Foro El secreto de Puente Viejo
La Biblioteca (A - K)
#0
17/08/2011 13:26
EL RINCÓN DE AHA
El destino.
EL RINCÓN DE ÁLEX
El Secreto de Puente Viejo, El Origen.
EL RINCÓN DE ABRIL
El mejor hombre de Puente Viejo.
La chica de la trenza I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII.
EL RINCÓN DE ALFEMI
De siempre y para siempre.
Hace frío I, II.
Pensando en ti.
Yo te elegí a ti.
EL RINCÓN DE ANTOJEP
Bajo la luz de la luna I, II, III, IV.
Como un rayo de sol I, II, III, IV.
La traición I, II.
EL RINCÓN DE ARICIA
Reacción I, II, III, IV.
Emilia, el lobo y el cazador.
El secreto de Alfonso Castañeda.
La mancha de mora I, II, III, IV, V.
Historias que se repiten. 20 años después.
La historia de Ana Castañeda I, II, III, VI, V, Final.
EL RINCÓN DE ARTEMISILLA
Ojalá fuera cierto.
Una historia de dos
EL RINCÓN DE CAROLINA
Mi historia.
EL RINCÓN DE CINDERELLA
Cierra los ojos.
EL RINCÓN DE COLGADA
Cartas, huidas, regalos y el diluvio universal I-XI.
El secreto de Gregoria Casas.
La decisión I,II, III, IV, V.
Curando heridas I,II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII.
una nueva vida I,II, III
EL RINCÓN DE CUQUINA
Lo que me sale de las teclas.
El origen de Tristán Ulloa.
EL RINCÓN DE EIZA
En los ojos de un Castañeda.
Bajando a los infiernos.
¡¿De qué?!
Pensamientos
EL RINCÓN DE FERMARÍA
Noche de bodas. (Descarga directa aquí)
Lo que no se ve.
En el baile.
De valientes y cobardes.
Descubriendo a Alfonso.
¿Por qué no me besaste?
Dejarse llevar.
Amar a Alfonso Castañeda.
Serenidad.
Así.
Quiero.
El corazón de un jornalero (I) (II).
Lo único cierto I, II.
Tiempo.
Sabor a chocolate.
EL RINCÓN DE FRANRAI
Un amor inquebrantable.
Un perfecto malentendido.
Gotas del pasado.
EL RINCÓN DE GESPA
La rutina.
Cada cosa en su sitio.
El baile.
Tomando decisiones.
Volver I, II.
Chismorreo.
Sola.
Tareas.
El desayuno.
Amigas.
Risas.
La manzana.
EL RINCÓN DE INMILLA
Rain Over Me I, II, III.
EL RINCÓN DE JAJIJU
Diálogos que nos encantaría que pasaran.
EL RINCÓN DE KERALA
Amor, lucha y rendición I - VII, VIII, IX, X, XI (I) (II), XII, XIII, XIV, XV, XVI,
XVII, XVIII, XIX, XX (I) (II), XXI, XXII (I) (II).
Borracha de tu amor.
Lo que debió haber sido.
Tu amor es mi droga I, II. (Escena alternativa).
PACA´S TABERN I, II.
Recuerdos.
Dibujando tu cuerpo.
Tu amor es mi condena I, II.
Encuentro en la posada. Historia alternativa
Tu amor es mi condena I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII, XIV, XV, XVI
#581
13/09/2011 23:09
-EL DESENMASCARAMIENTO- (Continuación)
Pepa se levantó del banco sobresaltada. Parecía que le faltaba el aire. Todos los demás presentes se quedaron perplejos por su reacción, incluída Emilia que salía en ese momento por la puerta de la taberna con una jarra de vino. Pero al cabo de unos segundos recobró el aplomo y se puso a dar ordenes, de un modo tan enérgico que nadie osó llevarle la contraria.
-¡Juan, vete inmediantamente a buscar a tus hermanos y dirigíos a la escuela!. ¡Hipólito, quedate con Martín y dile a tu padre que avise a los civiles!. Tristán, Sebastián, venid comigo.
Los tres emprendieron a la carrera el camino de la escuela, seguidos por Emilia, su padre y don Anselmo, que eran incapaces de comprender lo que estaba pasando. Cuando llegaron, solo Pepa podía dar crédito a lo que estaban viendo. Severiano agarraba con su mano izquierda el cuello de Belén mientras que con la derecha sujetaba una navaja amenazante. Los peores temores de la partera se habían echo realidad. Aquel desalmado había aprovechado que la maestra se encontraba sola para terminar lo que no había podido hacer la noche en que Sebastián lo sorprendió en la vereda que conduce a la casa de los Castañeda. Al verse acorralado actuó como la bestia que llevaba dentro.
-¡Como os acerqueis le rajo el cuello!-gritó lleno de odio.
-No hagas más tonterías muchacho-trató de calmarlo don Anselmo. No ves que si le haces daño no vas a salir vivo de aquí.
-Poco me importa ya. No tengo intención de pudrirme en la cárcel por culpa de esta maldita zorra-masculló entre dientes mientras acercaba más la hoja de la navaja al cuello de la muchacha.
Pepa se dio cuenta que Emilia estaba a punto de desmayarse y acudió a sujetarla. Mientras su padre, su hermano y Tristán trataban de acorralar a Severiano. Unos segundo más tarde llegaban corriendo los hermanos Castañeda. Al ver la escena, una mezcla de temor y odio se apoderó de ellos.
-¡Sueltala, malnacido!-exclamó Alfonso-. Te juro por Dios que como le hagas daño yo mismo te arrancaré el corazón.
-¿Tu?. ¡Que vas a hacer tú, que no eres más que un cobarde!. Si no te has atrevido ni a decirle a Emilia que la querías y has sido tan necio que me has dejado el camino libre a mi-se burló mientras dirigía una sonrisa torcida a la muchacha, que permanecía abrazada a Pepa.
Cuando Alfonso, presa del odio, estaba a punto de abalanzarese sobre él, Tristán aprovechó para desenfundar el revolver que siempre llevaba consigo y encañonar a Severiano.
-Suelta ese cuchillo-le dijo mientras le ponía la pistola en la cabeza.- A no ser que quieras que esparza tus sesos por todo el aula.
Pero no hubo respuesta. Nínguno de los presente se movió ni un centímetro. Pepa y Raimundo abrazaban a Emilia, que no paraba de temblar. Juan y Ramiro trataban de sujetar a Alfonso, que se revolvía como un león enjaulado. Sebastián no podía apartar su mirada de la navaja que amenazaba con sesgar el cuello de Belén, mientras Tristán seguía apuntando a la cabeza de Severiano con su revolver. Nadie reparó en que don Anselmo había conseguido situarse justo detrás de aquel malnacido. De repente, el cura le atizó un fuerte golpe con el misal. En verdad, el arma no era muy contudente, pero fue suficiente para que Severiano soltase a la maestra durante unos segundos, quien logró escabullirse y refugiarse en los brazos de Sebastián. Al verse finalmente derrotado, el agresor dejó caer la navaja al suelo y levantó las manos en señal de rendición. Ramiro y Juan tuvieron que redoblar sus esfuerzos para lograr sujertar a Alfonso,aunque poco a poco se fue calmando y la ira fue dejando paso a la vergüenza de haber sido descubiertos sus sentimientos .Emilia, por su parte, había empezado a sollozar reconfortada por su amiga Pepa y su padre. Don Anselmo cogió la navaja del suelo, colaborando con Tristán en la custodia del muchacho a la espera de que el alcalde llegara con los guardias civiles. Belén permaneció quieta, incapaz de llorar o decir nada. Sus ojos buscaron los de Ramiro, que al ver el dolor que reflejaba el rostro de su prima no pudo contener su ira y se abalanzó sobre Severianro.
-¡Hijo de perra!. ¡Te mataré!-gritó mientras los ojos se le anegaban de lágrimas.
Fue su hermano mayor el que logró detenerlo antes de que se enzarzara a golpes con aquel desgraciado.
-¡Vaya con el benjamín!-se burló Severiano. Y yo que pensaba que tenías zarzaparrila en la venas, en vez de sangre.
-Dejalo estar, que no vale la pena mancharse las manos con esta alimaña-le dijo Alfonso mientras lo abrazaba con fuerza. Ramiro se agarró a la camisa de su hermano mayor y vació la tensión acumulada en forma de lágrimas silenciosas.
Mientras, Juan se acercó a Belen para preguntarle como se encontraba. La muchacha trató de esbozar una tímida sonrisa para tranquilizar a todo el mundo. Pero por dentro su corazón sangraba.
Pepa se levantó del banco sobresaltada. Parecía que le faltaba el aire. Todos los demás presentes se quedaron perplejos por su reacción, incluída Emilia que salía en ese momento por la puerta de la taberna con una jarra de vino. Pero al cabo de unos segundos recobró el aplomo y se puso a dar ordenes, de un modo tan enérgico que nadie osó llevarle la contraria.
-¡Juan, vete inmediantamente a buscar a tus hermanos y dirigíos a la escuela!. ¡Hipólito, quedate con Martín y dile a tu padre que avise a los civiles!. Tristán, Sebastián, venid comigo.
Los tres emprendieron a la carrera el camino de la escuela, seguidos por Emilia, su padre y don Anselmo, que eran incapaces de comprender lo que estaba pasando. Cuando llegaron, solo Pepa podía dar crédito a lo que estaban viendo. Severiano agarraba con su mano izquierda el cuello de Belén mientras que con la derecha sujetaba una navaja amenazante. Los peores temores de la partera se habían echo realidad. Aquel desalmado había aprovechado que la maestra se encontraba sola para terminar lo que no había podido hacer la noche en que Sebastián lo sorprendió en la vereda que conduce a la casa de los Castañeda. Al verse acorralado actuó como la bestia que llevaba dentro.
-¡Como os acerqueis le rajo el cuello!-gritó lleno de odio.
-No hagas más tonterías muchacho-trató de calmarlo don Anselmo. No ves que si le haces daño no vas a salir vivo de aquí.
-Poco me importa ya. No tengo intención de pudrirme en la cárcel por culpa de esta maldita zorra-masculló entre dientes mientras acercaba más la hoja de la navaja al cuello de la muchacha.
Pepa se dio cuenta que Emilia estaba a punto de desmayarse y acudió a sujetarla. Mientras su padre, su hermano y Tristán trataban de acorralar a Severiano. Unos segundo más tarde llegaban corriendo los hermanos Castañeda. Al ver la escena, una mezcla de temor y odio se apoderó de ellos.
-¡Sueltala, malnacido!-exclamó Alfonso-. Te juro por Dios que como le hagas daño yo mismo te arrancaré el corazón.
-¿Tu?. ¡Que vas a hacer tú, que no eres más que un cobarde!. Si no te has atrevido ni a decirle a Emilia que la querías y has sido tan necio que me has dejado el camino libre a mi-se burló mientras dirigía una sonrisa torcida a la muchacha, que permanecía abrazada a Pepa.
Cuando Alfonso, presa del odio, estaba a punto de abalanzarese sobre él, Tristán aprovechó para desenfundar el revolver que siempre llevaba consigo y encañonar a Severiano.
-Suelta ese cuchillo-le dijo mientras le ponía la pistola en la cabeza.- A no ser que quieras que esparza tus sesos por todo el aula.
Pero no hubo respuesta. Nínguno de los presente se movió ni un centímetro. Pepa y Raimundo abrazaban a Emilia, que no paraba de temblar. Juan y Ramiro trataban de sujetar a Alfonso, que se revolvía como un león enjaulado. Sebastián no podía apartar su mirada de la navaja que amenazaba con sesgar el cuello de Belén, mientras Tristán seguía apuntando a la cabeza de Severiano con su revolver. Nadie reparó en que don Anselmo había conseguido situarse justo detrás de aquel malnacido. De repente, el cura le atizó un fuerte golpe con el misal. En verdad, el arma no era muy contudente, pero fue suficiente para que Severiano soltase a la maestra durante unos segundos, quien logró escabullirse y refugiarse en los brazos de Sebastián. Al verse finalmente derrotado, el agresor dejó caer la navaja al suelo y levantó las manos en señal de rendición. Ramiro y Juan tuvieron que redoblar sus esfuerzos para lograr sujertar a Alfonso,aunque poco a poco se fue calmando y la ira fue dejando paso a la vergüenza de haber sido descubiertos sus sentimientos .Emilia, por su parte, había empezado a sollozar reconfortada por su amiga Pepa y su padre. Don Anselmo cogió la navaja del suelo, colaborando con Tristán en la custodia del muchacho a la espera de que el alcalde llegara con los guardias civiles. Belén permaneció quieta, incapaz de llorar o decir nada. Sus ojos buscaron los de Ramiro, que al ver el dolor que reflejaba el rostro de su prima no pudo contener su ira y se abalanzó sobre Severianro.
-¡Hijo de perra!. ¡Te mataré!-gritó mientras los ojos se le anegaban de lágrimas.
Fue su hermano mayor el que logró detenerlo antes de que se enzarzara a golpes con aquel desgraciado.
-¡Vaya con el benjamín!-se burló Severiano. Y yo que pensaba que tenías zarzaparrila en la venas, en vez de sangre.
-Dejalo estar, que no vale la pena mancharse las manos con esta alimaña-le dijo Alfonso mientras lo abrazaba con fuerza. Ramiro se agarró a la camisa de su hermano mayor y vació la tensión acumulada en forma de lágrimas silenciosas.
Mientras, Juan se acercó a Belen para preguntarle como se encontraba. La muchacha trató de esbozar una tímida sonrisa para tranquilizar a todo el mundo. Pero por dentro su corazón sangraba.
#582
13/09/2011 23:19
La Puebla hija que imaginación como has conseguido hacer de todos los personajes una piña quiero continuación xd.
#583
13/09/2011 23:36
La tercera entrega de "Verdadero amor" jejej espero que os guste
https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/448/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/448/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
#584
13/09/2011 23:37
pepa.. una vez más precioso...
No sé que más decir... me dejas sin palabrasss
No sé que más decir... me dejas sin palabrasss
#585
13/09/2011 23:37
Escooooooooooooo me muerooooooooooooooo
Juas ME ENCANTAAAAA, sufre perra eso es arder los bajos eso es un puto beso ains que calor de repente xd.
jajajajajajajaja! Qué grande jajajajajajaja! Pues me da que pinta a que va a pasar eso porque Alfonso Estalla jajajajaja!
Dónde hay que pagar para ver a Alfonso Explotar y ser agarrado por sus hermanos? jajaja!
Ais el Seve que ha sido descubierto que pena tan grandeeeeeeeeeee!
Juas ME ENCANTAAAAA, sufre perra eso es arder los bajos eso es un puto beso ains que calor de repente xd.
jajajajajajajaja! Qué grande jajajajajajaja! Pues me da que pinta a que va a pasar eso porque Alfonso Estalla jajajajaja!
Dónde hay que pagar para ver a Alfonso Explotar y ser agarrado por sus hermanos? jajaja!
Ais el Seve que ha sido descubierto que pena tan grandeeeeeeeeeee!
#586
13/09/2011 23:58
Pepa, tengo que decir que me ha encantado como siempre, pero que casi caigo de la silla de la risa tonta que me ha dado al imaginarme a Don Anselmo arreándole al mascachapas con el misal, jajajajajaja.
#587
14/09/2011 00:08
Es que no todo va a ser drama con tanto corazón roto ........Mira que al principio se me ocurrió que el heroe fuera Hipólito, pero alguien tenía que quedarse al cuidado de Martín.....jajajajaja Y don Anselmo es un hombre de armas tomar...
#588
14/09/2011 09:43
Estoy llegando al final de la historia paralela con la prima Belén. Os resumo lo anterior: la nueva maestra del pueblo es una prima de los Castañeda que ha venido de Galicia. Se adapta muy bien a Puente Viejo y entabla muy buena relación tanto con su familia como con los Ulloa. Al único que no soporta es a Severiano, que no está acostumbrado a un no por respuesta. Así que la pobre chica va a sufrir las maldades del pajarraco. Afortunadamente ahí está superpepa para percatarse del peligro y medio pueblo para ayudar. Pero el curso escolar llega a su fin y Belén se encuentra en una encrucijada......
-LA ENCRUCIJADA-
Faltaban apenas un par de semanas para que el curso escolar llegase a su fin. Belén tenía más trabajo que nunca, por lo que solía volver a casa tarde. Pero como las tardes de junio eran muy largas, y Severiano encarcelado ya no suponía ningún peligro, no necesitaba que nínguno de sus primos la acompañase en el trayecto de vuelta de la escuela. Lo cierto es que agradecía esos momentos de soledad, en los que intentar poner en orden sus pensamientos. Aquel último año de su vida había supuesto una sacudida que había despertado sensaciones que creía enterradas para siempre. Y con esas sentimientos afloraban de nuevo algunos miedos,especialmente el miedo a sufrir un nuevo desengaño.
Rosario se daba cuenta de que su sobrina estaba más callada que de costumbre. Se pasaba las horas que su trabajo le dejaba libre leyendo o paseando sóla por las veredas. Sabía que algo le preocupaba, pero aquella chiquilla había salido a los Castañeda y procuraba ocultar su sufrimiento a los demás.
Aquella tarde de domingo se habían quedado solas en casa las tres mujeres. Juán estaba ayudando a don Anselmo, Alfonso había ido ido a La Puebla con Sebastián y Ramiro se había quedado ayudando a Raimundo en la casa de comidas, puesto que Emilia no se encontraba bien. Así que Rosario y Mariana aprovechaban para poner en orden las habitaciones y Belén preparaba las clases del día siguiente. Estaba sentada en la mesa de la cocina, rodeada de libros y cuadernos, aunque su mente parecía encontrarse en otro lugar.
-Belén, hija, ¿te encuentras bien?-le preguntó Rosario mientras se sentaba a su lado.
-Sí, tía. Sólo es que estoy algo cansada-trató de disculparse la muchacha.
-¡Hay que ver lo que te pareces en algunas cosas a tus primos!
-¿Por qué dice eso?...Aunque creo que es un gran piropo, que sus hijos son unas personas maravillosas.
-Sí, es cierto, he tenido mucha suerte. Pero lo que no me gusta de ellos, como tampoco me gusta de ti, es que os calleis cuando teneis algún problema. Sé que que lo haceis con buena intención, que no quereis preocupar a los demás. Pero al final nos damos cuenta de que algo pasa y sufrimos porque no sabemos como ayudar.
-Tía, yo…….-balbuceó Belén, que estaba emocionada por el cariño y la preocupación que le mostraba aquella mujer, que era lo más parecido que tenía a una madre- estoy bien….Es que estoy algo indecisa.
-¿Indecisa por qué?-pregunto con curiosidad su tía.
-Es que he recibido carta de mi padre y-la joven hizo una pausa para tomar aire- me cuenta que ha quedado una plaza libre de maestra en un colegio de Lugo, muy cerca de la tienda de la familia.
-¡Pero esa es una gran noticia!. Imagino que tu padre estará loco de contento. Y tú, que por fin podrás volver a tu casa. Pero claro-Rosario se quedó pensativa- te vamos a echar mucho de menos. No hace falta decirte que aquí tienes tu hogar y tu familia. Así que si decides quedarte en Puente Viejo, estaremos felices-sentenció la matriarca de los Castañeda mientras le acariciaba la mejilla.
-Lo sé tia y no sabe como se lo agradezco. Lo cierto es que este último años ha sido uno de los más felices de mi vida, a pesar de todo. En la escuela todo me ha ido bien, la gente de este pueblo me ha tratado con respeto, y por primera vez me he sentido parte de una familia-logró decir antes de que su voz se quebrara por la emoción.
Rosario se levantó de su asiento y fue a abrazar a su sobrina, a la que veía llorar por primera vez desde que era niña.
-Pues hija, si quieres quedarte,¡ quedate!. Seguro que tu padre lo comprende. Además como es ese refrán que siempre repetía mi marido…uno no es de donde nace, sino de donde pace.
Belén siguió sollozano abrazada a su tía. Pero ésta, que era una mujer sumamente intuitiva, sabía que tenía que haber algo más, algún otro motivo para la tristeza de sus sobrina.
-Pero creo que no me has contado toda la verdad. Me da en la nariz que hay alguna cosa más y tratándose de una chica joven como tu, ¿no será mal de amores?-preguntó Rosario procurando imprimir a sus palabras la mayor ternura posible para evitar que su sobrina se cerrara en banda.Belén, por su parte,enrojeció con la vergüenza. Tantos años practicando el disimulo no le habían servido para nada.
-Algo de eso hay,tía-logró finalmente decir.- Y por eso creo que debo marcharme, antes de sufrir más.
-Pero, ¿por qué dices eso, criatura?. Si el amor es el sentimiento maravilloso.
-No cuando es imposible- dijo Belén levantándose de la silla, con los ojos anegados en lágrimas y buscando desesperadamente la puerta. Mariana, que había escuchado toda la conversación, trató de detenerla pero su madre la instó a que la dejara marchar tranquila.
-Dejala ir, hija. Supongo que necesita estar sola. Lo debe estar pasando muy mal.
-Madre, ¿usted sabía que estaba enamorada?-preguntó Mariana.
-De algún modo sí. Pero ni sabía, ni logro saber de quién. Y todos los candidatos que se me pasan por la sesera son amores imposibles-dijo Rosario con procupación.
-¿Por qué dice eso, madre?
-Piensa en todos los hombres con los que suele relacionarse. Todos parecen tener el corazón ocupado. Fíjate, Sebastián cada vez está más cerca de la doctora.
-¿Pero entonces, usted piensa que Belén está enamorada del Ulloa?
-No lo sé. Al principio creía que sí, poque tu prima siempre se quedaba muy azorada cuando el venía a verla. Pero luego empecé a sospechar de tus hermanos.
-¿De mis hermanos?-preguntó una sorprendida Mariana.
-Sí, fijate como ha logrado calmar muchas veces la rabia de Juán o el dolor de Alfonso. Se ha pasado horas y horas conversando con ellos. Recuerda el día que Alfonso llegó con los ojos rojos de haber estado llorando en el regazo de tu prima. Y claro, en cualquier caso Belén no tiene nada que hacer; Juan sigue siendo un hombre casado y Alfonso tarde o temprano acabará con Emilia, que ha estado enamorado de ella desde que era un chiquillo.
-Pobre prima-se lamentó la pequeña de los Castañeda.-¿ Y usted cree que al final se irá a Galicia?.
-No lo sé. Quizás sea lo mejor para ella,aunque la voy a echar mucho de menos. Todos en esta casa la vamos a echar en falta.
Lo que no sabían ellas es que alguién había escuchado su conversación al otro lado de la puerta.
-LA ENCRUCIJADA-
Faltaban apenas un par de semanas para que el curso escolar llegase a su fin. Belén tenía más trabajo que nunca, por lo que solía volver a casa tarde. Pero como las tardes de junio eran muy largas, y Severiano encarcelado ya no suponía ningún peligro, no necesitaba que nínguno de sus primos la acompañase en el trayecto de vuelta de la escuela. Lo cierto es que agradecía esos momentos de soledad, en los que intentar poner en orden sus pensamientos. Aquel último año de su vida había supuesto una sacudida que había despertado sensaciones que creía enterradas para siempre. Y con esas sentimientos afloraban de nuevo algunos miedos,especialmente el miedo a sufrir un nuevo desengaño.
Rosario se daba cuenta de que su sobrina estaba más callada que de costumbre. Se pasaba las horas que su trabajo le dejaba libre leyendo o paseando sóla por las veredas. Sabía que algo le preocupaba, pero aquella chiquilla había salido a los Castañeda y procuraba ocultar su sufrimiento a los demás.
Aquella tarde de domingo se habían quedado solas en casa las tres mujeres. Juán estaba ayudando a don Anselmo, Alfonso había ido ido a La Puebla con Sebastián y Ramiro se había quedado ayudando a Raimundo en la casa de comidas, puesto que Emilia no se encontraba bien. Así que Rosario y Mariana aprovechaban para poner en orden las habitaciones y Belén preparaba las clases del día siguiente. Estaba sentada en la mesa de la cocina, rodeada de libros y cuadernos, aunque su mente parecía encontrarse en otro lugar.
-Belén, hija, ¿te encuentras bien?-le preguntó Rosario mientras se sentaba a su lado.
-Sí, tía. Sólo es que estoy algo cansada-trató de disculparse la muchacha.
-¡Hay que ver lo que te pareces en algunas cosas a tus primos!
-¿Por qué dice eso?...Aunque creo que es un gran piropo, que sus hijos son unas personas maravillosas.
-Sí, es cierto, he tenido mucha suerte. Pero lo que no me gusta de ellos, como tampoco me gusta de ti, es que os calleis cuando teneis algún problema. Sé que que lo haceis con buena intención, que no quereis preocupar a los demás. Pero al final nos damos cuenta de que algo pasa y sufrimos porque no sabemos como ayudar.
-Tía, yo…….-balbuceó Belén, que estaba emocionada por el cariño y la preocupación que le mostraba aquella mujer, que era lo más parecido que tenía a una madre- estoy bien….Es que estoy algo indecisa.
-¿Indecisa por qué?-pregunto con curiosidad su tía.
-Es que he recibido carta de mi padre y-la joven hizo una pausa para tomar aire- me cuenta que ha quedado una plaza libre de maestra en un colegio de Lugo, muy cerca de la tienda de la familia.
-¡Pero esa es una gran noticia!. Imagino que tu padre estará loco de contento. Y tú, que por fin podrás volver a tu casa. Pero claro-Rosario se quedó pensativa- te vamos a echar mucho de menos. No hace falta decirte que aquí tienes tu hogar y tu familia. Así que si decides quedarte en Puente Viejo, estaremos felices-sentenció la matriarca de los Castañeda mientras le acariciaba la mejilla.
-Lo sé tia y no sabe como se lo agradezco. Lo cierto es que este último años ha sido uno de los más felices de mi vida, a pesar de todo. En la escuela todo me ha ido bien, la gente de este pueblo me ha tratado con respeto, y por primera vez me he sentido parte de una familia-logró decir antes de que su voz se quebrara por la emoción.
Rosario se levantó de su asiento y fue a abrazar a su sobrina, a la que veía llorar por primera vez desde que era niña.
-Pues hija, si quieres quedarte,¡ quedate!. Seguro que tu padre lo comprende. Además como es ese refrán que siempre repetía mi marido…uno no es de donde nace, sino de donde pace.
Belén siguió sollozano abrazada a su tía. Pero ésta, que era una mujer sumamente intuitiva, sabía que tenía que haber algo más, algún otro motivo para la tristeza de sus sobrina.
-Pero creo que no me has contado toda la verdad. Me da en la nariz que hay alguna cosa más y tratándose de una chica joven como tu, ¿no será mal de amores?-preguntó Rosario procurando imprimir a sus palabras la mayor ternura posible para evitar que su sobrina se cerrara en banda.Belén, por su parte,enrojeció con la vergüenza. Tantos años practicando el disimulo no le habían servido para nada.
-Algo de eso hay,tía-logró finalmente decir.- Y por eso creo que debo marcharme, antes de sufrir más.
-Pero, ¿por qué dices eso, criatura?. Si el amor es el sentimiento maravilloso.
-No cuando es imposible- dijo Belén levantándose de la silla, con los ojos anegados en lágrimas y buscando desesperadamente la puerta. Mariana, que había escuchado toda la conversación, trató de detenerla pero su madre la instó a que la dejara marchar tranquila.
-Dejala ir, hija. Supongo que necesita estar sola. Lo debe estar pasando muy mal.
-Madre, ¿usted sabía que estaba enamorada?-preguntó Mariana.
-De algún modo sí. Pero ni sabía, ni logro saber de quién. Y todos los candidatos que se me pasan por la sesera son amores imposibles-dijo Rosario con procupación.
-¿Por qué dice eso, madre?
-Piensa en todos los hombres con los que suele relacionarse. Todos parecen tener el corazón ocupado. Fíjate, Sebastián cada vez está más cerca de la doctora.
-¿Pero entonces, usted piensa que Belén está enamorada del Ulloa?
-No lo sé. Al principio creía que sí, poque tu prima siempre se quedaba muy azorada cuando el venía a verla. Pero luego empecé a sospechar de tus hermanos.
-¿De mis hermanos?-preguntó una sorprendida Mariana.
-Sí, fijate como ha logrado calmar muchas veces la rabia de Juán o el dolor de Alfonso. Se ha pasado horas y horas conversando con ellos. Recuerda el día que Alfonso llegó con los ojos rojos de haber estado llorando en el regazo de tu prima. Y claro, en cualquier caso Belén no tiene nada que hacer; Juan sigue siendo un hombre casado y Alfonso tarde o temprano acabará con Emilia, que ha estado enamorado de ella desde que era un chiquillo.
-Pobre prima-se lamentó la pequeña de los Castañeda.-¿ Y usted cree que al final se irá a Galicia?.
-No lo sé. Quizás sea lo mejor para ella,aunque la voy a echar mucho de menos. Todos en esta casa la vamos a echar en falta.
Lo que no sabían ellas es que alguién había escuchado su conversación al otro lado de la puerta.
#589
14/09/2011 11:25
AInsssssssss que intriga La Puebla tengo ganas de ver al final que me puesto al dia con el fic, por cierto me encanta cuando le haces guiños a nuestra tierra se ira Belen o se quedara sera la marcha definitiva de Ramiro???
#590
14/09/2011 12:17
Ais que la maestra se ha enamorado del Ramiro y él le corresponde ais!!!
#591
14/09/2011 12:46
Como me echen un rapapolvo en el trabajo, la culpa será vuestra. El lunes estuve de puente, por que ayer aquí en Murcia fue fiesta, y en cuatro días que he estado si leeros, se me ha acumulado el trabajo ¡¡ y de que manera!!. Prometo hacer hoy mismo los deberes. Un saludo y besicos para todas, que sois ............. mejor que la serie ( que últimamente la grabo, y no la veo en directo, para poder pasar los trozos que no me interesan, y van siendo bastantes)
#592
14/09/2011 13:16
~~EL SECRETO DE ALFONSO CASTAÑEDA~~
Con poca más compañía que el ulular de las lechuzas y la luna creciente como única iluminación, Alfonso parecía sumido en su propia miseria interior poco dispuesto a salir de ella. Después de cenar con su madre y sus hermanos, había escapado de la casa en busca de la tranquilidad y soledad que le permitiera ordenar el tumulto de sentimientos de su interior.
Su hermano Ramiro había hecho mención de acompañarlo, pero Alfonso lo había detenido con un gesto de su mano y unas parcas palabras antes de huir de las miradas preocupadas y compasivas de su madre y hermanos. Ellos lo querían, se preocupaban por él, y Alfonso se los agradecía de todo corazón. Pero esa noche… Esa noche necesitaba estar sólo para poder recomponer los restos de su maltrecho corazón.
Ya en el silencio y la quietud del campo, Alfonso recordó todos y cada uno de los acontecimientos de ese turbulento día. Recordó con dolor la declaración de Severiano delante de, prácticamente, la mitad de Puente Viejo. Había estado preparado para recibir una noticia de ese calibre en cualquier momento, ya que conocía a su amigo y sabía que éste se mostraría implacable hasta hacer caer totalmente en sus redes a Emilia. Pero nada, absolutamente nada, lo había preparado para ver la expresión del más puro deleite en el rostro de Emilia cuando el que creía su enamorado había solicitado el permiso de Raimundo para festejar con ella.
Si cerraba tan sólo los ojos podía ver nítidamente el rostro de su amada Emilia brillando con la ilusión por su amor a Severiano. Alfonso, que la amaba más que a nada en el mundo, se decía que debía estar contento por ella, pero no podía. Era imposible ser feliz por ella sabiendo que en cualquier momento Severiano podría hacer trizas su corazón.
Y él no podía hacer nada tal y como le había explicado a su hermano Ramiro. Él había traído a Severiano a Puente Viejo pensando en hacer un favor a un amigo. Y ahora tal vez, sus acciones terminasen por hacer daño a la mujer que amaba.
Alfonso se maldijo golpeando contra su pierna con el puño cerrado. Sólo podía permanecer a la sombra de Emilia, esperando que las palabras de su hermano Ramiro se cumplieran y que Emilia, usando su buen juicio, fuese capaz de librarse del hechizo que la buena planta y maneras de Severiano habían tejido nublando sus entendederas.
“Deberías de odiarle”.
Las palabras de Ramiro retumbaban una y otra vez en los oídos de Alfonso.
“¡Ódialo!”, volvió a gritar su hermano en su cabeza. “O si sois tan amigos, acéptalo”.
“No… No” gritó Alfonso en su interior. – ¡No!—gritó en medio de la noche. Ramiro no entendía, no comprendía.
Alfonso no podía odiar a Severiano. Tampoco podía apartarse y aceptar su relación con Emilia. No, cuando estaba en disposición de hacerle tanto daño.
“Entonces, ódialo”. “Ódialo”.
“No. Nunca. Jamás”, se repetía a Alfonso a sí mismo combatiendo la voz de Ramiro. “No puedo odiarlo. No puedo permitirme odiarlo”.
Si su hermano supiera jamás le diría que lo odiara. Pero Ramiro no sabía. Su hermano, su familia, la gente que realmente le importaba debía de permanecer ignorante de su mayor secreto.
Sólo Severiano lo conocía. Y Alfonso temía que él terminara por ponerlo al descubierto.
***********************
Severiano y Alfonso se conocían casi desde que eran unos críos. Juntos habían compartido horas ociosas en esa época tan difícil que era el paso de la adolescencia a la madurez para cualquier chico. Juntos habían descubierto las juergas, sus primeras borracheras y sus primeros tonteos con las mozas bien dispuestas.
Y fue en una de esas juergas cuando Severiano y Alfonso descubrieron la cara más oscura de éste último.
A penas tenían diecisiete años cuando ocurrió. Recién cobrada su última paga, los muchachos habían corrido prestos a gastarse unos buenos cuartos a Villalpanda. Totalmente descontrolados, sacaron y sacaron vino hasta terminar con la mayor borrachera de sus vidas.
Sin querer, sus actos desinhibidos llamaron la atención de un par de mozos del pueblo bien dispuestos a buscar jarana.
Alfonso era totalmente incapaz de recordar qué es lo que detonó la pelea. Tan sólo venían a su memoria pequeños fragmentos de imágenes incoherentes. Recordaba como Severiano y él se habían marchado de la taberna, rehuyendo la pelea en, tal vez, el único acto sensato que habían realizado esa noche. Y después vino la oscuridad.
Hasta ese día, y con mucho esfuerzo, sólo había podido recoger funestos retazos del resto de la noche. Recordaba a Severiano cogiéndole del brazo y diciéndole que parara. El rostro ensangrentado del mozo tirado en el suelo. La mirada de pánico en sus ojos vidriosos y heridos. El dolor de los puños heridos de Alfonso, abiertos en cientos de heridas.
Y luego la confusión de Alfonso. Y el asco. Asco por sus acciones, por haber sido capaz de golpear a otra persona hasta la inconsciencia.
Severiano había intentado quitar importancia a lo ocurrido esa noche, con la indolencia propia en él. Había bromeado con Alfonso, haciendo chascarrillos sobre cómo se las gastaba y cómo nunca hubiera imaginado que su amigo pudiera convertirse en esa bestia, pero Alfonso apenas hizo caso a sus bromas mientras poco a poco comenzaba a retraerse en su interior.
Desde ese mismo día, un afligido y avergonzado Alfonso se juró que jamás volvería a dejar escapar la bestia negra oculta en su interior. Y eso implicaba no dejarse llevar jamás por el odio o la furia.
Con los años Alfonso había sido capaz de controlar a la bestia desarrollando un fuerte autocontrol, dando lugar al sensato y tranquilo Alfonso Castañeda que todo el mundo conocía en Puente Viejo.
Y eso que la vida no se lo había puesto nada fácil. A su mente vinieron los recuerdos de las veces que había tenido que reprimir a la bestia y no dejarla aflorar. Como cuando recibió el primer fustigazo de manos de Mauricio. O cuando Ramiro y él apalizaron al secuaz de la Montenegro como represalia por la paliza que casi le costó la vida a su hermano Juan. En esos momentos, la fiera había rugido en su interior y a duras penas había podido controlarla.
Y ahora Severiano, la única persona en el mundo que conocía su secreto, estaba en Puente Viejo. Y Alfonso temía que él pudiera desvelarlo a la persona que más quería en ese mundo. Por eso, Alfonso debía de seguir viendo desde la distancia cómo Severiano cortejaba a Emilia, pendiente de ella en las sombras, convirtiéndose en su confidente aunque aquello lo matase poco a poco…
Y esperar.
Esperar a que Severiano se cansase y se marchase, rezando para que a su partida no dejase detrás el corazón partido de Emilia.
Esperar a que la cordura regresase a su adorada Emilia. Esperar que el velo cayese de sus enamorados ojos y viese al verdadero Severiano.
Y aguantar.
Aguantar por no dejarse llevar por el odio. Aguantar para poder ocultar sus miedos y temores a las personas más importantes de su mundo.
Y evitar explotar manteniendo a la bestia dormida.
~~~~
Con poca más compañía que el ulular de las lechuzas y la luna creciente como única iluminación, Alfonso parecía sumido en su propia miseria interior poco dispuesto a salir de ella. Después de cenar con su madre y sus hermanos, había escapado de la casa en busca de la tranquilidad y soledad que le permitiera ordenar el tumulto de sentimientos de su interior.
Su hermano Ramiro había hecho mención de acompañarlo, pero Alfonso lo había detenido con un gesto de su mano y unas parcas palabras antes de huir de las miradas preocupadas y compasivas de su madre y hermanos. Ellos lo querían, se preocupaban por él, y Alfonso se los agradecía de todo corazón. Pero esa noche… Esa noche necesitaba estar sólo para poder recomponer los restos de su maltrecho corazón.
Ya en el silencio y la quietud del campo, Alfonso recordó todos y cada uno de los acontecimientos de ese turbulento día. Recordó con dolor la declaración de Severiano delante de, prácticamente, la mitad de Puente Viejo. Había estado preparado para recibir una noticia de ese calibre en cualquier momento, ya que conocía a su amigo y sabía que éste se mostraría implacable hasta hacer caer totalmente en sus redes a Emilia. Pero nada, absolutamente nada, lo había preparado para ver la expresión del más puro deleite en el rostro de Emilia cuando el que creía su enamorado había solicitado el permiso de Raimundo para festejar con ella.
Si cerraba tan sólo los ojos podía ver nítidamente el rostro de su amada Emilia brillando con la ilusión por su amor a Severiano. Alfonso, que la amaba más que a nada en el mundo, se decía que debía estar contento por ella, pero no podía. Era imposible ser feliz por ella sabiendo que en cualquier momento Severiano podría hacer trizas su corazón.
Y él no podía hacer nada tal y como le había explicado a su hermano Ramiro. Él había traído a Severiano a Puente Viejo pensando en hacer un favor a un amigo. Y ahora tal vez, sus acciones terminasen por hacer daño a la mujer que amaba.
Alfonso se maldijo golpeando contra su pierna con el puño cerrado. Sólo podía permanecer a la sombra de Emilia, esperando que las palabras de su hermano Ramiro se cumplieran y que Emilia, usando su buen juicio, fuese capaz de librarse del hechizo que la buena planta y maneras de Severiano habían tejido nublando sus entendederas.
“Deberías de odiarle”.
Las palabras de Ramiro retumbaban una y otra vez en los oídos de Alfonso.
“¡Ódialo!”, volvió a gritar su hermano en su cabeza. “O si sois tan amigos, acéptalo”.
“No… No” gritó Alfonso en su interior. – ¡No!—gritó en medio de la noche. Ramiro no entendía, no comprendía.
Alfonso no podía odiar a Severiano. Tampoco podía apartarse y aceptar su relación con Emilia. No, cuando estaba en disposición de hacerle tanto daño.
“Entonces, ódialo”. “Ódialo”.
“No. Nunca. Jamás”, se repetía a Alfonso a sí mismo combatiendo la voz de Ramiro. “No puedo odiarlo. No puedo permitirme odiarlo”.
Si su hermano supiera jamás le diría que lo odiara. Pero Ramiro no sabía. Su hermano, su familia, la gente que realmente le importaba debía de permanecer ignorante de su mayor secreto.
Sólo Severiano lo conocía. Y Alfonso temía que él terminara por ponerlo al descubierto.
***********************
Severiano y Alfonso se conocían casi desde que eran unos críos. Juntos habían compartido horas ociosas en esa época tan difícil que era el paso de la adolescencia a la madurez para cualquier chico. Juntos habían descubierto las juergas, sus primeras borracheras y sus primeros tonteos con las mozas bien dispuestas.
Y fue en una de esas juergas cuando Severiano y Alfonso descubrieron la cara más oscura de éste último.
A penas tenían diecisiete años cuando ocurrió. Recién cobrada su última paga, los muchachos habían corrido prestos a gastarse unos buenos cuartos a Villalpanda. Totalmente descontrolados, sacaron y sacaron vino hasta terminar con la mayor borrachera de sus vidas.
Sin querer, sus actos desinhibidos llamaron la atención de un par de mozos del pueblo bien dispuestos a buscar jarana.
Alfonso era totalmente incapaz de recordar qué es lo que detonó la pelea. Tan sólo venían a su memoria pequeños fragmentos de imágenes incoherentes. Recordaba como Severiano y él se habían marchado de la taberna, rehuyendo la pelea en, tal vez, el único acto sensato que habían realizado esa noche. Y después vino la oscuridad.
Hasta ese día, y con mucho esfuerzo, sólo había podido recoger funestos retazos del resto de la noche. Recordaba a Severiano cogiéndole del brazo y diciéndole que parara. El rostro ensangrentado del mozo tirado en el suelo. La mirada de pánico en sus ojos vidriosos y heridos. El dolor de los puños heridos de Alfonso, abiertos en cientos de heridas.
Y luego la confusión de Alfonso. Y el asco. Asco por sus acciones, por haber sido capaz de golpear a otra persona hasta la inconsciencia.
Severiano había intentado quitar importancia a lo ocurrido esa noche, con la indolencia propia en él. Había bromeado con Alfonso, haciendo chascarrillos sobre cómo se las gastaba y cómo nunca hubiera imaginado que su amigo pudiera convertirse en esa bestia, pero Alfonso apenas hizo caso a sus bromas mientras poco a poco comenzaba a retraerse en su interior.
Desde ese mismo día, un afligido y avergonzado Alfonso se juró que jamás volvería a dejar escapar la bestia negra oculta en su interior. Y eso implicaba no dejarse llevar jamás por el odio o la furia.
Con los años Alfonso había sido capaz de controlar a la bestia desarrollando un fuerte autocontrol, dando lugar al sensato y tranquilo Alfonso Castañeda que todo el mundo conocía en Puente Viejo.
Y eso que la vida no se lo había puesto nada fácil. A su mente vinieron los recuerdos de las veces que había tenido que reprimir a la bestia y no dejarla aflorar. Como cuando recibió el primer fustigazo de manos de Mauricio. O cuando Ramiro y él apalizaron al secuaz de la Montenegro como represalia por la paliza que casi le costó la vida a su hermano Juan. En esos momentos, la fiera había rugido en su interior y a duras penas había podido controlarla.
Y ahora Severiano, la única persona en el mundo que conocía su secreto, estaba en Puente Viejo. Y Alfonso temía que él pudiera desvelarlo a la persona que más quería en ese mundo. Por eso, Alfonso debía de seguir viendo desde la distancia cómo Severiano cortejaba a Emilia, pendiente de ella en las sombras, convirtiéndose en su confidente aunque aquello lo matase poco a poco…
Y esperar.
Esperar a que Severiano se cansase y se marchase, rezando para que a su partida no dejase detrás el corazón partido de Emilia.
Esperar a que la cordura regresase a su adorada Emilia. Esperar que el velo cayese de sus enamorados ojos y viese al verdadero Severiano.
Y aguantar.
Aguantar por no dejarse llevar por el odio. Aguantar para poder ocultar sus miedos y temores a las personas más importantes de su mundo.
Y evitar explotar manteniendo a la bestia dormida.
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#593
14/09/2011 13:39
Qué bonito y no me parece mala idea la de la pelea. Lo dicho cuando Alfonso Explote fliparemos con La Bestia!!!!!
#594
14/09/2011 14:17
Mari pa matarte has puesto tu ultimo fic sin nombre!!
Bautizalo y añadelo a tu rincón --> https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/1120/30/la-biblioteca-historias-paralelas/
Rincón de Lapuebla
La nueva vecina, Parte XI --> https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/1120/30/la-biblioteca-historias-paralelas/
Parte XII --> https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/1120/30/la-biblioteca-historias-paralelas/
Rincón de Olsi:
Verdadero amor. Parte 3 --> https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/448/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
Rincón de aricia
El secreto de Alfonso castañeda --> https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/1120/31/la-biblioteca-historias-paralelas/
PERO SIAMESITA ¿POR QUÉ ME DEJAS ASI?
Aricia has despertado a la bestiaaaa!!
Bautizalo y añadelo a tu rincón --> https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/1120/30/la-biblioteca-historias-paralelas/
Rincón de Lapuebla
La nueva vecina, Parte XI --> https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/1120/30/la-biblioteca-historias-paralelas/
Parte XII --> https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/1120/30/la-biblioteca-historias-paralelas/
Rincón de Olsi:
Verdadero amor. Parte 3 --> https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/448/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
Rincón de aricia
El secreto de Alfonso castañeda --> https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/1120/31/la-biblioteca-historias-paralelas/
PERO SIAMESITA ¿POR QUÉ ME DEJAS ASI?
Aricia has despertado a la bestiaaaa!!
#595
14/09/2011 14:54
Gracias a las que me habeis leido y os ha gustado mi historia o mi Paca borrachilla jejeje
Capitulo 9 de AMOR,LUCHA Y RENDICIÓN
-¿Qué ocurre madre? –preguntó Tristán -¿Qué noticias son esas?- se acercó hacia ella. –Déjeme ver- Tristán tomó la carta y la leyó en silencio.
-Es del Doctor Palacios- miró a los presentes –nos informa que mañana mismo tenemos que estar en el hospital para la operación- se dirigió a ella -¿Cómo se encuentra madre?-
Francisca se abrazaba la cintura mientras una sombra de temor cubría su mirada. Raimundo se acercó suavemente hacia ella –No temas mi pequeña,todo saldrá bien- ella le miró -¿Cómo puedes…estar tan seguro Raimundo?- él calló. Francisca rió irónicamente –No lo estás…puede que hoy sea mi último día en este mundo…- y agachó la mirada tristemente
Raimundo se aferró a ella.No quería aceptarlo.Dios no lo podía permitir…Dios. Él, que era un ateo confeso,recurría en ese momento a Dios.Haría cualquier cosa si bastase para que su pequeña no se fuera de su lado.Caminaría sobre lava encendida en el mismísimo infierno si eso pudiera salvarla. Pero su mente racional apareció en el último momento. Debían confiar en la pericia de los médicos y en ella.En la fortaleza de su pequeña.
-Doña Francisca- habló Don Anselmo- rezaré por usted.Los caminos del Señor son inexcrutables. Y como tal,debemos aceptar su voluntad,sea la que sea-
-No es su Dios el que va a estar en esa mesa de operaciones,Don Anselmo- explotó Raimundo.Después se giró hacia Francisca –Iré contigo amor mio.No pienso dejarte sola en este momento-
-Pero Raimundo…- ella comenzó a hablar,pero él la silenció con un leve roce de labios. La miró serio –Iré y no hay más que hablar-
Tristán sintió crecer en su interior una corriente de sincero afecto por aquel hombre que ahora abrazaba a su madre.Se sentía irremediablemente unido a él en su pena.Se alegró de contar con el apoyo de Don Raimundo en estos momentos
-Será mejor que me retire.Imagino que tendrán que comenzar con los preparativos del viaje- afirmó el cura. –Doña Francisca,le tendré presente en mis oraciones- le dijo mientras agarraba sus manos entre las suyas- Tristán,muchacho- se giró hacia él –infórmame de todo lo que acontezca.Soledad,niña…ten fe en el altísimo- y se retiró silenciosamente.
-Francisca,yo…- comenzó a hablar Raimundo –he de ir a la Casa de Comidas para informar a Emilia y Sebastián de que me marcho contigo. Ellos entenderán- Se volvió hacia Tristán. –Tristán..hijo…espero que no os moleste que os acompañe…- le miró apenado.
-Usted será bien recibido Raimundo. Soy yo el que le pide que nos acompañe.Su presencia será beneficiosa para mi madre,para Soledad y para mi también. Usted es… como un padre para mi- Raimundo sintió que el corazón le explotaba en el pecho. Soledad se acercó a él y le cogió tiernamente de un brazo –Así es,Raimundo- y le dio un suave beso en la mejilla,tratando de mitigar así el dolor que había vislumbrado en los ojos de aquel gran hombre hacía tan solo un instante.
Francisca sintió que el suelo se caía bajo sus pies mientras veía la escena.No me lleves aún,Dios mio…déjame un poco más con él… pensó mientras su corazón lloraba con ella.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
La casona estaba sumida en el silencio. Francisca se dirigió al despacho con una sola idea en la cabeza.Entró y cerró la puerta con llave tras de sí.Necesitaba ese momento de intimidad en el que iba a…a desnudar su alma.Para él.Para Raimundo.
Con los ojos llenos de lágrimas,tomó aquel tesoro entre sus manos y lo envolvió cuidadosamente. Después,cogió su pluma dispuesta a expresar en palabras el desbordante amor que sentía hacia él.
Raimundo…
Siento que la felicidad me embarga al saber que aún seguimos con este amor que nos consume y a la vez nos da la vida.Vida…¡cuán importante es para mi ahora esta simple palabra cuando siento que se me escapa de las manos…! ¡Cuánto tiempo perdido sin ti,mi amor! Recuerda que nunca he querido nada en este mundo que no fuera tu amor.No quiero otras palabras que no sean las tuyas.No deseo otros besos que no sean los tuyos…Solo te quiero a ti,amor de todos mis tiempos …Y si el destino decide llevarme con él,piénsame Raimundo.Yo seguiré siendo tuya por encima de la muerte.Quiero verte feliz,que leas esta carta y te sientas amado…pues mi corazón tuyo ha sido siempre y lo será durante toda la eternidad.
Me diste de nuevo la vida Raimundo.Por que para mi,Amar,es haberte conocido…
Tu pequeña
Acercó esas líneas a sus labios y depositó en ellas un dulce beso de despedida. Lo guardó en un sobre y lo colocó sobre el paquete. Después se levantó,abrió la puerta y llamó a Rosario.
-¿Deseaba algo Señora?-
-Pasa Rosario.He de…pedirte un gran favor- le dijo mientras le pedía con un gesto de la mano que le siguiera hsta el interior del despacho. –Rosario,¿cuánto hace que nos conocemos?
Rosario estudió a su señora. –Son ya muchos años ama.Desde que las dos no éramos más que unas chiquillas-
Francisca sonrió de manera imperceptible –Demasiados años Rosario,y siempre has estado a mi lado…a pesar de todo…- le miró de reojo. –Se que es grande el abismo de rencor que nos separa,pero no quería marcharme sin...- se detuvo –sin agradecerte todos los años que has estado a mi servicio.Y sobre todo,cómo has cuidado de Tristán y Soledad- la voz se le quebraba.
Rosario se apiadó de ella y se arrodillo a su lado –Señora,no me tache de irrespetuosa.No hice más que cumplir con mi obligación,y además a esos muchachos les quiero como si fueran mis propios hijos- Despúes, le tomó suavemente la mano –Además señora,usted no siempre fue…así.El cruel destino le jugó una mala pasada- frunció el ceño,recordando tiempos pasados. –Pero siempre estamos a tiempo de enmendar nuestros errores,y usted a comenzado apenas este camino ahora- le sonrió.
-Gracias Rosario…pero parece que de lo que menos dispongo ahora es de tiempo…-
-Le tendré presente en mis oraciones ama. Por todo lo que vivimos hace tantos años.Por aquella amistad que compartimos y que no entendía de clases sociales-
Francisca la miró con lágrimas en los ojos y ambas mujeres se unieron en un afectuoso abrazo.
Tras unos minutos, Francisca enjugó sus lágrimas. –Rosario,te hice venir también porque necesito que hagas algo por mi- se levantó del asiento y se dirigió hacia su mesa –Como ya sabes,mañana temprano partimos hacia la capital- tomó el paquete entre sus manos y lo aferró contra su pecho –Necesito que cuando hayamos partido,lleves este paquete a la Casa de Comidas y se lo entregues a Emilia,con la promesa de que se lo entregará a…Raimundo cuando él regrese de la capital- se giró hacia ella. –¿Harías eso por mí,Rosario?-
La mujer se acercó a ella y tomó el encargo con sumo cuidado. –Así se hará señora.Se lo prometo-
Capitulo 9 de AMOR,LUCHA Y RENDICIÓN
-¿Qué ocurre madre? –preguntó Tristán -¿Qué noticias son esas?- se acercó hacia ella. –Déjeme ver- Tristán tomó la carta y la leyó en silencio.
-Es del Doctor Palacios- miró a los presentes –nos informa que mañana mismo tenemos que estar en el hospital para la operación- se dirigió a ella -¿Cómo se encuentra madre?-
Francisca se abrazaba la cintura mientras una sombra de temor cubría su mirada. Raimundo se acercó suavemente hacia ella –No temas mi pequeña,todo saldrá bien- ella le miró -¿Cómo puedes…estar tan seguro Raimundo?- él calló. Francisca rió irónicamente –No lo estás…puede que hoy sea mi último día en este mundo…- y agachó la mirada tristemente
Raimundo se aferró a ella.No quería aceptarlo.Dios no lo podía permitir…Dios. Él, que era un ateo confeso,recurría en ese momento a Dios.Haría cualquier cosa si bastase para que su pequeña no se fuera de su lado.Caminaría sobre lava encendida en el mismísimo infierno si eso pudiera salvarla. Pero su mente racional apareció en el último momento. Debían confiar en la pericia de los médicos y en ella.En la fortaleza de su pequeña.
-Doña Francisca- habló Don Anselmo- rezaré por usted.Los caminos del Señor son inexcrutables. Y como tal,debemos aceptar su voluntad,sea la que sea-
-No es su Dios el que va a estar en esa mesa de operaciones,Don Anselmo- explotó Raimundo.Después se giró hacia Francisca –Iré contigo amor mio.No pienso dejarte sola en este momento-
-Pero Raimundo…- ella comenzó a hablar,pero él la silenció con un leve roce de labios. La miró serio –Iré y no hay más que hablar-
Tristán sintió crecer en su interior una corriente de sincero afecto por aquel hombre que ahora abrazaba a su madre.Se sentía irremediablemente unido a él en su pena.Se alegró de contar con el apoyo de Don Raimundo en estos momentos
-Será mejor que me retire.Imagino que tendrán que comenzar con los preparativos del viaje- afirmó el cura. –Doña Francisca,le tendré presente en mis oraciones- le dijo mientras agarraba sus manos entre las suyas- Tristán,muchacho- se giró hacia él –infórmame de todo lo que acontezca.Soledad,niña…ten fe en el altísimo- y se retiró silenciosamente.
-Francisca,yo…- comenzó a hablar Raimundo –he de ir a la Casa de Comidas para informar a Emilia y Sebastián de que me marcho contigo. Ellos entenderán- Se volvió hacia Tristán. –Tristán..hijo…espero que no os moleste que os acompañe…- le miró apenado.
-Usted será bien recibido Raimundo. Soy yo el que le pide que nos acompañe.Su presencia será beneficiosa para mi madre,para Soledad y para mi también. Usted es… como un padre para mi- Raimundo sintió que el corazón le explotaba en el pecho. Soledad se acercó a él y le cogió tiernamente de un brazo –Así es,Raimundo- y le dio un suave beso en la mejilla,tratando de mitigar así el dolor que había vislumbrado en los ojos de aquel gran hombre hacía tan solo un instante.
Francisca sintió que el suelo se caía bajo sus pies mientras veía la escena.No me lleves aún,Dios mio…déjame un poco más con él… pensó mientras su corazón lloraba con ella.
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La casona estaba sumida en el silencio. Francisca se dirigió al despacho con una sola idea en la cabeza.Entró y cerró la puerta con llave tras de sí.Necesitaba ese momento de intimidad en el que iba a…a desnudar su alma.Para él.Para Raimundo.
Con los ojos llenos de lágrimas,tomó aquel tesoro entre sus manos y lo envolvió cuidadosamente. Después,cogió su pluma dispuesta a expresar en palabras el desbordante amor que sentía hacia él.
Raimundo…
Siento que la felicidad me embarga al saber que aún seguimos con este amor que nos consume y a la vez nos da la vida.Vida…¡cuán importante es para mi ahora esta simple palabra cuando siento que se me escapa de las manos…! ¡Cuánto tiempo perdido sin ti,mi amor! Recuerda que nunca he querido nada en este mundo que no fuera tu amor.No quiero otras palabras que no sean las tuyas.No deseo otros besos que no sean los tuyos…Solo te quiero a ti,amor de todos mis tiempos …Y si el destino decide llevarme con él,piénsame Raimundo.Yo seguiré siendo tuya por encima de la muerte.Quiero verte feliz,que leas esta carta y te sientas amado…pues mi corazón tuyo ha sido siempre y lo será durante toda la eternidad.
Me diste de nuevo la vida Raimundo.Por que para mi,Amar,es haberte conocido…
Tu pequeña
Acercó esas líneas a sus labios y depositó en ellas un dulce beso de despedida. Lo guardó en un sobre y lo colocó sobre el paquete. Después se levantó,abrió la puerta y llamó a Rosario.
-¿Deseaba algo Señora?-
-Pasa Rosario.He de…pedirte un gran favor- le dijo mientras le pedía con un gesto de la mano que le siguiera hsta el interior del despacho. –Rosario,¿cuánto hace que nos conocemos?
Rosario estudió a su señora. –Son ya muchos años ama.Desde que las dos no éramos más que unas chiquillas-
Francisca sonrió de manera imperceptible –Demasiados años Rosario,y siempre has estado a mi lado…a pesar de todo…- le miró de reojo. –Se que es grande el abismo de rencor que nos separa,pero no quería marcharme sin...- se detuvo –sin agradecerte todos los años que has estado a mi servicio.Y sobre todo,cómo has cuidado de Tristán y Soledad- la voz se le quebraba.
Rosario se apiadó de ella y se arrodillo a su lado –Señora,no me tache de irrespetuosa.No hice más que cumplir con mi obligación,y además a esos muchachos les quiero como si fueran mis propios hijos- Despúes, le tomó suavemente la mano –Además señora,usted no siempre fue…así.El cruel destino le jugó una mala pasada- frunció el ceño,recordando tiempos pasados. –Pero siempre estamos a tiempo de enmendar nuestros errores,y usted a comenzado apenas este camino ahora- le sonrió.
-Gracias Rosario…pero parece que de lo que menos dispongo ahora es de tiempo…-
-Le tendré presente en mis oraciones ama. Por todo lo que vivimos hace tantos años.Por aquella amistad que compartimos y que no entendía de clases sociales-
Francisca la miró con lágrimas en los ojos y ambas mujeres se unieron en un afectuoso abrazo.
Tras unos minutos, Francisca enjugó sus lágrimas. –Rosario,te hice venir también porque necesito que hagas algo por mi- se levantó del asiento y se dirigió hacia su mesa –Como ya sabes,mañana temprano partimos hacia la capital- tomó el paquete entre sus manos y lo aferró contra su pecho –Necesito que cuando hayamos partido,lleves este paquete a la Casa de Comidas y se lo entregues a Emilia,con la promesa de que se lo entregará a…Raimundo cuando él regrese de la capital- se giró hacia ella. –¿Harías eso por mí,Rosario?-
La mujer se acercó a ella y tomó el encargo con sumo cuidado. –Así se hará señora.Se lo prometo-
#596
14/09/2011 14:57
Raimundo entró presuroso en la casa de comidas.
-Pero padre,¡al fin aparece!- Emilia se dirigió hacia Raimundo. –Ande,enséñeme esas manos.Sebastián me contó que las tenía llenas de cortes- Emilia inspeccionó sus manos.
-Emilia hija estoy bien- comenzó a hablar Raimundo –Siento llegar tan tarde,pero…-
-No hace falta que me diga nada,padre- lo interrumpió Emilia -Sebastián y yo estuvimos hablando hasta bien entrada la madrugada.Y me contó todo- Raimundo la miró de reojo –Si padre, no me mire así.Cuando digo todo es…todo.Me habló de la enfermedad de Doña Francisca y de cómo usted marcho raudo a su lado.Y a juzgar por las horas a las que aparece,creo que la Doña debió de recibirle muy bien- soltó Emilia con un deje irónico en su voz.
-Hija,cuando te enamores sabrás que se pueden hacer muchas locuras en nombre de ese sentimiento- Raimundo prosiguió. –Pero también que se ha de estar con la persona amada en los momentos complicados- su tono de voz cambió –y este es uno de esos momentos- miró a su hija.
Emilia sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas al ver a su padre tan abatido. Nada pudo decirle.Solo echarse a sus brazos y dejar que ellos reconfortaran su ánimo.
-Vamos hija,no sufras por tu padre-le dijo,tratando que su voz no se quebrase por la angustia,pero sin éxito. Se separó de ella,sujetándole por los hombros –Sebastián ¿ya marchó a la conservera?- me gustaría hablar con los dos un momento-
Emilia le miró extrañada –Si padre,aún debe estar en su habitación.Iré a buscarlo-
Al cabo de un rato, se encontraban los tres sentados en una de las mesas de la taberna. Raimundo les puso al corriente de la situación.
-Como veis hijos,no puedo separarme de ella en estos momentos.Me necesita a su lado y yo quiero estar ahí para ella- miró a sus hijos -¿Lo entendeis,verdad?-
-Cómo no vamos a entenderlo,padre – habló Sebastián –Siento mucho que estén pasando por todo esto,ahora que las cosas entre Doña Francisca y usted se habían solucionado-
-Solo espero que todo salga bien- Emilia tomó una de las manos de su padre entre las suyas –Y contará con todo nuestro apoyo si…- no sabía cómo decirlo –si las cosas no salen como se espera-
Raimundo sonrió a su hija –Emilia,no pensemos ahora en eso.No va a suceder.Y en el caso de que así sea…- un nudo en la garganta le impedía casi hablar,pero prosiguió –en el caso de que así sea,ya cruzaremos ese puente- Raimundo se levantó –y ahora tengo que dejaros.He de preparar algo de ropa y otros enseres para el viaje-
-Yo me despido aquí padre,he de marchar ya a la conservera- Sebastián se levantó y se abrazó a Raimundo. –Mantenganos informados.Y cualquier cosa que necesite,haganoslo saber ¿entendido?- Raimundo sonrió –Cristalino hijo-
Sebastián se puso su sombrero y salió por la puerta. Raimundo acarició suavemente el rostro de su hija y subió a preparar el equipaje.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
La calesa estaba preparada.Francisca comenzaba a impacientarse. -¿Dónde se habrá metido ese condenado tabernero?- se movía de arriba a bajo como si fuera un gato enjaulado.
-No se impaciente madre,aún hay tiempo- Tristán miró su reloj. -¿Tantas ganas tiene de volver a verle?- Francisca miró feroz a su hijo,pero se derritió al verle sonriendo de medio lado,en un gesto que le recordó tanto a Raimundo,que no pudo por menos que sonreir ella también.
-Señora no tardará- habló Pepa. –Si quiere puedo preparale una tisana para calmar sus nervios-
Francisca la miró arqueando una ceja -¿Y quién dice que estoy nerviosa partera?-
-Madre…- Tristán aferraba a Pepa por la cintura –Pepa solo está siendo amable-
-No te inquietes Tristán.Estoy acostumbrada a las lindezas de tu madre- miró fijamente a los ojos Francisca. De repente la doña miró a su hijo y le dijo
-Tristán,vete afuera a ver si viene ya Raimundo-
-Madre,no va a llegar antes porque yo salga a buscarle- Pero al ver la mirada de su madre,resopló,dio un suave beso a Pepa y salió al exterior.
-Al fin un momento a solas partera- habló Francisca. –Quería hablar unas cosas contigo-
-Hable Señora.Le escucho.- Pepa se acercó a ella –Pero no le voy a consentir que me falte el respeto en ningún momento.Esté usted enferma o no-
Francisca sonrió. Mal que le pesara,le gustaba el carácter de esa muchacha.Era valiente,orgullosa y decidida.En algunos momentos le recordaba a ella misma.La observó con sincero afecto.
-¿Sabes Pepa Aguirre? Creo que serás una buenoa influencia para mi hijo- Pepa se quedó estupefacta. –Y mas vale que le hagas feliz- Francisca se acercaba a ella con esa pose tan amenzadora que ya le resultaba tan familiar. –o te perseguiré el resto de tu vida.Este yo viva o muerta- sentenció.
Pepa sonrió por primera vez a Francisca. –No se preocupe señora.Amo a Tristán con todo mi corazón y cuando se ama a alguien solo se desea su felicidad- la miró detenidamente –usted debe saber eso ¿no?-
-Realmente me caes bien Pepa Aguirre.Pero no te pases demasiado con tus…chanzas-
De repente la puerta se abrió y a los pocos instantes aparecía Tristán seguido de un Raimundo tan apuesto que Francisca sintió que le temblaban las rodillas.
-Veo que he acertado poniéndome este viejo traje,mi pequeña- susurró Raimundo mientras se acercaba como un cazador a su presa,hasta llegar a su lado y robarle el aliento con un profundo beso. –Hola,mi princesa.Siento el retraso-
-Tranquilo,no pasa nada- Francisca le miró con adoración –Estábamos aquí esperándote pacientemente- ahora fue ella la que le robó un beso.
Tristán puso los ojos en blanco.Si claro.Paciente.La cualidad más conocida de Francisca Montenegro. -Madre,si ya han terminado de…saludarse,será mejor que nos pongamos en camino-
-Pero padre,¡al fin aparece!- Emilia se dirigió hacia Raimundo. –Ande,enséñeme esas manos.Sebastián me contó que las tenía llenas de cortes- Emilia inspeccionó sus manos.
-Emilia hija estoy bien- comenzó a hablar Raimundo –Siento llegar tan tarde,pero…-
-No hace falta que me diga nada,padre- lo interrumpió Emilia -Sebastián y yo estuvimos hablando hasta bien entrada la madrugada.Y me contó todo- Raimundo la miró de reojo –Si padre, no me mire así.Cuando digo todo es…todo.Me habló de la enfermedad de Doña Francisca y de cómo usted marcho raudo a su lado.Y a juzgar por las horas a las que aparece,creo que la Doña debió de recibirle muy bien- soltó Emilia con un deje irónico en su voz.
-Hija,cuando te enamores sabrás que se pueden hacer muchas locuras en nombre de ese sentimiento- Raimundo prosiguió. –Pero también que se ha de estar con la persona amada en los momentos complicados- su tono de voz cambió –y este es uno de esos momentos- miró a su hija.
Emilia sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas al ver a su padre tan abatido. Nada pudo decirle.Solo echarse a sus brazos y dejar que ellos reconfortaran su ánimo.
-Vamos hija,no sufras por tu padre-le dijo,tratando que su voz no se quebrase por la angustia,pero sin éxito. Se separó de ella,sujetándole por los hombros –Sebastián ¿ya marchó a la conservera?- me gustaría hablar con los dos un momento-
Emilia le miró extrañada –Si padre,aún debe estar en su habitación.Iré a buscarlo-
Al cabo de un rato, se encontraban los tres sentados en una de las mesas de la taberna. Raimundo les puso al corriente de la situación.
-Como veis hijos,no puedo separarme de ella en estos momentos.Me necesita a su lado y yo quiero estar ahí para ella- miró a sus hijos -¿Lo entendeis,verdad?-
-Cómo no vamos a entenderlo,padre – habló Sebastián –Siento mucho que estén pasando por todo esto,ahora que las cosas entre Doña Francisca y usted se habían solucionado-
-Solo espero que todo salga bien- Emilia tomó una de las manos de su padre entre las suyas –Y contará con todo nuestro apoyo si…- no sabía cómo decirlo –si las cosas no salen como se espera-
Raimundo sonrió a su hija –Emilia,no pensemos ahora en eso.No va a suceder.Y en el caso de que así sea…- un nudo en la garganta le impedía casi hablar,pero prosiguió –en el caso de que así sea,ya cruzaremos ese puente- Raimundo se levantó –y ahora tengo que dejaros.He de preparar algo de ropa y otros enseres para el viaje-
-Yo me despido aquí padre,he de marchar ya a la conservera- Sebastián se levantó y se abrazó a Raimundo. –Mantenganos informados.Y cualquier cosa que necesite,haganoslo saber ¿entendido?- Raimundo sonrió –Cristalino hijo-
Sebastián se puso su sombrero y salió por la puerta. Raimundo acarició suavemente el rostro de su hija y subió a preparar el equipaje.
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La calesa estaba preparada.Francisca comenzaba a impacientarse. -¿Dónde se habrá metido ese condenado tabernero?- se movía de arriba a bajo como si fuera un gato enjaulado.
-No se impaciente madre,aún hay tiempo- Tristán miró su reloj. -¿Tantas ganas tiene de volver a verle?- Francisca miró feroz a su hijo,pero se derritió al verle sonriendo de medio lado,en un gesto que le recordó tanto a Raimundo,que no pudo por menos que sonreir ella también.
-Señora no tardará- habló Pepa. –Si quiere puedo preparale una tisana para calmar sus nervios-
Francisca la miró arqueando una ceja -¿Y quién dice que estoy nerviosa partera?-
-Madre…- Tristán aferraba a Pepa por la cintura –Pepa solo está siendo amable-
-No te inquietes Tristán.Estoy acostumbrada a las lindezas de tu madre- miró fijamente a los ojos Francisca. De repente la doña miró a su hijo y le dijo
-Tristán,vete afuera a ver si viene ya Raimundo-
-Madre,no va a llegar antes porque yo salga a buscarle- Pero al ver la mirada de su madre,resopló,dio un suave beso a Pepa y salió al exterior.
-Al fin un momento a solas partera- habló Francisca. –Quería hablar unas cosas contigo-
-Hable Señora.Le escucho.- Pepa se acercó a ella –Pero no le voy a consentir que me falte el respeto en ningún momento.Esté usted enferma o no-
Francisca sonrió. Mal que le pesara,le gustaba el carácter de esa muchacha.Era valiente,orgullosa y decidida.En algunos momentos le recordaba a ella misma.La observó con sincero afecto.
-¿Sabes Pepa Aguirre? Creo que serás una buenoa influencia para mi hijo- Pepa se quedó estupefacta. –Y mas vale que le hagas feliz- Francisca se acercaba a ella con esa pose tan amenzadora que ya le resultaba tan familiar. –o te perseguiré el resto de tu vida.Este yo viva o muerta- sentenció.
Pepa sonrió por primera vez a Francisca. –No se preocupe señora.Amo a Tristán con todo mi corazón y cuando se ama a alguien solo se desea su felicidad- la miró detenidamente –usted debe saber eso ¿no?-
-Realmente me caes bien Pepa Aguirre.Pero no te pases demasiado con tus…chanzas-
De repente la puerta se abrió y a los pocos instantes aparecía Tristán seguido de un Raimundo tan apuesto que Francisca sintió que le temblaban las rodillas.
-Veo que he acertado poniéndome este viejo traje,mi pequeña- susurró Raimundo mientras se acercaba como un cazador a su presa,hasta llegar a su lado y robarle el aliento con un profundo beso. –Hola,mi princesa.Siento el retraso-
-Tranquilo,no pasa nada- Francisca le miró con adoración –Estábamos aquí esperándote pacientemente- ahora fue ella la que le robó un beso.
Tristán puso los ojos en blanco.Si claro.Paciente.La cualidad más conocida de Francisca Montenegro. -Madre,si ya han terminado de…saludarse,será mejor que nos pongamos en camino-
#597
14/09/2011 14:58
Francisca le miró furiosa mientras Raimundo saltaba una carcajada. –Vamos saliendo pequeña…creo que ellos también quieren…despedirse- Raimundo guiñó un ojo a Tristan y salió del comedor,de la mano de Francisca.
-Debería ir con vosotros amor mio- Pepa se abrazó a Tristán –Necesitas mi apoyo en estos momentos-
Tristán la separó de su pecho y tomando su rostro,la besó suavemente en los labios. –Tienes trabajo aquí Pepa, no puedes ausentarte tanto tiempo- la abrazó contra él –Pensaré en ti todos los días y todas las noches-
Pepa le miró –regresa pronto soldado.Y a ser posible…con tu madre.Creo que echaría de menos sus disputas- arrugó el entrecejo. Tristán sonrió y acto seguido tomó su boca en un abrasador beso.
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-¿Cuánto tiempo es necesario para despedirse?- bufó Francisca,que se encontraba acomodada en la calesa al lado de Raimundo.Frente a ellos,Soledad miraba resignada a su madre. Siempre igual, pensó.
Raimundo tomó su mano y le dijo: -Son jóvenes Francisca. ¿Recuerdas cómo nos…”despedíamos” nosotros cada día?- levantó burlón una ceja. –Siempre tardábamos mucho- Francisca miró a Soledad que observaba la escena divertida.La vergüenza hizo aparición en su rostro que se puso de color escarlata.Soledad no pudo reprimirse por mas tiempo y saltó en carcajadas al ver cómo Raimundo era capaz de descolocar de esa manera a su madre. –Esta me la vas a pagar,maldito tabernero-
De repente la puerta de la calesa se abrió y Tristán se acomodó al lado de su hermana. –Será mejor que partamos.Hemos de llegar antes de que anochezca-
Raimundo se acercó al oido de Francisca y suavemente le susurró -¿Cómo me lo vas a hacer pagar,mi pequeña?- el tono ronco de su voz y su cercanía,estaba provocando estragos en Francisca.Se giró hacía él y se perdió en sus ojos.Como siempre.
-Me temo que este va a ser un viaje muyyyy largo- resopló Tristán mientras ponía los ojos en blanco. Soledad sonrió ante la ocurrencia de su hermano y observó a los enamorados que no paraban de besarse y hacerse carantoñas.
Si, pensó divertida.Será un viaje muy largo.
-Debería ir con vosotros amor mio- Pepa se abrazó a Tristán –Necesitas mi apoyo en estos momentos-
Tristán la separó de su pecho y tomando su rostro,la besó suavemente en los labios. –Tienes trabajo aquí Pepa, no puedes ausentarte tanto tiempo- la abrazó contra él –Pensaré en ti todos los días y todas las noches-
Pepa le miró –regresa pronto soldado.Y a ser posible…con tu madre.Creo que echaría de menos sus disputas- arrugó el entrecejo. Tristán sonrió y acto seguido tomó su boca en un abrasador beso.
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-¿Cuánto tiempo es necesario para despedirse?- bufó Francisca,que se encontraba acomodada en la calesa al lado de Raimundo.Frente a ellos,Soledad miraba resignada a su madre. Siempre igual, pensó.
Raimundo tomó su mano y le dijo: -Son jóvenes Francisca. ¿Recuerdas cómo nos…”despedíamos” nosotros cada día?- levantó burlón una ceja. –Siempre tardábamos mucho- Francisca miró a Soledad que observaba la escena divertida.La vergüenza hizo aparición en su rostro que se puso de color escarlata.Soledad no pudo reprimirse por mas tiempo y saltó en carcajadas al ver cómo Raimundo era capaz de descolocar de esa manera a su madre. –Esta me la vas a pagar,maldito tabernero-
De repente la puerta de la calesa se abrió y Tristán se acomodó al lado de su hermana. –Será mejor que partamos.Hemos de llegar antes de que anochezca-
Raimundo se acercó al oido de Francisca y suavemente le susurró -¿Cómo me lo vas a hacer pagar,mi pequeña?- el tono ronco de su voz y su cercanía,estaba provocando estragos en Francisca.Se giró hacía él y se perdió en sus ojos.Como siempre.
-Me temo que este va a ser un viaje muyyyy largo- resopló Tristán mientras ponía los ojos en blanco. Soledad sonrió ante la ocurrencia de su hermano y observó a los enamorados que no paraban de besarse y hacerse carantoñas.
Si, pensó divertida.Será un viaje muy largo.
#598
14/09/2011 16:06
Mucho me temo que la cabecera de la biblioteca ha llegado a su límite de caracteres... :S
#599
14/09/2011 17:15
Mari, esto me lo estaba empezando a temer yo pork son muchos banners y tal, no se me ocurre como lo vamos ha hacer...
#600
14/09/2011 17:23
Hola! Xq no creais otro hilo. La biblioteca 2. Se parten las historias. Puede ser un poco lioso pero no se me ocurre otra. Partid los banners y decid que a las escritoras que en el hilo que tenga su banner pueden poner alli su historia. No se.