Como no me gusta la historia... voy y la cambio (Natalia y Roberto)

Ay, ay, ayyyyy... q se liará parda... me veo al Rober en el calabozo y la Natalia pasandole mendrugos de pan por la ventana, pero disimuladamente no vaya nadie a sospechar jajajaja
a ver como sacan a los jornaleros, pq ne veo venir a las riiissss y miedo me están dando

Roberta, se me había pasado que habías colgado un nuevo trozo de tu relato.

Se va a liar, ya lo estoy viendo...

Ay el momento del roce de las manos ¡¡¡me ha encantado, precioso!!!

Necesitamos un achuchoncillo entre Roberto y Natalia ya ¡por caridad!!!

Gracias a Dios, el incendio se sofocó sin que hubiese ningún herido. Las llamas tampoco habían causado grandes destrozos, tan solo habían ardido unos pocos pastos de escaso valor, todo apuntaba a que había sido una advertencia, ¿pero de qué? El dueño de los pastos era Eustaquio, uno de los detenidos acusados de formar parte de la Mano Negra, por lo que no era posible que aquel incendio estuviese relacionado con los anteriores.

Natalia y Sara observaban los trabajos de extinción desde un alto.
- Lo han hecho bien. – comentó Sara – No ha habido grandes pérdidas y parece que nadie ha resultado herido.
- Shhh, calla. Miguel se acerca.
- ¿Qué hacéis aquí? Es peligroso estar cerca de un incendio.
- No te preocupes, mi amor. El viento soplaba en la otra dirección y hemos estado a salvo en todo momento. – dijo Sara tomándole del brazo. - ¿Está ya apagado del todo?
- Si, aunque habrá que tener cuidado con los rescoldos- dijo Roberto acercándose a ellos por la espalda – si el viento los aviva podría comenzar de nuevo el fuego. – Era evidente que Roberto había estado participando activamente, llegaba jadeante, sudoroso y con la ropa sucia de hollín. Natalia había estado preocupada por él todo el tiempo, le había visto marcharse de la plaza pero después no había podido localizarle en ningún momento.
- Mi teniente, mi teniente.
Morales llegó corriendo hasta donde se encontraban las dos parejas y cuadrándose comenzó a hacer aspavientos intentando tomar aire.
- Descanse Morales, ¿qué le ocurre?
- Teniente, Roberto, milady,… milady Natalia. Hemos encontrado esto clavado en un árbol. Mire, mire – dijo tendiéndole un papel a Miguel. Todos se acercaron a mirar qué decía el papel que en esos momentos tenía Miguel en las manos.
- Una nota de la Mano Negra – dijo Roberto.
- Impostores – leyó Miguel.
- Entonces, ¿ha sido la Mano Negra quien ha provocado este incendio? – dijo Sara comenzando a tomar notas.
- Sara, no puedes publicar nada por el momento.- Miguel colocó su mano sobre la libreta de Sara de modo que ella no pudo seguir escribiendo – Entorpecería la investigación.
- Pero…- protestó Sara.
- Entonces, si la Mano Negra ha incendiado este campo y ha dejado una nota con ese mensaje… entonces los detenidos son inocentes. ¿No es así teniente? – preguntó Natalia.
- Eso parece, pero aún debemos seguir investigando. Si me disculpan; Morales, debemos volver a Arazana – y ambos hombres partieron.
- Yo también voy a comprobar si no se ha avivado el fuego. – dijo Roberto mirando directamente a los ojos de Natalia antes de irse él también. Natalia no sabía si el fuego del campo se había avivado, lo único que sabía era que el que ardía en su corazón jamás se apagaría.

A su vuelta a Arazana, Miguel encontró al gobernador en el cuartel. Él también había visto el humo y se había acercado a recabar información.
- Ya le digo que he enviado a mis hombres a que investiguen lo que ha sucedido, señor gobernador – decía Olmedo cuando Miguel y Morales entraron por la puerta. – Mire, aquí les tiene. ¿Qué ha descubierto, teniente Romero?
- Señor Gobernador, capitán – dijeron saludando – Clavada en un árbol hemos encontrado esta nota. - El gobernador fue más rápido que el guardia civil y la tomó en sus manos. – Como pueden ver – continuó Miguel – está firmada por la Mano Negra.
- No puede ser – dijo Olmedo levantándose de la silla. Estaba seguro de que la nota era falsa ya que él era el máximo responsable de todas las fechorías atribuidas a la Mano Negra.
- Exacto, - dijo el gobernador adelantándose – no puede ser que los hombres que tiene usted encerrados sean miembros de la Mano Negra si han sufrido sus represalias. Además, si los tachan de impostores, eso los absuelve.
- Yo me refiero a que … - comenzó Olmedo.
- ¿Si? – preguntó el gobernador.
- Nada, nada. - respondió furioso – Morales, saque del calabozo a los detenidos. - Olmedo no podía llevar la contraria al gobernador sin delatarse; él sabía perfectamente que los acusados eran inocentes.

Muy bueno Roberta. Y muy buen plan.
Me encanta tu historia, ya lo sabes.
Me alegro de que Olmedo vaya pillando.

Bien roberta los jornaleros libres
y que natalia se ocupe de quitarle la camisa sucia a roberto

Pedazo de "incendio" tienen estos dos...

O mandas a Roberto a refrescarse al rio o... mira, mejor dejalo así, mylady Natalia te lo agradecerá jajajajaja

lo subo que se pierde

Un trocito chiquitito... espero a la noche poner un poco más
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Capítulo 28

El resto del día pasó sin sobresaltos; el incendio fue controlado definitivamente y se confirmó que no había habido heridos de ningún tipo. La plaza fue una fiesta cuando, por fin, los detenidos fueron liberados. Al caer la noche, Natalia cenó en la posada de la Maña en compañía de Sara y Miguel. Hablaron de la liberación de los detenidos y de las posibles represalias que Olmedo pudiera tomar, pero pronto cambiaron de tema, aquel era un día para disfrutar y divertirse, no para tratar temas tristes. Miguel comenzó a hablarles sobre las anécdotas que le ocurrían con Morales, aquel hombre era una fuente inagotable de casos curiosos, era imposible aburrirse con él. Sara no podía dejar de mirar a Miguel embelesada y a él le ocurría otro tanto observando a su novia; Natalia los observaba a ambos, era tan evidente el amor que se profesaban… ¿Sería igualmente evidente el amor que se tenían Roberto y ella? Ángela, su compañera de viaje el día anterior lo había notado nada más verlos; si una desconocida los había descubierto, ¿qué pasaría con la gente de Arazana que sí los conocía?
- Natalia, ¿estás bien? – preguntó Sara.
- Eh, sí, ¿por qué lo dices? – dijo ella saliendo de su aturdimiento.
- Porque llevamos un buen rato mirándote y parecías ida.
- Estaba pensando en mis cosas – dijo ella titubeando. – Acabo de recordar que he olvidado de revisar un documento de los que me envió Luís hace unos días. Será mejor que vaya a echarle un vistazo. – dijo levantándose de la mesa - Sara, mañana te digo si necesito enviarle o no respuesta por telégrafo. Buenas noches.
- Adiós, buenas noches – contestaron Sara y Miguel.
- Sara, ¿Natalia está bien? La encuentro extraña desde su vuelta, como si tuviese la mente en otra parte.
- Tienes razón, supongo que será porque el próximo sábado vuelve a casa. – En parte era por eso, pero Sara estaba segura de que había algo más. Estaba segura de que había pasado algo entre Roberto y ella durante su estancia en Sevilla, lo que no sabía aún era si había sido para bien o para mal; pero lo descubriría antes de su marcha. - Ya tiene los billetes de tren.

Para Roberto había sido una tortura saber que Natalia estaba tan próxima y no poder siquiera acercarse a ella. El roce de sus manos en la plaza del pueblo había sido una sensación deliciosamente cálida y dolorosa a la vez, por la imposibilidad de seguir adelante y dar rienda suelta a sus sentimientos y necesidades. Durante el incendio había estado más pendiente de ella, de si se encontraba bien y a salvo, que del incendio en sí. Todos esos pensamientos llenaban su mente mientras se aseaba en el río de toda la suciedad producida por el incendio, en el mismo lugar en donde se vieron por primera vez. Después, ya de vuelta en casa, cenó silencioso en compañía de su familia; todos, excepto su abuelo, pensaron que por su cabeza rondaban los acontecimientos sucedidos durante el día: el incendio y la detención y posterior liberación de los detenidos, pero él sabía que lo que realmente ocupaba la mente de su nieto era algo muy diferente, Natalia.

Hacía un buen rato que todos se habían retirado a dormir cuando Roberto se levantó y, procurando no hacer ruido, salió de la casa vistiéndose.
- Bonita noche para pasear.
- Hola abuelo, ¿qué hace aquí a estas horas?
- Ya sabes muchacho, los viejos no dormimos mucho. ¿Y tú?
- Me estaré haciendo viejo, porque tampoco puedo dormir – dijo sentándose a su lado y tomando en sus manos dos fichas del tablero de ajedrez que tenía frente a sí.
- No son los años lo que nos impiden dormir a los viejos, Roberto; son las preocupaciones, la vida que hemos vivido, el dolor que hemos sufrido y la felicidad que hemos sentido. Esos recuerdos son los que nos impiden dormir. Sabes que puedes hablar conmigo cuando lo necesites, ¿verdad?
- Sí, abuelo; – dijo forzando una sonrisa – pero no hay nada que contar. Las fichas del ajedrez están sobre el tablero y la partida está perdida.
- Aún no veo que hayan dado jaque mate al rey.
- No, pero está herido de muerte. Buenas noches abuelo. – Roberto le entregó a su abuelo las dos fichas, el rey negro y la reina blanca, y levantándose del asiento comenzó a caminar alejándose de la casa.
- Puede que el corazón del rey negro esté herido de muerte, pero me gustaría saber cómo se encuentra el de la reina blanca. – dijo Cosme colocando de nuevo las piezas sobre el tablero

¿que le impide a roberto ir a ver a natalia?
roberta que natalia seguro que esta despierta

Entrañable, Roberta. LA conversación abuelo/nieto, entrañable.
El resto, genial, como siempre

Y Roberto se va derechito a la posada... o no? jiji

Madre mía, que manera de sufrir, por Dios ¡¡¡¡. Al menos mientras los ds estén en Arazana déjales un poquito de roce, porfi, que lo están pasando fatal, tan cerca y tan lejos a la vez.
Me encanta, Roberta, ya lo sabes, tu historia ha hecho que me vuelva casi fan de Roberto.

Natalia entró en su habitación y cerró la puerta con llave, Roberto no iba a estar con ella para protegerla y volvía a sentir el miedo y la soledad que siempre la acompañaban. Lentamente se despojó de su ropa y se puso el camisón, se sentó frente al espejo y comenzó a cepillarse el cabello como su madre le había enseñado, 100 veces cada noche. Su madre, hacía tanto tiempo que no hablaba con nadie de ella, en los últimos años tan solo lo había hecho con Roberto y con Luis. Ellos eran los hombres más importantes de su vida y representaban los dos mundos en los que estaba inmersa, si pudiese tener los dos… pero aquello era imposible. El modo de vida que representaba Luis era el de los negocios, la alta sociedad, todo su pasado y el de sus ancestros; mientras que Roberto representaba la pasión, la locura, la ilusión por un futuro. No veía la forma de poder compaginar esa doble vida, dejó el cepillo sobre el tocador y levantó la mirada; el espejo le devolvía la imagen de una mujer joven, muy golpeada por la vida que sentía que, una vez más, la felicidad se le escapaba por entre los dedos de las manos. Se limpió las lágrimas que surcaban sus mejillas, se levantó y se acercó a la cama, donde volvió a sentarse. Antes de meterse entre las sábanas abrió el cajón de la mesilla y tomó el arma que allí guardaba, comprobó que estaba cargada y la guardó bajo la almohada.

Llevaba ya un buen rato entre las sábanas, sin poder dormir, acurrucada, cuando oyó un ruido. La luz de la luna que se filtraba a través de la ventana permitía ver una sombra que se movía tras los cristales; Natalia se preparó, metió la mano bajo la almohada y asió con fuerza el arma. La ventana comenzó a abrirse, muy lentamente y alguien entró en la habitación; a pesar de la falta de iluminación, Natalia reconoció al intruso al instante y se dispuso a plantarle cara.
- ¡Alto! Manos arriba, bien arriba, donde pueda verlas sin problemas – dijo en voz baja pero con firmeza.
- ¡Maldita sea! – oyó murmurar.
- Acércate, que te vea bien – dijo poniéndose de rodillas sobre la cama sin dejar de apuntar. El intruso dio un par de pasos hacia la cama – Suficiente, alto – Sin dejar de apuntarle con una mano, con la otra encendió la luz que tenía en la mesilla, ya podía verle con claridad. – Sigue avanzando, ven aquí.
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Alguien si que ha ido a la posada, pero ¿será Roberto?

Joder Roberta, es que si no es el Rober... vamos que yo ya estaba en la siguiente escena, no me quites la ilusión! q el punto que no le veía a Roberto en la serie se lo veo aquí....

Roberta, el Rober te contestó hace dias... no sé si te has enteraoooooooooo!!!:)

No me había dado cuenta JUNIO, gracias por avisar.

De paso le he dejado la respuesta en el post, como parece que te lee..., espero que no te moleste

Roberta esto no se hace
no nos dejes asi...................mucho tiempo

roberta acabo de leer los dos ultimos trozos genial como siempre
sigue q me tienes en ascuas

Roberta, cuando se me pase el ''chock'' por los últimos acontecimientos, prometo hacer de correo entre tú
ú y tu Rober, pero es que me van a matar y no son precisamente los Pérez ni siquiera el ''robocop'' de tu suegro biológico,jajajaja
Me río pa'dentro por no llorar!!!!!.
Me ha encantado tu carta.
edito:mira lo que me ha pasado por poner la tilde...