• Estrella Polar • Última temporada • Se acerca el final
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Fan-fic
(Primera, segunda y tercera temporada hasta el 3x04)
No os perdáis los nuevos capítulos del fan-fic. ¡La aventura comienza aquí!
Julia: Hay algo más, Ricardo. Al principio, cuando murió Cristóbal, yo aún estaba de parte del Proyecto. ¡Sí, no me mires así! Yo aún no estaba enamorada de ti. Pero poco a poco fui tomando conciencia de lo que estaba haciendo. Y cada día me sentía peor. Los remordimientos se apoderaron de mí, y entonces Ernesto asesinó a Roberto, el piloto. También tuve que callármelo, pero entonces fue cuando definitivamente me cambié de bando. -la doctora hizo una pausa- Y fue cuando ocurrió. Ernesto envenenó a tu hija. Le metió un virus en su organismo que hubiera acabado con ella si no tenía el antídoto necesario. ¡Lo hizo para chantajearla! Pero yo me enteré y tuve que prometerle estar de su lado, no defraudarle, y sobre todo, no contárselo a nadie. Y lo hice por tu hija, Ricardo. Sabía que te estaba mintiendo, y eso me dolía. Me dolía saber que te estaba ocultando cosas… Pero lo hacía por Ainhoa. -sus emociones salieron a flor de piel y unas lágrimas brotaron de sus ojos- Pero no te preocupes, le he curado. Ya no tiene que tomar nada. ¡Pero me amenazó! Me amenazó con matarte. No sé cómo he sido tan cobarde…
Ricardo : ¿Qué? ¿Qué ese hijo de puta envenenó a Ainhoa? ¿Y te amenazó? -la furia se notaba en sus ojos azules- ¡Lo voy a matar!
El capitán fue a abrir la puerta del camarote para correr a la bodega, pero su mujer le agarró del brazo.
Julia: No, Ricardo. No merece la pena que lo mates. Ya no. Déjalo con vida. Pero tengo algo que decirte. Como curé a Ainhoa, buscó un nuevo aliado. Ha envenenado a Palomares y le ordena hacer lo que él quiera.
Pero Estela, que siempre se enteraba de todo lo que ocurría en aquel barco, estaba escuchando desde al lado de la puerta. Después de enterarse de que Claudia era espía, siendo que había confiado en ella, ahora esto… Gamboa, con el que estaba saliendo, le había mentido durante todo este tiempo. No podía creer cómo había sido capaz de asesinar a Ramiro.
Continuará en la Parte II[/i]
Capítulo 3x07 (38) "El monstruo del agua" (Parte final)
[/b][/u]Sonrío malévolamente mientras se guardaba algo oculto en la chaqueta, y caminó por los pasillos hasta bajar las escaleras. Se paró junto al guarda.
Estela: Quiero ver a Gamboa. ¿Puedes abrirme la puerta, por favor?
El tripulante asintió levemente con la cabeza, introdujo unas llaves en la cerradura y le abrió la puerta, permitiéndole la entrada. La muchacha accedió rápidamente a la habitación y miro furiosa al profesor de supervivencia, que estaba sentado en el suelo. Estela se acercó lentamente a él, sin dejar de mirarle sonriente, mientras intentaba distraerle:
Estela: ¿Qué has hecho para que te hayan encerrado aquí? ¿No habrás vuelto a las viejas andadas? Pensaba que habías cambiado, Gamboa.
Aprovechando que Ernesto la miraba a los ojos, Estela agarró el cuchillo que antes se había escondido en su chaqueta, la agarró entre sus manos, que rápidamente colocó a sus espaldas. Se paró junto a su antiguo novio, y sin esperara que contestara, inclinó el arma hacia Ernesto, mientras tragaba saliva.
El profesor se quedó perplejo durante unos instantes, no se esperaba para nada la reacción de la joven.
Gamboa: Vamos, Estela, sabes que no eres capaz. Suelta eso. -dijo mientras se levantaba-
Estela: ¡Claro que soy capaz! Eres peor que mi padre. Me has estado engañando durante todo este tiempo. Mataste a Ramiro, y al piloto que llegó al barco, también a Martinez. ¡Y por si eso fuera poco envenenaste a Ainhoa e intentaste matar a Julia! Eres despreaciable. Tienes que pagar por todo esto. Pero lo peor es que yo te quería, Gamboa. Hubiera sido capaz de hacer cualquier cosa por ti. ¡Pero ahora no! ¡Ahora sé que a quién de verdad quería era a Ramiro, y tú lo mataste!
La muchacha se abalanzó sobre Gamboa para clavarle el cuchillo, pero entonces la puerta se abrió y dos tripulantes entraron rápidamente, separándola de él, mientras ella se retorcía en el suelo, intentando liberarse de las manos de sus apresores y gritando como una poseída. Sus ojos se humedecieron con rapidez y el cuchillo se le cayó de las manos. Los dos le ayudaron a levantarse y la sacaron de la habitación.
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Se apresuró en entrar en la enfermería y empezó a rastrearla en busca de su objetivo: un potente veneno. Estaba tan centrado en lograr que Ulises desapareciera del mapa que no se dio cuenta de que estaba destrozando la habitación. Mientras realizaba sus pesquisas, había desencajonado muchos de los cajones y tirado otros tantos objetos al suelo.
Hasta que por fin consiguió localizar un botecito con algo de arsénico. Se lo guardó en su chaqueta y se dirigió a la habitación de Ulises. Por suerte, había un vaso con agua colocado en la mesilla, junto a la cama. Echó un tercio del pequeño bote en el recipiente y tras removerlo hasta que quedara incoloro, salió de la habitación.
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Ricardo, por walkie: ¡Dios Santo! ¿Hay cuatro hombres muertos? ¿Qué parecen rusos? Pues claro, el barco en el que vienen es el Estrella Sirrah. Vale, podéis regresar. -alejó el walkie de su boca y se dirigió a su mujer- Julia, esto es preocupante. Vilma, Piti y los que se fueron han desaparecido. ¡Maldita sea, se fueron en ese maldito barco y ahora han aparecido unos rusos! ¿Qué quiere decir eso?
Julia: Estoy tan desconcertada como tú. De verdad, te juro que no sé lo que está ocurriendo. Yo pensaba que los del Proyecto Alejandría habrían asesinado a toda la tripulación del barco ruso, pero no ha sido así. Tenemos que encontrarles, como sea. ¿Y si... y si les han encontrado? La verdad es que yo ya no sé que pensar sobre el Proyecto. Hace semanas que dejaron de comunicarse conmigo, y lo último que me dijeron es que si todo se iba al garete, no iban a tener piedad con nadie. ¿Y si han matado... a Vilma, Piti, Sol...? No...
Ricardo: ¡No pienses en eso, Julia! -dijo mientras le abrazaba cariñosamente-
La puerta de la sala de mandos se abrió y Palomares entró allí, parecía preocupado.
Palomares: Capitán, ya hemos buscado en la habitación de Cho... y hemos encontrado esto. -dijo el cura y le hizo entrega de una carpeta verde-
Julia: Esto... esto es una carpeta del Proyecto Alejandría. Sí, así es. Aquí está el logo. Hay una... una especie de números. Debe ser algo que Burbuja debe descifrar. ¡Un momento! Es una de las carpetas... que robó Burbuja hace años. Creo que hay más. Pero él robo una roja. Quizás... ¡Quizás separó su contenido en diversas carpetas que colocó estratégicamente en cada uno de los barcos! Así, aunque los del Proyecto encontraran una, no podían hacer nada. Debían encontrar todas y eso es prácticamente imposible. Pero me temo que no podemos obtener respuestas. Burbuja... no creo que sea capaz de aclararnos nada. Ves, aquí está la firma: doctor Schneider.
Ricardo: En cualquier caso vamos ahora mismo a la habitación de Burbuja.
Julia: Yo me voy a cubierta, tengo que averiguar que es lo que hay ahí fuera.
La doctora se dirigió al exterior, y tras rastrear con la mirada las frías aguas contiguas al Estrella Polar, vio algo que la horrorizó. Junto al barco, una aleta emergía de cuando en cuando y merodeaba en las cercanías. Aquello era lo que había despedazado al pobre coreano... Era... un gigantesco tiburón.
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Daphne: Si algún otro tripulante no está de acuerdo con mis planes, que lo diga ahora y le libraré de ellos... de un tiro. Aquí ahora mando yo, y quién no lo quiera así, que se aguante. ¡Si intentáis algo, lo lamentaréis! Ya habéis visto como han acabado aquellos -dijo señalando a varios de los tripulantes que habían intentado huir, y que ahora estaban tirados en el suelo, alguno aún moribundo-
Los presentes asintieron, con un rostro de temor. Daphne sonrío felizmente y se acercó a dos de sus hombres.
Daphne: Y ahora, inútiles, encontrar a Marimar Hernández. No ha podido irse muy lejos. Después comprobar, con la lista de la sala de mandos, y preguntándoles a todos, si están aquí todos los tripulantes. No podemos arriesgarnos a cometer ningún fallo. Alexander nos mataría.
La mujer había llegado para tomar el control del barco. Alexander quería tenerlo todo bajo control, y desde que habían asesinado a varios miembros del Étoile du Nord en tierra, sumado a que se habían quedado sin víveres... Si no hubieran aparecido, seguramente todos aquellos elegidos hubieran muerto. Y además, así habían hecho una pequeña limpieza. Cada vez era más gente innecesaria en aquel desolado mundo.
El oficial y el capitán estaban ahora muertos: por lo que ahora, la máxima autoridad era aquella despiadada mujer. Y muchas cosas iban a cambiar en aquel barco. Aunque los tripulantes del Etoile du Nord, los soldados, Vilma, Piti, y los demás tripulantes del Estrella Polar lo desconocieran, se estaban acercando a una batalla inminente. Y lo peor de todo era que habían alcanzado un punto sin retorno. No había vuelta atrás. Todo estaba a punto de cambiar, y todo por unas carpetas y un maldito Proyecto.
Max ha preparado el veneno y el plan está en marcha..¿Lo conseguirá?
¡¡¡El Monstruo del Agua es un tiburón!!! WOW
Y lo de las carpetas y la explicación de Julia,fenomenal..
Espero el próximo..Aunque solo quedan tres para el final de temporada
El próximo capítulo yo lo titularía "El Último beso" y ya sabes porqué..¿no? ¡ULISES!
Que Ulises no muera!! que me gusta mucho la pareja de Ainhoa y Ulises, pero tú hazlo como quieras jejeje (: También odio a Max!! JAajajaja siguelo que esta geniaaal! :D
Capítulo 3x08 (39): "Una obsesión, siete carpetas y un envenenado"
[/b][/h1] [ANTEPENÚLTIMO CAPÍTULO DE TEMPORADA]Max caminó sonriente por los pasillos. Sabía que en cuanto Ulises bebiera aquel vaso de agua, no habría vuelta atrás. Él tendría el camino despejado para conquistar a Ainhoa, pero mientras tanto, debía asentar los cimientos de su relación. Entonces se le ocurrió una idea, y para ello decidió caminar hasta el camarote de las chicas.
Yendo hacia allí, vio pasar a Ulises, el que lo saludó con la mano y prosiguió su camino. Esbozó una sonrisa aún mayor al imaginarlo muerto. Llamó dos veces a la puerta del camarote 22, y tras unos segundos Ainhoa apareció en el umbral, igual de preciosa que siempre. Esta se sorprendió de ver allí al muchacho.
Ainhoa: ¡Hola Max! ¿Querías algo?
Max: Sí, bueno... Necesito que me ayudes a mover unas cajas de la bodega. Hay que organizarlo todo ya que poco después de que lleguemos a tierra, volveremos al edificio a rescatar a mis compañeros, y por ello debe haber mucho espacio en el Estrella. Si fueras tan amable de ayudarme...
La muchacha lo miró a los ojos unos segundos, pero después salió del camarote, cerrando la puerta tras ella.
Ainhoa: Vale, ¿Por qué no? No tengo mucho más que hacer.
El muchacho siguió sonriendo como un demente hasta que llegaron a la bodega. Había sido una gran estrategia llevar a Ainhoa a la bodega, el lugar más apartado e íntimo del barco.
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Paró a una tripulante en medio del pasillo y exhausto, le interrogó:
Julián: Perdona.. ¿Has visto a Ulises?
Tripulante: Sí. Hace un momento iba hacia su camarote.
El oficial ni siquiera dio las gracias, sino que se alejó corriendo hasta el camarote de su hijo. Abrió la puerta sin llamar y se lanzó a abrazarlo.
Julián: ¡Copón, Ulises! ¿Cómo no me dices que voy a ser abuelo? Tendré que celebrarlo, oye.
El futuro padre fue a contestar, sonriente, pero entonces Julián puso una cara de dolor y se quedó de cuclillas en el suelo. Comenzó a toser como un acatarrado, y de pronto unas gotas de sangre le salpicaron una mano. La limpió rápidamente para que no lo advirtiera su hijo.
Ulises: ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? Anda, toma un poco de agua. -dijo acercándole el vaso que estaba sobre la mesa-
Julián: Esto no lo va a arreglar un vaso de agua... --contestó mientras recordaba las palabras de la doctora: 'El cáncer se ha convertido en metástasis', pero después, debido a las insistencias de su hijo, se lo bebió casi al completo-
Gracias al vaso de agua, la tos dejó de producirse, y Julián pareció estar mejor. Pero entonces el hombre vomitó sobre el suelo y después se desplomó inconsciente, de espaldas al suelo. Su hijo intentó despertarle dándole unos golpes en las mejillas, pensando que tan sólo estaba un poco borracho, pero entonces se dio cuenta de que el vaso de agua olía extrañamente... Casi a almendras.
Corrió hasta el pasillo y comenzó a gritar pidiendo ayuda.
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Se escondió bajo la cama, mientras unos fuertes golpes se repetían sin cesar en la puerta. Salió de su escondite y con gran esfuerzo, colocó la estantería junto a la puerta, además de una silla y una mesa. Después volvió a su escondite. No sabía que hacer. No tenía escapatoria. Tan sólo una pequeña ventana que no podía abrirse. Empezó temblar. Una voz de uno de los soldados se escuchó desde el pasillo.
Hombre: ¡Marimar, vamos a entrar por las buenas o por las malas! Ábrenos la puerta y no te ocurrirá nada. ¡Te doy tres segundos para reaccionar!
La muchacha desenchufó la lampara de su mesilla y la lanzó con todas sus fuerzas hacia la ventana y la rotura del cristal resonó en la habitación. Algunos pedazos cayeron al suelo y uno de ellos le cayó en el brazo, rajándoselo superficialmente. Lo suficiente para hacerle una herida de la que comenzó a brotar sangre. Marimar cogió una de sus chaquetas y la ató presionando la herida, para después subirse sobre la cama y saltar por la ventana. Apareció en la zona lateral de cubierta, donde a poca distancia, según lo que ella recordaba, había una de las barcas de salvamento. Se encaminó hasta el lugar donde debería estar, pero, por desgracia para ella, había desaparecido.
La situación empeoro cuando tres soldados aparecieron, metralleta en mano, corriendo hasta ella y la rodearon, alertados por el sonido que había producido minutos antes el cristal al romperse. Marimar opuso resistencia y pataleó intentando librarse de ellos, pero entonces uno le golpeó en la cabeza, haciendo que se desmayara. La cogieron y se la llevaron en brazos.
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El capitán miraba a la doctora, todavía atolondrado por lo que acababa de contarle. Había un tiburón rondando al Estrella Polar, y con sed de sangre, porque ya había habido una baja: Cho. Ricardo se prometió a sí mismo que la muerte del coreano no quedaría impune, y para ello se alejó decidido en dirección a la sala de mandos. Por el camino, él y Julia pasaron por la enfermería, que estaba destrozada. Alguien había rebuscado allí en busca de algo.
Julia: ¿Pero... qué ha pasado? Mi enfermería... mira cómo la han dejado.
Había numerosos cajones y libros tirados en el suelo, la mesa revolcada, las camillas movidas de su sitio, restos de cristales en el suelo y charcos de extraños líquidos llenaban el suelo de aquella habitación. La doctora se llevó las manos a la cabeza y pensó quién había podido hacer aquello. Ernesto continuaba encerrado en la cárcel. Pero entonces se dio cuenta de que alguien había podido robar aquello por él: Palomares. Él podía haberlo hecho. ¿Pero, qué querría obtener Ernesto de aquel laboratorio? Tan sólo podía averiguarlo de una forma. Debía hablar con el cura.
De pronto se dio cuenta que el capitán había seguido caminando por el pasillo, así que lo perdió de vista.
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Anduvieron sin hacer ruido, algo desorientados, guiados por Dimitros, que conocía el bosque mejor que ellos. Entonces llegaron a un gigantesco claro en el que divisaron una pequeña casucha. Se quedaron atónitos mirándola, y entonces Piti empezó a darle codazos a Vilma.
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Medio barco se encontraba reunido en la habitación de De la Cuadra, contemplándolo. La doctora se encontraba auscultándole mientras Salomé agarraba al oficial de la mano, dándole ánimos. Todos los presentes estaban preocupados, con un rostro triste.
Entonces Julia se acercó para examinar el vaso de agua, y por el olor dedujo que habían intentado envenenar al oficial.
Julia: Esto es arsénico. Alguien ha intentado matarlo. Por suerte, no se ha bebido todo el vaso. Aun así, por la concentración… esto tiene muy mala pinta. Lo siento, Julián.
El hombre suspiró débilmente, pero agarró aún más fuerte a su exnovia.
Claudia, que se encontraba entre los presentes, escuchó lo que dijo la doctora. Inmediatamente se escabulló y salió corriendo hasta su camarote. Abrió su baúl y sacó el comunicador de éste. Lo activó rápidamente. Su misión en aquel barco era informar de cualquier perturbación en el Proyecto, y una de ellas era que muriera uno de los elegidos. Además, según lo que había podido descubrir, habían encontrado una carpeta en la habitación de Cho. Era la oportunidad perfecta para conseguirla.
Claudia: Aquí Estrella Polar. Julián se muere. Tienen la carpeta azul. Cambio.
Pasaron unos segundos hasta que hubo respuesta por el aparato.
Voz de Leonor: Comprendido. Corto.
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Vilma: ¿Qué quieres, Piti? -dijo sin mirarle mientras observaba el claro-
El muchacho le agarró de la camiseta, sin decir palabra, para que le hiciera caso. La embarazada se giró para ver lo que quería y entonces vio a dos hombres que estaban detrás de ellos, mirándoles como pasmarotes. Los habían pillado. Uno de ellos sopló un silbato y entonces llegaron corriendo muchos más soldados, que los rodearon y los encaminaron, agarrados, hasta el centro del Proyecto Alejandría.
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El capitán abrió la puerta de la sala de mandos, allí encontró lo que buscaba. Un arpón. Después se dirigió a la cocina y sacó de ésta un cuchillo. Volvió a la cubierta y observó la superficie del agua en busca del animal. Como esperaba, éste no estaba.
Pensó en sus hijas por unos segundos. Imaginó lo que podría ocurrirles si cayeran al agua por accidente, o si tan sólo se bañaran en el mar. ¿Y si el tiburón les seguía hasta la isla? En cuanto los depredadores prueban la carne humana, no hay vuelta atrás. No iban a estar seguros con aquella bestia rondándoles. Decidió cortar por lo sano y se rajó débilmente con el cuchillo, lo justo para que algunas gotas de sangre impactaran en la superficie del agua, para después hundirse.
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Julia salió de la habitación del oficial tras dejarlo en observación con Salomé, y se dirigió a la habitación de Roberto. Golpeó débilmente la puerta y entró, cerrándola a su paso. El hombre estaba sentado sobre la cama, leyendo un libro. Al verla, giró la vista algunos segundos y después siguió leyendo.
Roberto: Ho… hola Ju-julia.
Julia: Hola Ro… Burbuja. -dijo tras cortarse un segundo, y se sentó junto al muchacho-. Quería preguntarte algo. Hemos encontrado una carpeta en la habitación de Cho. Una carpeta azul. Y creo que tú tienes las respuestas.
Burbuja se quedó pensativo durante algunos segundos, mientras algunas imágenes correteaban por su mente.
Flashback
Meses atrás[/u]
Roberto se encontraba frente a una carpeta roja, y después salió corriendo en dirección de un callejón. Una bala impactó contra la pared.
*** *** ***
Estaba sentado en una mesa, frente a una mujer, que llevaba un bonito anillo. Ésta sonría feliz mientras se reía, bebiendo algo de champagne.
*** *** ***
Había un hombre tumbado en la cama, conectado a unos extraños aparatos. Él estaba sentado en la habitación, observándole desde el sofá. Un muchacho de 14 años entró de pronto en la sala.
*** *** ***
El hombre, que en las otras imágenes estaba inconsciente en la cama, se encontraba frente a él. Tenía lágrimas en los ojos y no dejaba de mirar histérico al teléfono.
Roberto: ¿Pero qué es lo que ha pasado?
Hombre: Han, han… secuestrado a Javier.
Burbuja estaba empezando a recordar, pero quería evitar a toda costa que descubrieran lo que estaba ocurriendo. El sabía que se había mezclado con gente peligrosa, y que por eso ahora estaba así. Con una burbuja en el cerebro.
Burbuja: No-no se nada. Lo.. lo sisiento.
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Ricardo esperó algunos segundos dejando que la sangre goteara, y de pronto distinguió algo moverse a lo lejos. Una aleta emergió rápidamente y se dirigió hacia el buque. El pánico se notaba en el ambiente. Entonces el tiburón impactó contra el barco, provocando que el capitán se tambaleara y quedara colgando por la borda. Subió rápidamente los pies, para evitar quedarse en el agua, y el cuchillo se le cayó de las manos. Se esforzó todo lo que pudo y consiguió aferrarse aún más, para después subir de nuevo. Todavía temblando por el susto, agarró el arpón y esperó a que el tiburón volviera a arremeter contra el barco.
De nuevo surgió a través del agua, momento en que el capitán aprovechó para disparar el arpón. Éste impactó fuertemente contra la aleta del pez, del que comenzó a borbotear un chorro imparable de sangre. Lo desencajó y lo clavó de nuevo. El tiburón se hundió lentamente en el fondo del mar, hasta que dejó de verse desde la superficie. Lo había conseguido. Por fin.
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Se despertó. Estaba atada, junto a Piti y Dimitros, en una sala de paredes blancas. Al verla volverse en sí, una mujer vestida con un extraño uniforme y que sostenía un arma de fuego, se acercó a ella y la desató. Se la llevó agarrándola fuertemente de la mano.
Vilma: ¿… dónde vamos? ¿Qué vais a hacer? ¿Qué queréis? ¿Por qué nos tenéis aquí?
Pero entonces se giró un momento y la embarazada le vio la cara. Era Leonor.
Leonor: Demasiadas preguntas, querida. Pero las responderé a su debido tiempo. Nos vamos a divertir…
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La luna iba iluminando débilmente las oscuras aguas, mientras algo se movía entre ellas. Algo mucho más grande que un tiburón, pero que emergía del fondo igual que éste. Iba provisto de armas nucleares y se dirigía hacia ellos. Era un submarino nuclear. Y hacia él sí que no había escapatoria. La guerra se acercaba.
Julian casi muere y le oculta la enfermeda
Mi Marimar herida:(
Piti,Vilma y Dimitros capturados..
Ole Ricardo..Que ha matado al tiburon..
Y los flashback..Javier y Luis..
Ulises sobrevive y Julián empeora, las cosas no le salen a Max y eso me gusta *-*
Ricardo mató al tiburón y se jugó la vida, perfecto (;
Capítulo 3x09 (40): 'Fugitivos'
[/b][/u][PENÚLTIMO CAPÍTULO DE TEMPORADA]
16.00
Levantó la vista del suelo para mirarla con odio. Allí estaba. Frente a ella. Aquella despiadada mujer que había provocado el motín en el Estrella Polar semanas atrás. La que había intentado robar la caja negra y le había tirado al suelo.
Pero ella debía responder a sus preguntas. No quería que le hicieran daño a Piti.
Leonor: Bueno. He de decirte que si no respondes por las buenas, lo harás por las malas. No tendrás opción. Ahora vamos con las preguntas, ¿vale?
Vilma: Como quieras. -dijo ella conteniendo su ira-
Leonor: ¿Qué estáis haciendo en esta isla? ¿Cómo habéis llegado?
Vilma: No estamos haciendo nada. Llegamos por una carta en botella en la que unos supervivientes pedían ayuda, pero se fueron en el barco dejándonos tirados. Vinimos en el Estrella Sirrah, un barco que encontramos abandonado. No tenemos forma de salir de aquí.
Leonor: Y... ¿por qué merodeabais por ese claro en el que os encontramos?
Vilma: No merodeábamos por ningún lado, Dimitros nos condujo allí. Nosotros simplemente le seguimos. ¡El maldito terremoto destruyó la caseta en la que nos dejaron encerrados!
Leonor: No me interesa ninguna casucha. ¡Construimos unas cuántas al llegar aquí!
Vilma: Pues liberame, porque no tengo más información para ti.
Leonor: ¿Liberarte? Aunque hayas dicho lo que sabes, me apetece divertirme... Quizás no me dejen mataros por ser elegidos, pero puedo hacer otras cosas. -se le escapó-
¿Elegidos? La embarazada se quedó pensativa. ¿Significaba que eso era el motivo por el que les concedieron la beca en el Estrella?
Leonor rió a carcajadas durante unos segundos y se acercó hasta ella. Le propinó una patada que le hizo caer de la silla. Al estar atada de pies y manos, no podía moverse ni huir.
12.00 (4 HORAS ANTES)
Unos sonidos procedentes del comunicador le hicieron volver al presente. Se levantó de la cama, todavía somnolienta y activó el dichoso aparato.
Voz de Claudia: Aquí Estrella Polar. Julián se muere. Tienen la carpeta azul. Cambio.
Recapacitó lo que acababa de escuchar. Su hermana estaba haciendo un gran trabajo en aquel barco. Era una espía inmejorable.
Leonor: Comprendido. Corto.
La mujer se arregló un poco y lanzó el comunicador a la cama. Abrió la puerta y corrió por los pasillos buscándole. Al fin llegó al despacho. Llamó dos veces y entró en el mismo. Alexander estaba sentado en la butaca. Se acercó hasta él.
Leonor: Tengo noticias frescas del Estrella Polar. El oficial se muere y han encontrado la carpeta azul. ¿Aviso al submarino?
Alexander: Ya deberías haberlo hecho.
Asintió con la cabeza y salió corriendo del despacho, de nuevo hasta su habitación.
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16.20
Julia: ¿Me estás diciendo que tú no rebuscaste en mi enfermería? No mientas Palomares, que ya sabes que es pecado...
Palomares: ¡Te estoy diciendo la verdad! Puede que ahora tenga que seguir como un pelele a Gamboa, por lo del virus, ¡pero no soy ningún mentiroso! Yo no rebusque en la enfermería ni he cogido nada de allí.
La doctora miró al cura de reojo. Parecía sincero. Decidió creerlo, se despidió y salió del camarote, cerrando la puerta a su paso. Pero ahora la cuestión era otra. Si no había sido Palomares, ¿Quién había rebuscado en la enfermería, y qué se habían llevado? Quizás debería echarle un vistazo al inventario, por si las moscas...
Decidida a ello, caminó hasta la enfermería y observó todo lo que tenía en ella. Mientras miraba en las estanterías y recogía todo del suelo, se dio cuenta de que faltaba algo. Un bote de arsénico. Y no estaba roto en el suelo, porque ya había recogido todo. Así que, ese botecito lo habían robado y lo habían usado como intento de asesinato hacia Julián. ¿Pero, quién podría querer que muriera?
AÑOS ATRÁS...
Alexander: Bienvenida al Proyecto Alejandría, señorita Wilson. Aquel hombre será su 'facilitador', su nombre es Ernesto Gamboa y la ayudará en todo lo posible.
Asintió levemente con la cabeza y miró a su prometido, que estaba sentado al otro lado de la mesa. Era uno de los tres que componía aquel extraño grupo de calificación, o de admisión del Proyecto, o algo por el estilo. En el centro estaba Alexander, a la izquierda una mujer rubia en cuya bata se podía leer una pegatina que decía 'Leonor', y a la derecha Philippe.
Se despidió de todos y salió de la sala. Decidió despejarse y dio un largo paseo por Ginebra, buscando un momento de tranquilidad. Después volvió a su apartamento, aquel maravilloso hogar que compartía junto a la mejor persona del mundo. Abrió la puerta sonriendo y atravesó el vestíbulo, buscando a su prometido. De pronto comenzó a oír gritos de la habitación principal y asustada, corrió hasta allí. Abrió la puerta y lo que vio la horrorizó.
Leonor estaba subida encima de Philippe, sobre la cama, ambos desnudos, mientras gritaba sin cesar. No pudo contenerse y se acercó hasta aquella mujer y la tiró de una bofetada al suelo, para después agarrarla del suelo.
Julia: ¡Hija de puta! Maldita guarra...
La empujó contra la estantería, que cayó sobre Leonor, dejando inmovilizada su pierna. La mujer profirió un grito ahogado e intentó liberarse pero entonces la doctora le propinó una única patada, en la cara. Después se giró y observó a Philippe, que se había vestido y estaba intentando huir por patas.
Julia: ¿Pero dónde crees que vas? Ven aquí, que tenemos que hablar tú y yo.
Philippe: Será mejor que nos mantengamos alejados durante unos días, hasta que tranquilices. Si en realidad no ha ocurrido lo que piensas.
Julia: ¿Qué no ha ocurrido lo que pienso? ¡Pero serás cabrón! -gritó ella histérica, mientras agarraba un zapato con tacones del suelo- ¡Lárgate de aquí antes de que te coja!
Dicho esto le lanzó el zapato de tacón, que le golpeó en toda la tripa, provocándole gran dolor. Pese a eso, continúo su correndida y se escapó por la puerta. No dejó de correr hasta llegar al portal.
La doctora quitó la estantería y dejó marchar a Leonor, entre sollozos. No podía creer que le hubiera engañado con aquella tipeja.
12.30 (CASI 4 HORAS ANTES)
No paraba de sudar y el corazón le latía a mil por hora. No podía escapar de allí y la iban a torturar hasta que confesara algo que ni sabía. ¿Qué podía hacer?
Daphne: Siéntate, anda. -dijo mientras cerraba la puerta con llave-
Marimar obedeció y se sentó frente a la nueva capitana. Esta se quedó de pie, examinando detenidamente a la pobre muchacha.
Daphne: ¿Dónde está Melodie?
Marimar: ¡No lo sé! Hace días que ha desaparecido, ¡y falta una barca de salvamento!
Daphne: Eso ya lo sé, estúpida. ¡Dime algo que no sepa! ¿Dónde está Melodie?
Marimar: ¡Te repito que no lo sé!
Daphne: Sí que lo sabes. ¡Confiésalo y no te haré nada! Ella era amiga tuya, tuvo que decirte algo antes de marcharse. ¿Por qué lo hizo y a dónde fue?
Marimar: ¡Que no me contó nada, te estoy diciendo!
La mujer estalló repentinamente, estaba harta de que no le contara nada. Se acercó hasta los cajones y rebuscó en ellos. Como esperaba, al abrir la cómoda encontró un pequeño minibar. Lo abrió y sacó dos botellas de ron de su interior. Las abrió y se acercó de nuevo a su rehén. La miró riéndose y le vertió algo de aquel líquido en la herida. Como preveía, esta comenzó a quemarle, signo de que le ayudaba a cicatrizar, pero le daba un increíble dolor.
Para hacerla sufrir aún más, la francesa le clavó su cuchillo un poco más en la herida, de la que siguió saliendo sangre, y después echó de nuevo algo de ron. Marimar no podía contenerse y gritaba de dolor. No pudo aguantarlo más y cuando Daphne se giró para observar el reloj de la pared, la muchacha agarró una de las botellas y se la rompió en la cabeza. La mujer cayó al suelo del golpe y se quedó tirada en el suelo.
Corrió hasta su abrigo y rebuscó en los bolsillos. Encontró la llave, que puso en la cerradura, consiguiendo abrir la puerta y salir al pasillo. Pero sabía que había muchos guardias en el Etoile du Nord y que debía tomar precauciones. Y antes de huir, tenía que conseguir provisiones de la cocina, una zona vigilada a todas horas por aquellos dichosos soldados. Dobló la esquina asegurándose de que no había nadie y se acercó hasta el comedor dispuesta a preparar un número de distracción.
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16.30
Se le ocurrió que Ricardo podía estar en la bodega, preparándolo todo para los futuros tripulantes que iban a ocupar aquel barco en cuanto regresaran al edificio, así que la doctora bajó las escaleras para buscar. Nada más llegar, escuchó algunos ruidos de las bodegas, por lo que se acercó en silencio y procurando no hacer ruido.
Ainhoa: Llevamos aquí mucho tiempo. Yo me voy ya, que aún ni he comido. Lo siento, tendrás que seguir tú solo.
Max: Pero, Ainhoa. ¿No serás capaz de dejarme aquí, con todo lo que aún queda por hacer?
Ainhoa: Me voy, te guste o no. Tengo otras cosas que hacer, como ver a Ulises. Hasta luego, Max.
Pero el muchacho la agarró del brazo, ignorando sus quejas y se acercó junto a ella. Julia ya había llegado junto a la puerta y observaba todo lo que ocurría allí. Ainhoa estaba desconcertada ante aquella situación, pero los segundos que pasaron fueron pocos. El muchacho acercó sus labios a los suyos y le robó rápidamente un beso. La hija del capitán se apartó rápidamente de él y le pegó un bofetón en la mejilla.
Ainhoa: ¿Pero se puede saber qué haces? ¡Tengo novio! -grito ella enfadada-
Max: Lo sé, Ainhoa, lo siento... Es que yo te quiero. Jamás había sentido esto. Te quiero como a nada en el mundo. Eres la única capaz de hacerme feliz, pero respeto que estés con Ulises. Ha sido una reacción instantánea, no lo he podido evitar... -mintió Max, cual bellaco-
La muchacha suspiró exhausta y salió de allí sin apreciar como la doctora se escondía apresuradamente en una de las salas contiguas. Bueno, ahora tenía una cosa clara. Allí no estaba Ricardo. Debía encontrarlo y después interrogar a Julián sobre aquel vaso de agua. Quien se lo había dado, quién había estado cerca suyo, todo lo que pudiera serles útil para averiguar la identidad del asesino. Se alejó de allí a toda prisa, mientras se reía al recordar la bofetada que le había pegado Ainhoa a Max.
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16.35
Agarró a la muchacha del suelo. Tenía un aspecto lamentable. Estaba claro que Leonor se había cebado con ella. Tenía sangre en los labios, moratones, heridas por todo el cuerpo y una quemadura en el brazo. Le dejó apoyarse en su brazo y la condujo hasta la sala dónde los mantenían retenidos.
Abrió la puerta de la habitación y se quedó petrificado al ver a Pedro allí. Sin pensar que alguien podría verle, se lanzó a abrazarlo.
Piti: ¡Marcos! ¿Pero qué haces aquí, con esta gente? ¡Si tú eras médico! No hacía más que repetírmelo mi madre: 'Marcos, tu primo, va a ser médico y tú ni siquiera te has sacado el Bachillerato. ¿Estarás contento, no?'.
Marcos: ¡Jajaja! Y eso pensaba yo, pero conseguí este trabajo. Y la verdad es que no me ha ido mal, de hecho puedo considerarme un privilegiado. He sobrevivido al cataclismo que ha destruido el mundo, ¿qué mas puedo pedir?
Entonces cerró la puerta de la habitación, no quería que nadie les escuchara.
Los tres le miraron muy atentos. Era la única forma que tenían de salir de allí: que alguien les ayudara desde dentro.
Marcos: Nuestro objetivo es llegar a los pasadizos que hay bajo este centro. Son una especie de túneles que conducen al pequeño aeropuerto que hay a menos de un kilómetro. Tenéis que llegar allí y correr todo lo que podáis, porque no tardaran en saber que os habéis escapado. Confiemos en que sea demasiado tarde y ya hayais despegado. El avión saldrá sobre las cinco, así que tenemos muy poco tiempo. Escuchadme. Para llegar a los pasadizos habéis de conseguir llegar hasta el ascensor, esa será vuestra salvación. Una vez que lleguéis hasta allí, no creo que os pillen. Tan sólo tenéis que bajar hasta la última planta y correr por los túneles. Todos van a parar al mismo lugar. Eso sí, si os descubren y os siguen, lo mejor es que uséis esta tarjeta para cerrar las puertas de los pasadizos. Eso os dará algo de margen para escapar. ¡Suerte!
Dimitros: ¿Por qué tú no venir con nosotros?
Marcos: Prefiero seguir aquí. Confío en que no me involucren con vuestra huida. Hasta siempre, Pedro.
Ambos se abrazaron por última vez y después los tres salieron corriendo por la puerta. Marcos se quedó inmóvil en el suelo, para fingir que le habían golpeado y habían huido.
Corrieron por los pasillos del edificio hasta que por fin encontraron el dichoso ascensor. Se metieron a él y pulsaron el botón del sótano, justo cuando Leonor doblaba el pasillo. Observó a Dimitros meterse en él y segundos después al ascensor bajar, por lo que se quedó patidifusa. Poco después consiguió reaccionar y sacó un walkie del bolsillo, para rápidamente activarlo.
Leonor: ¡Bloquear todas las salidas, se han escapado! -gritó ella mientras bajaba por las escaleras-
La puerta del ascensor se abrió y entonces una alarma empezó a escucharse en el lugar. Divisaron la salida hacia los túneles y emprendieron la fuga hasta allí, pero una puerta metálica empezó a bajar rápidamente desde el techo. Vilma y Piti consiguieron pasar antes de que se cerrara, pero Dimitros, que iba el último del grupo, se estampó contra ella. Cayó al suelo y se levantó, mientras aporreaba la puerta.
Los tripulantes, que sabían que no podían hacer nada por él, comenzaron a correr por los túneles. Un disparo resonó al otro lado de la puerta.
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16.49
Julia: ¿Entonces... me estás diciendo que el vaso de agua era para Ulises? ¡Pues alguien lo envenenó para matarle! ¿Pero, quién?
En aquel momento se le ocurrió alguien que podría quererlo muerto: Max. No lo conocían desde hacía mucho tiempo, así que no sabía si había sido capaz de hacer aquello. ¿Pero, y si sí que había sido capaz? Tenía que encontrarlo y evitar que se acercara a Ainhoa. Ya había intentado asesinar al hijo del oficial.
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13.15 (ALGUNAS HORAS ANTES)
Prendió fuego a las cortinas, que rápidamente comenzaron a arder, provocando una pequeña humareda. Salió entonces del despacho, dobló la esquina y se acercó hasta el pasillo que iba hacia la cocina, esperando a que los soldados corrieran a apagar el fuego. Poco tiempo después el humo inundó el pasillo y tal como Marimar había predecido, los guardias abandonaron su lugar para ir a apagar el incendio, momento que aprovechó para robar algunos alimentos, botellas de agua, una linterna, un walkie y uno de los pequeños radares.
Salió corriendo de la cocina y asegurándose que nadie la viera, se escapó hasta cubierta. Encontró una de las dos barcas que quedaban y la tiró al agua, para después lanzarse ella. Puso el motor en marcha y se alejó a toda prisa de allí.
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16.55
Entró en el camarote de Max como si fuera el suyo y se acercó hasta él. Claudia lo miró con los ojos llenos de furia.
Claudia: Sé lo que has hecho. ¡Te ví esta mañana, cuando te colaste en la enfermería! Y ahora lo entiendo todo, no era Julián al que querías matar, era a Ulises. Ainhoa me ha contado que le has besado en las bodegas y lo que le has contado. Si estás enamorado de ella, puede que seas capaz de cualquier cosa por conseguir a tu amor. ¡Pero no voy a permitir que un incompetente destruya el Proyecto! ¡No debe morir ni un elegido, ni uno sólo!
Gritó la muchacha y se dispuso a salir del camarote, pero un disparo evitó que lo hiciera. Max le había disparado, con un silenciador en la pistola, para evitar que Claudia contara lo que sabía. No iba a permitir que nadie le destruyera su sueño de estar junto a la mujer de sus vida. Se acercó a Claudia, que respiraba sus últimos soplos de vida cuando la puerta se abrió. Julia y Ainhoa aparecieron en el camarote y vieron a Claudia muerta. La doctora se acercó hasta el asesino, que estaba ensimismado mirando a Ainhoa, y le robó la pistola, para después apuntarle con ella.
Julia: Me temo que estás detenido. Vas a pasar bastante tiempo en las bodegas, junto a Gamboa. Supongo que os haréis amigos, tal para cual. -sentenció ella mientras veía a Ainhoa llorar desde el umbral- Pero no llores... No hemos tenido la culpa de que la matara, Ainhoa. Tranquilízate.
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17.00
Se puso sus prismáticos. No daba crédito ante lo que veía. Una lancha de salvamento, como las que tienen en el Estrella Polar, se dirigía hacia ellos. Tan sólo tenía un ocupante. Una muchacha bastante joven y morena. Ricardo no sabía que hacer, pero estaba seguro de que lo mejor era avisar a Julia.
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17.10
Vilma: Joder, esto era más de un kilómetro, eh... ¡Por favor, que no lleguemos tarde! -murmuró ella recuperando el aliento, y echó a correr al ver que el avión seguía allí-
Afortunadamente las puertas del mismo aún seguían abiertas, había tres hombres cargando todavía provisiones en él. Corrieron hasta allí, y aprovechando que estaban ocupados rebuscando en unas cajas, se colaron en la zona de carga del avión y se escondieron tras unas cajas. Se las acercaron a ellos, dejando que los rodearan, para evitar que alguien pudiera verlos. Allí sentados y tapados por aquella mercancía, iba a ser difícil que los descubrieran.
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17.14
El submarino ya estaba a menos de diez millas del buque-escuela, e iba a ellos a toda máquina. Pero el plan era muy estricto. Tan sólo debían posicionarse cerca del barco y mandar a algunos soldados en una lancha durante la noche, para secuestrar al oficial y evitar que se muriera.
¡Han descubierto a Max! Que Julián no muera, ¡Claudia muere!Mierda..Ahora si alguien está en peligro no lo van a poder curar..Hija de puta Daphne con mi Marimar<3 Ole Marcos jajaja..Pobre Dimitros..¿Se reencontrará con Piti y Vilma?¿O le habrán matado?
Que Piti y Vilma escapen..Y que muera Daphne joder..