Foro Bandolera
Como no me gusta la historia... voy y la cambio (Natalia y Roberto)
#0
27/04/2011 20:02
Como estoy bastante aburrida de que me tengan a Roberto entre rejas, aunque sean las rejas de cartón piedra del cuartel de Arazana, y de que nadie (excepto San Miguel) intente hacer nada... pues voy y lo saco yo misma.
Y como la historia parece que va dos pasitos pa´lante y tres pa´trás, pues voy y la cambio a mi gusto.
Y como a mi el que me gusta es el Rober... pues también cambio la historia.
Creo que me he metio en un ebolao del que no voy a saber salir pero bueno, todo sea por dar ideas a los guionistas de nuestros amores. Ya me direis...
_____________________________________________________________________________
Capítulo 1
Parecía un sitio tranquilo, alejado del camino, seguro que por allí no pasaba gente con regularidad. La hierba que tapizaba la orilla del río era alta y estaba sin pisar así que decidió desmontar y descansar unos minutos.
- No puedo estar ya muy lejos de ese maldito pueblo. ¿Es que no había un lugar más perdido donde esconderte Sara?- dijo en voz alta mientras ataba el caballo a uno de los árboles que extendían sus ramas sobre el agua.
Mientras estiraba los músculos, agarrotados después de tan larga jornada a caballo, vio su reflejo en el remanso que el río formaba a pocos metros de allí. Miró hacia ambos lados y, al no ver a nadie y comprobar que el caballo se alimentaba tranquilamente, sonrió y comenzó a despojarse de sus vestimentas hasta quedar en ropa interior. Se adentró en el agua hasta que ésta le llegó hasta la cintura, entonces extendió los brazos y se dejó caer hacia atrás. Movía los brazos y las piernas lo indispensable para no alejarse demasiado de la orilla y mantenerse a flote, sintiendo cómo la corriente masajeaba su cuerpo. Sabía que la ropa que aún llevaba puesta, al mojarse, dejaría al descubierto las formas de su cuerpo, pero le daba igual, además, sería demasiada casualidad que alguien pasara por allí en ese momento.
Y como la historia parece que va dos pasitos pa´lante y tres pa´trás, pues voy y la cambio a mi gusto.
Y como a mi el que me gusta es el Rober... pues también cambio la historia.
Creo que me he metio en un ebolao del que no voy a saber salir pero bueno, todo sea por dar ideas a los guionistas de nuestros amores. Ya me direis...
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Capítulo 1
Parecía un sitio tranquilo, alejado del camino, seguro que por allí no pasaba gente con regularidad. La hierba que tapizaba la orilla del río era alta y estaba sin pisar así que decidió desmontar y descansar unos minutos.
- No puedo estar ya muy lejos de ese maldito pueblo. ¿Es que no había un lugar más perdido donde esconderte Sara?- dijo en voz alta mientras ataba el caballo a uno de los árboles que extendían sus ramas sobre el agua.
Mientras estiraba los músculos, agarrotados después de tan larga jornada a caballo, vio su reflejo en el remanso que el río formaba a pocos metros de allí. Miró hacia ambos lados y, al no ver a nadie y comprobar que el caballo se alimentaba tranquilamente, sonrió y comenzó a despojarse de sus vestimentas hasta quedar en ropa interior. Se adentró en el agua hasta que ésta le llegó hasta la cintura, entonces extendió los brazos y se dejó caer hacia atrás. Movía los brazos y las piernas lo indispensable para no alejarse demasiado de la orilla y mantenerse a flote, sintiendo cómo la corriente masajeaba su cuerpo. Sabía que la ropa que aún llevaba puesta, al mojarse, dejaría al descubierto las formas de su cuerpo, pero le daba igual, además, sería demasiada casualidad que alguien pasara por allí en ese momento.
#541
07/07/2011 00:58
PRECIOSA escena Roberta!!!
#542
07/07/2011 15:59
Hoy va a ser cortito, a la noche no creo que pueda conectarme y voy a estar toda la tarde fuera de casa, así que ni capítulo ni nada de nada.
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Aquella noche fue la primera, desde que volvieron de Sevilla, que pasaron juntos sin hacer el amor; no lo necesitaban, no aquella noche. Sus cuerpos se acomodaron el uno al otro; la espalda de ella, contra el pecho de él, las piernas flexionadas copiando el mismo ángulo. Natalia sentía el cálido aliento de Roberto en su nuca, él había apartado el largo cabello de ella para poder depositar tiernos besos en su cuello y su hombro antes de quedarse dormido, pero ella no dormiría aquella noche. Aquella noche permanecería en vela, sintiendo el cuerpo de su amante pegado al suyo, extasiada con la sensación de sentir su aliento en la piel, decidiendo si iba a ser lo suficientemente fuerte como para cambiar su vida por amor a él.
Roberto tampoco pudo dormir, sentía a Natalia tranquila, relajada entre sus brazos, entregada. Jamás pensó que se pudiese sentir tanto amor por alguien, tanta necesidad por otra persona, ser feliz tan solo por ver a otro feliz… y sentir dolor por ver a otro sufrir. Necesitaba a aquella mujer en su vida tanto como al aire que respiraba, el alimento que tomaba o el agua que bebía; no iba a ser capaz de dejarla ir, no podía permitir que volviese a su vida anterior, a su vida lejos de él. Era un gesto egoísta por su parte pero no podía evitarlo, estaba acostumbrado a las privaciones, a no tener derechos, a ver cómo los demás disfrutaban lo que a él se le negaba por el simple hecho de haber nacido en una familia pobre, humilde, pero Natalia…, a Natalia no la podía perder, no iba a dejar que los prejuicios sociales se la arrebataran. Ella se había fijado en él, lo había ayudado sin pedir nada a cambio, lo había tratado con educación, con buenos modales, como a una persona válida, no como a un hombre de segunda categoría. ¿Tendría el valor suficiente para hablar, para decirle que la amaba, para pedirle que no se fuera, que no lo abandonara?
- ¿Duermes?- preguntó Roberto en susurros horas después.
- Si – dijo Natalia sonriendo. Pero no, no había dormido en ningún momento a lo largo de la noche. Al darse cuenta de que él tampoco dormía se giró y cambió de postura hasta quedar frente a frente. Se miraron un instante sonriendo y después Natalia se recostó sobre el pecho de Roberto; él no dejaba de acariciarla a través de las ropas y ella dejo escapar un suspiro de satisfacción. Roberto se había acostumbrado a escucharla, cada uno de los ruiditos, gemidos o susurros que dejaba escapar Natalia tenía un significado y él los iba conociendo poco a poco; además, le excitaban tanto o más que cualquier palabra que ella pudiese decir.
- Podría pasar así el resto de mi vida – continuó Natalia. Era cierto, junto a Roberto no tenía miedo a nada, los problemas desaparecían, las tristezas eran menores. Decidió que lo intentaría, ¿qué podía perder? Si Roberto no sentía nada por ella continuaría con su plan de volver a casa el sábado, pero, si él le correspondía…. De todos modos esperaría hasta el último día para hablar, tenía que pensar cómo hacerlo, qué decirle, cuándo…y no quería arriesgarse a sufrir un rechazo y perder la oportunidad de disfrutar de los días que les quedaban juntos, aunque fuesen una mentira.
- Yo también… – aquella frase fue lo que necesitó Roberto para decidirse. Lucharía por Natalia. Él no tenía una posición, dinero, influencias que ofrecerle, tan solo su amor incondicional y su vida entera, ¿sería eso suficiente para ella? El problema era cómo planteárselo, cómo expresarle sus sentimientos, cómo hacerle ver que ella era toda su vida; ante ella se sentía desarmado, toda la elocuencia que le caracterizaba cuando arengaba a la gente desaparecía en presencia de Natalia, quedando tan solo un hombre sencillo y locamente enamorado.
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Aquella noche fue la primera, desde que volvieron de Sevilla, que pasaron juntos sin hacer el amor; no lo necesitaban, no aquella noche. Sus cuerpos se acomodaron el uno al otro; la espalda de ella, contra el pecho de él, las piernas flexionadas copiando el mismo ángulo. Natalia sentía el cálido aliento de Roberto en su nuca, él había apartado el largo cabello de ella para poder depositar tiernos besos en su cuello y su hombro antes de quedarse dormido, pero ella no dormiría aquella noche. Aquella noche permanecería en vela, sintiendo el cuerpo de su amante pegado al suyo, extasiada con la sensación de sentir su aliento en la piel, decidiendo si iba a ser lo suficientemente fuerte como para cambiar su vida por amor a él.
Roberto tampoco pudo dormir, sentía a Natalia tranquila, relajada entre sus brazos, entregada. Jamás pensó que se pudiese sentir tanto amor por alguien, tanta necesidad por otra persona, ser feliz tan solo por ver a otro feliz… y sentir dolor por ver a otro sufrir. Necesitaba a aquella mujer en su vida tanto como al aire que respiraba, el alimento que tomaba o el agua que bebía; no iba a ser capaz de dejarla ir, no podía permitir que volviese a su vida anterior, a su vida lejos de él. Era un gesto egoísta por su parte pero no podía evitarlo, estaba acostumbrado a las privaciones, a no tener derechos, a ver cómo los demás disfrutaban lo que a él se le negaba por el simple hecho de haber nacido en una familia pobre, humilde, pero Natalia…, a Natalia no la podía perder, no iba a dejar que los prejuicios sociales se la arrebataran. Ella se había fijado en él, lo había ayudado sin pedir nada a cambio, lo había tratado con educación, con buenos modales, como a una persona válida, no como a un hombre de segunda categoría. ¿Tendría el valor suficiente para hablar, para decirle que la amaba, para pedirle que no se fuera, que no lo abandonara?
- ¿Duermes?- preguntó Roberto en susurros horas después.
- Si – dijo Natalia sonriendo. Pero no, no había dormido en ningún momento a lo largo de la noche. Al darse cuenta de que él tampoco dormía se giró y cambió de postura hasta quedar frente a frente. Se miraron un instante sonriendo y después Natalia se recostó sobre el pecho de Roberto; él no dejaba de acariciarla a través de las ropas y ella dejo escapar un suspiro de satisfacción. Roberto se había acostumbrado a escucharla, cada uno de los ruiditos, gemidos o susurros que dejaba escapar Natalia tenía un significado y él los iba conociendo poco a poco; además, le excitaban tanto o más que cualquier palabra que ella pudiese decir.
- Podría pasar así el resto de mi vida – continuó Natalia. Era cierto, junto a Roberto no tenía miedo a nada, los problemas desaparecían, las tristezas eran menores. Decidió que lo intentaría, ¿qué podía perder? Si Roberto no sentía nada por ella continuaría con su plan de volver a casa el sábado, pero, si él le correspondía…. De todos modos esperaría hasta el último día para hablar, tenía que pensar cómo hacerlo, qué decirle, cuándo…y no quería arriesgarse a sufrir un rechazo y perder la oportunidad de disfrutar de los días que les quedaban juntos, aunque fuesen una mentira.
- Yo también… – aquella frase fue lo que necesitó Roberto para decidirse. Lucharía por Natalia. Él no tenía una posición, dinero, influencias que ofrecerle, tan solo su amor incondicional y su vida entera, ¿sería eso suficiente para ella? El problema era cómo planteárselo, cómo expresarle sus sentimientos, cómo hacerle ver que ella era toda su vida; ante ella se sentía desarmado, toda la elocuencia que le caracterizaba cuando arengaba a la gente desaparecía en presencia de Natalia, quedando tan solo un hombre sencillo y locamente enamorado.
#543
07/07/2011 16:04
que bonito roberta! por favor que se declaren ya!!!!
gracias
gracias
#544
07/07/2011 18:51
Tiene que hablar si,si que hablen roberta que hablando se entenderan ya que los dos quieren lo mismo
que lastima que eugenia no tenga un balcon para que roberto entre por el,y nos regalen escenas como las que tu nos relatas roberta
que lastima que eugenia no tenga un balcon para que roberto entre por el,y nos regalen escenas como las que tu nos relatas roberta
#545
07/07/2011 19:43
Bravo!!!
#546
07/07/2011 19:50
Por Dios, Roberta, no sé si lloro más con la serie o con tu historia, por favor, que belleza, que sentimiento transmites, que REAL................
Ufffffffffffff, con tanto sufrir entre unos y otros, yo acabo en el psiquiátrico, fijo.
Ufffffffffffff, con tanto sufrir entre unos y otros, yo acabo en el psiquiátrico, fijo.
#547
07/07/2011 19:55
Por supuesto que sería suficiente para ella, Roberto. Está deseando que se lo digas.
Ay Roberta, que bonito. ME encanta tu historia. Graciasss.
Que hablen. Que sean sinceros. Que abran su corázón el uno al otro. Qué emoción.
Ay Roberta, que bonito. ME encanta tu historia. Graciasss.
Que hablen. Que sean sinceros. Que abran su corázón el uno al otro. Qué emoción.
#548
07/07/2011 20:35
Bueno eso de que Eugenia no tenga balcón no lo sabemos! Igual si hay!!!
Por cierto muy chula la escena!
Por cierto muy chula la escena!
#549
08/07/2011 20:40
Ayyyyyyyyyyyyy post, ¡qué lejos estabas! ¡lo que me ha costado encontrarte!
No puede ser que nos mareen tanto los guionistas, que no hacemos más que escribir y escribir.......
Vamos a reirnos un poco.
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Capítulo 35
- Voy a intentarlo – Natalia se sentó a desayunar junto a Sara, quien se había levantado temprano.
- ¿Qué es lo que vas a intentar? – dijo Sara extrañada, ¿aquello era modo de dar los buenos días? - ¿Lo vas a hacer? – en aquel momento Sara cayó en la cuenta de a qué se refería su prima.
- Sí, ¿qué puedo perder? – dijo Natalia con una sonrisa triste; pero sus ojos no lo estaban, volvían a brillar, - aunque…aún no sé cómo, ni cuándo voy a hacerlo.
- ¿Hacer qué, chiquilla? – preguntó La Maña.
- Nada. - contestó rápidamente Natalia, mientras hacía un gesto con los ojos a Sara para pedirle que permaneciera callada.
- ¿Cómo que nada? Vosotras estáis tramando algo. – dijo sentándose a su lado.
- ¿Quiénes, nosotras?- preguntó Sara sonriendo. Natalia la miraba con cara de querer asesinarla, ¿cómo podía estar burlándose de ella de ese modo?
- Si, vosotras… pero si no queréis contarme nada, – comenzó a decir La Maña ofendida – no tenéis más que decirlo.
- No es eso, Maña, es tan solo… algo sin importancia – dijo Natalia intentando disimular mientras picoteaba del plato de su prima - Sara la miró intentando contener la risa. Algo sin importancia… su prima acababa de anunciarle que iba a declararse a un hombre y lo definía como algo sin importancia. – Es un… negocio.
- Si, mi prima está pensando en la mejor manera de proponer un negocio a alguien – Sara enfatizó ligeramente las palabras proponer un negocio, la Maña no se dio cuenta pero Natalia sí.
- ¡Qué jovencitas tan emprendedoras! ¿Creéis que yo podría participar de ese negocio? Tengo unos ahorrillos y… – cuando Natalia escuchó semejante pregunta se atragantó y empezó a toser – Muchacha, tan solo preguntaba… no hacía falta que te echases a morir… - y comenzó a darle golpecitos en la espalda.
- Lo que ocurre es que todavía no tiene clara la viabilidad del proyecto – Sara intentó echarle una mano.
- Proyecto…, viabi… ¡Ay, por Dios! ¡Qué palabras más extrañas utilizáis vosotras! Pues eso, que si es posible me gustaría entrar en ese negocio… tú te lo piensas y me dices. – mientras se alejaba hacia la cocina seguía hablando – Voy a traerte algo de desayunar, que te estás comiendo todo lo que le he traído a Sara.
- ¿Y qué le vas a decir…? – pregunto Sara curiosa
- Que al final no tiene viabilidad el proyecto, ¿qué quieres que le diga? – respondió Natalia.
- A la Maña no, a… Roberto – dijo Sara bajando la voz.
- No lo sé - dijo Natalia suspirando – la verdad es que no lo sé. ¿Y tú? ¿Cómo es que estás tan risueña? – preguntó Natalia cambiando de tema.
- Voy a ir a hablar con el Gobernador – dijo Sara en tono esperanzado – No puedo esperar más, no quiero esperar más, cada día que paso sin Miguel es… eterno, triste y vacío. Tengo que hacer algo ya, aunque sea intentarlo.
- Pues ya estoy aquí… - dijo la Maña, volviendo con el desayuno de Natalia.
- Maña…
- ¿Sí, Natalia?
- Que si el negocio sale adelante, - dijo mirando de reojo a su prima – serás una de las primeras personas en saberlo – lo extraño es que no se hubiese enterado ya de que Roberto entraba cada noche por la ventana de su habitación y se quedaba hasta el amanecer.
- Pues muy bien…, que aproveche, niñas. – comentó la maña volviendo a sus quehaceres. Aquellas dos estaban hablando de otro tipo de negocio, sospechaba que del negocio que también la noche anterior había tenido ocupada a Natalia; aún no podía ponerle nombre, pero lo haría.
- Bueno, - dijo Sara levantándose de la mesa – cuanto antes vaya antes volveré. Deséame suerte con el Gobernador.
- No la necesitas, tienes pruebas y la razón de tu parte. Tranquila, todo saldrá bien. – dijo Natalia confiada.
- ¿Y tú?
- Yo… no sé, tal vez vaya a la imprenta a sustituirte mientras regresas, necesito tiempo para pensar.
- Sí, pero no demasiado… te recuerdo que estamos a martes y…
- Ya sé que estamos a martes – dijo Natalia en tono triste – y también sé que el sábado después de comer parte la diligencia.
- Entonces ya tienes bien claro cual es tu límite…
- Si, lo sé, lo sé muy bien.
No puede ser que nos mareen tanto los guionistas, que no hacemos más que escribir y escribir.......
Vamos a reirnos un poco.
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Capítulo 35
- Voy a intentarlo – Natalia se sentó a desayunar junto a Sara, quien se había levantado temprano.
- ¿Qué es lo que vas a intentar? – dijo Sara extrañada, ¿aquello era modo de dar los buenos días? - ¿Lo vas a hacer? – en aquel momento Sara cayó en la cuenta de a qué se refería su prima.
- Sí, ¿qué puedo perder? – dijo Natalia con una sonrisa triste; pero sus ojos no lo estaban, volvían a brillar, - aunque…aún no sé cómo, ni cuándo voy a hacerlo.
- ¿Hacer qué, chiquilla? – preguntó La Maña.
- Nada. - contestó rápidamente Natalia, mientras hacía un gesto con los ojos a Sara para pedirle que permaneciera callada.
- ¿Cómo que nada? Vosotras estáis tramando algo. – dijo sentándose a su lado.
- ¿Quiénes, nosotras?- preguntó Sara sonriendo. Natalia la miraba con cara de querer asesinarla, ¿cómo podía estar burlándose de ella de ese modo?
- Si, vosotras… pero si no queréis contarme nada, – comenzó a decir La Maña ofendida – no tenéis más que decirlo.
- No es eso, Maña, es tan solo… algo sin importancia – dijo Natalia intentando disimular mientras picoteaba del plato de su prima - Sara la miró intentando contener la risa. Algo sin importancia… su prima acababa de anunciarle que iba a declararse a un hombre y lo definía como algo sin importancia. – Es un… negocio.
- Si, mi prima está pensando en la mejor manera de proponer un negocio a alguien – Sara enfatizó ligeramente las palabras proponer un negocio, la Maña no se dio cuenta pero Natalia sí.
- ¡Qué jovencitas tan emprendedoras! ¿Creéis que yo podría participar de ese negocio? Tengo unos ahorrillos y… – cuando Natalia escuchó semejante pregunta se atragantó y empezó a toser – Muchacha, tan solo preguntaba… no hacía falta que te echases a morir… - y comenzó a darle golpecitos en la espalda.
- Lo que ocurre es que todavía no tiene clara la viabilidad del proyecto – Sara intentó echarle una mano.
- Proyecto…, viabi… ¡Ay, por Dios! ¡Qué palabras más extrañas utilizáis vosotras! Pues eso, que si es posible me gustaría entrar en ese negocio… tú te lo piensas y me dices. – mientras se alejaba hacia la cocina seguía hablando – Voy a traerte algo de desayunar, que te estás comiendo todo lo que le he traído a Sara.
- ¿Y qué le vas a decir…? – pregunto Sara curiosa
- Que al final no tiene viabilidad el proyecto, ¿qué quieres que le diga? – respondió Natalia.
- A la Maña no, a… Roberto – dijo Sara bajando la voz.
- No lo sé - dijo Natalia suspirando – la verdad es que no lo sé. ¿Y tú? ¿Cómo es que estás tan risueña? – preguntó Natalia cambiando de tema.
- Voy a ir a hablar con el Gobernador – dijo Sara en tono esperanzado – No puedo esperar más, no quiero esperar más, cada día que paso sin Miguel es… eterno, triste y vacío. Tengo que hacer algo ya, aunque sea intentarlo.
- Pues ya estoy aquí… - dijo la Maña, volviendo con el desayuno de Natalia.
- Maña…
- ¿Sí, Natalia?
- Que si el negocio sale adelante, - dijo mirando de reojo a su prima – serás una de las primeras personas en saberlo – lo extraño es que no se hubiese enterado ya de que Roberto entraba cada noche por la ventana de su habitación y se quedaba hasta el amanecer.
- Pues muy bien…, que aproveche, niñas. – comentó la maña volviendo a sus quehaceres. Aquellas dos estaban hablando de otro tipo de negocio, sospechaba que del negocio que también la noche anterior había tenido ocupada a Natalia; aún no podía ponerle nombre, pero lo haría.
- Bueno, - dijo Sara levantándose de la mesa – cuanto antes vaya antes volveré. Deséame suerte con el Gobernador.
- No la necesitas, tienes pruebas y la razón de tu parte. Tranquila, todo saldrá bien. – dijo Natalia confiada.
- ¿Y tú?
- Yo… no sé, tal vez vaya a la imprenta a sustituirte mientras regresas, necesito tiempo para pensar.
- Sí, pero no demasiado… te recuerdo que estamos a martes y…
- Ya sé que estamos a martes – dijo Natalia en tono triste – y también sé que el sábado después de comer parte la diligencia.
- Entonces ya tienes bien claro cual es tu límite…
- Si, lo sé, lo sé muy bien.
#550
08/07/2011 22:48
Ay Roberta que tengo abandonados mis post favoritos con el trauma este del "dia después del 4J". Muchas gracias por tu relato, me encanta, ya lo sabes.
#551
08/07/2011 23:23
Ayyy Roberta, Natalia está dispuesta a hablarle de sus sentimientos a Roberto, aunque puede que él se le adelante, no? Me encanta.
#552
09/07/2011 00:03
Roberta, preciosa la escena de la cama, es verdad hay veces que no se necesita nada más, solo abrazarse y sentir al otro a tu lado, snif, me encanta el relato, sigue por fa
#553
09/07/2011 00:09
jajaja, como para no atragantarse. Las primas hablando en clave y la Maña, que no es tonta y al final se ha coscado de todo, pidiendo entrar en el negocio. Ya les vale.
Muy bueno Roberta. Tu historia me encanta.
Muy bueno Roberta. Tu historia me encanta.
#554
09/07/2011 00:38
Gracias roberta
#555
09/07/2011 23:15
Ay!! que maravilla de historia. Me encanta. Y leerla de tirón es un gustazo.
Me rio, me emociono, me sube la temperatura...
Gracias Roberta.
Me rio, me emociono, me sube la temperatura...
Gracias Roberta.
#556
10/07/2011 00:24
Muy buen negocio, Roberta. Espero que prospere.
Foroascensor ¡¡¡¡
Foroascensor ¡¡¡¡
#557
10/07/2011 14:56
Muchas gracias por vuestros ánimos y los comentarios...
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Capitulo 36
Sara caminaba por las calles de Arazana en su camino hacia la residencia del Gobernador Hermida. Estaba emocionada a la vez que asustada, tenía miedo de que la posibilidad de un futuro al lado de Miguel Romero dependiese totalmente de aquella entrevista. Había pasado por la imprenta para recoger todos los datos que había ido recopilando desde su llegada a Arazana en contra del capitán de la Guardia Civil, y éstos eran bastantes, esperaba que el gobernador los considerase suficientes.
- Buenos días. – dijo cuando una criada le abrió la puerta – Desearía hablar un momento con el señor gobernador. ¿Podría anunciar mi visita?
La criada la hizo pasar hasta un pequeño saloncito decorado con buen gusto y sencillez, demasiada sencillez para tratarse de la casa del gobernador de la provincia, pensó. Sara se entretuvo en curiosear los libros que descansaban en una de las estanterías mientras la empleada procedía a avisar a su patrón. Eran libros que abarcaban todas las materias, literatura clásica, escritores modernos, poesía, teatro, libros de leyes… era evidente que los Hermida eran personas cultas e instruidas, por eso era tan extraño que se hubiesen instalado en un pequeño pueblo como Arazana.
Sara se sentó en un sillón junto a la puerta por la que había salido la empleada de servicio y se dispuso a esperar. Tamborileaba con los dedos sobre la carpeta en donde guardaba la documentación que acusaba al capitán Olmedo cuando oyó cómo una puerta se cerraba dando un portazo.
- No me cierres la puerta en la cara, Elvira – escuchó que decía una voz desde el fondo del pasillo.
- Pues no me sigas – oyó que contestaba una voz femenina de muy malos modos.
- Elvira, por favor, vamos a hablar – don Abel, pues era él quien discutía con su esposa, había bajado el tono de su voz, pero aún así Sara podía distinguir perfectamente sus palabras.
- No hay nada de que hablar, Abel. Hemos llegado a un punto en el que ya no tenemos nada de que hablar. – Sara se sentía muy incómoda escuchando aquella conversación, pero prefería quedarse escondida escuchando y esperar que no la descubrieran antes de que pudiera escabullirse, que interrumpirles, provocando una situación aún más incómoda.
- Elvira, espera, yo…
- Abel, déjalo. – la voz de Elvira sonaba muy triste, abatida, vencida - Ya estoy cansada, muy cansada, y al fin me he dado por vencida. Han sido muchos años, demasiados, golpeándome contra una pared sin conseguir ningún resultado. Jamás…, jamás pretendí que te olvidaras de ella, – Elvira había comenzado a llorar, las palabras salían entrecortadas de su boca – las cosas quedaron muy claras desde el principio entre nosotros. Sabía que…
- Elvira, deja que te explique.
- No, déjame hablar, deja que saque de una vez el dolor que lleva comiéndome las entrañas todos estos años. Sabía que cuando nos casamos seguías amándola, esperé que su recuerdo quedase en el fondo de tu corazón y te abrieses a mí, me dieses una oportunidad. Ella no iba a volver, jamás nos tendrías a las dos frente a frente, ni te verías en el dilema de tener que escoger. Pero estaba equivocada, su fantasma ha estado entre nosotros desde siempre. No debimos casarnos, no debiste proponerme matrimonio… y yo no debí aceptar. ¿Quieres que te diga una cosa? La odio. Sí, la odio, odio a una mujer a la que nunca conocí.
- No digas eso.
- ¿Por qué? ¿Cómo puedes seguir defendiéndola? Jamás te dijo que había tenido un hijo tuyo, ni que lo abandonó. Murió sin darte la oportunidad de cuidar de tu hijo, Abel. Ni siquiera se preocupó de avisarte, te enteraste mucho después y por casualidad, cuando habían pasado ya varios meses de todo aquello.
- Elvira… - la voz del gobernador parecía suplicante, no quería seguir escuchando a su esposa.
- No, no me interrumpas. Ya acabo, no volverás a oírme mencionar este tema nunca más, pero necesito que sepas cómo me siento. Cuando… cuando nos casamos, sabía que tan solo sentías aprecio por mí, que de entre las muchachas que conocías, yo era la que mejor podía desempeñar el papel de esposa de un joven y prometedor político y por eso me escogiste. ¡Yo te amaba, Abel!; - la voz de Elvira era desgarradora - pensé, soñé, que algún día vendrías a mí diciendo que me querías, que ya no pensabas en ella, que te habías dado cuenta de que tenías que seguir adelante… pero no, los días pasaban y seguías pensando en ella, los meses pasaban y no te acercabas a mí, los años pasaban y seguíamos distanciados, cada vez más. Durante años te busqué cada noche, ¿lo recuerdas? Pero… un día me di por vencida, yo jamás pude darte un hijo en el que pudieses volcar todo el amor que tenías y sigues teniendo guardado para el que te dio ella. Tampoco permitiste que te ayudara a buscarlo, decidiste que era algo solamente tuyo, tu responsabilidad, tu dolor. Ya no voy a seguir desesperándome porque no me amas, ya no voy a seguir molestándote con mis reproches. Seguiremos siendo el perfecto matrimonio de puertas hacia fuera, mientras de puertas hacia adentro somos dos desconocidos que viven bajo el mismo techo, dos desconocidos que no supieron sobreponerse al dolor y formar un hogar. Permíteme decirte que espero que algún día llegues a encontrar a tu hijo y que juntos podáis por fin formar una familia, esa familia que María Montoya se encargó de negarnos a todos abandonando a vuestro hijo a las puertas de un convento.
Sara había permanecido sentada en el sillón durante toda la conversación, no podía creer lo que acababa de escuchar, María Montoya y Abel Hermida habían tenido un hijo al que ella abandonó a las puertas de un convento, un hijo del que el gobernador no tuvo conocimiento hasta después de la muerte de María, hasta después de la muerte de su madre. Ella era ese hijo, Abel Hermida era su padre, un padre que siempre la había buscado según pudo entender de las palabras que había escuchado. Aún no estaba preparada, no podía asimilar aquellas palabras, aquella información. Llevaba meses intentando descubrir algo sobre su padre, y ahora que lo tenía a pocos metros de ella, no sabía cómo reaccionar. Necesitaba tiempo para pensar, para que toda aquella información encajase en su mente, para…
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Capitulo 36
Sara caminaba por las calles de Arazana en su camino hacia la residencia del Gobernador Hermida. Estaba emocionada a la vez que asustada, tenía miedo de que la posibilidad de un futuro al lado de Miguel Romero dependiese totalmente de aquella entrevista. Había pasado por la imprenta para recoger todos los datos que había ido recopilando desde su llegada a Arazana en contra del capitán de la Guardia Civil, y éstos eran bastantes, esperaba que el gobernador los considerase suficientes.
- Buenos días. – dijo cuando una criada le abrió la puerta – Desearía hablar un momento con el señor gobernador. ¿Podría anunciar mi visita?
La criada la hizo pasar hasta un pequeño saloncito decorado con buen gusto y sencillez, demasiada sencillez para tratarse de la casa del gobernador de la provincia, pensó. Sara se entretuvo en curiosear los libros que descansaban en una de las estanterías mientras la empleada procedía a avisar a su patrón. Eran libros que abarcaban todas las materias, literatura clásica, escritores modernos, poesía, teatro, libros de leyes… era evidente que los Hermida eran personas cultas e instruidas, por eso era tan extraño que se hubiesen instalado en un pequeño pueblo como Arazana.
Sara se sentó en un sillón junto a la puerta por la que había salido la empleada de servicio y se dispuso a esperar. Tamborileaba con los dedos sobre la carpeta en donde guardaba la documentación que acusaba al capitán Olmedo cuando oyó cómo una puerta se cerraba dando un portazo.
- No me cierres la puerta en la cara, Elvira – escuchó que decía una voz desde el fondo del pasillo.
- Pues no me sigas – oyó que contestaba una voz femenina de muy malos modos.
- Elvira, por favor, vamos a hablar – don Abel, pues era él quien discutía con su esposa, había bajado el tono de su voz, pero aún así Sara podía distinguir perfectamente sus palabras.
- No hay nada de que hablar, Abel. Hemos llegado a un punto en el que ya no tenemos nada de que hablar. – Sara se sentía muy incómoda escuchando aquella conversación, pero prefería quedarse escondida escuchando y esperar que no la descubrieran antes de que pudiera escabullirse, que interrumpirles, provocando una situación aún más incómoda.
- Elvira, espera, yo…
- Abel, déjalo. – la voz de Elvira sonaba muy triste, abatida, vencida - Ya estoy cansada, muy cansada, y al fin me he dado por vencida. Han sido muchos años, demasiados, golpeándome contra una pared sin conseguir ningún resultado. Jamás…, jamás pretendí que te olvidaras de ella, – Elvira había comenzado a llorar, las palabras salían entrecortadas de su boca – las cosas quedaron muy claras desde el principio entre nosotros. Sabía que…
- Elvira, deja que te explique.
- No, déjame hablar, deja que saque de una vez el dolor que lleva comiéndome las entrañas todos estos años. Sabía que cuando nos casamos seguías amándola, esperé que su recuerdo quedase en el fondo de tu corazón y te abrieses a mí, me dieses una oportunidad. Ella no iba a volver, jamás nos tendrías a las dos frente a frente, ni te verías en el dilema de tener que escoger. Pero estaba equivocada, su fantasma ha estado entre nosotros desde siempre. No debimos casarnos, no debiste proponerme matrimonio… y yo no debí aceptar. ¿Quieres que te diga una cosa? La odio. Sí, la odio, odio a una mujer a la que nunca conocí.
- No digas eso.
- ¿Por qué? ¿Cómo puedes seguir defendiéndola? Jamás te dijo que había tenido un hijo tuyo, ni que lo abandonó. Murió sin darte la oportunidad de cuidar de tu hijo, Abel. Ni siquiera se preocupó de avisarte, te enteraste mucho después y por casualidad, cuando habían pasado ya varios meses de todo aquello.
- Elvira… - la voz del gobernador parecía suplicante, no quería seguir escuchando a su esposa.
- No, no me interrumpas. Ya acabo, no volverás a oírme mencionar este tema nunca más, pero necesito que sepas cómo me siento. Cuando… cuando nos casamos, sabía que tan solo sentías aprecio por mí, que de entre las muchachas que conocías, yo era la que mejor podía desempeñar el papel de esposa de un joven y prometedor político y por eso me escogiste. ¡Yo te amaba, Abel!; - la voz de Elvira era desgarradora - pensé, soñé, que algún día vendrías a mí diciendo que me querías, que ya no pensabas en ella, que te habías dado cuenta de que tenías que seguir adelante… pero no, los días pasaban y seguías pensando en ella, los meses pasaban y no te acercabas a mí, los años pasaban y seguíamos distanciados, cada vez más. Durante años te busqué cada noche, ¿lo recuerdas? Pero… un día me di por vencida, yo jamás pude darte un hijo en el que pudieses volcar todo el amor que tenías y sigues teniendo guardado para el que te dio ella. Tampoco permitiste que te ayudara a buscarlo, decidiste que era algo solamente tuyo, tu responsabilidad, tu dolor. Ya no voy a seguir desesperándome porque no me amas, ya no voy a seguir molestándote con mis reproches. Seguiremos siendo el perfecto matrimonio de puertas hacia fuera, mientras de puertas hacia adentro somos dos desconocidos que viven bajo el mismo techo, dos desconocidos que no supieron sobreponerse al dolor y formar un hogar. Permíteme decirte que espero que algún día llegues a encontrar a tu hijo y que juntos podáis por fin formar una familia, esa familia que María Montoya se encargó de negarnos a todos abandonando a vuestro hijo a las puertas de un convento.
Sara había permanecido sentada en el sillón durante toda la conversación, no podía creer lo que acababa de escuchar, María Montoya y Abel Hermida habían tenido un hijo al que ella abandonó a las puertas de un convento, un hijo del que el gobernador no tuvo conocimiento hasta después de la muerte de María, hasta después de la muerte de su madre. Ella era ese hijo, Abel Hermida era su padre, un padre que siempre la había buscado según pudo entender de las palabras que había escuchado. Aún no estaba preparada, no podía asimilar aquellas palabras, aquella información. Llevaba meses intentando descubrir algo sobre su padre, y ahora que lo tenía a pocos metros de ella, no sabía cómo reaccionar. Necesitaba tiempo para pensar, para que toda aquella información encajase en su mente, para…
#558
10/07/2011 15:02
Wow !!!!
Vaya escena, Roberta. Y Sara ahí, escuchándolo todo.
Sigue en cuanto puedas.
Graciass
Vaya escena, Roberta. Y Sara ahí, escuchándolo todo.
Sigue en cuanto puedas.
Graciass
#559
10/07/2011 15:32
Joderrrrrrrrrrr Roberta!!! Me gusta más la forma en la que Sara descubre quien es su padre en tu relato que en la serie. Muuuuuuuy fuerte... Sigue en cuanto puedas!!!
#560
10/07/2011 15:51
Roberta, a ver si está tarde que parece que esto estará tranquilo, aprovecho para leer varios de tus episodios que los tengo atrasados!!!! y así me pongo por fín la día.