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Fic | HUÉSPEDES | Capítulo 4: Dos huéspedes nuevos, una doncella muy cotilla y un asesino suelto | ¡NUEVO!

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#0
dchamadoira
dchamadoira
26/05/2013 15:50
fichuespedescapitulo4doshuespedesnuevosunadoncellamuycotillayunasesinosueltonuevo

Huéspedes, una historia diferente

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Acción, misterio, intriga, amor y muertes son algunos de los ingredientes que componen esta historia paralela a El Barco y que mezclará personajes de Gran Hotel, El Barco, Crónicas Vampiricas, Once Upon a Time...

Personajes

● Directiva del hotel ●

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Luis Alarcón (55) - Director del hotel y patriarca de la familia Alarcón.

Teresa Aldecoa (49) - Fría e insensible, siempre consigue lo que se propone.

Javier Alarcón (29) - Mujeriego y cabezota, no se cansa de causar disgustos a su familia.

Ricardo Alarcón (26) - Responsable y trabajador. Sueña con dejar a su familia atrás y marcharse a algún lugar de América.

Sofía Alarcón (25) - No duda en hacer lo necesario para proteger a los que quiere. Está enamorada de Alfredo de Vergara.

Alfredo de Vergara (28) - Va a casarse con Sofía. Es hijo de un marqués y muy pronto heredará su título.

Alicia Alarcón (22) - Amable y cariñosa. Querida por todos.

Álvaro Alarcón (15) - En ocasiones se siente ignorado. Le aburre estar solo en el hotel.

● Personal del hotel ●

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Enma Reyes (23) - Recepcionista del hotel. Viene buscando la tranquilidad pero muy pronto se dará cuenta de que aquel no es el lugar idóneo para ello.

Sebastián Hook (25) - Nuevo cocinero del hotel. Fue contratado tras la muerte de Salomé. Nadie conoce mucho sobre él.

Ángela González (50) - Gobernanta del hotel. Reservada y exigente. Es una mujer con carácter.

Julián de la Cuadra (42) - Maître. Aunque no es el empleado perfecto, se esfuerza por ser cuidadoso y dedicado.

Marimar Hernández (28) - Jefa de doncellas de la primera planta. Soñadora. Llegó al hotel en busca de una nueva vida.

Servicio[/b]

Sol Torres (25) - Doncella. Aunque lo desconoce, tiene una hermana gemela.

Vilma Llorente (24) - Doncella. Es nueva en el hotel.

Belén Larralde (25) - Doncella. No sabe leer ni escribir. Astuta, ambiciosa y manipuladora.

Estela Montes (22) - Doncella. Hija de una familia pobre. Pero algo en su vida está a punto de cambiar.

Cristina Olmedo (24) - Doncella. Trabajadora y disciplinada.

Ramiro Medina (24) - Camarero. Le gusta la mecánica y las nuevas tecnologías. Busca a su padre desaparecido.

Ulises de la Cuadra (22) - Hijo de Julián y enchufado por su padre. Camarero.

Andrés Cernuda (26) - Hijo de Ángela. Camarero. Leal y de buen carácter. No le gusta meterse en líos.

● Huéspedes ●

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Elena Gisbert (17) - Perdió a sus padres en un naufragio. Dejó todo atrás, incluido Stefan, su amor, y se instaló en el Gran Hotel de Cantaloa.

Jeremy Gisbert (16) - Hermano de Elena. La acompañó hasta Cantaloa y se instaló en la misma habitación que ella. Ambos son hijos de una adinerada familia.

● Otros personajes ●

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Regina Valverde (37) - Doctora. Parece buena persona, pero algo oscuro se esconde en su interior.

Julia Wilson (24) - Ayudante de la doctora. Llega buscando un trabajo y pronto se enamora del lugar.

Agente Ayala (45) - Detective de Cantaloa. Culto y sagaz.

Andrés Palomares (28) - Es el cura de Cantaloa. Pese a estar comprometido con sus votos, está enamorado de Vilma.

Alexander Alarcón (43) - Hermano de Luis. Se ha arruinado y llega pidiendo ayuda. Inflexible y manipulador. Usa cualquier medio para conseguir lo que quiere.

Roberto Schneider (36) - Hermano de Salomé. Es detective, pero trabaja en Madrid. Inteligente y reservado.

Se irán añadiendo personajes a medida que avance la historia...

● Fallecidos/desaparecidos ●

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Salomé Palacios (41) - Era la cocinera del hotel. Guardaba numerosos secretos que poco a poco se irán desvelando. [†]

Jake Gisbert (38) - Marido de Isobel. Padre de Elena y Jeremy. Se fue de viaje en un crucero, del que no regresó.

Isobel Flemming (40) - Mujer de Jake y madre de Elena y Jeremy. Se fue de viaje en un crucero, del que no regresó.

[cita/][cita]

● Capítulos ●

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El diario [Inicio] Nota: 10/10
El fugitivo Nota: 10/10
El cuchillo de oro Nota: 10/10
Dos huéspedes nuevos, una doncella muy cotilla y un asesino suelto Nota: 10/10

● Huéspedes, la historia sobre un hotel ●

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A medida que avance la historia conoceremos las aventuras y vivencias de los numerosos personajes que llegarán o se marcharán del hotel.

¿Y tú, te atreves a hospedarte?

#1
Donspoiler99
Donspoiler99
26/05/2013 16:05
Precioso cartel!sonriente
He puesto en mi fic que se pasen por aquí..Que es una mezcla de series y eso! Seguro que te irá bien...
#2
Donspoiler99
Donspoiler99
26/05/2013 16:55
Me encanta la descripción de todos y de mi personaje ;)
#3
dchamadoira
dchamadoira
26/05/2013 16:59
Me alegro, porque me ha costado escribirlo.. Joe!
#4
Donspoiler99
Donspoiler99
26/05/2013 17:03
¡Tengo ganas de leerlo! Cuando ya aparezcan personajes de Crónicas Vampiricas voy a flipar! ^^
#5
dchamadoira
dchamadoira
26/05/2013 18:44
fichuespedescapitulo4doshuespedesnuevosunadoncellamuycotillayunasesinosueltonuevo

Capítulo I: "El diario"

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1897. Gran Hotel.

Una multitud está reunida frente a las puertas del majestuoso hotel. Cientos de curiosos están aglomerados frente a la puerta principal, esperando deseosos el momento. De pronto, las puertas comienzan a abrirse y algunas personas caminan hacia ellos. Son siete personas, cuyo grupo va encabezado por un hombre mayor, de aspecto imponente, con sombrero y un palo, en el que se apoya para caminar. Es Luis Alarcón, el patriarca de la familia, al que rápidamente reconocen. Este se aproxima hacia la muchedumbre, sin dejar de estirar el cuello.

Luis: Buenos días a todos. Tengo el honor de invitarles a pasar al que, estoy seguro, será considerado como uno de los mejores de Europa. Les invito a contemplar nuestro gran comedor, a pasear por nuestros jardines y a disfrutar de nuestras habitaciones.

Las palabras del hombre fueron respondidas por un sonoro aplauso y seguidamente todos los presentes se afanaron por ser los primeros en pisar las instalaciones del hotel.

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Tres años más tarde

Salomé se encuentra en la cocina, como de costumbre. Pero ese día no ha parado para trabajar. Ni siquiera un segundo. Ni para ir al baño. Está concentrada en preparar la comida para el banquete nupcial. Doña Sofía y Don Alfredo se casan y todo el hotel está revolucionado con la noticia. Ha llegado gente de todas partes de España para asistir a la ceremonia puesto que la familia Alarcón es bastante conocida.

Y más aún siendo Alfredo hijo de los marqueses de Vergara. La cocina es un continuo tránsito de camareros que entran y salen rápidamente de ella. Mientras, las doncellas se reparten el trabajo. Cada una de ellas recorre un pasillo, organizando y limpiando todas las habitaciones. Doña Teresa quiere tenerlo todo perfecto y no dejará pasar ni un sólo detalle.

Ángela entra en la cocina. Al verla, la cocinera se acerca rápidamente a ella.

Salomé: Ángela, ¿no te importará que vaya un momento al baño, no? Llevo aguantándomelo desde hace dos horas.

Los ojos de la mujer se reflejan en los suyos. Parece una mujer fría, pero en realidad no lo es.

Ángela: Está bien, pero vuelve aquí en menos de cinco minutos.

La cocinera asiente y sale corriendo de la cocina, en dirección a los baños del servicio. Es una sala circular, pequeña y tan sólo ocupada por dos puertas, situadas una frente a otra, por las que se accede a los respectivos baños. Pero esta vez Salomé se para junto a la puerta, al escuchar algunas voces provenientes de la sala.

Vilma: ¿Sabes lo que se rumorea? Dicen que la relación entre don Luis y doña Teresa ha empeorado. No hacen más que oírles discutir.

Estela: Sí, lo he oído... ¿Y, sabes qué? Hay algunos que afirman que don Luis tiene una amante. Hay veces, durante la noche, que yo misma le he visto salir de su habitación. Lo sigo, pero por mucho que corra, se esfuma. Debe entrar en alguna habitación y reunirse con ella. Estoy segura.

Escucha los pasos de las muchachas acercarse a la puerta. Ella les saluda con una amplia sonrisa y entra en uno de los baños, el primero comenzando por la derecha. Quita la tapa de la cisterna y extrae de esta un cuaderno de tapas gruesas y una pluma, algo mojada. Coloca de nuevo la tapa y anota lo que acaba de escuchar en el diario. Después regresa a la cocina, pero sólo para realizar un atajo en dirección a la primera planta. Recorrió cada pasillo con algo de prisa y se paró frente a la puerta indicada. La golpeó levemente. Estaba nerviosa y respiraba entrecortadamente. La puerta se abrió al instante y doña Teresa, que llevaba un vestido algo largo y florado, una pamela y un collar de perlas, apareció frente a ella.

Teresa: ¿Qué quieres? -inquirió secamente, sin dejar de mirarla-

La cocinera abrió un poco la puerta y entró en el interior de la habitación, pese a no haber sido invitada.

Teresa: ¿Pero... cómo te atreves? ¡Sal ahora mismo de aquí!

Salomé esbozó una amplia sonrisa, prorrumpiendo en carcajadas.

Salomé: Perdona, pero creo que ahora puedo hacer lo que quiera. Conozco todos tus trapos sucios, Teresa. Y esta mañana me he enterado de uno más. Tu marido te engaña. ¿Quieres que difunda por ahí que es con Ángela? Sí, la gobernanta. Estoy segura de que tú ya lo sabes. Aunque se esfuerzan por ocultarlo, la pista que he oído a una doncella ha sido la clave. Resulta que Luis sale algunas noches de su habitación y se mete en una de las habitaciones. ¡Qué extraña coincidencia! He visto a la gobernanta entrar en una habitación, mirando a cada lado del pasillo, unas cuantas noches.

La fría mujer se sentó en la silla, recapacitando. Ella sabía que su marido le engañaba con Ángela, pero no podía hacer nada.

Teresa: Que se enteren de eso me da absolutamente igual. Es más, me viene mejor. Quizás eso me ayuda a pedir la nulidad de mi matrimonio. ¿Cómo sé que conoces otros trapos sucios?

Salomé seguía sonriendo, mientras le enseñó el diario, agarrándolo fuertemente.

Salomé: Te he escuchado muchas veces durante tus visitas. Sé que has empleado muchas artimañas, casi todas ilegales, para mantener este hotel. Y también sé que las ocultas a tu marido. Sólo pido una cosa por mi silencio. La mitad del dinero que tienes en esa caja fuerte. Dámelo y me marcharé de aquí. Te lo juro.

Teresa: Tendrás tu maldito dinero. Ahora, lárgate. Te lo haré llegar después del banquete. A las ocho, en la zona del servicio.

La cocinera se encaminó hasta la puerta y salió de la habitación. Teresa agarró una taza que había sobre la mesa y la lanzó contra la pared, histérica.

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Padre Andrés: Puedes besar a la novia.

Alfredo se giró débilmente para besarla y el público prorrumpió en aplausos. Los presentes estaban emocionados. Luis estaba parado en el altar, junto a la Sofía, observando felizmente a su hija. Pero entonces giró la vista un instante y la clavó en un hombre situado en el primer banco. Él también lo miraba, pero sonriente. En cuanto los novios se bajaron del altar en dirección al coche, Luis corrió hasta el hombre. Lo miró de arriba a abajo.

Luis: ¿Cómo te atreves a aparecer? ¡Ni siquiera estabas invitado! Lárgate de aquí. No eres bien recibido.

Alexander: Sé que no estaba invitado y sé que no tengo derecho a aparecer. Pero ha pasado mucho tiempo y pensaba que... quizás me hubieras perdonado. Pero, al ver tu reacción, me iré ahora mismo y regresaré a la ruinosa posada donde me hospedo porque no tengo dinero para nada más... -dejó caer intentando dar pena-

Luis: Fuera de mi vista. -sentenció el hombre-

Su hermano se levantó del banco, fingiendo estar muy triste, y caminó lentamente hasta la salida de la iglesia. Luis conocía a la perfección a su hermano y en aquel momento tuvo la impresión de que no iba a ser la última vez que lo viera.

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Lo observó durante unos instantes, examinándolo con la mirada. Decidió confirmar en la doncella, pese a que algo le decía que estaba cometiendo un error.

Teresa: Sé que eres capaz de cualquier cosa y por ello he de pedirte algo. Quiero que mates a Salomé Palacios. Debe morir. Decide cómo, pero mátala a las ocho, en la zona del servicio. Junto a la cocina. Serás recompensada.

Belén asintió levemente y salió de la habitación, dejando a doña Teresa mucho más tranquila. Ahora sólo tenía que confiar en que la doncella tuviera el coraje necesario para mancharse las manos y asesinar a Salomé. Después del banquete debía averiguar dónde estaba escondido el diario.
#6
dchamadoira
dchamadoira
26/05/2013 18:44
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La cena había comenzado y un continuo alboroto provenía del gran comedor. Se escuchaban risas, infinitas conversaciones y el ruido de cientos de tenedores y utensilios.

Y mientras ella seguía ahí parada, esperando. Ni siquiera le habían dejado terminar su jornada antes aquel día, sabiendo que nadie más llegaría al hotel. Todas las habitaciones estaban ocupadas aquel día. Pero según don Luis el "deber" de Enma era mantenerse allí día y noche, hasta completar su extensa jornada.

Suspiró débilmente, ojeando algunas libretas organizadas cuidadosamente en el mostrador. Entonces vio la puerta abrirse y un hombre calvo caminó rápidamente hasta ella.

Enma: Buenas noches. Bienvenido al Gran Hotel. Si busca una habitación, me temo que no puedo ayudarle. No quedan habitaciones libres.

Alexander: No busco habitación. Tan sólo quiero hacerle una pregunta, ¿aún continúan en el banquete?

Enma: Sí, así es. Y tiene pinta de continuar hasta bien tarde. Y yo aquí todavía... -murmuró y se dio cuenta de que el hombre ya se había ido-

Alexander corrió a través de los pasillos, entró en la zona de servicio y siguió aún más rápido. Pronto llegó a la habitación de su hermano. Allí rebuscó por todos los rincones.

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Acababan de dar las ocho. Entró en la cocina para asegurarse de que ella estaba allí. Y así era. La saludó con la mano y salió por la puerta derecha. Tenía que realizar su plan lo más rápido posible.

Muy pronto llegó a la zona dónde estaban las instalaciones de la luz eléctrica. Era una pequeña habitación y para su suerte, encontró además un martillo en ella. Belén lo agarró rápidamente y al instante giró el interruptor general hacia abajo. Todo se sumió en una profunda oscuridad.

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Quitó el cuadro y observó en su interior la caja fuerte, justo en el momento en el que las luces se apagaron. Por desgracia desconocía la combinación de aquella caja, así que decidió llevarse muchas de las joyas de doña Teresa y marcharse rápidamente de allí.

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Belén llegó lentamente hasta la cocina. Habían pasado unos pocos segundos desde que se había ido la luz, aún tenía algo de tiempo antes de que llegaran para encenderla.

Con el martillo en la mano, se aproximó hacia Salomé. La cocinera se había acercado al armario en busca de una vela. Salomé sabía que no podía moverse de allí. No quería hacerlo puesto que de un momento a otro alguien llegaría para entregarle el dinero. Por ello no se había movido cuando la luz se había ido.

Fue entonces cuando la doncella le asestó un único golpe en la cabeza. Un golpe mortal que hizo que Salomé se derrumbara al suelo, muerta. Rápidamente agarró el martillo de nuevo y se escabulló de allí. No podían pillarla en aquel lugar.

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En algún lugar de Inglatera...

Elena Gisbert caminaba feliz por las calles, débilmente iluminadas por unas farolas cercanas. Tras un largo paseó llegó por fin al recinto de la mansión. Los guardias le abrieron la puerta y accedió al interior. La ama de llaves corrió hasta ella. Tenía lágrimas en los ojos. Le dio un único abrazo, temblando.

Ama de llaves: Querida... Ha llegado un telegrama. El barco en el que viajaban tus padres ha naufragado. Me temo que no hay supervivientes.

Un profundo grito resonó en todos los rincones de aquel diminuto pueblo.

Continuará...
#7
Donspoiler99
Donspoiler99
26/05/2013 19:09
No me gusta Gran Hotel,y siento decirte que este fic,¡ME ENCANTA!
Ha estado genial..Primero la presentación del hotel..La similitud de la escena de cuando se va la luz en la serie y en este capítulo.Alexander en este fic me gusta jajaja..Arruinado,así se ve.Vaya con Salomé..(Me gusta que hayas tomado la idea del diario)Y Estela y Vilma con sus cotilleos jajaja.
Emma me ha gustado..Y se han librado de Salomé,aunque no saben dónde está el diario..¡Y Alexander robando las joyas!Genial..Y lo de Elena<3 se escribe Gilbert..¿Lo has puesto a posta?
Y a ver que pasa ahora..UN 10!
#8
dchamadoira
dchamadoira
26/05/2013 19:14
Bueno, este capítulo ha sido más bien de presentación, ¡me alegro de que te haya gustado! He añadido la muerte para que no quedara tan soso. ¡Se va a liar una buena, ya verás! Aquí todavía parece un hotel normal, espérate a que llegue más gente...

Ahora mismo cuelgo el avance del siguiente capítulo, a ver si te gusta.
#9
dchamadoira
dchamadoira
26/05/2013 19:27

Avance

En una de sus exploraciones habituales por el hotel, Álvaro ha encontrado muerta a la cocinera. Esto ha supuesto un gran trauma para él, que necesita recibir tratamiento por un parte de un especialista. Para ello deciden llamar a un psiquiatra.

El detective Ayala se presenta en el hotel para investigar lo ocurrido, sin saber que de ahora en adelante tendrá que visitarlo muy a menudo. Decide interrogar a la recepcionista, que era la única que no estaba en el banquete y las respuestas son muy prometedoras. Cree que Alexander apagó la luz para asesinar a la cocinera. Tan sólo debe averiguar por qué.

Teresa encarga a Belén otro cometido. Debe encontrar un diario de Salomé. Para ello la doncella decide revisar cada lugar del hotel, encontrando durante sus pesquisas, un fugitivo que se ha escapado de la cárcel de Bonxe.

El director del hotel sabe que su hermano es capaz de cualquier cosa salvo de matar a nadie. Por ello defiende la inocencia de Alexander. Teresa, por su parte, se esfuerza en ocultar el que puede ser uno de los peores escándalos de la familia Alarcón.

Elena celebra un funeral simbólico en el jardín de la mansión, junto a su hermano Jeremy, que acaba de llegar de un viaje. Ahora deben repartirse la herencia entre él y su hermana, algo que provocará más de una discusión entre ellos.

#10
Donspoiler99
Donspoiler99
08/06/2013 14:07
David,acabo de leer el avance..¡Siento no haber comentado! Síguelo.. ^^ Y a ver cuando empiezan las tramas de TVD
#11
dchamadoira
dchamadoira
21/06/2013 13:58
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Capítulo II: "El fugitivo"

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Se levantó precipitadamente de la silla, haciendo que ésta se cayera al suelo. Casi al instante, numerosas personas se levantaron de sus asientos y salieron del comedor, para ver lo que sucedía. Entonces la luz volvió. Teresa observó a su hijo y le agarró de la mano.

Teresa: Álvaro. Hazme un favor y ve a la zona de la electricidad para ver si hay algún problema. ¡Corre!

El muchacho asintió con la cabeza y echó a correr hacia el pasillo principal. Allí estaba la recepcionista, que le dedicó una breve sonrisa y siguió mirando a su mesa. Álvaro tomo el camino hacia la cocina y pocos segundos después, entró en la misma. Un grito resonó en todo el Gran Hotel.



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Smallville, Inglaterra

Las maletas se le cayeron de las manos y se estamparon contra el mullido césped. Una de ellas se abrió, haciendo que parte de su equipaje cayera al suelo. Ella seguía imperturbable, con la mirada perdida y sin mostrar ninguna reacción, a parte del grito segundos antes producido. La ama de llaves la miró preocupada a los ojos, y al ver que ni tan siquiera pestañeaba, la agarró del brazo y le ayudó a entrar en la casa.

Pasó al interior de la misma. Era una amplia mansión de dos pisos, repleta de criados y sirvientes que cumplían las órdenes de los inquilinos. En el hall había una gigantesca lampara de araña que colgaba del techo, de oro macizo y en cuyo centro estaban colocadas unas cuantas velas. Debajo, una alfombra persa certificaba la entrada a la casa. Muy cerca estaba la gran escalera, la escalera principal, de mármol y permanentemente reluciente, que conducía al piso de arriba, dónde estaban las habitaciones de los señores, la biblioteca y el Ala Oeste, lugar poco frecuentado.

El mayordomo, al verlas, se acercó apresuradamente hasta ellas. Cogió en brazos a Elena y la llevó, subiendo las escaleras, hasta su habitación. Era una bonita habitación, iluminada por una amplia ventana circular por la que se veía un gran bosque. Junto a la ventana, había una mesa de madera de roble, un tocador y un espejo. La cama era majestuosa, de altura media y púrpura. Contaba incluso con cortinas. Poco más era digno de mención en esta zona de la casa, a excepción de una pequeña estantería dónde permanecían algunos libros.

La dejó tumbada sobre la cama y se retiró de la habitación. La ama de llaves se sentó en el sillón de terciopelo rojo, junto a la muchacha. Olenna, la ama de llaves, era una anciana que rondaba los setenta y cinco años. Era fría y arisca. Casi todo su pelo estaba consumido por las canas, y pocas veces su cara llena de arrugas dejaba entrever una sonrisa. Pero nadie podía poner en duda su gran labor en aquella casa. Todas las zonas de la casa estaban impolutas, ya que ella se encargaba de que las criadas cumplieran bien su cometido. También hacía la compra, en un recorrido por el pueblo que jamás duraba menos de dos horas, cocinaba, y se encargaba de los muchachos. Es decir, de Elena y de Jeremy.

De pronto, Elena comenzó a llorar. Había recobrado el conocimiento, después de permanecer en estado de shock. Olenna se levantó y corrió hasta ella. Le dejó un vaso de agua en la mesilla y encendió dos velas. El rostro de Elena estaba demacrado por las lágrimas, que no cesaban de caer desde sus ojos hasta sus mejillas.

72


Bahía de Cardiff, Gales

Abrazó a su marido, mientras miraba al horizonte. La luna ya había comenzado a iluminar débilmente las aguas. Todavía no se había acostumbrado a la constante sensación de movimiento del barco, y aún le iba a costar más tiempo. Por ello, si el majestuoso buque daba algún movimiento brusco, ella se mareaba.

Sonrió feliz. No quería estar en ningún otro lugar del mundo. Tan sólo allí, disfrutando del bello paisaje. A lo lejos, unos escarpados acantilados daban constancia de que se acercaban a Gales. Aún más lejos, podía observar unas montañas nevadas. Pero entonces algo le estremeció. Un mal presentimiento. No sabía lo que ocurría, pero no era nada bueno. Decidió no preocupar a su marido con sus tonterías, pero entonces tres tripulantes aparecieron corriendo por cubierta y segundos después regresaron, con martillos y herramientas.

Poco después se escuchó un fuerte golpe. Agarrados de la mano, se aproximaron al interior del crucero y bajaron las escaleras, abriéndose paso entre la multitud. Todo fue muy rápido. Todos los tripulantes y personal del barco subieron rápidamente las escaleras y comenzaron a desatar las barcas de salvamento. El único que permanecía allí, parado, era un hombre vestido con un traje y zapatos blancos, además de una pajarita.

Hombre: Mantengan la calma. Hemos tenido unos problemas, y está entrando agua en el barco. Pero la situación está bajo control. Ya hemos empezado a soltar las barcas. Por favor, salgan ordenadamente hacia cubierta.

Las palabras fueron rápidamente correspondidas por una multitud que se apretujaba para salir. Algunos cayeron al suelo, donde fueron pisoteados y aplastados. Más de trescientas personas se hacían paso a empujones, a la vez que el agua iba cogiendo altura. No pasó mucho tiempo hasta que el comedor quedó completamente anegado, pero todos los presentes se encontraban ya en cubierta. Uno de los tripulantes cerró la puerta y los primeros afortunados comenzaron a ocupar las barcas. Pero había un problema. Ya no quedaban más barcas y casi 80 personas se habían quedado sin sitio. El agua hacía presión en las paredes, y poco a poco el crucero se iba inclinando.

La mujer había tenido suerte, y ocupaba una de las plazas de la segunda barca, pero su marido seguía sin sitio. Entonces la saludó con la mano y se tiró de cabeza al agua, al igual que muchos otros. Pero era invierno, y las aguas estaban demasiado frías. El pánico cundió en el ambiente y algunos pasajeros no saltaron a tiempo del barco. Éste se había inclinado demasiado, y una decena de personas se precipitó al vacío, desde una altura considerable.

Pero algo ocurrió que lo cambió todo. La presión en el barco era demasiado grande y las paredes, chapuceramente construidas, reventaron. Un gigantesco trozo de hormigón cayó a la barca dónde ella se encontraba. Y todo acabó.



Smallville, Inglaterra.

El coche de caballos frenó rápidamente, al tiempo que Jeremy abría la puerta y entraba contento en los jardines de la mansión. Los atravesó corriendo y apareció en el hall. Allí no había nadie. Imaginó que estarían preparando la comida y subió las escaleras para buscar a su hermana.

Abrió la puerta de la habitación de Elena y entró dentro. En cuanto lo hizo, supo que algo malo había ocurrido. Olenna se acercó hasta él, muy lentamente.

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Acudió corriendo a la cocina, al haber advertido el grito de Álvaro. Allí lo encontró, sentado en el suelo y con los ojos en blanco. Estaba temblando, y mirando hacia la pared. A su lado, el cadáver de Salomé estaba tirado en el suelo.

Se acercó hasta su hijo y lo ayudó a levantarse, mientras hacía señales a dos de los criados para que avisaran al detective Ayala. Psiquiatra de profesión, era un hombre culto y sagaz al que no se le resistía ni un caso. Siempre solía guardarse un as bajo la manga.

Luis: Hijo. ¿Estás bien? ¿Qué te ocurre?

Álvaro: Na-nada. Estoy per..fectamente.

Luis: No, no lo estás. -dijo poniéndole la mano en la cabeza, al ver que no paraba de temblar-

Lo dejó junto a Teresa, que acababa de llegar y se marchó, sin percibir el poco asombro de Teresa al descubrir el cadáver.
#12
dchamadoira
dchamadoira
21/06/2013 16:50
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Hombre: Detective Ayala, para servirles. -decía quitándose el sombrero, mientras observaba de reojo a Doña Teresa- ¿Qué es lo que ha ocurrido?

Luis: Han encontrado muerta a Salomé Palacios, la cocinera del Gran Hotel. Sigame y podrá observar el cadáver.

Lo condujo hasta la cocina, donde el detective echó un rápido vistazo al cuerpo sin vida de la cocinera. Observó su herida de la cabeza, la sangre que había a su alrededor... Después regresó junto a Don Luis, que permanecía parado.

Ayala: Está claro que le han asesinado. Tiene un único golpe en la cabeza, a la altura de la sien. Parece que ha muerto hace como mucho, 2 horas. La muerte ha sido casi instantánea, ya que el golpe ha sido brutal.

Luis: El caso es que sé cuando se ha producido el asesinato. Como usted dice, hace como mucho dos horas, cuando estábamos reunidos en el comedor, celebrando la boda de mi hija. La luz se fue de repente y uno de los camareros la volvió a encender. Resulta que alguien había bajado el interruptor. Parece que la mataron en el momento de oscuridad.

Ayala: Si estaban reunidos en el comedor, eso reduce mi lista de sospechosos. ¿Quién no estaba presente en la cena?

Luis: Pues... la recepcionista y las doncellas.

El hombre esbozó una pequeña sonrisa y se dirigió de nuevo hacia la entrada. Se aproximó hacia el mostrador, donde una muchacha, de pelo rubio y largo, estaba revisando una libreta.

Ayala: Supongo que usted será la recepcionista. Tengo entendido que en el momento del asesinato usted era de las pocas personas que no estaba en el banquete nupcial.

Enma tragó saliva. Lo miró fijamente a los ojos.

Enma: ¿Qué es lo que insinúa? ¡Yo no me moví de aquí en toda la noche, y además, no tengo ningún motivo para asesinar a Salomé!

Ayala: Está bien, está bien, no se preocupe. No tengo nada contra usted. No tengo más preguntas, gracias.

Enma: Espere, no se vaya. He recordado algo. Un hombre llegó al hotel poco antes de que se fuera la luz. Iba con un sombrero negro y una gabardina. Llevaba un... un cinturón de cuero gris y unos pantalones ajustados. No dejó su nombre, y no quiso habitación. Aunque la verdad es que no quedaban. Sólo me peguntó si el banquete continuaba.

Ayala: Gracias por su ayuda. -dijo y se disponía a ir hasta don Luis, cuando Enma lo retuvo-

Enma: Espere. Ahora que lo pienso, el hombre me resulta extrañamente familiar. ¡Lo conozco! ¡Vaya si lo conozco! Es Alexander Alarcón, el hermano de don Luis, al que llevaba sin ver desde hace dos años.

El detective se quitó el sombrero ante ella, sonrió, y regresó junto a don Luis.

Ayala: ¿Sabe dónde está su hermano? Lléveme junto a él, por favor.

Luis: No tengo ni la más remota idea de su localización. Me pidió dinero durante la boda, pero yo no quise darle nada. Se esfumó y no lo volví a ver. Supongo que ya se habrá ido.

Ayala: Pues me temo que no. La recepcionista lo vio poco antes de que la luz se fuera. Sólo le preguntó si el banquete continuaba. ¿Sabe dónde puede estar?

Luis: Sólo me dijo que se hospedaba en una posada cochambrosa. ¿No creerá usted que es el culpable? ¡Es imposible! Mi hermano es muchas cosas pero no es una asesino.

Ayala: No se adelante a los acontecimientos... Creo que le mencionó la posada de Doña Rita. Es la única que hay en Cantaloa. Le llamaré después para contarle novedades. Hasta luego.

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Teresa: Es simple. Lo único que tienes que hacer es buscar el dichoso diario donde apuntó todos los trapos sucios de la familia Alarcón. Recupéralo y házmelo llegar. Puedes irte.

Belén se levanto de la silla y salió de la habitación. Bajó las escaleras hasta llegar al pasillo de las habitaciones de las doncellas, su primer objetivo. Pronto llegó a la que era la habitación de Salomé. Abrió la puerta y entró, echando un rápido vistazo. Caminó hasta el armario y comenzó a rebuscar en él. Al no encontrar nada, se dio la vuelta y comenzó a mirar en los cajones. Pero entonces un hombre le agarró la pierna y le tiró al suelo. Se levantó y la levantó a ella, tapándole la boca fuertemente.

Hombre: Un solo movimiento y te pego un tiro. -dijo apuntándole con una pistola-

48

Cárcel de Bonxe, España.

Golpeó fuertemente al guardia y le robó la pistola. Salió por la puerta y corrió escaleras abajo. Salió de la prisión y siguió su camino en dirección al bosque, donde se abrió paso a través de la maleza, corriendo colina abajo, sin detenerse ni un segundo.



El fugitivo abrió la puerta de una patada y salió lentamente al pasillo, agarrando con una mano a Belén y con la otra apuntándole a la cabeza con el arma.

Fugitivo: Que nadie se acerque o le pego un tiro. ¡Largaos!

Los clientes se encerraron en sus habitaciones y dos doncellas se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos. El pasillo quedó completamente despejado y el preso siguió su camino, dirigiéndose escaleras abajo.

Al mismo tiempo, Luis entraba en la habitación de Álvaro, que estaba tumbado en la cama. Pero venía acompañado por alguien. Álvaro miró de reojo, pidiendo explicaciones.

Luis: Te presento a Alonso Solana, el médico que te va a ayudar con tu... problema.

El psiquiatra caminó hasta Álvaro y le indicó que se sentara. Éste obedeció y Alonso comenzó a hacerle diversas preguntas.

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Las lágrimas de Elena cayeron sobre la tierra ya mojada, acompañando a las decenas de gotas de agua que caían del cielo. Llovía intensamente, pero eso no le iba a frustrar el entierro simbólico que había organizado en honor a sus padres. Los quería mucho, y aún no podía hacerse a la idea de que jamás iban a regresar. De que nunca volvieran a hacerle caso, a preguntar qué tal le había ido el día, o si la institutriz había sido buena con ella.

Su hermano parecía menos afectado. Tan sólo estaba algo triste y miraba cabizbajo al suelo. De pronto levantó la vista y se aclaró la garganta.

Jeremy: ¿Y ahora quién se quedará con la herencia? Ninguno de los dos somos mayores de edad. Si se reparte entre los dos, yo quiero una parte justa.

Su hermana le abofeteó en la mejilla, histérica.

Elena: ¿Pero cómo puedes ser tan cínico? ¡Nuestros padres se acaban de morir y a ti lo único que te importa es lo que vas a recibir de herencia! ¡Fuera de mi vista, lárgate!
#13
dchamadoira
dchamadoira
21/06/2013 16:50
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Llegó a la tercera puerta, comenzando por la derecha, como le había indicado la dueña de la posada, y entró sin llamar. Allí estaba Alexander, que se encontraba haciendo el equipaje. Ayala se acercó hasta él y le colocó unas esposas, impidiendo que se moviera.

Ayala: Quedas detenido provisionalmente por ser el principal sospechoso del asesinato de Salomé Palacios.

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Abrió la puerta del coche, sin dejar de apuntar a Belén con el arma. Las personas que estaban en los jardines, al verlo, salieron corriendo y entraron en el hotel. El fugitivo se subió al coche, lo arrancó, y una vez en marcha, tiró a Belén por la puerta. Después condujo lo más rápido posible para alejarse de allí.

La doncella cayó de espaldas al suelo y se quedó inmóvil.

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Miró por la ventanilla del coche, sorprendida al ver pasar a otro automóvil, pero mucho más rápido. Parecía tener prisa. Dejó de mirar, y sonriendo, esperó a que llegara a su destino. Poco después el coche aminoró la marcha, y frenó en el aparcamiento.

Julia se bajó felizmente del mismo, y tras entregar algunas monedas al conductor, y agarrar su equipaje, se dirigió hacia el Gran Hotel, maravillada.

Continuará...[/i]
#14
Donspoiler99
Donspoiler99
21/06/2013 20:36
¡¡Por fin!!Álvaro lo veo encerrado en un psiquiátrico..Por otra parte me encanta el personaje de Ayala..Y,¿descubrirán que el asesino es Belén?¿Y quién es el fugitivo de la cárcel?Por otra parte,por fin has incluido a TVD..Elena y Jeremy..¡¡Has incluido a Isobel!!! Me encanta que hayas investigado sobre TVD..Y,¿a dónde irán Elena y Jeremy?¡¡Al Gran Hotel,como no!!Menos más que incluiste a mi TVD..Y menos mal que también incluirás a Ste..bueno no digo más porque es SPOILER XD..
Y por fin llega Julia..Le encanta el lugar..Le doy un 10..Y el próximo capítulo estaré encantado de leerlo,al igual que esté..Pero metele algo más de flashback y de pasados,para ir conociendo a personajes como Regina,Emma y otros..
#15
hplqsa7
hplqsa7
02/07/2013 21:47
No sabía que existía este fic, a si que lo primero en decirte es que me encanta esta mezcla que has hecho de gran hotel, el barco... al capítulo 1 un 10 y al dos otro 10 me ha encantado la llegada de Julia y el vídeo me ha gustado mucho, enhorabuena aquí tines a un nuevo lector de esta historia
#16
dchamadoira
dchamadoira
05/07/2013 20:58
fichuespedescapitulo4doshuespedesnuevosunadoncellamuycotillayunasesinosueltonuevo

Capítulo III: "El cuchillo de oro"

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Julia dejó las maletas en el suelo, cerró la puerta de su habitación y se lanzó a la cama. Bostezó y poco a poco fue cerrando los ojos.



Se encontraba parada frente a un espejo circular colgado en la pared, con el que podía observarse las múltiples heridas y moratones que Julia tenía por la cara y los brazos. Derramó algunas lágrimas al ver aquello y se tapó de nuevo con la gabardina.

Pero entonces escuchó la puerta de la entrada abrirse y se quedó inmóvil. Los escalones de las escaleras chirriaban, dándole la certeza de que Philippe se estaba acercando hacia ella. Sin pensárselo dos veces, se escondió bajo la cama.

Philippe: Cariño... Ya estoy en casa. ¿Qué tal estás?

Julia estaba sentada bajo la cama, agarrándose las rodillas y temblando. Observó la puerta de su habitación abrirse y unas botas que se acercaban hacia la cama.



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Agarró sus maletas y entró en el interior del hotel. Echó un rápido vistazo al mismo, fijándose en la majestuosidad y en la gran decoración que lo habitaba. Él siguió caminando, pasando la recepción, hasta llegar a la zona del servicio.

Las puertas se abrieron y la gobernanta del hotel apareció ante él. Lo miró de arriba abajo durante unos instantes, examinándolo brevemente.

Ángela: Supongo que usted será Sebastián, el nuevo cocinero.

Sebastián: Así es. He venido en cuanto he recibido la carta de admisión.

Ángela: Ha hecho bien. Pase, le enseñaré la cocina.

Sebastián entró al interior, esbozando una extraña sonrisa.

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Distinguió algo en la carretera, no muy lejos del hotel, y empezó a correr hacia allá. No tardó en darse cuenta de que se trataba de una persona, que estaba tumbada sobre el asfalto, inmóvil. Se acercó aún más y reconoció a Belén. Se sentó a su lado y le golpeó levemente en las mejillas para intentar despertarla.

Ándres: Belén, ¡Belén! ¿Qué te pasa?

Al ver que no contestaba, la subió en brazos y se la llevó corriendo hasta el Gran Hotel.

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Alonso hurgó en su maletín y sacó dos pequeños botes de este. Se levantó y los colocó sobre la mesa. Álvaro miró extrañado, sin comprender nada.

Alonso: Esto te ayudará a dormir. Tan sólo tienes que echarte unas gotas a un vaso de agua antes de meterte en la cama, y listo. No tienes ningún problema psíquico, no hay por qué preocuparse.

Luis: Gracias, doctor.

El psiquiatra sonrío y se marchó de la habitación, cerrando la puerta tras él.

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El detective estaba parado junto a una celda, en cuyo interior se encontraba Alexander, sentado en el suelo.

Ayala: De modo que usted afirma no haber matado a la señorita Palacios. Eso me hace plantearme algunas preguntas. Por ejemplo, ¿Por qué preguntó usted a la recepcionista si el banquete había acabado?

El acusado miró al suelo, negándose a contestar.

Ayala: Su silencio tan sólo empeora su situación. Tenemos testigos que lo vieron en el momento del asesinato, y que podrían declarar en el juicio. Contra usted.

El detective se disponía a alejarse de aquella celda, cuando Alexander le llamó.

Alexander: No me resulta fácil decir esto, pero... yo fui al hotel para robar. Quería robar el dinero de la caja fuerte, pero al no descifrar el código, me conformé con algunas joyas de Doña Teresa. Puede comprobarlo, están guardadas en mi maleta.

Ayala: ¿Y cómo es que un miembro de una de las familias más destacadas de España, tiene que recurrir a tales hechos?

Alexander: Estoy pasando un complicado momento económico... Perdí gran parte de mi dinero en apuestas, y demás, y Luis no quiso prestarme nada. No tuve otro remedio. ¡Pero yo no maté a la cocinera!

Ayala se quedó pensativo. Las palabras de aquel hombre parecían sinceras, pero él era el único sospechoso. Si Alexander Alarcón no había tenido nada que ver en aquella muerte, ¿Quién habría sido el responsable? Debía averiguarlo, pero por el momento, mantener encarcelado al sospechoso. Podría haber tenido tiempo suficiente para robar las joyas, y además, asesinar a la cocinera. ¿Pero, por qué ella?

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Una delicada brisa húmeda le refrescaba la cara, mientras leía el periódico local. En primera plana aparecía un titular:




Un hotel de España, entre los mejores del mundo

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Pese a tan sólo haber pasado 3 años desde su apertura, el Gran Hotel de Cantaloa se ha convertido en uno de los mejores hoteles del mundo, y uno de los pocos que cuenta con luz eléctrica en todas sus habitaciones, además de teléfonos.

Toda una gran opción si quiere disfrutar de unas merecidas vacaciones.



Elena dio un nuevo sorbo al té, dejó el periódico sobre la mesa, y corrió hasta el interior de la casa.
#17
dchamadoira
dchamadoira
05/07/2013 20:59
La noche había caído, y la cocina estaba completamente desierta. Sólo seguía presente Ángela, que estaba guardándolo todo para una posterior jornada. Pero entonces escuchó pasos no muy lejos de allí. Alarmada, se armó de una sartén y empezó a caminar sigilosamente.

Alguien había entrado por la zona del servicio y había ido hasta los armarios donde guardaban la cubertería. O eso pensaba la gobernanta, puesto que la puerta estaba abierta y había algunas huellas de barro en esa dirección. Las siguió sin hacer ruido y pronto llegó a la sala de la cubertería. Pero en cuánto llegó, observó a un hombre vestido con traje de camarero del hotel, abrir la ventana y lanzarse por ella.

Corrió hasta el interior de la sala y observó que faltaba un cuchillo de oro.

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Doña Teresa abrió la puerta de la habitación de Belén y entró en esta, cerrando de un portazo. Se acercó hacia la cama, dónde la doncella reposaba en silencio.

Teresa: Me da igual lo que te pase, pero más te vale encontrar el diario. -gritó Doña Teresa histérica- De lo contrario, ¡me las pagarás!

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Agarró su pequeña pamela sosteniéndola con las manos para evitar que una racha de aire se la llevara, y siguió caminando por Cantaloa. Era un pequeño pueblo dónde no vivían más de 10.000 personas, bastante acogedor, y rodeado completamente por un bosque que se extendía hasta el Gran Hotel.

Había numerosas tiendas, posadas y hostales a ambos lados de la calle, donde Julia fijó toda su atención. Había llegado al hotel para buscar un trabajo, y tenía la sensación de que lo iba a encontrar. Por ello, pese a llevar unas cuantas horas buscando un empleo, y no haber tenido éxito, no se había dado por vencida.
Fue cuando observó un cartel pegado en la puerta de una clínica. Se acercó hasta allí y lo leyó rápidamente. Tan sólo decía: 'Se precisa ayudante'

Intrigada, abrió la puerta y entró al interior. Había algunas sillas situadas a ambos lados, y unas revistas sobre una pequeña mesa. Era una sala de espera, pero en aquellos momentos estaba completamente vacía. Una mujer de pelo negro y labios finos apareció de repente, sobresaltando a Julia.

Mujer: Si le pasa algo, tendrá que volver mañana, porque yo ya me iba.

Julia: No... Es que he leído el cartel de la entrada y como estaba buscando un trabajo...

Mujer: ¿Tienes algún estudio de medicina?

Julia: Pues sí. Procedo de una familia rica y por ello pude permitirme ir a la universidad, dónde estudié medicina, entre otras dos carreras.

Regina: En ese caso no tengo ninguna duda. Llevaba tiempo buscando ayudante. Contratada. Soy Regina Valverde, la doctora.

Julia: Encantada. Yo soy Julia... Wilson.




Aprovechando que Philippe estaba en el trabajo, Julia sacó la maleta del armario y, agarrándola de un brazo, bajó las escaleras. Hurgó en su monedero y sacó un billete. Después echó a correr sin mirar atrás, en dirección a la estación del tren.

Quedó contemplando el andén, esperando a que llegara el ferrocarril, su billete de escape.


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Olenna estaba de pie, observando a Elena hacer la maleta. En una habitación contigua, su hermano Jeremy estaba haciendo lo mismo.

Olenna: ¿Pero cómo os vais a ir? ¿A dónde? ¡No podéis iros!

La muchacha se giró para mirar al ama de llaves a los ojos.

Elena: No podemos seguir viviendo aquí. Nuestros padres han muerto. Nada nos detiene en Smallville. Nos iremos a España, al Gran Hotel. Al fin y al cabo, ya queda muy poco para que cumpla 18. Puedo cuidarme por mí misma, y Jeremy también.

Agarró las maletas y bajó hasta la entrada de la mansión, donde el coche de caballos ya les estaba esperando. Un gran viento azotaba el pueblo aquella noche y las ramas del árbol próximo no paraban de agitarse.

Entonces alguien apareció junto a ella. Era Stephan, que había llegado para despedirla.

Stephan: No.. Por favor, no te vayas.

Elena: Lo siento Stephan. He de irme. No quiero que lo comprendas, pero no me lo hagas más díficil...

El muchacho, de tez pálida y bastante alto, se quedó callado. Elena, al ver a su hermano atravesar los jardines de la mansión, agarró las maletas de nuevo. Le dio un beso en los labios a Stephan y entró en el coche de caballos, seguida por Jeremy.

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La luna llena resplandecía en lo alto del firmamento, iluminándolo todo y confiriendo un toque mágico a aquella noche. Los alrededores del Gran Hotel estaban en un completo silencio y la mayoría de los huéspedes descansaba en sus habitaciones. A excepción de una mujer rubia, que permanecía fumando en el jardín.

Terminó de fumar, agarró el cigarrillo y lo tiró al suelo, para después pisarlo. Entonces giró la cabeza y alguien le golpeó fuertemente en la cabeza, para después apuñalarla. Un charco de sangre comenzó a extenderse alrededor de su pecho.
#18
Donspoiler99
Donspoiler99
06/07/2013 01:27
¡Me ha encantado! Álvaro sin problemas mentales..Julia ya contratada,¡maldito Phillippe! Me ha aparecido amable Regina jajaja..Y vaya con Teresa.Me encantan las escenas de Elena dios<3 jajaja..Se van al Gran Hotel..Ella y Jeremy.¡Me ha encantado que ella y Stefan fueran ya novios! Pero,¿Sabe su secreto? ¿Irá al Gran Hotel a que regrese? ¿Quién es el hombre del final? ¿Luís?
Por mi sigue..
#19
dchamadoira
dchamadoira
04/09/2013 14:59

Capítulo IV: "Dos huéspedes nuevos, una doncella muy cotilla y un asesino suelto"

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Teresa

Algunos gritos se escuchaban en los pasillos del Gran Hotel. Teresa se levantó de la silla y salió precipitadamente para observar lo qué ocurría. Media docena de huéspedes también habían caminado fuera de sus habitaciones debido a aquel griterío. Nada más salir, se percató de la presencia de Andrés Cernuda, uno de los camareros, que llevaba sobre sus hombros a Belén.

Unas cuántas doncellas le seguían intentando reanimarla, hasta que se perdieron por los pasillos en dirección a la habitación de Belén.

«Estúpida y miserable. ¿Qué habrá hecho ahora?» pensó Doña Teresa. Si Belén no le presentaba el diario, contrataría a alguien que se encargara de quitar a aquella doncella de por medio. Al fin y al cabo, ella ya empezaba a conocer algunos secretos que le convenían ocultar. «Más le vale encontrarlo... y le regalaré su vida. Pero si no...»

fichuespedescapitulo4doshuespedesnuevosunadoncellamuycotillayunasesinosueltonuevo

Doña Teresa se encaminó a las escaleras y comenzó a descender los peldaños arrastrando débilmente su vestido por los fríos peldaños. Llegó hasta la sala de la recepción y tras dar un pequeño rodeo fue hacia el comedor. Allí su mesa estaba preparada, como siempre. Era una mesa alargada y situada en el centro de la sala, justo debajo de la lámpara que iluminaba el comedor. Se sentó en la butaca de terciopelo verde y su mirada se posó en un periódico colocado sobre la mesa. "La Vanguardia" tenía en su portada una fotografía en blanco y negro dónde un desmejorado Alexander Alarcón aparecía, llevando una botella de whysky en la mano.

"El hermano del patriarca de los Alarcón, acusado de asesinato" era lo que decía el titular. Doña Teresa continúo leyendo, esforzándose por contener la ira. "Alexander Alarcón se ha convertido en la oveja negra de la familia tras ser el principal sospechoso del asesinato de Salomé Palacios, la cocinera del Gran Hotel. Según algunas fuentes, el supuesto asesino mantenía una relación sentimental con Salomé Palacios" D. Teresa no quiso seguir leyendo. Todo lo que decía aquel titular era una absurda mentira.

«Nadie va a manchar el nombre de la familia» Doña Teresa no iba a consentir que se manchara el buen nombre con semejantes idioteces. Tenía que ocultar aquello o de lo contrario se convertiría en el peor escándalo de su familia.

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Julia

El viento le revolvía el pelo a cada paso que daba, pero ya le quedaba poco. Corrió como pudo y entró en el interior de la clínica. Un chirrido proveniente de la puerta anunció su llegada. Regina Valverde se colocó el sombrero sobre su cabellera negra y se disponía a salir cuando la vio aparecer.

Julia: Buenos días, Regina. -la saludó ella con su sonrisa habitual-

Regina: Buenos días. ¿Preparada para tu primer día? -la miró un momento y abrió la puerta. Julia vio algo en su mirada que le provocó un escalofrío- Vamos. Nos han llamado del Gran Hotel. Al parecer han intentado asesinar a una mujer.

Asintió con la cabeza y la siguió hasta el vehículo. Se sentó en el asiento del copiloto mientras Regina arrancaba el coche. Poco a poco fue cogiendo velocidad y circularon a la máxima posible por aquella vacía carretera. El viento agitaba los árboles con brutalidad y golpeteaba contra las puertas del coche. Julia se apoyó junto a la ventanilla, viendo pasar el pequeño pueblo a su derecha.

No habían pasado apenas quince minutos cuando aparcaron el automóvil y salieron corriendo hasta el jardín del Gran Hotel. Regina agarraba su maletín entre las manos, pero Julia sólo contaba con sus conocimientos. En cuánto llegó supo que la herida era muy profunda. Había sangre alrededor de ella. Por un momento, la ayudante de la doctora se encontraba muy lejos de allí...

Algunos

El sudor le recorría los brazos. Estaba empapada. Gritó con todas sus fuerzas mientras hacía fuerzas. El dolor le recorría todos los músculos, golpeándola con intensidad. Gritó aún más fuerte mientras apretaba aún más.

La comadrona que estaba junto a ella la apremiaba para que siguiera así. Agitó el aire junto a ella para refrescarla, aunque aquello no le servía de nada. No podía seguir.. las fuerzas comenzaban a escasearle. Pero entonces miró a su matrona. Acababa de agarrar al bebé entre sus brazos y lo limpiaba con una toalla mojada.

«Por fin. El esfuerzo ha merecido la pena. Philippe estará muy contento. Me amará aun más por ello... le he dado un hijo»

Pero no escuchó gritos, ni llanto, ni siquiera el movimiento de sus piernas. Aquella matrona la miró con tristeza.

Matrona: Señora... El bebé... ha muerto.

Y fue como si el mundo se le cayera en cima. Sintió que una parte de su alma se había roto en pedazos y un cuchillo le desgarraba el corazón.



Abrió los ojos de nuevo. La respiración de la mujer rubia era entrecortada y su corazón latía muy lentamente. Regina deslizó algunos instrumentos de su maletín marrón y comenzó a usarlos. Le apretó la herida y se la cerró con un paño.

Regina: Por favor, tú y tú, llevadla a alguna habitación vacía del Gran Hotel. Doña Teresa, espero que contemos con su apoyo.

Julia se asustó al ver que Doña Teresa estaba de pie detrás de ellas. Reprimió un gritito.

Teresa: Claro que sí. Era una huésped del hotel y la han intentado asesinar en nuestros propios jardines. «Como si no tuviéramos suficientes escándalos todavía» murmuró Teresa entre dientes.

Les siguió hasta una habitación del segundo piso. «Salomé Palacios. Cocinera» era lo que decía el cartel colocado sobre la puerta. «Ahora ya no. Ya está muerta. Como el pequeño Ricard...»

Entró en el interior mientras dos camareros colocaban a la moribunda sobre la cama, tras dejar una toalla extendida. Regina sacó una aguja y se acercó hasta la herida.

Regina: Ayúdame con esto, Julia. Sujétala para que pueda coserle bien la herida. Julia hizo lo que le ordenaban- Muy bien, ahí. Procura no moverte.

Pero cuando comenzó a coser su herida, el corazón de la moribunda dejó de latir. Exhaló un último suspiro y Julia supo que no había nada más que hacer por ella.

Julia: Ha muerto..

«Como el pequeño Ricard, Salomé y tantos otros...»

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Jeremy

El carruaje paró junto al hotel y él se bajó portando su equipaje en el brazo. Elena le acompañó a su lado observando el jardín que se extendía alrededor del majestuoso hotel. Abrieron las puertas y accedieron hasta la sala de la recepción. Una muchacha joven estaba de pie apuntando en una libreta. Levantó la vista al verlos llegar y los observó durante unos segundos.

Enma: Bienvenidos al Gran Hotel -los saludó con una sonrisa- En estos momentos tenemos dos habitaciones disponibles. Ambas están situadas en la segunda planta.

Elena: Grasias... Querrihamos cualquierra de eshas habitaciones -su hermana tenía un acento peculiar hablando en castellano- Aquí tienhe. -le dejó unas cuántas monedas en la mesa- Planeamoss quedarnos bastanthe aquíu.

La recepcionista no hizo ningún comentario sobe su dominio del lenguaje, aunque Jeremy sabía que le había resultado bastante gracioso. Le dejó una llave sobre la mesa y los dos hermanos llevaron su equipaje escaleras arriba.

«Esta es ahora nuestra nueva casa...» pensó Jeremy mientras subía por las escaleras.
#20
dchamadoira
dchamadoira
04/09/2013 15:37
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Ángela

Caminó por la cocina ojeando que todos cumplían con su cometido y abrió la puerta para entrar a la sala del servicio. Dos doncellas cuchicheaban en voz baja, pero alcanzó a escucharlas.

Cristina: No sé... Yo creo que hay algo más. Don Alexander no la mató, estoy segura.

Vilma: ¿Y quién fue?

Cristina: No tengo ni la más remota idea. Pero hay algo que huele mal aquí y sé dónde empezar a buscar. En...

Ángela: ¿Pero se puede saber qué hacen? -les reprendió furiosa- ¡Menos darle a la lengua y más limpiar las habitaciones! ¡Va, va!

Las doncellas se dispersaron rápidamente, pero la gobernanta sabía que seguirían cuchicheando mientras realizaban sus tareas. «Es que nadie se cree ese cuento de que la mató por engañarle. ¿Cómo iban a ser amantes aquellos dos? Imposible» Ángela tampoco se creía lo que había aparecido publicado en el periódico aquella mañana.

De repente el detective Ayala entró en la cocina, llevaba una gabardina negra y un sombrero de copa. Se acercó hasta ella y la saludó discretamente.

Ángela: Desapareció un cuchillo de oro. Alguien entró aquí y lo robó... Llevaba un traje de camarero.

Detective: Bien, ya tenemos el arma del crimen. Y una lista de sospechosos. -la miró a los ojos- ¿Me permite ojear una lista de los camareros que trabajan en el hotel?

Ángela: Cómo no.
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Teresa

Las puertas se abrieron y una muchacha de cabello rojizo se acercó hasta ella.

Muchacha Puede pasar. Don Alejandro le está esperando.

Doña Teresa no comentó nada y entró en la sala alzando la cabeza. Se sentó ojeando a aquel estúpido. Don Alejandro Herrero era el director del periódico de La Vanguardia desde la muerte de su padre, que había llevado las riendas desde la creación del periódico, en 1867.

Alejandro: Buenos días, doña Teresa. Creo que deseaba algo de mí. Adelante, dígame lo qué quiere.

Un sobre salió volando de su mano hasta la mesa y resbaló para frenar justo delante de las manos del director. Teresa contempló la alegría en sus ojos cuándo abrió el sobre y se encontró con un fajo de billetes y monedas.

Teresa: Si lo quieres, tan sólo tienes que hacerme un pequeño favor. Dejar de difamar sobre nuestra familia acusándole de un asesinato a la que según ustedes, era su amante. Todo es una absurda mentira. Pero hagamos un trato.. ¿Sabe que tengo amigos influyentes, no?

Alejandro asintió con la cabeza.

Teresa: Si no quiere que su periódico acabe cerrado, será mejor que deje de acusarle de aquello. En la portada del número de mañana quiero que digáis que Julián de la Cuadra pudo haberla asesinado. Yo me ocuparé de lo demás. Adiós.

Salió cerrando la puerta de un portazo. «Que comience la función» murmuró esbozando una sonrisa.
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Álvaro

Paseó por los pasillos sin nada que hacer. El aburrimiento lo embargaba por completo. Allí no había nadie de su edad con quien hablar, nada que hacer. Sólo pasear, cenar, desayunar, comer y salir a los jardines. «Ojalá yo fuera el heredero. Haría lo que me diera la gana» deseó Álvaro mientras se percataba de que una doncella entraba en la habitación de Salomé Palacios.

«¿A dónde va? Salomé está muerta. ¡Esa habitación no es suya» Álvaro tenía curiosidad, pero cuándo se decidió a entrar en la habitación, observó a la doncella salir corriendo y bajar las escaleras. La siguió discretamente apartándose cuándo se giraba para mirar hacia atrás. La doncella entró en la zona de servicio y fue hacia los baños.

Ángela Buenas tardes, Don Álvaro.

Sólo le saludó con la mano y esperó en la puerta de los baños. «Entraré» y abrió la puerta accediendo al interior. La doncella estaba en uno de los compartimentos del baño. Escuchó el ruido de la tapa de la cisterna al chocar con la pared. Miró por la pequeña rendija que permitía observar el interior. Cristina Olmedo salió con un diario en sus manos y se lo guardó rápidamente en el bolsillo.

Álvaro se encerró cerrando el pestillo y se subió en el váter para que no advirtiera su presencia. «Una libreta escondida. La tenía ahí...» estaba decidido a averiguar el por qué de aquello.
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Teresa

Tras arrancar un cabello del pelo de Salomé Palacios, cuyo cuerpo se encontraba aún en una de las salas del Gran Hotel, preparado para enterrarlo en el cementerio de Cantaloa. Agarró su llave maestra del bolsillo y la metió en la cerradura. Giró el pomo y entró en la habitación de Julián de la Cuadra.

Lo tiró en el suelo y después se acercó hasta la cama para esconder debajo el martillo ensangrentado que Belén le había entregado. No pudo evitar sonreír. Ahora sólo faltaba esperar.
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Ricardo

Fijó su atención en el bosque que se extendía junto a los jardines del Gran Hotel. Ricardo solía acudir allí para pasear hasta el estanque dónde una increíble paz reinaba. Pero entonces observó algo moverse entre las sombras de los árboles. El sol comenzaba a ocultarse y la visibilidad era baja porque una espesa niebla comenzaba a cernirse sobre el hotel.

Su hermana Alicia lo llamó desde la puerta. Acudió hacia ella, ignorando la presencia de dos muchachos que corrían como un rayo entre los árboles. Se asomaron débilmente para observar el hotel...

Continuará
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