Foro Bandolera
Como no me gusta la historia... voy y la cambio (Natalia y Roberto)
#0
27/04/2011 20:02
Como estoy bastante aburrida de que me tengan a Roberto entre rejas, aunque sean las rejas de cartón piedra del cuartel de Arazana, y de que nadie (excepto San Miguel) intente hacer nada... pues voy y lo saco yo misma.
Y como la historia parece que va dos pasitos pa´lante y tres pa´trás, pues voy y la cambio a mi gusto.
Y como a mi el que me gusta es el Rober... pues también cambio la historia.
Creo que me he metio en un ebolao del que no voy a saber salir pero bueno, todo sea por dar ideas a los guionistas de nuestros amores. Ya me direis...
_____________________________________________________________________________
Capítulo 1
Parecía un sitio tranquilo, alejado del camino, seguro que por allí no pasaba gente con regularidad. La hierba que tapizaba la orilla del río era alta y estaba sin pisar así que decidió desmontar y descansar unos minutos.
- No puedo estar ya muy lejos de ese maldito pueblo. ¿Es que no había un lugar más perdido donde esconderte Sara?- dijo en voz alta mientras ataba el caballo a uno de los árboles que extendían sus ramas sobre el agua.
Mientras estiraba los músculos, agarrotados después de tan larga jornada a caballo, vio su reflejo en el remanso que el río formaba a pocos metros de allí. Miró hacia ambos lados y, al no ver a nadie y comprobar que el caballo se alimentaba tranquilamente, sonrió y comenzó a despojarse de sus vestimentas hasta quedar en ropa interior. Se adentró en el agua hasta que ésta le llegó hasta la cintura, entonces extendió los brazos y se dejó caer hacia atrás. Movía los brazos y las piernas lo indispensable para no alejarse demasiado de la orilla y mantenerse a flote, sintiendo cómo la corriente masajeaba su cuerpo. Sabía que la ropa que aún llevaba puesta, al mojarse, dejaría al descubierto las formas de su cuerpo, pero le daba igual, además, sería demasiada casualidad que alguien pasara por allí en ese momento.
Y como la historia parece que va dos pasitos pa´lante y tres pa´trás, pues voy y la cambio a mi gusto.
Y como a mi el que me gusta es el Rober... pues también cambio la historia.
Creo que me he metio en un ebolao del que no voy a saber salir pero bueno, todo sea por dar ideas a los guionistas de nuestros amores. Ya me direis...
_____________________________________________________________________________
Capítulo 1
Parecía un sitio tranquilo, alejado del camino, seguro que por allí no pasaba gente con regularidad. La hierba que tapizaba la orilla del río era alta y estaba sin pisar así que decidió desmontar y descansar unos minutos.
- No puedo estar ya muy lejos de ese maldito pueblo. ¿Es que no había un lugar más perdido donde esconderte Sara?- dijo en voz alta mientras ataba el caballo a uno de los árboles que extendían sus ramas sobre el agua.
Mientras estiraba los músculos, agarrotados después de tan larga jornada a caballo, vio su reflejo en el remanso que el río formaba a pocos metros de allí. Miró hacia ambos lados y, al no ver a nadie y comprobar que el caballo se alimentaba tranquilamente, sonrió y comenzó a despojarse de sus vestimentas hasta quedar en ropa interior. Se adentró en el agua hasta que ésta le llegó hasta la cintura, entonces extendió los brazos y se dejó caer hacia atrás. Movía los brazos y las piernas lo indispensable para no alejarse demasiado de la orilla y mantenerse a flote, sintiendo cómo la corriente masajeaba su cuerpo. Sabía que la ropa que aún llevaba puesta, al mojarse, dejaría al descubierto las formas de su cuerpo, pero le daba igual, además, sería demasiada casualidad que alguien pasara por allí en ese momento.
#141
17/05/2011 19:18
Hola, ¿qué tal va la tarde?
os dejo otro pedacito de historia, espero que la disfruteis
____________________________________________________________________
Capítulo 17
Eran los únicos viajeros en la diligencia y a pesar de llevar casi dos horas de viaje no habían intercambiado más palabras que un ¡Buenos días! cuando comenzaron el trayecto. Se habían sentado cada uno en un asiento, frente por frente, junto a las ventanillas, Natalia desde el primer momento se abstrajo mirando el paisaje y Roberto aprovechó la ocasión para observarla sin reparos.
Estaba habituado a verla vestida como una joven más del pueblo, faldas amplias, blusas sencillas y corpiños; bueno, también la había visto en camisón y en ropa interior, por muchos años que pasaran jamás podría borrar esas dos imágenes de su mente. Pero en esta ocasión llevaba un traje sobrio que le sentaba muy bien, en tonos grises con detalles en color cereza, pequeños volantes blancos asomando por el escote de la chaqueta y guantes a juego. También se había puesto un graciosillo y pequeño sombrero bajo el cual asomaba un sencillo recogido, estaba preciosa.
Natalia se había vestido para la ocasión, era plenamente consciente de que, por desgracia, a la gente se la trata por el aspecto que tiene y ellos iban a tratar con banqueros y funcionarios durante los próximos días, por lo que un buen aspecto facilitaría las cosas. No estaba preocupada por su aspecto, si algo les enseñaban a las señoritas de buena familia desde la cuna era que su aspecto debía ser impecable y ella seguía esas indicaciones… siempre que lo creía conveniente; le preocupaba Roberto. Sabía perfectamente que su situación económica no era la más indicada para tener como prioridad el ir bien vestido, aunque por otro lado, su hermano Juanito vestía mucho mejor; sospechaba que el desaliño de Roberto venía dado por su forma de ser. Por eso, cuando lo vio aparecer aquella mañana sintió un gran alivio, no quería ofenderlo comprándole ropa nada más llegar a Sevilla, aunque después de todo lo vivido hasta el momento, ¿qué más daba una ofensa más? Natalia acababa de llegar al punto del camino donde tomarían la diligencia cuando lo vio aparecer, llegaba caminando, con un bolso de viaje en la mano que parecía tener muchos años pero estaba bien cuidado; en cuanto a su atuendo, llevaba unos pantalones grises que le sentaban muy bien y una chaqueta azul, sencilla pero bien cortada, bajo la chaqueta se veía una camisa blanca no del todo abrochada, no llevaba ni corbata ni pañuelo al cuello. Estaba muy guapo, cualquier mujer se sentiría orgullosa de pasear a su lado. Aprovechó el momento para retener la imagen de Roberto acercándose y así después, durante el viaje, evitar mirarlo y tan solo pensar en los próximos días que iban a pasar juntos, imaginando que para ellos era posible una vida en común.
- No tenías ninguna obligación de hacerlo, lo sabes – dijo Roberto finalmente tratando de romper el tenso silencio que había entre ellos.
- Lo sé – dijo Natalia sin dejar de mirar hacia fuera.
- ¿Entonces?
- No me gusta ver cómo las familias se separan, tan solo eso.
- ¿Cómo la tuya? – en ese momento Natalia giró el rostro hacia él – En ningún momento has hablado de padres o hermanos…
- No tengo ni padres ni hermanos.
Natalia tenía miedo de volver a sincerarse con Roberto, no porque él volviese a utilizar la información en su contra, sino porque no estaba segura de poder hablar sin derrumbarse. De nuevo volvió a girar la cabeza y continuó mirando el paisaje. Roberto sintió que había vuelto a cometer un error, la había vuelto a hacer daño, aún sin proponérselo.
- Mi padre era el hermano mayor del tío Richard y del padre de Sara – comenzó a contar Natalia sin dejar de mirar por la ventanilla – y, al igual que ellos hicieron años después, estudió ingeniería de minas. Poco después de terminar sus estudios, unos antiguos compañeros le ofrecieron un puesto de trabajo en una compañía minera en Bilbao, así que a pesar de la oposición de sus padres se vino a España. Llevaba pocos días en su puesto de trabajo cuando conoció a mi madre; hubo un desprendimiento en una de las galerías y se conocieron allí, papá coordinaba los trabajos de rescate cuando vio que una mujer entraba en la boca de la mina para ayudar a sacar a los heridos… era mamá – en ese momento Natalia se giró sonriendo y miró a Roberto. Él estaba atento a sus palabras y ella volvió a desviar la mirada – creo que sus gritos se oyeron en varios kilómetros a la redonda, pero ella no se acobardó y le plantó cara. Finalmente papá ordenó que se la llevaran de allí, a la fuerza si era preciso, y que atendiese a los heridos una vez los hombres los hubiesen sacado. Ese día aprendió mi padre más palabras malsonantes que en toda su vida.
- Mujeres de carácter las de esta familia, – pensó Roberto – Natalia también se defendió y revolvió el día que nos conocimos.
- Cuando mi padre preguntó, días después, por la mujer de la mina, no obtuvo ninguna respuesta, era como si tan solo él la hubiese visto. Insistió, pero todo el mundo le daba la espalda y no recibía ningún tipo de contestación. Finalmente, uno de los mineros se le acercó y le dijo que no se molestara en seguir preguntando, que nadie le contestaría, que jamás perjudicarían a la señorita. – Natalia se revolvió en su asiento, llevaban varias horas en la misma posición y el asiento era muy incómodo, por lo que procedió a sentarse sobre sus manos. – Días más tarde, el dueño de la mina en donde trabajaba organizó una fiesta para celebrar que no había habido víctimas mortales y los heridos evolucionaban favorablemente. En realidad se organizaron dos fiestas, una para los ingenieros y demás responsables y otra para los obreros. Papá, antes de ir a la casa del dueño, se pasó por la fiesta de los obreros y volvió a verla; desentonaba del resto de personas que había a su alrededor, llevaba un vestido blanco muy elegante pero jugaba con los niños y charlaba con las mujeres y hombres sin importarle si se ensuciaba o no. Intentó acercarse a ella, pero el mismo obrero que días antes le había hablado se interpuso en su camino hasta que ella desapareció. Pocas horas después descubrió quien era, ya que ella misma fue quien le recibió en la fiesta.
- ¿Qué?- preguntó Roberto.
- Si, es lo que estás pensando, era la hija del jefe. – dijo Natalia riendo – Se casaron tan solo dos meses después y a los nueve meses exactos nací yo. Hubo muchas habladurías al respecto, pero siempre por la espalda, nadie se atrevió jamás a decirle nada a mamá.
- Eso no es nada, - bromeó Roberto – yo fui más rápido. – Ante la cara de extrañeza de Natalia prosiguió – Mis padres también se casaron a las pocas semanas de conocerse, mi padre era en aquellos tiempos tratante de caballos y viajaba mucho, se conocieron y para poder estar juntos se casaron. Enseguida nací yo, sietemesino…
- Seguro que en tu caso si que hubo habladurías… - rió Natalia.
- Pues, no lo sé – dijo Roberto pensativo – era muy pequeño y no me acuerdo.
Entre bromas continuaron el viaje, hablando de temas intrascendentes, sin sacar a colación de nuevo a sus familias.
os dejo otro pedacito de historia, espero que la disfruteis
____________________________________________________________________
Capítulo 17
Eran los únicos viajeros en la diligencia y a pesar de llevar casi dos horas de viaje no habían intercambiado más palabras que un ¡Buenos días! cuando comenzaron el trayecto. Se habían sentado cada uno en un asiento, frente por frente, junto a las ventanillas, Natalia desde el primer momento se abstrajo mirando el paisaje y Roberto aprovechó la ocasión para observarla sin reparos.
Estaba habituado a verla vestida como una joven más del pueblo, faldas amplias, blusas sencillas y corpiños; bueno, también la había visto en camisón y en ropa interior, por muchos años que pasaran jamás podría borrar esas dos imágenes de su mente. Pero en esta ocasión llevaba un traje sobrio que le sentaba muy bien, en tonos grises con detalles en color cereza, pequeños volantes blancos asomando por el escote de la chaqueta y guantes a juego. También se había puesto un graciosillo y pequeño sombrero bajo el cual asomaba un sencillo recogido, estaba preciosa.
Natalia se había vestido para la ocasión, era plenamente consciente de que, por desgracia, a la gente se la trata por el aspecto que tiene y ellos iban a tratar con banqueros y funcionarios durante los próximos días, por lo que un buen aspecto facilitaría las cosas. No estaba preocupada por su aspecto, si algo les enseñaban a las señoritas de buena familia desde la cuna era que su aspecto debía ser impecable y ella seguía esas indicaciones… siempre que lo creía conveniente; le preocupaba Roberto. Sabía perfectamente que su situación económica no era la más indicada para tener como prioridad el ir bien vestido, aunque por otro lado, su hermano Juanito vestía mucho mejor; sospechaba que el desaliño de Roberto venía dado por su forma de ser. Por eso, cuando lo vio aparecer aquella mañana sintió un gran alivio, no quería ofenderlo comprándole ropa nada más llegar a Sevilla, aunque después de todo lo vivido hasta el momento, ¿qué más daba una ofensa más? Natalia acababa de llegar al punto del camino donde tomarían la diligencia cuando lo vio aparecer, llegaba caminando, con un bolso de viaje en la mano que parecía tener muchos años pero estaba bien cuidado; en cuanto a su atuendo, llevaba unos pantalones grises que le sentaban muy bien y una chaqueta azul, sencilla pero bien cortada, bajo la chaqueta se veía una camisa blanca no del todo abrochada, no llevaba ni corbata ni pañuelo al cuello. Estaba muy guapo, cualquier mujer se sentiría orgullosa de pasear a su lado. Aprovechó el momento para retener la imagen de Roberto acercándose y así después, durante el viaje, evitar mirarlo y tan solo pensar en los próximos días que iban a pasar juntos, imaginando que para ellos era posible una vida en común.
- No tenías ninguna obligación de hacerlo, lo sabes – dijo Roberto finalmente tratando de romper el tenso silencio que había entre ellos.
- Lo sé – dijo Natalia sin dejar de mirar hacia fuera.
- ¿Entonces?
- No me gusta ver cómo las familias se separan, tan solo eso.
- ¿Cómo la tuya? – en ese momento Natalia giró el rostro hacia él – En ningún momento has hablado de padres o hermanos…
- No tengo ni padres ni hermanos.
Natalia tenía miedo de volver a sincerarse con Roberto, no porque él volviese a utilizar la información en su contra, sino porque no estaba segura de poder hablar sin derrumbarse. De nuevo volvió a girar la cabeza y continuó mirando el paisaje. Roberto sintió que había vuelto a cometer un error, la había vuelto a hacer daño, aún sin proponérselo.
- Mi padre era el hermano mayor del tío Richard y del padre de Sara – comenzó a contar Natalia sin dejar de mirar por la ventanilla – y, al igual que ellos hicieron años después, estudió ingeniería de minas. Poco después de terminar sus estudios, unos antiguos compañeros le ofrecieron un puesto de trabajo en una compañía minera en Bilbao, así que a pesar de la oposición de sus padres se vino a España. Llevaba pocos días en su puesto de trabajo cuando conoció a mi madre; hubo un desprendimiento en una de las galerías y se conocieron allí, papá coordinaba los trabajos de rescate cuando vio que una mujer entraba en la boca de la mina para ayudar a sacar a los heridos… era mamá – en ese momento Natalia se giró sonriendo y miró a Roberto. Él estaba atento a sus palabras y ella volvió a desviar la mirada – creo que sus gritos se oyeron en varios kilómetros a la redonda, pero ella no se acobardó y le plantó cara. Finalmente papá ordenó que se la llevaran de allí, a la fuerza si era preciso, y que atendiese a los heridos una vez los hombres los hubiesen sacado. Ese día aprendió mi padre más palabras malsonantes que en toda su vida.
- Mujeres de carácter las de esta familia, – pensó Roberto – Natalia también se defendió y revolvió el día que nos conocimos.
- Cuando mi padre preguntó, días después, por la mujer de la mina, no obtuvo ninguna respuesta, era como si tan solo él la hubiese visto. Insistió, pero todo el mundo le daba la espalda y no recibía ningún tipo de contestación. Finalmente, uno de los mineros se le acercó y le dijo que no se molestara en seguir preguntando, que nadie le contestaría, que jamás perjudicarían a la señorita. – Natalia se revolvió en su asiento, llevaban varias horas en la misma posición y el asiento era muy incómodo, por lo que procedió a sentarse sobre sus manos. – Días más tarde, el dueño de la mina en donde trabajaba organizó una fiesta para celebrar que no había habido víctimas mortales y los heridos evolucionaban favorablemente. En realidad se organizaron dos fiestas, una para los ingenieros y demás responsables y otra para los obreros. Papá, antes de ir a la casa del dueño, se pasó por la fiesta de los obreros y volvió a verla; desentonaba del resto de personas que había a su alrededor, llevaba un vestido blanco muy elegante pero jugaba con los niños y charlaba con las mujeres y hombres sin importarle si se ensuciaba o no. Intentó acercarse a ella, pero el mismo obrero que días antes le había hablado se interpuso en su camino hasta que ella desapareció. Pocas horas después descubrió quien era, ya que ella misma fue quien le recibió en la fiesta.
- ¿Qué?- preguntó Roberto.
- Si, es lo que estás pensando, era la hija del jefe. – dijo Natalia riendo – Se casaron tan solo dos meses después y a los nueve meses exactos nací yo. Hubo muchas habladurías al respecto, pero siempre por la espalda, nadie se atrevió jamás a decirle nada a mamá.
- Eso no es nada, - bromeó Roberto – yo fui más rápido. – Ante la cara de extrañeza de Natalia prosiguió – Mis padres también se casaron a las pocas semanas de conocerse, mi padre era en aquellos tiempos tratante de caballos y viajaba mucho, se conocieron y para poder estar juntos se casaron. Enseguida nací yo, sietemesino…
- Seguro que en tu caso si que hubo habladurías… - rió Natalia.
- Pues, no lo sé – dijo Roberto pensativo – era muy pequeño y no me acuerdo.
Entre bromas continuaron el viaje, hablando de temas intrascendentes, sin sacar a colación de nuevo a sus familias.
#142
17/05/2011 20:13
Roberta, el juego que va a dar este viaje en diligencia y la estancia en Sevilla...
Me pone muco el "mugrelook" al que Roberto nos tiene acostumbradas, pero imaginármelo así de aseadito, ummmmmm...
No tardes mucho en darnos otra ración de tu historia y en cuanto a lo light o subidito de tono de las escenitas Roberto-Natalia pues no sé qué decirte...
Teniendo en cuenta que a las que nos pone Roberto nos tienen a pan y agua en la serie (nos merecemos de crujir de somier del jornalero ya...) yo te pediría escena tórrida y las peques, pues yo que sé que no lo lean...
Yo no soy nadie para vetar a nadie, pero me planteo qué hacen determinadas niñas a determinadas horas en el foro... deberían estar estudiando o compartiendo más tiempo con sus familias y menos tiempo en internet. Siento la chapa (deformación profesioanal)
Mantecao quiere escena hot, hot, hot, con Roberto, en tu historia y en la serie...
Nos tienen discriminadas a las robertistas...
Me pone muco el "mugrelook" al que Roberto nos tiene acostumbradas, pero imaginármelo así de aseadito, ummmmmm...
No tardes mucho en darnos otra ración de tu historia y en cuanto a lo light o subidito de tono de las escenitas Roberto-Natalia pues no sé qué decirte...
Teniendo en cuenta que a las que nos pone Roberto nos tienen a pan y agua en la serie (nos merecemos de crujir de somier del jornalero ya...) yo te pediría escena tórrida y las peques, pues yo que sé que no lo lean...
Yo no soy nadie para vetar a nadie, pero me planteo qué hacen determinadas niñas a determinadas horas en el foro... deberían estar estudiando o compartiendo más tiempo con sus familias y menos tiempo en internet. Siento la chapa (deformación profesioanal)
Mantecao quiere escena hot, hot, hot, con Roberto, en tu historia y en la serie...
Nos tienen discriminadas a las robertistas...
#143
17/05/2011 21:08
esta muy bien roberta ya tengo ganas de leer la parte siguiente
#144
17/05/2011 22:28
Me encantan estos dos y eso que Roberto no es santo de mi devoción en la serie, pero aquí se porta como un señor, bueno, casi siempre.
Eseraré la continuación. Gracias.
Eseraré la continuación. Gracias.
#145
17/05/2011 23:49
Está muy bien Roberta, muy bien.
#146
18/05/2011 19:29
Ya estamos en Sevilla, y olé...
Antes de nada comentaros que he intentado buscar información al respecto por internet, pero me parece que voy a ser una guionista como los de Bandolera, que organizan la siderurgia Vasca y la torre Eiffel como les sale de las albaidas.
Ya me comentareis las sevillanas todos los gazapos, meteduras de pata y resbalones que seguro que pego
________________________________________________________________________
Capitulo 18
Ya era casi de noche cuando llegaron a Sevilla, el trayecto había sido largo y la incomodidad de la diligencia había hecho que les doliesen todos los músculos. Cuando se apearon del transporte vieron un gran alboroto y preguntaron por ello al conductor.
- Es la Feria, señorita. A las afueras, en un lugar llamado El Prado de San Sebastián, se realiza anualmente una feria ganadera muy famosa y Sevilla se paraliza durante tres días.
- Y hoy será el primero de esos tres días, ¿verdad? – preguntó Roberto.
- Pues si, mismamente. Que disfruten de la Feria. – dijo arreando a los caballos y alejándose.
- ¡Ay, Dios! Eso significa que los bancos van a estar cerrados y nos va a costar lo indecible buscar alojamiento – dijo Natalia dejando su bolsa en el suelo.
- En ese caso mejor si nos movemos, ¿no? – y Roberto tomó el equipaje de los dos y comenzó a andar.
- ¿Hacia adónde? – preguntó Natalia siguiéndole.
- No lo sé, ¿conoces Sevilla?- ante el gesto negativo de la joven, dijo – yo tampoco, así que no creo que importe mucho hacia adónde vayamos.
Entraron en varios hoteles y posadas y en todos recibían la misma respuesta, estaban completos, no quedaba una sola habitación libre en toda Sevilla. El cansancio y el hambre los venció y entraron en un restaurante a cenar y descansar un poco. A Roberto no le importaba lo más mínimo pasar la noche a la intemperie, pero Natalia era harina de otro costal; estaba seguro de que nunca se había visto en una situación semejante y si en su mano estaba, aquella noche ella dormiría en una cama.
- ¿Conoces a alguien en Sevilla?- preguntó Roberto.
- No lo creo, pero si hay feria ganadera, sabe Dios quién pueda estar aquí. – de pronto, Natalia comenzó a sonreír, mordiéndose ligeramente el labio inferior. Roberto conocía ese gesto, lo hacía cuando estaba pensando alguna ocurrencia tal como lanzarle una pastilla de jabón o intentar capturar a un violador.- ¿Te atreves a intentar una locura?
- Por supuesto – contestó él; con ella y por ella se atrevía a todo.
- Bien – y dicho esto Natalia comenzó a buscar en su equipaje un pañuelo que combinase con el atuendo de Roberto y se lo anudó al cuello.
Minutos más tarde entraban en uno de los mejores hoteles de Sevilla cogidos del brazo y sonrientes, de este modo se acercaron al mostrador de recepción donde dejaron sus maletas en el suelo.
- ¡Ay, querido! – dijo Natalia con afectación, - tenía unas ganas de llegar; estoy agotada.
- No te preocupes, amor, enseguida podrás recostarte. Por favor, tenemos reservadas dos habitaciones a nombre de los señores Reeves. – dijo Roberto dirigiéndose al encargado.
- Por supuesto, permítanme un instante. – El recepcionista comenzó a revisar el listado de reservas pero, por supuesto, no encontró nada a nombre de los señores Reeves.
- ¿Algún contratiempo? – preguntó Roberto.
- No, tan solo que no encuentro su reserva – dijo el encargado nervioso.
- ¿Qué no encuentra nuestra reserva? Pero amor, creí que este era un hotel importante – comenzó a decir Natalia fingiendo desconcierto - ¿No es el que nos recomendó el señor…? ¿Cómo se llama? Si, el banquero con el que tienes que tratar los próximos días…
- No cariño, don Antonio Romero es el gobernador del Banco de España, con quien debemos tratar en con su representante en Sevilla.
- Es lo mismo; él nos dijo, cuando lo vimos en Madrid, que aquí nos tratarían bien… - continuó Natalia quejumbrosa – ya no puedes confiar en nadie. – Y Natalia se agarró al brazo de Roberto para, a continuación, apoyar su cabeza en el hombro del muchacho.
- Mire – dijo Roberto al encargado – Hace semanas que reservamos dos habitaciones en este hotel porque nos aseguraron que era el mejor hotel de Sevilla, algo que en estos momentos no están demostrando. Si han extraviado las reservas es problema suyo, no nuestro así que ya está solucionando el problema. El viaje ha sido largo y mi esposa – y se llevó la mano de Natalia a los labios, depositando un beso – está agotada.
- Si, señor, inmediatamente ordeno que les preparen una habitación, es lo más que puedo hacer dado que se trata de la Feria y está todo completo y…
- Le he dicho que…
- Cariño, déjalo, nos arreglaremos de cualquier modo; tan solo quiero descansar un poco… - dijo Natalia con el mismo tono que había estado utilizando.
________________________________________________________________________
Por cierto, según santa wikipedia la idea de la feria de Sevilla partió de dos personas: un catalán y un vasco... siempre metidos en todos los fregaos
Antes de nada comentaros que he intentado buscar información al respecto por internet, pero me parece que voy a ser una guionista como los de Bandolera, que organizan la siderurgia Vasca y la torre Eiffel como les sale de las albaidas.
Ya me comentareis las sevillanas todos los gazapos, meteduras de pata y resbalones que seguro que pego
________________________________________________________________________
Capitulo 18
Ya era casi de noche cuando llegaron a Sevilla, el trayecto había sido largo y la incomodidad de la diligencia había hecho que les doliesen todos los músculos. Cuando se apearon del transporte vieron un gran alboroto y preguntaron por ello al conductor.
- Es la Feria, señorita. A las afueras, en un lugar llamado El Prado de San Sebastián, se realiza anualmente una feria ganadera muy famosa y Sevilla se paraliza durante tres días.
- Y hoy será el primero de esos tres días, ¿verdad? – preguntó Roberto.
- Pues si, mismamente. Que disfruten de la Feria. – dijo arreando a los caballos y alejándose.
- ¡Ay, Dios! Eso significa que los bancos van a estar cerrados y nos va a costar lo indecible buscar alojamiento – dijo Natalia dejando su bolsa en el suelo.
- En ese caso mejor si nos movemos, ¿no? – y Roberto tomó el equipaje de los dos y comenzó a andar.
- ¿Hacia adónde? – preguntó Natalia siguiéndole.
- No lo sé, ¿conoces Sevilla?- ante el gesto negativo de la joven, dijo – yo tampoco, así que no creo que importe mucho hacia adónde vayamos.
Entraron en varios hoteles y posadas y en todos recibían la misma respuesta, estaban completos, no quedaba una sola habitación libre en toda Sevilla. El cansancio y el hambre los venció y entraron en un restaurante a cenar y descansar un poco. A Roberto no le importaba lo más mínimo pasar la noche a la intemperie, pero Natalia era harina de otro costal; estaba seguro de que nunca se había visto en una situación semejante y si en su mano estaba, aquella noche ella dormiría en una cama.
- ¿Conoces a alguien en Sevilla?- preguntó Roberto.
- No lo creo, pero si hay feria ganadera, sabe Dios quién pueda estar aquí. – de pronto, Natalia comenzó a sonreír, mordiéndose ligeramente el labio inferior. Roberto conocía ese gesto, lo hacía cuando estaba pensando alguna ocurrencia tal como lanzarle una pastilla de jabón o intentar capturar a un violador.- ¿Te atreves a intentar una locura?
- Por supuesto – contestó él; con ella y por ella se atrevía a todo.
- Bien – y dicho esto Natalia comenzó a buscar en su equipaje un pañuelo que combinase con el atuendo de Roberto y se lo anudó al cuello.
Minutos más tarde entraban en uno de los mejores hoteles de Sevilla cogidos del brazo y sonrientes, de este modo se acercaron al mostrador de recepción donde dejaron sus maletas en el suelo.
- ¡Ay, querido! – dijo Natalia con afectación, - tenía unas ganas de llegar; estoy agotada.
- No te preocupes, amor, enseguida podrás recostarte. Por favor, tenemos reservadas dos habitaciones a nombre de los señores Reeves. – dijo Roberto dirigiéndose al encargado.
- Por supuesto, permítanme un instante. – El recepcionista comenzó a revisar el listado de reservas pero, por supuesto, no encontró nada a nombre de los señores Reeves.
- ¿Algún contratiempo? – preguntó Roberto.
- No, tan solo que no encuentro su reserva – dijo el encargado nervioso.
- ¿Qué no encuentra nuestra reserva? Pero amor, creí que este era un hotel importante – comenzó a decir Natalia fingiendo desconcierto - ¿No es el que nos recomendó el señor…? ¿Cómo se llama? Si, el banquero con el que tienes que tratar los próximos días…
- No cariño, don Antonio Romero es el gobernador del Banco de España, con quien debemos tratar en con su representante en Sevilla.
- Es lo mismo; él nos dijo, cuando lo vimos en Madrid, que aquí nos tratarían bien… - continuó Natalia quejumbrosa – ya no puedes confiar en nadie. – Y Natalia se agarró al brazo de Roberto para, a continuación, apoyar su cabeza en el hombro del muchacho.
- Mire – dijo Roberto al encargado – Hace semanas que reservamos dos habitaciones en este hotel porque nos aseguraron que era el mejor hotel de Sevilla, algo que en estos momentos no están demostrando. Si han extraviado las reservas es problema suyo, no nuestro así que ya está solucionando el problema. El viaje ha sido largo y mi esposa – y se llevó la mano de Natalia a los labios, depositando un beso – está agotada.
- Si, señor, inmediatamente ordeno que les preparen una habitación, es lo más que puedo hacer dado que se trata de la Feria y está todo completo y…
- Le he dicho que…
- Cariño, déjalo, nos arreglaremos de cualquier modo; tan solo quiero descansar un poco… - dijo Natalia con el mismo tono que había estado utilizando.
________________________________________________________________________
Por cierto, según santa wikipedia la idea de la feria de Sevilla partió de dos personas: un catalán y un vasco... siempre metidos en todos los fregaos
#147
18/05/2011 22:43
Uyyyy. Van a compartir habitación y algo más? Estoy ansiosa por descubrirlo.
#148
18/05/2011 22:49
Bien natalia y roberto roberto y natalia
Roberta momento hot hot hot como pide mantecao
roberto enamorao eso me gustaria verlo
pero como no puede ser lo leo
gracias roberta
Roberta momento hot hot hot como pide mantecao
roberto enamorao eso me gustaria verlo
pero como no puede ser lo leo
gracias roberta
#149
18/05/2011 22:51
¿Quien va a dormir en la bañera? Jajajja....
Un poquito más, qe estoy deseando ver que pasa entre estos dos.
Gracias, Roberta.
Un poquito más, qe estoy deseando ver que pasa entre estos dos.
Gracias, Roberta.
#150
19/05/2011 01:50
Esto se pone muy, pero que muy interesante... los dos en la misma habitación, ummm, habrán llevado queso rondeño en la maleta???
Roberta, MANIFIÉSTATE que has estado hoy muy silenciosa...
Dime si no te ha parecido que Roberto estaba GUAPÉRRIMO hoy en la herrería!!!
El Rober cada día me pone más...
Roberta, MANIFIÉSTATE que has estado hoy muy silenciosa...
Dime si no te ha parecido que Roberto estaba GUAPÉRRIMO hoy en la herrería!!!
El Rober cada día me pone más...
#151
19/05/2011 07:29
Ya me manifiesto, no podeis vivir sin mi, ¿eh?
Aunque por lo que me han contado, Mantecao, tú has estado muy ocupado con la burrita de la señora viajera científica....
No puedo darte mi opinión sobre Roberto porque no lo he visto, la web anda como anda y para ver el making of de Carles y Marta he estado un buen rato; así que ni siquiera me he molestado en entrar en el modo salón; he seguido el capítulo por los comentarios del foro, y como al Rober casi ni nos lo mientan... pues ni sabía que había aparecido.
En cuanto a la historia, creo que voy a tener que escribir más deprisa, porque lo del acercamiento entre Roberto y Eugenia lo tenía yo en mente para una cosita, pero estos guionistas se me han adelantado así como también en otra cosa que voy a ver cómo lo cambio.
En cuanto a lo de hot... pues sí, que leche; ya que parece que últimamente los guiones de la serie los escriben monjitas de clausura que no dan escenas waka-waka para que se relajen el teniente y la bandolera, y de paso las chicas del foro que están muy alteradas (será la primavera), pues lo pondré yo.
La cuestión es ¿waka-waka sevillano o waka-waka arazanero?
Eso lo sabremos en próximos capítulos de... "Natalia y Roberto, estos tampoco se deciden"....
Besitos
Aunque por lo que me han contado, Mantecao, tú has estado muy ocupado con la burrita de la señora viajera científica....
No puedo darte mi opinión sobre Roberto porque no lo he visto, la web anda como anda y para ver el making of de Carles y Marta he estado un buen rato; así que ni siquiera me he molestado en entrar en el modo salón; he seguido el capítulo por los comentarios del foro, y como al Rober casi ni nos lo mientan... pues ni sabía que había aparecido.
En cuanto a la historia, creo que voy a tener que escribir más deprisa, porque lo del acercamiento entre Roberto y Eugenia lo tenía yo en mente para una cosita, pero estos guionistas se me han adelantado así como también en otra cosa que voy a ver cómo lo cambio.
En cuanto a lo de hot... pues sí, que leche; ya que parece que últimamente los guiones de la serie los escriben monjitas de clausura que no dan escenas waka-waka para que se relajen el teniente y la bandolera, y de paso las chicas del foro que están muy alteradas (será la primavera), pues lo pondré yo.
La cuestión es ¿waka-waka sevillano o waka-waka arazanero?
Eso lo sabremos en próximos capítulos de... "Natalia y Roberto, estos tampoco se deciden"....
Besitos
#152
19/05/2011 19:59
....
_______________________________________________________________________
Roberto y Natalia llegaron a la habitación cogidos del brazo y precedidos por un muchacho que llevaba su equipaje, no intercambiaron palabra en todo el trayecto entre la recepción y la habitación; por eso, cuando el botones se fue dejándolos solos, estallaron en risas.
- No podía más – reía Natalia mientras cruzaba los brazos sobre el vientre – creí que iba a estallar en carcajadas antes de que cerrase la puerta.
- Yo tampoco podía continuar con la burla – Roberto reía sentado en la cama.
- Eres muy bueno mintiendo… - dijo Natalia sentándose a su lado.
- No tanto, lo que ocurre es que me dabas muy buenas réplicas – lo que realmente pensaba Roberto era en lo cómodo que se había sentido fingiendo que eran un matrimonio, debían de parecerlo si el recepcionista así lo había creído.
- Bueno, ya es un poco tarde, tendremos que… - comenzó Natalia a decir al ver el gesto de Roberto que de un momento a otro se había vuelto serio.
- Si, - dijo Roberto levantándose de la cama – yo tan solo necesito una manta y me arreglo en cualquier rincón.
- ¿En el suelo? No digas tonterías, si te duele el cuerpo la mitad de lo que me duele a mí no vas a poder pegar ojo en toda la noche si te acuestas en el suelo. La cama es muy grande - dijo ella bajando la mirada – cabemos los dos sin problema.
- No hace falta, estaré bien – continuó él
- Lo digo en serio, Roberto. ¿Qué lado prefieres?
- Me da igual, mi cama es pequeña y nunca he tenido ese problema. Natalia…
- ¿Sí? – dijo ella conteniendo la respiración.
- Puedes confiar en mí, no voy a intentar nada contigo.
- Ya lo sé – dijo ella sonriendo con timidez – Si no te importa yo prefiero el lado de la ventana.
- Por supuesto, yo me quedo con el de la puerta.
Natalia cogió su maletín de viaje y entró en lo que parecía ser un cuarto de aseo. Estaba muy nerviosa, nunca había compartido la cama con un hombre y, aunque sabía que no iba a ocurrir nada entre ellos, no podía evitar estar intranquila. Sabía perfectamente lo que sucedía entre un hombre y una mujer, pero todo su conocimiento estaba basado en los libros; la poca experiencia que tenía, eran los contados besos que había intercambiado con aquel maldito, tantos años atrás. ¿Cómo serían los besos de Roberto? Era un hombre fuerte, terco, ¿serían sus besos apasionados y exigentes o dulces y generosos? porque con ella también había sabido ser tierno. Sin darse apenas cuenta se había cambiado de ropa, se había puesto el camisón y una bata y se había cepillado el cabello cien veces como tenía por costumbre. La joven que vio en el espejo al levantar la mirada parecía una niña, con su camisón blanco inmaculado y el cabello retirado de la cara con una cinta, pero ese aspecto casi infantil albergaba en su interior el cuerpo y el corazón de una mujer necesitada de amor.
Mientras tanto, también Roberto se había preparado para acostarse. Nunca había usado pijama, camisón ni cualquier otra prenda específica para dormir, por lo que se acostó en ropa interior. Lo último que deseaba era asustar a Natalia, demasiado bien se estaba portando con él como para incomodarla, por eso había rechazado su ofrecimiento de compartir la cama en un principio; después, al ver que ella insistía, prefirió aceptar su invitación, no quería seguir contrariándola. ¿De verdad era tan solo eso?, pensó mientras se introducía entre las sábanas.
- Ya estoy lista – dijo Natalia asomándose por la puerta.
Roberto se incorporó un poco y pudo verla bien, el conjunto de camisón y bata era muy delicado, adornado con frunces y puntillas y una cinta en el pelo que le daba un aspecto virginal; sin embargo, a pesar de que no mostraba nada, tampoco conseguía ocultar las formas femeninas. Natalia le miró tan solo un par de segundos y bajó el rostro, estaba acostado en uno de los lados de la cama, incorporado y con la espalda apoyada en el cabezal. Las sábanas le cubrían hasta la cintura, por lo que podía ver su torso desnudo. La muchacha se acercó al armario donde guardó la bolsa y dejó la ropa extendida sobre un sillón que había unos metros más allá, se comportaba con normalidad, como si Roberto no estuviese mirando cada movimiento que hacía, pensaba que era mejor simular tranquilidad y no darle más importancia a la situación. Finalmente se acercó a su lado de la cama y sonrió tímidamente a Roberto, quien le devolvió la sonrisa, se volvió de espaldas a él y se sentó en el borde. Allí sentada se quitó la bata, separó las sábanas e introdujo los pies entre ellas, con un rápido movimiento se acomodó de lado y se cubrió hasta en cuello.
- Qué descanses – oyó Roberto decir a Natalia.
- Buenas noches – dijo él, y también se acomodó de lado. Ambos se habían colocado en los bordes de la cama, de lado, mirando la una hacia la ventana y el otro hacia la puerta; así permanecieron durante mucho tiempo, despiertos ambos, atentos a cada posible movimiento o ruido que hiciese el otro hasta que el agotamiento les venció.
_______________________________________________________________________
Roberto y Natalia llegaron a la habitación cogidos del brazo y precedidos por un muchacho que llevaba su equipaje, no intercambiaron palabra en todo el trayecto entre la recepción y la habitación; por eso, cuando el botones se fue dejándolos solos, estallaron en risas.
- No podía más – reía Natalia mientras cruzaba los brazos sobre el vientre – creí que iba a estallar en carcajadas antes de que cerrase la puerta.
- Yo tampoco podía continuar con la burla – Roberto reía sentado en la cama.
- Eres muy bueno mintiendo… - dijo Natalia sentándose a su lado.
- No tanto, lo que ocurre es que me dabas muy buenas réplicas – lo que realmente pensaba Roberto era en lo cómodo que se había sentido fingiendo que eran un matrimonio, debían de parecerlo si el recepcionista así lo había creído.
- Bueno, ya es un poco tarde, tendremos que… - comenzó Natalia a decir al ver el gesto de Roberto que de un momento a otro se había vuelto serio.
- Si, - dijo Roberto levantándose de la cama – yo tan solo necesito una manta y me arreglo en cualquier rincón.
- ¿En el suelo? No digas tonterías, si te duele el cuerpo la mitad de lo que me duele a mí no vas a poder pegar ojo en toda la noche si te acuestas en el suelo. La cama es muy grande - dijo ella bajando la mirada – cabemos los dos sin problema.
- No hace falta, estaré bien – continuó él
- Lo digo en serio, Roberto. ¿Qué lado prefieres?
- Me da igual, mi cama es pequeña y nunca he tenido ese problema. Natalia…
- ¿Sí? – dijo ella conteniendo la respiración.
- Puedes confiar en mí, no voy a intentar nada contigo.
- Ya lo sé – dijo ella sonriendo con timidez – Si no te importa yo prefiero el lado de la ventana.
- Por supuesto, yo me quedo con el de la puerta.
Natalia cogió su maletín de viaje y entró en lo que parecía ser un cuarto de aseo. Estaba muy nerviosa, nunca había compartido la cama con un hombre y, aunque sabía que no iba a ocurrir nada entre ellos, no podía evitar estar intranquila. Sabía perfectamente lo que sucedía entre un hombre y una mujer, pero todo su conocimiento estaba basado en los libros; la poca experiencia que tenía, eran los contados besos que había intercambiado con aquel maldito, tantos años atrás. ¿Cómo serían los besos de Roberto? Era un hombre fuerte, terco, ¿serían sus besos apasionados y exigentes o dulces y generosos? porque con ella también había sabido ser tierno. Sin darse apenas cuenta se había cambiado de ropa, se había puesto el camisón y una bata y se había cepillado el cabello cien veces como tenía por costumbre. La joven que vio en el espejo al levantar la mirada parecía una niña, con su camisón blanco inmaculado y el cabello retirado de la cara con una cinta, pero ese aspecto casi infantil albergaba en su interior el cuerpo y el corazón de una mujer necesitada de amor.
Mientras tanto, también Roberto se había preparado para acostarse. Nunca había usado pijama, camisón ni cualquier otra prenda específica para dormir, por lo que se acostó en ropa interior. Lo último que deseaba era asustar a Natalia, demasiado bien se estaba portando con él como para incomodarla, por eso había rechazado su ofrecimiento de compartir la cama en un principio; después, al ver que ella insistía, prefirió aceptar su invitación, no quería seguir contrariándola. ¿De verdad era tan solo eso?, pensó mientras se introducía entre las sábanas.
- Ya estoy lista – dijo Natalia asomándose por la puerta.
Roberto se incorporó un poco y pudo verla bien, el conjunto de camisón y bata era muy delicado, adornado con frunces y puntillas y una cinta en el pelo que le daba un aspecto virginal; sin embargo, a pesar de que no mostraba nada, tampoco conseguía ocultar las formas femeninas. Natalia le miró tan solo un par de segundos y bajó el rostro, estaba acostado en uno de los lados de la cama, incorporado y con la espalda apoyada en el cabezal. Las sábanas le cubrían hasta la cintura, por lo que podía ver su torso desnudo. La muchacha se acercó al armario donde guardó la bolsa y dejó la ropa extendida sobre un sillón que había unos metros más allá, se comportaba con normalidad, como si Roberto no estuviese mirando cada movimiento que hacía, pensaba que era mejor simular tranquilidad y no darle más importancia a la situación. Finalmente se acercó a su lado de la cama y sonrió tímidamente a Roberto, quien le devolvió la sonrisa, se volvió de espaldas a él y se sentó en el borde. Allí sentada se quitó la bata, separó las sábanas e introdujo los pies entre ellas, con un rápido movimiento se acomodó de lado y se cubrió hasta en cuello.
- Qué descanses – oyó Roberto decir a Natalia.
- Buenas noches – dijo él, y también se acomodó de lado. Ambos se habían colocado en los bordes de la cama, de lado, mirando la una hacia la ventana y el otro hacia la puerta; así permanecieron durante mucho tiempo, despiertos ambos, atentos a cada posible movimiento o ruido que hiciese el otro hasta que el agotamiento les venció.
#153
19/05/2011 20:47
Ay, ay, ay, Roberta, mala me estoy poniendo solo de imaginar la sitación... si yo tengo a Roberto en la cama a mi lado ¡CRUJIR DE SOMIER ANARQUISTA!!!
#154
19/05/2011 21:36
Hay que resolver esa tensión sexual, ja ja ja
#155
19/05/2011 23:54
Jo Roberta....................lo que te haces de rogar........................
#156
20/05/2011 00:05
jajaja, os dije que para el fin de semana, si es que no me estais atentas... y no pidais tanto no vaya a ser que estos se apliquen lo de...
"El comer y el rascar... todo es empezar".
Os pongo otro fragmento.
________________________________________________________________________
Capítulo 19
Roberto permanecía adormilado aún, muy cómodo, descansado como nunca lo había estado, se negaba a abrir los ojos, prefería seguir soñando porque, definitivamente, aquello tenía que ser un sueño. De pronto fue consciente de un peso sobre su pecho y abrió los ojos por instinto, Natalia estaba dormida sobre él. El propósito que se habían hecho de estar lo más alejados posible no había resultado, durante la noche y sin darse cuenta, se habían movido hasta estar ambos en el centro de la cama. Roberto estaba acostado de espaldas con Natalia muy pegada a él, la cabeza de la joven descansaba sobre su pecho, acomodada en el hueco entre el hombro y el cuello, por eso notaba ese olor tan familiar, el olor que siempre acompañaba a Natalia, el de su jabón. Una de las manos de la joven descansaba sobre su otro hombro y una de sus piernas cruzaba sobre las de él; pero el abrazo era mutuo, los brazos de Roberto la sujetaban firmemente. De forma instintiva, volvió a cerrar los ojos para poder sentir más vívidamente la sensación de estar juntos. Sus cuerpos pegados, el calor de su mejilla y su mano en el pecho, su aliento en el cuello, el peso de su pierna… no pudo evitar estrecharla contra él. Se sorprendió cuando ella correspondió al abrazo moviéndose ligeramente y buscando su calor, por eso decidió permanecer quieto, deseaba seguir teniéndola así, sintiéndola suya, aunque fuese todo una mentira, una mentira que no tardaría en desvanecerse. A través de la ventana se podía ver cómo la oscuridad nocturna comenzaba a retirarse, dando paso a la brillante luz del sol, esa misma luz que despertaría a Natalia, haciéndoles volver a la realidad. Movió ligeramente la cabeza hasta apoyar la mejilla en el cabello de la muchacha y así, deleitándose con cada instante, esperó.
Transcurridos muchos minutos, Roberto notó cómo Natalia se movía, se estaba despertando así que permaneció quieto haciéndose el dormido. La luz del sol que entraba por la ventana entreabierta despertó a Natalia, quien trató de obviar esa molestia pues se encontraba muy a gusto acostada. Aún así, algo hizo que abriera los ojos, aunque su cuerpo se negara a moverse. Había dormido de un tirón toda la noche a pesar de que le costó conciliar el sueño sabiendo que Roberto estaba a su lado, no porque desconfiara de él, sino porque su propio cuerpo estaba inquieto. El viaje compartiendo confidencias, el disgusto de no poder solucionar el problema del dinero cuanto antes, la mentira que habían inventado para conseguir habitación, el tener que dormir en la misma cama… todo ello había contribuido a que siguiera en tensión, una tensión verdaderamente agradable.
Lo primero que vio no fue la almohada como sería lógico, sino el pecho de Roberto. ¡Estaba dormida sobre él! Tras la primera impresión intentó mantenerse quieta, lo último que deseaba era que él la descubriera así; cerró los ojos de nuevo y tardó unos segundos en serenarse. Debía separarse de él lo antes posible, alejarse de su cuerpo, el compartir la cama había sido un error; gracias a Dios, Roberto continuaba dormido, no había sentido sus movimientos. Debía asegurarse de que su compañero de cama estaba profundamente dormido, no quería despertarlo y que la viese intentando escapar de él, ¿qué pensaría? Lentamente comenzó a moverse, tratando de no despertarlo; él, por su parte sentía todos y cada uno de los esfuerzos que hacía Natalia por liberarse, pensó en apretar un poco más el abrazo para ver su reacción, pero desistió, no estaría bien aprovecharse de la situación. El joven se movió, como si le molestase tener sobre él a Natalia y cambió ligeramente de postura abriendo los brazos; Natalia aprovechó la ocasión para retirarse. Ya acostada sobre el colchón se tendió boca abajo, con la cabeza girada observando a Roberto, la ropa de cama les cubría a ambos solo hasta la cintura por lo que podía verle perfectamente. Roberto mantenía uno de sus brazos, el que quedaba entre ellos, extendido a lo largo de su costado, mientras que la otra mano descansaba sobre su vientre, el cual subía y bajaba siguiendo el ritmo de la respiración. Natalia se deleitó observando su cuerpo, su torso cubierto por una fina maraña de vello y sus fuertes brazos entrenados en largas jornadas de duro trabajo, seguidamente su mirada ascendió por el cuello y se detuvo en todos y cada uno de los detalles de su perfil, su mandíbula, sus labios, su nariz, sus ojos, su cabello rizado, pero sobre todo en ese lunar que asomaba de su barba, junto a su boca. No era la primera vez que Natalia se descubría abstraída observando ese pequeño lunar; en ese momento, Roberto se movió en sueños y giró su cuerpo hasta quedar de costado mirando hacia donde Natalia estaba. La joven cerró los ojos y se quedó muy quieta esperando que él no se despertara aún, para así poder seguir mirándolo.
Por su parte, Roberto se sentía observado, estudiado, sabía que Natalia estaba despierta y lo miraba, sentía cómo aquellos ojos recorrían su piel. Aquella mirada lo hacía sentir halagado e incómodo a la vez; halagado por despertar sentimientos en Natalia, porque ahora estaba seguro de que Natalia lo quería, al menos tanto como él a ella; su ayuda, la confianza que depositaba en él, la complicidad de la noche anterior, la placidez con la que había estado dormida entre sus brazos, todo aquello le confirmaba su amor, un amor condenado al fracaso. Pero también se sentía incómodo, le avergonzaba sentirse observado, estudiado y tener que mantenerse inmóvil fingiendo dormir, cuando lo que realmente quería y necesitaba era abrir los ojos, abrazarla, acariciar su cuerpo y amarla. Estos pensamientos hicieron que Roberto se moviera, por lo que Natalia optó por deslizarse suavemente de la cama, ponerse la bata y, tras buscar su ropa, encerrarse en el baño a vestirse. Cuando Roberto escuchó cómo se cerraba la puerta abrió los ojos y respiró profundamente; o mucho cambiaban las cosas o iban a ser unos días complicados.
"El comer y el rascar... todo es empezar".
Os pongo otro fragmento.
________________________________________________________________________
Capítulo 19
Roberto permanecía adormilado aún, muy cómodo, descansado como nunca lo había estado, se negaba a abrir los ojos, prefería seguir soñando porque, definitivamente, aquello tenía que ser un sueño. De pronto fue consciente de un peso sobre su pecho y abrió los ojos por instinto, Natalia estaba dormida sobre él. El propósito que se habían hecho de estar lo más alejados posible no había resultado, durante la noche y sin darse cuenta, se habían movido hasta estar ambos en el centro de la cama. Roberto estaba acostado de espaldas con Natalia muy pegada a él, la cabeza de la joven descansaba sobre su pecho, acomodada en el hueco entre el hombro y el cuello, por eso notaba ese olor tan familiar, el olor que siempre acompañaba a Natalia, el de su jabón. Una de las manos de la joven descansaba sobre su otro hombro y una de sus piernas cruzaba sobre las de él; pero el abrazo era mutuo, los brazos de Roberto la sujetaban firmemente. De forma instintiva, volvió a cerrar los ojos para poder sentir más vívidamente la sensación de estar juntos. Sus cuerpos pegados, el calor de su mejilla y su mano en el pecho, su aliento en el cuello, el peso de su pierna… no pudo evitar estrecharla contra él. Se sorprendió cuando ella correspondió al abrazo moviéndose ligeramente y buscando su calor, por eso decidió permanecer quieto, deseaba seguir teniéndola así, sintiéndola suya, aunque fuese todo una mentira, una mentira que no tardaría en desvanecerse. A través de la ventana se podía ver cómo la oscuridad nocturna comenzaba a retirarse, dando paso a la brillante luz del sol, esa misma luz que despertaría a Natalia, haciéndoles volver a la realidad. Movió ligeramente la cabeza hasta apoyar la mejilla en el cabello de la muchacha y así, deleitándose con cada instante, esperó.
Transcurridos muchos minutos, Roberto notó cómo Natalia se movía, se estaba despertando así que permaneció quieto haciéndose el dormido. La luz del sol que entraba por la ventana entreabierta despertó a Natalia, quien trató de obviar esa molestia pues se encontraba muy a gusto acostada. Aún así, algo hizo que abriera los ojos, aunque su cuerpo se negara a moverse. Había dormido de un tirón toda la noche a pesar de que le costó conciliar el sueño sabiendo que Roberto estaba a su lado, no porque desconfiara de él, sino porque su propio cuerpo estaba inquieto. El viaje compartiendo confidencias, el disgusto de no poder solucionar el problema del dinero cuanto antes, la mentira que habían inventado para conseguir habitación, el tener que dormir en la misma cama… todo ello había contribuido a que siguiera en tensión, una tensión verdaderamente agradable.
Lo primero que vio no fue la almohada como sería lógico, sino el pecho de Roberto. ¡Estaba dormida sobre él! Tras la primera impresión intentó mantenerse quieta, lo último que deseaba era que él la descubriera así; cerró los ojos de nuevo y tardó unos segundos en serenarse. Debía separarse de él lo antes posible, alejarse de su cuerpo, el compartir la cama había sido un error; gracias a Dios, Roberto continuaba dormido, no había sentido sus movimientos. Debía asegurarse de que su compañero de cama estaba profundamente dormido, no quería despertarlo y que la viese intentando escapar de él, ¿qué pensaría? Lentamente comenzó a moverse, tratando de no despertarlo; él, por su parte sentía todos y cada uno de los esfuerzos que hacía Natalia por liberarse, pensó en apretar un poco más el abrazo para ver su reacción, pero desistió, no estaría bien aprovecharse de la situación. El joven se movió, como si le molestase tener sobre él a Natalia y cambió ligeramente de postura abriendo los brazos; Natalia aprovechó la ocasión para retirarse. Ya acostada sobre el colchón se tendió boca abajo, con la cabeza girada observando a Roberto, la ropa de cama les cubría a ambos solo hasta la cintura por lo que podía verle perfectamente. Roberto mantenía uno de sus brazos, el que quedaba entre ellos, extendido a lo largo de su costado, mientras que la otra mano descansaba sobre su vientre, el cual subía y bajaba siguiendo el ritmo de la respiración. Natalia se deleitó observando su cuerpo, su torso cubierto por una fina maraña de vello y sus fuertes brazos entrenados en largas jornadas de duro trabajo, seguidamente su mirada ascendió por el cuello y se detuvo en todos y cada uno de los detalles de su perfil, su mandíbula, sus labios, su nariz, sus ojos, su cabello rizado, pero sobre todo en ese lunar que asomaba de su barba, junto a su boca. No era la primera vez que Natalia se descubría abstraída observando ese pequeño lunar; en ese momento, Roberto se movió en sueños y giró su cuerpo hasta quedar de costado mirando hacia donde Natalia estaba. La joven cerró los ojos y se quedó muy quieta esperando que él no se despertara aún, para así poder seguir mirándolo.
Por su parte, Roberto se sentía observado, estudiado, sabía que Natalia estaba despierta y lo miraba, sentía cómo aquellos ojos recorrían su piel. Aquella mirada lo hacía sentir halagado e incómodo a la vez; halagado por despertar sentimientos en Natalia, porque ahora estaba seguro de que Natalia lo quería, al menos tanto como él a ella; su ayuda, la confianza que depositaba en él, la complicidad de la noche anterior, la placidez con la que había estado dormida entre sus brazos, todo aquello le confirmaba su amor, un amor condenado al fracaso. Pero también se sentía incómodo, le avergonzaba sentirse observado, estudiado y tener que mantenerse inmóvil fingiendo dormir, cuando lo que realmente quería y necesitaba era abrir los ojos, abrazarla, acariciar su cuerpo y amarla. Estos pensamientos hicieron que Roberto se moviera, por lo que Natalia optó por deslizarse suavemente de la cama, ponerse la bata y, tras buscar su ropa, encerrarse en el baño a vestirse. Cuando Roberto escuchó cómo se cerraba la puerta abrió los ojos y respiró profundamente; o mucho cambiaban las cosas o iban a ser unos días complicados.
#157
20/05/2011 01:00
Espero que por el bien de los dos se decidan pronto
y expresar todos sus sentimientos
que bien le vendria al roberto de la serie toda esta historia
gracias roberta
y expresar todos sus sentimientos
que bien le vendria al roberto de la serie toda esta historia
gracias roberta
#158
20/05/2011 20:36
el trocito de hoy lo pongo ahora, tengo que irme
besitos
______________________________________________________________________
Natalia tardó bastante tiempo en arreglase, o más bien en sosegarse. Habitualmente tardaba unos pocos minutos en estar lista, pero aquella mañana tardó bastante más, por un lado necesitaba tiempo para meditar sobre lo que había sentido minutos antes, en la cama junto a Roberto; y por el otro, quería estar especialmente elegante, debían mantener la mentira ante los empleados del hotel. Cuando por fin salió, encontró a Roberto asomado a la ventana, estaba descalzo y llevaba puestos los pantalones y la camisa, ésta última totalmente desabrochada y con los faldones por fuera del pantalón.
- Buenos días, - dijo Natalia
- Buenos días, Natalia – le gustaba oír su nombre, le parecía el más bonito de todos. - ¿Has dormido bien?
- Sí, gracias – respondió rápidamente Natalia. ¿Se habría enterado de que había despertado sobre él? No, seguro que si lo supiera habría dicho algo…- ¿Qué mirabas? - y se acercó ella también a la ventana, el mejor modo de olvidar aquella noche era hacer como que no había existido.
- La gente. Creo que no he visto nunca tanta gente junta – y se retiró de la ventana – Si me perdonas voy a asearme.
Mientras Roberto estaba arreglándose, ella acomodó la ropa de ambos en el armario. La noche anterior, entre las risas, el cansancio y el hecho de tener que compartir la cama, no habían deshecho el equipaje; así fue como Roberto la encontró, colocando toda la ropa en perchas. Mientras se lavaba, Roberto había estado pensando en cómo comenzar una charla con ella de modo normal, sin tensiones, algo que nunca hasta el momento habían conseguido y decidió ser todo lo correcto que pudiese, amable y atento pero sin resultar pesado y lo suficientemente serio como para no provocar ningún malentendido
- ¿Qué haces, esposa mía? – dijo Roberto, echando por tierra sus intenciones.
- Arreglar nuestro equipaje, esposo mío – Natalia le siguió la corriente, sin saber muy bien por qué; en realidad, cuando estaba con Roberto hacía las cosas por instinto sin pensar en los resultados.
- Tengo hambre – dijo Roberto pasándose la mano por el vientre.
- Espera un momento, termino de colgar esto y vamos a desayunar. – dijo Natalia sonriente. De repente reparó en que había cogido al ropa de Roberto sin pedirle permiso ni decirle nada – espero que no te hay importado que…- comentó señalando la ropa.
- No, en absoluto, muchas gracias.
Roberto esperó unos minutos a que Natalia terminase de acomodar todo a su gusto y se dirigieron al comedor del hotel. Caminaban a la par, en silencio; cuando por fin llegaron a la planta baja se tomaron del brazo y fueron a la recepción a que les indicaran dónde podían comer algo.
Roberto descubrió manjares que no imaginaba siquiera que existiesen, bollos y pasteles de varios tipos y mermeladas de todo tipo de frutas. Natalia estaba encantada viéndole comer, era fascinante verle descubrir otro mundo, el de la repostería fina.
- Mi madre es una gran cocinera, pero nunca había probado nada igual – dijo tras terminar el tercer pedazo de pastel. - ¿Tú no quieres más?
- No, gracias. Si sigues así vas a reventar, Roberto; y a ver cómo se lo explico a tu madre – dijo ella entre risas.
- Lo siento – dijo él avergonzado.
- No te preocupes, ¿nos vamos?
- Claro.
besitos
______________________________________________________________________
Natalia tardó bastante tiempo en arreglase, o más bien en sosegarse. Habitualmente tardaba unos pocos minutos en estar lista, pero aquella mañana tardó bastante más, por un lado necesitaba tiempo para meditar sobre lo que había sentido minutos antes, en la cama junto a Roberto; y por el otro, quería estar especialmente elegante, debían mantener la mentira ante los empleados del hotel. Cuando por fin salió, encontró a Roberto asomado a la ventana, estaba descalzo y llevaba puestos los pantalones y la camisa, ésta última totalmente desabrochada y con los faldones por fuera del pantalón.
- Buenos días, - dijo Natalia
- Buenos días, Natalia – le gustaba oír su nombre, le parecía el más bonito de todos. - ¿Has dormido bien?
- Sí, gracias – respondió rápidamente Natalia. ¿Se habría enterado de que había despertado sobre él? No, seguro que si lo supiera habría dicho algo…- ¿Qué mirabas? - y se acercó ella también a la ventana, el mejor modo de olvidar aquella noche era hacer como que no había existido.
- La gente. Creo que no he visto nunca tanta gente junta – y se retiró de la ventana – Si me perdonas voy a asearme.
Mientras Roberto estaba arreglándose, ella acomodó la ropa de ambos en el armario. La noche anterior, entre las risas, el cansancio y el hecho de tener que compartir la cama, no habían deshecho el equipaje; así fue como Roberto la encontró, colocando toda la ropa en perchas. Mientras se lavaba, Roberto había estado pensando en cómo comenzar una charla con ella de modo normal, sin tensiones, algo que nunca hasta el momento habían conseguido y decidió ser todo lo correcto que pudiese, amable y atento pero sin resultar pesado y lo suficientemente serio como para no provocar ningún malentendido
- ¿Qué haces, esposa mía? – dijo Roberto, echando por tierra sus intenciones.
- Arreglar nuestro equipaje, esposo mío – Natalia le siguió la corriente, sin saber muy bien por qué; en realidad, cuando estaba con Roberto hacía las cosas por instinto sin pensar en los resultados.
- Tengo hambre – dijo Roberto pasándose la mano por el vientre.
- Espera un momento, termino de colgar esto y vamos a desayunar. – dijo Natalia sonriente. De repente reparó en que había cogido al ropa de Roberto sin pedirle permiso ni decirle nada – espero que no te hay importado que…- comentó señalando la ropa.
- No, en absoluto, muchas gracias.
Roberto esperó unos minutos a que Natalia terminase de acomodar todo a su gusto y se dirigieron al comedor del hotel. Caminaban a la par, en silencio; cuando por fin llegaron a la planta baja se tomaron del brazo y fueron a la recepción a que les indicaran dónde podían comer algo.
Roberto descubrió manjares que no imaginaba siquiera que existiesen, bollos y pasteles de varios tipos y mermeladas de todo tipo de frutas. Natalia estaba encantada viéndole comer, era fascinante verle descubrir otro mundo, el de la repostería fina.
- Mi madre es una gran cocinera, pero nunca había probado nada igual – dijo tras terminar el tercer pedazo de pastel. - ¿Tú no quieres más?
- No, gracias. Si sigues así vas a reventar, Roberto; y a ver cómo se lo explico a tu madre – dijo ella entre risas.
- Lo siento – dijo él avergonzado.
- No te preocupes, ¿nos vamos?
- Claro.
#159
20/05/2011 21:03
Que romántico Roberta. Estos van a acabar con dolor de .......los dos que pa´que.
Síguela cuando puedas, por favor.
Síguela cuando puedas, por favor.
#160
20/05/2011 21:08
Muy bonito Roberta.
Lo que no sé es cómo Roberto no se ha desayunado también la tensión sexual que hay entre ellos. Estos cuando empiecen no van a parar.
EStoy deseando seguir leyendo.
Lo que no sé es cómo Roberto no se ha desayunado también la tensión sexual que hay entre ellos. Estos cuando empiecen no van a parar.
EStoy deseando seguir leyendo.