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Confía en mí

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MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
05/06/2012 21:17
¡Hola, Aguiluchas!

Vuelvo a colgar este mensaje, porque no sé qué ha pasado. Se ha perdido en el ciberespacio... Je,je,je... Bueno, os decía en el anterior que estoy escribiendo esta historia de Gonzalo y Margarita, que he titulado Confía en mí. Una frase que el Amo dice habitualmente. Al principio pensé en centrarme sólo en el CR, pero después me he picado y como le dije a Mar, iré introduciendo personajes para dar más intensidad a la trama. ¡Jó parezco una guionista de la serie! Je,je,je... Iré colgándola poco a poco. Espero que os guste y que disfrutéis tanto como yo al escribirla. Me he basado en algunas imágenes que nos pusieron de la ansiada 5ª temporada, pero el resto es todo, todito de mi imaginación. A ver si los lionistas se pasan por aquí y cogen algunas ideas... Je,je,je. Bueno, allá va... Besitos y con Dios. MJ.

Ya sé lo que pasó. Hay mucho texto y no lo podía colgar... Bueno, aquí os dejo las primeras líneas. Besitos a tod@s. MJ.
#141
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
11/07/2012 17:41
En ese instante, Margarita irrumpió en la sala. Tenía el cabello mojado; vestía un corpiño de cordeles y una falda de color rojo. Estaba hermosa y radiante.
-Buenos días, Sátur.
-Buenos días, señora –le contestó con una sonrisa en los labios.
El criado miró a Gonzalo de Montalvo, que contemplaba, embelesado, a su mujer. Habló de nuevo:
-Pues sí, me parece que usted triunfó anoche. Por la cara que trae la señora… -Rió, dándole una palmadita a su amo en la espalda.
-¿Y Alonso? –preguntó Margarita.
-El chiquillo fue a comprar la leche y el pan para el desayuno.
-¡Tengo un hambre! –exclamó ella, tras abrazar a su marido.
-Normal… Tantas energías gastadas…
Los dos le miraron. Sátur carraspeó y señaló la olla.
-Que… Voy a ver cómo están las migas.
-¿Migas? ¡Qué ricas! Eres un sol, Sátur –le dijo, dándole un sonoro beso en la mejilla derecha-. ¡Huelen qué alimentan! –pronunció Margarita junto al hogar.
Saturno García sonrió y se tocó la mejilla que ella le había besado.
-Algún día me lo contará, amo, algún día… -le guiñó un ojo.
El maestro puso las órbitas de los suyos en blanco. Catalina entró en la casa.
-Buenos días, la puerta estaba abierta…
Los tres la saludaron.
-Buenos días, Catalina.
-Alonsillo, que fue a comprar y la dejó así. Este chiquillo… -refunfuñó Sátur poniendo la olla en la mesa.
El ama de llaves de Lucrecia de Santillana besó a su amiga y luego apretó con cariño el brazo derecho de Gonzalo.
-Bueno… que… -Carraspeó sin saber qué decir.
-¿Quieres desayunar con nosotros, Cata? –le preguntó su amiga.
-No, gracias. Ya desayuné… -Les sonrió-. Dentro de un rato me voy a palacio, pero… -Se aclaró la garganta y miró a su comadre. La cogió del brazo y le dijo-: Que tengo que contarte una cosa, Margarita…
Miró a los dos hombres y sintió que sus mejillas se encendían.
-Claro, vamos a la habitación –le respondió ésta.
Gonzalo y Sátur vieron cómo las dos entraban en la alcoba. El criado no se pudo callar.
#142
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
11/07/2012 17:43
-¡Ve, amo, otra que también quiere saber qué ocurrió anoche! No sólo soy yo el interesado.
-¡Ya está bien, Sátur! Catalina no es tan chismosa como tú –le dijo señalándolo con el dedo índice-. Además, Margarita y ella son amigas desde siempre y necesitará un consejo.
-¿Yo chismoso? No, amo, no. –Negó con varios movimientos de su cabeza-. Soy curioso de nacimiento y eso es muy pero que muy distinto.
Gonzalo se sentó a la mesa.
-¿Qué le cuesta a usted decírmelo, hombre? Sólo un poquito, que soy su compadre y me tiene los dientes largos…
El maestro le miró, y llevándose la mano izquierda a la barbilla, le dijo:
-Estuvo bien, muy bien.
Su ayudante se sentó junto a él. Una sonrisa apareció en la comisura de sus labios. Gonzalo posó su mano derecha en el hombro de su amigo.
-Soy muy feliz, Sátur. Margarita es mi amor, siempre lo ha sido.
-Lo sé, amo.
Se sonrieron.
-Ojalá algún día tú encuentres a alguien que te quiera de verdad y que te haga sentir que la tierra tiembla cuando la miras, y que tu corazón late con una sola sonrisa suya…
-¡Qué bonito, amo! Pero no lo creo. ¿Quién me va a querer a mí? Si soy un desgracio, un…
-Eres el hombre más leal, sincero y bueno que he conocido nunca. Estoy seguro de que esa mujer se enamorará de ti en cuanto te conozca.
Sátur se restregó los ojos.
-Amo, que me han emocionado sus palabras…
Gonzalo le sonrió.
-Eres una persona muy especial, Sátur. No sólo eres mi escudero y mi amigo… Yo te considero mi hermano.
-Amo…
El criado se abrazó al héroe de la Villa. Así los encontró Alonso.
-¡Aquí están la leche y el pan!
-Dame, Alonsillo, que enseguida desayunamos –musitó Saturno García con los ojos brillantes.
El niño se sentó al lado de su padre.
-¿Y la tía?
-Está con Catalina en la habitación. Alonso de Montalvo miró hacia la puerta y luego pellizcó el chusco de pan.


Continuará... Besitos a todas. A más ver. MJ.
#143
Kaley
Kaley
17/07/2012 11:08
ole ole y ole, que he vuelto de vacaciones y me encuentro éste regalo ....

Gracias Mj, fantastico, espectante estoy de la próxima entrega ....
#144
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
17/07/2012 18:02
¡Bienvenida, Kaley!

Espero que esas vacaciones te hayan sentado de maravilla. Muchas gracias, guapa. Pues nada ahora mismo sigo colgando... Besitos y a más ver. MJ.
#145
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
17/07/2012 18:04
CONFÍA EN MÍ

Catalina se sentó en el borde de la cama.
-¡Ay, qué vergüenza he pasado delante de Gonzalo y de Sátur! ¿Tanto se me ha notado que quería preguntarte por la noche de bodas?
-No. Bueno…–musitó la esposa del maestro con gesto indeciso.
-Sí. Se notó, ¿verdad?
-No te preocupes, Cata –le habló con la risa flotando en sus oscuras pupilas-. Gonzalo no te va a decir nada.
-¿Tú crees?
-Sí.
-¿Y cómo fue? –le preguntó, anhelante.
-¡Maravillosa! –exclamó Margarita, brillándole los ojos.
-¡Ay, qué emoción! –Catalina se llevó las manos al pecho-. ¿Que oíste música celestial y todo?
-Oí música y sentí que la tierra temblaba, Cata.
-¡Hija mía, qué suerte tienes! Pero, claro, con ese prodigio de hombre… ¡Vamos, que yo sería capaz de bajar hasta el mismísimo infierno para pasar una noche como la tuya! –Se santiguó tras decir aquello.
Margarita rió.
-Soy muy feliz, Cata. Le quiero tanto que mi vida sin Gonzalo no tiene ningún sentido.
Catalina la abrazó.
-Lo sé, alma mía, lo sé. –La miró fijamente a los ojos-. Gonzalo y tú vais a ser muy dichosos y tendréis niños hermosísimos que os colmarán de alegrías.
Margarita le sonrió y volvió a abrazarse a su comadre.
#146
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
17/07/2012 18:05
Aquella mañana, Hernán Mejías se había despertado con una sensación angustiosa. En uno de aquellos sueños que, últimamente, le acechaban había descubierto que su madre se llamaba Laura. El monje la había nombrado varias veces así mientras ella le pedía que les ayudara. Después, él había perdido de vista a su hermano. Laura le llamó desesperada por el bosque. Una sonrisa iluminó su rostro cuando el pequeño salió de su escondite... Pero aunque intentaba recordar el nombre, las tinieblas volvieron a adueñarse de su mente y le alejaron de su ansiado objetivo. Frustrado, se levantó del lecho, se aseó y se vistió. Irene dormía plácidamente, ajena a su impotencia. En el palacio sólo se oían el crepitar de los leños que ardían en las chimeneas y los pasos de los sirvientes que comenzaban a hacer sus labores. Cuando llegó a las mazmorras, el olor de la sangre y el de los cuerpos abrasados por el fuego, le asquearon. Era la primera vez que le ocurría aquello. Él, que se había curtido en miles de batallas sangrientas y matado a cientos de hombres sin que el pulso le temblara, nunca se había sentido como en aquel instante. Su hermano vivía, era el Águila Roja. Su madre se lo había mostrado en sus sueños… Sin embargo, aquel descubrimiento sólo le producía sentimientos encontrados porque ahora sabía que Agustín le había mentido y que su vida había sido una farsa. “¿Su hermano había vivido también engañado todos aquellos años?”, se preguntó sin oír los gritos de los presos que sus hombres torturaban, ni el sonido de los grilletes que chirriaban de dolor.
-¿Cómo te llamas? ¿Cómo…? –bramó, golpeando la mesa que se hallaba cubierta de documentos y libros que un amigo le había conseguido en la Real Biblioteca de San Lorenzo del Escorial.
Pedro, su lugarteniente, irrumpió en el privado. Hernán le miró, intentando calmarse.
-Señor, no hay señales del Águila por ninguna parte de la Villa, a lo mejor ha muerto… -Sonrió sarcástico.
-¡No vuelvas a decir eso en tu maldita vida! –le gritó, asiéndole por las solapas de su chaqueta-. ¿Me has entendido?
-Sí, señor… -le contestó Pedro, aturdido por la respuesta de su superior.
Hernán le soltó y luego volvió a hablar:
-Quiero que el Águila Roja salga de su guarida... Prepara un plan con tus hombres y después me lo detallas.
Pedro asintió y se dirigió hacia la salida, pero antes de cruzar la puerta se giró y le miró, frunciendo el ceño. El Comisario se había vuelto a sentar en su silla y ojeaba con gran interés los volúmenes y pliegos que se apilaban encima de la mesa. Su lugarteniente bajó las escalinatas y se dispuso a hacer lo que su jefe le había encomendado. Hernán volvió a coger uno de los libros y leyó el título “Heráldicas y blasones de España”, examinó todas las páginas, las figuras, las piezas de los escudos, los linajes, sus historias... Pero en ninguno aparecía un águila roja. Suspiró decepcionado cuando finalizó. En la nobleza española no existía aquel... Miró de nuevo los documentos y los textos. “¡Eres un estúpido, Hernán!”, se dijo, poniéndose de pie. “¡Laura era francesa!”, exclamó con una sonrisa en los labios. Recogió todos los libros y documentos y los envolvió con telas. Cinco minutos después salió con éstos de su privado. Cruzó con rapidez los calabozos. Los carceleros hostigaban con los látigos y con los instrumentos de tortura a sus víctimas. Los reos aullaban, suplicaban, lloraban... pero en aquel lugar nadie conocía la palabra compasión. La muerte y el dolor convivían a diario con aquellos infortunados y sus guardianes. En el exterior, los comerciantes atraían a los clientes con sus gritos; el herrero martirizaba los oídos de sus vecinos con su incansable martilleo; las comadres cotilleaban en grupos; las flores habían brotado como cada primavera tiñendo de color los campos y los corazones de los habitantes de la Villa y Corte de Madrid; los rayos del sol jugueteaban en las plazoletas con los niños; en las fuentes borboteaba el agua y los pajarillos saciaban la sed entre alegres gorjeos; las hojas de los árboles murmuraban entre sí; el aire olía a espliego, a pan recién hecho, a sudor de caballo, a pieles curtidas... Pero el Comisario no lo percibió. Sus espuelas crujían al chocar contra los adoquines. Su rostro permanecía hermético; sin embargo, un torbellino de emociones anidaba en su interior, agrietando sus nervios de acero. Atravesó el barrio de San Felipe sin mirar a ningún lado ni a los vecinos que transitaban por allí. Gonzalo le vio y frunció el ceño. “¿Dónde irá tan decidido el Comisario?”, se preguntó. Hernán rodeó los puestos, a los equinos que relinchaban en la puerta del herrero, luego ser perdió entre las callejuelas. Saturno García bajó las escalinatas y se puso al lado de su amo. Escupió y a continuación, musitó:
-¿Dónde irá…?
-No lo sé, Sátur.
-Seguro que estará tramando algo y nada bueno.
El maestro suspiró y luego dijo:
-Anda prepara a los caballos que cuando termine con las clases vamos a seguir con lo nuestro.
-¿Seguir con…? ¿No está usted cansao, amo?
-No. ¿Por qué lo dices?
-Hombre… Después de la noche que ha pasao, digo yo que hoy tendría que estar tranquilo, dar sus clases y después al nidito… -Rió, señalando la casa.
Gonzalo le miró con gesto serio.
-Ya sabes lo que pienso, Sátur. Tengo que descubrir el paradero de mi madre.
-No discuto con usted, amo. Si quiere que salgamos, saldremos. Si en tozudez no hay quien le gane. Bueno, sí… El hijo de usted, que es igualito de cabezota.
#147
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
17/07/2012 18:06
-Por cierto, ¿dónde está Alonso? –le inquirió Gonzalo mirando a su alrededor.
-Con mi Gabi y con Murillo. Mírelos, allí están. –Señaló el callejón que conducía a la escuela.
Gonzalo sonrió al verles. Jugaban y reían ajenos a todo. Margarita salió al exterior. Descendió los peldaños y rodeó con sus brazos la cintura de su marido. Una sonrisa iluminó las pupilas de color miel. Gonzalo se giró y le acarició las mejillas.
-¿Te vas a palacio?
-No. Lucrecia me dio el día libre.
El maestro arqueó las cejas, sorprendido.
-¡Vaya eso no me lo esperaba!
-Yo tampoco, pero parece ser que las bodas ablandan su corazoncito. –Se sonrieron-. Así que me quedaré en casa y os prepararé un guiso riquísimo y…
Gonzalo no la dejó terminar y la besó apasionadamente.
-Te veré más tarde –musitó, acariciándola con la mirada.
Margarita asintió y luego volvieron a besarse. Sátur carraspeó. Los dos le miraron.
-Ya sé que ustedes son muy felices y que tienen que recuperar el tiempo perdido, pero modérense, modérense… -Señaló las casas colindantes-. A ver si los vecinos les denuncian por escándalo público, que por aquí hay mucha mala uva…
Algunas vecinas sonreían asomadas a las puertas; otras cuchicheaban, sin perder detalle de la pareja.
-Sátur, tiene razón –manifestó Gonzalo, guiñándole un ojo a su esposa.
Margarita le siguió la corriente.
-Lo siento, mi amor, pero no te voy a volver a besar. No quiero que Sátur se sienta tan mal por nuestra culpa…
Saturno García les miró con gesto de incredulidad.
-¡Que yo no he dicho que no puedan besarse…! No, sólo digo que se moderen y que…
Margarita y Gonzalo soltaron varias carcajadas. Sátur comprendió que ambos le habían tomado el pelo. Fue ella la que habló, tras dejar de reír.
-Gracias por tu preocupación, Sátur. Pero ni Gonzalo ni yo podemos evitar lo que sentimos. Además, no hacemos nada malo, ¿verdad?
El criado asintió.
-Perdóneme, señora, es que yo les quiero mucho y sé que a muchas de esas alcahuetas les encanta ir con chismes a la autoridad. Ya sabe usted cómo somos en este país. La envida nos corroe las entrañas… -musitó, tocándose la barriga.
#148
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
17/07/2012 18:07
-Lo sé, Sátur, peo si nos envidian… ¡Qué se tomen un puchero! Eso decía mi abuela. Margarita le sonrió y le besó en la frente.
-Pues tiene razón, señora –le contestó tras soltar una risa.
Gonzalo, risueño, puso una de sus manos en el hombro izquierdo de su amigo.
-Anda, ve a hacer tus cosas… Después nos vemos.
-Sí, amo.
Sátur se despidió con una sonrisa en los labios. Los esposos se despidieron tras un rápido beso. Gonzalo se dirigió a la escuela. Margarita suspiró enamorada. Se dispuso a subir las escalinatas que conducían a la casa, pero al girar para subir el primer escalón vio a Juan de Calatrava, que la contemplaba, parado en medio de la calle. Su anterior prometido vestía con su acostumbrada ropa de color negro y sujetaba al hombro el morral que casi siempre llevaba consigo cuando viajaba. Le sonrió.
-Buenos días, Margarita.
-Buenos días…
-¿Cómo estás?
-Bien, gracias.
Juan se acercó hasta donde ella se encontraba.
-Me hubiera gustado felicitarte antes por tu boda, pero tuve que marcharme a Salamanca y no pude… -Se aclaró la garganta.
Margarita asintió.
-Gonzalo tiene mucha suerte, es un hombre muy afortunado...
-Juan, creo que no… -comenzó a decir ella.
-Lo digo en serio, Margarita. –Bajó su mirada al suelo y segundos después la miró fijamente-. De todas formas, sé que a mí nunca me hubieras querido como a él. En el corazón no se puede mandar, ¿verdad?
-No, no se puede.
Juan se mordió el labio inferior.
-Lo siento. Siento todo lo que pasó, Margarita. Si pudiera cambiar lo…
-Déjalo, Juan. No quiero hablar de ello.
-Te entiendo.
-¿Sabes algo de Eugenia de Molina?
El médico se sorprendió al oír aquella pregunta. Aun así, le respondió.
-Sí. Se casa dentro de dos meses en Milán con un noble italiano.
-Lo siento, Juan. Pensé que ella te amaba…
-Las mujeres a las que he hecho daño se desposan con otros hombres… -Sonrió triste-. Sin duda, me lo he ganado a pulso por haber sido un canalla. –La miró y después le dijo-: Eugenia y tú merecéis ser felices.
-Tú también, Juan.
Él le sonrió.
-Voy a dejar mis cosas… -Señaló la casa de Catalina.
-Claro…
-Nos vemos. A más ver.
-A más ver, Juan.
Margarita se volvió y subió los peldaños. Juan de Calatrava vio cómo entraba en su casa. En aquel instante los sueños compartidos, la felicidad por formar un hogar, su amor por ella…, se los llevó la brisa de la mañana. El primo del rey Felipe IV se giró, enjuagó las lágrimas de su rostro y caminó con decisión hasta la antigua posada de Cipri. Llamó a la puerta. El nuevo dueño del establecimiento asintió cuando él habló. Luego ambos entraron dentro. Juan de Calatrava y Fonseca, Grande de España, sonrió al salir de aquel lugar. Pronto pondría en marcha algo que siempre había deseado hacer…

Continuará... Besitos a todas. A más ver. MJ.
#149
Kaley
Kaley
18/07/2012 10:43
Apasionada que estoy ....
#150
Selene2
Selene2
18/07/2012 11:26
ja ja jja.... nerviosica que estoy esperando la siguiente entrega...
Mis más sinceras felicitaciones, describes como nadie los distintos escenarios, no me cuesta ningún trabajo imaginarme cada escena...
#151
Kaley
Kaley
19/07/2012 10:18
confiaenmi
#152
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
19/07/2012 18:10
¡Hola, guapas!

Kaleyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy... ¡¡¡¡Qué bonita imagen!!!! Ainssssssssssssssssss... qué ganitas de verlos otra vez, y así con esa complicidad y la sensación de que pronto se van a dar un abrazo y a besarse. Ainssssssssssssssssssssss... Gracias por este maravilloso regalo. ¡Por Dios, qué mal estamos! Je,je,je. Deseando de que regresen pronto. Besitos para ti. Muakkkk.

Selene, preciosa, sigo colgando. Gracias por tus palabras. Me emocionan. Besos también para ti. Muakkkk.

Cuelgo la continuación. A más ver. MJ.
#153
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
19/07/2012 18:12
CONFÍA EN MÍ


Gonzalo escribía varias anotaciones en uno de sus libros cuando sus alumnos empezaron a alzar la voz. Les miró y luego habló:
-Niños… Silencio. Estudiad la lección de hoy, que después os haré preguntas.
El maestro sonrió a su hijo y a sus amigos, que le correspondieron con caras de no haber roto nunca un plato. Gonzalo volvió a centrarse en la lectura.
-Entonces… ¿Qué hacen la noche de bodas? –preguntó Alonso a Gabi con gran interés.
Murillo dejó de dibujar y alzó, interesado, su rizada cabeza.
-¿Nunca espiaste a tus padres cuando estaban en el lecho?
-No.
Gabi gesticuló.
-Pues se besan, se tocan…
-Mi padre y mi tía se besan, se tocan en mi presencia, así que…
-Pero después hacen lo otro.
-¿Qué es lo otro? –le preguntaron a la misma vez Murillo y Alonso.
Gonzalo volvió a mirarles.
-Gabi… Alonso… -Les riñó.
Los niños hicieron como si estudiaran y cuando Gonzalo siguió con su libro, volvieron a cuchichear.
-¿No has visto la cara de felicidad que tiene hoy tu padre? Sonríe en todo momento.
Alonso observó a su progenitor fijamente. Gabi tenía razón. Una sonrisa permanente iluminaba su semblante.
-Y tu tía, ¿cómo estaba ella?
-Feliz. Le brillaban los ojos y miraba a mi padre de una forma muy especial.
-Claro, está enamorada… -musitó Murillo limpiándose las tiznadas manos de carboncillo en su camisola.
-Sí. Habrá tenido una noche de ensueño –dijo, convencido Gabi.
Murillo y Alonso se miraron sin comprender. Gabi prosiguió:
-Es que mi madre dice que cuando dos se aman el lecho arde igual que una hoguera, y que allí se arreglan todos los problemas que una pareja pueda tener.
-Pero, ¿qué tiene que ver eso con la felicidad que sienten mi padre y mi tía? Ayer también sonreían en la iglesia y en el convite…
-No lo niego, Alonso. Pero después del acto se quieren más.
-¿Qué acto…?
Gabi se acercó al oído de su amigo, y le contó todo lo que sabía. Los ojos de Alonso de Montalvo se abrieron con desmesura.
-¿Desnudos…? –le preguntó, sorprendido.
Gabi asintió y le sonrió con suficiencia y picardía. Mientras el hijo de Sátur y de Estuarda detallaba a Murillo sus conocimientos sobre el sexo, Alonso observaba a su progenitor con admiración. Las miradas de padre e hijo coincidieron en el aula. Gonzalo arqueó las cejas.
-¿Te pasa algo, Alonso? –le preguntó, cerrando el libro que había estado leyendo.
-No.
-¿Estás seguro?
-Sí, padre. –Le sonrió.
El maestro se levantó de su silla y dio una palmada en el aire para que sus alumnos le prestaran atención.
-Bueno, niños. ¿Quién me sabría decir el nombre del marinero que avistó por primera vez la tierra del Nuevo Mundo?
Varios brazos se irguieron y Gonzalo sonrió.
#154
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
19/07/2012 18:12
Hernán Mejías esperaba pacientemente en una de las antesalas de la Real Biblioteca de San Lorenzo del Escorial a Francisco de Mora, el amigo que le había facilitado los libros de heráldica. Francisco era un hombre reputado y erudito en aquella materia y trabajaba en la Escuraliense desde que tenía uso de razón. De Mora era un hombre de aspecto bonachón y sonrisa agradable al que le apasionaban los libros. Sonrió al ver al Comisario.
-Hernán… -Le saludó, dándole un fuerte apretón de manos-, disculpa si no he podido atenderte antes, pero la catalogación que estamos haciendo en estos días no nos deja ni respirar.
-Te entiendo, Francisco.
-Acompáñame a mi privado, allí hablaremos con más tranquilidad.
Hernán Mejías asintió y siguió a Francisco de Mora por el Salón de los Frescos. Mientras el bibliotecario caminaba con paso firme por la sala, el Comisario se detuvo y miró la impresionante bóveda de cañón de aquel Salón Principal de la Biblioteca Real. Dicha bóveda se hallaba dividida en siete zonas y en cada una de ellas se vislumbraban las siete artes liberales: en el Trivium se escenificaban la Gramática, la Retórica y la Dialéctica; en el Quadrivium la Aritmética, la Música, la Geometría y la Astrología. Las artes estaban representadas por figuras mitológicas relacionadas con la Historia Clásica, la Biblia y la Historia Sagrada y se complementaban con otras imágenes que representaban a las Artes. Al norte, en los frontispicios testeros se hallaba la Filosofía, símbolo del saber adquirido, y al sur la Teología, la encarnación del saber revelado. De Mora sonrió al ver la fascinación que aquellos frescos producían en el Comisario.
-Son maravillosos, ¿verdad? –le preguntó.
Hernán asintió. Luego sus ojos se fijaron en los laterales del salón. En el muro de poniente había siete ventanas por las que se podía otear la Sierra de Guadarrama. En el naciente había cinco ventanas grandes, y de altura baja, con vidrieras y balcones, y cinco altas y más pequeñas por las que se veía el Patio de los Reyes. A continuación, sus ojos avistaron el suelo de mármol, las estanterías en las que se recopilaban volúmenes y manuscritos antiquísimos, las mesas de madera noble, los plúteos con libros, la esfera armilar…
Francisco volvió a hablar:
-La Laurentina alberga en sus entrañas una de las mayores colecciones de libros, códices y manuscritos que existen en toda Europa –dijo con orgullo-. En sus estanterías se encuentran el Códice Áureo, el Apocalipsis Figurado de Juan Bapteur, el De Baptismo parvulorum de San Agustín, los Concilios Visigóticos, el Libro de las Horas de Isabel la Católica, las obras de San Isidoro de Sevilla, la Historia Natural de las Indias, las obras de Tito Livio y las de Plinio, códices de alquimia, mapas, cartas marinas… Este lugar es símbolo de la sabiduría.
-Todo para el rey y sus allegados… -musitó con rencor Hernán.
Francisco le miró, arqueando las cejas.
-Bueno, Hernán, este tesoro pertenece al reino de las Españas, pero es cierto que su majestad se ocupa personalmente, igual que antes lo hicieron su padre y su abuelo, de que todo funcione en la Biblioteca Real.
#155
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
19/07/2012 18:13
-Los Austrias siempre han amado la belleza, ¿verdad?
-Así es.
Una sonrisa irónica curvó los labios del Comisario.
-Sigamos hasta mi privado, Hernán.
Él asintió y reanudó la marcha. Dejaron el Salón de los Frescos y encaminaron sus pasos por corredores y salas. Bajaron varias escaleras y luego subieron otras más hasta llegar a la zona norte donde se ubicaba el privado de Francisco de Mora. El Comisario se sentó en una de las que sillas que Francisco le señaló. Hernán habló:
-Te he traído lo que me dejaste, sin ningún rasguño y en perfecto estado. –Le entregó los libros y los documentos que se hallaban envueltos en telas.
-Gracias, Hernán. Sabes que si alguien se enterara de esto, mi puesto aquí correría peligro.
-Lo sé, amigo, y por eso te agradezco tu ayuda.
-¿Has encontrado lo que buscabas?
-No.
-Si te puedo ayudar…
-Busco un escudo de origen francés. El emblema del linaje de la familia es un águila roja.
-¿Un águila roja…? ¿Cómo ese justiciero al que te enfrentas habitualmente? ¿Por qué te interesa?
-Es importante para mí, Francisco.
-Déjame que mire unos catálogos…
El hombre se levantó de su asiento y abrió con una llave la cerradura que fechaba el plúteo que se hallaba en su privado. Sacó varios libros y comenzó a hojearlos.
-En la Biblioteca tenemos obras, manuscritos y pergaminos latinos, helenistas, árabes, hebreos, castellanos…
-¿Y franceses?
-Sí, unos cien.
Hernán sonrió.
-Tenemos el Breviario de Amor, un libro con bellísimas ilustraciones. –Le miró.
-¿Y sobre heráldica de la nobleza francesa?
-No, lo siento.
Hernán Mejías suspiró y bajó la vista al suelo.
-Espera…
Hernán le miró con gesto implorante.
-Hace muchos años estuvo registrado uno sobre heráldica francesa en la Biblioteca Real.
-¿Y qué ocurrió con él?
Francisco de Mora leyó el libro de registros. Sonrió al hallar el número que buscaba.
-El libro en cuestión salió de la Biblioteca con otros. Su majestad lo regaló al pueblo francés… -Las pupilas de Hernán centellearon por el resentimiento que sentía. De Mora le observó durante unos segundos, luego prosiguió-. Pero nunca llegaron a su destino.
-¿Por qué?
-Los empleados de la Biblioteca Real tuvieron un accidente y el carromato en el que viajaban se precipitó por un barranco. Todos murieron y los libros se desperdigaron por la zona y sufrieron las consecuencias de la climatología.
-¿Por qué no se intentó rescatarlos?
-Por lo que intuyo el lugar era de difícil acceso.
-¿Cuándo sucedió aquel accidente?
-Hace unos veinte años.
Hernán se echó hacia atrás mientra su amigo volvía a guardar en su sitio los catálogos. El bibliotecario se sentó de nuevo en su asiento.
-¿Por qué es tan importante para ti, Hernán?
-Podía haber encontrado mis verdaderos orígenes y a mi hermano.
Francisco de Mora parpadeó.
-¿Tu hermano…? Siempre creí que eras hijo único.
El Comisario se puso de pie.
-No, tengo un hermano. Pero no sé su nombre ni cómo es. Ese libro era vital para mí.
-Lo siento, Hernán.
-No te preocupes, Francisco, ya has hecho suficiente con brindarme tu amistad y tu ayuda.
Hernán asió con fuerza la mano que le ofrecía de Mora, el único amigo que había tenido en toda su vida.
#156
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
19/07/2012 18:17
Laura de Montignac se miró en el espejo de su alcoba. Hoy era el día en el que se vería cara a cara con la mujer que había usurpado la corona que a ella le pertenecía por casamiento. La reina Mariana de Austria no tenía la culpa de su martirio ni tampoco del vacío que Felipe IV había hecho a sus hijos; aun así, ella se sentaba en el trono de las Españas, el suyo.
Sus manos tocaron las arrugadas mejillas, la frente, la pálida boca… que el cristal le devolvía. El tiempo y la desesperación habían marchitado su belleza, aunque todavía sus ojos poseían aquella luz que siempre cautivó a sus interlocutores. Anabel la ayudó a vestirse. Se puso un corpiño y una falda de color verde oscuro que tenía en las mangas y en el escote una orla de encajes negros. Un minúsculo crucifijo y unos aretes de esmeraldas completaban su atuendo.
-Está usted muy hermosa… -musitó la joven, sonriéndole.
-Gracias, Anabel. Pero yo ya soy vieja y la belleza sólo se aprecia en las jóvenes como tú. –Le sonrió, pero después su gesto se tornó serio al recordar el rostro del cardenal Mendoza. Laura prosiguió-. Quería comentarte algo, Anabel…
-Usted dirá, mademoiselle… -habló la muchacha recogiendo el cepillo de plata con el que la había peinado y los frascos de perfume.
-Quiero advertirte sobre alguien… -Anabel la escuchó atenta-. El cardenal Mendoza es un importante representante de la Iglesia al que muchos consideran una persona virtuosa y de moral intachable… -Cogió una de las manos de la doncella-. Sin embargo, yo no me fío de él…
Anabel parpadeó antes de preguntarle:
-¿Por qué no se fía de él, mademoiselle?
Laura se aclaró la garganta antes de contestarle:
-No me gusta cómo te mira.
Anabel Sánchez no comprendió lo que la amiga del duque de Villalba le quería decir.
-Mademoiselle, yo no…
#157
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
19/07/2012 18:18
-Hija mía, hay hombres que respetan a las mujeres, pero otros… Esos son peligrosos. El cardenal Mendoza pertenece a ese grupo. Te ruego que nunca te quedes a solas con él, ni en ninguna sala del palacio real ni en ningún otro sitio. Promételo.
-Se lo prometo, mademoiselle.
Laura le sonrió y después se puso de pie. Cogió uno de los abanicos que Luis le había regalado, una mantilla y luego se dirigieron al comedor.
-¿Has recogido tus cosas? –le preguntó.
-No, mademoiselle. Tengo pocas pertenencias y lo haré en un momento.
-De acuerdo.
Luis de Ceballos las esperaba en el salón principal.
-Buenos días, Lorelle. ¿Cómo te encuentras?
-Muy bien, Luis.
-¿Quieres desayunar o prefieres que salgamos ya hacia el Real Alcázar?
-Me gustaría tomar algo. Todavía es temprano.
-Está bien. -El hombre le sonrió. Luego miró a Anabel y le dijo-: El equipaje de Mademoiselle Gaudet está en el vestíbulo, dile a Fermín que lo lleve al carruaje.
-Sí, señor.
La muchacha se giró y se dirigió a las cocinas. Allí la recibió el burbujeo de las ollas que hervían en el hogar; el ruido de los platos y las sartenes que las ayudantes de Francisca, la cocinera, lavaban en los fregaderos; el tintineo de las copas de cristal, el olor del pan recién hecho y el del asado en el horno… Mateo, el lacayo del duque, que se encontraba restregando las botas de su amo con grasa de caballo, la vio y le preguntó:
-¿Qué se siente al marcharse a servir a los reyes, Anabel?
Las mujeres dejaron de hacer sus tareas y la miraron.
-No siento nada especial. Yo voy a atender a mademoiselle Lorelle, no a sus majestades –le dijo a Mateo.
-¡Qué suerte tienen algunas! –exclamó con envidia Eulalia, una de las criadas.
-Don Luis es una buena persona y esa francesa se está aprovechando de él -musitó Adela, otra de las ayudantes de Francisca.
-¡Ssshhh, cállate, no te vaya a oír Fermín! –exclamó Francisca.
-¿Lorelle…? Pues yo he oído al duque llamarla en más de una ocasión Laura… -pronunció Eulalia.
-Mademoiselle Gaudet se llama Lorelle –habló Fermín con gesto adusto en el vano de la puerta-. Y si vuelvo a oír a alguien diciendo tantas tonterías se verá en la calle, ¿entendido?
El silencio se personó en la amplia sala, sólo se oyó el crepitar del fuego en el hogar. Las mujeres volvieron a reanudar sus tareas y Mateo siguió frotando con un paño las botas de don Luis de Ceballos. Fermín habló a Anabel:
-¿Qué quieres, muchacha?
-El duque me ha dicho que el equipaje de mademoiselle ya está en el recibidor, que cuando usted lo ordene sea llevado al carruaje.
-Dile al duque que así se hará.
Anabel le sonrió y después de servir el desayuno a los señores, se dirigió a su habitación. Recogió sus pertenencias y luego rozó con los dedos la mesilla, el jergón, el pequeño armario, que le pareció enorme cuando ella llegó a la hacienda, el cuadro de la Virgen, el candil… Ella había sido muy feliz en aquel lugar, pero ahora tenía que seguir avanzando en la vida. Las oportunidades no debían ser despreciadas, así se lo había dicho en más de una ocasión sor Teresa María.

Continuará... Besitos a todas y si no me puedo pasar antes, feliz finde. A más ver. MJ.
#158
Kaley
Kaley
20/07/2012 10:22
Buen finde a ti también ....

Interesante, veremos cono afecta ese "Laura" a Anabel guiño, jajaja ... me gusta como va todo
#159
Selene2
Selene2
20/07/2012 10:57
ains... siento tener que repetirme, pero ¡qué bien describes los escenarios! no me cuesta ningún trabajo imaginármelos...
sigue así...
#160
wzflgm
wzflgm
21/07/2012 18:59
Enhorabuena, me esta encantando el relato que escribes, no se si te dedicas a esto, pero podrías, describes muy bien, los lugares, las personas y las expresiones, es una pena que no se pueda ver este relato en imagenes y con los protagonistas de la serie, estoy convencida de que la audiencia aún aumentaria mas, sigue por favor, las soluciones que le has dado a los hijos, a la relación Agustin/Laura y como conduces a Hernan a traves de los sueños a su autentica realidad, me parecen geniales, no podrian ser mejor..,
Lo dicho enhorabuena, una cosa si has escrito algo ( me refiero si se han publicado algo) dilo, por favor intentaria leerlo..
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