Foro Bandolera
Como no me gusta la historia... voy y la cambio (Natalia y Roberto)
#0
27/04/2011 20:02
Como estoy bastante aburrida de que me tengan a Roberto entre rejas, aunque sean las rejas de cartón piedra del cuartel de Arazana, y de que nadie (excepto San Miguel) intente hacer nada... pues voy y lo saco yo misma.
Y como la historia parece que va dos pasitos pa´lante y tres pa´trás, pues voy y la cambio a mi gusto.
Y como a mi el que me gusta es el Rober... pues también cambio la historia.
Creo que me he metio en un ebolao del que no voy a saber salir pero bueno, todo sea por dar ideas a los guionistas de nuestros amores. Ya me direis...
_____________________________________________________________________________
Capítulo 1
Parecía un sitio tranquilo, alejado del camino, seguro que por allí no pasaba gente con regularidad. La hierba que tapizaba la orilla del río era alta y estaba sin pisar así que decidió desmontar y descansar unos minutos.
- No puedo estar ya muy lejos de ese maldito pueblo. ¿Es que no había un lugar más perdido donde esconderte Sara?- dijo en voz alta mientras ataba el caballo a uno de los árboles que extendían sus ramas sobre el agua.
Mientras estiraba los músculos, agarrotados después de tan larga jornada a caballo, vio su reflejo en el remanso que el río formaba a pocos metros de allí. Miró hacia ambos lados y, al no ver a nadie y comprobar que el caballo se alimentaba tranquilamente, sonrió y comenzó a despojarse de sus vestimentas hasta quedar en ropa interior. Se adentró en el agua hasta que ésta le llegó hasta la cintura, entonces extendió los brazos y se dejó caer hacia atrás. Movía los brazos y las piernas lo indispensable para no alejarse demasiado de la orilla y mantenerse a flote, sintiendo cómo la corriente masajeaba su cuerpo. Sabía que la ropa que aún llevaba puesta, al mojarse, dejaría al descubierto las formas de su cuerpo, pero le daba igual, además, sería demasiada casualidad que alguien pasara por allí en ese momento.
Y como la historia parece que va dos pasitos pa´lante y tres pa´trás, pues voy y la cambio a mi gusto.
Y como a mi el que me gusta es el Rober... pues también cambio la historia.
Creo que me he metio en un ebolao del que no voy a saber salir pero bueno, todo sea por dar ideas a los guionistas de nuestros amores. Ya me direis...
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Capítulo 1
Parecía un sitio tranquilo, alejado del camino, seguro que por allí no pasaba gente con regularidad. La hierba que tapizaba la orilla del río era alta y estaba sin pisar así que decidió desmontar y descansar unos minutos.
- No puedo estar ya muy lejos de ese maldito pueblo. ¿Es que no había un lugar más perdido donde esconderte Sara?- dijo en voz alta mientras ataba el caballo a uno de los árboles que extendían sus ramas sobre el agua.
Mientras estiraba los músculos, agarrotados después de tan larga jornada a caballo, vio su reflejo en el remanso que el río formaba a pocos metros de allí. Miró hacia ambos lados y, al no ver a nadie y comprobar que el caballo se alimentaba tranquilamente, sonrió y comenzó a despojarse de sus vestimentas hasta quedar en ropa interior. Se adentró en el agua hasta que ésta le llegó hasta la cintura, entonces extendió los brazos y se dejó caer hacia atrás. Movía los brazos y las piernas lo indispensable para no alejarse demasiado de la orilla y mantenerse a flote, sintiendo cómo la corriente masajeaba su cuerpo. Sabía que la ropa que aún llevaba puesta, al mojarse, dejaría al descubierto las formas de su cuerpo, pero le daba igual, además, sería demasiada casualidad que alguien pasara por allí en ese momento.
#61
05/05/2011 17:33
Ojala podamos leer otro trozo mas oi. Me a encantado tu relato
#62
05/05/2011 19:19
Y como lo prometido es deuda...
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Capítulo 7
- Morales, no se distraiga que estamos de servicio.
- Sí mi teniente, pero ya comprenderá que montar guardia en el salón de la Maña es lo que tiene, que a uno se le van los ojos tras tanta belleza.
- Pues que no se le vayan, estamos aquí para proteger a la señorita Reeves.
- Que quiere que le diga, mi Paca no se ha quedado muy contenta cuando le he dicho que esta noche tenía servicio, y cual era el servicio…Y hablando de la señorita Reeves, la nueva me refiero, no la suya. ¿También es una mylady?- al ver el gesto extraño de su teniente, continuó – Que digo que si también es inglesa.
- No lo sé, Morales, no lo sé, no me maree. Ahora son otras nuestras prioridades, no satisfacer su necesidad de cotilleo.
- Caballeros – Marcial se acercó a la mesa donde estaban sentados.
- Doctor, ¿cómo esta mylady? No nuestra mylady, la otra mylady. Ve lo que le digo mi teniente, es importante saber si es una mylady o no. Tenemos que distinguirlas de algún modo.
Ignorando los desvaríos de Morales, Marcial les comentó que finalmente la joven se había quedado dormida y Sara y Flor se habían retirado al dormitorio de Sara para descansar. Él había bajado unos minutos a estirar las piernas y buscar agua fresca antes de volver de nuevo a velarla.
- Por supuesto, he cerrado la puerta con llave para que nadie pueda entrar.
En ese momento, un hombre se levantó de una mesa que estaba tras ellos y salió de la taberna envuelto en su capa. No había luna, era una noche oscura, perfecta para lo que tenía planeado. No importaba que la Guardia Civil montase guardia en la entrada, mejor; no importaba que la puerta estuviese cerrada con llave y esa llave estuviese en manos del doctor, ¿cómo iba a demostrar su inocencia cuando la encontrasen muerta, si solo él tenía la llave? No había nadie por los alrededores, se había corrido la voz y la gente decente estaba en sus casas. Mientras escrutaba en la noche las ventanas de la posada de la Maña, para ver cuál podía corresponder con la de la habitación de su víctima descartando al mismo tiempo las de las chicas que allí trabajaban, no se dio cuenta de que no estaba solo; un par de ojos seguían todos y cada uno de sus movimientos.
Rápidamente se acercó a la pared de la posada, la ventana no estaba alta, tan solo a poco más de un par de metros del suelo; unos canastos que alguien había dejado olvidados le servirían para poder trepar fácilmente. Sin hacer ruido consiguió llegar hasta el alfeizar de la ventana y con un golpe seco, amortiguado con la ayuda de la capa, consiguió abrir la ventana. Giró la cabeza y no vio a nadie, entró en la habitación. Allí estaba, en su cama, se quedó mirándola por un momento. Llevaba puesto un camisón blanco, inmaculado, las sábanas la cubrían solo hasta la cintura y su mano derecha descansaba bajo la almohada.
- Vas a estar muy bonita cuando te encuentren, toda de blanco, lástima que te resistieras…- decía mientras se acercaba hasta acabar sentado al borde de la cama - tuve que golpear tu linda carita para que me dejaras ir. Pero no importa, de este modo será más íntimo; aquí, en tu habitación, solos.
- No tan solos – oyó que alguien decía a sus espaldas. Al girarse y mirar en dirección a la ventana por la que había entrado vio que alguien estaba frente a ella cerrándole el paso. Era ese maldito jornalero, el que había estado encerrado por el asalto a Eugenia Montoro.
- La verdad es que es una lástima, me hubiese encantado encargarme de ti yo solita, pero no me han dejado – escuchó que le decía Natalia. Al mirarla de nuevo a la cara pudo comprobar que la mano que instantes antes descansaba bajo la almohada, en esos momentos sujetaba un revolver que le apuntaba directamente entre los ojos – Venga, fuera de mi cama.
Antonio Villa se levantó lentamente, la salida por la ventana parecía estar descartada por el momento, esa maldita mujer actuaba como si realmente supiera manejar un arma, y la puerta estaba cerrada con llave. Roberto parecía desarmado, atacarlo era la única opción así que se lanzó hacia él sin pensarlo dos veces. El joven Pérez paró el golpe y empujó a su oponente intentando alejarlo de Natalia.
- ¡Quietos!- gritó la joven, pero ambos siguieron lanzando y recibiendo golpes mientras rodaban por el suelo de la habitación. Entonces, de pie sobre la cama, disparó su arma al aire; era demasiado arriesgado intentar herir a Villa, podía fallar el disparo. La pelea cesó y Natalia aprovechó la ocasión para golpear a Villa con la culata de su revolver; con tan mala suerte que el gesto la hizo perder el equilibrio que precariamente conservaba sobre la cama, cayendo de bruces sobre Roberto y el cuerpo desmayado de su atacante.
- ¡Esto no es lo que parece! – dijo Natalia cuando se abrió la puerta y entraron Miguel y el sargento Morales seguidos por Sara, Flor y Marcial. Roberto se encontraba en el suelo, tratando de incorporarse, sobre él Antonio Villa desmayado y Natalia encima de ambos, con el camisón recogido, mostrando más piel de lo que permitía el decoro.
- A mi me parece que habéis conseguido detener al asaltante – dijo Sara.
- Entonces si que es lo que parece.
- Gracias – dijo Roberto, tendiéndole la mano a Natalia.
- Gracias a ti – respondió ella estrechándosela.
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Capítulo 7
- Morales, no se distraiga que estamos de servicio.
- Sí mi teniente, pero ya comprenderá que montar guardia en el salón de la Maña es lo que tiene, que a uno se le van los ojos tras tanta belleza.
- Pues que no se le vayan, estamos aquí para proteger a la señorita Reeves.
- Que quiere que le diga, mi Paca no se ha quedado muy contenta cuando le he dicho que esta noche tenía servicio, y cual era el servicio…Y hablando de la señorita Reeves, la nueva me refiero, no la suya. ¿También es una mylady?- al ver el gesto extraño de su teniente, continuó – Que digo que si también es inglesa.
- No lo sé, Morales, no lo sé, no me maree. Ahora son otras nuestras prioridades, no satisfacer su necesidad de cotilleo.
- Caballeros – Marcial se acercó a la mesa donde estaban sentados.
- Doctor, ¿cómo esta mylady? No nuestra mylady, la otra mylady. Ve lo que le digo mi teniente, es importante saber si es una mylady o no. Tenemos que distinguirlas de algún modo.
Ignorando los desvaríos de Morales, Marcial les comentó que finalmente la joven se había quedado dormida y Sara y Flor se habían retirado al dormitorio de Sara para descansar. Él había bajado unos minutos a estirar las piernas y buscar agua fresca antes de volver de nuevo a velarla.
- Por supuesto, he cerrado la puerta con llave para que nadie pueda entrar.
En ese momento, un hombre se levantó de una mesa que estaba tras ellos y salió de la taberna envuelto en su capa. No había luna, era una noche oscura, perfecta para lo que tenía planeado. No importaba que la Guardia Civil montase guardia en la entrada, mejor; no importaba que la puerta estuviese cerrada con llave y esa llave estuviese en manos del doctor, ¿cómo iba a demostrar su inocencia cuando la encontrasen muerta, si solo él tenía la llave? No había nadie por los alrededores, se había corrido la voz y la gente decente estaba en sus casas. Mientras escrutaba en la noche las ventanas de la posada de la Maña, para ver cuál podía corresponder con la de la habitación de su víctima descartando al mismo tiempo las de las chicas que allí trabajaban, no se dio cuenta de que no estaba solo; un par de ojos seguían todos y cada uno de sus movimientos.
Rápidamente se acercó a la pared de la posada, la ventana no estaba alta, tan solo a poco más de un par de metros del suelo; unos canastos que alguien había dejado olvidados le servirían para poder trepar fácilmente. Sin hacer ruido consiguió llegar hasta el alfeizar de la ventana y con un golpe seco, amortiguado con la ayuda de la capa, consiguió abrir la ventana. Giró la cabeza y no vio a nadie, entró en la habitación. Allí estaba, en su cama, se quedó mirándola por un momento. Llevaba puesto un camisón blanco, inmaculado, las sábanas la cubrían solo hasta la cintura y su mano derecha descansaba bajo la almohada.
- Vas a estar muy bonita cuando te encuentren, toda de blanco, lástima que te resistieras…- decía mientras se acercaba hasta acabar sentado al borde de la cama - tuve que golpear tu linda carita para que me dejaras ir. Pero no importa, de este modo será más íntimo; aquí, en tu habitación, solos.
- No tan solos – oyó que alguien decía a sus espaldas. Al girarse y mirar en dirección a la ventana por la que había entrado vio que alguien estaba frente a ella cerrándole el paso. Era ese maldito jornalero, el que había estado encerrado por el asalto a Eugenia Montoro.
- La verdad es que es una lástima, me hubiese encantado encargarme de ti yo solita, pero no me han dejado – escuchó que le decía Natalia. Al mirarla de nuevo a la cara pudo comprobar que la mano que instantes antes descansaba bajo la almohada, en esos momentos sujetaba un revolver que le apuntaba directamente entre los ojos – Venga, fuera de mi cama.
Antonio Villa se levantó lentamente, la salida por la ventana parecía estar descartada por el momento, esa maldita mujer actuaba como si realmente supiera manejar un arma, y la puerta estaba cerrada con llave. Roberto parecía desarmado, atacarlo era la única opción así que se lanzó hacia él sin pensarlo dos veces. El joven Pérez paró el golpe y empujó a su oponente intentando alejarlo de Natalia.
- ¡Quietos!- gritó la joven, pero ambos siguieron lanzando y recibiendo golpes mientras rodaban por el suelo de la habitación. Entonces, de pie sobre la cama, disparó su arma al aire; era demasiado arriesgado intentar herir a Villa, podía fallar el disparo. La pelea cesó y Natalia aprovechó la ocasión para golpear a Villa con la culata de su revolver; con tan mala suerte que el gesto la hizo perder el equilibrio que precariamente conservaba sobre la cama, cayendo de bruces sobre Roberto y el cuerpo desmayado de su atacante.
- ¡Esto no es lo que parece! – dijo Natalia cuando se abrió la puerta y entraron Miguel y el sargento Morales seguidos por Sara, Flor y Marcial. Roberto se encontraba en el suelo, tratando de incorporarse, sobre él Antonio Villa desmayado y Natalia encima de ambos, con el camisón recogido, mostrando más piel de lo que permitía el decoro.
- A mi me parece que habéis conseguido detener al asaltante – dijo Sara.
- Entonces si que es lo que parece.
- Gracias – dijo Roberto, tendiéndole la mano a Natalia.
- Gracias a ti – respondió ella estrechándosela.
#63
05/05/2011 22:23
Qué bien Roberta, aquí le dan su merecido a Villa. Me he reido mucho con Morales y la importancia de saber si era o no mylady. Cuando puedas sigue que me gusta muuuuucho.
#64
06/05/2011 07:38
Este sábado si que espero daros la lata un rato con mi historia, el domingo no porque me ha surgido un compromiso, pero el sábado... doble ración.
Me alegra que os guste, ahora viene un parte triste, a ver si os la pongo a la tarde
Me alegra que os guste, ahora viene un parte triste, a ver si os la pongo a la tarde
#65
06/05/2011 09:54
Muy bueno, Roberta.
Me encanta Natalia, es una mujer de armas tomar, incluso más que mylady, tengo la impresión.
Gracias.
Me encanta Natalia, es una mujer de armas tomar, incluso más que mylady, tengo la impresión.
Gracias.
#66
06/05/2011 13:10
Natalia tiene que estar a la altura de Roberto que es bastante "cañero" cuando quiere.
#67
07/05/2011 01:14
Me he pasado dándole a la tecla y no me cabe en un solo post, pero quiero dejar el capítulo completo
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Capítulo 8
En pocos días la tranquilidad volvió a Arazana. Se comprobó que Antonio Villa era quien había intentado violar a Eugenia Montoro y a Natalia Reeves, su brazo izquierdo presentaba la herida producida por las tijeras y el costado, el fuerte golpe propinado por Natalia. Una patrulla especial se acercó al pueblo a recogerlo para que fuese juzgado por intento de violación y asesinato, en esta ocasión no le iba a ser tan sencillo escapar a la ley.
Eugenia permanecía encerrada en el cortijo, sin querer ver a nadie, traumatizada ante la idea de que el mismo hombre que intentó abusar de ella fuese quien diariamente acudía a darle su apoyo. Natalia tampoco había sido vista desde el día siguiente a la fiesta.
- Tienes que salir a que te de el aire – le decía Sara.
- Ya salí el primer día y no hubo manera de dar un paso sin que dos o tres personas se parasen a preguntar.
- Es lógico.
- Pues no me gusta, por muy lógico que sea.
- ¿Ni siquiera te vas a animar a acompañarme a la imprenta? Llevas diez días encerrada aquí. Te conozco y sé que entre estas cuatro paredes te estás volviendo loca… - se burló Sara.
- Está bien, – refunfuñó - le pediré a la Maña que me prepare algo de comer y saldré a dar una vuelta a caballo, pero no quiero quedarme por el pueblo; hoy prefiero estar sola.
- Bien, así me gusta. ¿Qué te parece si esta noche cenamos juntas y recordamos las trastadas que hacíamos en el colegio?
- Tú no hacías trastadas, eras la niña perfecta, tan rubita, con los ojitos claros, tan mona ella…aún recuerdo a Miss Perkins, sí la que tenía la naricilla hacia arriba: “Señorita Reeves, ¿por qué no puede usted tomar ejemplo de su prima? Ella si que se comporta como toda una dama, usted que es la mayor debería ser su ejemplo y no al revés”- y Natalia comenzó a imitar a una de las profesoras del internado.
- Si, y yo me moría de envidia porque quería ser como tú, fuerte, independiente…
- Sara, no confundas ser independiente con no tener a nadie. – dijo cambiando totalmente de tono y volviéndose muy triste - Voy a ver que me puede preparar la Maña – y besando a su prima en la mejilla salió de la habitación.
- Natal…
- Buenos días – dijo Natalia tirando de las riendas de su caballo.
- Buenas – contestó Roberto - ¿Qué la trae por aquí?- preguntó mientras se secaba el sudor de la frente con el brazo.
- Quería conocer los dominios del señor Pérez.
- Pues ya los conoce; es poco terreno, pero suficiente como para sacar adelante una familia y si ha venido a burlarse ya puede…- respondió Roberto ofendido
- Perdón – cortó Natalia - no era mi intención… – y girándose comenzó a alejarse.
- Natalia, espere – Roberto la detuvo tomándole del brazo - ¿Qué le ocurre? No se la ha vuelto a ver desde… aquella noche; y hoy parece estar, triste.
- No tenía ganas de soportar las preguntas de la gente y además, me dolía bastante el ojo- ella mantenía la cabeza baja, Roberto la tomó de la barbilla y la giró hacia él para ver su rostro.
- Ya casi no se nota – Jamás había tocado algo tan suave; se quedó mirando sus ojos, color miel. – Perdón, la he manchado de tierra – dijo retirando rápidamente su mano, como si su contacto le hubiese quemado.
- No importa – ella a su vez pasó la mano por el mismo lugar por donde había apoyado él la suya.
- Iba a parar un rato para comer. Si quiere acompañarme, no es gran cosa pero…
- Si gracias, acepto- replicó rápidamente - La Maña me ha preparado también algo, voy a buscarlo – se giró hacia las alforjas del caballo.
Se acomodaron bajo un pequeño refugio que Roberto había preparado para protegerse del sol, era tan solo una tela sujeta por cuatro ramas, pero suficiente para ellos.
- Es tan solo queso, pan y un poco de guiso de mi madre, le sale muy bueno; y algo de vino – decía Roberto mientras sacaba las viandas del hatillo.
- Yo no sé lo que tengo, ni siquiera he preguntado. A ver, - Natalia desenvolvía paquetitos descubriendo lo que había en su alforja mientras Roberto no podía dejar de mirarla – albóndigas, todavía están calientes; un poco de queso, parece que el queso es muy popular en Arazana, - dijo mirando a Roberto – y un par de manzanas.
- ¿Te apetece un poco de vino? – preguntó Roberto tendiéndole la bota.
- No, gracias, prefiero el agua.
- De eso ya me di cuenta el día que nos conocimos – rió Roberto – Perdón, la estaba tuteando.
- No importa, creo que podemos hacerlo después de compartir la comida de hoy – Natalia mostró el pedazo de queso que tenía en la mano. – Y sí, me gusta el agua; es más, echo muchísimo de menos el mar, estoy acostumbrada a bañarme en él casi a diario. ¿Lo conoces?- Roberto negó con la cabeza
- Nunca he tenido la posibilidad de verlo. ¿Cómo es?
- Inmenso,…- Natalia suspiró – lleno de vida. Cerca de casa hay un promontorio donde paso las horas muertas con un libro o simplemente mirando el horizonte. Me gusta ver cómo cambia de color; cuando hace sol es de un increíble azul verdoso y los rayos de luz hacen que brille su superficie como si pedacitos de plata flotasen en él, sin embargo los días de tormenta se vuelve azul oscuro, casi negro y cuando las olas rompen con fuerza contra las rocas la costa se llena de espuma… – Roberto, tirado en el suelo e incorporado a medias sobre uno de sus codos la miraba embobado. ¿Ésta joven que está hablando sobre los distintos tonos de azul que tiene el mar, puede ser la misma que hace unos días no dudó en enfrentarse a un violador? Estas señoritas Reeves en verdad han puesto el pueblo patas arriba, se parecen mucho, pero Natalia es más, más… - y cuando voy a la playa me gusta descalzarme y quedarme quieta en la orilla. Cuando la mar está en calma parece que te acaricie y te haga cosquillas, pero poco a poco va retirando la arena bajo tus pies y cuando te quieres dar cuenta estos ya han desaparecido, sin embargo cuando está picada…, Oh, perdona, seguro que te estoy aburriendo…resumiendo, me gusta el mar.
- Si, pero solo un poco. – Roberto se incorporó hasta quedar sentado - ¿Qué te ha pasado esta mañana?, estabas triste cuando has llegado.
- No me gusta el día de hoy, me trae malos recuerdos. Se le ha olvidado a la Maña poner cubiertos, nos vamos a tener que comer las albóndigas con los dedos- dijo la joven cambiando de conversación.
- En ocasiones, hablar las cosas ayuda a superarlas - Natalia le miró, sus ojos habían perdido el brillo que tenían cuando hablaba del mar – aunque otras veces….
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Capítulo 8
En pocos días la tranquilidad volvió a Arazana. Se comprobó que Antonio Villa era quien había intentado violar a Eugenia Montoro y a Natalia Reeves, su brazo izquierdo presentaba la herida producida por las tijeras y el costado, el fuerte golpe propinado por Natalia. Una patrulla especial se acercó al pueblo a recogerlo para que fuese juzgado por intento de violación y asesinato, en esta ocasión no le iba a ser tan sencillo escapar a la ley.
Eugenia permanecía encerrada en el cortijo, sin querer ver a nadie, traumatizada ante la idea de que el mismo hombre que intentó abusar de ella fuese quien diariamente acudía a darle su apoyo. Natalia tampoco había sido vista desde el día siguiente a la fiesta.
- Tienes que salir a que te de el aire – le decía Sara.
- Ya salí el primer día y no hubo manera de dar un paso sin que dos o tres personas se parasen a preguntar.
- Es lógico.
- Pues no me gusta, por muy lógico que sea.
- ¿Ni siquiera te vas a animar a acompañarme a la imprenta? Llevas diez días encerrada aquí. Te conozco y sé que entre estas cuatro paredes te estás volviendo loca… - se burló Sara.
- Está bien, – refunfuñó - le pediré a la Maña que me prepare algo de comer y saldré a dar una vuelta a caballo, pero no quiero quedarme por el pueblo; hoy prefiero estar sola.
- Bien, así me gusta. ¿Qué te parece si esta noche cenamos juntas y recordamos las trastadas que hacíamos en el colegio?
- Tú no hacías trastadas, eras la niña perfecta, tan rubita, con los ojitos claros, tan mona ella…aún recuerdo a Miss Perkins, sí la que tenía la naricilla hacia arriba: “Señorita Reeves, ¿por qué no puede usted tomar ejemplo de su prima? Ella si que se comporta como toda una dama, usted que es la mayor debería ser su ejemplo y no al revés”- y Natalia comenzó a imitar a una de las profesoras del internado.
- Si, y yo me moría de envidia porque quería ser como tú, fuerte, independiente…
- Sara, no confundas ser independiente con no tener a nadie. – dijo cambiando totalmente de tono y volviéndose muy triste - Voy a ver que me puede preparar la Maña – y besando a su prima en la mejilla salió de la habitación.
- Natal…
- Buenos días – dijo Natalia tirando de las riendas de su caballo.
- Buenas – contestó Roberto - ¿Qué la trae por aquí?- preguntó mientras se secaba el sudor de la frente con el brazo.
- Quería conocer los dominios del señor Pérez.
- Pues ya los conoce; es poco terreno, pero suficiente como para sacar adelante una familia y si ha venido a burlarse ya puede…- respondió Roberto ofendido
- Perdón – cortó Natalia - no era mi intención… – y girándose comenzó a alejarse.
- Natalia, espere – Roberto la detuvo tomándole del brazo - ¿Qué le ocurre? No se la ha vuelto a ver desde… aquella noche; y hoy parece estar, triste.
- No tenía ganas de soportar las preguntas de la gente y además, me dolía bastante el ojo- ella mantenía la cabeza baja, Roberto la tomó de la barbilla y la giró hacia él para ver su rostro.
- Ya casi no se nota – Jamás había tocado algo tan suave; se quedó mirando sus ojos, color miel. – Perdón, la he manchado de tierra – dijo retirando rápidamente su mano, como si su contacto le hubiese quemado.
- No importa – ella a su vez pasó la mano por el mismo lugar por donde había apoyado él la suya.
- Iba a parar un rato para comer. Si quiere acompañarme, no es gran cosa pero…
- Si gracias, acepto- replicó rápidamente - La Maña me ha preparado también algo, voy a buscarlo – se giró hacia las alforjas del caballo.
Se acomodaron bajo un pequeño refugio que Roberto había preparado para protegerse del sol, era tan solo una tela sujeta por cuatro ramas, pero suficiente para ellos.
- Es tan solo queso, pan y un poco de guiso de mi madre, le sale muy bueno; y algo de vino – decía Roberto mientras sacaba las viandas del hatillo.
- Yo no sé lo que tengo, ni siquiera he preguntado. A ver, - Natalia desenvolvía paquetitos descubriendo lo que había en su alforja mientras Roberto no podía dejar de mirarla – albóndigas, todavía están calientes; un poco de queso, parece que el queso es muy popular en Arazana, - dijo mirando a Roberto – y un par de manzanas.
- ¿Te apetece un poco de vino? – preguntó Roberto tendiéndole la bota.
- No, gracias, prefiero el agua.
- De eso ya me di cuenta el día que nos conocimos – rió Roberto – Perdón, la estaba tuteando.
- No importa, creo que podemos hacerlo después de compartir la comida de hoy – Natalia mostró el pedazo de queso que tenía en la mano. – Y sí, me gusta el agua; es más, echo muchísimo de menos el mar, estoy acostumbrada a bañarme en él casi a diario. ¿Lo conoces?- Roberto negó con la cabeza
- Nunca he tenido la posibilidad de verlo. ¿Cómo es?
- Inmenso,…- Natalia suspiró – lleno de vida. Cerca de casa hay un promontorio donde paso las horas muertas con un libro o simplemente mirando el horizonte. Me gusta ver cómo cambia de color; cuando hace sol es de un increíble azul verdoso y los rayos de luz hacen que brille su superficie como si pedacitos de plata flotasen en él, sin embargo los días de tormenta se vuelve azul oscuro, casi negro y cuando las olas rompen con fuerza contra las rocas la costa se llena de espuma… – Roberto, tirado en el suelo e incorporado a medias sobre uno de sus codos la miraba embobado. ¿Ésta joven que está hablando sobre los distintos tonos de azul que tiene el mar, puede ser la misma que hace unos días no dudó en enfrentarse a un violador? Estas señoritas Reeves en verdad han puesto el pueblo patas arriba, se parecen mucho, pero Natalia es más, más… - y cuando voy a la playa me gusta descalzarme y quedarme quieta en la orilla. Cuando la mar está en calma parece que te acaricie y te haga cosquillas, pero poco a poco va retirando la arena bajo tus pies y cuando te quieres dar cuenta estos ya han desaparecido, sin embargo cuando está picada…, Oh, perdona, seguro que te estoy aburriendo…resumiendo, me gusta el mar.
- Si, pero solo un poco. – Roberto se incorporó hasta quedar sentado - ¿Qué te ha pasado esta mañana?, estabas triste cuando has llegado.
- No me gusta el día de hoy, me trae malos recuerdos. Se le ha olvidado a la Maña poner cubiertos, nos vamos a tener que comer las albóndigas con los dedos- dijo la joven cambiando de conversación.
- En ocasiones, hablar las cosas ayuda a superarlas - Natalia le miró, sus ojos habían perdido el brillo que tenían cuando hablaba del mar – aunque otras veces….
#68
07/05/2011 01:15
y sigo,
espero que os guste....
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- No, no importa; total, apareció por escrito en todos los diarios… - comenzó la muchacha – cómo pasa el tiempo, hace ya siete años. Conocí al hijo de uno de los hombres con los que tenía negocios, - comenzó - un muchacho muy prometedor, estudiante de derecho, muy guapo… el hombre ideal. Durante días estuvo haciéndose el encontradizo conmigo, intercambiábamos saludos, buenas tardes, hola, adiós… Así estuvimos unos dos meses, entonces una tarde se me acercó y me pidió relaciones formales. – Roberto la escuchaba, seguro que él murió y no puede olvidarlo, pensaba; el hombre perfecto, perfecto para ella.- Sus padres estaban felices, todo el mundo decía que hacíamos una pareja ideal… Un día, tal día como hoy, íbamos a asistir a una fiesta, faltaban menos de tres meses para la boda. – las frases de Natalia parecían inconexas, mostraban mucho dolor - Yo aquel día tenía mucho trabajo atrasado y avisé de que llegaría tarde, cuando… cuando aparecí la fiesta ya había comenzado y me entretuve saludando a la gente. Su padre y algunos conocidos me indicaron que estaba en el jardín de la casa y hacía allí nos dirigimos mientras charlábamos. En el momento en que puse un pie en el jardín escuché su voz – en ese momento una lágrima se deslizó por la mejilla de Natalia quien, con nerviosismo la secó al instante – y las de sus, nuestros amigos. – Las últimas palabras sonaron muy amargas – Oímos que alguien le preguntaba si tenía ganas de que llegase ya el día de la boda, en ese momento su padre me tomó de brazo con cariño y yo me sonrojé como no lo había hecho nunca – otra lágrima rodó por la mejilla de Natalia y volvió a ser retirada – Se rió y dijo: “No te lo puedes ni imaginar, estoy aburrido de aguantarla. En cuanto nos casemos se va a enterar de quien manda. Se acabó lo de hacer lo que le viene en gana, a partir de ese día va a quedarse en casita a parir hijos, que es lo que tiene que hacer una mujer”. Con la poca dignidad que pude reunir, me quité el anillo de compromiso y se lo entregué al pobre hombre que a mi lado se moría de vergüenza, mientras de fondo se mezclaban las risas de unos ante su respuesta y la música de la fiesta. Pero eso no es lo peor, no – dijo mientras miraba a Roberto – lo peor es que si cuando lo oí hubiese estado sola… ahora tendría al menos siete chiquillos; me hubiese dado la vuelta sin decir nada a nadie. Al día siguiente apareció en los diarios la noticia de que la excéntrica señorita Reeves anulaba su enlace matrimonial sin dar ninguna explicación – dijo de carrerilla. - Y esa es la razón por la que no me gusta demasiado el día de hoy – comentó con una sonrisa triste.
- Siento haberte hecho recordar – dijo Roberto colocando su mano sobre la de ella.
- No te preocupes… bien, será mejor que me vaya. Ya te he entretenido bastante – y sin darle tiempo a Roberto a reaccionar recogió sus cosas y se fue.
- ¡¡¡Sorpresa!!!- gritó todo el mundo al unísono cuando Natalia entró en la taberna de Pepe en busca de Sara. Después de dejar el terruño de Roberto había estado vagando por la sierra sin querer volver al pueblo. ¿Por qué le había contado cosas tan íntimas? Ni siquiera Sara conocía los detalles de lo ocurrido aquella noche. Roberto la ponía nerviosa, pero le daba seguridad, se sentía protegida, a salvo de todo y de todos como no lo había estado desde la muerte de sus padres, sentía que podía relajarse y no estar siempre en tensión. - No puede ser, en pocas semanas volverás a tu vida de siempre y estas vacaciones en Andalucía serán tan solo un bonito recuerdo – se repitió una y otra vez.
- ¡Feliz cumpleaños, Natalia! - Sara se acercó y le dio un abrazo.
- ¡Qué calladito se lo tenía, señorita Reeves!- le dijo Pepe.
- Natalia, le deseo un feliz día – le dijo Miguel besándola la mano.
Todo el pueblo estaba allí reunido, abrazándola, besándola,… en los pocos días que llevaba en el pueblo todo el mundo le había tomado cariño ya que gracias a su intervención habían podido detener al asaltante de Eugenia Montoro. Todo el mundo se acercaba para desearle un feliz día y le llevaban pequeños presentes, cada uno dentro de sus posibilidades.
- ¿Se puede saber qué pasa aquí?- preguntó Roberto viendo el barullo que había en la taberna.
- Queridos convecinos - comenzó a hablar el alcalde – estamos todos aquí reunidos para celebrar la onomástica de la señorita Reeves, quien en pocos días se ha ganado los corazones de todos. Por favor, diga unas palabras.
- Yo,- comenzó Natalia, muy nerviosa desde lo alto de una mesa donde la habían subido entre Morales y Pepe – no sé qué decirles. Muchas gracias por las molestias que se han tomado, y por los regalos – siguió diciendo mientras mostraba lo que tenía entre las manos – No tenían que haberse molestado – en ese momento vio a Roberto que la miraba fijamente – Discúlpenme por favor – y bajándose de la mesa le entregó los regalos a Sara y se escabulló fuera de la taberna.
- Su fiesta de cumpleaños, fue durante su fiesta de cumpleaños – murmuró Roberto.
- ¿Qué dices muchacho?- preguntó Pepe a su lado.
- No, nada Pepe, nada.
- Se ha emocionado la muchacha, normal. No a todo el mundo se le organiza una fiesta así, la idea fue de la señorita Sara pero…¿Dónde vassss? Cosme, será maleducado tu nieto que va y me deja con la palabra en la boca ...
espero que os guste....
_________________________________________________________________________
- No, no importa; total, apareció por escrito en todos los diarios… - comenzó la muchacha – cómo pasa el tiempo, hace ya siete años. Conocí al hijo de uno de los hombres con los que tenía negocios, - comenzó - un muchacho muy prometedor, estudiante de derecho, muy guapo… el hombre ideal. Durante días estuvo haciéndose el encontradizo conmigo, intercambiábamos saludos, buenas tardes, hola, adiós… Así estuvimos unos dos meses, entonces una tarde se me acercó y me pidió relaciones formales. – Roberto la escuchaba, seguro que él murió y no puede olvidarlo, pensaba; el hombre perfecto, perfecto para ella.- Sus padres estaban felices, todo el mundo decía que hacíamos una pareja ideal… Un día, tal día como hoy, íbamos a asistir a una fiesta, faltaban menos de tres meses para la boda. – las frases de Natalia parecían inconexas, mostraban mucho dolor - Yo aquel día tenía mucho trabajo atrasado y avisé de que llegaría tarde, cuando… cuando aparecí la fiesta ya había comenzado y me entretuve saludando a la gente. Su padre y algunos conocidos me indicaron que estaba en el jardín de la casa y hacía allí nos dirigimos mientras charlábamos. En el momento en que puse un pie en el jardín escuché su voz – en ese momento una lágrima se deslizó por la mejilla de Natalia quien, con nerviosismo la secó al instante – y las de sus, nuestros amigos. – Las últimas palabras sonaron muy amargas – Oímos que alguien le preguntaba si tenía ganas de que llegase ya el día de la boda, en ese momento su padre me tomó de brazo con cariño y yo me sonrojé como no lo había hecho nunca – otra lágrima rodó por la mejilla de Natalia y volvió a ser retirada – Se rió y dijo: “No te lo puedes ni imaginar, estoy aburrido de aguantarla. En cuanto nos casemos se va a enterar de quien manda. Se acabó lo de hacer lo que le viene en gana, a partir de ese día va a quedarse en casita a parir hijos, que es lo que tiene que hacer una mujer”. Con la poca dignidad que pude reunir, me quité el anillo de compromiso y se lo entregué al pobre hombre que a mi lado se moría de vergüenza, mientras de fondo se mezclaban las risas de unos ante su respuesta y la música de la fiesta. Pero eso no es lo peor, no – dijo mientras miraba a Roberto – lo peor es que si cuando lo oí hubiese estado sola… ahora tendría al menos siete chiquillos; me hubiese dado la vuelta sin decir nada a nadie. Al día siguiente apareció en los diarios la noticia de que la excéntrica señorita Reeves anulaba su enlace matrimonial sin dar ninguna explicación – dijo de carrerilla. - Y esa es la razón por la que no me gusta demasiado el día de hoy – comentó con una sonrisa triste.
- Siento haberte hecho recordar – dijo Roberto colocando su mano sobre la de ella.
- No te preocupes… bien, será mejor que me vaya. Ya te he entretenido bastante – y sin darle tiempo a Roberto a reaccionar recogió sus cosas y se fue.
- ¡¡¡Sorpresa!!!- gritó todo el mundo al unísono cuando Natalia entró en la taberna de Pepe en busca de Sara. Después de dejar el terruño de Roberto había estado vagando por la sierra sin querer volver al pueblo. ¿Por qué le había contado cosas tan íntimas? Ni siquiera Sara conocía los detalles de lo ocurrido aquella noche. Roberto la ponía nerviosa, pero le daba seguridad, se sentía protegida, a salvo de todo y de todos como no lo había estado desde la muerte de sus padres, sentía que podía relajarse y no estar siempre en tensión. - No puede ser, en pocas semanas volverás a tu vida de siempre y estas vacaciones en Andalucía serán tan solo un bonito recuerdo – se repitió una y otra vez.
- ¡Feliz cumpleaños, Natalia! - Sara se acercó y le dio un abrazo.
- ¡Qué calladito se lo tenía, señorita Reeves!- le dijo Pepe.
- Natalia, le deseo un feliz día – le dijo Miguel besándola la mano.
Todo el pueblo estaba allí reunido, abrazándola, besándola,… en los pocos días que llevaba en el pueblo todo el mundo le había tomado cariño ya que gracias a su intervención habían podido detener al asaltante de Eugenia Montoro. Todo el mundo se acercaba para desearle un feliz día y le llevaban pequeños presentes, cada uno dentro de sus posibilidades.
- ¿Se puede saber qué pasa aquí?- preguntó Roberto viendo el barullo que había en la taberna.
- Queridos convecinos - comenzó a hablar el alcalde – estamos todos aquí reunidos para celebrar la onomástica de la señorita Reeves, quien en pocos días se ha ganado los corazones de todos. Por favor, diga unas palabras.
- Yo,- comenzó Natalia, muy nerviosa desde lo alto de una mesa donde la habían subido entre Morales y Pepe – no sé qué decirles. Muchas gracias por las molestias que se han tomado, y por los regalos – siguió diciendo mientras mostraba lo que tenía entre las manos – No tenían que haberse molestado – en ese momento vio a Roberto que la miraba fijamente – Discúlpenme por favor – y bajándose de la mesa le entregó los regalos a Sara y se escabulló fuera de la taberna.
- Su fiesta de cumpleaños, fue durante su fiesta de cumpleaños – murmuró Roberto.
- ¿Qué dices muchacho?- preguntó Pepe a su lado.
- No, nada Pepe, nada.
- Se ha emocionado la muchacha, normal. No a todo el mundo se le organiza una fiesta así, la idea fue de la señorita Sara pero…¿Dónde vassss? Cosme, será maleducado tu nieto que va y me deja con la palabra en la boca ...
#69
07/05/2011 01:25
Preciosa historia Roberta!!! Me encanta y ya sabes si quieres que tengan temita que el queso sea rondeño, bueno aunque a esta nueva pareja igual le gusta otra variedad.
#70
07/05/2011 01:33
Así da gusto Roberta, una mujer como Dios manda para el Rober.
#71
07/05/2011 20:22
Un poquito más.
Esto de hacerle la competencia a los lionistas me está gustando...
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Capitulo 9
- ¿Se puede saber qué te pasa? ¿No tienes sueño?- preguntó Juanito somnoliento – Llevas horas dando vueltas y más vueltas.
- No me pasa nada, anda duérmete.
- Si dejases de hacer ruido a lo mejor lo conseguía…- y dándose la vuelta, Juanito intentó volver a dormir.
Era cierto, se había acostado hacía horas y aún no había podido conciliar el sueño. Estaba echado, mirando al techo, con las manos bajo la cabeza. ¿Qué le estaba pasando? Hasta hacía unos días pensaba que su vida estaba al lado de Sara y que sin ella estaba perdido y… llega Natalia y Sara desaparece de su mente. Sara y Natalia, Natalia y Sara, - entre las dos van a acabar volviéndome loco- murmuró.
- ¿Qué dices?- preguntó entre sueños su hermano.
- Nada, voy a dar una vuelta a ver si me entra el sueño. – Antes de salir de la habitación se acercó al baúl donde guardaba sus cosas, ropa, libros sobre anarquismo y algún juguete infantil desterrado hacía mucho tiempo y tomó algo de su interior.
- No, no me va a pasar de nuevo. – Natalia, sentada en camisón en el alfeizar de su ventana, pensaba sobre los acontecimientos del pasado día, el día de su cumpleaños.- No quiero que vuelvan a hacerme daño.
- Natalia, ¿estás ahí? – Era Sara desde el otro lado de la puerta- ¡Déjame entrar!
- Estoy a punto de acostarme.
- Vamos, abre la puerta.
Descalza, Natalia se acercó a la puerta y la entreabrió.
- Sara, de verdad, quiero acostarme.
- Muy bien, pero dentro de cinco minutos. Tengo que entregarte todos los regalos que te dejaste en la taberna. – y con un pequeño empujón entró en la habitación y dejó todas las cosas sobre la cama. – mira que chal más bonito que ha comprado Flor, y… ¿has visto los pendientes que te ha entregado el señor Montoro? Está más que feliz por que descubriste al asaltante de su hija…
- Sara, al grano, - dijo Natalia impaciente cruzándose de brazos una vez hubo cerrado la puerta - no has venido a traerme los regalos, así que di lo que tengas que decir y…
- Bien, sin rodeos. Tienes que deshacerte de esa concha que llevas puesta y tratar de ser feliz. Es cierto, - prosiguió acercándose a su prima y tomándola de los brazos – la vida no te ha tratado bien, pero tú no haces nada por cambiar. Cuando llegaste hace tan solo unos días te vi distinta, más alegre, bromeando, preocupada por mí y ahora soy yo la que tiene que estar cuidando de ti.
- Sara, lo siento, eres tú la que necesita ayuda con lo de tus padres y yo aquí…
- No sigas, no te estoy reprochando nada. Solo te digo que cierres de una vez ese apartado de tu vida y te des otra oportunidad. Mira el éxito que has tenido en Arazana, todo el mundo te adora y, el día que llegaste, en la fiesta…
- No digas más, fui la más solicitada… por Rafaelín y por un violador.
- Ves, ya estás bromeando de nuevo; bromas de muy mal gusto, pero bromas al fin y al cabo. ¿Qué me dices de Roberto? – le preguntó con aire confidencial.
- ¿De Roberto? Nada, ¿qué tendría que decir de él? – respondió nerviosa - ¿O es que quieres endilgárselo a alguna para que deje de pensar en ti definitivamente? – preguntó con sorna.
- ¿Cómo sabes tú…?
- Por que tengo una preciosa bola de cristal… - respondió misteriosa
- ¿No será que estos días que no has salido de la posada, la Maña ha hablado de más? – comentó Sara molesta.
- Cuenta….
- No hay nada que contar, yo quiero mucho a Miguel y…
- … y él te quiere a ti…y sois muy felices…y coméis perdices…y el teniente ronda mucho esta posada por las noches…- continuó con aire cantarín. Al ver que Sara se sonrojaba cambió su tono – Sara, a mi no me tienes que dar ninguna explicación de lo que haces o de lo que dejas de hacer – le dijo tomando su cara entre las manos – he visto cómo os miráis y eso es amor. Que no os importe lo que diga nadie, disfrutad y sed felices.
- Pero si yo venía a darte ánimos y resulta que acabamos hablando de Miguel y de mí; siempre consigues liarme, en eso no has cambiado nada.
- Uhmmm, no. No he cambiado, soy un caso perdido, así que buenas noches y a dormir o a lo que tengas pensado hacer, que seguro que hay alguien esperándote – y la empujó suavemente hasta la puerta.
De nuevo sola en su habitación, se sentó en la cama y comenzó a juguetear con los regalos que su prima le había llevado: un chal, unos pendientes, pastelillos… lo que buenamente pudo ofrecerle cada uno de los habitantes de Arazana. Sara tenía razón, no podía seguir encerrada en sí misma, debía darse una nueva oportunidad, aunque eso supusiera volver a poner en peligro su corazón. Cuando volviese a casa había alguien que iba a llevarse una gran alegría al saberlo.
Hacía pocos minutos que había apagado la luz y se había quedado dormida al instante, el día había sido agotador y la determinación que había tomado hizo que ante ella volviese a haber esperanza. De repente, una sombra se cruzó frente a la ventana, lentamente las hojas se abrieron y alguien entró sigilosamente; se acercó a la cama y se quedó mirándola tan solo un instante, dejó algo junto a los regalos de cumpleaños y tan rápidamente como entró volvió a salir, perdiéndose en las sombras de la noche.
Esto de hacerle la competencia a los lionistas me está gustando...
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Capitulo 9
- ¿Se puede saber qué te pasa? ¿No tienes sueño?- preguntó Juanito somnoliento – Llevas horas dando vueltas y más vueltas.
- No me pasa nada, anda duérmete.
- Si dejases de hacer ruido a lo mejor lo conseguía…- y dándose la vuelta, Juanito intentó volver a dormir.
Era cierto, se había acostado hacía horas y aún no había podido conciliar el sueño. Estaba echado, mirando al techo, con las manos bajo la cabeza. ¿Qué le estaba pasando? Hasta hacía unos días pensaba que su vida estaba al lado de Sara y que sin ella estaba perdido y… llega Natalia y Sara desaparece de su mente. Sara y Natalia, Natalia y Sara, - entre las dos van a acabar volviéndome loco- murmuró.
- ¿Qué dices?- preguntó entre sueños su hermano.
- Nada, voy a dar una vuelta a ver si me entra el sueño. – Antes de salir de la habitación se acercó al baúl donde guardaba sus cosas, ropa, libros sobre anarquismo y algún juguete infantil desterrado hacía mucho tiempo y tomó algo de su interior.
- No, no me va a pasar de nuevo. – Natalia, sentada en camisón en el alfeizar de su ventana, pensaba sobre los acontecimientos del pasado día, el día de su cumpleaños.- No quiero que vuelvan a hacerme daño.
- Natalia, ¿estás ahí? – Era Sara desde el otro lado de la puerta- ¡Déjame entrar!
- Estoy a punto de acostarme.
- Vamos, abre la puerta.
Descalza, Natalia se acercó a la puerta y la entreabrió.
- Sara, de verdad, quiero acostarme.
- Muy bien, pero dentro de cinco minutos. Tengo que entregarte todos los regalos que te dejaste en la taberna. – y con un pequeño empujón entró en la habitación y dejó todas las cosas sobre la cama. – mira que chal más bonito que ha comprado Flor, y… ¿has visto los pendientes que te ha entregado el señor Montoro? Está más que feliz por que descubriste al asaltante de su hija…
- Sara, al grano, - dijo Natalia impaciente cruzándose de brazos una vez hubo cerrado la puerta - no has venido a traerme los regalos, así que di lo que tengas que decir y…
- Bien, sin rodeos. Tienes que deshacerte de esa concha que llevas puesta y tratar de ser feliz. Es cierto, - prosiguió acercándose a su prima y tomándola de los brazos – la vida no te ha tratado bien, pero tú no haces nada por cambiar. Cuando llegaste hace tan solo unos días te vi distinta, más alegre, bromeando, preocupada por mí y ahora soy yo la que tiene que estar cuidando de ti.
- Sara, lo siento, eres tú la que necesita ayuda con lo de tus padres y yo aquí…
- No sigas, no te estoy reprochando nada. Solo te digo que cierres de una vez ese apartado de tu vida y te des otra oportunidad. Mira el éxito que has tenido en Arazana, todo el mundo te adora y, el día que llegaste, en la fiesta…
- No digas más, fui la más solicitada… por Rafaelín y por un violador.
- Ves, ya estás bromeando de nuevo; bromas de muy mal gusto, pero bromas al fin y al cabo. ¿Qué me dices de Roberto? – le preguntó con aire confidencial.
- ¿De Roberto? Nada, ¿qué tendría que decir de él? – respondió nerviosa - ¿O es que quieres endilgárselo a alguna para que deje de pensar en ti definitivamente? – preguntó con sorna.
- ¿Cómo sabes tú…?
- Por que tengo una preciosa bola de cristal… - respondió misteriosa
- ¿No será que estos días que no has salido de la posada, la Maña ha hablado de más? – comentó Sara molesta.
- Cuenta….
- No hay nada que contar, yo quiero mucho a Miguel y…
- … y él te quiere a ti…y sois muy felices…y coméis perdices…y el teniente ronda mucho esta posada por las noches…- continuó con aire cantarín. Al ver que Sara se sonrojaba cambió su tono – Sara, a mi no me tienes que dar ninguna explicación de lo que haces o de lo que dejas de hacer – le dijo tomando su cara entre las manos – he visto cómo os miráis y eso es amor. Que no os importe lo que diga nadie, disfrutad y sed felices.
- Pero si yo venía a darte ánimos y resulta que acabamos hablando de Miguel y de mí; siempre consigues liarme, en eso no has cambiado nada.
- Uhmmm, no. No he cambiado, soy un caso perdido, así que buenas noches y a dormir o a lo que tengas pensado hacer, que seguro que hay alguien esperándote – y la empujó suavemente hasta la puerta.
De nuevo sola en su habitación, se sentó en la cama y comenzó a juguetear con los regalos que su prima le había llevado: un chal, unos pendientes, pastelillos… lo que buenamente pudo ofrecerle cada uno de los habitantes de Arazana. Sara tenía razón, no podía seguir encerrada en sí misma, debía darse una nueva oportunidad, aunque eso supusiera volver a poner en peligro su corazón. Cuando volviese a casa había alguien que iba a llevarse una gran alegría al saberlo.
Hacía pocos minutos que había apagado la luz y se había quedado dormida al instante, el día había sido agotador y la determinación que había tomado hizo que ante ella volviese a haber esperanza. De repente, una sombra se cruzó frente a la ventana, lentamente las hojas se abrieron y alguien entró sigilosamente; se acercó a la cama y se quedó mirándola tan solo un instante, dejó algo junto a los regalos de cumpleaños y tan rápidamente como entró volvió a salir, perdiéndose en las sombras de la noche.
#72
07/05/2011 20:29
Qué bien escribes Roberta! Esto está superemocionante. Qué regalito le habrá dejado Roberto? No tardes mucho en desentrañar el misterio.
#73
07/05/2011 20:51
Maravillosa la historia llevaba mucho restraso y ahora me he puesto al día. Me está encantando :)
#74
09/05/2011 07:49
Roberto????
Que yo sepa no digo quien le ha dejado el regalo...
Bueno, vale, no lo digo pero se da por supuesto.... que es el Rober
Espero esta tarde poner algo, que el fin de semana ha sido muy movido y no me ha dado tiempo a nada.
Besitos
Que yo sepa no digo quien le ha dejado el regalo...
Bueno, vale, no lo digo pero se da por supuesto.... que es el Rober
Espero esta tarde poner algo, que el fin de semana ha sido muy movido y no me ha dado tiempo a nada.
Besitos
#75
09/05/2011 18:38
Capítulo 10
- ¿Qué piensas hacer hoy?
- Dormir no, eso está claro – dijo Natalia tapándose de nuevo con las sábanas. Sara se había presentado en su habitación muy temprano dispuesta a seguir intentando animar a su prima - ¿No tienes nada que hacer? ¿Escribir una crónica? ¿Repartir el correo? Cualquier cosa…
- Claro que tengo algo que hacer, sacarte de la cama. – dijo Sara comenzando a tirar de las sábanas para destaparla.
- Quieta…- dijo protestando Natalia – quieta, o llamo a la Guardia Civil. Teniente Romero, ¿sigue usted por ahí? – comenzó a gritar entre risas.- Por favor…
- Vale, dejo de hacerte cosquillas, pero no te vas a ir de rositas. Ayer conseguiste liarme pero hoy no lo vas a hacer.
- De acuerdo, está bien – Natalia se sentó en la cama, encogió las piernas y las rodeó con sus brazos, bajando el camisón hasta cubrir sus pies.- Tienes razón, lo sé; pero,… todavía duele y cada vez más. Sabes, cada vez que salgo a la calle y veo a mujeres de mi edad paseando con sus hijos me dan ganas de llorar, me pongo a pensar que ese… maldito me negó la oportunidad de tener una familia y pienso que nada tiene sentido y que no sé que demonios hago y…
- Natalia, no puedes seguir así,…Si hay alguien en este mundo que merece ser feliz, esa eres tú; ya has sufrido más de lo que una persona debería sufrir a lo largo de toda su vida y tan solo tienes 26 años, tienes muchísimo tiempo aún para ser feliz, para formar una familia. Ya lo verás, tan solo tienes que dejar que la gente se acerque a ti. Y volviendo al tema de ayer… ¿Qué te traes con Roberto?
- Pero qué manía, no tengo nada con Roberto; en serio. – respondió Natalia comenzando a enfadarse - ¿Por qué esa fijación con él?. Además, todavía no te ha olvidado y lo último que necesito en mi situación es fijarme en un hombre enamorado de otra.
- Roberto es un buen hombre y merece que le amen con todo el corazón. Os conozco a ambos y sé que haríais una bonita pareja.
- Sara, por favor no te metas; tan solo nos harías daño a ambos. Según tú haríamos una buena pareja, pero son demasiadas las cosas que nos separan y no me refiero a lo económico.- Natalia se levantó de la cama y se acercó a la ventana cerrándola. – Él te sigue amando,- comenzó a enumerar – yo no quiero mantener una relación con el primero que se me cruce en el camino tan solo por tener alguien a mi lado, y además en pocas semanas volveré a casa. ¿Qué futuro tendríamos? Roberto tiene aquí su vida, su familia, sus amigos, la ilusión de tener por fin tierras en propiedad, – Natalia se acercó a la mesa donde la noche anterior había dejado los regalos de cumpleaños y tomó en sus manos un pajarillo de madera; un juguete viejo, golpeado, usado con anterioridad por algún niño travieso – mientras que toda mi vida está en Bilbao, mis amigos, mi trabajo, mis ilusiones. No hay hueco aquí para mí, como no lo hay allí para él.
- ¿Y qué sucede si él siente algo por ti? - Sara lo había visto salir de la taberna la noche anterior cuando Natalia se bajó de la mesa, su rostro no era el de un hombre indiferente ante una mujer.
- No va a suceder, durante muchos años me las he arreglado para ahuyentar a todo el mundo y eso no va a cambiar en los próximos días. – terminó Natalia estrechando el pajarillo contra su pecho; ese pajarillo que debió entrar volando por la ventana abierta, pues la noche anterior no estaba junto a los demás regalos.
- ¿Qué piensas hacer hoy?
- Dormir no, eso está claro – dijo Natalia tapándose de nuevo con las sábanas. Sara se había presentado en su habitación muy temprano dispuesta a seguir intentando animar a su prima - ¿No tienes nada que hacer? ¿Escribir una crónica? ¿Repartir el correo? Cualquier cosa…
- Claro que tengo algo que hacer, sacarte de la cama. – dijo Sara comenzando a tirar de las sábanas para destaparla.
- Quieta…- dijo protestando Natalia – quieta, o llamo a la Guardia Civil. Teniente Romero, ¿sigue usted por ahí? – comenzó a gritar entre risas.- Por favor…
- Vale, dejo de hacerte cosquillas, pero no te vas a ir de rositas. Ayer conseguiste liarme pero hoy no lo vas a hacer.
- De acuerdo, está bien – Natalia se sentó en la cama, encogió las piernas y las rodeó con sus brazos, bajando el camisón hasta cubrir sus pies.- Tienes razón, lo sé; pero,… todavía duele y cada vez más. Sabes, cada vez que salgo a la calle y veo a mujeres de mi edad paseando con sus hijos me dan ganas de llorar, me pongo a pensar que ese… maldito me negó la oportunidad de tener una familia y pienso que nada tiene sentido y que no sé que demonios hago y…
- Natalia, no puedes seguir así,…Si hay alguien en este mundo que merece ser feliz, esa eres tú; ya has sufrido más de lo que una persona debería sufrir a lo largo de toda su vida y tan solo tienes 26 años, tienes muchísimo tiempo aún para ser feliz, para formar una familia. Ya lo verás, tan solo tienes que dejar que la gente se acerque a ti. Y volviendo al tema de ayer… ¿Qué te traes con Roberto?
- Pero qué manía, no tengo nada con Roberto; en serio. – respondió Natalia comenzando a enfadarse - ¿Por qué esa fijación con él?. Además, todavía no te ha olvidado y lo último que necesito en mi situación es fijarme en un hombre enamorado de otra.
- Roberto es un buen hombre y merece que le amen con todo el corazón. Os conozco a ambos y sé que haríais una bonita pareja.
- Sara, por favor no te metas; tan solo nos harías daño a ambos. Según tú haríamos una buena pareja, pero son demasiadas las cosas que nos separan y no me refiero a lo económico.- Natalia se levantó de la cama y se acercó a la ventana cerrándola. – Él te sigue amando,- comenzó a enumerar – yo no quiero mantener una relación con el primero que se me cruce en el camino tan solo por tener alguien a mi lado, y además en pocas semanas volveré a casa. ¿Qué futuro tendríamos? Roberto tiene aquí su vida, su familia, sus amigos, la ilusión de tener por fin tierras en propiedad, – Natalia se acercó a la mesa donde la noche anterior había dejado los regalos de cumpleaños y tomó en sus manos un pajarillo de madera; un juguete viejo, golpeado, usado con anterioridad por algún niño travieso – mientras que toda mi vida está en Bilbao, mis amigos, mi trabajo, mis ilusiones. No hay hueco aquí para mí, como no lo hay allí para él.
- ¿Y qué sucede si él siente algo por ti? - Sara lo había visto salir de la taberna la noche anterior cuando Natalia se bajó de la mesa, su rostro no era el de un hombre indiferente ante una mujer.
- No va a suceder, durante muchos años me las he arreglado para ahuyentar a todo el mundo y eso no va a cambiar en los próximos días. – terminó Natalia estrechando el pajarillo contra su pecho; ese pajarillo que debió entrar volando por la ventana abierta, pues la noche anterior no estaba junto a los demás regalos.
#76
09/05/2011 21:05
Enganchadita me tienes a esta historia, ¡gracias Roberta!!!
#77
09/05/2011 22:35
Roberta cuando puedas continúa que esto promete mucho...
#78
10/05/2011 00:06
No me animeis, no me animeis que luego me emociono y a ver quien me para...
Es broma, de verdad muchísimas gracias por vuestros ánimos
Es broma, de verdad muchísimas gracias por vuestros ánimos
#79
10/05/2011 09:32
Divertidisima
#80
10/05/2011 12:11
Roberta, una historia amena, divertida y preciosa. Engancha....
Y hace que "me reconcilie" con Roberto.
Gracias por escribirla.
Y hace que "me reconcilie" con Roberto.
Gracias por escribirla.