidas tendrá que seguir cerrada.
-Si quiere nosotros podríamos hacernos cargo.
-Ni hablar muchacho, ni hablar. Atender a vuestra faena, que lo último que yo quiero es que tengais problemas con el cazurro ese del Mauricio. Ya hablaremos por la noche.
-Buena suerte Raimundo.
-Gracias Alfonso. Gracias por todo. (Raimundo abrazó con fuerza al muchacho). Y no te rindas ahora, que si has podido esperar desde que eras un crío bien podrás esperar un poquito más…….
Aquellas últimas palabras de Raimundo le infundieron de nuevo esperanzas. Cuánto le debía a aquel hombre que había sido como un segundo padre, que le había enseñado a leer y escribir y que le había proporcionado comida y cobijo a su familia en los malos tiempos !!. Alfonso se sintió afortunado, al fin y al cabo, tenía una madre maravillosa, unos hermanos que lo idolatraban y amigos fieles como Raimundo. Y no podía, no quería fallarles. Así que ahora tocaba faena en el campo y tratar de buscar junto a Ramiro la forma de ayudar a los Ulloa. Lo otro podría esperar
Alfonso llegó a la casa de comidas cuado aun no había despuntado el alba. La plaza estaba casi desierta a esas horas pero en el interior de la posada se intuía movimiento. Respiró hondo y recordó las palabras de Ramiro : "cantale las cuarenta". Su hermano tenía razón, no se merecía aquellos gritos. Una cosa era que no sintiera lo mismo por él, que le viera como el hermano con el que se había criado desde niños, pero otra muy distinta era que pudiese gritarle para pagar con él sus muchas frustraciones. Él no sólo no tenía la culpa del encarcelamieto de Sebastián, sino que había arriesgado su vida por ayudarlo. Como tampoco tenía culpa de los desplantes del doctor Guerra. De lo único que podían acusarlo era de ser un cobarde que se escondía tras el misterioso admiraador secreto. Con estos pensamientos rondandole la mollera iba cuando casi se da de bruces con Raimundo, que salía de la posada.
-Alfonso, qué haces tan temprano por la plaza?. Pero zagal, tú cuándo duermes?
-Buenos días Raimundo! Cómo se encuentra?.-trató de desviar la conversación.-Alguna noticia de Sebastián?
-Pues regular muchacho, regular. Casi no he podido dormir pensando en Sebastián, en por lo qué estará pasando preso como si fuera un criminal….
-Sebastián es un hombre fuerte, seguro que estará bien. Y no hace falta decirle que cuenta con nosotros para lo que sea menester.
-Lo sé Alfonso, lo sé. Os habeis comportado casi como unos hijos. No sé lo que habría sido de nostros, especialmente de Emilia, sin vuestra ayuda....
-Bueno, Emilia se las apaña muy bien sola. Con ese genio que se gasta....
-Vaya, noto cierta amargura en tus palabras..
-Imaginaciones suyas, Raimundo.
-No me vengas con esas Alfonso!!. Ya sabes que sabe más el diablo por viejo que por diablo. Mira lo que me costó saber que eras tu el ganapanes que andaba agasajando a mi hija....Y ayer escuché voces en la taberna. Creo que Emilia pagó su mal humor contigo. No se lo tengas en cuenta, que la pobre anda de disgusto en disgusto.
-Ya lo sé y no sabe como me gustaría aliviar su dolor. Pero se cierra en banda. Ayer quise desviar su atención hacia los regalos del admirador secreto y casi me echa con cajas destempladas. Y sinceramente….(Alfonso bajó la vista y apenas podía susurrar) no creo que me lo merezca. Pero dejelo estar, son sólo tonterías mías. Que no es el momento de hablar de estos temas, con todo lo que está pasando. Cuando la cosa se tranquilice ya veremos que hacer...
-Cuando la cosa se tranquilice?, dices. Pero si por Puente Viejo nunca se está tranquilo. Cuando no es la Montenegro con sus maldades es el pobre del doctor Guerra con su locura. O este viejo chocho que se queda ciego.Y si no los malditos anarquistas.....
-Buscaremos la forma de dar con ellos y obtener pruebas de la inocencia de Sebastián. Se lo prometo. Algo podremos hacer, tiene que haber algo que demuestre que él no era su cómplice. Por cierto, cuándo van a poder visitarlo?
-Ahora ibamos para la Puebla. Esperemos que nos dejen verlo.
-Emilia tambien va?
-Ya sabes como es, serían necesarios varios metros de soga para sujetarla e impedir que acuda al presidio. Así que la casa de comidas tendrá que seguir cerrada.
-Si quiere nosotros podríamos hacernos cargo.
-Ni hablar muchacho, ni hablar. Atender a vuestra faena, que lo último que yo quiero es que tengais problemas con el cazurro ese del Mauricio. Ya hablaremos por la noche.
-Buena suerte Raimundo.
-Gracias Alfonso. Gracias por todo. (Raimundo abrazó con fuerza al muchacho). Y no te rindas ahora, que si has podido esperar desde que eras un crío bien podrás esperar un poquito más…….
Aquellas últimas palabras de Raimundo le infundieron de nuevo esperanzas. Cuánto le debía a aquel hombre que había sido como un segundo padre, que le había enseñado a leer y escribir y que le había proporcionado comida y cobijo a su familia en los malos tiempos !!. Alfonso se sintió afortunado, al fin y al cabo, tenía una madre maravillosa, unos hermanos que lo idolatraban y amigos fieles como Raimundo. Y no podía, no quería fallarles. Así que ahora tocaba faena en el campo y tratar de buscar junto a Ramiro la forma de ayudar a los Ulloa. Lo otro podría esperar
#66
23/08/2011 19:13
Muchas gracias Pepa, sólo tienes que decirme qué título quieres que le ponga, y como el banner está listo, lo añado a la cabecera. ;)
#67
23/08/2011 19:31
Pues no tengo ni idea de que título poner.....casi que lo decidais vosotras.
Voy a seguir buscando el resto de relatos para colgarlos.
Y de gracias nada. En todo caso, gracias a vosotras, que sois las que os currais todo
Voy a seguir buscando el resto de relatos para colgarlos.
Y de gracias nada. En todo caso, gracias a vosotras, que sois las que os currais todo
#68
23/08/2011 19:34
DESCUBRIENDO AL ADMIRADOR SECRETO (1ª parte)
Pepa respiró hondo y se secó las lágrimas con las mangas de su vieja y desgastada blusa. Emilia era la única amiga que había tenido en su vida, la persona que le había abierto las puertas de su casa en Puente Viejo, que le había dado cobijo, alimento y apoyo en sus momentos más duros. Era increíble la fuerza que guardaba aquel cuerpo menudo, capaz de trabajar tantas horas atendiendo la taberna y la posada o cuidando de su padre cuando estaba enfermo. Se desvivía por su hermano Sebastián y además tenía los arrestos suficientes para plantar cara a doña Francisca cuando la doña intentaba por énesima vez hacer daño a los Ulloa. Y, sin embargo, la vida no la había recompensado como se merecía puesto que no paraba de recibir golpe tras golpe. Pero en las últimas semanas parecía que una pequeña alegría había llegado a su vida. Se pasaba el día canturreando y a veces la había sorprendido soñando despierta. Y la razón de aquella nueva ilusión era que un desconocido admirador le estaba haciendo pequeños regalos. Al principio Emilia se mostró escéptica e,incluso, pensó que se trataba de alguna broma o simplemente del pesado de Hipólito. Pero a medida que iba recibiendo aquellos pequeños agasajos el escepticismo se fue tornando en curiosidad y la curiosidad en ilusión, porque sentía que alguna persona en aquel pueblo perdido de la mano de Dios bebía los vientos por ella. Se devanaba los sesos tratando de desenmascarar al admirador secreto. Había pensado en casi todos los mozos en edad casadera de Puente Viejo y alrededores o en los muchos viajeros que se alojaban alguna vez en la posada, pero las piezas no acaban de cuadrar. Pepa solía escuchar divertida las teorías de Emilia al respecto, algunas de las cuales eran totalmente disparatadas. Pero estaba contenta de verla tan ilusionada, pues hora era de que una mijaga de alegría le tocara a su amiga, y más ahora que la propia Pepa parecía haber encontrado por fin su felicidad al lado de Tristán.
Sin embargo, algún ladrón sin escrupulos había golpeado a Emilia la noche anterior. El golpe en la cabeza la había dejado inconsciente en el patio trasero de la taberna, posiblemente cuando ya se disponía a recoger todo tras un largo día de faena. Estaba sola, porque su padre había ido a la capital para interceder por Sebastián, que estaba en prisión por el incidente con los anarquistas. Seguramente el agresor había esperado a que Ramiro, que estaba ayudando a Emilia, se hubiera ido para su casa. En los últimos días era el pequeño de los Castañeda quien ayudaba en la taberan, puesto que Alfonso siempre tenía faena en los campos y ultimamente andaba muy taciturno, puesto que ni se acercaba a beber un chato de vino. Sin embargo fue el propio Alfonso quien la había encontrado tirada en el suelo aquella mañana y quien la llevó en brazos hasta la consulta.
Y ahora Emilia estaba allí tumbada, inconsciente y ardiendo de fiebre tras toda una noche tirada a la intemperie. No podía soportar el dolor de verla en aquel estado y la impotencia de no poder hacer nada por ayudarla. Solo cabía rezar, pero no podía decirle eso a los hermanos Castañeda, que esperaban impacientes destrás de la puerta a que Pepa rematara el reconocimiento.
-Como está Emilia? (Pepa pudo ver la deseperación, sobre todo en mayor de los hermanos).
-Alfonso, Ramiro….hay que tener fé en las fuerzas de Emilia. Ella siempre ha sido una muchacha fuerte, saldrá de esta….(a Pepa le costaba mucho mantener la compostura)
-No me engañes Pepa…
-No te engaño Alfonso. Emilia está muy grave, puesto que el golpe ha sido fuerte y posiblemente el frío de la noche le haya causado una neumonía. …Trataré de hacerle bajar la fiebre y…esperaremos.- Pepa ya no pudo continuar hablando.
Alfonso dio un puñetazo en la pared, tal era el dolor y la rabia que tenía dentro. Y el miedo a perder a Emilia. Jamás se perdonaría si ella moría sin saber lo que representaba en su vida.
-Qué malnacido ha podido hacerle esto?? Te juro que como sepa quien ha sido yo mismo lo despellejo con mis manos….(la voz de Alfonso se quebró por el llanto).
En aquel momento Pepa comprendió muchas cosas…
Al cabo de unos minutos retornó al interior de la consulta. Mojó un paño en agua fría y se lo puso en la frente a Emilia. Luego se sentó a su lado y le agarró una mano mientras le susurraba:
-Amiga, tienes que luchar para salir de esta. Piensa que no puedes dejar sólo a tu padre, ni a mi…(el llanto volvía a quebrar su voz)….además …tonta….si no te despiertas no vas a saber quien es el dichoso de tu admirador secreto. No te lo vas a creer, pero lo he descubierto. Ay Emilia, como has podido estar tan ciega?? Estaba mucho más cerca de lo que tu te suponías, siempre ha estado cerca pero nínguno de nosotros lo veíamos……
Pepa respiró hondo y se secó las lágrimas con las mangas de su vieja y desgastada blusa. Emilia era la única amiga que había tenido en su vida, la persona que le había abierto las puertas de su casa en Puente Viejo, que le había dado cobijo, alimento y apoyo en sus momentos más duros. Era increíble la fuerza que guardaba aquel cuerpo menudo, capaz de trabajar tantas horas atendiendo la taberna y la posada o cuidando de su padre cuando estaba enfermo. Se desvivía por su hermano Sebastián y además tenía los arrestos suficientes para plantar cara a doña Francisca cuando la doña intentaba por énesima vez hacer daño a los Ulloa. Y, sin embargo, la vida no la había recompensado como se merecía puesto que no paraba de recibir golpe tras golpe. Pero en las últimas semanas parecía que una pequeña alegría había llegado a su vida. Se pasaba el día canturreando y a veces la había sorprendido soñando despierta. Y la razón de aquella nueva ilusión era que un desconocido admirador le estaba haciendo pequeños regalos. Al principio Emilia se mostró escéptica e,incluso, pensó que se trataba de alguna broma o simplemente del pesado de Hipólito. Pero a medida que iba recibiendo aquellos pequeños agasajos el escepticismo se fue tornando en curiosidad y la curiosidad en ilusión, porque sentía que alguna persona en aquel pueblo perdido de la mano de Dios bebía los vientos por ella. Se devanaba los sesos tratando de desenmascarar al admirador secreto. Había pensado en casi todos los mozos en edad casadera de Puente Viejo y alrededores o en los muchos viajeros que se alojaban alguna vez en la posada, pero las piezas no acaban de cuadrar. Pepa solía escuchar divertida las teorías de Emilia al respecto, algunas de las cuales eran totalmente disparatadas. Pero estaba contenta de verla tan ilusionada, pues hora era de que una mijaga de alegría le tocara a su amiga, y más ahora que la propia Pepa parecía haber encontrado por fin su felicidad al lado de Tristán.
Sin embargo, algún ladrón sin escrupulos había golpeado a Emilia la noche anterior. El golpe en la cabeza la había dejado inconsciente en el patio trasero de la taberna, posiblemente cuando ya se disponía a recoger todo tras un largo día de faena. Estaba sola, porque su padre había ido a la capital para interceder por Sebastián, que estaba en prisión por el incidente con los anarquistas. Seguramente el agresor había esperado a que Ramiro, que estaba ayudando a Emilia, se hubiera ido para su casa. En los últimos días era el pequeño de los Castañeda quien ayudaba en la taberan, puesto que Alfonso siempre tenía faena en los campos y ultimamente andaba muy taciturno, puesto que ni se acercaba a beber un chato de vino. Sin embargo fue el propio Alfonso quien la había encontrado tirada en el suelo aquella mañana y quien la llevó en brazos hasta la consulta.
Y ahora Emilia estaba allí tumbada, inconsciente y ardiendo de fiebre tras toda una noche tirada a la intemperie. No podía soportar el dolor de verla en aquel estado y la impotencia de no poder hacer nada por ayudarla. Solo cabía rezar, pero no podía decirle eso a los hermanos Castañeda, que esperaban impacientes destrás de la puerta a que Pepa rematara el reconocimiento.
-Como está Emilia? (Pepa pudo ver la deseperación, sobre todo en mayor de los hermanos).
-Alfonso, Ramiro….hay que tener fé en las fuerzas de Emilia. Ella siempre ha sido una muchacha fuerte, saldrá de esta….(a Pepa le costaba mucho mantener la compostura)
-No me engañes Pepa…
-No te engaño Alfonso. Emilia está muy grave, puesto que el golpe ha sido fuerte y posiblemente el frío de la noche le haya causado una neumonía. …Trataré de hacerle bajar la fiebre y…esperaremos.- Pepa ya no pudo continuar hablando.
Alfonso dio un puñetazo en la pared, tal era el dolor y la rabia que tenía dentro. Y el miedo a perder a Emilia. Jamás se perdonaría si ella moría sin saber lo que representaba en su vida.
-Qué malnacido ha podido hacerle esto?? Te juro que como sepa quien ha sido yo mismo lo despellejo con mis manos….(la voz de Alfonso se quebró por el llanto).
En aquel momento Pepa comprendió muchas cosas…
Al cabo de unos minutos retornó al interior de la consulta. Mojó un paño en agua fría y se lo puso en la frente a Emilia. Luego se sentó a su lado y le agarró una mano mientras le susurraba:
-Amiga, tienes que luchar para salir de esta. Piensa que no puedes dejar sólo a tu padre, ni a mi…(el llanto volvía a quebrar su voz)….además …tonta….si no te despiertas no vas a saber quien es el dichoso de tu admirador secreto. No te lo vas a creer, pero lo he descubierto. Ay Emilia, como has podido estar tan ciega?? Estaba mucho más cerca de lo que tu te suponías, siempre ha estado cerca pero nínguno de nosotros lo veíamos……
#69
23/08/2011 19:37
DESCUBRIENDO AL ADMIRADOR SECRETO (2ª PARTE)
Habían pasado 5 duros días de incertidumbre pero al fin Emilia estaba fuera de peligro. Pepa y Raimundo se turnaban durante el día para cuidarla. Incluso Dolores se había ofrecido a ayudar. Por las noches era Alfonso el que se quedaba sentado junto a su cama vigilando cada cambio de respiración, cada palabra murmurada, tocándole la frente cada poco esperando a que la fiebre remitiera. Pepa temía que las largas jornadas de trabajo en el campo y las noches velando a Emilia acabasen por agotar al muchacho. Pero no habían podido convencerlo para que descansara alguna noche.
Emilia había recobrado el conocimiento aquella mañana. Ya no tenía fiebre y parecía que el golpe en la cabeza no iba a dejarle secuelas, aparte de una pequeña cicatriz. Pepa entró en la habitación.
-Hola, tienes mucho mejor aspecto.
-Estoy bien, sólo algo cansada.
-No me extraña, con tanta gente entrando y saliendo. Esto parece la feria de la Puebla..
-No exageres Pepa. Sólo han estado mi padre y Sebastián.
-Ya. Y el Hipólito, la cotilla de su madre. Si hasta Mariana se ha escapado un momento de la casona para verte.
-Pues te olvidas de Ramiro, que el muchacho acaba de irse hace un momento.
-Y Alfonso no ha venido con él?
-No,….Alfonso no ha venido.-contestó Emilia girando su rostro hacia la pared, como queriendo ocultar cierto dolor a su amiga.
-Eh, que pasa?. Por qué de repente pareces tan triste?
-Es que,…..creo que me ha vuelto a pasar. Soy una completa imbécil, parece que nunca voy a escarmentar..
-De qué demonios estás hablando?
-Pepa, me da vergüenza reconocerlo……pero….creo que me he enamorado de Alfonso
-Castañeda? (Pepa esbozaba una sonrisa tratando de disimular la gracia que le provocaba aquella situación)
-Claro, mujer!! Pero cuantos Alfonsos conocemos!. No hagas chanzas, Pepa Aguirre, que nos conocemos.
-Perdoname, es que me hace mucha gracia verte así. Pero, dime, como ha ocurrido?
-Ni yo misma lo sé. Siempre ha estado ahí, desde que eramos críos. El y su hermano siempre están dispuestos a ayudar….Incluso..incluso me escuchaba cuando yo le iba con la tontería de mi admirador secreto. Supongo que pensaba que siempre estaría allí. No me di cuenta de que lo quería hasta que lo perdí….
-Por qué dices que lo has perdido?
-Porque la última vez que lo vi pagué mis frustraciones con el. Habían detenido a mi hermano , me puse hecha una furia y casi lo boto de la taberna con cajas destempladas. Asi que ultimamente apenas lo veo. No viene nunca por la casa de comidas, ni a echar un trago al final de la faena, como hacía antes. Y cuando le pregunto a Ramiro por el me dice que está ocupado, pero en un tono extraño. Imagino que andará rondando a alguna moza, que candidatas no le faltarán.
-Eso seguro, no deja de ser uno de los muchachos más apuestos de la comarca. Pero no creo que sea ese el problema.
-Que quieres decir?
-Emilia, como puedes estar tan ciega?. Ese muchacho ha velado tu cama durante todas estas noches. Tendrías que haberlo visto el día que te encontró tirada en el patio de la posada!!. Estaba desesperado, incluso se dañó una mano porque de pura rabia la emprendió a golpes con la pared del consultorio.
-Entonces?
-Entonces pardilla, ese hombre está loco por tus huesos. Pero los arrestos que tiene para todo lo demás le faltan para declararse.
-Pues entonces habrá que echarle una mano (Emilia esbozó un sonrisa pícara, como cuando era una cría y se le ocurrían travesuras para chinchar a Sebastian o……a los hermanos Castañeda)
-Que estarás barruntando Emilia Ulloa?. Miedo me da….
Habían pasado 5 duros días de incertidumbre pero al fin Emilia estaba fuera de peligro. Pepa y Raimundo se turnaban durante el día para cuidarla. Incluso Dolores se había ofrecido a ayudar. Por las noches era Alfonso el que se quedaba sentado junto a su cama vigilando cada cambio de respiración, cada palabra murmurada, tocándole la frente cada poco esperando a que la fiebre remitiera. Pepa temía que las largas jornadas de trabajo en el campo y las noches velando a Emilia acabasen por agotar al muchacho. Pero no habían podido convencerlo para que descansara alguna noche.
Emilia había recobrado el conocimiento aquella mañana. Ya no tenía fiebre y parecía que el golpe en la cabeza no iba a dejarle secuelas, aparte de una pequeña cicatriz. Pepa entró en la habitación.
-Hola, tienes mucho mejor aspecto.
-Estoy bien, sólo algo cansada.
-No me extraña, con tanta gente entrando y saliendo. Esto parece la feria de la Puebla..
-No exageres Pepa. Sólo han estado mi padre y Sebastián.
-Ya. Y el Hipólito, la cotilla de su madre. Si hasta Mariana se ha escapado un momento de la casona para verte.
-Pues te olvidas de Ramiro, que el muchacho acaba de irse hace un momento.
-Y Alfonso no ha venido con él?
-No,….Alfonso no ha venido.-contestó Emilia girando su rostro hacia la pared, como queriendo ocultar cierto dolor a su amiga.
-Eh, que pasa?. Por qué de repente pareces tan triste?
-Es que,…..creo que me ha vuelto a pasar. Soy una completa imbécil, parece que nunca voy a escarmentar..
-De qué demonios estás hablando?
-Pepa, me da vergüenza reconocerlo……pero….creo que me he enamorado de Alfonso
-Castañeda? (Pepa esbozaba una sonrisa tratando de disimular la gracia que le provocaba aquella situación)
-Claro, mujer!! Pero cuantos Alfonsos conocemos!. No hagas chanzas, Pepa Aguirre, que nos conocemos.
-Perdoname, es que me hace mucha gracia verte así. Pero, dime, como ha ocurrido?
-Ni yo misma lo sé. Siempre ha estado ahí, desde que eramos críos. El y su hermano siempre están dispuestos a ayudar….Incluso..incluso me escuchaba cuando yo le iba con la tontería de mi admirador secreto. Supongo que pensaba que siempre estaría allí. No me di cuenta de que lo quería hasta que lo perdí….
-Por qué dices que lo has perdido?
-Porque la última vez que lo vi pagué mis frustraciones con el. Habían detenido a mi hermano , me puse hecha una furia y casi lo boto de la taberna con cajas destempladas. Asi que ultimamente apenas lo veo. No viene nunca por la casa de comidas, ni a echar un trago al final de la faena, como hacía antes. Y cuando le pregunto a Ramiro por el me dice que está ocupado, pero en un tono extraño. Imagino que andará rondando a alguna moza, que candidatas no le faltarán.
-Eso seguro, no deja de ser uno de los muchachos más apuestos de la comarca. Pero no creo que sea ese el problema.
-Que quieres decir?
-Emilia, como puedes estar tan ciega?. Ese muchacho ha velado tu cama durante todas estas noches. Tendrías que haberlo visto el día que te encontró tirada en el patio de la posada!!. Estaba desesperado, incluso se dañó una mano porque de pura rabia la emprendió a golpes con la pared del consultorio.
-Entonces?
-Entonces pardilla, ese hombre está loco por tus huesos. Pero los arrestos que tiene para todo lo demás le faltan para declararse.
-Pues entonces habrá que echarle una mano (Emilia esbozó un sonrisa pícara, como cuando era una cría y se le ocurrían travesuras para chinchar a Sebastian o……a los hermanos Castañeda)
-Que estarás barruntando Emilia Ulloa?. Miedo me da….
#70
23/08/2011 19:39
DESCUBRIENDO AL ADMIRADOR SECRETO (3ª parte)
-Miedo me das Emilia. Qué barruntas?
-Nada raro Pepa. Lo que pasa es que si Mahoma no va a la montaña, la montaña tendrá que ir a Mahoma
-Qué quieres decir?. Tu estás loca si piensas que te voy a dejar ir en tu estado a la casa de los Castañeda.
-No, si ya lo sé, que no puedo ni levantarme de la cama. Pero, por favor Pepa, tienes que conseguir que ese tonto venga a la posada, pero sin decirle nada. Lo que pasa es que no sé cómo alejar a mi padre y a Sebastián sin que sospechen nada...
-Eso es muy fácil. No ves que tu padre ya sabe que Alfonso era tu admirador secreto?
-Cómo?
-Parece mentira Emilia, que so sepas que tu padre es más listo que un lince. Me contó que había pillado a Alfonso con las manos en la masa, mejor dicho, en la barra.
-Eh?
-Que lo pilló escondiendo uno de los regalos detrás de la barra cuando pensaba que nadie lo veía.
-Cuando pille a mi padre por banda se va a enterar!! Mira que no decirme nada....
-A ti no te habrá dicho nada, pero creo que al pobre zagal le echó una buena reprimenda y hasta lo azuzó para que se atreviera a declararse. Y seguramente Alfonso no se atrevió a decirte nada cuando tu te pusiste hecha una furia.
-Por eso no se atrevía a venir por la casa de comidas........Y tonta de mi pensando que se había echado otra novia..
-Déjate de lamentaciones, que ya tengo yo una idea de como atraer a la presa hacia la trampa ...
Ambas se rieron a carcajadas y fueron urdiendo el plan en el que tanto Raimundo, como Sebastián y hasta Ramiro tendrían que ser cómplices.
(Esa misma noche)
Alfonso recogía vasos de las mesas. Apenas quedaban parroquianos en la taberna. Mientras, en la habitación, Pepa cuidaba de Emilia. Raimundo y Sebastián iban camino de la capital a arreglar los últimos coletazos del asunto con los anarquistas y le habían pedido que se quedara al frente de la taberna. El quiso escurrir el bulto y endilgarle en encargo a su hermano pequeño, pero Ramiro dijo que tenía otros mandados y que sería muy feo por su parte no cumplir con el pedido de los Ulloa.
-Alfonso!
-Hola Pepa!. Como sigue Emilia?
-Muy bien. Ahora duerme como un bebé. Está cansada la pobre, además no ha dejado de recibir visitas.
-Me alegro
-Tengo que pedirte un favor
-Tu dirás
-Es que tengo que salir un momento y no me gustaría dejarla sola. Podrías quedarte con ella un momento?. Solo será una hora, a lo sumo.
-Pero.....(su voz titubeaba), no sé....además tengo que atender la taberna
-No te preocupes tonto, que está dormida y ni se enterará que estás en la habitación. Y ya va siendo hora de cerrar, que no queda ni un alma
Minutos despues Alfonso entra sigilosamente en la habitación de Emilia. Ella duerme placidamente. El se sienta temeroso en el borde de la cama y se queda mirándola. Con miedo le coge una mano y se la acaricia con suma ternura. Le tiembla el pulso. Entre susurros se dirige a la muchacha
-Emilia, estás dormida?.(Pero no hay nínguna respuesta. El cansancio parece haberla dejado casi inconsciente). Emilia, no sabes cuánto miedo he pasado!! Si llega a pasarte algo yo me muero.....Supongo que nunca sabrás lo que representas para mi, porque tu siempre me verás como a un hermano y acabarás al lado de algún hombre culto que sepa quién es Julio Verne y el capitán Nemo (acerca su mano a la boca y le da un beso)
-No te dar vergüenza!!!
Alfonso retira su mano preso del pánico. De repente su rostro ha enrojecido de vergüenza
-Emilia......yo....yo....lo siento. No quería importunarte...(Se levanta dispuesto a huír)
-Ni se te ocurra moverte, Alfonso Castañeda!!. Lo que debería darte vergüenza es que casi me tengo que ir para el otro mundo para que te decidieras.....Qué? Y ahora que tengo, que morirme para que me des un beso? O tengo que levantarme del camastro y perseguirte por toda la casa de comidas?
En el rostro de Emilia se dibujó una preciosa sonrisa, una sonrisa que hacía mucho tiempo que no veía.... Alfonso se acercó a ella y la besó. Sólo se atrevió a rozar sus labios.
-Tonto, no ves que yo tambien te quiero. Supongo que te quería incluso antes de saber que te quería. He estado tan ciega....
En aquel momento todos sus miedos desaparecieron, todas sus dudas se disiparon y se sintió el hombre más feliz del mundo. La abrazó con fuerza y la besó, pero esta vez con toda la pasión que había escondido durante años, quizás desde la niñez.
-Miedo me das Emilia. Qué barruntas?
-Nada raro Pepa. Lo que pasa es que si Mahoma no va a la montaña, la montaña tendrá que ir a Mahoma
-Qué quieres decir?. Tu estás loca si piensas que te voy a dejar ir en tu estado a la casa de los Castañeda.
-No, si ya lo sé, que no puedo ni levantarme de la cama. Pero, por favor Pepa, tienes que conseguir que ese tonto venga a la posada, pero sin decirle nada. Lo que pasa es que no sé cómo alejar a mi padre y a Sebastián sin que sospechen nada...
-Eso es muy fácil. No ves que tu padre ya sabe que Alfonso era tu admirador secreto?
-Cómo?
-Parece mentira Emilia, que so sepas que tu padre es más listo que un lince. Me contó que había pillado a Alfonso con las manos en la masa, mejor dicho, en la barra.
-Eh?
-Que lo pilló escondiendo uno de los regalos detrás de la barra cuando pensaba que nadie lo veía.
-Cuando pille a mi padre por banda se va a enterar!! Mira que no decirme nada....
-A ti no te habrá dicho nada, pero creo que al pobre zagal le echó una buena reprimenda y hasta lo azuzó para que se atreviera a declararse. Y seguramente Alfonso no se atrevió a decirte nada cuando tu te pusiste hecha una furia.
-Por eso no se atrevía a venir por la casa de comidas........Y tonta de mi pensando que se había echado otra novia..
-Déjate de lamentaciones, que ya tengo yo una idea de como atraer a la presa hacia la trampa ...
Ambas se rieron a carcajadas y fueron urdiendo el plan en el que tanto Raimundo, como Sebastián y hasta Ramiro tendrían que ser cómplices.
(Esa misma noche)
Alfonso recogía vasos de las mesas. Apenas quedaban parroquianos en la taberna. Mientras, en la habitación, Pepa cuidaba de Emilia. Raimundo y Sebastián iban camino de la capital a arreglar los últimos coletazos del asunto con los anarquistas y le habían pedido que se quedara al frente de la taberna. El quiso escurrir el bulto y endilgarle en encargo a su hermano pequeño, pero Ramiro dijo que tenía otros mandados y que sería muy feo por su parte no cumplir con el pedido de los Ulloa.
-Alfonso!
-Hola Pepa!. Como sigue Emilia?
-Muy bien. Ahora duerme como un bebé. Está cansada la pobre, además no ha dejado de recibir visitas.
-Me alegro
-Tengo que pedirte un favor
-Tu dirás
-Es que tengo que salir un momento y no me gustaría dejarla sola. Podrías quedarte con ella un momento?. Solo será una hora, a lo sumo.
-Pero.....(su voz titubeaba), no sé....además tengo que atender la taberna
-No te preocupes tonto, que está dormida y ni se enterará que estás en la habitación. Y ya va siendo hora de cerrar, que no queda ni un alma
Minutos despues Alfonso entra sigilosamente en la habitación de Emilia. Ella duerme placidamente. El se sienta temeroso en el borde de la cama y se queda mirándola. Con miedo le coge una mano y se la acaricia con suma ternura. Le tiembla el pulso. Entre susurros se dirige a la muchacha
-Emilia, estás dormida?.(Pero no hay nínguna respuesta. El cansancio parece haberla dejado casi inconsciente). Emilia, no sabes cuánto miedo he pasado!! Si llega a pasarte algo yo me muero.....Supongo que nunca sabrás lo que representas para mi, porque tu siempre me verás como a un hermano y acabarás al lado de algún hombre culto que sepa quién es Julio Verne y el capitán Nemo (acerca su mano a la boca y le da un beso)
-No te dar vergüenza!!!
Alfonso retira su mano preso del pánico. De repente su rostro ha enrojecido de vergüenza
-Emilia......yo....yo....lo siento. No quería importunarte...(Se levanta dispuesto a huír)
-Ni se te ocurra moverte, Alfonso Castañeda!!. Lo que debería darte vergüenza es que casi me tengo que ir para el otro mundo para que te decidieras.....Qué? Y ahora que tengo, que morirme para que me des un beso? O tengo que levantarme del camastro y perseguirte por toda la casa de comidas?
En el rostro de Emilia se dibujó una preciosa sonrisa, una sonrisa que hacía mucho tiempo que no veía.... Alfonso se acercó a ella y la besó. Sólo se atrevió a rozar sus labios.
-Tonto, no ves que yo tambien te quiero. Supongo que te quería incluso antes de saber que te quería. He estado tan ciega....
En aquel momento todos sus miedos desaparecieron, todas sus dudas se disiparon y se sintió el hombre más feliz del mundo. La abrazó con fuerza y la besó, pero esta vez con toda la pasión que había escondido durante años, quizás desde la niñez.
#71
23/08/2011 20:44
Bueno, creo que no me falta nínguno por encontrar en las casi 200 páginas del foro. Los anteriores relatos sucedían antes del ansiado acercamiento romántico entre nuestros 2 protagonistas. Sin embargo, en este último he dado un salto temporal de 18 meses para plantearles a nuestros chicos un gran problema.......
EL NUBARRÓN (1º PARTE)
Don Anselmo aun no salía de su asombro. Si había una pareja feliz en este pueblo perdido de la mano de dios, esa era la de Alfonso y Emilia. No había más que ver como se seguían mirando el uno al otro, como si todavía siguieran siendo novios y ya había pasado un año y medio desde la boda. Todos los atardeceres, cuando echaba su partida diaria con Raimundo en la taberna, veía como se iluminaba el rostro de ella cuando su marido llegaba de la faena en los campos. Pero esa mañana Emilia había llegado a la iglesia visiblemente nerviosa y con los ojos enrojecidos por el llanto.
-Pero, ¿Qué pasa criatura?, ¿a que viene esa cara?, ¿le ha pasado algo a Raimundo?
-No, Don Anselmo. Mi padre está bien, por lo menos así quedaba esta mañana cuando lo dejé en la taberna. Solo quería preguntarle algo.
-Pues tu dirás.
-Tengo una curiosidad. Qué motivos se pueden aducir para anular un matrimonio?
Al pobre don Anselmo casi se le para el corazón al escuchar aquellas palabras. No podía dar crédito a lo que estaba oyendo. Se quedó boquiabierto.
-Pues ya me dirás tú a que viene semejante pregunta?.
-Nada padre, es que tengo una amiga que tiene un problema y quería saber si hay alguna esperanza.
-Ya, ya. ….una amiga. Bueno, pues si eso es lo que quieres saber, ahora te cuento. Pero, en todo caso, los procesos de nulidad son largos y costosos. El Tribunal de la Rota va muy despacio.
La conversación se prolongó durante un buen rato. El sacerdote intentaba recordar todos los supuestos de anulación y Emilia escuchaba atentamente, pero visiblemente nerviosa.
(Horas despues)
Por fin Alfonso aparecía por la esquina de la plaza. Lo curioso es que venía tan contento como siempre, canturreando y andando a grandes zancadas en dirección a la posada. No entendía cual era el origen de aquel nubarrón que de pronto ensombrecía la mirada de la chiquilla de los Ulloa. Pero estaba dispuesto a averiguarlo….
-Alfonso!!
-Hola Don Anselmo!, Qué, camino de la taberna para echar la partidilla con mi suegro?
-Si…no. Sí, pero antes quería hablar contigo-(El cura estaba se mostraba serio, incluso parecía enfadado).
-Pues usted dirá.
-No me yoy a andar con rodeos. Que le has hecho a Emilia? Por qué está tan disgustada?
-De que me habla padre?(El pobre muchacho no tenía ni la menor idea de lo que estaba hablando el cura. Es cierto que Emilia llevaba unos días rara, como ausente, pero el pensó que se debía al exceso de trabajo en la taberan, ya que con las obras de la nueva carretera cada día había casi 30 personas a las que alimentar).
-No te hagas el tonto!!. Emilia ha venido hoy por la mañana a preguntarme como se podía anular un matrimonio. Algo muy gordo has tenido que hacer para que la pobre esté tan alterada. No le habrás sido infiel?. No serás tan cenutrio como tu hermano Juan, que a la mínima se le aflojó la bragueta con aquella marquesa del demonio.
-No!!!! Y me está usted ofendiendo. Yo quiero a mi mujer y ni quiero, ni puedo mirar para otras faldas!!
-No se te ocurriría pegarle?. Porque si es así estoy segura de que tanto Raimundo como Sebastián son capaces de arrancarte la piel a tiras. Y si no lo hacen ellos, lo hará Pepa, que ya sabes que esas dos mozas se quieren más que si hubieran sido hermanas y la Pepa es mujer de armas tomar.
-Pero como puede pensar eso don Anselmo?. Yo puedo ser un pobre bracero ignorante que no ha ido a la escuela pero mis padres me han educado muy bien y nos han enseñado a respetar a las mueres. Pero por Dios, que yo tengo madre y una hermana y jamás consentiría que nadie les pusiese un dedo encima!! (Alfonso pasaba de la perplejidad a la ira en cuestión de segundos y su rostro adoptaba un rictus amargo).
-Pues algo ha tenido que pasar. Y te juro que lo averigüaré.
-No padre, soy yo el que tiene que enterarse de que demonios está pasando.
Alfonso dejó al cura con la palabra en la boca y se dirigió a la taberna. Cuando entró por la puerta, sin saludar a nadie, vio a su suegro limpiando vasos en la barra.
-Donde está Emilia?
-Hola, buenas tardes suegro? Como le ha ido el día?....Se puede saber donde has dejado los modales, zagal?
-No tengo tiempo para saludos, Raimundo. Por favor,dígame donde está mi mujer?- Sentía como estaba a punto de ahogarse de puro pánico.
-Está en su habitación. Hoy no se encontraba bien. Incluso ha ido al médico por la mañana. Dijo que estaba cansada y la he mandado a reposar,que hoy ha habido mucha faena. Es que esta chiquilla no para, entre la taberna y la posada. Pero es tan cabezona que quiere hacer ella todo……
Raimundo seguía hablando de lo trabajadora que era su hija, pero Alfonso ya no estaba allí para escucharlo. En ese momento estaba abriendo la puerta de la habitación que se había convertido en su pequeño refugio conyugal. Su mujer estaba tumbada llorando desconsoladamente.
-Emilia, que tienes?. Por qué estás llorando?. Es que he hecho algo malo?
-No, tu no. ……-(No podía parar de llorar. Alfonso se sentó a su lado en el lecho y la abrazó con fuerza).
-Entonces por qué lloras? Por qué don Anselmo me ha increpado en la calle acusandome de sabes dios que desfachateces??
-Lo siento, no quería que ……..(Ya no pudo seguir hablando, el llanto ahogaba sus palabras).
-Por Dios Emilia, dime que te pasa!!. Se me rompe el alma al verte así.
Alfonso siguió abrazando a su mujer, acariciándole el pelo y besándola en la frente. Poco a poco los sollozos de Emilia fueron cesando.
-Lo siento mucho. Yo te quiero con todo el alma, pero no puedo hacerte feliz.
-Pero qué dices mujer!!. Si tu eres el sol que alumbra mi vida.
-Pero no puedo darte una familia…..yo….yo…..el médico me ha dicho que nunca podré tener hijos. Y tu estás loco por tener una familia. Cuantas veces me has dicho que querías tener por lo menos media docena de churumbeles?. No hay más que verte jugando con tus sobrinos, o cualquier crío del pueblo, para ver lo que ansías ser padre. Y yo no puedo…..no puedo..(El llanto volvía a ahogar sus palabras).
-Emilia…-La abrazó de nuevo con más fuerza. Para el eran un duro golpe aquellas palabras que supuestamente había dicho el médico, pero sabía que su mujer estaba sufriendo y aquello era lo único que le importaba.
-Pero don Anselmo me ha dicho que la Iglesia puede anular un matrimonio si uno de los cónyugues es estéril.
-Estás loca o qué?. No puedo creer lo que estoy oyendo!!
-Piensalo. Si anulamos el matrimonio tu podrás encontrar una mujer de verdad, una mujer que pueda darte hijos.
-Escuchame bien Emilia Ulloa. Es cierto que a mi me gustaría formar una gran familia, pero quiero formarla contigo. Y si se está de Dios que no podamos engendrar hijos propios, pues criaremos algún chiquillo que no tenga padres, que por desgracia muchas son las criaturas que se quedan desamparadas en este mundo.
-Estás seguro?
-Pues claro que sí. Acabarás enfadandome si sigues así. Pero con que clase de mala bestia crees que te has casado?
-Ya sé que no eres nínguna mala bestia. Tu eres…..
No pudo terminar la frase porque su marido le estampó un beso mientras la abrazaba con fuerza.
-Además…los médicos tambien se equivocan. Y si no mira tu padre. No había dicho el galeno que
jamás volvería a ver? Y ahí está, que si nos descuidamos ve más que un lince del monte….Todo será seguir intentándolo con más ahínco, que a mi las ganas no me faltan….
(Continuará)
EL NUBARRÓN (1º PARTE)
Don Anselmo aun no salía de su asombro. Si había una pareja feliz en este pueblo perdido de la mano de dios, esa era la de Alfonso y Emilia. No había más que ver como se seguían mirando el uno al otro, como si todavía siguieran siendo novios y ya había pasado un año y medio desde la boda. Todos los atardeceres, cuando echaba su partida diaria con Raimundo en la taberna, veía como se iluminaba el rostro de ella cuando su marido llegaba de la faena en los campos. Pero esa mañana Emilia había llegado a la iglesia visiblemente nerviosa y con los ojos enrojecidos por el llanto.
-Pero, ¿Qué pasa criatura?, ¿a que viene esa cara?, ¿le ha pasado algo a Raimundo?
-No, Don Anselmo. Mi padre está bien, por lo menos así quedaba esta mañana cuando lo dejé en la taberna. Solo quería preguntarle algo.
-Pues tu dirás.
-Tengo una curiosidad. Qué motivos se pueden aducir para anular un matrimonio?
Al pobre don Anselmo casi se le para el corazón al escuchar aquellas palabras. No podía dar crédito a lo que estaba oyendo. Se quedó boquiabierto.
-Pues ya me dirás tú a que viene semejante pregunta?.
-Nada padre, es que tengo una amiga que tiene un problema y quería saber si hay alguna esperanza.
-Ya, ya. ….una amiga. Bueno, pues si eso es lo que quieres saber, ahora te cuento. Pero, en todo caso, los procesos de nulidad son largos y costosos. El Tribunal de la Rota va muy despacio.
La conversación se prolongó durante un buen rato. El sacerdote intentaba recordar todos los supuestos de anulación y Emilia escuchaba atentamente, pero visiblemente nerviosa.
(Horas despues)
Por fin Alfonso aparecía por la esquina de la plaza. Lo curioso es que venía tan contento como siempre, canturreando y andando a grandes zancadas en dirección a la posada. No entendía cual era el origen de aquel nubarrón que de pronto ensombrecía la mirada de la chiquilla de los Ulloa. Pero estaba dispuesto a averiguarlo….
-Alfonso!!
-Hola Don Anselmo!, Qué, camino de la taberna para echar la partidilla con mi suegro?
-Si…no. Sí, pero antes quería hablar contigo-(El cura estaba se mostraba serio, incluso parecía enfadado).
-Pues usted dirá.
-No me yoy a andar con rodeos. Que le has hecho a Emilia? Por qué está tan disgustada?
-De que me habla padre?(El pobre muchacho no tenía ni la menor idea de lo que estaba hablando el cura. Es cierto que Emilia llevaba unos días rara, como ausente, pero el pensó que se debía al exceso de trabajo en la taberan, ya que con las obras de la nueva carretera cada día había casi 30 personas a las que alimentar).
-No te hagas el tonto!!. Emilia ha venido hoy por la mañana a preguntarme como se podía anular un matrimonio. Algo muy gordo has tenido que hacer para que la pobre esté tan alterada. No le habrás sido infiel?. No serás tan cenutrio como tu hermano Juan, que a la mínima se le aflojó la bragueta con aquella marquesa del demonio.
-No!!!! Y me está usted ofendiendo. Yo quiero a mi mujer y ni quiero, ni puedo mirar para otras faldas!!
-No se te ocurriría pegarle?. Porque si es así estoy segura de que tanto Raimundo como Sebastián son capaces de arrancarte la piel a tiras. Y si no lo hacen ellos, lo hará Pepa, que ya sabes que esas dos mozas se quieren más que si hubieran sido hermanas y la Pepa es mujer de armas tomar.
-Pero como puede pensar eso don Anselmo?. Yo puedo ser un pobre bracero ignorante que no ha ido a la escuela pero mis padres me han educado muy bien y nos han enseñado a respetar a las mueres. Pero por Dios, que yo tengo madre y una hermana y jamás consentiría que nadie les pusiese un dedo encima!! (Alfonso pasaba de la perplejidad a la ira en cuestión de segundos y su rostro adoptaba un rictus amargo).
-Pues algo ha tenido que pasar. Y te juro que lo averigüaré.
-No padre, soy yo el que tiene que enterarse de que demonios está pasando.
Alfonso dejó al cura con la palabra en la boca y se dirigió a la taberna. Cuando entró por la puerta, sin saludar a nadie, vio a su suegro limpiando vasos en la barra.
-Donde está Emilia?
-Hola, buenas tardes suegro? Como le ha ido el día?....Se puede saber donde has dejado los modales, zagal?
-No tengo tiempo para saludos, Raimundo. Por favor,dígame donde está mi mujer?- Sentía como estaba a punto de ahogarse de puro pánico.
-Está en su habitación. Hoy no se encontraba bien. Incluso ha ido al médico por la mañana. Dijo que estaba cansada y la he mandado a reposar,que hoy ha habido mucha faena. Es que esta chiquilla no para, entre la taberna y la posada. Pero es tan cabezona que quiere hacer ella todo……
Raimundo seguía hablando de lo trabajadora que era su hija, pero Alfonso ya no estaba allí para escucharlo. En ese momento estaba abriendo la puerta de la habitación que se había convertido en su pequeño refugio conyugal. Su mujer estaba tumbada llorando desconsoladamente.
-Emilia, que tienes?. Por qué estás llorando?. Es que he hecho algo malo?
-No, tu no. ……-(No podía parar de llorar. Alfonso se sentó a su lado en el lecho y la abrazó con fuerza).
-Entonces por qué lloras? Por qué don Anselmo me ha increpado en la calle acusandome de sabes dios que desfachateces??
-Lo siento, no quería que ……..(Ya no pudo seguir hablando, el llanto ahogaba sus palabras).
-Por Dios Emilia, dime que te pasa!!. Se me rompe el alma al verte así.
Alfonso siguió abrazando a su mujer, acariciándole el pelo y besándola en la frente. Poco a poco los sollozos de Emilia fueron cesando.
-Lo siento mucho. Yo te quiero con todo el alma, pero no puedo hacerte feliz.
-Pero qué dices mujer!!. Si tu eres el sol que alumbra mi vida.
-Pero no puedo darte una familia…..yo….yo…..el médico me ha dicho que nunca podré tener hijos. Y tu estás loco por tener una familia. Cuantas veces me has dicho que querías tener por lo menos media docena de churumbeles?. No hay más que verte jugando con tus sobrinos, o cualquier crío del pueblo, para ver lo que ansías ser padre. Y yo no puedo…..no puedo..(El llanto volvía a ahogar sus palabras).
-Emilia…-La abrazó de nuevo con más fuerza. Para el eran un duro golpe aquellas palabras que supuestamente había dicho el médico, pero sabía que su mujer estaba sufriendo y aquello era lo único que le importaba.
-Pero don Anselmo me ha dicho que la Iglesia puede anular un matrimonio si uno de los cónyugues es estéril.
-Estás loca o qué?. No puedo creer lo que estoy oyendo!!
-Piensalo. Si anulamos el matrimonio tu podrás encontrar una mujer de verdad, una mujer que pueda darte hijos.
-Escuchame bien Emilia Ulloa. Es cierto que a mi me gustaría formar una gran familia, pero quiero formarla contigo. Y si se está de Dios que no podamos engendrar hijos propios, pues criaremos algún chiquillo que no tenga padres, que por desgracia muchas son las criaturas que se quedan desamparadas en este mundo.
-Estás seguro?
-Pues claro que sí. Acabarás enfadandome si sigues así. Pero con que clase de mala bestia crees que te has casado?
-Ya sé que no eres nínguna mala bestia. Tu eres…..
No pudo terminar la frase porque su marido le estampó un beso mientras la abrazaba con fuerza.
-Además…los médicos tambien se equivocan. Y si no mira tu padre. No había dicho el galeno que
jamás volvería a ver? Y ahí está, que si nos descuidamos ve más que un lince del monte….Todo será seguir intentándolo con más ahínco, que a mi las ganas no me faltan….
(Continuará)
#72
23/08/2011 20:45
La vida por Puente Viejo había transcurrido en los últimos 6 meses como siempre, es decir, con un montón de sobresaltos. La doña seguía intentando hacerle la vida imposible a su padre; Sebastián se había embarcado en un nuevo proyecto que se sorbía el seso y casi todo el tiempo, por lo que ya no podía ayudar; su suegra estaba muy enferma, llenando de congoja a sus cuatro hijos. Y como siempre la faena no faltaba en la casa de comidas ni en la posada, por lo que Emilia se encontraba agotada. A veces, además se dejaba vencer por la tristeza al recordar el terrible diagnóstico del médico cuando meses atrás le había dicho que no podría tener hijos. Pero no podía ir con sus cuitas a Alfonso, que bastante tenía el hombre con el problema de su madre. Tampoco quería preocupar a su padre y a su hermano. Ojalá Pepa estuviera allí!! Qué largos se habían hecho aquellas últimas semanas sin ver a su amiga del alma!!. Pepa y Tristán estaban de viaje por Madrid arreglando importantes asuntos referentes al verdadero origen de Martín. Si ella estuviera allí tendría con quien desahogarse…Con estos pensamientos en la mollera andaba mientras secaba vasos en la barra y no escuchó la voz familiar que le llegaba desde la puerta.
-Pero que mala cara tienes amiga!....Emilia…espabila….que soy yo
-Pepa, que alegría!! Cuando has vuelto??.-respondió Emilia mientras salía de la barra para abrazar a su amiga. Ay, no sabes como te he echado de menos..(Su voz parecía a punto de quebrarse)
-Lo sé cariño, lo sé. Ya me han contado todo lo que sucede por estos pagos y conociendote como te conozco imagino que has cargado con todo sobre tus hombros sin pedir ayuda. No si no hay más que verte……estás en los huesos….y esas ojeras. Tienes que descansar y alimentarte. O quieres dejar a Alfonso viudo tan pronto??
-Pepa, yo…..tengo miedo…..
-De qué, criatura?. Ven, vamos a tu cuarto y me cuentas, que veo que necesitas desahogarte.
Ambas se dirigieron al cuarto. Emilia se sentó en la cama mientras Pepa, de pie la escuchaba.
-Desembucha!!
-Es que….es que creo que tengo algo malo. (Emilia apretaba su mandil con tanta fuerza que los nudillos palidecían). Tú sabes que yo no soy como las demás mujeres….
-Ya estamos otra vez con lo mismo. No quedamos en que no podías mortificarte de esa forma!!
-No es eso Pepa. Lo que pasa es….tu sabes que a mi no me viene el periodo todos los meses, que por eso el doctor Buendía dice que no puedo concebir, porque mis ovarios no funcionan….(Emilia hizo una pausa para tomar aire). Pero es que ya hace 3 meses y pico que no me viene, y a veces siento molestias en el vientre y…..(su voz se entrecortaba) cada vez me encuentro más cansada. No es justo!!
-Y has ido a ver al doctor?
-No
-Y se puede saber por qué, alma de cántaro?. No si al final eres igual que tu padre!! Que el doctor no muerde.
-Ya lo sé, Pepa. Pero es que cada vez que alguien de mi familia pisa la consulta del galeno es para recibir malas noticias…y tengo mucho miedo.
-Anda, tumbate que voy a examinarte. Venga, afloja la saya, no seas boba!
Pepa la examinó cuidadosamente palpando su vientre y escuchando por aquel estetoscopio que le había dado Raimundo como regalo de bodas. Al cabo de 5 minutos le dijo a Emilia
-Anda vistete y vete inmediatamente a ver al doctor Buendía.
-Pepa, no me asustes!! Tengo algo malo, verdad?
-No tonta, pero es mejor que te vea el doctor. A fin de cuentas yo no soy médico.
-Pero estoy sola en la taberna
-No te preocupes, que yo me quedo atendiendo. Además si hoy no hay ni un alma.
(Media hora más tarde)
Pepa cortaba queso en la barra cuando entró Alfonso, visiblemente cansado a su vuelta de los campos.
-Pepa!. Bienvenida!. Cuando has llegado?
-Esta tarde, hace un rato.
-Y Emilia? Que está, en la cocina?
-No, ha ido al médico. No se encontraba bien. Pero no te preocupes, no creo que sea nada malo.
-Si es que no para nunca. Además yo con lo de mi madre no puedo echarle una mano. Ahora mi familia me necesita…
-Ya lo sé, hombre. Tú siempre has estado ahí para sacar adelante a tus hermanos. Es como si tuvieras 3 hijos, algo creciditos, eso si. Pero…(Pepa esbozó una gran sonrisa) si no me equivoco dentro de poco tendrás que ejercer de padre de un cuarto crío, aunque este será más chiqutito.
Alfonso tardó unos segundos en asimilar lo que Pepa le estaba estaba intentando decir. Su rostro se transfiguró y dibujó un enorme interrogante
-Que si hombre, que lo has consguido!. Corre, ve a buscar a Emilia a la consulta.
Alfonso salió corriendo a grandes zancadas. Cruzó la plaza sin saludar a Dolores, que se quejó de lo maleducado que se había vuelto aquel mozo desde que se casó con la hija del Raimundo. En menos de 30 segundos se disponía a subir por las escaleras que llevaban a la consulta del médico cuando Emilia salía por la puerta. Ambos se miraron y ella esbozó una gran sonrisa. En aquel momento supo que iba a ser padre y se dejó caer de rodillas abrazándose a la cintura de su mujer.
-Ves como no hay que perder la esperanza. Además, los Castañeda somos muy cabezones y yo me había propuesto llenarte el vientre de hijos….
-Pero que mala cara tienes amiga!....Emilia…espabila….que soy yo
-Pepa, que alegría!! Cuando has vuelto??.-respondió Emilia mientras salía de la barra para abrazar a su amiga. Ay, no sabes como te he echado de menos..(Su voz parecía a punto de quebrarse)
-Lo sé cariño, lo sé. Ya me han contado todo lo que sucede por estos pagos y conociendote como te conozco imagino que has cargado con todo sobre tus hombros sin pedir ayuda. No si no hay más que verte……estás en los huesos….y esas ojeras. Tienes que descansar y alimentarte. O quieres dejar a Alfonso viudo tan pronto??
-Pepa, yo…..tengo miedo…..
-De qué, criatura?. Ven, vamos a tu cuarto y me cuentas, que veo que necesitas desahogarte.
Ambas se dirigieron al cuarto. Emilia se sentó en la cama mientras Pepa, de pie la escuchaba.
-Desembucha!!
-Es que….es que creo que tengo algo malo. (Emilia apretaba su mandil con tanta fuerza que los nudillos palidecían). Tú sabes que yo no soy como las demás mujeres….
-Ya estamos otra vez con lo mismo. No quedamos en que no podías mortificarte de esa forma!!
-No es eso Pepa. Lo que pasa es….tu sabes que a mi no me viene el periodo todos los meses, que por eso el doctor Buendía dice que no puedo concebir, porque mis ovarios no funcionan….(Emilia hizo una pausa para tomar aire). Pero es que ya hace 3 meses y pico que no me viene, y a veces siento molestias en el vientre y…..(su voz se entrecortaba) cada vez me encuentro más cansada. No es justo!!
-Y has ido a ver al doctor?
-No
-Y se puede saber por qué, alma de cántaro?. No si al final eres igual que tu padre!! Que el doctor no muerde.
-Ya lo sé, Pepa. Pero es que cada vez que alguien de mi familia pisa la consulta del galeno es para recibir malas noticias…y tengo mucho miedo.
-Anda, tumbate que voy a examinarte. Venga, afloja la saya, no seas boba!
Pepa la examinó cuidadosamente palpando su vientre y escuchando por aquel estetoscopio que le había dado Raimundo como regalo de bodas. Al cabo de 5 minutos le dijo a Emilia
-Anda vistete y vete inmediatamente a ver al doctor Buendía.
-Pepa, no me asustes!! Tengo algo malo, verdad?
-No tonta, pero es mejor que te vea el doctor. A fin de cuentas yo no soy médico.
-Pero estoy sola en la taberna
-No te preocupes, que yo me quedo atendiendo. Además si hoy no hay ni un alma.
(Media hora más tarde)
Pepa cortaba queso en la barra cuando entró Alfonso, visiblemente cansado a su vuelta de los campos.
-Pepa!. Bienvenida!. Cuando has llegado?
-Esta tarde, hace un rato.
-Y Emilia? Que está, en la cocina?
-No, ha ido al médico. No se encontraba bien. Pero no te preocupes, no creo que sea nada malo.
-Si es que no para nunca. Además yo con lo de mi madre no puedo echarle una mano. Ahora mi familia me necesita…
-Ya lo sé, hombre. Tú siempre has estado ahí para sacar adelante a tus hermanos. Es como si tuvieras 3 hijos, algo creciditos, eso si. Pero…(Pepa esbozó una gran sonrisa) si no me equivoco dentro de poco tendrás que ejercer de padre de un cuarto crío, aunque este será más chiqutito.
Alfonso tardó unos segundos en asimilar lo que Pepa le estaba estaba intentando decir. Su rostro se transfiguró y dibujó un enorme interrogante
-Que si hombre, que lo has consguido!. Corre, ve a buscar a Emilia a la consulta.
Alfonso salió corriendo a grandes zancadas. Cruzó la plaza sin saludar a Dolores, que se quejó de lo maleducado que se había vuelto aquel mozo desde que se casó con la hija del Raimundo. En menos de 30 segundos se disponía a subir por las escaleras que llevaban a la consulta del médico cuando Emilia salía por la puerta. Ambos se miraron y ella esbozó una gran sonrisa. En aquel momento supo que iba a ser padre y se dejó caer de rodillas abrazándose a la cintura de su mujer.
-Ves como no hay que perder la esperanza. Además, los Castañeda somos muy cabezones y yo me había propuesto llenarte el vientre de hijos….
#73
23/08/2011 21:28
La última escena de mi mini historia, dejo el relato y el enlace para que lo pongas arriba Mari :).
Enlace: Cumpliendo un sueño: https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/197/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
Cumpliendo un sueño
Detrás de esa puerta se encontraba Alfonso, pensativo en su camastro, del cual se levantó raudo tras oír esos agitados golpes, alarmándose por si algo grave pasaba..
Alfonso: Ya va, ya va…¿Quién es?.
Emilia: Alfonso, soy yo, Emilia. Ábreme por favor.
Alfonso: ¿Qué haces aquí? A estas horas deberías estar en la casa de comidas.
Emilia: Necesitaba venir a hablar contigo urgentemente.
Alfonso: ¿Y eso por qué? ¿Ha pasado algo? ¿Tu hermano está bien?
Emilia: No, no ha pasado nada. Referente a mi hermano, él sigue en la cárcel y no ha empeorado la situación pero tampoco ha mejorado, la cosa sigue igual…
Quería hablar contigo sobre lo del otro día, saliste corriendo y no me dio tiempo a decirte ni media, y me quede con ganas de decirte un par de cosas.
Alfonso: Yo… Emilia, no quiero hablar de ese tema, imagino que vendrás a reprocharme que no te dijese nada antes y entiendo que estés enfadada, me siento muy avergonzado, no debería haberte hecho nunca esos presentes, ni agasajarte, entiendo que te moleste que la persona que estaba detrás de todo eso sea yo y que sientas una gran desilusión ya que te he desbaratado todo por que a lo mejor pensabas que tu pretendiente era un hombre adinerado y de prestigio, que te haría feliz y te daría una buena vida, todo lo contrario a mí…
Emilia: Te equivocas, Alfonso Castañeda, he venido a todo lo contrario. ¿A que viene esa baja autoestima? Tú y solo tú eres culpable de que me ilusionase y de que me llenase de dicha cada vez que recibía un regalo, el que ha hecho que me pase noches en vela pensando quién podía ser mi admirador, deseando descubrirte solo para decirte a la cara todo lo que me has hecho sentir, tú y solo tú eres el que se merece todos mis suspiros y mis pensamientos, por que gracias a esto me he dado cuenta de lo que tenía delante de mis narices todo este tiempo y no me había dado cuenta, ahora sé que el amor de mi vida ha estado siempre a mi lado y no lo he visto. Soy yo la que te tiene que pedir perdón a ti, por no haberlo visto y por no haberte tratado como merecías. He estado muy ciega todo este tiempo, te pido perdón yo a ti, Alfonso.
Alfonso se quedó paralizado, no atinaba a asumir lo que acababa de escuchar de boca de la persona de la que suspiraba, llevaba tanto tiempo esperando algo así que jamás se imaginó que podía conseguirlo, pero ahí estaba ella, frente a él, esperando una respuesta o una actuación, algo que le hiciese ver que pensaba él al respecto.
De su boca no salían las palabras, por lo que decidió actuar, se acercó a ella, la cogió de la cintura y unió sus labios a los suyos, en un beso, el más profundo que jamás sus labios habían sentido.
Después de un intenso momento, separaron sus labios lentamente, mirándose fijamente a los ojos… ninguno de los dos atinaba a decir ninguna palabra pero el silencio no podía durar mucho tiempo…
Alfonso: Em...Emilia perdona mi atrevimiento, lo siento si te ha molestado, no me salía palabra alguna de mis labios. Me has dejado aturdido, hacía tanto tiempo que deseaba esto, sentirte, tocarte, demostrarte lo que siento por ti y pensaba que eso nunca llegaría, me has dejado sin palabras, y eso solo el amor más grande puede conseguirlo.
Emilia: Basta, no digas nada más… yo te tengo a ti y tú a mi…¿Qué más podemos pedir?.
Esta vez Emilia se acercó a él, lentamente, le acarició su cara y se fundieron en un interminable beso. [/b]
Enlace: Cumpliendo un sueño: https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/197/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
Cumpliendo un sueño
Detrás de esa puerta se encontraba Alfonso, pensativo en su camastro, del cual se levantó raudo tras oír esos agitados golpes, alarmándose por si algo grave pasaba..
Alfonso: Ya va, ya va…¿Quién es?.
Emilia: Alfonso, soy yo, Emilia. Ábreme por favor.
Alfonso: ¿Qué haces aquí? A estas horas deberías estar en la casa de comidas.
Emilia: Necesitaba venir a hablar contigo urgentemente.
Alfonso: ¿Y eso por qué? ¿Ha pasado algo? ¿Tu hermano está bien?
Emilia: No, no ha pasado nada. Referente a mi hermano, él sigue en la cárcel y no ha empeorado la situación pero tampoco ha mejorado, la cosa sigue igual…
Quería hablar contigo sobre lo del otro día, saliste corriendo y no me dio tiempo a decirte ni media, y me quede con ganas de decirte un par de cosas.
Alfonso: Yo… Emilia, no quiero hablar de ese tema, imagino que vendrás a reprocharme que no te dijese nada antes y entiendo que estés enfadada, me siento muy avergonzado, no debería haberte hecho nunca esos presentes, ni agasajarte, entiendo que te moleste que la persona que estaba detrás de todo eso sea yo y que sientas una gran desilusión ya que te he desbaratado todo por que a lo mejor pensabas que tu pretendiente era un hombre adinerado y de prestigio, que te haría feliz y te daría una buena vida, todo lo contrario a mí…
Emilia: Te equivocas, Alfonso Castañeda, he venido a todo lo contrario. ¿A que viene esa baja autoestima? Tú y solo tú eres culpable de que me ilusionase y de que me llenase de dicha cada vez que recibía un regalo, el que ha hecho que me pase noches en vela pensando quién podía ser mi admirador, deseando descubrirte solo para decirte a la cara todo lo que me has hecho sentir, tú y solo tú eres el que se merece todos mis suspiros y mis pensamientos, por que gracias a esto me he dado cuenta de lo que tenía delante de mis narices todo este tiempo y no me había dado cuenta, ahora sé que el amor de mi vida ha estado siempre a mi lado y no lo he visto. Soy yo la que te tiene que pedir perdón a ti, por no haberlo visto y por no haberte tratado como merecías. He estado muy ciega todo este tiempo, te pido perdón yo a ti, Alfonso.
Alfonso se quedó paralizado, no atinaba a asumir lo que acababa de escuchar de boca de la persona de la que suspiraba, llevaba tanto tiempo esperando algo así que jamás se imaginó que podía conseguirlo, pero ahí estaba ella, frente a él, esperando una respuesta o una actuación, algo que le hiciese ver que pensaba él al respecto.
De su boca no salían las palabras, por lo que decidió actuar, se acercó a ella, la cogió de la cintura y unió sus labios a los suyos, en un beso, el más profundo que jamás sus labios habían sentido.
Después de un intenso momento, separaron sus labios lentamente, mirándose fijamente a los ojos… ninguno de los dos atinaba a decir ninguna palabra pero el silencio no podía durar mucho tiempo…
Alfonso: Em...Emilia perdona mi atrevimiento, lo siento si te ha molestado, no me salía palabra alguna de mis labios. Me has dejado aturdido, hacía tanto tiempo que deseaba esto, sentirte, tocarte, demostrarte lo que siento por ti y pensaba que eso nunca llegaría, me has dejado sin palabras, y eso solo el amor más grande puede conseguirlo.
Emilia: Basta, no digas nada más… yo te tengo a ti y tú a mi…¿Qué más podemos pedir?.
Esta vez Emilia se acercó a él, lentamente, le acarició su cara y se fundieron en un interminable beso. [/b]
#74
23/08/2011 23:14
Mari, me parece que en el rincón de jajiju pone rincón de "jaiju"...
Por cierto, riona ha subido su fic por algun lado????? lo quiero!
EDITO: me encanta la imagen principal!! Como te endose esa tarea....que morro tengo, pero esta chulisisisisima!
Por cierto, riona ha subido su fic por algun lado????? lo quiero!
EDITO: me encanta la imagen principal!! Como te endose esa tarea....que morro tengo, pero esta chulisisisisima!
#75
23/08/2011 23:31
Que bonita la imagen principal! la has hecho tu Mari? k maravilla!
#76
23/08/2011 23:41
Mañana lo añado Mary, que quiero hacer algún cambio, para que al tratarse de la misma historia, aparezca como una sola por capítulos.
El banner lo he hecho yo, sí, en un momento de inspiración profunda. Los hay más bonicos, pero bueno, la mata no da para más, jajajaja.
El banner lo he hecho yo, sí, en un momento de inspiración profunda. Los hay más bonicos, pero bueno, la mata no da para más, jajajaja.
#77
23/08/2011 23:43
No pasa nada Mari, te iba a decir que hicieses algo así para que se sepa que es la misma historia... pro cada escena tiene un título por que no sabia que poner de título general.
Y la imagen es preciosa, no te quites méritos.
Y la imagen es preciosa, no te quites méritos.
#78
23/08/2011 23:56
1ª PARTE
Era demasiado temprano para abrir la casa de comidas pero no podía permanecer en su casa sin hacer nada a la espera de que su padre volviera de La Puebla con noticias de Sebastián. Ella había querido acompañarle pero él había insistido en marchar solo y sola era como se sentía ella entre aquellas cuatro paredes, sin aliciente o expectativa alguna, únicamente la de servir chatos de vino a los hombres del pueblo. Al menos, durante unas pocas semanas, aquel admirador secreto la había mantenido ilusionada pero hacía mucho que sus obsequios habían dejado de llegar. Pronto se había aburrido de ella, aunque poco le importaba en realidad. Lo que sí le importaba era el tiempo perdido prestándole atención a aquellas zarandajas, una completa fruslería por la que había llegado a discutir con Alfonso. Bueno, ciertamente, no habían discutido; había sido un monólogo en el que ella no había hecho otra cosa que lanzar toda su rabia contra él, como si fuera el causante de su estupidez, provocando que el muchacho, escaldado, no volviera por allí.
El corazón le dio un vuelco al recordarlo, últimamente le pasaba mucho, en concreto cada vez que pensaba en él, y hubiera podido justificarse diciendo que echaba de menos a su amigo, pero esa desazón que le seguía después, inundando su pecho de pena, le decía que aquello era mentira, que era mucho más que simple añoranza. Muchas veces había notado esa sensación como de mareo al estar cerca de él, como cuando habían bailado en la plaza, en la improvisada fiesta de Hipólito. Alfonso se había arrimado a ella y se había inclinado a oler su cuello y durante un absurdo y efímero instante, ella creyó que iba a besarla. Menuda tonta estaba hecha, no hacía más que ilusionarse con quien no debía...
Sacudió la cabeza para espantar aquellos pensamientos y se dirigió a la barra, tal vez mantenerse ocupada evitaría que su mente volase demasiado alto y fue al caminar hacia allí que la vio; la cajita de música que ella misma había arrojado contra el suelo, a los pies de Alfonso, destrozándola, se materializaba frente a ella totalmente recompuesta. Muy despacio, casi con temor, la tomó entre sus manos, percatándose de que aún presentaba señales del golpe recibido, aunque había sido restaurada con esmero. Se preguntó quién podía haber sido el artífice de aquel delicado trabajo y, enseguida, le vino a la mente Alfonso. Después de su pataleta, había vuelto arrepentida a pedirle perdón, mas no había rastro ni de él ni de la cajita destrozada. No le había dado importancia pero ahora comprendía por qué se habría hecho cargo de los pedazos y, esa primera respuesta, dio paso a muchas otras más. No sólo había arreglado la cajita, sino que era él quien se la había obsequiado, al igual que los zarcillos, el libro y el bote de lavanda, era él quien se ocultaba tras una identidad misteriosa y esa respuesta era la que aclaraba el resto del enigma. Cómo sabía escoger cada uno de los presentes y cómo conseguía ir siempre un paso por delante de ella. Y ella había sido tan ingenua que se había desahogado con él una y otra vez cuando erraba en sus razonamientos para cazar a su admirador. Seguro que luego se reía de ella cuando en su casa recordaba tan ridícula escena.
Una mezcla de coraje y desilusión la llenó por dentro. No entendía cómo, conociendo él todos sus sinsabores, había preferido mantener oculta su identidad, matando él mismo la ilusión que había sembrado en ella. ¿Para qué tanta parafernalia si luego no iba a dar la cara? Era más divertido mofarse de ella a sus espaldas. Estiró del mandil con fuerza y lo lanzó contra el suelo. Ese Castañeda tendría que vérselas con ella, iba listo si pensaba irse de rositas. Cerró a cal y canto la casa de comidas y marchó.
Era demasiado temprano para abrir la casa de comidas pero no podía permanecer en su casa sin hacer nada a la espera de que su padre volviera de La Puebla con noticias de Sebastián. Ella había querido acompañarle pero él había insistido en marchar solo y sola era como se sentía ella entre aquellas cuatro paredes, sin aliciente o expectativa alguna, únicamente la de servir chatos de vino a los hombres del pueblo. Al menos, durante unas pocas semanas, aquel admirador secreto la había mantenido ilusionada pero hacía mucho que sus obsequios habían dejado de llegar. Pronto se había aburrido de ella, aunque poco le importaba en realidad. Lo que sí le importaba era el tiempo perdido prestándole atención a aquellas zarandajas, una completa fruslería por la que había llegado a discutir con Alfonso. Bueno, ciertamente, no habían discutido; había sido un monólogo en el que ella no había hecho otra cosa que lanzar toda su rabia contra él, como si fuera el causante de su estupidez, provocando que el muchacho, escaldado, no volviera por allí.
El corazón le dio un vuelco al recordarlo, últimamente le pasaba mucho, en concreto cada vez que pensaba en él, y hubiera podido justificarse diciendo que echaba de menos a su amigo, pero esa desazón que le seguía después, inundando su pecho de pena, le decía que aquello era mentira, que era mucho más que simple añoranza. Muchas veces había notado esa sensación como de mareo al estar cerca de él, como cuando habían bailado en la plaza, en la improvisada fiesta de Hipólito. Alfonso se había arrimado a ella y se había inclinado a oler su cuello y durante un absurdo y efímero instante, ella creyó que iba a besarla. Menuda tonta estaba hecha, no hacía más que ilusionarse con quien no debía...
Sacudió la cabeza para espantar aquellos pensamientos y se dirigió a la barra, tal vez mantenerse ocupada evitaría que su mente volase demasiado alto y fue al caminar hacia allí que la vio; la cajita de música que ella misma había arrojado contra el suelo, a los pies de Alfonso, destrozándola, se materializaba frente a ella totalmente recompuesta. Muy despacio, casi con temor, la tomó entre sus manos, percatándose de que aún presentaba señales del golpe recibido, aunque había sido restaurada con esmero. Se preguntó quién podía haber sido el artífice de aquel delicado trabajo y, enseguida, le vino a la mente Alfonso. Después de su pataleta, había vuelto arrepentida a pedirle perdón, mas no había rastro ni de él ni de la cajita destrozada. No le había dado importancia pero ahora comprendía por qué se habría hecho cargo de los pedazos y, esa primera respuesta, dio paso a muchas otras más. No sólo había arreglado la cajita, sino que era él quien se la había obsequiado, al igual que los zarcillos, el libro y el bote de lavanda, era él quien se ocultaba tras una identidad misteriosa y esa respuesta era la que aclaraba el resto del enigma. Cómo sabía escoger cada uno de los presentes y cómo conseguía ir siempre un paso por delante de ella. Y ella había sido tan ingenua que se había desahogado con él una y otra vez cuando erraba en sus razonamientos para cazar a su admirador. Seguro que luego se reía de ella cuando en su casa recordaba tan ridícula escena.
Una mezcla de coraje y desilusión la llenó por dentro. No entendía cómo, conociendo él todos sus sinsabores, había preferido mantener oculta su identidad, matando él mismo la ilusión que había sembrado en ella. ¿Para qué tanta parafernalia si luego no iba a dar la cara? Era más divertido mofarse de ella a sus espaldas. Estiró del mandil con fuerza y lo lanzó contra el suelo. Ese Castañeda tendría que vérselas con ella, iba listo si pensaba irse de rositas. Cerró a cal y canto la casa de comidas y marchó.
#79
23/08/2011 23:57
2ª PARTE
El camino a casa de los Castañeda se le estaba antojando eterno y, mientras tanto, el enojo se iba diluyendo a la vez que el temor iba aumentando. Porque tenía miedo de enfrentarlo y darse cuenta de que otra vez hacía el ridículo, descubrir que Alfonso sólo buscaba jugar con ella no iba a ser un plato fácil de digerir. Y ya no porque le costara creer eso de alguien que conocía de toda la vida sino porque, sólo con pensarlo, algo se le iba resquebrajando por dentro. Se envalentonaría haciéndose la ofendida por el engaño, pero su rechazo le sabría a amarga hiel. Repisa estaba de los pasos que iba dando y toda la determinación con la que había decidido ir hasta allí se esfumó al verse frente a la puerta. Pero entre sus muchos defectos no se hallaba la cobardía así que, finalmente, llamó.
Fue Ramiro quien acudió a abrirle, un tanto sorprendido de verla allí a tan tempranas horas y, ella al asomarse, agradeció que sólo se encontrasen allí él y Alfonso, menos explicaciones habría de dar. El corazón se le encabritó al verlo después de tantos días, aunque a él parecía resultarle más interesante el vaso que tenía delante pues ni se dignó a mirarla.
-Buenos días, Emilia -la saludó el otro muchacho haciéndola entrar. -¿Ha pasado algo? ¿Sebastián...?
-Tranquilo Ramiro, no hay novedad -le agradeció con media sonrisa su interés. -Son otros menesteres los que me traen aquí -añadió mirando de reojo a Alfonso, quien por fin se dio por aludido levantando la cabeza y mirándola de forma fugaz.
A Ramiro no le hicieron falta más explicaciones. Asintiendo con un gesto, cogió su gorra y se marchó.
Un pesado e incómodo silencio se formó entre los dos. Alfonso sentía sobre sí la intensa mirada de Emilia, que le quemaba, y sin saber muy bien que hacer con su inquietud, se levantó para poner el vaso con el resto de tiestos del desayuno, quedando a espaldas de ella.
-¿A qué has venido? -le preguntó por fin.
-Hubo un tiempo en el que no necesitaba motivo alguno para venir a esta casa -respondió ella con tristeza.
Alfonso se limitó a reforzar su pose cruzándose de brazos y resoplando con falso hastío, aunque sabía que ella tenía razón.
-Hace muchos días que no vienes por la casa de comida -continuó entonces ella, ahora con voz herida al ver su indiferencia.
-He estado muy ocupado -alegó él con tono seco.
-Ya veo, pero para esto sí que tenías tiempo, ¿no? -espetó enfadada dejando la cajita de música sobre la mesa. -No entiendo para qué te has tomado tantas molestias con alguien a quien no quieres ni ver. Has estado esquivándome todo este tiempo y sin embargo te metes a hurtadillas en mi casa a dejarme esto. ¿Se puede saber por qué?
Emilia esperó con impaciencia una respuesta que no llegaba así que se acercó a él para tironear de su brazo e instarlo a que se girase.
-Ten el valor de mirarme a la cara y dime por qué -le exigió.
-Pues por el mismo motivo por el que te la compré -le respondió Alfonso casi con rabia pero sintiéndose liberado.
Además que de poco servía callar. Emilia no era tonta y, al ver la cajita reparada, habría sumado dos y dos y habría deducido que era él el autor de toda aquella pantomima. Temió que, habiendo confirmado la verdad, Emilia saliera por la puerta y con ello de su vida, pero eso no sería propio de ella, su ceño y sus labios fruncidos así se lo decían, por lo que no le quedaba más que aguardar a que le hiciera todos los reproches que gustase.
-¿Ésa es la forma que tienes de divertirte? -comenzó a recriminarle ella entonces con gran dureza. -Haciendo chanza de una simplona que...
-Muchos años me conoces como para creer eso de mí -la cortó él ofendido por la acusación.
-No era diversión -ironizó. -Entonces, ¿qué te hacía mantenerte callado mientras yo me devanaba los sesos intentando averiguar de quién se trataba el dichoso admirador secreto? -lo retó aún más molesta. -Dímelo si tienes lo que hay que tener.
-Me sobran arrestos para decirte frente al mundo entero que te quiero con locura, Emilia Ulloa -la enfrentó por fin.
-¿Y por qué no decírmelo? -lo acusó mientras sentía el ardor de las lágrimas en sus ojos. -Siempre he de andar pendiente de unos y de otros -prosiguió maldiciendo el temblor que se había apropiado de su garganta. -¿Es que yo no merezco un poco de dicha en toda esta historia?
-¿Dicha? -repitió él con amargura. -Como si yo pudiera dártela.
-¿Poder? -lo miró con extrañeza mientras de un manotazo enjugaba una lágrima solitaria.
-Míranos, Emilia.
-¿Y qué se supone que he de ver? -seguía ella sin comprender.
-Eres una mujer valiente, con arrojo, un gran corazón y hermosa como jamás la habrá -comenzó a decirle.
-Yo no soy eso -bajó ella el rostro sin convencimiento.
-Para mí sí lo eres -se defendió con brío.
-En cualquier caso -alzó su barbilla con empaque, -no me lo tomaré como un cumplido visto que para ti es un inconveniente.
-No -sacudió Alfonso la cabeza. -El problema es que yo no soy más que un necio que no tiene qué ofrecerte, con las manos llenas de nada, sólo de callos y durezas de coger la azada que es para lo único que parece que sirven.
-Me basta con que sirvan para amar - le declaró Emilia con intensidad. -¿Sirven? -insistió con una invitación en la mirada.
Entonces, Alfonso se acercó hasta ella y alzó una de sus temblorosas manos hacia su mejilla, posándola sobre ella con suavidad, acariciándola, y Emilia cerró los ojos un momento, disfrutando de aquel contacto. Sonrió al sentir como un escalofrío la recorría por entero, sabiendo por fin lo que siente una mujer con el calor del ser amado sobre la piel.
-Emilia...
-Alfonso, ¿que aún te queda algo más por decir? -bromeó ella.
-Más bien algo por hacer -sentenció sonriendo con ella.
Y deslizó su mano desde su rostro hasta su nuca y, anclando su otra mano en su cintura, la arrastró hacia él para besar sus labios y beber de su miel que descubrió mucho más dulce de lo que había imaginado. La besó con el ansia de los sueños cumplidos, estrechándola contra su pecho con necesidad y temblando como una hoja al sentir el cuerpo de Emilia contra el suyo, como un molde perfecto, como debía ser.
-Te haré feliz todos los días de mi vida -le juró sobre su boca, casi sin aliento.
-Y yo te amaré el resto de la mía, Alfonso Castañeda.
El camino a casa de los Castañeda se le estaba antojando eterno y, mientras tanto, el enojo se iba diluyendo a la vez que el temor iba aumentando. Porque tenía miedo de enfrentarlo y darse cuenta de que otra vez hacía el ridículo, descubrir que Alfonso sólo buscaba jugar con ella no iba a ser un plato fácil de digerir. Y ya no porque le costara creer eso de alguien que conocía de toda la vida sino porque, sólo con pensarlo, algo se le iba resquebrajando por dentro. Se envalentonaría haciéndose la ofendida por el engaño, pero su rechazo le sabría a amarga hiel. Repisa estaba de los pasos que iba dando y toda la determinación con la que había decidido ir hasta allí se esfumó al verse frente a la puerta. Pero entre sus muchos defectos no se hallaba la cobardía así que, finalmente, llamó.
Fue Ramiro quien acudió a abrirle, un tanto sorprendido de verla allí a tan tempranas horas y, ella al asomarse, agradeció que sólo se encontrasen allí él y Alfonso, menos explicaciones habría de dar. El corazón se le encabritó al verlo después de tantos días, aunque a él parecía resultarle más interesante el vaso que tenía delante pues ni se dignó a mirarla.
-Buenos días, Emilia -la saludó el otro muchacho haciéndola entrar. -¿Ha pasado algo? ¿Sebastián...?
-Tranquilo Ramiro, no hay novedad -le agradeció con media sonrisa su interés. -Son otros menesteres los que me traen aquí -añadió mirando de reojo a Alfonso, quien por fin se dio por aludido levantando la cabeza y mirándola de forma fugaz.
A Ramiro no le hicieron falta más explicaciones. Asintiendo con un gesto, cogió su gorra y se marchó.
Un pesado e incómodo silencio se formó entre los dos. Alfonso sentía sobre sí la intensa mirada de Emilia, que le quemaba, y sin saber muy bien que hacer con su inquietud, se levantó para poner el vaso con el resto de tiestos del desayuno, quedando a espaldas de ella.
-¿A qué has venido? -le preguntó por fin.
-Hubo un tiempo en el que no necesitaba motivo alguno para venir a esta casa -respondió ella con tristeza.
Alfonso se limitó a reforzar su pose cruzándose de brazos y resoplando con falso hastío, aunque sabía que ella tenía razón.
-Hace muchos días que no vienes por la casa de comida -continuó entonces ella, ahora con voz herida al ver su indiferencia.
-He estado muy ocupado -alegó él con tono seco.
-Ya veo, pero para esto sí que tenías tiempo, ¿no? -espetó enfadada dejando la cajita de música sobre la mesa. -No entiendo para qué te has tomado tantas molestias con alguien a quien no quieres ni ver. Has estado esquivándome todo este tiempo y sin embargo te metes a hurtadillas en mi casa a dejarme esto. ¿Se puede saber por qué?
Emilia esperó con impaciencia una respuesta que no llegaba así que se acercó a él para tironear de su brazo e instarlo a que se girase.
-Ten el valor de mirarme a la cara y dime por qué -le exigió.
-Pues por el mismo motivo por el que te la compré -le respondió Alfonso casi con rabia pero sintiéndose liberado.
Además que de poco servía callar. Emilia no era tonta y, al ver la cajita reparada, habría sumado dos y dos y habría deducido que era él el autor de toda aquella pantomima. Temió que, habiendo confirmado la verdad, Emilia saliera por la puerta y con ello de su vida, pero eso no sería propio de ella, su ceño y sus labios fruncidos así se lo decían, por lo que no le quedaba más que aguardar a que le hiciera todos los reproches que gustase.
-¿Ésa es la forma que tienes de divertirte? -comenzó a recriminarle ella entonces con gran dureza. -Haciendo chanza de una simplona que...
-Muchos años me conoces como para creer eso de mí -la cortó él ofendido por la acusación.
-No era diversión -ironizó. -Entonces, ¿qué te hacía mantenerte callado mientras yo me devanaba los sesos intentando averiguar de quién se trataba el dichoso admirador secreto? -lo retó aún más molesta. -Dímelo si tienes lo que hay que tener.
-Me sobran arrestos para decirte frente al mundo entero que te quiero con locura, Emilia Ulloa -la enfrentó por fin.
-¿Y por qué no decírmelo? -lo acusó mientras sentía el ardor de las lágrimas en sus ojos. -Siempre he de andar pendiente de unos y de otros -prosiguió maldiciendo el temblor que se había apropiado de su garganta. -¿Es que yo no merezco un poco de dicha en toda esta historia?
-¿Dicha? -repitió él con amargura. -Como si yo pudiera dártela.
-¿Poder? -lo miró con extrañeza mientras de un manotazo enjugaba una lágrima solitaria.
-Míranos, Emilia.
-¿Y qué se supone que he de ver? -seguía ella sin comprender.
-Eres una mujer valiente, con arrojo, un gran corazón y hermosa como jamás la habrá -comenzó a decirle.
-Yo no soy eso -bajó ella el rostro sin convencimiento.
-Para mí sí lo eres -se defendió con brío.
-En cualquier caso -alzó su barbilla con empaque, -no me lo tomaré como un cumplido visto que para ti es un inconveniente.
-No -sacudió Alfonso la cabeza. -El problema es que yo no soy más que un necio que no tiene qué ofrecerte, con las manos llenas de nada, sólo de callos y durezas de coger la azada que es para lo único que parece que sirven.
-Me basta con que sirvan para amar - le declaró Emilia con intensidad. -¿Sirven? -insistió con una invitación en la mirada.
Entonces, Alfonso se acercó hasta ella y alzó una de sus temblorosas manos hacia su mejilla, posándola sobre ella con suavidad, acariciándola, y Emilia cerró los ojos un momento, disfrutando de aquel contacto. Sonrió al sentir como un escalofrío la recorría por entero, sabiendo por fin lo que siente una mujer con el calor del ser amado sobre la piel.
-Emilia...
-Alfonso, ¿que aún te queda algo más por decir? -bromeó ella.
-Más bien algo por hacer -sentenció sonriendo con ella.
Y deslizó su mano desde su rostro hasta su nuca y, anclando su otra mano en su cintura, la arrastró hacia él para besar sus labios y beber de su miel que descubrió mucho más dulce de lo que había imaginado. La besó con el ansia de los sueños cumplidos, estrechándola contra su pecho con necesidad y temblando como una hoja al sentir el cuerpo de Emilia contra el suyo, como un molde perfecto, como debía ser.
-Te haré feliz todos los días de mi vida -le juró sobre su boca, casi sin aliento.
-Y yo te amaré el resto de la mía, Alfonso Castañeda.
#80
23/08/2011 23:57
Ay Mari, qué bonito... No sé si por lo que hemos visto todos estos días, con esa Emilia tan orgullosa y tanto desplante, que me ha emocionado verla pidiéndole perdón, y que se besaran sin necesidad de más nada, y ese Alfonso aturullado... ¡Que es precioso, tonta, tú tampoco deberías quitarte méritos!
Como título, a mí me gusta eso de "Cumpliendo un sueño". :)
EDITO: Riona, llevábamos toda la tarde esperando ese fanfic, jajaja. Voy rauda y veloz a leerlo, y mañana te hago un banner para añadirlo a la cabecera. ;)
EDITO POR SEGUNDA VEZ: Por favor, qué cosa más bonita... <3 ¡Qué preciosidad! Me ha encantado riona, de verdad, parecía que podía verlo conforme iba leyendo, y cuando me estaba acercando al final, quería ir despacio para que no se me terminara esa escena tan hermosa que tenía en la mente. Muy fiel al carácter, a las formas de los personajes, absolutamente encantador.
Como título, a mí me gusta eso de "Cumpliendo un sueño". :)
EDITO: Riona, llevábamos toda la tarde esperando ese fanfic, jajaja. Voy rauda y veloz a leerlo, y mañana te hago un banner para añadirlo a la cabecera. ;)
EDITO POR SEGUNDA VEZ: Por favor, qué cosa más bonita... <3 ¡Qué preciosidad! Me ha encantado riona, de verdad, parecía que podía verlo conforme iba leyendo, y cuando me estaba acercando al final, quería ir despacio para que no se me terminara esa escena tan hermosa que tenía en la mente. Muy fiel al carácter, a las formas de los personajes, absolutamente encantador.