Foro Bandolera
Como no me gusta la historia... voy y la cambio (Natalia y Roberto)
#0
27/04/2011 20:02
Como estoy bastante aburrida de que me tengan a Roberto entre rejas, aunque sean las rejas de cartón piedra del cuartel de Arazana, y de que nadie (excepto San Miguel) intente hacer nada... pues voy y lo saco yo misma.
Y como la historia parece que va dos pasitos pa´lante y tres pa´trás, pues voy y la cambio a mi gusto.
Y como a mi el que me gusta es el Rober... pues también cambio la historia.
Creo que me he metio en un ebolao del que no voy a saber salir pero bueno, todo sea por dar ideas a los guionistas de nuestros amores. Ya me direis...
_____________________________________________________________________________
Capítulo 1
Parecía un sitio tranquilo, alejado del camino, seguro que por allí no pasaba gente con regularidad. La hierba que tapizaba la orilla del río era alta y estaba sin pisar así que decidió desmontar y descansar unos minutos.
- No puedo estar ya muy lejos de ese maldito pueblo. ¿Es que no había un lugar más perdido donde esconderte Sara?- dijo en voz alta mientras ataba el caballo a uno de los árboles que extendían sus ramas sobre el agua.
Mientras estiraba los músculos, agarrotados después de tan larga jornada a caballo, vio su reflejo en el remanso que el río formaba a pocos metros de allí. Miró hacia ambos lados y, al no ver a nadie y comprobar que el caballo se alimentaba tranquilamente, sonrió y comenzó a despojarse de sus vestimentas hasta quedar en ropa interior. Se adentró en el agua hasta que ésta le llegó hasta la cintura, entonces extendió los brazos y se dejó caer hacia atrás. Movía los brazos y las piernas lo indispensable para no alejarse demasiado de la orilla y mantenerse a flote, sintiendo cómo la corriente masajeaba su cuerpo. Sabía que la ropa que aún llevaba puesta, al mojarse, dejaría al descubierto las formas de su cuerpo, pero le daba igual, además, sería demasiada casualidad que alguien pasara por allí en ese momento.
Y como la historia parece que va dos pasitos pa´lante y tres pa´trás, pues voy y la cambio a mi gusto.
Y como a mi el que me gusta es el Rober... pues también cambio la historia.
Creo que me he metio en un ebolao del que no voy a saber salir pero bueno, todo sea por dar ideas a los guionistas de nuestros amores. Ya me direis...
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Capítulo 1
Parecía un sitio tranquilo, alejado del camino, seguro que por allí no pasaba gente con regularidad. La hierba que tapizaba la orilla del río era alta y estaba sin pisar así que decidió desmontar y descansar unos minutos.
- No puedo estar ya muy lejos de ese maldito pueblo. ¿Es que no había un lugar más perdido donde esconderte Sara?- dijo en voz alta mientras ataba el caballo a uno de los árboles que extendían sus ramas sobre el agua.
Mientras estiraba los músculos, agarrotados después de tan larga jornada a caballo, vio su reflejo en el remanso que el río formaba a pocos metros de allí. Miró hacia ambos lados y, al no ver a nadie y comprobar que el caballo se alimentaba tranquilamente, sonrió y comenzó a despojarse de sus vestimentas hasta quedar en ropa interior. Se adentró en el agua hasta que ésta le llegó hasta la cintura, entonces extendió los brazos y se dejó caer hacia atrás. Movía los brazos y las piernas lo indispensable para no alejarse demasiado de la orilla y mantenerse a flote, sintiendo cómo la corriente masajeaba su cuerpo. Sabía que la ropa que aún llevaba puesta, al mojarse, dejaría al descubierto las formas de su cuerpo, pero le daba igual, además, sería demasiada casualidad que alguien pasara por allí en ese momento.
#681
11/08/2011 20:51
Maravillosos los tre trozos que tenía atrasados, Roberta.
Me encanta !!
Me encanta !!
#682
12/08/2011 01:01
Gracias Roberta las partes con Rafaelín son la leche!!!
#683
12/08/2011 21:02
Lo siento.... hoy he estado muy liada y no me ha dado tiempo a más.
______________________________________________________________________
Capítulo 50
Cuando Natalia llegó a la entrada del pueblo aún seguía sonriendo, se sentía feliz, en una nube, como si nada en el mundo a su alrededor pudiese afectarla. Se sentía protegida por el amor de Roberto, seguía escuchando su voz diciendo que la quería, seguía sintiendo sus brazos estrechándola contra su pecho, seguía sintiendo sus manos acariciándola, seguía viendo su rostro sonriente.
- Me quiere, caballito. Roberto me quiere y yo nunca pensé que se pudiera tan feliz como lo soy ahora. La vida es maravillosa. – y comenzó a reír.
Cundo se acercó a las primeras casas del pueblo, Natalia desmontó del caballo no sin dificultad ya que estaba muy cansada por todo el trabajo realizado y sus músculos se le habían entumecido; aún así, seguía sonriendo. De ese modo la encontró Sara.
- Natalia, ¿qué te ha ocurrido? – Sara vio como su prima se movía lentamente, casi arrastrando los pies por el camino.
- Nada, ¿por qué lo dices? – la sonrisa que Sara vio en la cara de Natalia la tranquilizó, pero aún así la joven presentaba un aspecto bastante desaliñado.
- Pero ¿te has visto? Vas casi arrastrándote, tienes la cara y las manos sucias, tu ropa también está... – comentó señalándola
- ¿Sí? No me había dado cuenta. – Natalia reparó por primera vez en su atuendo, en sus manos sucias y no le importó lo más mínimo – Será porque he estado sembrando trigo. – Natalia soltó las riendas de su caballo y abrazó a Sara – Me quiere, Sara. Roberto me quiere, me lo ha dicho. Me quiere, me quiere, me quiere…
- ¿Ves? Te lo dije, lo sabía…
Las dos muchachas, comenzaron a girar abrazadas. Aquel era un gran día, ambas tenían muchas cosas que celebrar, un padre encontrado, un amor confesado… la vida les sonreía.
- Espera, ¿qué es eso de que has estado sembrando trigo? – preguntó Sara deteniéndose de repente.
- Lo que estás oyendo, estoy perdidamente enamorada del propietario de un terreno en el cual hemos estado sembrando trigo. – dijo Natalia con orgullo.
- ¿Roberto te ha puesto a trabajar? – preguntó Sara asombrada
- No…, - Natalia comenzó a reírse – he sido yo la que ha insistido e insistido hasta que me ha enseñado, creo que lo ha hecho para que me callara. - Natalia no pudo evitar recordar lo maravilloso que había sido estar con Roberto, trabajando con él codo con codo, ayudándole; estaba convencida de que sin ella hubiera adelantado mucho más, que ella tan solo había conseguido retrasar su ritmo, pero… era tan feliz estando con él, intentando ayudarle, formando parte de su vida.
- Tú sembrando trigo. La señorita Natalia Reeves, famosa empresaria, sembrando trigo con sus propias manos.
- Y muy orgullosa de ello, además –se apresuró a aclarar Natalia.
- Lo sé, Natalia, lo sé. ¡Estoy tan feliz por ti!
- ¿De verdad? ¿Lo dices en serio? – Natalia deseaba conocer la verdadera opinión de su prima al respecto. Cuando estuvieron hablando de ello en la imprenta le aseguró que estaba feliz de que se hubiese enamorado de Roberto, pero una cosa era decirlo cuando tan solo era una conjetura, una posibilidad y otra muy distinta cuando ya era un hecho.
- Yo solo quiero que seas feliz, y con Roberto a tu lado lo vas a ser; no me cabe la menor duda. No va a ser sencillo…, pero a las Reeves no nos gustan las cosas sencillas, ¿verdad?
- No, ni muchísimo menos. Pero…, pero dime, ¿Qué haces tú por aquí? – preguntó Natalia a su prima.
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Capítulo 50
Cuando Natalia llegó a la entrada del pueblo aún seguía sonriendo, se sentía feliz, en una nube, como si nada en el mundo a su alrededor pudiese afectarla. Se sentía protegida por el amor de Roberto, seguía escuchando su voz diciendo que la quería, seguía sintiendo sus brazos estrechándola contra su pecho, seguía sintiendo sus manos acariciándola, seguía viendo su rostro sonriente.
- Me quiere, caballito. Roberto me quiere y yo nunca pensé que se pudiera tan feliz como lo soy ahora. La vida es maravillosa. – y comenzó a reír.
Cundo se acercó a las primeras casas del pueblo, Natalia desmontó del caballo no sin dificultad ya que estaba muy cansada por todo el trabajo realizado y sus músculos se le habían entumecido; aún así, seguía sonriendo. De ese modo la encontró Sara.
- Natalia, ¿qué te ha ocurrido? – Sara vio como su prima se movía lentamente, casi arrastrando los pies por el camino.
- Nada, ¿por qué lo dices? – la sonrisa que Sara vio en la cara de Natalia la tranquilizó, pero aún así la joven presentaba un aspecto bastante desaliñado.
- Pero ¿te has visto? Vas casi arrastrándote, tienes la cara y las manos sucias, tu ropa también está... – comentó señalándola
- ¿Sí? No me había dado cuenta. – Natalia reparó por primera vez en su atuendo, en sus manos sucias y no le importó lo más mínimo – Será porque he estado sembrando trigo. – Natalia soltó las riendas de su caballo y abrazó a Sara – Me quiere, Sara. Roberto me quiere, me lo ha dicho. Me quiere, me quiere, me quiere…
- ¿Ves? Te lo dije, lo sabía…
Las dos muchachas, comenzaron a girar abrazadas. Aquel era un gran día, ambas tenían muchas cosas que celebrar, un padre encontrado, un amor confesado… la vida les sonreía.
- Espera, ¿qué es eso de que has estado sembrando trigo? – preguntó Sara deteniéndose de repente.
- Lo que estás oyendo, estoy perdidamente enamorada del propietario de un terreno en el cual hemos estado sembrando trigo. – dijo Natalia con orgullo.
- ¿Roberto te ha puesto a trabajar? – preguntó Sara asombrada
- No…, - Natalia comenzó a reírse – he sido yo la que ha insistido e insistido hasta que me ha enseñado, creo que lo ha hecho para que me callara. - Natalia no pudo evitar recordar lo maravilloso que había sido estar con Roberto, trabajando con él codo con codo, ayudándole; estaba convencida de que sin ella hubiera adelantado mucho más, que ella tan solo había conseguido retrasar su ritmo, pero… era tan feliz estando con él, intentando ayudarle, formando parte de su vida.
- Tú sembrando trigo. La señorita Natalia Reeves, famosa empresaria, sembrando trigo con sus propias manos.
- Y muy orgullosa de ello, además –se apresuró a aclarar Natalia.
- Lo sé, Natalia, lo sé. ¡Estoy tan feliz por ti!
- ¿De verdad? ¿Lo dices en serio? – Natalia deseaba conocer la verdadera opinión de su prima al respecto. Cuando estuvieron hablando de ello en la imprenta le aseguró que estaba feliz de que se hubiese enamorado de Roberto, pero una cosa era decirlo cuando tan solo era una conjetura, una posibilidad y otra muy distinta cuando ya era un hecho.
- Yo solo quiero que seas feliz, y con Roberto a tu lado lo vas a ser; no me cabe la menor duda. No va a ser sencillo…, pero a las Reeves no nos gustan las cosas sencillas, ¿verdad?
- No, ni muchísimo menos. Pero…, pero dime, ¿Qué haces tú por aquí? – preguntó Natalia a su prima.
#684
13/08/2011 01:44
Que bien Roberta que Natalia pueda decir a Sara que Roberto la quiere y el a ella
ahora Sara a contarle lo de su padre
gracias
ahora Sara a contarle lo de su padre
gracias
#685
13/08/2011 02:05
Desde luego, para Natalia tiene que ser una liberación poder hablar con alguien del profundo amor que siente por Roberto y de lo feliz que está. Y quién mejor que Sara para escucharla y celebrarlo con ella. Bravo Roberta !!
#686
13/08/2011 17:47
Otra foronovela con la que me pongo al día, Roberta GENIAL! leer más 10 capítulos seguidos es la bomba... no sé si dejarla aparcada de nuevo para meterme otro atracón?!! me ha encantado!!! gracias!
#687
13/08/2011 23:41
- Te estaba buscando. – Sara se moría de ganas de contarle a Natalia la conversación que había mantenido con su padre, pero prefirió esperar y contárselo aquella noche, durante la cena, cuando se encontraran con Miguel.
- ¿Por qué? ¿Para qué me necesitabas?
- Es por el Chato, le ha dejado recado a Rafaelín de que quiere verme mañana en la cueva. – El gesto de incredulidad de Natalia molestó a Sara. – Por favor, no pongas esa cara. Rafaelín me ha dicho que el Chato estaba triste y que se lamentaba de no poder cambiar de vida.
- Lo siento, Sara, pero lo que me estás contando supone un cambio radical con respecto a lo que tú y yo hemos vivido esta mañana. – Natalia tomó las riendas del caballo y comenzó a caminar de nuevo hacia el pueblo – Perdona, pero si me detengo, después me cuesta un mundo volver a ponerme en movimiento, no estoy tan preparada para trabajar en el campo como yo pensaba, pero no lo admitiré frente a Roberto ni muerta. Realmente – continuó Natalia - es la única opción con la que cuenta el Chato en estos momentos, Olmedo es cada vez más peligroso, aún no tenemos respuesta de tu padre – Natalia usó esas palabras a propósito para expresar su aceptación a que su prima hubiera encontrado a su verdadera familia – y todos los miembros de la banda excepto él tienen otra vida.
- ¿Me ayudarás? – Sara quería tener a Natalia a su lado, el Chato era un buen hombre, pero muy cabezota y Natalia era única para hacer entrar en razón a las personas tercas, por las buenas o por las malas.
- Por supuesto, ¿cómo no iba a ayudarte? Además… ¡con lo que me gusta a mí llevarle la contraria al Chato! – dijo con gesto travieso - ¿Ya has pensado algo?
- Lo principal es cambiar su aspecto, hay pasquines con su cara por toda la serranía; necesitamos ropa y útiles de afeitado.
- ¡Pobre Chato! Va a decir que él no es una muñeca para que juguemos a vestirlo y desvestirlo. La ropa pueden proporcionárnosla Marcial o Juan mientras podamos comprar algo a su medida… o puedo acercarme ahora mismo a Villareja a comprar el ajuar del Chato – Natalia vio el gesto suplicante de Sara y se “ofreció” voluntaria. - Pero Sara, recuerda que el hábito no hace al monje, tenemos que pensar también un nombre, una profesión, en definitiva, una nueva vida para él y ha de ser un papel que sea capaz de interpretar.
- Lo sé, pero tenemos hasta mañana para ello.
- Te veo muy optimista…
- Y yo a ti muy pesimista… ¿qué hay de la mujer enamorada que hace tan solo unos minutos veía el mundo de color de rosa? – se burló Sara
- ¿Qué hay de ella? Poca cosa… tiene que ir hasta Villareja, comprar ropa para un hombre que no puede ni verla y le duelen partes de cuerpo que ni siquiera sabía que tenía.– A pesar de sus palabras, Natalia ya había vuelto a montar en su caballo y se disponía a emprender la marcha.
- Natalia… - dijo Sara, llamando la atención de su prima – que sea ropa de calidad, no muy elegante, pero si adecuada a un hombre con una profesión liberal.
- ¿Qué tienes pensado? – preguntó Natalia intrigada
- Ya te contaré, mientras tanto voy a la imprenta a inventarme un pasado para él. Te espero allí en tres horas.
- ¿Por qué? ¿Para qué me necesitabas?
- Es por el Chato, le ha dejado recado a Rafaelín de que quiere verme mañana en la cueva. – El gesto de incredulidad de Natalia molestó a Sara. – Por favor, no pongas esa cara. Rafaelín me ha dicho que el Chato estaba triste y que se lamentaba de no poder cambiar de vida.
- Lo siento, Sara, pero lo que me estás contando supone un cambio radical con respecto a lo que tú y yo hemos vivido esta mañana. – Natalia tomó las riendas del caballo y comenzó a caminar de nuevo hacia el pueblo – Perdona, pero si me detengo, después me cuesta un mundo volver a ponerme en movimiento, no estoy tan preparada para trabajar en el campo como yo pensaba, pero no lo admitiré frente a Roberto ni muerta. Realmente – continuó Natalia - es la única opción con la que cuenta el Chato en estos momentos, Olmedo es cada vez más peligroso, aún no tenemos respuesta de tu padre – Natalia usó esas palabras a propósito para expresar su aceptación a que su prima hubiera encontrado a su verdadera familia – y todos los miembros de la banda excepto él tienen otra vida.
- ¿Me ayudarás? – Sara quería tener a Natalia a su lado, el Chato era un buen hombre, pero muy cabezota y Natalia era única para hacer entrar en razón a las personas tercas, por las buenas o por las malas.
- Por supuesto, ¿cómo no iba a ayudarte? Además… ¡con lo que me gusta a mí llevarle la contraria al Chato! – dijo con gesto travieso - ¿Ya has pensado algo?
- Lo principal es cambiar su aspecto, hay pasquines con su cara por toda la serranía; necesitamos ropa y útiles de afeitado.
- ¡Pobre Chato! Va a decir que él no es una muñeca para que juguemos a vestirlo y desvestirlo. La ropa pueden proporcionárnosla Marcial o Juan mientras podamos comprar algo a su medida… o puedo acercarme ahora mismo a Villareja a comprar el ajuar del Chato – Natalia vio el gesto suplicante de Sara y se “ofreció” voluntaria. - Pero Sara, recuerda que el hábito no hace al monje, tenemos que pensar también un nombre, una profesión, en definitiva, una nueva vida para él y ha de ser un papel que sea capaz de interpretar.
- Lo sé, pero tenemos hasta mañana para ello.
- Te veo muy optimista…
- Y yo a ti muy pesimista… ¿qué hay de la mujer enamorada que hace tan solo unos minutos veía el mundo de color de rosa? – se burló Sara
- ¿Qué hay de ella? Poca cosa… tiene que ir hasta Villareja, comprar ropa para un hombre que no puede ni verla y le duelen partes de cuerpo que ni siquiera sabía que tenía.– A pesar de sus palabras, Natalia ya había vuelto a montar en su caballo y se disponía a emprender la marcha.
- Natalia… - dijo Sara, llamando la atención de su prima – que sea ropa de calidad, no muy elegante, pero si adecuada a un hombre con una profesión liberal.
- ¿Qué tienes pensado? – preguntó Natalia intrigada
- Ya te contaré, mientras tanto voy a la imprenta a inventarme un pasado para él. Te espero allí en tres horas.
#688
14/08/2011 01:43
Roberta las primas Reeves es que no paran..............ahora a ayudar al chato, eso esta bien
#689
14/08/2011 02:27
Bravo Roberta !!!
Estoy deseando saber el pasado inventado del Chato
Estoy deseando saber el pasado inventado del Chato
#690
14/08/2011 19:23
Capítulo 51
Afortunadamente, Natalia siempre llevaba consigo una cantidad considerable de dinero por lo que no tuvo ninguna necesidad de acercarse a la posada de la Maña en busca de una cantidad mayor antes de partir de viaje; tampoco tenía miedo a que la asaltaran, siempre iba bien armada y el único bandolero que rondaba aquella sierra eran bien conocido por ella, estaría bueno que el Chato la asaltara. Entró en una tienda de Villareja y le pidió al dependiente que le mostrara pantalones, camisas y chaquetas de caballero; el empleado la miró intrigado y ella inventó una historia acerca de un empleado suyo que iba a visitarla pero que, dado lo diferente del clima entre el norte y el sur de la península, no estaría preparado para el sofocante calor que reinaba aquellos días. Más tarde entró en otro establecimiento a comprar ropa interior, la excusa que puso en esa ocasión fue que había en el dispensario de Arazana un paciente que no tenía familia y el doctor la había pedido el favor de que comprase algunas cosas para él. De ese modo y en menos tiempo del que creyó necesario Natalia realizó todas las compras y volvió a Arazana. Mientras volvía al pueblo, Natalia recordaba los momentos pasados en la tienda, estaba comprando ropa para el Chato y debía escoger tonos y cortes que le sentaran bien a él; sin embargo, su mente volaba a Roberto, tan solo pensaba en si aquel corte de chaqueta le sentaría bien o si el azul le sentaría mejor que el gris. Estuvo tentada de comprarle una chaqueta, pero en el último momento se abstuvo, tendrían toda una vida para escoger juntos ropa, ropa que ella se moriría de ganas de quitarle después.
- Ya estoy de vuelta, – dijo Natalia sonriente entrando en la imprenta, mientras mostraba el bolso de viaje, que también había adquirido, con la ropa nueva – creo que tengo todo lo que necesitamos.
- Buenas tardes, señorita Reeves.
- Buenas tardes, capitán Olmedo, ¿qué malos vientos le han traído por aquí? - el gesto de Natalia se ensombreció al ver la visita que tenía su prima - Buenas tardes, sargento Morales.
- Buenas tardes, señorita Natalia – saludó Morales
- Asuntos oficiales, nada de su incumbencia. Veo que tiene el equipaje listo. ¿No me diga que nos deja? ¡Qué gran noticia! Y si me dice que su prima se va con usted, terminará de alegrarme el día.
- Siento decepcionarle, capitán, pero no tengo ninguna intención de abandonar Arazana por el momento. Si lo dice por el bolso… no es más que ropa vieja que no sirve más que para trapos con los que limpiarse las manchas de tinta. ¿Quiere verla? – Natalia se lo jugó el todo por el todo tendiéndole la bolsa.
- No tengo tiempo que perder viendo sus trapitos. ¿Se puede saber donde está la incompetente de la inglesa? Si es la responsable del telégrafo debería estar cuando la autoridad la requiere – Olmedo estaba ya muy enfadado.
- Si solo es enviar un telegrama yo puedo hacerlo – Natalia se colocó tras el mostrador y tendió la mano esperando que Olmedo le entregase el texto del mensaje.
- ¿Usted? – preguntó el capitán asqueado.
- Por supuesto, enviar un telegrama es muy sencillo. – repuso Natalia – Lo extraño es que no tengan telégrafo en el cuartel, ¿ninguno de sus hombres es capaz de manejar uno?
- Ya volveré más tarde – Olmedo se dio la vuelta y se fue sin despedirse.
- Adiós, señorita Natalia. – dijo Morales cuadrándose ante la joven y saliendo tras su superior.
- Adiós sargento, buenas tardes.
Afortunadamente, Natalia siempre llevaba consigo una cantidad considerable de dinero por lo que no tuvo ninguna necesidad de acercarse a la posada de la Maña en busca de una cantidad mayor antes de partir de viaje; tampoco tenía miedo a que la asaltaran, siempre iba bien armada y el único bandolero que rondaba aquella sierra eran bien conocido por ella, estaría bueno que el Chato la asaltara. Entró en una tienda de Villareja y le pidió al dependiente que le mostrara pantalones, camisas y chaquetas de caballero; el empleado la miró intrigado y ella inventó una historia acerca de un empleado suyo que iba a visitarla pero que, dado lo diferente del clima entre el norte y el sur de la península, no estaría preparado para el sofocante calor que reinaba aquellos días. Más tarde entró en otro establecimiento a comprar ropa interior, la excusa que puso en esa ocasión fue que había en el dispensario de Arazana un paciente que no tenía familia y el doctor la había pedido el favor de que comprase algunas cosas para él. De ese modo y en menos tiempo del que creyó necesario Natalia realizó todas las compras y volvió a Arazana. Mientras volvía al pueblo, Natalia recordaba los momentos pasados en la tienda, estaba comprando ropa para el Chato y debía escoger tonos y cortes que le sentaran bien a él; sin embargo, su mente volaba a Roberto, tan solo pensaba en si aquel corte de chaqueta le sentaría bien o si el azul le sentaría mejor que el gris. Estuvo tentada de comprarle una chaqueta, pero en el último momento se abstuvo, tendrían toda una vida para escoger juntos ropa, ropa que ella se moriría de ganas de quitarle después.
- Ya estoy de vuelta, – dijo Natalia sonriente entrando en la imprenta, mientras mostraba el bolso de viaje, que también había adquirido, con la ropa nueva – creo que tengo todo lo que necesitamos.
- Buenas tardes, señorita Reeves.
- Buenas tardes, capitán Olmedo, ¿qué malos vientos le han traído por aquí? - el gesto de Natalia se ensombreció al ver la visita que tenía su prima - Buenas tardes, sargento Morales.
- Buenas tardes, señorita Natalia – saludó Morales
- Asuntos oficiales, nada de su incumbencia. Veo que tiene el equipaje listo. ¿No me diga que nos deja? ¡Qué gran noticia! Y si me dice que su prima se va con usted, terminará de alegrarme el día.
- Siento decepcionarle, capitán, pero no tengo ninguna intención de abandonar Arazana por el momento. Si lo dice por el bolso… no es más que ropa vieja que no sirve más que para trapos con los que limpiarse las manchas de tinta. ¿Quiere verla? – Natalia se lo jugó el todo por el todo tendiéndole la bolsa.
- No tengo tiempo que perder viendo sus trapitos. ¿Se puede saber donde está la incompetente de la inglesa? Si es la responsable del telégrafo debería estar cuando la autoridad la requiere – Olmedo estaba ya muy enfadado.
- Si solo es enviar un telegrama yo puedo hacerlo – Natalia se colocó tras el mostrador y tendió la mano esperando que Olmedo le entregase el texto del mensaje.
- ¿Usted? – preguntó el capitán asqueado.
- Por supuesto, enviar un telegrama es muy sencillo. – repuso Natalia – Lo extraño es que no tengan telégrafo en el cuartel, ¿ninguno de sus hombres es capaz de manejar uno?
- Ya volveré más tarde – Olmedo se dio la vuelta y se fue sin despedirse.
- Adiós, señorita Natalia. – dijo Morales cuadrándose ante la joven y saliendo tras su superior.
- Adiós sargento, buenas tardes.
#691
14/08/2011 20:09
Ya me has dejado intrigada, Roberta.
¿ Que querrá Olmedo ??
Bueno, tendré que esperar a la próxima entrega para averiguarlo. Aunque no me importaría conocer primero que va a pasar con el Chato. Leeré con gusto cualquier cosa que pongas. Estoy enganchada a tu historia.
¿ Que querrá Olmedo ??
Bueno, tendré que esperar a la próxima entrega para averiguarlo. Aunque no me importaría conocer primero que va a pasar con el Chato. Leeré con gusto cualquier cosa que pongas. Estoy enganchada a tu historia.
#692
14/08/2011 20:53
Que bueno, Roberta, tenía varios fragmentos atrasados y leerlos de golpe es un placer. Muy bien hiladas todas las tramas, pero, Olmedo me da mala espina, pero que muy mala espina...........
#693
15/08/2011 21:17
Si os digo la verdad no tenía pensado que Olmedo hiciese nada ahí, más allá de tocar las albaidas a todo el que se le pone por delante, pero algo habrá que inventar... aquí, a gusto del consumidor
______________________________________________________________________
- Te expones demasiado, Natalia – Sara salió de la trastienda segundos después. Sus palabras hicieron recapacitar a Natalia, tenía razón, se había expuesto innecesariamente. Debía ser más cuidadosa, no quería que Roberto se preocupase por ella y provocar a Olmedo no había sido una idea muy brillante.
- Lo sé, pero ese hombre consigue sacarme de mis casillas. ¿Qué hacías ahí escondida? ¿No me digas que le tienes miedo? – se burló de ella.
- No, pero deberíamos tenérselo. Lo que ocurre es que estaba terminando de preparar la nueva documentación del Chato y casi me pillan Olmedo y Morales con todos los documentos sobre el mostrador. No sé porqué te ríes Natalia, nos estamos arriesgando mucho. – Sara estaba realmente preocupada y no entendía el repentino ataque de risa de su prima – Si algo se tuerce, si algo sale mal, me veo compartiendo celda en el penal contigo y con el Chato.
- Tranquila, mujer, eso no va a pasar – dijo Natalia serena.
- ¿Lo dices en serio? – el ver a su prima tan tranquila aplacó los ánimos de Sara.
- Por supuesto…, el Chato estaría en una celda y nosotras en otra. Las celdas no son mixtas, ¿no lo sabías?
- Natalia, por Dios, no bromees. ¿Has conseguido…?
- Todo lo que me pediste y más. – Natalia corrió a cerrar la puerta antes de mostrar a su prima todo lo que había adquirido – El equipaje completo de todo un caballero. He dejado caer en Villareja que estaba adelantándome a la visita de un colaborador mío y que como venía del norte no tendría la ropa adecuada. Ahora solo hace falta que el Chato se comporte como un caballero. Pero, ¿por qué un caballero? ¿No sería mucho más sencillo un hombre normal? ¿Un labriego? No sé si el Chato sabrá desenvolverse como un caballero.
- ¿Esto también? – Sara señaló parte de la ropa interior que Natalia había comprado.
- Así tenemos coartada, si alguien pregunta necesitaremos la complicidad del doctor Buendía. Él me pidió que, ya que iba a Villareja, comprase esto para un paciente suyo que no tenía familia, ¿no te lo había dicho? – aclaró Natalia. – Pero no me has contestado, ¿por qué un caballero?
- No te rías, - le advirtió Sara a su prima - pero Rafaelín me dijo que había visto al Chato comportarse como un héroe. – Ante la cara de incredulidad de Natalia, continuó explicándose – Parece ser que salvó a Eugenia Montoro de que sufriera una caída del caballo y le afectó bastante el haberse topado con ella y con su amiga Margarita. En cuanto a los modales de un caballero, si quiere hacerlo lo hará; ha convivido con Juan y con Marcial durante muchos años, no tiene más que comportarse como les ha visto hacer a ellos.
- Pobre Chato, nunca se habrá visto en otra igual, acosado por cuatro señoritas de la alta sociedad, Eugenia, Margarita, tú y yo.
- Natalia, nos estamos convirtiendo en unas mentirosas profesionales – dijo Sara.
- ¿Lo dices con tristeza o con admiración?
- Con miedo. Ojalá todo fuera más sencillo, ojalá no existiese gente como Olmedo, ojalá todo hubiese ya pasado y nuestra mayor preocupación fuera ser felices junto a los hombres que amamos.
- Todo llegará, Sara; no te preocupes, todo llegará. – Natalia estaba segura de que esos momentos estaban muy próximos. Momentos de felicidad que podrían disfrutar sin ninguna preocupación, sin ninguna tristeza que pudiera empañar sus vidas.
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- Te expones demasiado, Natalia – Sara salió de la trastienda segundos después. Sus palabras hicieron recapacitar a Natalia, tenía razón, se había expuesto innecesariamente. Debía ser más cuidadosa, no quería que Roberto se preocupase por ella y provocar a Olmedo no había sido una idea muy brillante.
- Lo sé, pero ese hombre consigue sacarme de mis casillas. ¿Qué hacías ahí escondida? ¿No me digas que le tienes miedo? – se burló de ella.
- No, pero deberíamos tenérselo. Lo que ocurre es que estaba terminando de preparar la nueva documentación del Chato y casi me pillan Olmedo y Morales con todos los documentos sobre el mostrador. No sé porqué te ríes Natalia, nos estamos arriesgando mucho. – Sara estaba realmente preocupada y no entendía el repentino ataque de risa de su prima – Si algo se tuerce, si algo sale mal, me veo compartiendo celda en el penal contigo y con el Chato.
- Tranquila, mujer, eso no va a pasar – dijo Natalia serena.
- ¿Lo dices en serio? – el ver a su prima tan tranquila aplacó los ánimos de Sara.
- Por supuesto…, el Chato estaría en una celda y nosotras en otra. Las celdas no son mixtas, ¿no lo sabías?
- Natalia, por Dios, no bromees. ¿Has conseguido…?
- Todo lo que me pediste y más. – Natalia corrió a cerrar la puerta antes de mostrar a su prima todo lo que había adquirido – El equipaje completo de todo un caballero. He dejado caer en Villareja que estaba adelantándome a la visita de un colaborador mío y que como venía del norte no tendría la ropa adecuada. Ahora solo hace falta que el Chato se comporte como un caballero. Pero, ¿por qué un caballero? ¿No sería mucho más sencillo un hombre normal? ¿Un labriego? No sé si el Chato sabrá desenvolverse como un caballero.
- ¿Esto también? – Sara señaló parte de la ropa interior que Natalia había comprado.
- Así tenemos coartada, si alguien pregunta necesitaremos la complicidad del doctor Buendía. Él me pidió que, ya que iba a Villareja, comprase esto para un paciente suyo que no tenía familia, ¿no te lo había dicho? – aclaró Natalia. – Pero no me has contestado, ¿por qué un caballero?
- No te rías, - le advirtió Sara a su prima - pero Rafaelín me dijo que había visto al Chato comportarse como un héroe. – Ante la cara de incredulidad de Natalia, continuó explicándose – Parece ser que salvó a Eugenia Montoro de que sufriera una caída del caballo y le afectó bastante el haberse topado con ella y con su amiga Margarita. En cuanto a los modales de un caballero, si quiere hacerlo lo hará; ha convivido con Juan y con Marcial durante muchos años, no tiene más que comportarse como les ha visto hacer a ellos.
- Pobre Chato, nunca se habrá visto en otra igual, acosado por cuatro señoritas de la alta sociedad, Eugenia, Margarita, tú y yo.
- Natalia, nos estamos convirtiendo en unas mentirosas profesionales – dijo Sara.
- ¿Lo dices con tristeza o con admiración?
- Con miedo. Ojalá todo fuera más sencillo, ojalá no existiese gente como Olmedo, ojalá todo hubiese ya pasado y nuestra mayor preocupación fuera ser felices junto a los hombres que amamos.
- Todo llegará, Sara; no te preocupes, todo llegará. – Natalia estaba segura de que esos momentos estaban muy próximos. Momentos de felicidad que podrían disfrutar sin ninguna preocupación, sin ninguna tristeza que pudiera empañar sus vidas.
#694
15/08/2011 21:22
Menudas mujeres las de esta historia..................mujeres al poder XDDDD.
#695
15/08/2011 22:05
Si una buena recompensa para las señoritas Reeves por ayudar a los demas seria
ser felices con Roberto y miguel
gracias Roberta
ser felices con Roberto y miguel
gracias Roberta
#696
15/08/2011 22:51
Me gustan las mujeres de armas tomar como las primas Reeves, gracias Roberta.
#697
16/08/2011 20:54
Capítulo 52
- ¡Como os lo digo! Morales era incapaz de explicarme lo ocurrido, no lo había visto tan nervioso en toda mi vida.
Miguel, Sara y Natalia se encontraban sentados a la mesa en la posada de la Maña. Sara había elegido una mesa apartada para poder poner en conocimiento de sus acompañantes lo ocurrido aquel mismo día en casa del gobernador, tanto las noticias sobre Olmedo, como la conversación que por fin había tenido con su padre. Sara y Miguel se sentaban juntos a un lado de la mesa, cogidos de las manos, mientras que Natalia se sentaba frente a Sara y de espaldas a la puerta; de ese modo podían observar los movimientos de la gente que entraba y salía de la posada así como de quienes se les acercaban, sin levantar sospechas. Mientras esperaban que Rosa les sirviera la cena, Miguel las entretenía contándoles lo enfadado que el capitán había llegado al cuartel tras encontrarse con Natalia en la imprenta. A pesar de lo delicado de la situación los tres reían abiertamente, tal vez porque eran muy conscientes de lo peligrosa que había sido la reacción de Natalia, quien podía haber sido como mínimo golpeada o detenida.
- ¿Nos acompañas a cenar, Roberto? – Sara había visto cómo Roberto entraba en la posada y tras verlos se acercaba a su mesa. Natalia estaba de espaldas a él y no lo había visto y Miguel se encontraba tan absorto narrando la historia que no había prestado atención a la llegada del joven.
- No, no quiero molestar, estáis en familia. – respondió él. Natalia al escuchar las palabras de Sara se giró rápidamente y lo descubrió tras ella, de pie, con las manos cruzadas al frente. Sintió como el corazón le daba un vuelco y tuvo que echar mano de toda su fuerza de voluntad para no lanzarse a sus brazos y besarlo. Sara iba a tener que oírla, ¿por qué no la había avisado? – Tan solo me acerqué a saludar.
- No molestas, siéntate por favor. – aseguró Sara. Miguel se apresuró a corroborar las palabras de su novia, tan solo Natalia seguía sin decir nada.
- Si, por favor, acompáñanos. – dijo al fin con voz débil, casi susurrante. Sabía que iba a ser muy difícil mantenerse serena teniéndolo al lado, pero no quería perder la oportunidad de estar un poco más de tiempo con él, de no esconderse para estar a su lado, de imaginar que eran una pareja normal.
- Gracias – dijo Roberto tomando asiento junto a Natalia.
Desde el momento en que se separó de su abuelo, Roberto no había dejado de pensar en Natalia. El viejo tenía razón, iban a encontrar muchas dificultades en su camino, tal vez por ello se ocultaban de la gente, por el miedo a las reacciones de los demás, por el miedo a no saber enfrentar o no querer enfrentar la verdad. Él tan solo sabía que la amaba, que la necesitaba para poder seguir viviendo, que desde que la conocía, ella lo era todo para él y más aún desde aquella mañana en que por fin se habían confesado sus sentimientos. Sin darse cuenta, sus pasos lo llevaron a la posada de la Maña, necesitaba estar con Natalia, hablar con ella, comprobar si ella tenía dudas o estaba dispuesta a enfrentarse a todo y a todos por su amor.
- Estábamos comentando la última hazaña de las Reeves en Arazana. – dijo Miguel con aire divertido.
-¡Ah, no! A mí déjame fuera esta vez que yo no he hecho nada, esta vez ha sido solo Natalia – repuso Sara.
Roberto miraba alternativamente a Miguel y a Sara; por sus palabras dedujo que Natalia había hecho algo que no iba a gustarle en demasía.
- ¿Qué ha pasado? – preguntó finalmente mirándola.
- Que le he dado una respuesta al capitán Olmedo que no ha sido de su agrado, tan solo eso. – explicó Natalia adelantándose a los demás. Roberto miró a Miguel, sabía que tan solo él le contaría la verdad.
- Hace un rato – comenzó Miguel a narrar – estaba en el cuartel, terminando de ordenar unos expedientes, cuando llegó el capitán Olmedo seguido por Morales. El capitán llegó furioso, maldiciendo entre dientes, y se encerró en la armería. Morales estaba muy nervioso, no paraba de dar vueltas por el despacho, le pregunté qué le ocurría y me dijo que venían de la imprenta porque el capitán necesitaba poner un telegrama.
- Menuda novedad, el capitán Olmedo furioso. – Roberto trataba de disimular su impaciencia, tan solo Sara y Natalia conocían los verdaderos sentimientos de Roberto.
- Sara no estaba en aquellos momentos – continuó Miguel, mientras Natalia miraba a Sara pensando que si su prima hubiera atendido al capitán ella no tendría que dar explicaciones a Roberto – y cuando, ya cansados de esperar a que llegara, iban a retirarse apareció Natalia.
- Amablemente, le dije que yo podía enviar el telegrama – dijo Natalia.
- ¿Lo de… qué malos vientos le traen por aquí, lo consideras amabilidad? – preguntó Miguel
- Si. – ante la cara de incredulidad de los demás Natalia aclaró – En comparación con lo que realmente tenía ganas de decirle fui muy amable.
- Bueno, fue una imprudencia que no se va a volver a repetir, ¿verdad, Natalia? – terció Sara.
- No, mami. – respondió Natalia poniendo cara de niña buena mientras por debajo de la mesa le daba una patada en la espinilla. Todos rieron, pero a pesar de las risas, Miguel y Roberto estaban preocupados, conocían a Olmedo y conocían a las Reeves, ninguno de los tres eran personas que se mantuviesen callados y con los nervios templados. La cuestión era saber cuándo iba a estallar el polvorín.
- ¡Como os lo digo! Morales era incapaz de explicarme lo ocurrido, no lo había visto tan nervioso en toda mi vida.
Miguel, Sara y Natalia se encontraban sentados a la mesa en la posada de la Maña. Sara había elegido una mesa apartada para poder poner en conocimiento de sus acompañantes lo ocurrido aquel mismo día en casa del gobernador, tanto las noticias sobre Olmedo, como la conversación que por fin había tenido con su padre. Sara y Miguel se sentaban juntos a un lado de la mesa, cogidos de las manos, mientras que Natalia se sentaba frente a Sara y de espaldas a la puerta; de ese modo podían observar los movimientos de la gente que entraba y salía de la posada así como de quienes se les acercaban, sin levantar sospechas. Mientras esperaban que Rosa les sirviera la cena, Miguel las entretenía contándoles lo enfadado que el capitán había llegado al cuartel tras encontrarse con Natalia en la imprenta. A pesar de lo delicado de la situación los tres reían abiertamente, tal vez porque eran muy conscientes de lo peligrosa que había sido la reacción de Natalia, quien podía haber sido como mínimo golpeada o detenida.
- ¿Nos acompañas a cenar, Roberto? – Sara había visto cómo Roberto entraba en la posada y tras verlos se acercaba a su mesa. Natalia estaba de espaldas a él y no lo había visto y Miguel se encontraba tan absorto narrando la historia que no había prestado atención a la llegada del joven.
- No, no quiero molestar, estáis en familia. – respondió él. Natalia al escuchar las palabras de Sara se giró rápidamente y lo descubrió tras ella, de pie, con las manos cruzadas al frente. Sintió como el corazón le daba un vuelco y tuvo que echar mano de toda su fuerza de voluntad para no lanzarse a sus brazos y besarlo. Sara iba a tener que oírla, ¿por qué no la había avisado? – Tan solo me acerqué a saludar.
- No molestas, siéntate por favor. – aseguró Sara. Miguel se apresuró a corroborar las palabras de su novia, tan solo Natalia seguía sin decir nada.
- Si, por favor, acompáñanos. – dijo al fin con voz débil, casi susurrante. Sabía que iba a ser muy difícil mantenerse serena teniéndolo al lado, pero no quería perder la oportunidad de estar un poco más de tiempo con él, de no esconderse para estar a su lado, de imaginar que eran una pareja normal.
- Gracias – dijo Roberto tomando asiento junto a Natalia.
Desde el momento en que se separó de su abuelo, Roberto no había dejado de pensar en Natalia. El viejo tenía razón, iban a encontrar muchas dificultades en su camino, tal vez por ello se ocultaban de la gente, por el miedo a las reacciones de los demás, por el miedo a no saber enfrentar o no querer enfrentar la verdad. Él tan solo sabía que la amaba, que la necesitaba para poder seguir viviendo, que desde que la conocía, ella lo era todo para él y más aún desde aquella mañana en que por fin se habían confesado sus sentimientos. Sin darse cuenta, sus pasos lo llevaron a la posada de la Maña, necesitaba estar con Natalia, hablar con ella, comprobar si ella tenía dudas o estaba dispuesta a enfrentarse a todo y a todos por su amor.
- Estábamos comentando la última hazaña de las Reeves en Arazana. – dijo Miguel con aire divertido.
-¡Ah, no! A mí déjame fuera esta vez que yo no he hecho nada, esta vez ha sido solo Natalia – repuso Sara.
Roberto miraba alternativamente a Miguel y a Sara; por sus palabras dedujo que Natalia había hecho algo que no iba a gustarle en demasía.
- ¿Qué ha pasado? – preguntó finalmente mirándola.
- Que le he dado una respuesta al capitán Olmedo que no ha sido de su agrado, tan solo eso. – explicó Natalia adelantándose a los demás. Roberto miró a Miguel, sabía que tan solo él le contaría la verdad.
- Hace un rato – comenzó Miguel a narrar – estaba en el cuartel, terminando de ordenar unos expedientes, cuando llegó el capitán Olmedo seguido por Morales. El capitán llegó furioso, maldiciendo entre dientes, y se encerró en la armería. Morales estaba muy nervioso, no paraba de dar vueltas por el despacho, le pregunté qué le ocurría y me dijo que venían de la imprenta porque el capitán necesitaba poner un telegrama.
- Menuda novedad, el capitán Olmedo furioso. – Roberto trataba de disimular su impaciencia, tan solo Sara y Natalia conocían los verdaderos sentimientos de Roberto.
- Sara no estaba en aquellos momentos – continuó Miguel, mientras Natalia miraba a Sara pensando que si su prima hubiera atendido al capitán ella no tendría que dar explicaciones a Roberto – y cuando, ya cansados de esperar a que llegara, iban a retirarse apareció Natalia.
- Amablemente, le dije que yo podía enviar el telegrama – dijo Natalia.
- ¿Lo de… qué malos vientos le traen por aquí, lo consideras amabilidad? – preguntó Miguel
- Si. – ante la cara de incredulidad de los demás Natalia aclaró – En comparación con lo que realmente tenía ganas de decirle fui muy amable.
- Bueno, fue una imprudencia que no se va a volver a repetir, ¿verdad, Natalia? – terció Sara.
- No, mami. – respondió Natalia poniendo cara de niña buena mientras por debajo de la mesa le daba una patada en la espinilla. Todos rieron, pero a pesar de las risas, Miguel y Roberto estaban preocupados, conocían a Olmedo y conocían a las Reeves, ninguno de los tres eran personas que se mantuviesen callados y con los nervios templados. La cuestión era saber cuándo iba a estallar el polvorín.
#698
16/08/2011 21:04
Vaya cena, Roberta. Me encanta. Las dos parejitas cenando juntos.
Como te digo siempre, me encanta tu historia. Está genial y tiene de todo.
LAs Reeves son de armas tomar, pero Natalia se lleva la palma. Algo intentará hacerle Olmedo, seguro
Como te digo siempre, me encanta tu historia. Está genial y tiene de todo.
LAs Reeves son de armas tomar, pero Natalia se lleva la palma. Algo intentará hacerle Olmedo, seguro
#699
16/08/2011 21:13
¿Tú crees que Olmedo le hará algo a Natalia?
No, no lo creo... ¿por qué?
Ah, eso no os lo voy a decir
No, no lo creo... ¿por qué?
Ah, eso no os lo voy a decir
#700
17/08/2011 11:16
Si fuera por Olmedo.........
a mi tambien me ha gustado mucho imaginarlos a los cuatro juntos hablando
en familia Roberto en familia
gracias Roberta
a mi tambien me ha gustado mucho imaginarlos a los cuatro juntos hablando
en familia Roberto en familia
gracias Roberta