• Estrella Polar • Última temporada • Se acerca el final

Espero tener publicados los dos mañana o pasado, que todavía no tengo vacaciones

Capítulo 37: "Los espías"

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Sus ojos se abrieron lentamente y observaron la sala en la que se encontraba. Estaba tumbado en el suelo, boca arriba. Llevó su mano derecha a su cabeza y observó que tenía sangre. Además, le dolía. Se incorporó con cuidado y miro por la ventana. El Estrella Polar ha desaparecido y a él lo han dejado solo. ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué se ha desmayado?

Lo último que recuerda es haber acudido por petición de Max, después había perdido el conocimiento. Salió de aquella sala y bajó las escaleras. No se iba a quedar allí. Debía intentar regresar al barco o tendría que esperar a que regresaran… ¿Y quién sabe cuánto tardarían? Como mínimo, dos semanas. Y no iba a separarse de Ainhoa durante tanto tiempo, y menos ahora que estaba embarazada.

Pero entonces todo comenzó a agitarse víctima de un seísmo de gran magnitud.



El hotel se tambaleó por unos instantes, pese a estar construido contra terremotos. Cayeron algunos casquetes del techo y algunos cuadros y estanterías se derrumbaron. Pero entonces, bajando las escaleras, se paró de repente. Una de las ventanas estaba rota y la cortina colgaba hacia el vacío, alguien estaba agarrado a ella. Se acercó rápidamente. Una mujer se esforzaba por no caer. Ulises le tendió la mano y ya la estaba ayudando a subir cuando un nuevo seísmo lo agitó todo durante algunos instantes. Como consecuencia, la cortina se arrancó de cuajo y la mujer se precipitó al vacío. La pobre mujer gritó hasta que se escuchó un fuerte golpe en el agua. Ulises estaba paralizado tras presenciar esa horrible escena.

Pero entonces el joven advirtió algo que lo colmó de alegría. El Estrella Polar estaba varado, a como mucho un par de millas del hotel. Pero había… había otro barco junto al buque. Un barco de iguales dimensiones. ¿Sería el Estrella Sirrah? Ulises caminó hasta las escaleras y siguió bajando rápidamente.
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Unos fuertes golpes en la puerta le hicieron despertarse sobresaltada. Se levantó de la cama y caminó hasta la puerta, para después abrirla. Burbuja estaba parado en el umbral, mirándola con los ojos llenos de lágrimas. La cocinera lo invitó a pasar asustada. Intentó abrazarle, pero Burbuja, esquivo, se apartó rápidamente.

Burbuja: ¿Por… por qué no-no me dijiste que e-eras mi he-hermana? ¡Me lo o-ocultaste!

Salomé: ¿Qué estás diciendo? ¿Por qué dices eso?

Burbuja: ¡No.. no mientas! Mentir está ma-mal. Sé que e-eres mi herma..mana, pero tú no-no me habías dicho na-nada –estaba sentado en la cama, con la mirada baja y los ojos húmedos-

La cocinera se sentó junto a él, midiendo cada palabra que pronunciaba.

Salomé: Sí… Eres mi hermano. ¿Pero sabes por qué no te lo dije? Porque tú me dijiste que nunca dijera nada. Antes de tu accidente, viniste a mi casa y me hiciste prometer que si me pasaba algo tú y yo ya “no seríamos” hermanos. Te lo prometí. Por eso nunca dije nada…

Burbuja le miró a los ojos. Salomé le devolvió la mirada y por unos segundos vio un atisbo de Roberto en los ojos de su hermano. Su mirada se había vuelto seria y sus gestos cambiaron por un momento.

Algunas imágenes empezaron a circular en tropel por la memoria de Burbuja, pasando a toda velocidad. Empezó a recordar. Vislumbró algunos momentos que había pasado junto a Marimar. La vio de nuevo y prorrumpió en sollozos, de nuevo. Después aparecieron imágenes de él junto a Julia y por último de él en una pequeña sala. En aquel flashback caminaba lentamente y de pronto escuchó a alguien a sus espaldas. Se dio la vuelta, había alguien junto a él.

Pero entonces las imágenes cesaron de pasar y el muchacho volvió en sí gracias a las palmaditas de su hermana.
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El corazón le dio un vuelco. Se quedó parado, mirando por el ojo de buey sin reaccionar. A tan sólo media milla del Estrella Polar estaba el barco en el que embarcó, el buque en el que se libró de la destrucción del mundo. Su hogar, su salvación. El lugar donde vivió tras el ataque del submarino, donde se escondió y logró que no le encontraran. Además, si el Estrella Sirrah estaba ahí solo podía significar una cosa: que los demás tripulantes habían regresado, con o sin los supervivientes.

No se lo pensó dos veces y salió corriendo hasta cubierta. Se lanzó al agua y comenzó a nadar.

En la sala de mandos, Ricardo permanecía junto a la doctora, sentado frente al radar e intentando establecer comunicación con el Estrella Sirrah, en vano. No había respuesta y el capitán empezaba a impacientarse. ¿Qué habría ocurrido? Pero entonces observó algo. Se acercó a la ventana e hizo un ademán a su mujer para que se acercara. Cho nadaba en dirección al barco ruso. Salió corriendo junto a Julia hasta cubierta.

Ricardo: ¿Pero qué haces, insensato? ¿A dónde vas? ¡Vuelve inmediatamente aquí!

Cho escuchó esto, pero cómo debía fingir que no hablaba su idioma, tan sólo se paró y miró fingiendo no comprender lo que le decían. Fue justo cuando la doctora observó algo en el agua, lo que se estaba comiendo a los peces. Consiguió apreciar dos aletas bajo el agua.

Julia: ¡No vengas! ¡Date prisa, vete! ¡NADA! –gritó histérica, moviendo los brazos indicando que debía nadar lo más rápido posible-

Su marido la miró sorprendido ante tal reacción, pero entonces se dio cuenta de por qué había actuado así. Una gigantesca criatura nadaba en dirección a Cho, pero éste se afanaba por nadar todo lo rápido que podía. Al ver una aleta sobresalir, comenzó a nadar aún más rápido. Por fin llegó al Estrella Sirrah. Apoyó sus dos manos en la superficie del barco y subió rápidamente a éste, ante la atenta mirada de ambos. La criatura se lanzó contra el buque, que se movió bruscamente. Con rápidos reflejos, el muchacho se agarró a la barandilla para evitar caer por la borda. Se acercó a la puerta y entró en el interior del buque.

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El alboroto que había reinado el comedor segundos antes ya no existía. Todo se había sumido en un profundo silencio. Lo único que se escuchaba era la respiración agitada de los tripulantes al mirar a aquella luz tan potente. Jean no sabía qué hacer, estaba de pie sobre la tarima, mirando fijamente aquella luz.

Marimar, temiéndose lo peor, salió corriendo y se encerró en su camarote. Los demás se quedaron allí, como estatuas. De repente se escuchó el ruido de unas llaves y la puerta que comunicaba la cubierta con el interior se abrió. Inmediatamente al menos una veintena de soldados entraron a tropel en el buque-escuela, precedidos por una mujer con nariz de pato. Todos sostenían en sus manos algún tipo de arma: desde arcos hasta metralletas.

Fue entonces cuando el caos se apoderó de los tripulantes. Algunos huyeron despavoridos y otros intentaron esconderse de aquellos soldados. Se escucharon varios disparos y algunas flechas salieron volando. El resultado: siete tripulantes yacían muertos en el suelo. Estaba claro que las intenciones de estos visitantes no eran buenas. El capitán se bajó de la tarima sobre la que estaba apoyado y se acercó con valentía hacia la mujer que parecía liderar el grupo. Ya no tenía nada que perder. Había perdido a su hija, a su mujer y a este paso perdería a toda su tripulación. Debía evitarlo.

Jean: ¿Pero a qué han venido, a matarnos a todos? ¿Quiénes sois y por qué tenéis llaves? ¿Qué queréis?

La mujer, cuyo nombre era Daphne, se acercó al capitán y le mostró una mirada de superioridad.

Daphne: Todo a su debido tiempo. De momento, queda usted sustituido como capitán del Étoile du Nord. Chao.

Un único disparo resonó en todo el comedor del barco francés. Daphne miró por última vez con una sonrisa malévola a Jean, que estaba arrodillado en el suelo y con la mano en el pecho. Después cayó desplomado y un charco de sangre apareció a su alrededor.

Daphne: Bien, ahora, sentaos. Vamos a tener una pequeña charla.

Flashback

Algunos días antes[/u]

Daphne apareció en la sala y se sentó frente a la mesa. Frente a ella, Alexander la miraba fijamente. Le dominaba la preocupación.

Daphne: ¿Para qué quería verme, señor?

Alexander: Debo pedirle un favor. Debe acudir al Étoile du Nord lo antes posible. La situación en aquel barco está descontrolada. Según mis fuentes han muerto varios tripulantes en la isla, y además ya no les queda comida. Hay que tomar el control del barco francés y hay que hacerlo ya. Pero que no te quepa duda, si alguno de los allí presentes te da algún problema, mátalo. Y en cuanto a Jean Luc, el capitán, ese será el primero al que debes asesinar. Tú deberás ser la capitana del buque a partir de ahora. También deberás llevar algo de las reservas de comida y agua de las que disponemos. Ah… se me olvidaba. La única imprescindible en aquel barco es Marimar Hernández. Asegúrate de que ella no sufra ningún daño.

Daphne: Pero señor… ¿Y si los tripulantes se niegan a que yo me haga con el control?

Alexander: Pues tendrás que asesinar a algunos para que vean que esto no es un juego. Haz lo que sea, pero domina el control de aquel barco.

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Cuatro hombres rusos estaban sentados en la sala de mandos, contemplando el horizonte. Segundos antes, uno de ellos había puesto en marcha aquel buque para alejarse lo antes posible del Estrella Polar y del edificio. Pero entonces, asombrados, observaron a Cho abrir la puerta. No se podría decir con seguridad cuál de todos ellos quedó más boquiabierto. El antiguo cocinero no se esperaba ver a algunos tripulantes del Estrella Sirrah allí, pensaba que debían estar Vilma, Piti y los demás.

Hombre 1: ¡Cho, amigo! –avanzó hasta él y le dio un abrazo- Me alegro de verte. ¡Pensábamos que estabas muerto!

Cho: ¡Yo también pensaba que estabais muertos! ¿Pero qué hacéis aquí? Algunos amigos del Estrella Polar fueron a rescatar a varios supervivientes en este mismo barco, y de repente aparecéis vosotros, pero ni rastro de ellos. ¿Me lo podéis explicar?

Hombre 2: Verás… Mandamos una carta en botella con la incrédula esperanza de que alguien la leyera y acudiera en nuestra busca. Y así fue. Esos estúpidos vinieron y nosotros les robamos nuestro barco. Lo único malo es que tuvimos que dejar al capitán en la isla.

Cho: ¿¡Pero os habéis vuelto locos?! ¡Ahora también son mis amigos y puede que por vuestra culpa estén muertos! –gritó el coreano histérico e intentó arremeter contra aquel hombre, pero los demás se lo impidieron-

Hombre 4: Parece que ahora estás del bando del Estrella Polar. Qué pena, y nosotros que te íbamos a acoger con los brazos abiertos. –tras esto lo agarró fuertemente de un brazo y se lo llevó hasta un camarote-

Los otros tres hombres lo observaron desconcertados, pero cada uno de ellos empezó a realizar una tarea. Había que restaurar aquel destrozado buque.

El hombre cerró la puerta con llave y lo miró fijamente. Se sentó frente a él y sacó una pistola del bolsillo. Cho profirió un grito ahogado al ver aquella arma.

Hombre 4: Mira, Cho, sé perfectamente que tú no estabas con nosotros cuando nos secuestraron. Y si todavía estás vivo es que te escondiste aquí durante el ataque y que te quedaste hasta encontrar al barco español. Y, ¿no soy tonto, sabes? Para evitar que nos mataran, tuve que hacerme aliado de Alexander y los suyos. Por ello nos dejaron marchar a nosotros cuatro. A cambio de darles información, y una carpeta oculta en este barco. Tras interrogar a varios tripulantes del Estrella Sirrah, descubrieron dónde estaba escondida dicha carpeta: en un cajón en la sala de mandos. Un lugar tan obvio que a ninguno de ellos se les había ocurrido. Pero no pude hablar más con ellos, ya que los demás escaparon aquel día y yo tuve que irme con ellos. Estábamos condenados. Podría haberles explicado que aquellos hombres nos ayudarían a cambio de la carpeta, que nos llevarían hasta nuestro barco, pero ni siquiera me dejaron hacerlo. Entonces a uno de ellos se le ocurrió la idea de mandar una carta. Así lo hicimos y una semana después apareció nuestro ansiado barco, con los tripulantes españoles. No lo dudamos un segundo y nos fugamos en él. Pero al buscar la dichosa carpeta en el lugar en el que me habían dicho, observé que no estaba. Y si antes del ataque, según las fuentes de Alexander, estaba, ¿Por qué ahora no? La única explicación es que tú la cogiste.

El coreano permanecía en silencio. No se atrevía a soltar palabra. Pero al observar el revólver que lo apuntaba, tomó valor.

Cho: Fue un accidente, ¿sabes? El cajón se desencajó y observé aquella carpeta en la sala de mandos. La recogí, pero al leer algo sobre un Proyecto, supe de inmediato que no debía haber leído aquello. Al pasar las páginas lo único que observé fueron números. Y entonces pensé que aquello no me servía para nada, y como no tenía otra cosa con que calentarme, un día hice una pequeña hoguera en cubierta y lancé aquella carpeta. Lo único que queda son cenizas. –tras esto activó el walkie que llevaba en su bolsillo y rápidamente pronunció las siguientes palabras- ¡Los que hay en este barco no son los supervivientes, capitán! Deben huir. Aléjense de aquí.

Ricardo lo había escuchado desde la sala de mandos del Estrella Polar y le hizo caso. Ordenó elevar anclas y poner rumbo hacia el hotel, para rescatar a Ulises. Pero entonces escuchó unos últimos susurros de Cho a través del walkie:

Voz de Cho: Capitán… deben buscar en mi camarote. Burbuja tiene respuestas.

El capitán y la doctora se quedaron atónitos. No podían imaginarse que el coreano hablaba español. Julia, por su parte, no sabía cómo Cho podía saber algo sobre Burbuja. Pero su incredulidad fue en aumento cuando se escuchó un disparo a través del walkie. Tras esto se escuchó como sacaban a alguien a rastras y un golpe seco en el agua. Entonces se escuchó un pitido y se cortó la comunicación. Marido y mujer salieron corriendo rápidamente, de nuevo hasta cubierta y lo que observaron los horrorizó: una mancha de sangre se extendió por el agua. Lo que fuera que habitaba aquellas aguas se había zampado el cadáver de Cho. A la doctora se le escaparon algunas lágrimas.

Pero, si no estaban en el Estrella Sirrah… ¿Dónde puñetas estaban Vilma, Sol, Piti, y los demás…?

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Aún seguían flipando tras el relato que les había narrado Dimitros. Pero debían creerle, no tenían nada que perder. La sed les empezaba a consumir. Sus cantimploras se hallaban vacías. Debían encontrar un río o lago pronto. Al pensar en aquello, Piti recordó algo.

Piti: Vilma, se me olvidó decirte… Cuando os estaba buscando, vi un pantano totalmente seco del que salían burbujas tóxicas. No sé lo que es pero tiene mala pinta.

Dimitros: Si permitísme hablar, creo que sé que es. Puede que esta isla haya un volcán que empieza estar erupción. Hay que salir aquí cuánto antes. Acompañad a mí, os llevaré hasta lago y después dónde encerraron-nos.

Los muchachos le siguieron por el sendero hasta llegar a un amplio pantano dónde unos patos nadaban tranquilamente. Se acercaron al agua y comenzaron a rellenarse la cantimplora. Después saciaron su sed y reanudaron la marcha. El sendero comenzó a hacerse más pedregoso e iba cuesta abajo. Caminaron por aquel camino durante media hora hasta que Dimitros frenó en seco. Los jóvenes hicieron lo mismo y se agazaparon tras un arbusto, junto al capitán del barco ruso. Dimitros les señaló algo con el dedo y Vilma y Piti observaron lo que era. A tan sólo cien metros había un claro en medio del bosque, en cuyo centro estaba construido un gigantesco edificio. Al lado del edificio había aparcado un camión pero no parecía haber nadie. De pronto se abrió una puerta de par en par y dos personas salieron. Caminaron hasta el camión, pero entonces escucharon un crujido de un palo siendo pisado por Piti. No les quedó otra que echar a correr, pero aquellos dos hombres les seguían. Corrían todo lo que podían y entonces Vilma se tropezó con una piedra y cayó rodando por un sendero oculto. Estaba tapado por un seto. Al verla caer, Piti y Dimitros entraron rápidamente y la siguieron. Los tres se escondieron, aguantando la respiración.

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Estela caminaba por los pasillos del Estrella Polar cuando éste frenó progresivamente. Habían llegado al edificio. Entonces observó a Ainhoa, Ricardo, Julián y Palomares correr por el pasillo hasta cubierta. Ulises les saludaba desde una ventana del hotel. Pero la muchacha siguió caminando, quería hablar con Claudia. Se acercó a su camarote, pero al hacerlo escuchó unas voces que provenían del interior. Puso la cabeza junto a la puerta para escuchar todo lo que decían y se quedó ahí, parada.

Voz de Claudia: Llevo ya dos semanas en este puñetero barco. ¿Eso es lo que queríais no? Que os pasara información, pues ya lo estoy haciendo. Quiero que me saquéis de este barco cuanto antes. ¡Quiero volver al submarino!

Voz de Claudia: Vale, seguiré infiltrada… ¡pero exijo que vengáis cuanto antes!

Escuchó los pasos de Claudia hasta la puerta, por lo que Estela salió rápidamente de allí. Claudia era la espía.
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Ernesto empezaba a impacientarse. Tenía que asesinar a Julia, pero ésta había estado todo el día con su marido. Y no podía permitir que lo descubrieran. Pero ahora había visto a la doctora entrar a su camarote. Se acercó rápidamente a la puerta y la golpeó varias veces. Se escondió a un lado para que no le viera, y en cuanto Julia abrió, se coló en el interior. Ernesto le apuntó con una pistola. Julia empezó a temblar, no sabía que hacer. Gritó pidiendo auxilio.

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Hombre 2: ¡Hemos oído un disparo! ¿Dónde está Cho? ¿Qué has hecho con él? ¿¡Lo has matado?!

El asesino estaba muy nervioso: ellos seguían con vida porque él debía encontrar la carpeta, pero ahora que sabía que estaba quemada, él ya no era útil para aquellos tipos. ¿Qué podía hacer? Empezó a temblar. Le sudaban las manos. Sacó el revólver del bolsillo. No lo dudó un segundo. Tres disparos resonaron el Estrella Sirrah seguidos de tres golpes secos en el suelo. El último hombre se sentó en el suelo, se llevó las manos a la cabeza. Algunas lágrimas brotaron de sus ojos. Las paredes de aquel barco habían visto demasiadas muertes. Pero esas tenían que ser las últimas. Tras todo lo que había hecho, no podía seguir. Además, si le encontraban los del Proyecto, ¿Qué les diría? Abrió la boca y metió el revólver en su interior.

Un último disparo resonó en los pasillos del barco ruso.

Ha sido genial !
Pobre Cho, siguelo cuando puedas que me encanta este fic (:

Buff, no sabía que iba a quedar tan largo, conforme lo iba escribiendo se me iban ocurriendo cosas.. Sí, a mi también me ha dado mucha pena que Cho muriera así... Pero bueno, la vida sigue. Y tienen que descubrir qué hay en el agua antes de que se zampe a alguien más..

Y bueno, ¿Qué le ocurrirá a Julia? ¿La matará Ernesto?

¿Qué les pasará a Vilma, Piti y Dimitros? ¿Qué ocurrirá en el barco francés?

Todo esto y mucho más se desvelará en los próximos capítulos...

¡Gracias por pasarte!

¡David!Me acabo de dar cuenta que tienes otro fic jaja..No leo nada de este porque creo que tienes otra temporada antes no?¡Dónde la puedo leer?!

La primera, segunda y la tercera hasta el 3x04 está aquí: Enlace

Gracias! Intentaré leer cuando tenga TIEMPO.

Me encanta que sea tan largos los capítulos!! Me los he leído en un pispas, UN 10, siguelo pronto, que me encanta la trama!! :D

PD: Escribes de lujo.

Sí, David, todos. Que no eran pocos. Pero se me hizo muy entretenido, así que no me costó. Tu otro fic todavía lo tengo pendiente, últimamente el tiempo no me da para mucho, pero por supuesto que me pasaré.

¡Que bonito recordar ese momento en el que Burbuja descubre que Salomé es su hermana! Nunca olvidaré ese "momento coco".

También has matado a Cho. Me encanta. A mí no me aportaba nada ese personaje, ni en la serie ni en ningún lado. No me transmitía nada. Así que genial no tener que verle por aquí tampoco.

Me ha encantado. Síguelo cuando puedas. No dejaré de pasarme.

¡Que bien que no se te hayan hecho pesados los capítulos y que te hayan gustado!!

Sí, a mi tampoco me aportaba nada su personaje, así que he decidido darle punto y final. Pero gracias a él tendrán unas posibilidades más de sobrevivir cuando comience la guerra (que va a comenzar). Ya que él no quemó la carpeta como le dijo al tonto ese

Mientras escribía el capítulo me dio algo de pena porque de primeras murió una mujer en el edificio, 7 en el barco francés más Jean (el capitán), 4 en el barco ruso y Cho. ¡14 muertes!

Puff, ¿Conseguirá salvarse Julia? ¿Qué le ocurrirá? ¿Pillarán a Vilma, Piti y Dimitros en la isla? ¿Dónde está Melodie? ¿La encontrarán? ¿Descubrirán que Max hizo que abandonaran a Ulises? ¿Qué es el Proyecto Andrómeda? ¿Cuál es su fin? ¿Qué ocurrirá con Claudia, la espía? ¿De dónde ha salido Celeste? ¿Qué hay en el agua? Hay tantas preguntas que serán respondidas...

Avance

La noticia de la muerte de Cho se había extendido como la pólvora entre los tripulantes del Estrella Polar. Al escuchar disparos desde el barco ruso, Ricardo ordena que algunos miembros vayan en lancha para observar lo que ha sucedido. Al llegar, observan que hay 4 hombres muertos.

Deciden poner, por fin, rumbo hacia tierra, junto a Ulises, que dice que alguien le golpeó mientras estaba en el edificio. Max no se ha dado por vencido y como sabe que no podrá estar con Ainhoa mientras Ulises esté vivo, decide matarlo.

Vilma, Piti y Dimitros han conseguido esquivar a los dos hombres que les perseguían, cayendo por el sendero oculto. Pero allí verán algo que les horrorizará.

Además, por la última petición de Cho, el capitán ordena revolver por completo su camarote. Allí encontrarán una carpeta roja con el símbolo del Proyecto Alejandría y firmada por el doctor Schneider. Como dijo Cho, Burbuja tiene todas las respuestas.

Gamboa ha metido la pata. Al intentar asesinar a Julia, la ha fastidiado por completo. Ahora la doctora ha contado todas sus artimañas desde el comienzo del viaje en el Estrella Polar y han ordenado mantenerlo encerrado en las bodegas.

Pufffffffff, que intriga !! No me gusta lo de Max... no quiero que mates a Ulises, pero tu haz lo que quieras jejee :) siguelo cuando puedas

¡Está muy chulo!

Perdón por no pasarme antes es que no he tenido mucho tiempo...
A mi tampoco me afecto lo de Cho, nunca me gustó su personaje.

Que bien te ha quedado, me dio un poco de pena la mujer que se cayó por la ventana y otra cosa, me parece bien de que Max mate a Ulises, así sería más original porque hay rumores (no se si es verdad) de que como Mario casas no podrá estar en la 4º temporada, por eso lo cancelaron (porque si ulises no está ElBarco pierde mucha audiencia) aunque ya tu eliges el futuro

Esta interesante el proximo capitulo.Escribes muy bien David.Para cuando el proximo?

Nuevo capítulo el viernes a las 19.30

Cho ha muerto, ¡pero no podrá ser en vano! Ahora, la máxima prioridad es encontrar las 'respuestas' que el coreano afirmó que estarían en el camarote de Burbuja. Éste, por su parte, está empezando a recordar... ¿Volverá a ser Roberto? ¿Encontrarán a Marimar? ¿Y a Melodie? ¿Qué ocurrirá en el barco francés? ¿Logrará Max asesinar a Ulises? ¿Atraparán a Alexander? ¿Qué ocurirrá con Claudia, la espía?

Todo esto y mucho más, en los próximos capítulos. ¡¡La batalla está a punto de comenzar!!

Debido a unos problemas lo aplazo hasta mañana a las 16.30... ¡Pero os prometo que viene fuerte!

Capítulo 3x07 (38): ‘El monstruo del agua’ (Parte 1)

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Julia retrocedió varios pasos hacia su cama, no tenía por dónde huir. Ernesto la apuntaba con el revólver, con un rostro de auténtica locura. Parecía como si ya no le importara lo que le ocurriría por matar a la doctora, ahora sólo tenía un objetivo. Matarla. Y entonces, aunque lo encerraran, él quería pensar que Alexander lo rescataría de allí y le entregaría a su hija. Quería desearlo de verdad. Pero en lo más profundo de su ser sabía perfectamente cómo era aquel tipo, y que todo lo que había hecho hasta ahora puede que lo hubiera hecho en vano. Pero intentaba reprimir esos pensamientos.

La doctora rompió a llorar. Le temblaba cada extremidad de su cuerpo. Cerró los ojos y se preparó para el fin. Le hubiera gustado despedirse de Ricardo, decirle cuánto le quería. También despedirse de Ainhoa y Valeria…



Justo cuando Gamboa estaba apretando el gatillo, Ricardo se abalanzó sobre él tirándolo al suelo. Había escuchado el grito de Julia a través de su walkie y había ido corriendo buscándola por todo el barco.

Forcejearon durante algunos segundos y por fin el capitán consiguió agarrar el arma, guardándosela automáticamente en el bolsillo de su chaqueta. Miró al profesor de supervivencia, furioso, pero sólo le dio un único puñetazo. Dos tripulantes entraron en aquel momento en el camarote.

Ricardo: Lleváoslo a las bodegas y encerrarlo ahí. ¡Que no salga!

Ambos agarraron a Ernesto por los brazos y se lo llevaron del camarote del capitán, entre gritos del profesor de supervivencia. Sus días de terror habían acabado. Pronto, todas sus malas acciones durante aquel largo viaje saldrían a la luz, y eso acarraría consecuencias.
Julia corrió hasta los brazos del capitán y se abrazó a él, con los ojos todavía húmedos.
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Volvieron a respirar, exhaustos. Parecía que ya no les perseguían. Vilma les hizo una seña con el
dedo para que se quedaran donde estaban, y subió agachada la pequeña cuesta. Llegó hasta el final de la misma, pero entonces escuchó unos pasos de nuevo. Miró a través del arbusto, procurando no hacer el más mínimo ruido. Los dos que los perseguían pasaron de largo, pero esta vez no iban solos. Iban detrás de dos rehenes, mientras les apuntaban con sus metralletas. Pero los rehenes eran dos tripulantes del Estrella Polar, dos de los que habían acompañado a Vilma y Piti en el Estrella Sirrah, en busca de los “supervivientes” de aquella isla.

La embarazada se entristeció, no sabía lo que les ocurriría a ellos. Sol ya había muerto y podían ser los siguientes.

Bajó de nuevo la cuesta y llegó hasta Piti y Dimitros.

Vilma: Los que nos perseguían acaban de pasar con dos tripulantes de los que venían con nosotros. Los han atrapado…

Piti: Quizás no sean los únicos. ¿Qué hacemos ahora?

Dimitros: Hay que encontrar lugar seguro. Alemos nosotros de aquí.

Los tres siguieron por aquel camino, y entonces escucharon el ruido del agua. Habían llegado a la playa. Desde el interior del bosque observaron la lejanía. Un mar azul completamente vacío se extendía hasta el horizonte. No había ni un solo ruido que molestara aquel silencio. No se atrevían a pisar la arena por no dejar huellas que pudieran perjudicarles, pero entonces Vilma profirió un grito ahogado. Señaló con la mano, balbuceando, una parte de la playa y entonces lo vieron.

Corrieron hasta allí y lo que vieron les dejó horrorizados. Allí, flotando en el mar, había decenas de cadáveres. Algunos tenían una chaqueta del Estrella Sirrah y unos cinco la del Estrella Polar. Parecía que habían encontrado a varios de sus compañeros.

Piti: ¡JODER! ¿Pero estos de qué van? ¿Qué quieren? ¿Por qué asesinan a todos los que encuentran?

Dimitros: Menos mal que escapamos de esos Proyecto Alejandría. Estamos vivos por algo. Hay siete barcos. Y nosotros somos elegidos por algo en especial. Quizás somos únicos. O tan sólo nos necesitan. Ahora que no necesitan a nosotros, se deshacen de nosotros. Piensa vosotros. En caso cualquiera, no podemos dejar que nos encuentren. Busquemos lugar donde escondernos y montar escondite.

Ambos asintieron, pensativos. En cierto modo tenía razón. Estaban vivos por obtener una beca en el Estrella Polar. Una beca que ninguno de ellos había pedido.
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Ainhoa: ¡Ulises! -dijo mientras corría a abrazarle- No volveré a dejarte escapar. Te quiero, Ulises, te quiero más que a nadie en este mundo.

Ulises: No me iré de tu lado. Me quedaré contigo. Para siempre. Te lo prometo, chivata. Y más ahora que vamos a ser padres.

Tras varios minutos besándose como si no se hubieran visto en un mes, Ainhoa le preguntó intrigada.

Ainhoa: ¿Pero qué ha ocurrido? Es decir, ¿Qué te pasó? ¿Por qué te quedaste en el edificio?

Ulises: Max me avisó por walkie de que tenía un problema y necesitaba ayuda. Fui hasta dónde me dijo pero alguien me golpeó en la cabeza. Cuando me desperté os habíais ido. ¡Además, ha habido un nuevo terremoto! Tenemos que darnos prisa en llegar a tierra y volver, porque este hotel no aguantará un nuevo seísmo. Capitán, he visto las paredes del Youhao, se están resquebrajando. -dijo reparando en su presencia-

Ainhoa se quedó cortada y se dio la vuelta.

Ricardo: ¿Voy… voy a ser abuelo? ¿Cómo no me lo habías dicho?

Ainhoa: Sí… No sabía cómo te iba a afectar. Tampoco sabía cómo decírtelo ni cuál sería tu reacción.

Ricardo: ¿Qué cuál sería mi reacción? ¡Es la mejor noticia que me han dado en la vida! Si debes tener un hijo con alguien, que ese alguien sea Ulises. -le dio un gran abrazo a Ainhoa-

Su hija se quedó totalmente sorprendida. De haber sabido que iba a reaccionar así, se lo hubiera
contado mucho antes.

Mientras, Max estaba enterándose de todo desde una esquina próxima. Se mordió los labios. Daría cualquier cosa por haber sido el padre de ese niño. Por ser el hombre más feliz del mundo, tan sólo por estar con Ainhoa. Pero no lo era. Y sólo por Ulises. El hijo del oficial se había convertido en un estorbo para él. Tenía que quitarlo de en medio. ¡Sí! Si Ulises desaparecía, si moría… Ainhoa ya no tendría a nadie y caería en sus brazos tarde o temprano. ¡Y serían tan felices juntos! Max sonrió malévolamente y corrió hasta el laboratorio de la doctora.
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