Foro Bandolera
Pequeños relatos escenas Sara y Miguel (Francino boys)
#0
11/08/2011 11:14
Como creo que tenemos bastantes escenas a la espera y no creo que se nos concedan y nuestra imaginación da para mucho, abro un post para pequeños relatos y os animo a ello. De entrada os pongo uno y os iré poniendo de vez en cuando de otras escenas. Solo os pido les pongáis un título y los iré añadiendo con el nº de comentario por si a alguien le viene en gusto leer alguno en concreto.
Las escenas pueden ser muy sensuales sin caer en la vulgaridad.....e incluso encajar en horario infantil....no se ve nada de nada y se puede insinuar mucho, mucho.... Espero os guste la idea.
Edito: voy a ir poniendo el nombre de l@s autoras/es ya que hay historias que se siguen, así os será más fácil identificarlas.
DESPERTAR A MEDIANOCHE ---com. 1---- mcfree
MIGUEL GC DE DIA--AMANTE DE NOCHE ----com. 14 ---- bocadefresa
AMOR BAJO LA LLUVIA --- com. 26 ---- mcfree
AMANECER ---com. 33 ----- bocadefresa
EL DESCUBRIMIENTO ----com. 42 ....bocadefresa
EL REGALO --- com. 49-50 merry
CENA ENTRE AMIGOS CON SORPRESA--- com.56 ---mcfree
LA VUELTA DE MIGUEL ROMERO --- com.63-64 ---- merry
AMOR CAMPESTRE.. com. 84---- fann3
VISITA INESPERADA.... com. 85 mcfree
QUE HACER.... com. 95--- arunda
EN EL JARDIN.... com. 105---- bocadefresa
CARTA DE SARI A MIGUEL.... com. 106-----yulan
LA HUIDA DE MIGUEL ROMERO (cap.1).... com. 112---fann3
A TRAVÉS DE LOS BARROTES.... com. 124----mcfree
EL ANGEL DE LA GUARDA.... com. 129 ----merry
NO PUEDO MAS.... com. 141 ---arunda
LA DECISION (cap.2).... com.142 ---- fann3
LA NOTICIA (cap.3).... com.143 ... fann3
EL INTRUSO (cap.1).... com.145-146 ---- merry
BAILE EN ARAZANA.... com.156-157 ---mcfree
NOCHE A CABALLO Y LUNA LLENA.... com.160 ---killo
EL INTRUSO (cap.2).... com.164 ---- merry
NOCHE PASION EN EL CUARTEL .... com.168 ---- fann3
DIA LIBRE DE MIGUEL.... com. 175 ---mcfree
RECONCILIACION.... com. 176-179 ---imos10
LA CHARLA.... com. 194-195 ---- merry
BOSCO 1 : BOSCO Y EL SACO DE BOXEO 210-211-212 ---- FichaRoja
BOSCO 2 : LOS VAQUEROS DE BOSCO 237-238-239-240 ---- FichaRoja
EL PRIMER BESO 255 ---- Forajida
RECRIMINACIONES 265-267-268-269-270-271-272 ---- FichaRoja
ENFADO DE SARA.... com. 289 ---mcfree
BOSCO 3 : UN DIA NORMAL ... 302-303 ---- FichaRoja
BOSCO Y SU TESTIGO PRINCIPAL ... 314-315-316 ---- Xana40
LA PACA.... com. 326 ---mcfree
COMO PUDISTE HACERME ÉSTO A MÍ (cap.1).... com.350 ---Allana
COMO PUDISTE HACERME ÉSTO A MÍ (cap.2).... com.358-359-360-361 ---Allana
BOSCO 4 : COMPLICACIONES INESPERADAS... 386-387-397-398 ---- FichaRoja
EL AMANECER.... com. 413-414-421 ---bocadefresa
BOSCO 5 : VOLVIENDO A LAS ANDADAS... 423-424-425 ---- FichaRoja
LOS SIETE PECADOS CAPITALES... 447-448-453-454-464-465-466 ---- FichaRoja
LA RECONCILIACION DESPUES DE LA VERDAD... 461-462-463 ---- Silvania20
EL DIA LIBRE DE MIGUEL ..... 478-479-480 ---- Silvania20
EL DESPERTAR DE UNA NUEVA VIDA.... com. 490-493 ---bocadefresa
EMPEZAR DE NUEVO..... 507--- FichaRoja
PERDER LA CABEZA.....508-509-510 ---- FichaRoja
RELATO DE ADRIAN -- AMANECER ...... 519-520---- FichaRoja
BOSCO .. FINALES FELICES/INFELICES ...... 529-530---- FichaRoja
RELATO DE ADRIAN -- DESEO ...... 533-534-535-536---- FichaRoja
RELATO DE ADRIAN -- ENTREGA ...... 544-545-546-549-550---- FichaRoja
RELATO DE ADRIAN -- MUNDO REAL ...... 555-556-557-558---- FichaRoja
Las escenas pueden ser muy sensuales sin caer en la vulgaridad.....e incluso encajar en horario infantil....no se ve nada de nada y se puede insinuar mucho, mucho.... Espero os guste la idea.
Edito: voy a ir poniendo el nombre de l@s autoras/es ya que hay historias que se siguen, así os será más fácil identificarlas.
DESPERTAR A MEDIANOCHE ---com. 1---- mcfree
MIGUEL GC DE DIA--AMANTE DE NOCHE ----com. 14 ---- bocadefresa
AMOR BAJO LA LLUVIA --- com. 26 ---- mcfree
AMANECER ---com. 33 ----- bocadefresa
EL DESCUBRIMIENTO ----com. 42 ....bocadefresa
EL REGALO --- com. 49-50 merry
CENA ENTRE AMIGOS CON SORPRESA--- com.56 ---mcfree
LA VUELTA DE MIGUEL ROMERO --- com.63-64 ---- merry
AMOR CAMPESTRE.. com. 84---- fann3
VISITA INESPERADA.... com. 85 mcfree
QUE HACER.... com. 95--- arunda
EN EL JARDIN.... com. 105---- bocadefresa
CARTA DE SARI A MIGUEL.... com. 106-----yulan
LA HUIDA DE MIGUEL ROMERO (cap.1).... com. 112---fann3
A TRAVÉS DE LOS BARROTES.... com. 124----mcfree
EL ANGEL DE LA GUARDA.... com. 129 ----merry
NO PUEDO MAS.... com. 141 ---arunda
LA DECISION (cap.2).... com.142 ---- fann3
LA NOTICIA (cap.3).... com.143 ... fann3
EL INTRUSO (cap.1).... com.145-146 ---- merry
BAILE EN ARAZANA.... com.156-157 ---mcfree
NOCHE A CABALLO Y LUNA LLENA.... com.160 ---killo
EL INTRUSO (cap.2).... com.164 ---- merry
NOCHE PASION EN EL CUARTEL .... com.168 ---- fann3
DIA LIBRE DE MIGUEL.... com. 175 ---mcfree
RECONCILIACION.... com. 176-179 ---imos10
LA CHARLA.... com. 194-195 ---- merry
BOSCO 1 : BOSCO Y EL SACO DE BOXEO 210-211-212 ---- FichaRoja
BOSCO 2 : LOS VAQUEROS DE BOSCO 237-238-239-240 ---- FichaRoja
EL PRIMER BESO 255 ---- Forajida
RECRIMINACIONES 265-267-268-269-270-271-272 ---- FichaRoja
ENFADO DE SARA.... com. 289 ---mcfree
BOSCO 3 : UN DIA NORMAL ... 302-303 ---- FichaRoja
BOSCO Y SU TESTIGO PRINCIPAL ... 314-315-316 ---- Xana40
LA PACA.... com. 326 ---mcfree
COMO PUDISTE HACERME ÉSTO A MÍ (cap.1).... com.350 ---Allana
COMO PUDISTE HACERME ÉSTO A MÍ (cap.2).... com.358-359-360-361 ---Allana
BOSCO 4 : COMPLICACIONES INESPERADAS... 386-387-397-398 ---- FichaRoja
EL AMANECER.... com. 413-414-421 ---bocadefresa
BOSCO 5 : VOLVIENDO A LAS ANDADAS... 423-424-425 ---- FichaRoja
LOS SIETE PECADOS CAPITALES... 447-448-453-454-464-465-466 ---- FichaRoja
LA RECONCILIACION DESPUES DE LA VERDAD... 461-462-463 ---- Silvania20
EL DIA LIBRE DE MIGUEL ..... 478-479-480 ---- Silvania20
EL DESPERTAR DE UNA NUEVA VIDA.... com. 490-493 ---bocadefresa
EMPEZAR DE NUEVO..... 507--- FichaRoja
PERDER LA CABEZA.....508-509-510 ---- FichaRoja
RELATO DE ADRIAN -- AMANECER ...... 519-520---- FichaRoja
BOSCO .. FINALES FELICES/INFELICES ...... 529-530---- FichaRoja
RELATO DE ADRIAN -- DESEO ...... 533-534-535-536---- FichaRoja
RELATO DE ADRIAN -- ENTREGA ...... 544-545-546-549-550---- FichaRoja
RELATO DE ADRIAN -- MUNDO REAL ...... 555-556-557-558---- FichaRoja
#261
28/08/2011 00:28
Muy bonito forajida me ha gusta mucho,
#262
28/08/2011 00:30
FICHAROJA porfa recupera esos que dices que yo no recuerdo haberlos leído....
CHECHE, ALLANA .... seguimos esperando los vuestros ....
CHECHE, ALLANA .... seguimos esperando los vuestros ....
#263
28/08/2011 00:49
Son un par de escenas cortas que versan sobre el descubrimiento de Miguel de la identidad de la bandolera misteriosa. Dieron pie al relato de Miguel y Julia, así que fijaos si tienen tiempo. Las recupero, pero yo creo que ya las habéis leido. Serán varios fragmentos.
1. RECRIMINACIONES: Fragmento 1:
No podía ser cierto, no podía ser, no lo era…. Había sido una pesadilla, eso pasaba, simplemente una pesadilla. Estaba tan obsesionado con ella que se le aparecía hasta en sueños y hacía que su mente le jugara malas pasadas. Se removió inquieto en su camastro, intentando despejar su mente de los últimos retazos del sueño, intentando centrarse. Aquellos ojos…. Era ella, estaba seguro. Era Sara….
¿Por qué? ¿Por qué le había engañado de nuevo? ¿Por qué hacía aquello? ¿Por qué? ¿Por qué? Todo aquel tiempo discutiendo aquel tema con ella, intentando que entendiera que su deber era acabar con aquellos maleantes…. Y ella les defendía, siempre les defendía…. El no podía entender por que, hasta ahora…. Ahora lo entendía, ahora sabía por que, ahora entendía todas sus mentiras, todas sus desapariciones, todas sus excusas…. Era una de ellos, ella era parte de la banda, era una criminal como todos los demás…. Ella era una bandolera, la bandolera, el personaje que él había estado buscando en los últimos meses, la experta tiradora, la nueva jefe de la banda…. Era ella….
¿Cómo había podido estar tan ciego? ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Ahora todo encajaba, todo. Ella le había mentido, le había engañado, le había utilizado…. Gimió de desesperación…. Sólo había sido una marioneta en las manos de aquella mujer, un juguete…. ¿Por qué? ¿Por qué? Le había abierto su corazón, le había entregado su alma, había puesto su vida en las manos de aquella mujer…. Le había dado todo lo que un hombre puede dar, más aún, le había entregado su vida y no cabían dudas al respecto. El le había dicho que la amaba, le había demostrado que la amaba, había dado todo por ella, la había defendido de todo y ante todos, sin miedos, sin dudas, porque creía en ella, porque confiaba en ella, porque era ella…. El confiaba en ella, ciegamente…. ¿Por qué?
Se había quedado allí, sentado en su camastro, incapaz de ponerse en pie y enfrentar el día, la cabeza en las manos, abatido, derrotado, perdido en aquel mar de dolor. Todo había sido mentira, todo. Sus palabras, sus besos, sus caricias, todo que le habían compartido…. No pudo evitar que las lágrimas escaparan de sus ojos. Ella…. Ella…. ¡No, no, no…¡
No, no iba a permitirlo, no iba a aceptarlo, no iba a dejarlo pasar sin más. ¡No¡ No iba a dejar que siguiera riéndose de él, que continuara utilizándole, que siguiera con aquel doble juego. Se acabó, se acabó para siempre. No iba a volver a jugar con él, no iba a permitirle que siguiera tratándole así. Iba a demostrarle quien era Miguel Romero. ¡Maldita mujer¡ ¡¡Maldita, maldita por siempre¡
Se recompuso, vistió su alma con una coraza de hierro y salió para enfrentarla. Iba a tener que dar muchas explicaciones, muchas, todas de hecho. Suponiendo que sólo tuviera que dar explicaciones, porque era de prever que acabara dando con sus huesos en el calabozo. Esta vez no iba a haber ni perdón ni vanas razones, no iba a dejarse enredar por ella, no iba a permitir que se escapara de rositas. No. De ninguna manera. Ella había jugado con sus sentimientos e iba a hacérselo pagar y bien caro. No iba a pagar sólo por sus delitos, sino también por sus mentiras. No pensaba dejarse en el tintero ni uno sola de los sentimientos de dolor que ella le había causado, ninguno. Iba a exponérselos todos, sin excepción, e iba a tener que rendir cuentas por ellos.
Llamó a su puerta, dos fuertes toques, sin tener en cuenta la hora, sin pensar si estaría durmiendo. Repitió la llamada. Ella abrió al poco, somnolienta, despeinada. Estaba guapísima, como siempre. Endureció aún más el gesto ante aquel pensamiento. No, nada de dejarse llevar. Contente, Miguel, se ordenó a si mismo. Recuerda porque estás aquí. Ella le miró, aún adormilada, y le sonrió con franqueza.
- Buenos días, Miguel. Me alegra verte, aunque sea tan temprano. ¿Ha amanecido ya?
- Buenos días, Srta. Reeves. No, aún no ha amanecido. Necesitaba tratar un tema con usted urgentemente, por eso he venido tan temprano.
- Pasa, por favor. – Ella apenas había entreabierto la puerta y al pasar sus cuerpos se rozaron. Miguel se encogió instintivamente, no quería tener el más mínimo contacto físico con ella, pero ella le dio un fugaz beso en la mejilla al pasar. – Me alegro mucho de que hayas venido, hace días que casi ni nos vemos.
- Discrepo, Srta. Reeves, nos vimos ayer.
- ¿Ayer? Miguel, lo debes haber soñado. Ayer estuviste todo el día fuera, no nos vimos.
- ¿Ah, no me vio? Pensé que sí me había visto, de hecho, estoy seguro de que me vió y muy de cerca.
- ¿De qué estás hablando? No pasaste cerca de la imprenta, al menos no que yo viera. Quizá no me di cuenta y estuviste por allí.
- Basta, Srta. Reeves. Deje ya esa charada, por favor. ¿Me toma por idiota?
- Miguel, yo….
- ¿Usted qué? ¿Qué historia me va a contar? ¿Qué nueva mentira va a inventar ahora? ¿Cómo se atreve a mirarme a la cara y mentirme de esa forma?
- Miguel….
- ¿Qué, Srta. Reeves? ¿Está sorprendida? ¿No esperaba una reacción por mi parte? ¿Y qué esperaba? ¿Qué siguiera comportándome como un imbécil ante usted?
- Miguel, ¿qué es lo que ocurre?
- Por favor, deje de mentir de una vez. – Miguel se giró y le dio la espalda, intentando controlar la mente y la voz, que estaba a punto de romperse. No podía mirarla sin sentir deseos de abrazarla, de besarla, de estar con ella. Allí, en aquella habitación donde se habían entregado el uno al otro, donde habían compartido su amor, donde le había susurrado tantas noches…. Consiguió controlarse antes de volver a hablar. – Dígame la verdad, es lo único que le pido, la verdad. Después de tanto tiempo, creo que es lo menos que merezco.
- Miguel…. – Sara tampoco podía hablar, no le salía la voz del cuerpo. Todo iba a romperse, lo sabía, sabía que esto iba a pasar, desde hacía mucho…. Siempre lo había sabido. – Se acercó a él, que seguí dándole la espalda. Apoyó su rostro en la espalda masculina, abrazándole por la cintura. – Miguel….
1. RECRIMINACIONES: Fragmento 1:
No podía ser cierto, no podía ser, no lo era…. Había sido una pesadilla, eso pasaba, simplemente una pesadilla. Estaba tan obsesionado con ella que se le aparecía hasta en sueños y hacía que su mente le jugara malas pasadas. Se removió inquieto en su camastro, intentando despejar su mente de los últimos retazos del sueño, intentando centrarse. Aquellos ojos…. Era ella, estaba seguro. Era Sara….
¿Por qué? ¿Por qué le había engañado de nuevo? ¿Por qué hacía aquello? ¿Por qué? ¿Por qué? Todo aquel tiempo discutiendo aquel tema con ella, intentando que entendiera que su deber era acabar con aquellos maleantes…. Y ella les defendía, siempre les defendía…. El no podía entender por que, hasta ahora…. Ahora lo entendía, ahora sabía por que, ahora entendía todas sus mentiras, todas sus desapariciones, todas sus excusas…. Era una de ellos, ella era parte de la banda, era una criminal como todos los demás…. Ella era una bandolera, la bandolera, el personaje que él había estado buscando en los últimos meses, la experta tiradora, la nueva jefe de la banda…. Era ella….
¿Cómo había podido estar tan ciego? ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Ahora todo encajaba, todo. Ella le había mentido, le había engañado, le había utilizado…. Gimió de desesperación…. Sólo había sido una marioneta en las manos de aquella mujer, un juguete…. ¿Por qué? ¿Por qué? Le había abierto su corazón, le había entregado su alma, había puesto su vida en las manos de aquella mujer…. Le había dado todo lo que un hombre puede dar, más aún, le había entregado su vida y no cabían dudas al respecto. El le había dicho que la amaba, le había demostrado que la amaba, había dado todo por ella, la había defendido de todo y ante todos, sin miedos, sin dudas, porque creía en ella, porque confiaba en ella, porque era ella…. El confiaba en ella, ciegamente…. ¿Por qué?
Se había quedado allí, sentado en su camastro, incapaz de ponerse en pie y enfrentar el día, la cabeza en las manos, abatido, derrotado, perdido en aquel mar de dolor. Todo había sido mentira, todo. Sus palabras, sus besos, sus caricias, todo que le habían compartido…. No pudo evitar que las lágrimas escaparan de sus ojos. Ella…. Ella…. ¡No, no, no…¡
No, no iba a permitirlo, no iba a aceptarlo, no iba a dejarlo pasar sin más. ¡No¡ No iba a dejar que siguiera riéndose de él, que continuara utilizándole, que siguiera con aquel doble juego. Se acabó, se acabó para siempre. No iba a volver a jugar con él, no iba a permitirle que siguiera tratándole así. Iba a demostrarle quien era Miguel Romero. ¡Maldita mujer¡ ¡¡Maldita, maldita por siempre¡
Se recompuso, vistió su alma con una coraza de hierro y salió para enfrentarla. Iba a tener que dar muchas explicaciones, muchas, todas de hecho. Suponiendo que sólo tuviera que dar explicaciones, porque era de prever que acabara dando con sus huesos en el calabozo. Esta vez no iba a haber ni perdón ni vanas razones, no iba a dejarse enredar por ella, no iba a permitir que se escapara de rositas. No. De ninguna manera. Ella había jugado con sus sentimientos e iba a hacérselo pagar y bien caro. No iba a pagar sólo por sus delitos, sino también por sus mentiras. No pensaba dejarse en el tintero ni uno sola de los sentimientos de dolor que ella le había causado, ninguno. Iba a exponérselos todos, sin excepción, e iba a tener que rendir cuentas por ellos.
Llamó a su puerta, dos fuertes toques, sin tener en cuenta la hora, sin pensar si estaría durmiendo. Repitió la llamada. Ella abrió al poco, somnolienta, despeinada. Estaba guapísima, como siempre. Endureció aún más el gesto ante aquel pensamiento. No, nada de dejarse llevar. Contente, Miguel, se ordenó a si mismo. Recuerda porque estás aquí. Ella le miró, aún adormilada, y le sonrió con franqueza.
- Buenos días, Miguel. Me alegra verte, aunque sea tan temprano. ¿Ha amanecido ya?
- Buenos días, Srta. Reeves. No, aún no ha amanecido. Necesitaba tratar un tema con usted urgentemente, por eso he venido tan temprano.
- Pasa, por favor. – Ella apenas había entreabierto la puerta y al pasar sus cuerpos se rozaron. Miguel se encogió instintivamente, no quería tener el más mínimo contacto físico con ella, pero ella le dio un fugaz beso en la mejilla al pasar. – Me alegro mucho de que hayas venido, hace días que casi ni nos vemos.
- Discrepo, Srta. Reeves, nos vimos ayer.
- ¿Ayer? Miguel, lo debes haber soñado. Ayer estuviste todo el día fuera, no nos vimos.
- ¿Ah, no me vio? Pensé que sí me había visto, de hecho, estoy seguro de que me vió y muy de cerca.
- ¿De qué estás hablando? No pasaste cerca de la imprenta, al menos no que yo viera. Quizá no me di cuenta y estuviste por allí.
- Basta, Srta. Reeves. Deje ya esa charada, por favor. ¿Me toma por idiota?
- Miguel, yo….
- ¿Usted qué? ¿Qué historia me va a contar? ¿Qué nueva mentira va a inventar ahora? ¿Cómo se atreve a mirarme a la cara y mentirme de esa forma?
- Miguel….
- ¿Qué, Srta. Reeves? ¿Está sorprendida? ¿No esperaba una reacción por mi parte? ¿Y qué esperaba? ¿Qué siguiera comportándome como un imbécil ante usted?
- Miguel, ¿qué es lo que ocurre?
- Por favor, deje de mentir de una vez. – Miguel se giró y le dio la espalda, intentando controlar la mente y la voz, que estaba a punto de romperse. No podía mirarla sin sentir deseos de abrazarla, de besarla, de estar con ella. Allí, en aquella habitación donde se habían entregado el uno al otro, donde habían compartido su amor, donde le había susurrado tantas noches…. Consiguió controlarse antes de volver a hablar. – Dígame la verdad, es lo único que le pido, la verdad. Después de tanto tiempo, creo que es lo menos que merezco.
- Miguel…. – Sara tampoco podía hablar, no le salía la voz del cuerpo. Todo iba a romperse, lo sabía, sabía que esto iba a pasar, desde hacía mucho…. Siempre lo había sabido. – Se acercó a él, que seguí dándole la espalda. Apoyó su rostro en la espalda masculina, abrazándole por la cintura. – Miguel….
#264
28/08/2011 00:50
Esos momentos que escribiste fueron preciosos, Ficharoja. Si no los encuentras, yo los tengo guardados en el portatil. Esta noche no, pero mañana podria ponerlos.
Edito: veo que los has encontrado. Son geniales.
Edito: veo que los has encontrado. Son geniales.
#265
28/08/2011 00:51
1. RECRIMINACIONES: Fragmento 2:
La tarde anterior, cuando su banda se había enfrentado en el bosque a los agentes de la Guardia Civil ella había intentado por todos los medios permanecer lejos de él, pero no sirvió de nada. El la había emboscado y terminaron frente a frente, mirándose a los ojos. A pesar de su atuendo y de llevar la cara tapada, él la había reconocido, estaba segura. Lo vio reflejado en su cara cuando la miró, en sus ojos…. Primero la sorpresa, después el enfado, por último la decepción y el desprecio. Se giró sin decirle nada, dándole la espalda, quedando a su merced si hubiera querido dispararle y desapareció entre los árboles.
Esta mañana ella había intentado actuar como si todo hubiera sido un sueño, para que él pensara lo mismo, pero no tenía caso…. El estaba decidido a saber la verdad, lo había leído en sus ojos, en aquellos que tanto amaba, pero que hoy no le sonreían, no la miraban con devoción, sino con dureza, con dolor y con miedo. Había tanto dolor hoy en sus ojos… dolor que había provocado ella, dolor por sus mentiras, por sus engaños, por no mostrarse abiertamente a él…. El, que le había dado todo, que se había abierto por completo a ella, que la había hecho partícipe de sus sueños y de sus anhelos, de sus miedos y sus esperanzas, de sus deseos…. El que se había entregado a ella por completo, sin miedos, sin ambages, sin dudas….
Y ella le había mentido, se había escondido, no había compartido todo con él, de hecho no había compartido lo más importante con él. Le había escondido su secreto, desde el principio, desde el primer día y eso era algo que él no iba a perdonarle, que no podía perdonarle y ella lo sabía. No le había mentido en lo que sentía por él, ni en la entrega, ni en sus sueños, bueno, en parte de sus sueños, porque otros nunca se los contó, pero había traicionado su confianza de la peor manera que había para él. Ella era una bandolera, la jefa del clan y él nunca iba a perdonárselo.
- Por favor, Srta. Reeves, le ruego que no se acerque a mí. – Miguel se zafó de su abrazo y se giró, para mirarla con dureza. – No me toque, no me abrace ni haga ningún intento por aproximarse a menos de un metro de mi persona. – Mientras le decía esto la empujaba hacia atrás, dejando espacio entre ellos, para poder mirarla sin tenerla cerca. Si volvía a abrazarle toda su determinación se iría al traste y no podía permitírselo, no hoy. Hoy era un día para sacar verdades a la luz, para poner todo al descubierto, para desenmascarar al traidor… a la traidora.
- Miguel yo…. Tienes que entenderlo…. No podía….
- ¿Usted no podía? ¿No podía que, Srta. Reeves? ¿No podía dejar de mentir? ¿No podía decir la verdad? ¿Era mejor montar toda esta farsa? ¿Engañarme? ¿Utilizarme? ¿Reírse en mi cara? ¿Qué es lo que no podía, señorita?
- Miguel, nunca me he reido de ti, te lo juro, ni te he engañado, ni mentido….
- Por favor, no me haga reír….
- Por favor…. – Sara hizo ademán de acercase, pero él no se lo permitió.
- No se acerque a mí.
- Miguel…. Tienes que entenderlo, no podía…. – Sara se sentó en el borde la cama. – No te he mentido ni me he reído de ti, jamás. Es cierto que no te he dicho toda la verdad, pero no podía. Si lo hubiera hecho jamás me habrías mirado a la cara y no podía permitirme tu indiferencia…. No podía….
- No, claro. Era mejor mentir, engañar, no decir toda la verdad. Llámelo como quiera, señorita. Era mejor mantenerme ignorante, ¿verdad? ¡Cuánto deben haberse reído ustedes a mi costa¡
- Jamás, Miguel, jamás me he reído de ti ni he dejado que nadie lo hiciera, ni que nadie pensara que no eras otra cosa que el hombre más extraordinario que he conocido en mi vida, jamás.
- No siga mintiéndome, por favor. – Miguel volvió a girarse y se apoyó en la ventana, estaba amaneciendo, pero era el amanecer más amargo para él.
- Escúchame, por favor. – Sara volvió a acercarse a él y a apoyar su frente en la espalda masculina. – Te lo ruego, escúchame. Necesito que me escuches, aunque no me creas, pero escúchame, déjame explicarte, aunque después no quieras volver a verme. Por favor, te lo suplico….
- Le he dicho que no me toque, señorita. Le ruego que se mantenga apartada de mí.
- De acuerdo, siéntate en la silla, yo me sentaré frente a ti, lejos, sin tocarte. Sólo deja que me explique, por favor….
- Explíquese, estoy deseando oír lo que tiene que decirme…
- Miguel….
“Cuando vine a Arazana lo hice con sed de aventuras, por el recuerdo idílico que tenía de mi infancia en Río Tinto, por la imagen romántica de las novelas en que los bandoleros eran buenos hombres que robaban a los ricos para ayudar a los pobres…. Sí, sé que no era así, pero era lo que había conocido, lo que esperaba. Y sí que fue así, al menos en parte.”
“Las gentes del pueblo han sido tan amables y afables conmigo, he hecho amigos aquí, he conocido la alegría y la pena, el dolor y el miedo también. Conocí a los bandoleros, son hombres cabales, aunque a ti no te lo parezca y hemos hecho cosas buenas por el pueblo. Desde que estoy con ellos no hemos cometido delitos de sangre ni asaltos no justificados….”
- ¿No justificados? ¡Por favor, no me haga reír¡
“Nunca esperé que esta tierra me atraparía de esta forma, pero lo hizo. Aquí conocí la amistad, la lucha por lo justo, el bien y el mal… pero sobre todo, conocí el amor. ¡Yo que siempre pensé que jamás encontraría a nadie que llenara mi corazón¡ ¡¡Que equivocada estaba¡¡ Pero mi amor era incompatible con mi sueños de justicia y me vi obligada a elegir. Al principio elegí la justicia y dejé a un lado mis sentimientos porque no quería herir a esa persona, no podía herirle, y sabía que si estaba con él no podría hacer la justicia que yo deseaba. Le alejé de mí, le dije que no le quería, le mentí, es cierto, ahí si que mentí, porque me moría por estar a su lado, pero hice el esfuerzo para mantenerle a salvo…. No sirvió de nada….”
La tarde anterior, cuando su banda se había enfrentado en el bosque a los agentes de la Guardia Civil ella había intentado por todos los medios permanecer lejos de él, pero no sirvió de nada. El la había emboscado y terminaron frente a frente, mirándose a los ojos. A pesar de su atuendo y de llevar la cara tapada, él la había reconocido, estaba segura. Lo vio reflejado en su cara cuando la miró, en sus ojos…. Primero la sorpresa, después el enfado, por último la decepción y el desprecio. Se giró sin decirle nada, dándole la espalda, quedando a su merced si hubiera querido dispararle y desapareció entre los árboles.
Esta mañana ella había intentado actuar como si todo hubiera sido un sueño, para que él pensara lo mismo, pero no tenía caso…. El estaba decidido a saber la verdad, lo había leído en sus ojos, en aquellos que tanto amaba, pero que hoy no le sonreían, no la miraban con devoción, sino con dureza, con dolor y con miedo. Había tanto dolor hoy en sus ojos… dolor que había provocado ella, dolor por sus mentiras, por sus engaños, por no mostrarse abiertamente a él…. El, que le había dado todo, que se había abierto por completo a ella, que la había hecho partícipe de sus sueños y de sus anhelos, de sus miedos y sus esperanzas, de sus deseos…. El que se había entregado a ella por completo, sin miedos, sin ambages, sin dudas….
Y ella le había mentido, se había escondido, no había compartido todo con él, de hecho no había compartido lo más importante con él. Le había escondido su secreto, desde el principio, desde el primer día y eso era algo que él no iba a perdonarle, que no podía perdonarle y ella lo sabía. No le había mentido en lo que sentía por él, ni en la entrega, ni en sus sueños, bueno, en parte de sus sueños, porque otros nunca se los contó, pero había traicionado su confianza de la peor manera que había para él. Ella era una bandolera, la jefa del clan y él nunca iba a perdonárselo.
- Por favor, Srta. Reeves, le ruego que no se acerque a mí. – Miguel se zafó de su abrazo y se giró, para mirarla con dureza. – No me toque, no me abrace ni haga ningún intento por aproximarse a menos de un metro de mi persona. – Mientras le decía esto la empujaba hacia atrás, dejando espacio entre ellos, para poder mirarla sin tenerla cerca. Si volvía a abrazarle toda su determinación se iría al traste y no podía permitírselo, no hoy. Hoy era un día para sacar verdades a la luz, para poner todo al descubierto, para desenmascarar al traidor… a la traidora.
- Miguel yo…. Tienes que entenderlo…. No podía….
- ¿Usted no podía? ¿No podía que, Srta. Reeves? ¿No podía dejar de mentir? ¿No podía decir la verdad? ¿Era mejor montar toda esta farsa? ¿Engañarme? ¿Utilizarme? ¿Reírse en mi cara? ¿Qué es lo que no podía, señorita?
- Miguel, nunca me he reido de ti, te lo juro, ni te he engañado, ni mentido….
- Por favor, no me haga reír….
- Por favor…. – Sara hizo ademán de acercase, pero él no se lo permitió.
- No se acerque a mí.
- Miguel…. Tienes que entenderlo, no podía…. – Sara se sentó en el borde la cama. – No te he mentido ni me he reído de ti, jamás. Es cierto que no te he dicho toda la verdad, pero no podía. Si lo hubiera hecho jamás me habrías mirado a la cara y no podía permitirme tu indiferencia…. No podía….
- No, claro. Era mejor mentir, engañar, no decir toda la verdad. Llámelo como quiera, señorita. Era mejor mantenerme ignorante, ¿verdad? ¡Cuánto deben haberse reído ustedes a mi costa¡
- Jamás, Miguel, jamás me he reído de ti ni he dejado que nadie lo hiciera, ni que nadie pensara que no eras otra cosa que el hombre más extraordinario que he conocido en mi vida, jamás.
- No siga mintiéndome, por favor. – Miguel volvió a girarse y se apoyó en la ventana, estaba amaneciendo, pero era el amanecer más amargo para él.
- Escúchame, por favor. – Sara volvió a acercarse a él y a apoyar su frente en la espalda masculina. – Te lo ruego, escúchame. Necesito que me escuches, aunque no me creas, pero escúchame, déjame explicarte, aunque después no quieras volver a verme. Por favor, te lo suplico….
- Le he dicho que no me toque, señorita. Le ruego que se mantenga apartada de mí.
- De acuerdo, siéntate en la silla, yo me sentaré frente a ti, lejos, sin tocarte. Sólo deja que me explique, por favor….
- Explíquese, estoy deseando oír lo que tiene que decirme…
- Miguel….
“Cuando vine a Arazana lo hice con sed de aventuras, por el recuerdo idílico que tenía de mi infancia en Río Tinto, por la imagen romántica de las novelas en que los bandoleros eran buenos hombres que robaban a los ricos para ayudar a los pobres…. Sí, sé que no era así, pero era lo que había conocido, lo que esperaba. Y sí que fue así, al menos en parte.”
“Las gentes del pueblo han sido tan amables y afables conmigo, he hecho amigos aquí, he conocido la alegría y la pena, el dolor y el miedo también. Conocí a los bandoleros, son hombres cabales, aunque a ti no te lo parezca y hemos hecho cosas buenas por el pueblo. Desde que estoy con ellos no hemos cometido delitos de sangre ni asaltos no justificados….”
- ¿No justificados? ¡Por favor, no me haga reír¡
“Nunca esperé que esta tierra me atraparía de esta forma, pero lo hizo. Aquí conocí la amistad, la lucha por lo justo, el bien y el mal… pero sobre todo, conocí el amor. ¡Yo que siempre pensé que jamás encontraría a nadie que llenara mi corazón¡ ¡¡Que equivocada estaba¡¡ Pero mi amor era incompatible con mi sueños de justicia y me vi obligada a elegir. Al principio elegí la justicia y dejé a un lado mis sentimientos porque no quería herir a esa persona, no podía herirle, y sabía que si estaba con él no podría hacer la justicia que yo deseaba. Le alejé de mí, le dije que no le quería, le mentí, es cierto, ahí si que mentí, porque me moría por estar a su lado, pero hice el esfuerzo para mantenerle a salvo…. No sirvió de nada….”
#266
28/08/2011 00:52
1. Recriminaciones: Fragmento 3:
“Cada vez que le veía, que estaba a su lado por alguna circunstancia, me moría por abrazarle…. Cada vez que me ignoraba y pasaba por mi lado como si yo no existiese, me hería en lo más profundo…. Cada vez que le veía con otra, aunque sólo fuese hablando, me corroían los celos…. No podía controlarlo, no era capaz de estar lejos de él…. Dejé que mi corazón dominara a mi cabeza y me lancé a por él, con más energía que al principio, porque ya no había dudas, con más ganas que nunca, porque le deseaba hasta lo irracional, con más amor del que jamás había sentido….”
“Y él me respondió, porque sentía lo mismo que yo, a pesar de que también había intentado arrinconar esos sentimientos. El me amaba como yo a él, me deseaba como yo a él, se moría por mí como yo por él…. Compartimos nuestro amor, nuestros sueños, nuestros cuerpos…. Nos entregamos el uno al otro, sin reservas, sin miedos, sin dudas…. Nos amamos entonces y nos amamos ahora, aún se nos eriza la piel cada vez que el otro está cerca, aún sentimos ese deseo, esa necesidad, esa complicidad….”
“¿Cómo piensas que podría renunciar a eso? ¿Cómo piensas que podría renunciar a ti? ¿Cómo crees que podría decirte lo que oculto sabiendo que eso me haría perderte? No podría hacerlo, no podría, jamás…. Jamás me arriesgaría a perderte, Miguel. Eres lo mejor de mi vida, yo ya no puedo vivir sin ti. ¿De verdad crees que renunciaría a ti?”
- Es lo que ha hecho, señorita. Renunciar al amor que le brindé, renunciar a los sueños que forjé con usted, renunciar a lo que significaría una vida juntos. Me ha utilizado, ha jugado conmigo, se ha reído de mis sentimientos. Le abrí mi corazón, le entregué mi alma, compartí con usted mis miedos y mis esperanzas, mis anhelos y mis sueños…. Estar con usted era mi sueño, formar una familia a su lado…. Todo mentira…. ¿Cómo es capaz de seguir mirándome a la cara?
- Miguel, por favor, te lo suplico… perdóname, por favor. Nunca quise que esto sucediera… pero no podía renunciar a mis sueños de justicia… y tampoco podía renunciar a ti. No tenía otra salida que no contarte toda la verdad….
- Sí la tenia, desde luego que la tenía. Podía haber luchado por esa justicia por la que clama de otra manera, desde su periódico, desde una asociación en el pueblo, desde un foro distinto, pero no, no, eso no era suficiente…. Tenía que jugar a ser una bandolera, a ser la jefe del grupo, a ser una leyenda de la serranía…. Tenía que ser lo que le apetecía, una heroína de leyenda, una bandolera de renombre, sin importar las consecuencias, sin importar lo que dejaba en el camino, sin importar a quien pudiera dañar con sus acciones, ¿verdad? La heroína de la novela, ¿no es cierto?
- Miguel, yo sólo quería…..
- Su novela, sí, lo sé. Es lo que vino buscando a Andalucía, escribir una novela…. Sólo que no ha sido simplemente algo que usted escribe, ha entrelazado una historia en la que ha incluido a personas reales, personas con las que ha jugado sin pensar en nada más, viviendo su fantasía romántica, sin tener en cuenta el daño que podía hacer, que ha hecho….
- Te prometo que nunca he hecho daño a nadie a sabiendas, Miguel, nada más lejos de mi intención…. Mucho menos aún a ti, ¿cómo iba a querer hacerte daño? ¿No te das cuenta de que te quiero?
- Palabras, palabras vacías…. No la creo, Srta. Reeves, ya no creo nada de lo que pueda decir. Y de gracias de que, ya que ayer no pude atrapar en el bosque a la jefa de esa banda de criminales, no voy a detenerla aquí hoy…. En el pueblo no verían con buenos ojos que la mujer en la que han puesto sus esperanzas para que el pueblo progrese es una miserable y despreciable criminal que anda asaltando los caminos….
- No le consiento que diga eso de nosotros. Desde que yo estoy en la banda jamás se ha producido un asalto de ese tipo. Todo lo que hemos hecho ha sido a favor de los jornaleros y los desprotegidos….
- Más palabras, desde luego se le dan muy bien los discursos, señorita, pero ya no tiene como convencerme. Y ahora, si me disculpa, no tengo más que tratar con usted. Buenos días. - Miguel recogió su capa y se dispuso a ir hacia la puerta, pero de repente giró en seco y se volvió, encarándola de nuevo. - Una última advertencia. Si en algún momento tengo la más mínima posibilidad de apresarla como miembro de esa banda, no dude que lo haré. Mientras permanezca en el pueblo como Sara Reeves, le prometo que no haré nada en su contra, pero si alguna vez me cruzo con la bandolera de la sierra seré implacable, señorita. Ahora, buenos días.
- Espera, Miguel… - Sara le cogió del brazo, evitando que se marchara. - Espera un momento, hay algo que no hemos aclarado aún.
- ¿Qué es lo que no hemos aclarado?
- Nuestra situación.
- ¿Qué situación? No hay ninguna situación entre nosotros, creo que me he explicado con toda claridad.
- No, no se ha explicado, Teniente. ¿Qué va a suceder con “nosotros”?
- ¿Nosotros? ¿Qué nosotros?
- Nuestra relación….
- No hay ninguna relación entre nosotros, señorita. Para mí no puede haber una relación con una persona que me engaña, que me miente sistemáticamente y que aún así, cree que actúa de forma honesta. No señorita, no hay ningún nosotros….
- ¿Está dando por terminado nuestro noviazgo, Teniente?
- ¿Noviazgo? ¿Qué noviazgo? Le recuerdo que usted me devolvió mi medalla, que me dejó muy claro que no quería ataduras ni compromisos, que era una mujer libre.
- ¿Y cómo llama usted entonces a todo lo que ha sucedido entre nosotros?
- ¿Cómo lo llamo? No lo sé, en realidad no lo sé. No sé que ha sucedido entre nosotros puesto que todo lo que creí que existía era mentira, así que lo que ha sucedido entre nosotros ha sido una mentira, eso es, una gran mentira. ¿Alguna pregunta más, o puedo marcharme?
- No, no tengo más preguntas.
- Entonces buenos días, Srta. Reeves.
- Buenos dias, Teniente.
“Cada vez que le veía, que estaba a su lado por alguna circunstancia, me moría por abrazarle…. Cada vez que me ignoraba y pasaba por mi lado como si yo no existiese, me hería en lo más profundo…. Cada vez que le veía con otra, aunque sólo fuese hablando, me corroían los celos…. No podía controlarlo, no era capaz de estar lejos de él…. Dejé que mi corazón dominara a mi cabeza y me lancé a por él, con más energía que al principio, porque ya no había dudas, con más ganas que nunca, porque le deseaba hasta lo irracional, con más amor del que jamás había sentido….”
“Y él me respondió, porque sentía lo mismo que yo, a pesar de que también había intentado arrinconar esos sentimientos. El me amaba como yo a él, me deseaba como yo a él, se moría por mí como yo por él…. Compartimos nuestro amor, nuestros sueños, nuestros cuerpos…. Nos entregamos el uno al otro, sin reservas, sin miedos, sin dudas…. Nos amamos entonces y nos amamos ahora, aún se nos eriza la piel cada vez que el otro está cerca, aún sentimos ese deseo, esa necesidad, esa complicidad….”
“¿Cómo piensas que podría renunciar a eso? ¿Cómo piensas que podría renunciar a ti? ¿Cómo crees que podría decirte lo que oculto sabiendo que eso me haría perderte? No podría hacerlo, no podría, jamás…. Jamás me arriesgaría a perderte, Miguel. Eres lo mejor de mi vida, yo ya no puedo vivir sin ti. ¿De verdad crees que renunciaría a ti?”
- Es lo que ha hecho, señorita. Renunciar al amor que le brindé, renunciar a los sueños que forjé con usted, renunciar a lo que significaría una vida juntos. Me ha utilizado, ha jugado conmigo, se ha reído de mis sentimientos. Le abrí mi corazón, le entregué mi alma, compartí con usted mis miedos y mis esperanzas, mis anhelos y mis sueños…. Estar con usted era mi sueño, formar una familia a su lado…. Todo mentira…. ¿Cómo es capaz de seguir mirándome a la cara?
- Miguel, por favor, te lo suplico… perdóname, por favor. Nunca quise que esto sucediera… pero no podía renunciar a mis sueños de justicia… y tampoco podía renunciar a ti. No tenía otra salida que no contarte toda la verdad….
- Sí la tenia, desde luego que la tenía. Podía haber luchado por esa justicia por la que clama de otra manera, desde su periódico, desde una asociación en el pueblo, desde un foro distinto, pero no, no, eso no era suficiente…. Tenía que jugar a ser una bandolera, a ser la jefe del grupo, a ser una leyenda de la serranía…. Tenía que ser lo que le apetecía, una heroína de leyenda, una bandolera de renombre, sin importar las consecuencias, sin importar lo que dejaba en el camino, sin importar a quien pudiera dañar con sus acciones, ¿verdad? La heroína de la novela, ¿no es cierto?
- Miguel, yo sólo quería…..
- Su novela, sí, lo sé. Es lo que vino buscando a Andalucía, escribir una novela…. Sólo que no ha sido simplemente algo que usted escribe, ha entrelazado una historia en la que ha incluido a personas reales, personas con las que ha jugado sin pensar en nada más, viviendo su fantasía romántica, sin tener en cuenta el daño que podía hacer, que ha hecho….
- Te prometo que nunca he hecho daño a nadie a sabiendas, Miguel, nada más lejos de mi intención…. Mucho menos aún a ti, ¿cómo iba a querer hacerte daño? ¿No te das cuenta de que te quiero?
- Palabras, palabras vacías…. No la creo, Srta. Reeves, ya no creo nada de lo que pueda decir. Y de gracias de que, ya que ayer no pude atrapar en el bosque a la jefa de esa banda de criminales, no voy a detenerla aquí hoy…. En el pueblo no verían con buenos ojos que la mujer en la que han puesto sus esperanzas para que el pueblo progrese es una miserable y despreciable criminal que anda asaltando los caminos….
- No le consiento que diga eso de nosotros. Desde que yo estoy en la banda jamás se ha producido un asalto de ese tipo. Todo lo que hemos hecho ha sido a favor de los jornaleros y los desprotegidos….
- Más palabras, desde luego se le dan muy bien los discursos, señorita, pero ya no tiene como convencerme. Y ahora, si me disculpa, no tengo más que tratar con usted. Buenos días. - Miguel recogió su capa y se dispuso a ir hacia la puerta, pero de repente giró en seco y se volvió, encarándola de nuevo. - Una última advertencia. Si en algún momento tengo la más mínima posibilidad de apresarla como miembro de esa banda, no dude que lo haré. Mientras permanezca en el pueblo como Sara Reeves, le prometo que no haré nada en su contra, pero si alguna vez me cruzo con la bandolera de la sierra seré implacable, señorita. Ahora, buenos días.
- Espera, Miguel… - Sara le cogió del brazo, evitando que se marchara. - Espera un momento, hay algo que no hemos aclarado aún.
- ¿Qué es lo que no hemos aclarado?
- Nuestra situación.
- ¿Qué situación? No hay ninguna situación entre nosotros, creo que me he explicado con toda claridad.
- No, no se ha explicado, Teniente. ¿Qué va a suceder con “nosotros”?
- ¿Nosotros? ¿Qué nosotros?
- Nuestra relación….
- No hay ninguna relación entre nosotros, señorita. Para mí no puede haber una relación con una persona que me engaña, que me miente sistemáticamente y que aún así, cree que actúa de forma honesta. No señorita, no hay ningún nosotros….
- ¿Está dando por terminado nuestro noviazgo, Teniente?
- ¿Noviazgo? ¿Qué noviazgo? Le recuerdo que usted me devolvió mi medalla, que me dejó muy claro que no quería ataduras ni compromisos, que era una mujer libre.
- ¿Y cómo llama usted entonces a todo lo que ha sucedido entre nosotros?
- ¿Cómo lo llamo? No lo sé, en realidad no lo sé. No sé que ha sucedido entre nosotros puesto que todo lo que creí que existía era mentira, así que lo que ha sucedido entre nosotros ha sido una mentira, eso es, una gran mentira. ¿Alguna pregunta más, o puedo marcharme?
- No, no tengo más preguntas.
- Entonces buenos días, Srta. Reeves.
- Buenos dias, Teniente.
#267
28/08/2011 00:54
2. ACERCAMIENTOS: Fragmento 1:
La banda del Chato había estado haciendo de las suyas. Estaba convencida de que Miguel pensaría que habían sido ella y su banda. Hacía semanas que apenas se habían visto y las pocas veces que se había cruzado con él casi ni se había dignado mirarla. Entendía que estuviera enfadado por no decirle que era una bandolera, pero tampoco era como para estar así. Su banda sólo hacía buenas acciones, acciones que ayudaban a los más desfavorecidos del pueblo. ¿No se daba cuenta?
Le echaba de menos, nunca habría podido imaginar cuanto. Otras veces que habían discutido, incluso que se habían alejado, no había sido así. Se habían visto, se habían lanzado pullas, se habían enfadado, pero no había sentido esta distancia ni este dolor. Porque entonces eran meras peleas de enamorados, porque sabía que era algo que podían solucionar simplemente con un beso, porque eran nimiedades. Pero ahora…. ¿Cómo iba a hacer que él la perdonara?
Quizá si conseguía que él la escuchara podría explicarle, quizá así, quizá prometiéndole que nunca harían una mala acción, incluso que le ayudaría a capturar a la otra banda si era preciso. Cualquier cosa con tal de recuperarle, con tal de que volviera a ser como antes, con tal de que volviera a estar cerca.
¿Cómo podía hacer que él se reuniera con ella? Había estado evitándola de todas las maneras posibles, incluso las veces que ella había acudido al cuartel él se había negado a verla. Tenía que inventar algo convincente, algo que no le hiciera sospechar, algo por lo que se viera obligado a acudir a verla.
No se le ocurría nada para atraerle sin despertar sospechas, pero entonces recordó sus palabras de la última vez que habían hablado. “Mientras estés en el pueblo no haré nada, pero si te encuentro en el bosque te perseguiré hasta detenerte”. Te perseguiré hasta detenerte. Eso era. ¡Claro¡ Le tendería una trampa. El la vigilaba, estaba segura de ello, y se había abstenido muy mucho de ir al monte o a las cuevas a ver a sus compañeros. Eso haría, saldría al monte, hacia la cabaña en la que se refugiaba cuando pasaba la noche fuera del pueblo. El la seguiría, seguro que lo haría. Y no se dejaría atrapar, no hasta llegar a la cabaña, claro, y una vez allí…. ¿Quién sabe que puede suceder entre dos personas que se han amado tan profundamente y que llevan un tiempo sin estar juntas? Al menos un beso, simplemente un beso. Se moría por un beso.
Miguel la vio cerrar la imprenta. No había dejado de vigilarla ni un instante desde el día en que descubrió lo que era realmente. Tenía que reconocer que le había hecho caso, le dijo que no saliera del pueblo porque allí no haría nada contra ella y lo había hecho. Había permanecido en el pueblo durante aquellas cinco semanas. ¡Cinco semanas¡ Le habían parecido cinco años. Cinco semanas sin verla de cerca, sin hablar con ella, sin besarla…. Cinco semanas sin el contacto de su cuerpo, de sus labios, sin perderse en aquellos ojos azules que tanto amaba…. Céntrate, Miguel, se dijo. Ya no tienes nada con ella, nada. Ella es una mentirosa, una criminal, una bandolera…. Te ha engañado, te ha mentido, te ha utilizado…. Olvídate de que una vez fue la mujer que amaste, eso se acabó, para siempre.
Se dirigió a donde estaba su caballo y enfilo el camino del puente viejo. El la siguió. ¿Dónde iba? ¿Por qué se arriesgaba después de estas semanas? ¿Qué había ocurrido para que dejara la seguridad del pueblo? ¿Era tal vez por el asalto a la diligencia? ¿Había sido su banda? Ese no era su estilo. Ellos hacían cosas por el pueblo, no asaltaban caminos, eso tenía que reconocerlo. ¿Por qué se marchaba tan precipitadamente entonces? La siguió a cierta distancia, hasta que llegaron a la linde del bosque. Ella se internó en la espesura por un sendero marcado con piedras. La siguió hasta una pequeña cabaña escondida entre los árboles y la maleza, pero con bastante buen aspecto. Se veía cuidada. Sara entró. El dejó su caballo donde no pudieran oír los relinchos y se acercó a la cabaña, asomándose por una de las ventanas. Ella estaba allí.
Examinó la cabaña. Por fuera se veía cuidada y desde la ventana se divisaba una pequeña estancia, con una chimenea, una mesita con dos sillas, y un pequeño diván. Había dos puertas que daban a lo que supuso serían otras estancias, pero estaban cerradas. Allí estaba Sara, sentada en aquel diván, ojeando un libro. ¿Qué hacía allí? ¿Leer? ¿A quien esperaba? Decidió entrar, sería más fácil sorprender a los otros desde dentro, porque seguro que estaba esperando a alguno de sus compinches. Iba a caer más de uno de la banda, una operación perfecta. Seguirla había sido todo un acierto.
¿Cuándo iba a entrar? ¿No pensaría quedarse todo el día mirándola desde fuera, no? Le había visto, sabía que la había seguido y que estaba asomándose por la ventana. ¿Qué esperaba, una invitación formal? De pronto llamaron a la puerta. ¿Llamaba a la puerta? ¿Para qué? ¿No pensaba detenerla? De acuerdo, le seguiría el juego. Le abriría la puerta y se haría la sorprendida. Volvió a llamar a la puerta, con más exigencia que antes. Ella abrió inmediatamente, poniendo cara de espanto.
La banda del Chato había estado haciendo de las suyas. Estaba convencida de que Miguel pensaría que habían sido ella y su banda. Hacía semanas que apenas se habían visto y las pocas veces que se había cruzado con él casi ni se había dignado mirarla. Entendía que estuviera enfadado por no decirle que era una bandolera, pero tampoco era como para estar así. Su banda sólo hacía buenas acciones, acciones que ayudaban a los más desfavorecidos del pueblo. ¿No se daba cuenta?
Le echaba de menos, nunca habría podido imaginar cuanto. Otras veces que habían discutido, incluso que se habían alejado, no había sido así. Se habían visto, se habían lanzado pullas, se habían enfadado, pero no había sentido esta distancia ni este dolor. Porque entonces eran meras peleas de enamorados, porque sabía que era algo que podían solucionar simplemente con un beso, porque eran nimiedades. Pero ahora…. ¿Cómo iba a hacer que él la perdonara?
Quizá si conseguía que él la escuchara podría explicarle, quizá así, quizá prometiéndole que nunca harían una mala acción, incluso que le ayudaría a capturar a la otra banda si era preciso. Cualquier cosa con tal de recuperarle, con tal de que volviera a ser como antes, con tal de que volviera a estar cerca.
¿Cómo podía hacer que él se reuniera con ella? Había estado evitándola de todas las maneras posibles, incluso las veces que ella había acudido al cuartel él se había negado a verla. Tenía que inventar algo convincente, algo que no le hiciera sospechar, algo por lo que se viera obligado a acudir a verla.
No se le ocurría nada para atraerle sin despertar sospechas, pero entonces recordó sus palabras de la última vez que habían hablado. “Mientras estés en el pueblo no haré nada, pero si te encuentro en el bosque te perseguiré hasta detenerte”. Te perseguiré hasta detenerte. Eso era. ¡Claro¡ Le tendería una trampa. El la vigilaba, estaba segura de ello, y se había abstenido muy mucho de ir al monte o a las cuevas a ver a sus compañeros. Eso haría, saldría al monte, hacia la cabaña en la que se refugiaba cuando pasaba la noche fuera del pueblo. El la seguiría, seguro que lo haría. Y no se dejaría atrapar, no hasta llegar a la cabaña, claro, y una vez allí…. ¿Quién sabe que puede suceder entre dos personas que se han amado tan profundamente y que llevan un tiempo sin estar juntas? Al menos un beso, simplemente un beso. Se moría por un beso.
Miguel la vio cerrar la imprenta. No había dejado de vigilarla ni un instante desde el día en que descubrió lo que era realmente. Tenía que reconocer que le había hecho caso, le dijo que no saliera del pueblo porque allí no haría nada contra ella y lo había hecho. Había permanecido en el pueblo durante aquellas cinco semanas. ¡Cinco semanas¡ Le habían parecido cinco años. Cinco semanas sin verla de cerca, sin hablar con ella, sin besarla…. Cinco semanas sin el contacto de su cuerpo, de sus labios, sin perderse en aquellos ojos azules que tanto amaba…. Céntrate, Miguel, se dijo. Ya no tienes nada con ella, nada. Ella es una mentirosa, una criminal, una bandolera…. Te ha engañado, te ha mentido, te ha utilizado…. Olvídate de que una vez fue la mujer que amaste, eso se acabó, para siempre.
Se dirigió a donde estaba su caballo y enfilo el camino del puente viejo. El la siguió. ¿Dónde iba? ¿Por qué se arriesgaba después de estas semanas? ¿Qué había ocurrido para que dejara la seguridad del pueblo? ¿Era tal vez por el asalto a la diligencia? ¿Había sido su banda? Ese no era su estilo. Ellos hacían cosas por el pueblo, no asaltaban caminos, eso tenía que reconocerlo. ¿Por qué se marchaba tan precipitadamente entonces? La siguió a cierta distancia, hasta que llegaron a la linde del bosque. Ella se internó en la espesura por un sendero marcado con piedras. La siguió hasta una pequeña cabaña escondida entre los árboles y la maleza, pero con bastante buen aspecto. Se veía cuidada. Sara entró. El dejó su caballo donde no pudieran oír los relinchos y se acercó a la cabaña, asomándose por una de las ventanas. Ella estaba allí.
Examinó la cabaña. Por fuera se veía cuidada y desde la ventana se divisaba una pequeña estancia, con una chimenea, una mesita con dos sillas, y un pequeño diván. Había dos puertas que daban a lo que supuso serían otras estancias, pero estaban cerradas. Allí estaba Sara, sentada en aquel diván, ojeando un libro. ¿Qué hacía allí? ¿Leer? ¿A quien esperaba? Decidió entrar, sería más fácil sorprender a los otros desde dentro, porque seguro que estaba esperando a alguno de sus compinches. Iba a caer más de uno de la banda, una operación perfecta. Seguirla había sido todo un acierto.
¿Cuándo iba a entrar? ¿No pensaría quedarse todo el día mirándola desde fuera, no? Le había visto, sabía que la había seguido y que estaba asomándose por la ventana. ¿Qué esperaba, una invitación formal? De pronto llamaron a la puerta. ¿Llamaba a la puerta? ¿Para qué? ¿No pensaba detenerla? De acuerdo, le seguiría el juego. Le abriría la puerta y se haría la sorprendida. Volvió a llamar a la puerta, con más exigencia que antes. Ella abrió inmediatamente, poniendo cara de espanto.
#268
28/08/2011 00:56
2. ACERCAMIENTOS: Fragmento 2:
- ¡Miguel¡
- No me diga que no me esperaba, Srta. Reeves. Le dije que la vigilaría de cerca y que la detendría si salía del pueblo.
- Pero no he hecho nada, simplemente venir a mi cabaña.
- ¿Su cabaña? ¿A quien espera aquí?
- A nadie. Simplemente he venido para pasar la tarde leyendo. Me gusta disfrutar del bosque.
- No pensará que voy a creerme sus historias, ¿verdad?
- Puede creer lo que quiera, Teniente, pero no espero a nadie. Si es su gusto puede pasar la tarde conmigo y comprobarlo en persona. ¿Le apetece tomar algo?
- Por favor, Srta. Reeves, esta no es una visita social.
- Ya lo veo, pero si piensa estar aquí toda la tarde a lo mejor le apetecería algo. Puedo ofrecerle un té.
- Déjese de cháchara, me limitaré a esperar a sus compinches.
- Miguel… - Sara se acercó a él y le puso una mano en el hombro. – No va a venir nadie. Sólo quería pasar un rato tranquila, pensar en lo que ha sucedido en los últimos tiempos….
- No me toque, por favor. – Miguel se echó hacia atrás, evitando su contacto.
- Oh, por favor, ya es suficiente. ¿Cuánto tiempo vas a seguir con esa actitud hacia mí? ¿No te das cuenta de que esto no nos lleva a ninguna parte? No vas a perdonarme, ¿verdad? No importa que yo en realidad no haya hecho nada malo, que sólo haya ayudado a la gente, eso no importa, ¿verdad? Has decidido condenarme sin siquiera darme la opción de defenderme….
- Usted se ha condenado sola, señorita. Ha sido usted quien ha mentido, quien me ha engañado, quien ha fingido estar conmigo y me ha utilizado sólo para sacarme información y llevar a cabo sus fechorías sobre seguro….
- ¿Qué te he engañado? ¿Cuándo? ¿Cuándo Miguel? Nunca te he engañado. Es cierto que no te dije toda la verdad, pero nunca te he utilizado….
- No pienso creer ni una sola de sus palabras….
- No, claro, es más fácil culparme de todo. Es más sencillo pensar que me deja porque me he comportado mal que reconocer que esta ha sido la excusa perfecta para alejarse de mí, porque eso es lo que ha hecho, alejarse de mí… - Sara se había acercado de nuevo a él, estaba apenas a unos centímetros de su cara, recriminándole.
- Yo no me he alejado, usted me ha obligado a hacerlo. Usted, señorita, con sus mentiras, con sus sinsentidos, con su forma de actuar. Usted….
- Yo, por supuesto, yo soy la culpable. Sentenciada y condenada en firme por usted. Está bien, veamos los cargos. – Sara giró por la habitación, haciendo una pantomima, como si estuviera en un juicio, y luego volvió a acercarse a él, susurrándole al oído mientras le sujetaba por la nuca. - Primer cargo contra mí: haberme enamorado de un Guardia Civil siendo bandolera. Veredicto: culpable. Segundo cargo: haber dejado que ese amor dominara mi vida: culpable. Tercer cargo: haberme entregado a ese hombre en cuerpo y alma. Culpable también. ¿Tiene alguna otra acusación contra mí?
- Sara, le ruego que no se acerque a mí. – Miguel la cogió por los brazos, apartándola de su cuerpo. No era capaz de pensar cuando ella estaba cerca. – Y sí, tengo cargos reales, no esos que acaba de enumerar.
- ¿Crees que lo que acabo de decir es mentira? ¿Crees que todo ha sido una farsa? ¿De verdad lo crees?
- Lo único que creo es que diría lo que fuera con tal de librarse de la justicia, pero no va a servirle de nada.
- Con tal de librarme de la justicia…. No quiero librarme de la justicia, Miguel, no quiero. Si de verdad crees lo que dices, hazlo, hazlo de una vez. Detenme. Llévame al calabozo y júzgame. Y si de he cumplir condena, lo haré…. Pero no te escudes en la justicia para sacarme de tu vida…. Si lo que quieres es dejarme no te escudes, ten el valor de decírmelo a la cara. – Sara volvió a acercarse a él, cogiéndole la cara con las manos. – Dímelo, dime que no quieres estar conmigo, que todo fue un error, que te has dado cuenta de que no sientes nada por mí. Dímelo de una vez, pero no te escudes. Al menos yo he sido capaz de reconocer que, aunque me haya equivocado en las formas, te sigo amando y nada cambiará eso, ni nuestros mundos opuestos, ni nuestras discusiones, ni tu indiferencia…. – No pudo evitar que las lágrimas rodaran por sus mejillas, le estaba perdiendo definitivamente y no podía hacer nada para evitarlo, nada. El era tan orgulloso que jamás dejaría que su amor estuviera por encima de su deber. Ahora sí que era el final, definitivamente, y ella pudo sentir como su corazón se desgarraba de dolor. Se apartó de él y se sentó en el diván, con la cara entre las manos, intentando serenarse. Todo era culpa suya, lo sabía, había intentado compaginar sus sueños con su amor y no había sido posible. Ella era la culpable. Ese era el veredicto final, culpable, culpable, culpable. Ojala la encerraran para siempre y bien lejos de él. Al menos no tendría que ver el odio y el desprecio en su cara, eso era peor que cualquier condena que le impusieran.
- No llores, por favor, Sara. – Miguel se había acercado a ella y había puesto su mano sobre uno de sus hombros. – No llores…. – Se inclinó hasta que su boca quedó a la altura de la cabeza femenina, y besó su pelo con dulzura. – Sara…. – El no quería que llorara, mucho menos por su causa, podía enfrentar a una Sara enfadada y rabiosa, pero no soportaba verla llorar y aún menos ser el causante de sus lágrimas. ¿Cómo que sacarla de su vida? ¿Qué era lo que ella creía? Si se moría por ella, si aquellas cinco semanas habían sido un infierno para él. Dio la vuelta al diván y se arrodilló a su lado, situándose frente a ella. – Sara…. Mírame, por favor…. ¿Cómo puedes pensar eso? No quiero sacarte de mi vida, no puedo sacarte de mi vida, te amo hasta lo más profundo de mi ser, jamás he sentido nada igual por nadie, jamás. ¿No te das cuenta de que estas semanas han sido un martirio para mí? Pero no puedo estar contigo si eres una bandolera, no puedo…. ¿No lo entiendes?
- ¡Miguel¡
- No me diga que no me esperaba, Srta. Reeves. Le dije que la vigilaría de cerca y que la detendría si salía del pueblo.
- Pero no he hecho nada, simplemente venir a mi cabaña.
- ¿Su cabaña? ¿A quien espera aquí?
- A nadie. Simplemente he venido para pasar la tarde leyendo. Me gusta disfrutar del bosque.
- No pensará que voy a creerme sus historias, ¿verdad?
- Puede creer lo que quiera, Teniente, pero no espero a nadie. Si es su gusto puede pasar la tarde conmigo y comprobarlo en persona. ¿Le apetece tomar algo?
- Por favor, Srta. Reeves, esta no es una visita social.
- Ya lo veo, pero si piensa estar aquí toda la tarde a lo mejor le apetecería algo. Puedo ofrecerle un té.
- Déjese de cháchara, me limitaré a esperar a sus compinches.
- Miguel… - Sara se acercó a él y le puso una mano en el hombro. – No va a venir nadie. Sólo quería pasar un rato tranquila, pensar en lo que ha sucedido en los últimos tiempos….
- No me toque, por favor. – Miguel se echó hacia atrás, evitando su contacto.
- Oh, por favor, ya es suficiente. ¿Cuánto tiempo vas a seguir con esa actitud hacia mí? ¿No te das cuenta de que esto no nos lleva a ninguna parte? No vas a perdonarme, ¿verdad? No importa que yo en realidad no haya hecho nada malo, que sólo haya ayudado a la gente, eso no importa, ¿verdad? Has decidido condenarme sin siquiera darme la opción de defenderme….
- Usted se ha condenado sola, señorita. Ha sido usted quien ha mentido, quien me ha engañado, quien ha fingido estar conmigo y me ha utilizado sólo para sacarme información y llevar a cabo sus fechorías sobre seguro….
- ¿Qué te he engañado? ¿Cuándo? ¿Cuándo Miguel? Nunca te he engañado. Es cierto que no te dije toda la verdad, pero nunca te he utilizado….
- No pienso creer ni una sola de sus palabras….
- No, claro, es más fácil culparme de todo. Es más sencillo pensar que me deja porque me he comportado mal que reconocer que esta ha sido la excusa perfecta para alejarse de mí, porque eso es lo que ha hecho, alejarse de mí… - Sara se había acercado de nuevo a él, estaba apenas a unos centímetros de su cara, recriminándole.
- Yo no me he alejado, usted me ha obligado a hacerlo. Usted, señorita, con sus mentiras, con sus sinsentidos, con su forma de actuar. Usted….
- Yo, por supuesto, yo soy la culpable. Sentenciada y condenada en firme por usted. Está bien, veamos los cargos. – Sara giró por la habitación, haciendo una pantomima, como si estuviera en un juicio, y luego volvió a acercarse a él, susurrándole al oído mientras le sujetaba por la nuca. - Primer cargo contra mí: haberme enamorado de un Guardia Civil siendo bandolera. Veredicto: culpable. Segundo cargo: haber dejado que ese amor dominara mi vida: culpable. Tercer cargo: haberme entregado a ese hombre en cuerpo y alma. Culpable también. ¿Tiene alguna otra acusación contra mí?
- Sara, le ruego que no se acerque a mí. – Miguel la cogió por los brazos, apartándola de su cuerpo. No era capaz de pensar cuando ella estaba cerca. – Y sí, tengo cargos reales, no esos que acaba de enumerar.
- ¿Crees que lo que acabo de decir es mentira? ¿Crees que todo ha sido una farsa? ¿De verdad lo crees?
- Lo único que creo es que diría lo que fuera con tal de librarse de la justicia, pero no va a servirle de nada.
- Con tal de librarme de la justicia…. No quiero librarme de la justicia, Miguel, no quiero. Si de verdad crees lo que dices, hazlo, hazlo de una vez. Detenme. Llévame al calabozo y júzgame. Y si de he cumplir condena, lo haré…. Pero no te escudes en la justicia para sacarme de tu vida…. Si lo que quieres es dejarme no te escudes, ten el valor de decírmelo a la cara. – Sara volvió a acercarse a él, cogiéndole la cara con las manos. – Dímelo, dime que no quieres estar conmigo, que todo fue un error, que te has dado cuenta de que no sientes nada por mí. Dímelo de una vez, pero no te escudes. Al menos yo he sido capaz de reconocer que, aunque me haya equivocado en las formas, te sigo amando y nada cambiará eso, ni nuestros mundos opuestos, ni nuestras discusiones, ni tu indiferencia…. – No pudo evitar que las lágrimas rodaran por sus mejillas, le estaba perdiendo definitivamente y no podía hacer nada para evitarlo, nada. El era tan orgulloso que jamás dejaría que su amor estuviera por encima de su deber. Ahora sí que era el final, definitivamente, y ella pudo sentir como su corazón se desgarraba de dolor. Se apartó de él y se sentó en el diván, con la cara entre las manos, intentando serenarse. Todo era culpa suya, lo sabía, había intentado compaginar sus sueños con su amor y no había sido posible. Ella era la culpable. Ese era el veredicto final, culpable, culpable, culpable. Ojala la encerraran para siempre y bien lejos de él. Al menos no tendría que ver el odio y el desprecio en su cara, eso era peor que cualquier condena que le impusieran.
- No llores, por favor, Sara. – Miguel se había acercado a ella y había puesto su mano sobre uno de sus hombros. – No llores…. – Se inclinó hasta que su boca quedó a la altura de la cabeza femenina, y besó su pelo con dulzura. – Sara…. – El no quería que llorara, mucho menos por su causa, podía enfrentar a una Sara enfadada y rabiosa, pero no soportaba verla llorar y aún menos ser el causante de sus lágrimas. ¿Cómo que sacarla de su vida? ¿Qué era lo que ella creía? Si se moría por ella, si aquellas cinco semanas habían sido un infierno para él. Dio la vuelta al diván y se arrodilló a su lado, situándose frente a ella. – Sara…. Mírame, por favor…. ¿Cómo puedes pensar eso? No quiero sacarte de mi vida, no puedo sacarte de mi vida, te amo hasta lo más profundo de mi ser, jamás he sentido nada igual por nadie, jamás. ¿No te das cuenta de que estas semanas han sido un martirio para mí? Pero no puedo estar contigo si eres una bandolera, no puedo…. ¿No lo entiendes?
#269
28/08/2011 00:57
2. ACERCAMIENTOS: Fragmento 3:
- No, no lo entiendo. No entiendo que si tanto me quieres no hayas hecho ni un intento de acercarte a mí y dejar que me explicara. No entiendo que hayas podido ignorarme durante este tiempo y estar tan entero a pesar de ello. No entiendo que hayas renunciado a ese amor por el deber al uniforme. No lo entiendo, Miguel…. No puedo entenderlo, no puedo…. Porque yo me muero cuando te veo y me ignoras, porque te deseo a cada instante, porque quiero abrazarte, besarte, estar contigo, y tú…. Tu ni siquiera te acercas a mí, ni siquiera me miras… ¿cómo puedo esperar entonces que me toques, que me beses, que estés conmigo como antes? Tú has sido capaz de apartarme de tu vida de un plumazo, en un instante, sin dudas, sin miramientos, sin vuelta atrás, pero yo no puedo, no puedo hacerlo….
- Sara, yo….
- Tú eres capaz de hacerlo, eres capaz de apartar un amor que jurabas inmenso sin siquiera pestañear…. Quizá no era tan inmenso ese amor, quizá sólo era un capricho, quizá por eso te ha resultado tan fácil….
- Nunca has sido un capricho para mí. Estas semanas han sido las más duras que he pasado en mi vida, las peores. Nunca me sentí tan solo ni tan perdido, nunca me sentí tan derrotado como ahora, nunca creí que me dolería tanto una traición….
- No te he traicionado, Miguel, nunca lo haría….
- Sí lo has hecho, aunque no quisieras, Sara, pero lo has hecho. Sabes lo que esos criminales significan para mí, sabes que toda mi vida la he dedicado a perseguirles, a acabar con ellos y tú….
- Yo no soy una criminal, sólo hago cosas por los demás….
- Estás con ellos, Sara, eres su jefa….
- Desde que estoy con ellos no ha habido ni un solo delito como antes, y lo sabes. Ahora actúan de otra manera, ayudando a los demás. Sabes que es cierto….
- Eso no cambia que me has mentido….
- ¿Y cómo iba a decirte la verdad?
- Ni siquiera lo intentaste….
- ¿Qué habrías hecho si te lo hubiera dicho? Dime que habría cambiado, nada Miguel. Nada habría cambiado. Me habrías dejado exactamente igual que has hecho ahora y no podía permitírmelo. Fui egoísta, es cierto. Soy incapaz de renunciar a ti….
- ¿Crees que para mí es fácil esta situación? ¿Qué no me muero por estar contigo? ¿Qué no quiero abrazarte o besarte? ¿Crees que es fácil para mí controlar mis sentimientos y mantenerme distante?
- No lo sé, no me has hablado desde hace cinco semanas, Miguel, casi ni me has mirado, que decir de acercarte a mí. Cada vez que estoy a menos de un metro me rehuyes, me rechazas, te apartas. No sé que sientes ni que quieres, más allá de detenerme, claro.
- Sara….
¿Qué quería? Quería besarla, abrazarla, hacerla suya, volver a deleitarse con su cuerpo, con su amor, con su pasión. Quería tenerla, como la había tenido tantas veces, quería hacerla suspirar, quería que se derritiera en sus brazos, quería que fuera suya, sólo suya, en cuerpo y mente, suya. Quería tenerla, quería poseerla, quería que gritara su nombre mientras le hacía el amor….
Le acarició la mejilla con un dedo, un simple roce. Ella cerró los ojos y suspiró. Aquel contacto la quemaba como el fuego. Ella amoldó su cara a la mano masculina, y puso su propia mano sobre la de él. Abrió los ojos tras ese contacto, mirándole directamente, colocando su otra mano contra la mejilla masculina. El no pudo más, no pudo contenerse más, no quiso contenerse más. Necesitaba besarla, necesitaba saborear aquellos labios, necesitaba perderse en su boca. La besó, no con cuidado, como solía, sino con pasión desbordada, con toda la pasión que había estado conteniendo durante las semanas que habían pasado separados, poniendo su alma en aquel beso. Se incorporó sin dejar de besarla e hizo que ella se levantara también, amoldando su cuerpo al de ella para sentir su calor mientras la besaba. Ella le respondió sin reticencias, sin dudas, rendida a él. La desvistió con prisas, sin miramientos, sin la dulzura habitual que le prodigaba. No importó que ni siquiera llegaran a quitarse toda la ropa, ni que en el fragor del deseo algún botón saltara de su lugar, no importó que quedaran tumbados directamente sobre la capa de su uniforme, porque no tuvieron tiempo de ir a ninguna de las habitaciones. No importó nada, sólo importó compartir sus cuerpos, sólo importó saciar su necesidad, sentir al otro. No importó contenerse, porque allí estaban solos y nadie podía oírles, no importó aferrarse a su cuerpo como si nunca más fuera a tenerlo, no importó la desesperación con que la hizo suya y con la que ella se le dio. No importó nada excepto sentir que era suya de nuevo, excepto tenerla sobre su pecho, excepto recorrer cada centímetro de su cuerpo haciéndola suspirar.
Ella no podía contener su necesidad de besarle, no podía y no quería. Si aquella iba a ser la última vez que estuvieran juntos quería sentir como cada centímetro de su cuerpo vibraba con su contacto. Nunca habían tenido un encuentro como aquel, nunca había sentido aquella necesidad, aquella desesperación. No fue algo dulce y contenido, como solían, fue una explosión de deseo que les atravesó y les llevó a la locura. Se aferró a él con desesperación, con un deseo desconocido hasta entonces para ella, con una sensación de necesidad apremiante e insatisfecha que la llevó a la rudeza con aquel cuerpo tan amado. Mordió sus labios, mordió su cuello y su pecho, se aferró a él incluso con la uñas, se fundió con él como si pudiera atravesar la barrera de su piel y convertirse en un solo cuerpo. Suspiró de deseo y de satisfacción como nunca lo había hecho, aquí estaban solos y no tenían que temer que nadie pudiera oírles, gimió ante sus envites y gritó con placer extasiado cuando él le dio todo lo que estaba pidiéndole. Y al mismo tiempo, a pesar de todas aquellas nuevas sensaciones, a pesar del desbordamiento de su pasión, no pudo dejar de susurrar su nombre como él susurraba el de ella. No pudo dejar de decirle que le amaba, no pudo controlar el impulso de hacerle totalmente suyo y entregársele también. No quiso controlarlo. Quiso darle todo, recibir todo, compartir todo.
- No, no lo entiendo. No entiendo que si tanto me quieres no hayas hecho ni un intento de acercarte a mí y dejar que me explicara. No entiendo que hayas podido ignorarme durante este tiempo y estar tan entero a pesar de ello. No entiendo que hayas renunciado a ese amor por el deber al uniforme. No lo entiendo, Miguel…. No puedo entenderlo, no puedo…. Porque yo me muero cuando te veo y me ignoras, porque te deseo a cada instante, porque quiero abrazarte, besarte, estar contigo, y tú…. Tu ni siquiera te acercas a mí, ni siquiera me miras… ¿cómo puedo esperar entonces que me toques, que me beses, que estés conmigo como antes? Tú has sido capaz de apartarme de tu vida de un plumazo, en un instante, sin dudas, sin miramientos, sin vuelta atrás, pero yo no puedo, no puedo hacerlo….
- Sara, yo….
- Tú eres capaz de hacerlo, eres capaz de apartar un amor que jurabas inmenso sin siquiera pestañear…. Quizá no era tan inmenso ese amor, quizá sólo era un capricho, quizá por eso te ha resultado tan fácil….
- Nunca has sido un capricho para mí. Estas semanas han sido las más duras que he pasado en mi vida, las peores. Nunca me sentí tan solo ni tan perdido, nunca me sentí tan derrotado como ahora, nunca creí que me dolería tanto una traición….
- No te he traicionado, Miguel, nunca lo haría….
- Sí lo has hecho, aunque no quisieras, Sara, pero lo has hecho. Sabes lo que esos criminales significan para mí, sabes que toda mi vida la he dedicado a perseguirles, a acabar con ellos y tú….
- Yo no soy una criminal, sólo hago cosas por los demás….
- Estás con ellos, Sara, eres su jefa….
- Desde que estoy con ellos no ha habido ni un solo delito como antes, y lo sabes. Ahora actúan de otra manera, ayudando a los demás. Sabes que es cierto….
- Eso no cambia que me has mentido….
- ¿Y cómo iba a decirte la verdad?
- Ni siquiera lo intentaste….
- ¿Qué habrías hecho si te lo hubiera dicho? Dime que habría cambiado, nada Miguel. Nada habría cambiado. Me habrías dejado exactamente igual que has hecho ahora y no podía permitírmelo. Fui egoísta, es cierto. Soy incapaz de renunciar a ti….
- ¿Crees que para mí es fácil esta situación? ¿Qué no me muero por estar contigo? ¿Qué no quiero abrazarte o besarte? ¿Crees que es fácil para mí controlar mis sentimientos y mantenerme distante?
- No lo sé, no me has hablado desde hace cinco semanas, Miguel, casi ni me has mirado, que decir de acercarte a mí. Cada vez que estoy a menos de un metro me rehuyes, me rechazas, te apartas. No sé que sientes ni que quieres, más allá de detenerme, claro.
- Sara….
¿Qué quería? Quería besarla, abrazarla, hacerla suya, volver a deleitarse con su cuerpo, con su amor, con su pasión. Quería tenerla, como la había tenido tantas veces, quería hacerla suspirar, quería que se derritiera en sus brazos, quería que fuera suya, sólo suya, en cuerpo y mente, suya. Quería tenerla, quería poseerla, quería que gritara su nombre mientras le hacía el amor….
Le acarició la mejilla con un dedo, un simple roce. Ella cerró los ojos y suspiró. Aquel contacto la quemaba como el fuego. Ella amoldó su cara a la mano masculina, y puso su propia mano sobre la de él. Abrió los ojos tras ese contacto, mirándole directamente, colocando su otra mano contra la mejilla masculina. El no pudo más, no pudo contenerse más, no quiso contenerse más. Necesitaba besarla, necesitaba saborear aquellos labios, necesitaba perderse en su boca. La besó, no con cuidado, como solía, sino con pasión desbordada, con toda la pasión que había estado conteniendo durante las semanas que habían pasado separados, poniendo su alma en aquel beso. Se incorporó sin dejar de besarla e hizo que ella se levantara también, amoldando su cuerpo al de ella para sentir su calor mientras la besaba. Ella le respondió sin reticencias, sin dudas, rendida a él. La desvistió con prisas, sin miramientos, sin la dulzura habitual que le prodigaba. No importó que ni siquiera llegaran a quitarse toda la ropa, ni que en el fragor del deseo algún botón saltara de su lugar, no importó que quedaran tumbados directamente sobre la capa de su uniforme, porque no tuvieron tiempo de ir a ninguna de las habitaciones. No importó nada, sólo importó compartir sus cuerpos, sólo importó saciar su necesidad, sentir al otro. No importó contenerse, porque allí estaban solos y nadie podía oírles, no importó aferrarse a su cuerpo como si nunca más fuera a tenerlo, no importó la desesperación con que la hizo suya y con la que ella se le dio. No importó nada excepto sentir que era suya de nuevo, excepto tenerla sobre su pecho, excepto recorrer cada centímetro de su cuerpo haciéndola suspirar.
Ella no podía contener su necesidad de besarle, no podía y no quería. Si aquella iba a ser la última vez que estuvieran juntos quería sentir como cada centímetro de su cuerpo vibraba con su contacto. Nunca habían tenido un encuentro como aquel, nunca había sentido aquella necesidad, aquella desesperación. No fue algo dulce y contenido, como solían, fue una explosión de deseo que les atravesó y les llevó a la locura. Se aferró a él con desesperación, con un deseo desconocido hasta entonces para ella, con una sensación de necesidad apremiante e insatisfecha que la llevó a la rudeza con aquel cuerpo tan amado. Mordió sus labios, mordió su cuello y su pecho, se aferró a él incluso con la uñas, se fundió con él como si pudiera atravesar la barrera de su piel y convertirse en un solo cuerpo. Suspiró de deseo y de satisfacción como nunca lo había hecho, aquí estaban solos y no tenían que temer que nadie pudiera oírles, gimió ante sus envites y gritó con placer extasiado cuando él le dio todo lo que estaba pidiéndole. Y al mismo tiempo, a pesar de todas aquellas nuevas sensaciones, a pesar del desbordamiento de su pasión, no pudo dejar de susurrar su nombre como él susurraba el de ella. No pudo dejar de decirle que le amaba, no pudo controlar el impulso de hacerle totalmente suyo y entregársele también. No quiso controlarlo. Quiso darle todo, recibir todo, compartir todo.
#270
28/08/2011 01:02
2. ACERCAMIENTOS: Fragmento 4:
Aún rato después de culminar su deseo, seguían abrazados en el suelo, intentando recuperar el ritmo de la respiración, recorriendo el cuerpo del otro con las manos, tocando los labios del otro con los dedos, sintiendo cada centímetro de piel aún erizada por el placer. Ella se apoyó sobre un codo para incorporarse y poder mirarle.
- Nunca habíamos tenido algo como esto….
- Lo siento, perdóname por favor. Se que he sido un poco rudo pero…. No he podido evitarlo, el deseo me ha desbordado totalmente y yo….
- No, no te disculpes, ha sido... impresionante, yo… perdóname, pero creo que te he clavado las uñas más de lo recomendable, tienes arañazos profundos en la espalda, lo siento…
- Pues yo no, me encanta que me claves las uñas…. Creo que estas semanas separados nos han vuelto un poco….
- ¿Lanzados?
- Yo diría más bien algo agresivos, yo… te he mordido, lo siento…
- No me importa, me ha gustado…. Ha sido como…
- ¿Cómo?
- Como una explosión…. No tenía suficiente de ti ni suficientemente rápido, era un deseo corrosivo, no había sentido algo así antes…
- Creo que ha sido simplemente necesidad, necesidad del otro, necesidad de saciar nuestros cuerpos, de tener al otro más y más cerca, dentro de la propia piel si se pudiera….
- ¿Has tenido necesidad de mí este tiempo?
- Me moría por tí todo el tiempo, pero….
- No podías demostrarlo, lo sé. El deber….
- Sara, yo….
- Lo sé, lo sé. ¿Qué va a pasar ahora?
- ¿Ahora? – Miguel le sonrió con dulzura, inclinándose sobre ella. - Ahora, señorita, lo que va a pasar es que voy a hacerle el amor de nuevo, con dulzura esta vez, con deleite, con lentitud y serenidad. Voy a disfrutar de su cuerpo, que me vuelve totalmente loco, mientras usted disfruta del mío. Quiero oírla suspirar quedamente, quiero sentir su pasión, quiero desbordarla de placer nuevamente. ¿Tiene alguna objeción al respecto?
- No, realmente no tengo ninguna objeción al respecto. De hecho creo que es la mejor idea que ha tenido usted desde hace mucho tiempo. Así que dulcemente…
- ¿No le parece bien?
- Sí, me parece perfecto, de hecho. He de reconocer que este encuentro que acabamos de tener podría calificarse de absolutamente desbordado, incontenible y en cierto punto, ¿salvaje? Me ha gustado mucho, pero debo decirle que me muero por sentir sus manos sobre mi piel, con lentitud, con deleite, con mesura…. Quiero algo que dure más que unos pocos aunque muy intensos minutos, quiero pasar todo el tiempo entre sus brazos…. – Sara le susurraba al oído, volviéndolo loco de deseo.
- Sus deseos son órdenes para mí. – Miguel volvió a besarla, iniciando un nuevo juego amoroso entre ellos, esta vez más contenido, más dulce, más entregado.
FIN.
Aún rato después de culminar su deseo, seguían abrazados en el suelo, intentando recuperar el ritmo de la respiración, recorriendo el cuerpo del otro con las manos, tocando los labios del otro con los dedos, sintiendo cada centímetro de piel aún erizada por el placer. Ella se apoyó sobre un codo para incorporarse y poder mirarle.
- Nunca habíamos tenido algo como esto….
- Lo siento, perdóname por favor. Se que he sido un poco rudo pero…. No he podido evitarlo, el deseo me ha desbordado totalmente y yo….
- No, no te disculpes, ha sido... impresionante, yo… perdóname, pero creo que te he clavado las uñas más de lo recomendable, tienes arañazos profundos en la espalda, lo siento…
- Pues yo no, me encanta que me claves las uñas…. Creo que estas semanas separados nos han vuelto un poco….
- ¿Lanzados?
- Yo diría más bien algo agresivos, yo… te he mordido, lo siento…
- No me importa, me ha gustado…. Ha sido como…
- ¿Cómo?
- Como una explosión…. No tenía suficiente de ti ni suficientemente rápido, era un deseo corrosivo, no había sentido algo así antes…
- Creo que ha sido simplemente necesidad, necesidad del otro, necesidad de saciar nuestros cuerpos, de tener al otro más y más cerca, dentro de la propia piel si se pudiera….
- ¿Has tenido necesidad de mí este tiempo?
- Me moría por tí todo el tiempo, pero….
- No podías demostrarlo, lo sé. El deber….
- Sara, yo….
- Lo sé, lo sé. ¿Qué va a pasar ahora?
- ¿Ahora? – Miguel le sonrió con dulzura, inclinándose sobre ella. - Ahora, señorita, lo que va a pasar es que voy a hacerle el amor de nuevo, con dulzura esta vez, con deleite, con lentitud y serenidad. Voy a disfrutar de su cuerpo, que me vuelve totalmente loco, mientras usted disfruta del mío. Quiero oírla suspirar quedamente, quiero sentir su pasión, quiero desbordarla de placer nuevamente. ¿Tiene alguna objeción al respecto?
- No, realmente no tengo ninguna objeción al respecto. De hecho creo que es la mejor idea que ha tenido usted desde hace mucho tiempo. Así que dulcemente…
- ¿No le parece bien?
- Sí, me parece perfecto, de hecho. He de reconocer que este encuentro que acabamos de tener podría calificarse de absolutamente desbordado, incontenible y en cierto punto, ¿salvaje? Me ha gustado mucho, pero debo decirle que me muero por sentir sus manos sobre mi piel, con lentitud, con deleite, con mesura…. Quiero algo que dure más que unos pocos aunque muy intensos minutos, quiero pasar todo el tiempo entre sus brazos…. – Sara le susurraba al oído, volviéndolo loco de deseo.
- Sus deseos son órdenes para mí. – Miguel volvió a besarla, iniciando un nuevo juego amoroso entre ellos, esta vez más contenido, más dulce, más entregado.
FIN.
#271
28/08/2011 01:03
Gracias, Imos.
Yo también los tenía en el portatil, si tengo que buscarlos entre los doscientos pen no los encuentro en una semana.
Son repes, pero bueno, por si alguien no los había leído.
Yo también los tenía en el portatil, si tengo que buscarlos entre los doscientos pen no los encuentro en una semana.
Son repes, pero bueno, por si alguien no los había leído.
#272
28/08/2011 01:21
FichaRoja, yo no los había leído y me han encantado!!
Gracias por hacernos el favor de ponerlos aquí para l@s que no lo habían leído!!
Están I-N-C-R-E-I-B-L-E-S!!!
Gracias por hacernos el favor de ponerlos aquí para l@s que no lo habían leído!!
Están I-N-C-R-E-I-B-L-E-S!!!
#273
28/08/2011 01:51
ahora me acuerdo que calores opaíto...............
#274
28/08/2011 02:52
Genial,FichaRoja....genial.....
#275
28/08/2011 03:11
FichaRoja, acabo de leer tus relatos y... me has dejado sin palabras, después de esto ya casi me da igual lo que tengan pensado hacer los guionistas en la serie, mucho se lo tienen que currar para superar la narración de tu historia. Sólo decirte, fantástico.
#276
28/08/2011 03:41
Lo siento chicas, no sabía donde poneros esto. Estaba buscando tipos de letras y me he encontrado con esto:
y claro, me he acordado de vosotras y he pensado, tengo que coger una captura
y claro, me he acordado de vosotras y he pensado, tengo que coger una captura
#277
28/08/2011 08:25
FichaRoja lo había leído pero me ha encantado volver a leerlo.
Os doy las gracias a todas en general, estos relatos son muy sugerentes, cada una con su estilo lo hace genial, muy agradable la lectura.
Os doy las gracias a todas en general, estos relatos son muy sugerentes, cada una con su estilo lo hace genial, muy agradable la lectura.
#278
28/08/2011 10:32
FICHAROJA....Los leí en su momento y me ENCANTAAAAAAAAAAAARON... y ahora mucho más aún.
Insuperable cariño... INSUPERABLE!!!!! Me dan una escena así en Bandolera y directamente muero y voy al cielo de golpe.
McFREE darling... como quieres que me ponga a escribir algo después de volver a leer los relatos de FichaRoja y ver que lo mínimo que merece es el Premio Nobel??? Ni a la suela del zapato la llegaría ;-)
Insuperable cariño... INSUPERABLE!!!!! Me dan una escena así en Bandolera y directamente muero y voy al cielo de golpe.
McFREE darling... como quieres que me ponga a escribir algo después de volver a leer los relatos de FichaRoja y ver que lo mínimo que merece es el Premio Nobel??? Ni a la suela del zapato la llegaría ;-)
#279
28/08/2011 11:06
Ficha roja yo también los lei en su día pero ha sido estupendo volverlos a leer. Escribes de vicio.
#280
28/08/2011 12:13
Ficharoja gracias reina,
Que boniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiito, y que bién escrito, así es como deberia de ser.
Que boniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiito, y que bién escrito, así es como deberia de ser.