Foro El secreto de Puente Viejo
La Biblioteca (A - K)
#0
17/08/2011 13:26
EL RINCÓN DE AHA
El destino.
EL RINCÓN DE ÁLEX
El Secreto de Puente Viejo, El Origen.
EL RINCÓN DE ABRIL
El mejor hombre de Puente Viejo.
La chica de la trenza I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII.
EL RINCÓN DE ALFEMI
De siempre y para siempre.
Hace frío I, II.
Pensando en ti.
Yo te elegí a ti.
EL RINCÓN DE ANTOJEP
Bajo la luz de la luna I, II, III, IV.
Como un rayo de sol I, II, III, IV.
La traición I, II.
EL RINCÓN DE ARICIA
Reacción I, II, III, IV.
Emilia, el lobo y el cazador.
El secreto de Alfonso Castañeda.
La mancha de mora I, II, III, IV, V.
Historias que se repiten. 20 años después.
La historia de Ana Castañeda I, II, III, VI, V, Final.
EL RINCÓN DE ARTEMISILLA
Ojalá fuera cierto.
Una historia de dos
EL RINCÓN DE CAROLINA
Mi historia.
EL RINCÓN DE CINDERELLA
Cierra los ojos.
EL RINCÓN DE COLGADA
Cartas, huidas, regalos y el diluvio universal I-XI.
El secreto de Gregoria Casas.
La decisión I,II, III, IV, V.
Curando heridas I,II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII.
una nueva vida I,II, III
EL RINCÓN DE CUQUINA
Lo que me sale de las teclas.
El origen de Tristán Ulloa.
EL RINCÓN DE EIZA
En los ojos de un Castañeda.
Bajando a los infiernos.
¡¿De qué?!
Pensamientos
EL RINCÓN DE FERMARÍA
Noche de bodas. (Descarga directa aquí)
Lo que no se ve.
En el baile.
De valientes y cobardes.
Descubriendo a Alfonso.
¿Por qué no me besaste?
Dejarse llevar.
Amar a Alfonso Castañeda.
Serenidad.
Así.
Quiero.
El corazón de un jornalero (I) (II).
Lo único cierto I, II.
Tiempo.
Sabor a chocolate.
EL RINCÓN DE FRANRAI
Un amor inquebrantable.
Un perfecto malentendido.
Gotas del pasado.
EL RINCÓN DE GESPA
La rutina.
Cada cosa en su sitio.
El baile.
Tomando decisiones.
Volver I, II.
Chismorreo.
Sola.
Tareas.
El desayuno.
Amigas.
Risas.
La manzana.
EL RINCÓN DE INMILLA
Rain Over Me I, II, III.
EL RINCÓN DE JAJIJU
Diálogos que nos encantaría que pasaran.
EL RINCÓN DE KERALA
Amor, lucha y rendición I - VII, VIII, IX, X, XI (I) (II), XII, XIII, XIV, XV, XVI,
XVII, XVIII, XIX, XX (I) (II), XXI, XXII (I) (II).
Borracha de tu amor.
Lo que debió haber sido.
Tu amor es mi droga I, II. (Escena alternativa).
PACA´S TABERN I, II.
Recuerdos.
Dibujando tu cuerpo.
Tu amor es mi condena I, II.
Encuentro en la posada. Historia alternativa
Tu amor es mi condena I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII, XIV, XV, XVI
#381
05/09/2011 16:12
La puebla, es precioso... no puedo ni imaginarme el sufrimiento de Ramiro, sólo en este mundo. Y de Emilia Castañeda, exiliada.
También me ha dado mucha pena que la cajita dejase de funcionar al mismo tiempo que dejaba de hacerlo su abuelo.
Me encanta como escribes, sigue así.
También me ha dado mucha pena que la cajita dejase de funcionar al mismo tiempo que dejaba de hacerlo su abuelo.
Me encanta como escribes, sigue así.
#382
05/09/2011 16:24
Siamesa, esto no se hace, yo aqui en el curro y llorando a lagrima viva, sabia que tenia que haberlo leio en casa!!! la escusa de que se me haya metio algo en el ojo no vale, porque lloro por los dos, me ha encantado, todo absolutamente todo!!!! uffs mi ramiro...
MARI, no te olvides de poner en el rincon de Pepa "EL ULTIMO CASTAÑEDA" que lo necesitare, lo voy a leer mil veces!
Voy con Gespa!! Espero que con el tuyo me ria, no quiero llorar mas!!!
EDITO: gespa me encanta, es una delicia, podia pasar algo asi en verdad!!! estoy imaginandome ya a ramiro y raimundo planeando ese encontronazo con alfonso y el meapiscinas y que emilia lo escuche todo!!! Ais!!
MARI, no te olvides de poner en el rincon de Pepa "EL ULTIMO CASTAÑEDA" que lo necesitare, lo voy a leer mil veces!
Voy con Gespa!! Espero que con el tuyo me ria, no quiero llorar mas!!!
EDITO: gespa me encanta, es una delicia, podia pasar algo asi en verdad!!! estoy imaginandome ya a ramiro y raimundo planeando ese encontronazo con alfonso y el meapiscinas y que emilia lo escuche todo!!! Ais!!
#383
05/09/2011 16:31
Gracias a todas por esos mensajes tan cariñosos. Son como un "achuchón" vía electrónica. Y hay días en los que se necesitan.....
Eiza, confieso que pensaba en ti cuando escribía la parte del tío Ramiro jejejeje. Ya sabía yo que sería nombrarte al menor de los Castañeda y que te emocionaras......
Eiza, confieso que pensaba en ti cuando escribía la parte del tío Ramiro jejejeje. Ya sabía yo que sería nombrarte al menor de los Castañeda y que te emocionaras......
#384
05/09/2011 16:46
PEPA....ES PRECIOSO...ayss que bonito...en serio...
#385
05/09/2011 16:53
Familia¡¡ Estoy un poco desaparecido estos días, porque como ya os dije, son las fiestas de mi pueblo. Pero cuando acaben (en cosa de 3 días y si puedo antes) os prepararé un PEDAZO DE ESPECIAL COMO UN RAYO DE SOL sobre Sebas y Sole. Un besazo¡¡ Se os quiere :D
#386
05/09/2011 17:04
Pepa, que bonito tu relato... me has puesto la piel de gallina!! muchas gracias!!
#387
05/09/2011 22:21
Os dejo otro relato...también de Emilia y Alfonso...se titula LA VUELTA
https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/347/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/347/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
#388
05/09/2011 22:48
jajaja, siamesa, ya sabia yo que me tenias en mente cuando mencionabas a mi ramiro, y como he llorado!!!
#389
05/09/2011 23:56
Gespa me ha gustado muy mucho!!!!! Voy a ver si escribo un poco mas del mio ya que estoy en casa y trankila y lo subo, que no habre escrito mas de cuatro o cinco parrafos, quezas seis!! pero prometo que de esta mandruga no pasa!!
#390
06/09/2011 00:05
Eso yari... dale más a la tuya.. que nos has dejado intrigadas a ver que clase de estrategias sigue san ramirin.. y de telon de fondo Alf y Emi....
#391
06/09/2011 00:17
Y YO SIN VERTE – 3ª PARTE
Alfonso soltó con desgana la azadilla y se sentó en el taburete. Necesitaba estar sólo y, con la excusa de buscar unas herramientas, fue al pajar que ahora Severiano utilizaba para dormir, excepto cuando iba a Villalpanda de farra para no volver hasta el día siguiente. Deseaba que ése fuera uno de esos días porque lo que menos le apetecía era echárselo a la cara.
Sin darse apenas cuenta, se llevó la mano a los labios. El sabor de los de Emilia seguía en ellos al igual que su calor y todo su cuerpo volvió a estremecerse al revivir ese beso que creía que nunca iba a repetirse. Se preguntaba si sería capaz de volver a enfrentarla. Podía intentar esquivarla, rehuirla, pero en aquel pueblo tan chico sería imposible no cruzársela. Debería enclaustarse en casa evitando ese reencuentro o, simplemente irse de allí, buscar su futuro en otro lugar y tratar de dejar su pasado y su corazón en Puente Viejo, abandonando allí la incertidumbre de lo que pudo haber sido y nunca fue.
Habrían sido tan felices... de eso estaba seguro. Habría sido dichoso amaneciendo cada día a su lado, siendo su rostro lo primero que viera al despertar. Su voz y su sonrisa serían lo que ocuparían su pensamiento durante todo el día hasta poder volver a su lado cada noche, a su calor, y la amaría hasta quedar dormidos uno en brazos del otro, siendo la luz de sus ojos la que iluminara sus sueños. Y a cambio de todo eso, él se habría desvivido por hacerla dichosa, cada segundo de sus días, llenándola de besos y caricias, deseándola y enamorándola un poco más cada día, convenciéndola con palabras y hechos de ser lo más preciado con lo que pudo obsequiarle la vida.
Todo aquello pudo haber sido y ya nunca sería...
Ruidos en el exterior le obligaron a apartar sus pensamientos de Emilia. Seguramente era el porfiado de su hermano dando de nuevo la tabarra con la idea de que hablara con ella, así que esperó cabizbajo el consecuente sermón.
-Alfonso...
Por un segundo creyó estar enloqueciendo. Era tanta la necesidad que tenía de ella que su subconsciente le jugaba malas pasadas y le hacía escuchar su voz en todas partes.
-Alfonso...
La tortura seguía y se obligó a girar la cabeza hacia la puerta para convencerse de que aquello era un mero espejismo, cuando Emilia se personificó ante sus ojos.
-Emilia -exclamó sobresaltado, levantándose.
-No quería molestarte -entró ella tímidamente.
-Tú nunca molestas -dijo, esforzándose por controlar el temblor de su cuerpo.
De pronto, la idea de que pudiera estar allí en busca de Severiano se tornó en una punzada dolorosa en su pecho.
-He ido a tu casa a buscarte y Ramiro me ha dicho dónde encontrarte -le dijo ella entonces y la rabia dejó paso al temor. -Quería hablar contigo.
Alfonso tragó saliva.
-Tú dirás -asintió tratando de aguantar el tipo.
-Es sobre lo que pasó hace un rato... -anunció, como si fuera necesario, aunque Alfonso le pidió con un gesto que callara, obedeciendo ella.
-Sé que lo correcto sería pedirte perdón por lo sucedido -comenzó él a decirle, -pero no puedo disculparme por mis sentimientos -añadió como si se tratase de un delito del que acarrearía cualquier consecuencia.
A Emilia le dio un vuelco el corazón, donde empezaban a rebosar de nuevo las ilusiones.
-Dime qué sentimientos son esos, Alfonso -le pidió con la voz llena de esperanza. -¿Qué sientes por mí?
El primer impulso de Alfonso fue callar, o mentir, pero los ojos de Emilia se clavaron en los suyos, expectantes, indagadores, queriendo descubrir en ellos lo que él no se atrevía a decir. Sí, está vez se lo diría, porque le dolía el alma de esconder su amor allí.
-Siento que te quiero con locura -le confesó, poniendo su corazón en sus manos.
Y Emilia consumió la distancia que los separaba casi a la carrera, lanzándose a los brazos de Alfonso, mientras sus labios buscaban deliberadamente los de él.
En Alfonso hubo un segundo de aturdimiento, sólo uno, hasta que los labios de Emilia demandaban exigentes los suyos, así que la besó, con su boca y con su cuerpo que la atrapaba contra él, necesitado de ella. Bebieron de su aliento hasta consumirlo, obligándose a romper un beso que querían que durase para siempre, aunque no rompieron su abrazo, se fundieron en él hasta acompasar sus corazones desbocados.
-Emilia, ¿significa esto que me quieres? -se atrevió él a preguntar.
La muchacha levantó la cabeza que reposaba en su hombro y lo miró directamente a los ojos, para que pudiera leer en ellos lo que iba a decirle.
-Tanto que siento que me va a estallar el pecho.
Alfonso sonrió exultante de felicidad y volvió a besarla, mientras rodeaba con sus brazos su cintura y la alzaba del suelo, para comenzar a dar vueltas.
-¡Bájame, Alfonso! -gritó Emilia justo antes de que, con su forcejeo, perdieran el equilibrio y cayeran sobre el montón de paja, quedando ella debajo de él.
Ambos rompieron a reír como si de una chiquillada se tratase, pero, poco a poco, se fue apagando su risa mientras se encendían sus miradas. Entonces, muy despacio, Alfonso se inclinó sobre ella, alcanzando sus labios para besarlos con lentitud y ternura, recorriéndolos después con ahínco como si su piel necesitara memorizarlos. Emilia se dejó besar y besó. Alzó sus manos hundiéndolas en el cabello de Alfonso notado como las de él se anclaban en su cintura y ese beso se iba llenando de necesidad, alimentándose de sus suspiros y su sabor, en una caricia cada vez más íntima y osada.
#392
06/09/2011 00:18
De pronto, Alfonso se separó de Emilia, incorporándose.
-Esto no está bien -sentenció.
Emilia se sentó a su lado, con el semblante lleno de contradicciones y miedos.
-¿A qué te refieres?
-A que te quiero, Emilia -dijo apretando la mandíbula y apoyando la frente entre sus manos.
-Lo dices como si fuera un tormento -se apenó ella.
-Es que lo es -afirmó mirándola ahora de frente, -porque te quiero en todos los sentidos -añadió. -Quiero mi corazón rebosante de tu cariño, pero también deseo tenerte.
Emilia bajó el rostro, azorada al entender el significado de aquellas palabras y quedó en silencio, mortificando aún más a Alfonso.
-¿Y sentir eso es malo? -preguntó entonces ella con lo que parecía culpabilidad, culpable de sentirlo igual que él.
Alfonso sintió como el corazón le daba un vuelco pues esperaba cualquier respuesta, excepto ésa.
-Escucha lo que te voy a decir, Emilia Ulloa -le alzó la barbilla para que lo mirara. -Si es malo que me lleven los demonios porque no voy a dejar de amarte como lo hago -le declaró con ardor.
-Pues me temo que acabaremos juntos en el infierno porque yo quiero conocer el amor de tu mano -le susurró ella mientras él negaba con la cabeza. -Quiero saber cómo es ese amor tuyo, Alfonso.
Y Emilia buscó su boca con la suya para impedir cualquier excusa o impedimento.
Dios fue testigo de que él quiso luchar contra su propio deseo, pero la pasión que Emilia desató en su interior era difícil de sofocar. Tomó sus mejillas para separarse de ella y mirar sus ojos que lucían brillantes mientras sus labios sonrosados esperaban entreabiertos el siguiente beso. Él cumplió obediente, dejando que sus manos recorrieran su rostro hasta su cuello y, de ahí, hasta la botonadura de su blusa.
-¿Estás segura? -quiso preguntarle, pero ella continuó con el beso, desoyendo la demanda, así que, poco a poco, comenzó a desabrochar los botones hasta quitarle la prenda. Luego se separó de ella y tomó con delicadeza la trenza de su pelo y la deshizo cuidadosamente, dejándolo caer en suave cascada sobre su espalda y sus hombros. Desde allí, Alfonso acarició la piel de sus brazos, que la prenda interior femenina había dejado al descubierto, hasta sus manos, que llevó hasta su boca para besarlas y que dejó luego sobre su pecho.
Emilia comprendió la petición de Alfonso y, sin saber muy bien qué hacer, desanudó el pañuelo que él siempre acostumbraba a llevar al cuello e hizo lo propio con su camisa, aunque fue más allá y le quitó también la camiseta interior con sonrisa tímida en los labios. La imagen vivida esa misma mañana cuando lo vio cortando leña volvió a su mente, al igual que ese ardor indescriptible en su interior pero con la diferencia de que, ésta vez, podía cumplir con el deseo de alargar la mano y sentir el tacto de su piel. Alfonso notó como los dedos de Emilia, cual cincel divino, iban moldeando uno a uno los músculos de su torso y sus brazos, lanzando escalofríos a lo largo y ancho de todo su cuerpo, al paso que lo devoraba con los ojos.
Se besaron con ansia y vehemencia. En ritual de amor, comenzaron a deshacerse de sus ropas que tanto estorbaban ya, quedando finalmente tumbados sobre la paja, con la piel del otro como único abrigo. El cuerpo de Emilia temblaba bajo el de Alfonso aunque él lo que deseaba era hacerlo vibrar. Bebió de la curva de su cuello, dibujó con sus labios la línea de su escote y saboreó la cima de sus pechos haciendo que Emilia se arqueara contra él, amasando su cabello entre sus dedos y enredando sus piernas con las de él, aunque aquello no era suficiente, Alfonso quería más. Entonces sus manos emprendieron el viaje por la figura femenina, hacia su cintura y sus caderas, yendo una de ellas más allá, hasta alcanzar su intimidad. Ahí fue donde Emilia susurró su nombre... Alfonso..., eso era, y él, estremecido, buscó con su boca la de Emilia que se abría en busca de aliento. Alfonso le regaló el suyo mientras sus dedos seguían acariciándola de una forma que ella jamás se había atrevido a imaginar, haciendo que su cuerpo amenazara con prenderse fuego si Alfonso seguía tocándola así, y él siguió hasta que se le hizo imposible reprimir su propio deseo.
Abandonó la tersura de su carne y separó sus labios de los de ella para buscar sus ojos; eran como dos tizones llameantes de pasión. Con toda la delicadeza que residía en su ser, Alfonso tomó a Emilia. Cuando tropezó con su virtud, le regaló un beso con la que trató de turbarla y que su mente obnubilada flotara lejos de allí, aunque no fue lo suficientemente lejos como para que Emilia no notase aquel dolor penetrante que la atravesó cuando Alfonso quebró su pureza, robándole la respiración y haciendo que su cuerpo se tensase como la cuerda de un arco. Aunque duró menos que un segundo, lo que tardó en encontrar la mirada de Alfonso, que se había detenido en seco, observándola mortificado por no poder ser él quien sufriera aquel dolor, deseando padecerlo mil veces con tal que evitarle a ella esa única vez.
Emilia sintió sus ojos aguarse de la emoción pero no hizo caso. Alzó un poco su rostro hacia el de Alfonso y lo besó a modo de expiación, otorgándole un perdón que para ella era innecesario pero que a él lo liberaba de su propia prisión. Aquel beso fue un elixir curativo para los dos, encediendo de nuevo la llama que había quedado latente en su unión. El cuerpo de Emilia quedó laxo, a merced del de Alfonso que comenzó a mecerla con el suyo, iniciando aquella sinfonía que los llevaría de la mano hacia el infinito; Emilia era la partitura que Alfonso sabía leer a la perfección, había nacido para amar a esa mujer y ser amado por ella.
Poco a poco, el adagio se tornó en crescendo... el ritmo de la melodía iba aumentado conforme crecía la intensidad de sus caricias, sus besos y el balanceo de sus cuerpos. Desde su vínculo, hilos de placer comenzaron a enredarse en sus centros, anudándolos, aprisionándolos, haciéndolos buscar una liberación que sólo encontrarían el uno en él otro. De pronto Emilia sintió que aquel nudo se expandía hasta estallar, tanto que creía que su cuerpo iba a emprender el vuelo, así que aferró sus dedos a la espalda de Alfonso a quien le bastó aquello para dejarse llevar y volar con ella.
Juntos tocaron el cielo, brillante, aterciopelado y dulce, muy dulce, como lo fue la forma en la que descendieron, uno en brazos del otro, juntos, siempre juntos porque, aunque sus cuerpos se separaran, sus almas no se separarían nunca más. Y cuando él se tumbó llevándosela entre sus brazos para refugiarla en el calor de su pecho, ella sintió dentro su palpitar y supo que su propio corazón siempre latiría por el de Alfonso.
¿CONTINUARA?
-Esto no está bien -sentenció.
Emilia se sentó a su lado, con el semblante lleno de contradicciones y miedos.
-¿A qué te refieres?
-A que te quiero, Emilia -dijo apretando la mandíbula y apoyando la frente entre sus manos.
-Lo dices como si fuera un tormento -se apenó ella.
-Es que lo es -afirmó mirándola ahora de frente, -porque te quiero en todos los sentidos -añadió. -Quiero mi corazón rebosante de tu cariño, pero también deseo tenerte.
Emilia bajó el rostro, azorada al entender el significado de aquellas palabras y quedó en silencio, mortificando aún más a Alfonso.
-¿Y sentir eso es malo? -preguntó entonces ella con lo que parecía culpabilidad, culpable de sentirlo igual que él.
Alfonso sintió como el corazón le daba un vuelco pues esperaba cualquier respuesta, excepto ésa.
-Escucha lo que te voy a decir, Emilia Ulloa -le alzó la barbilla para que lo mirara. -Si es malo que me lleven los demonios porque no voy a dejar de amarte como lo hago -le declaró con ardor.
-Pues me temo que acabaremos juntos en el infierno porque yo quiero conocer el amor de tu mano -le susurró ella mientras él negaba con la cabeza. -Quiero saber cómo es ese amor tuyo, Alfonso.
Y Emilia buscó su boca con la suya para impedir cualquier excusa o impedimento.
Dios fue testigo de que él quiso luchar contra su propio deseo, pero la pasión que Emilia desató en su interior era difícil de sofocar. Tomó sus mejillas para separarse de ella y mirar sus ojos que lucían brillantes mientras sus labios sonrosados esperaban entreabiertos el siguiente beso. Él cumplió obediente, dejando que sus manos recorrieran su rostro hasta su cuello y, de ahí, hasta la botonadura de su blusa.
-¿Estás segura? -quiso preguntarle, pero ella continuó con el beso, desoyendo la demanda, así que, poco a poco, comenzó a desabrochar los botones hasta quitarle la prenda. Luego se separó de ella y tomó con delicadeza la trenza de su pelo y la deshizo cuidadosamente, dejándolo caer en suave cascada sobre su espalda y sus hombros. Desde allí, Alfonso acarició la piel de sus brazos, que la prenda interior femenina había dejado al descubierto, hasta sus manos, que llevó hasta su boca para besarlas y que dejó luego sobre su pecho.
Emilia comprendió la petición de Alfonso y, sin saber muy bien qué hacer, desanudó el pañuelo que él siempre acostumbraba a llevar al cuello e hizo lo propio con su camisa, aunque fue más allá y le quitó también la camiseta interior con sonrisa tímida en los labios. La imagen vivida esa misma mañana cuando lo vio cortando leña volvió a su mente, al igual que ese ardor indescriptible en su interior pero con la diferencia de que, ésta vez, podía cumplir con el deseo de alargar la mano y sentir el tacto de su piel. Alfonso notó como los dedos de Emilia, cual cincel divino, iban moldeando uno a uno los músculos de su torso y sus brazos, lanzando escalofríos a lo largo y ancho de todo su cuerpo, al paso que lo devoraba con los ojos.
Se besaron con ansia y vehemencia. En ritual de amor, comenzaron a deshacerse de sus ropas que tanto estorbaban ya, quedando finalmente tumbados sobre la paja, con la piel del otro como único abrigo. El cuerpo de Emilia temblaba bajo el de Alfonso aunque él lo que deseaba era hacerlo vibrar. Bebió de la curva de su cuello, dibujó con sus labios la línea de su escote y saboreó la cima de sus pechos haciendo que Emilia se arqueara contra él, amasando su cabello entre sus dedos y enredando sus piernas con las de él, aunque aquello no era suficiente, Alfonso quería más. Entonces sus manos emprendieron el viaje por la figura femenina, hacia su cintura y sus caderas, yendo una de ellas más allá, hasta alcanzar su intimidad. Ahí fue donde Emilia susurró su nombre... Alfonso..., eso era, y él, estremecido, buscó con su boca la de Emilia que se abría en busca de aliento. Alfonso le regaló el suyo mientras sus dedos seguían acariciándola de una forma que ella jamás se había atrevido a imaginar, haciendo que su cuerpo amenazara con prenderse fuego si Alfonso seguía tocándola así, y él siguió hasta que se le hizo imposible reprimir su propio deseo.
Abandonó la tersura de su carne y separó sus labios de los de ella para buscar sus ojos; eran como dos tizones llameantes de pasión. Con toda la delicadeza que residía en su ser, Alfonso tomó a Emilia. Cuando tropezó con su virtud, le regaló un beso con la que trató de turbarla y que su mente obnubilada flotara lejos de allí, aunque no fue lo suficientemente lejos como para que Emilia no notase aquel dolor penetrante que la atravesó cuando Alfonso quebró su pureza, robándole la respiración y haciendo que su cuerpo se tensase como la cuerda de un arco. Aunque duró menos que un segundo, lo que tardó en encontrar la mirada de Alfonso, que se había detenido en seco, observándola mortificado por no poder ser él quien sufriera aquel dolor, deseando padecerlo mil veces con tal que evitarle a ella esa única vez.
Emilia sintió sus ojos aguarse de la emoción pero no hizo caso. Alzó un poco su rostro hacia el de Alfonso y lo besó a modo de expiación, otorgándole un perdón que para ella era innecesario pero que a él lo liberaba de su propia prisión. Aquel beso fue un elixir curativo para los dos, encediendo de nuevo la llama que había quedado latente en su unión. El cuerpo de Emilia quedó laxo, a merced del de Alfonso que comenzó a mecerla con el suyo, iniciando aquella sinfonía que los llevaría de la mano hacia el infinito; Emilia era la partitura que Alfonso sabía leer a la perfección, había nacido para amar a esa mujer y ser amado por ella.
Poco a poco, el adagio se tornó en crescendo... el ritmo de la melodía iba aumentado conforme crecía la intensidad de sus caricias, sus besos y el balanceo de sus cuerpos. Desde su vínculo, hilos de placer comenzaron a enredarse en sus centros, anudándolos, aprisionándolos, haciéndolos buscar una liberación que sólo encontrarían el uno en él otro. De pronto Emilia sintió que aquel nudo se expandía hasta estallar, tanto que creía que su cuerpo iba a emprender el vuelo, así que aferró sus dedos a la espalda de Alfonso a quien le bastó aquello para dejarse llevar y volar con ella.
Juntos tocaron el cielo, brillante, aterciopelado y dulce, muy dulce, como lo fue la forma en la que descendieron, uno en brazos del otro, juntos, siempre juntos porque, aunque sus cuerpos se separaran, sus almas no se separarían nunca más. Y cuando él se tumbó llevándosela entre sus brazos para refugiarla en el calor de su pecho, ella sintió dentro su palpitar y supo que su propio corazón siempre latiría por el de Alfonso.
¿CONTINUARA?
#393
06/09/2011 04:01
Chic@s he subido el fic, esta en el post de mi rincon a partir del comentario #11 (media hora pa encontrar la almuadilla....ejem)
No es nada del otro mundo porque me enrollo mas que las persianas y queria acabar la trama para empezar con la nueva, mañana escribo mas si puedo
buenas noches, me voy a dormir!!
--> https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/1197/1/en-los-ojos-de-un-castaneda/
No es nada del otro mundo porque me enrollo mas que las persianas y queria acabar la trama para empezar con la nueva, mañana escribo mas si puedo
buenas noches, me voy a dormir!!
--> https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/1197/1/en-los-ojos-de-un-castaneda/
#394
06/09/2011 14:02
Predicando con el ejemplo. Mari te traigo el link del fic "song" que he escrito, aunque es mas fic que song pero bueno jejejejeje
Se llama "bajando a los infiernos" y esta en dos mensajes seguidos #7049 #7050
https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/353/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
No se si la añadire al fic, pero si no la añado tal cual la añadire parecida, por k me ha encantado el resultado, que sobervia que soy....
Se llama "bajando a los infiernos" y esta en dos mensajes seguidos #7049 #7050
https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/353/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
No se si la añadire al fic, pero si no la añado tal cual la añadire parecida, por k me ha encantado el resultado, que sobervia que soy....
#395
06/09/2011 15:31
Os dejo algo que se me ha ocurrido
Mi Fanfic El Mejor Hombre de Puente Viejo
Emilia atendía como cada mañana la casa de comidas. Estaba contenta porque Severiano le había dicho que sentía algo por ella y claro a quién no le gusta que un chico guapo le diga cosas así? Iba de las mesas a la barra, preparaba los pedidos y volvía a las mesas o iba a la cocina a vigilar esos guisos que tan bien se le daban.
En esas estaba cuando entró Alfonso Castañeda acompañado de una chiquilla de unos 16 años. Emilia vio como le dijo que se sentase en una de las mesas y él se acercó a la barra.
Buenos días Emilia
Buenos días Alfonso. Qué contento que estás no?
Si es que ha venido Aurora y tenía ya tiempo sin verla.
Estaba en la capital en el Internado aquél no?
Si así es. Es una niña muy aplicada y está sacando unas notas increíbles.
Alfonso hablaba de esa chiquilla con mucho orgullo. Se sentía como su hermano mayor o como su padre aunque no fueran nada de sangre. Claro que no era para menos. Y Emilia al ver a Alfonso tan contento le gustó.
Siéntate con ella que os llevo el chocolate con churros ahora mismo
Alfonso volvió a la mesa y al rato Emilia apareció con dos tazas de chocolate recién echo y un plato lleno de churros.
Aurora no pudo contenerse y se fue directa al plato de churro.
Emilia siempre tan rica tu comida. En el Internado no se come mal pero echo de menos tu comida y la de Rosario o Mariana. Sólo deseo que me dejen venir a ver a Alfonso para poder estar con él y que me traiga aquí.
Muchas Gracias Aurora y bueno volver a verte después de tanto tiempo. Ya me ha dicho Alfonso que sacas muy buenas notas.
Si en ello estoy. Después de lo que hizo Alfonso por mi madre y por mí la única manera de poder devolverle el favor es esforzándome en el colegio. Sin él no estaría aquí así que se lo debo.
Alfonso le dijo:Aurora no me debes nada. Hice lo que tenía que hacer y punto.
Ya ya hermanito siempre tan modesto, contestó Aurora en tono burlón.
En estas estaban cuando entró Raimundo solicitando la ayuda de Alfonso para que le ayudase en algo de sus tierras.
Aurora te quedas aquí un rato que ahora vuelvo. Le dijo Alfonso.
Si yo me quedo con Emilia si no le importa.
No no me importa contestó la Ulloa ve con mi padre que yo la vigilo.
Alfonso se fue y Aurora no pudo contenerse más y fue directa a aquéllo que quería preguntarle a Emilia pero que delante de Alfonso no se atrevía.
Bueno qué Sois Novios Ya por Fin o Aún No?
Emilia se quedó Alucinada ante semejante pregunta.
Novios? No no somos amigos, dijo Emilia.
Vaya, dijo Aurora con todo de desilusión. Pues por cómo os miráis yo pensé que ya eráis novios.
Y cómo nos miramos si puede saberse jovencita? dijo Emilia.
No sé cómo explicarlo Emilia. Os miráis bonito dijo la chica. Sobre todo él a tí que te mira bonito desde que tengo uso de razón.
Emilia no entendía nada o no quería enteder.
Cómo que me mira bonito desde que tienes uso de razón? dijo la Ulloa sorprendida.
Si. Cuando veníais a cuidarme de pequeña él ya te miraba así. Yo no lo entendía porque era muy pequeña pero notaba cosas. Y tú también le miras bonito.
Emilia se puso colorada.
Te puedo contar un secreto? dijo Aurora
Claro.
Cuando yo tenía como 12 años pensé que me casaría con Alfonso. Ya sabes chiquilladas. Pero él nos salvó la vida. Aún recuerdo ese momento y se me pone el vello de punta. Esa noche mi padre no para de gritarle a mi madre y vi cómo le pegaba. Yo estaba escondida entre el hueco de la pared y la cama mi madre me decía que me escondiera ahí para que él no me pegase y mi madre se llevaba todos los colpes. Pero esa noche apareció Alfonso con Juan y Ramiro. Los 3 llevaban escopetas y Alfonso apuntó a mi padre y le dijo que dejase a mi madre o que le dispararía. Le dijo que cogiera sus cosas y que se fuera que no lo querían en la casa ni en Puente Viejo y que era un cobarde por pegarle a una mujer y a una niña pequeña. Nunca nadie nos había defendido así y menos un hombre que visto el ejemplo de mi padre yo de pequeña pensaba que todos los hombre pegaban a las mujeres y que era normal. Pero No. Alfonso me salvó y me enseñó que hay hombres, buenos, nobles y justos que quieren a las mujeres.
Emilia no podía dejar de llorar ante semejante historia. Recordaba perfectamente a la familia de Aurora a su madre y al bestia de su padre y cómo Juan y Ramiro le contaron como Alfonso se enfrentó a Daniel Ugarte y lo echó de Puente Viejo.
Con el tiempo me dí cuenta de que Alfonso siempre ha estado enamorado de tí y que yo no he estado nunca enamorada de él. Alfonso es guapo, bueno, noble, nunca le he escuchado quejarse y siempre me ha protegido. Cuando mi madre murió él se hizo cargo de mi ante las autoridades y me buscó el Internado al que voy. Es mi hermano mayor casi como un padre. Él me cuidaba de pequeña, me enseñó a leer con 20 mil leguas de viaje submarino, me traía aquí para que me dieras chocolate o jugábamos a rodar por la era con Mariana, Soledad, contigo y con Ramiro y Juan que siempre me hacían un poco de rabiar...
Emilia de repente quedó en shock al escuchar 20 mil leguas de viaje submarino. Aurora seguía hablando de Alfonso pero ella se quedó en Shock y empezó a Entender muchas cosas y no podía evitar que le siguieran cayendo lágrimas de los ojos y volvió a escuchar a Aurora...
Podría decir que Alfonso no tiene defectos pero mentiría. Tiene uno y no hay manera de quitárselo.
Emilia preguntó. Y cuál es?
Pues que se cree poca cosa. Recuerdo aún cuando estaba mi madre yo tendría 13 años. Me desperté super contenta porque era el cumpleaños de Alfonso y había planeado con Mariana y Rosario que le íbamos a hacer una fiesta sorpresa para cuando volviera del campo. Ramiro y Juan le entretuvieron un poco hasta preparar la tarta y algunos regalos. Recuerdo que mi madre le hizo un traje nuevo para los domingos. Sabía por Rosario que le hacía falta y como mi madre era buena costurera pues le hizo uno. Nunca olvidaré la cara de Alfonso estaba muy contento con su traje y la fiesta. Pero tampoco olvidaré lo que dijo que él no merecía tantas atenciones ni tantos regalos que era un simple jornalero. Eso me sentó como un jarrón de agua fría no lo podía creer. El hombre que me había salvado la vida decía que no merecía esa fiesta de cumpleaños.
Emilia no hacía más que llorar y llorar porque entendía lo que Aurora estaba diciendo.
Mi Fanfic El Mejor Hombre de Puente Viejo
Emilia atendía como cada mañana la casa de comidas. Estaba contenta porque Severiano le había dicho que sentía algo por ella y claro a quién no le gusta que un chico guapo le diga cosas así? Iba de las mesas a la barra, preparaba los pedidos y volvía a las mesas o iba a la cocina a vigilar esos guisos que tan bien se le daban.
En esas estaba cuando entró Alfonso Castañeda acompañado de una chiquilla de unos 16 años. Emilia vio como le dijo que se sentase en una de las mesas y él se acercó a la barra.
Buenos días Emilia
Buenos días Alfonso. Qué contento que estás no?
Si es que ha venido Aurora y tenía ya tiempo sin verla.
Estaba en la capital en el Internado aquél no?
Si así es. Es una niña muy aplicada y está sacando unas notas increíbles.
Alfonso hablaba de esa chiquilla con mucho orgullo. Se sentía como su hermano mayor o como su padre aunque no fueran nada de sangre. Claro que no era para menos. Y Emilia al ver a Alfonso tan contento le gustó.
Siéntate con ella que os llevo el chocolate con churros ahora mismo
Alfonso volvió a la mesa y al rato Emilia apareció con dos tazas de chocolate recién echo y un plato lleno de churros.
Aurora no pudo contenerse y se fue directa al plato de churro.
Emilia siempre tan rica tu comida. En el Internado no se come mal pero echo de menos tu comida y la de Rosario o Mariana. Sólo deseo que me dejen venir a ver a Alfonso para poder estar con él y que me traiga aquí.
Muchas Gracias Aurora y bueno volver a verte después de tanto tiempo. Ya me ha dicho Alfonso que sacas muy buenas notas.
Si en ello estoy. Después de lo que hizo Alfonso por mi madre y por mí la única manera de poder devolverle el favor es esforzándome en el colegio. Sin él no estaría aquí así que se lo debo.
Alfonso le dijo:Aurora no me debes nada. Hice lo que tenía que hacer y punto.
Ya ya hermanito siempre tan modesto, contestó Aurora en tono burlón.
En estas estaban cuando entró Raimundo solicitando la ayuda de Alfonso para que le ayudase en algo de sus tierras.
Aurora te quedas aquí un rato que ahora vuelvo. Le dijo Alfonso.
Si yo me quedo con Emilia si no le importa.
No no me importa contestó la Ulloa ve con mi padre que yo la vigilo.
Alfonso se fue y Aurora no pudo contenerse más y fue directa a aquéllo que quería preguntarle a Emilia pero que delante de Alfonso no se atrevía.
Bueno qué Sois Novios Ya por Fin o Aún No?
Emilia se quedó Alucinada ante semejante pregunta.
Novios? No no somos amigos, dijo Emilia.
Vaya, dijo Aurora con todo de desilusión. Pues por cómo os miráis yo pensé que ya eráis novios.
Y cómo nos miramos si puede saberse jovencita? dijo Emilia.
No sé cómo explicarlo Emilia. Os miráis bonito dijo la chica. Sobre todo él a tí que te mira bonito desde que tengo uso de razón.
Emilia no entendía nada o no quería enteder.
Cómo que me mira bonito desde que tienes uso de razón? dijo la Ulloa sorprendida.
Si. Cuando veníais a cuidarme de pequeña él ya te miraba así. Yo no lo entendía porque era muy pequeña pero notaba cosas. Y tú también le miras bonito.
Emilia se puso colorada.
Te puedo contar un secreto? dijo Aurora
Claro.
Cuando yo tenía como 12 años pensé que me casaría con Alfonso. Ya sabes chiquilladas. Pero él nos salvó la vida. Aún recuerdo ese momento y se me pone el vello de punta. Esa noche mi padre no para de gritarle a mi madre y vi cómo le pegaba. Yo estaba escondida entre el hueco de la pared y la cama mi madre me decía que me escondiera ahí para que él no me pegase y mi madre se llevaba todos los colpes. Pero esa noche apareció Alfonso con Juan y Ramiro. Los 3 llevaban escopetas y Alfonso apuntó a mi padre y le dijo que dejase a mi madre o que le dispararía. Le dijo que cogiera sus cosas y que se fuera que no lo querían en la casa ni en Puente Viejo y que era un cobarde por pegarle a una mujer y a una niña pequeña. Nunca nadie nos había defendido así y menos un hombre que visto el ejemplo de mi padre yo de pequeña pensaba que todos los hombre pegaban a las mujeres y que era normal. Pero No. Alfonso me salvó y me enseñó que hay hombres, buenos, nobles y justos que quieren a las mujeres.
Emilia no podía dejar de llorar ante semejante historia. Recordaba perfectamente a la familia de Aurora a su madre y al bestia de su padre y cómo Juan y Ramiro le contaron como Alfonso se enfrentó a Daniel Ugarte y lo echó de Puente Viejo.
Con el tiempo me dí cuenta de que Alfonso siempre ha estado enamorado de tí y que yo no he estado nunca enamorada de él. Alfonso es guapo, bueno, noble, nunca le he escuchado quejarse y siempre me ha protegido. Cuando mi madre murió él se hizo cargo de mi ante las autoridades y me buscó el Internado al que voy. Es mi hermano mayor casi como un padre. Él me cuidaba de pequeña, me enseñó a leer con 20 mil leguas de viaje submarino, me traía aquí para que me dieras chocolate o jugábamos a rodar por la era con Mariana, Soledad, contigo y con Ramiro y Juan que siempre me hacían un poco de rabiar...
Emilia de repente quedó en shock al escuchar 20 mil leguas de viaje submarino. Aurora seguía hablando de Alfonso pero ella se quedó en Shock y empezó a Entender muchas cosas y no podía evitar que le siguieran cayendo lágrimas de los ojos y volvió a escuchar a Aurora...
Podría decir que Alfonso no tiene defectos pero mentiría. Tiene uno y no hay manera de quitárselo.
Emilia preguntó. Y cuál es?
Pues que se cree poca cosa. Recuerdo aún cuando estaba mi madre yo tendría 13 años. Me desperté super contenta porque era el cumpleaños de Alfonso y había planeado con Mariana y Rosario que le íbamos a hacer una fiesta sorpresa para cuando volviera del campo. Ramiro y Juan le entretuvieron un poco hasta preparar la tarta y algunos regalos. Recuerdo que mi madre le hizo un traje nuevo para los domingos. Sabía por Rosario que le hacía falta y como mi madre era buena costurera pues le hizo uno. Nunca olvidaré la cara de Alfonso estaba muy contento con su traje y la fiesta. Pero tampoco olvidaré lo que dijo que él no merecía tantas atenciones ni tantos regalos que era un simple jornalero. Eso me sentó como un jarrón de agua fría no lo podía creer. El hombre que me había salvado la vida decía que no merecía esa fiesta de cumpleaños.
Emilia no hacía más que llorar y llorar porque entendía lo que Aurora estaba diciendo.
#396
06/09/2011 15:32
Parte 2
Le dije que él se merecía esa fiesta y más y que era mi hermano aunque no de sangre. Siempre acabo las cartas que le escribo con un te quiero hermanito y un eres el mejor pero parece que no le hace efecto alguno y siempre se hace de menos.
Emilia por fin habló y dijo, Si es cierto eso que dices no sé como no me he dado cuenta. Porqué nunca me ha dicho nada? Hace unas semanas alguien anónimo me hizo algunos regalos, unos zarcillos, una caja de música, un perfume y el libro de 20 mil leguas de viaje submarino.
En ese momento Aurora pegó un bote de la silla y gritó.
Emilia el anónimo es Alfonso y él te quiere y te lo iba a decir.
Y Emilia rió y dijo. Si pero no me lo ha dicho.
No te lo habrá contado porque debe pensar que no te merece y si Severiano te ronda se comparará con él y por eso no habrá hablado.
En esto entraron Raimundo, Alfonso y Severiano que venían riendo.
Cómo está la moza más guapa de Todo Puente Viejo? Dijo Alfonso.
Y Emilia iba a decir algo cuando Alfonso besó en la cabeza a Aurora. La niña que se dio cuenta le dijo claro hermanito estás seguro de que no hay nadie más guapa que yo?
Alfonso dijo vale me has pillado hay otra moza por ahí pero no sabe ni que existo.
En ese momento Emilia se dio por aludida y temblando como estaba le dijo. Alfonso me puedes ayudar con algo de la cocina? Alfonso dijo claro.
Emilia entró en la Cocina temblando y no sabía si podría hablar o no. Cuando Alfonso entró dijo dónde está eso que quieres que arregle? Emilia cerró la puerta y le dijo Alfonso siento mucho esto que voy a hacer pero no me aguanto más.
Alfonso estaba apoyado en el mármol de la cocina. Emilia se acercó a él y lo besó. Alfonso intentó separarla de él pero no pudo y le devolvió el beso. Al separarse ella le dijo eres un idiota deberías haberme dicho que eras tú quién me mandaba los regalos.
Lo sé pero no me atrevía por si me rechazabas. Prefería no decirte nunca nada a que me dijeras que no.
Y cómo iba yo a decirte que no si llevo enamorada de tí toda mi vida! exclamó Emilia.
Alfonso se sorprendió al escuchar esas palabras. En serio? Dijo Alfonso.
Tan en serio como que tú estás enamorado de mí desde siempre, pero he sido una tonta y no me había dado cuenta hasta hora. Te he echado de menos desde hace varios días y no sabía porqué necesitaba verte y que me hablaras y que me contaras cosas. Ha tenido que venir esa niña que tienes medio adoptada para que me diera cuenta de muchas cosas.
Cómo? Aurora? Qué te ha dicho? dijo Alfonso sorprendido.
Pues que eres el mejor hombre de Puente Viejo claro que yo eso ya lo sabía.
Ambos rieron y se volvieron a besar.
Mientras tanto por la ventana alguien había estado viendo un poco lo que ocurría en la cocina.
De esta nos vamos de Boda y me veo Dama de Honor o llevándoles los anillos se dijo para sí Aurora.
Fin.
Edito: Si se me ha ido la pinza y me ha salido un poco largo!
Le dije que él se merecía esa fiesta y más y que era mi hermano aunque no de sangre. Siempre acabo las cartas que le escribo con un te quiero hermanito y un eres el mejor pero parece que no le hace efecto alguno y siempre se hace de menos.
Emilia por fin habló y dijo, Si es cierto eso que dices no sé como no me he dado cuenta. Porqué nunca me ha dicho nada? Hace unas semanas alguien anónimo me hizo algunos regalos, unos zarcillos, una caja de música, un perfume y el libro de 20 mil leguas de viaje submarino.
En ese momento Aurora pegó un bote de la silla y gritó.
Emilia el anónimo es Alfonso y él te quiere y te lo iba a decir.
Y Emilia rió y dijo. Si pero no me lo ha dicho.
No te lo habrá contado porque debe pensar que no te merece y si Severiano te ronda se comparará con él y por eso no habrá hablado.
En esto entraron Raimundo, Alfonso y Severiano que venían riendo.
Cómo está la moza más guapa de Todo Puente Viejo? Dijo Alfonso.
Y Emilia iba a decir algo cuando Alfonso besó en la cabeza a Aurora. La niña que se dio cuenta le dijo claro hermanito estás seguro de que no hay nadie más guapa que yo?
Alfonso dijo vale me has pillado hay otra moza por ahí pero no sabe ni que existo.
En ese momento Emilia se dio por aludida y temblando como estaba le dijo. Alfonso me puedes ayudar con algo de la cocina? Alfonso dijo claro.
Emilia entró en la Cocina temblando y no sabía si podría hablar o no. Cuando Alfonso entró dijo dónde está eso que quieres que arregle? Emilia cerró la puerta y le dijo Alfonso siento mucho esto que voy a hacer pero no me aguanto más.
Alfonso estaba apoyado en el mármol de la cocina. Emilia se acercó a él y lo besó. Alfonso intentó separarla de él pero no pudo y le devolvió el beso. Al separarse ella le dijo eres un idiota deberías haberme dicho que eras tú quién me mandaba los regalos.
Lo sé pero no me atrevía por si me rechazabas. Prefería no decirte nunca nada a que me dijeras que no.
Y cómo iba yo a decirte que no si llevo enamorada de tí toda mi vida! exclamó Emilia.
Alfonso se sorprendió al escuchar esas palabras. En serio? Dijo Alfonso.
Tan en serio como que tú estás enamorado de mí desde siempre, pero he sido una tonta y no me había dado cuenta hasta hora. Te he echado de menos desde hace varios días y no sabía porqué necesitaba verte y que me hablaras y que me contaras cosas. Ha tenido que venir esa niña que tienes medio adoptada para que me diera cuenta de muchas cosas.
Cómo? Aurora? Qué te ha dicho? dijo Alfonso sorprendido.
Pues que eres el mejor hombre de Puente Viejo claro que yo eso ya lo sabía.
Ambos rieron y se volvieron a besar.
Mientras tanto por la ventana alguien había estado viendo un poco lo que ocurría en la cocina.
De esta nos vamos de Boda y me veo Dama de Honor o llevándoles los anillos se dijo para sí Aurora.
Fin.
Edito: Si se me ha ido la pinza y me ha salido un poco largo!
#397
06/09/2011 22:45
-NO SÉ-
No sé a donde ir. No sé qué hacer. No sé cómo seguir adelante. No sé cómo sobrevivir al dolor.
No sé a donde ir, porque no hay lugar al que encaminar mis pasos. No puedo irme a casa. Mi madre tardaría dos segundos en percatarse de que estoy hundido. Y ella no se merece cargar con más preocupaciones. Además, está Ramiro, que siempre me anda aconsejando. Sé que lo hacer por bien, que es un buen hermano, el mejor que me podía haber tocado. Pero hoy no, hoy no tengo cuerpo para aguantar sus sermones. Tampoco puedo ir a la taberna, a tratar de ahogar las penas en aguardiente. Porque allí estará ella, y tan ciega como está para otras cosas sabrá que me corroe la pena. Y no podría soportar su lástima.
No sé qué hacer. No puedo concentrarme en nada. Ni siquiera soy capaz de labrar un pedazo de madera con la navaja, como hago siempre que necesito desfogar mis frustraciones. Y tampoco partir leña, que de seguro con la rabia rompería el hacha. O algo peor.
No sé cómo seguir adelante. No tengo fúturo. ¿A qué puedo aspirar siendo un simple bracero?. A nada. Y eso es lo que tengo, nada. Porque no la tengo a ella.
No sé cómo sobrevivir al dolor. Me está matando. Ahora entiendo tan bien a Juan, ahora comprendo porque no quería seguir viviendo porque había perdido el amor de su vida. Al menos el lo tuvo. Yo sólo pude atreverme a soñar con él. ¿Cómo se puede echar de menos lo que nunca se ha tenido?.
No sé a donde ir. No sé qué hacer. No sé cómo seguir adelante. No sé cómo sobrevivir al dolor.
No sé a donde ir, porque no hay lugar al que encaminar mis pasos. No puedo irme a casa. Mi madre tardaría dos segundos en percatarse de que estoy hundido. Y ella no se merece cargar con más preocupaciones. Además, está Ramiro, que siempre me anda aconsejando. Sé que lo hacer por bien, que es un buen hermano, el mejor que me podía haber tocado. Pero hoy no, hoy no tengo cuerpo para aguantar sus sermones. Tampoco puedo ir a la taberna, a tratar de ahogar las penas en aguardiente. Porque allí estará ella, y tan ciega como está para otras cosas sabrá que me corroe la pena. Y no podría soportar su lástima.
No sé qué hacer. No puedo concentrarme en nada. Ni siquiera soy capaz de labrar un pedazo de madera con la navaja, como hago siempre que necesito desfogar mis frustraciones. Y tampoco partir leña, que de seguro con la rabia rompería el hacha. O algo peor.
No sé cómo seguir adelante. No tengo fúturo. ¿A qué puedo aspirar siendo un simple bracero?. A nada. Y eso es lo que tengo, nada. Porque no la tengo a ella.
No sé cómo sobrevivir al dolor. Me está matando. Ahora entiendo tan bien a Juan, ahora comprendo porque no quería seguir viviendo porque había perdido el amor de su vida. Al menos el lo tuvo. Yo sólo pude atreverme a soñar con él. ¿Cómo se puede echar de menos lo que nunca se ha tenido?.
#398
06/09/2011 23:24
Os dejo el link de otro fic "Bendita equivocación"
https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/364/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/364/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
#399
07/09/2011 02:21
Olsi, bendita equivocacion!!! ME HA ENCANTADO, que lo sepas!!!!!!
#400
07/09/2011 13:56
Buenas, esta va a ser mi primera aportación al foro de Puente Viejo después de muchos días leyéndoos y riéndome y sufriendo con vosotras.
Y como yo soy así, me lanzo a mi primera paricipación en el foro con un fic sobre Alfonso y Emilia que se lo dedico a las chicas del "Rincón de Emilia y Alfonso" a las que he seguido fielmente leyendo (aunque no haya participado :-s).
~~REACCIÓN~~
Todo estaba en silencio salvo por el golpeteo de la lluvia contra el tejado. La rítmica letanía de las gotas resultaba balsámica para el dolorido corazón del único ocupante de la casa. Alfonso Castañeda estaba destrozado. En su cabeza no paraban de repetirse las imágenes y palabras que torturaban su alma.
Emilia, su Emilia, la mujer que amaba más que a su vida besando a su amigo Severiano. Sus palabras clavándose como afilados puñales en su corazón: “Lo quiero, Alfonso. Creo que es el hombre de mi vida”.
Y luego su hermano Ramiro, su único apoyo, repitiéndole aquello que él se negaba aún a admitir. Había perdido el amor de Emilia Ulloa.
Pero ¿alguna vez lo había tenido?, preguntó cruelmente una vocecilla en su interior.
Alfonso se levantó con rabia estampando el vaso de vino que lo había acompañado aquella solitaria tarde. Agarró su gorra y una chaqueta para protegerse de la lluvia que seguía cayendo, y se encaminó a Villalpanda. Allí al menos podría ahogar sus penas en licor y escapar de sus dolorosos pensamientos sin tener que justificarse ante nadie. Y lo mejor de todo, lejos de Emilia y Severiano.
Esa vez el camino se le hizo más corto, a pesar de sus buenas dos horas de caminata. Tal vez sería porque seguía ensimismado en sus pensamientos. Tal vez porque sus pasos lo llevaban más rápido que de costumbre, como queriendo huir de los recuerdos. Sin embargo sus fantasmas parecían querer perseguirlo hasta Villalpanda, porque frente a la taberna y muy bien arrimado a una moza, Severiano parecía disfrutar de un buen rato de asueto.
Alfonso se quedó parado en plena plaza de Villalpanda mirando cómo su amigo seguía agasajando a la bonita muchacha. Ella parecía reírle las gracias y seguirle el juego satisfecha con sus atenciones. No sabía cuánto tiempo estuvo allí parado viendo a su amigo tontear con una moza a espaldas de Emilia. Pero cuando Severiano se inclinó para robar un beso a la más que dispuesta moza, algo se rompió dentro de Alfonso.
Impulsado como por un resorte, cruzó en dos zancadas la distancia que lo separaba de aquel calavera y lo agarró por la pechera incluso antes de que Severiano pudiera saber lo que estaba pasando.
- Malnacido—rugió Alfonso empujándolo contra la pared. -¿Cómo te atreves?
Severiano miró confundido y asustado a su amigo. Alfonso parecía totalmente fuera de sí. El tranquilo y bonachón de Alfonso Castañeda había desaparecido y ante él estaba un Alfonso enfurecido y con ansias de pelea. Los parroquianos de la taberna salieron a la calle y rodearon a los dos jóvenes.
- No… no sé a qué te refieres—balbuceó Severiano temiendo lo que ese enfurecido Alfonso pudiera hacerle.
- Encima tienes la poca vergüenza de hacerte el tonto conmigo… Pues sí tú no sabes a qué me refiero, te lo voy a aclarar yo. ¿Cómo te atreves a jugar con Emilia Ulloa?—continuó bajando su voz hasta convertirla en un susurro amenazador.
- Yo no estoy jugando con Emilia—se defendió débilmente Severiano.
- ¿Entonces cómo llamas tú al estar tonteando con una moza cuando has ido susurrando palabras de amor y robándole los besos a otra? Te advertí que Emilia no era como las mozas a las que tú estabas acostumbrado, que ella era una flor delicada y que había que tratarla decentemente. Y tú… -lo miró escupiendo el desprecio en sus palabras-, tú te has aprovechado de ella.
- ¿Seguro qué es eso lo que te duele, Alfonso?—respondió envalentonado Severiano conociendo el punto flaco de su amigo. -¿No será que tu coraje se debe a que yo he sido capaz de arrimarme a Emilia y robarle sus besos mientras tú seguías penando por las esquinas?
Alfonso dudó brevemente, pero su duda desapareció ante el asomo de una risa socarrona en el rostro de Severiano.
- Aléjate de Emilia. Si no te vas tú por propia voluntad, me encargaré de abrirle los ojos a Emilia para que vea la rata que eres.
Lo soltó asqueado, empujándolo contra la pared, y se alejó de él y de Villalpanda.
**continúa**
Y como yo soy así, me lanzo a mi primera paricipación en el foro con un fic sobre Alfonso y Emilia que se lo dedico a las chicas del "Rincón de Emilia y Alfonso" a las que he seguido fielmente leyendo (aunque no haya participado :-s).
~~REACCIÓN~~
Todo estaba en silencio salvo por el golpeteo de la lluvia contra el tejado. La rítmica letanía de las gotas resultaba balsámica para el dolorido corazón del único ocupante de la casa. Alfonso Castañeda estaba destrozado. En su cabeza no paraban de repetirse las imágenes y palabras que torturaban su alma.
Emilia, su Emilia, la mujer que amaba más que a su vida besando a su amigo Severiano. Sus palabras clavándose como afilados puñales en su corazón: “Lo quiero, Alfonso. Creo que es el hombre de mi vida”.
Y luego su hermano Ramiro, su único apoyo, repitiéndole aquello que él se negaba aún a admitir. Había perdido el amor de Emilia Ulloa.
Pero ¿alguna vez lo había tenido?, preguntó cruelmente una vocecilla en su interior.
Alfonso se levantó con rabia estampando el vaso de vino que lo había acompañado aquella solitaria tarde. Agarró su gorra y una chaqueta para protegerse de la lluvia que seguía cayendo, y se encaminó a Villalpanda. Allí al menos podría ahogar sus penas en licor y escapar de sus dolorosos pensamientos sin tener que justificarse ante nadie. Y lo mejor de todo, lejos de Emilia y Severiano.
Esa vez el camino se le hizo más corto, a pesar de sus buenas dos horas de caminata. Tal vez sería porque seguía ensimismado en sus pensamientos. Tal vez porque sus pasos lo llevaban más rápido que de costumbre, como queriendo huir de los recuerdos. Sin embargo sus fantasmas parecían querer perseguirlo hasta Villalpanda, porque frente a la taberna y muy bien arrimado a una moza, Severiano parecía disfrutar de un buen rato de asueto.
Alfonso se quedó parado en plena plaza de Villalpanda mirando cómo su amigo seguía agasajando a la bonita muchacha. Ella parecía reírle las gracias y seguirle el juego satisfecha con sus atenciones. No sabía cuánto tiempo estuvo allí parado viendo a su amigo tontear con una moza a espaldas de Emilia. Pero cuando Severiano se inclinó para robar un beso a la más que dispuesta moza, algo se rompió dentro de Alfonso.
Impulsado como por un resorte, cruzó en dos zancadas la distancia que lo separaba de aquel calavera y lo agarró por la pechera incluso antes de que Severiano pudiera saber lo que estaba pasando.
- Malnacido—rugió Alfonso empujándolo contra la pared. -¿Cómo te atreves?
Severiano miró confundido y asustado a su amigo. Alfonso parecía totalmente fuera de sí. El tranquilo y bonachón de Alfonso Castañeda había desaparecido y ante él estaba un Alfonso enfurecido y con ansias de pelea. Los parroquianos de la taberna salieron a la calle y rodearon a los dos jóvenes.
- No… no sé a qué te refieres—balbuceó Severiano temiendo lo que ese enfurecido Alfonso pudiera hacerle.
- Encima tienes la poca vergüenza de hacerte el tonto conmigo… Pues sí tú no sabes a qué me refiero, te lo voy a aclarar yo. ¿Cómo te atreves a jugar con Emilia Ulloa?—continuó bajando su voz hasta convertirla en un susurro amenazador.
- Yo no estoy jugando con Emilia—se defendió débilmente Severiano.
- ¿Entonces cómo llamas tú al estar tonteando con una moza cuando has ido susurrando palabras de amor y robándole los besos a otra? Te advertí que Emilia no era como las mozas a las que tú estabas acostumbrado, que ella era una flor delicada y que había que tratarla decentemente. Y tú… -lo miró escupiendo el desprecio en sus palabras-, tú te has aprovechado de ella.
- ¿Seguro qué es eso lo que te duele, Alfonso?—respondió envalentonado Severiano conociendo el punto flaco de su amigo. -¿No será que tu coraje se debe a que yo he sido capaz de arrimarme a Emilia y robarle sus besos mientras tú seguías penando por las esquinas?
Alfonso dudó brevemente, pero su duda desapareció ante el asomo de una risa socarrona en el rostro de Severiano.
- Aléjate de Emilia. Si no te vas tú por propia voluntad, me encargaré de abrirle los ojos a Emilia para que vea la rata que eres.
Lo soltó asqueado, empujándolo contra la pared, y se alejó de él y de Villalpanda.
**continúa**