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Confía en mí

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#0
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
05/06/2012 21:17
¡Hola, Aguiluchas!

Vuelvo a colgar este mensaje, porque no sé qué ha pasado. Se ha perdido en el ciberespacio... Je,je,je... Bueno, os decía en el anterior que estoy escribiendo esta historia de Gonzalo y Margarita, que he titulado Confía en mí. Una frase que el Amo dice habitualmente. Al principio pensé en centrarme sólo en el CR, pero después me he picado y como le dije a Mar, iré introduciendo personajes para dar más intensidad a la trama. ¡Jó parezco una guionista de la serie! Je,je,je... Iré colgándola poco a poco. Espero que os guste y que disfrutéis tanto como yo al escribirla. Me he basado en algunas imágenes que nos pusieron de la ansiada 5ª temporada, pero el resto es todo, todito de mi imaginación. A ver si los lionistas se pasan por aquí y cogen algunas ideas... Je,je,je. Bueno, allá va... Besitos y con Dios. MJ.

Ya sé lo que pasó. Hay mucho texto y no lo podía colgar... Bueno, aquí os dejo las primeras líneas. Besitos a tod@s. MJ.
#201
Selene2
Selene2
16/08/2012 09:30
estoy en el cielooooooooooooooooooooooooooo
#202
Kaley
Kaley
16/08/2012 10:11
Pues bájate no te me escomoñes !!! ... jajaja
#203
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
16/08/2012 17:31
¡Hola, guapísimas!

¿Qué tal lleváis estos días de tanta calor? ¡¡¡¡Ufffsss, qué ganitas tengo de que llegue el otoño!!!! Bueno, niñas, agradezco a Kaley sus emotivas palabras... Ainssssssssssssssss... que me emociono y que me pongo a llorar, ¡¡¡eh!!!! Y tú, Selene, ten cuidado, no te vayas a dar un porrazo de aúpa, que yo no tengo alas como el Amo y no te puedo recoger... Te lo advierto, así que baja del cielo y sigue siendo tan fantástica como eres en la tierra, ¿ok? Je,je,je. A parte de las bromas, gracias a las dos, chicas, por leerme. Os cuelgo otro poquito de "Confía en mí". Eso sí os advierto que esta parte en un pelín triste...

Besitos a todas. A más ver. MJ.
#204
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
16/08/2012 17:32
CONFÍA EN MÍ

Gonzalo se encontraba en su escuela. Sus alumnos la habían abandonado pocos minutos antes. Él recogía los libros y su escribanía cuando oyó la potente voz del pregonero:
-¡Se hace saber a los vecinos del barrio de San Felipe, que el cartero ya ha llegado!
El maestro buscó la carta que había envejecido la semana anterior en uno de los cajones de su escritorio. Luego salió rápidamente hacia el lugar donde el funcionario real solía entregar las misivas. Varias personas rodeaban al caballo del cartero anhelando que éste les nombrara. Gonzalo esperó a que se fueran dispersando para hablar.
-¿Hay cartas para la familia Montalvo?
-Déjeme que mire…
Abrió su alforja y buscó durante unos minutos. Luego miró a Gonzalo y le dijo:
-Lo siento, no hay nada.
-Llevo tiempo esperando una carta muy importante… ¿No la tendría usted entre las extraviadas o entre las que no tienen las señas correctas? Por favor…
El cartero carraspeó y sin muchas ganas volvió a buscar en otro departamento del fardel de cuero marrón. Sacó todas las cartas que tenía arrinconadas allí y Gonzalo aprovechó ese momento para dejar caer al suelo la que él había escrito para Catalina.
-Pues no…
-Se le ha caído una… -dijo Gonzalo agachándose y recogiéndola, después se la entregó al hombre.
El cartero leyó en voz alta lo que estaba escrito.
-“Para la familia del barbero del barrio de San Felipe…” ¿Usted les conoce?
-Sí. Son mis vecinos y además la esposa es comadre de la mía.
-¿No le importaría llevársela usted?
-No.
-Se lo agradezco. Es que tengo mucho trabajo y no puedo perder más tiempo.
-No se preocupe, se la daré ahora mismo.
El cartero asintió y Gonzalo la cogió. Suspiró al dirigirse a su casa.
#205
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
16/08/2012 17:33
Margarita y Catalina se hallaban en la cocina. La mujer de Gonzalo cortaba las patatas y las zanahorias para el guiso que estaba preparando y su amiga la ayudaba mientras ambas charlaban animadamente.
-Entonces… ¿Qué balance haces de estos dos meses de casada?
-¡Han sido maravillosos, Cata! Soy muy feliz y Gonzalo es…
-Romántico, tierno, atento, respetuoso, muy guapo… Y en el lecho te hace vibrar y te da todo lo que tú quieres, ¿a qué sí? -Le sonrió pícara.
-¡Ssshhh! –Siseó ella mirando a Sátur, que las observaba sentado a la mesa.
El criado zurcía uno de los pantalones de Alonso, que se había hecho un siete en el pernil. Catalina prosiguió:
-Porque Gonzalo con esa carita de no haber roto nunca un plato… -Le dio un codazo a Margarita, que se ruborizó-. Mi madre que en gloria esté… -Se persignó-, decía que los hombres reservados eran aquellos que contentaban siempre a sus mujeres en la cama…
-Y tanto… -murmuró Saturno García hilvanando la aguja.
La madre de Murillo y Margarita le miraron. Él carraspeó antes de hablar:
-Que tienes razón, Catalina. Esos hombres después son fieras en donde tú dices. Claro, tanta reserva tiene que salir por algún sitio… Y mi amo, prudente es un rato y reservao también, pero… -Sátur se calló al ver que las dos fruncían los ceños.
Luego Catalina se acercó al hogar y echó algunas especias en la olla. Suspiró.
-¿Qué te pasa, Cata? –le preguntó su amiga.
-Pues… Que veo lo felices que sois Gonzalo y tú y recuerdo a Floro y mis primeros años de casada y…
Margarita la abrazó.
-Estoy segura de que pronto tendrás noticias de él… -La besó cariñosamente.
-No sé, Margarita… Ha pasado tanto tiempo desde que se marchó…
En ese instante entró Gonzalo en la casa. Sátur y él se miraron.
-Buenas…
Catalina y Sátur le saludaron. Margarita sonrió a su marido tras recibir un suave beso en los labios.
-¿Dónde estabas, mi amor? ¿Y eso? –le preguntó tras ver la carta que él llevaba en las manos.
-Cuando salía de la escuela vi al cartero. Me entregó esta carta para ti, Catalina.
-¿Para mí?
-Bueno, va dirigida a la familia del barbero del barrio de San Felipe… Parece que se extravió.
Gonzalo se la dio. A Catalina le tembló la mano al cogerla. Sátur se puso de pie con gesto inquieto. Margarita asió por el talle a su comadre. Su actitud era protectora. La mirada de Gonzalo reflejaba todo lo que sentía en ese momento. El maestro sabía que su amiga sufriría al leer aquella carta, pero era la única forma que había encontrado para dar a conocer una verdad que a él le dolía desde hacía mucho tiempo. Los restos de Floro merecían ser enterrados en el camposanto. Su viuda y sus hijos podrían llevarle flores y orar junto a su tumba. Los ojos de Catalina se colmaron de lágrimas al leer lo que allí estaba escrito. Miró a Gonzalo con el rostro desencajado por la angustia. Un gemido ahogado escapó de sus labios. Después, todo se volvió negro…
-¡Cata! –gritó Margarita al ver cómo ésta se desmayaba.
Gonzalo y Sátur, presurosos, se arrodillaron a su lado.
-Trae agua… -le dijo a su postillón.
Saturno García asintió y fue en busca de un vaso a la alacena. Rozó con dedos temblorosos el Santo Grial, que permanecía en aquel sitio desde que Margarita sufrió el envenenamiento. Afortunadamente, ningún habitante de la casa lo había vuelto a utilizar. Sátur negó con un gesto de su cabeza. Cogió un recipiente más pequeño. Destapó la tinaja y llenó el vaso hasta el borde.
-¿Qué pasa? –le preguntó Margarita a su marido.
-No sé… Habrá recibido una mala noticia –musitó Gonzalo tocándole el rostro a su vecina.
Sátur llegó con el agua.
-Vamos, Cata, despierta… -Le mojó la cara y la madre de Murillo reaccionó.
Catalina abrió los párpados. Vio a Gonzalo y a Margarita, que la miraban con preocupación. Su madrina de bodas rompió a llorar y se abrazó al maestro totalmente rota por el dolor. La costurera cogió la carta y la hojeó. Saturno García observaba la escena sin pronunciar ningún vocablo. Él sabía lo que estaba ocurriendo, pero no podía delatar a su amo, así que esperó a que Margarita terminara de leerla para preguntar:
-¿Qué dice la carta, señora…?
Margarita le miró, aturdida por lo que acababa de saber. Las lágrimas surcaron sus mejillas. Tragó saliva y le entregó a Sátur el arrugado y descolorido papel. Luego abrazó a su comadre y ambas lloraron juntas. Gonzalo se levantó y miró a su amigo. Los ojos de Sátur también se hallaban brillantes.
-Tome, amo…
Gonzalo asió la misiva y leyó las frases que él había escrito la semana anterior. Un suspiro compungido escapó de su boca.
-¡Ay, mi Floro…! ¡Margarita, me lo mataron…! ¡Ay, mi pobre Floro!
#206
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
16/08/2012 17:38
-Tenemos que llevar esta carta a la autoridad… -musitó Gonzalo de Montalvo.
En ese momento entró en la casa Cipri, que venía acompañado por Alonso y por Murillo. Se les quedaron mirando, sin comprender. Catalina, abrazada a Margarita lloraba abrumada por la situación que estaba viviendo. Gonzalo y Sátur se giraron al oír los pasos y miraron al antiguo posadero y a los dos niños.
-¿Qué le ocurre a Catalina? –preguntó Cipriano asustado.
-Ahora te lo explico, Cipri… -le dijo Sátur.
-¿Qué pasa, padre? –preguntó Alonso.
Gonzalo miró a su hijo y después a Murillo.
-Madre… -musitó el niño con la voz entrecortada.
Catalina, que se había sentado en una silla ayudada por Margarita, miró a su pequeño.
-Murillo… -gimió, abriendo los brazos. El niño se arrojó en ellos sin saber qué le sucedía a su madre-. Murillo… -repetía ella sin poder dejar de llorar.
Minutos después, Cipri y los niños supieron lo que había sucedido. Un silencio sepulcral se apoderó de la estancia. Solamente se oía el crepitar del fuego y los hipidos de Catalina y los de Murillo. Gonzalo y los demás respetaron el dolor de madre e hijo hasta que el héroe de la Villa decidió levantarse del asiento que ocupaba.
-Voy a ir al cuartel. El Comisario debe comprobar lo que dice esta carta sea cierto o no. –La cogió.
Su esposa asintió.
-Voy contigo, Gonzalo… -habló Cipriano enjuagándose las lágrimas.
-No. Tú quédate con ellos, Cipri. Sátur me acompañará.
El criado hizo un gesto con su cabeza y se puso de pie. Cipri miró a Catalina que, abrazada a su hijo, trataba de consolarle con tiernas palabras. Alonso y Margarita les acompañaron hasta la puerta de la entrada. Gonzalo les habló:
-Alonso, hijo, intenta no dejar solo a tu amigo. Murillo te necesita ahora.
-Sí, padre.
Su progenitor le acarició la mejilla derecha y le sonrió. El niño se sentó junto a Cata y Murillo. Margarita le preguntó:
-¿Crees que te harán caso?
-El Comisario tiene que comprobar lo que dice aquí.
-Ten cuidado, por favor…
Gonzalo besó los labios femeninos y asintió. Sátur sonrió a Margarita, que vio cómo los dos descendían los escalones y se encaminaban hacia el cuartel. La esposa del maestro suspiró. Se giró y entró de nuevo en su casa. Contempló durante unos segundos a sus amigos y a Alonso. Volvió a suspirar y luego destapó uno de los botes donde guardaba las hierbas medicinales. Se dispuso a preparar una infusión de tila.
#207
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
16/08/2012 17:39
Gonzalo y Sátur irrumpieron en los calabozos. El hedor de la podredumbre, el del miedo y el de la sangre les golpeó en pleno rostro. Saturno García miró a su amo que, con gesto serio, caminó decidido hacia el privado de Hernán Mejías.
-¿Dónde crees que vas? –le inquirió Pedro impidiéndole el paso.
-Necesito hablar con el Comisario…
El lugarteniente de Hernán sonrió irónicamente.
-Mi jefe no pierde el tiempo ni contigo ni con ninguno de esos desarrapados que te suelen acompañar… -musitó, agarrándolo por un brazo.
Gonzalo le miró con el ceño fruncido y luego se deshizo de la mano que oprimía su extremidad izquierda.
-Tengo que hablar con él.
Pedro desenvainó su espada.
-¿Quieres, maestro, sentir cómo la hoja del acero se adentra en tus entrañas y las secciona?
-Amo… -comenzó a decir Sátur nervioso.
Gonzalo escrutó con fiereza al subalterno del Comisario.
-¿Qué ocurre aquí? –gritó Hernán Mejías desde lo alto de la escalera que conducía a su privado.
Pedro se giró y contestó a su superior.
-El maestro del barrio, señor, que no entra en razones…
Hernán bajó los peldaños. Las espuelas de sus botas retumbaron al chocar contra el suelo. El Comisario se detuvo y miró a Gonzalo con antipatía.
-¿Qué hace aquí, maestro?
-Tengo que hablar con usted de un asunto.
Varios hombres se pusieron a su lado y sonrieron con sarcasmo. Sátur les miró con recelo. Hernán le hizo un gesto para que continuara:
-Catalina, el ama de llaves de la marquesa de Santillana, ha recibido esta carta… -Se la enseñó. Hernán la cogió y la leyó mientras Gonzalo seguía hablando-. Su marido puede estar enterrado en el lugar que se indica aquí… Parece ser que la misiva se perdió y hoy ha aparecido en la alforja del cartero…
#208
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
16/08/2012 17:39
Hernán le miró a los ojos y se la devolvió.
-No puedo perder mi tiempo con tonterías…
Hernán le dio la espalda e hizo ademán de ponerse sus guantes. Hizo una señal a sus guardias para que echaran al maestro y a su criado de los calabozos. Gonzalo y Sátur se vieron de pronto apresados por brazos de acero que los arrastraban sin miramientos por los corredores.
-¡Comisario, no puede dejar esto así! ¡Catalina tiene derecho a saber si su esposo está muerto! ¡Déjenme! –le gritó a los guardias.
Gonzalo no quería utilizar su fuerza de guerrero para no delatarse ante aquellos hombres, así que intentó liberarse de otra forma. Sátur peleaba como podía con los que le habían agarrado fuertemente por los brazos. El Comisario se paró en seco cuando oyó las frases de Gonzalo de Montalvo.
-¿Qué haría usted si se encontrara en la misma situación que Catalina? ¿Dejaría que los huesos de su madre o los de un ser querido estuvieran en un lugar que no fuera sagrado?
Hernán tragó saliva y lentamente se giró. Sus miradas flamearon en el sombrío corredor. Sin saber el por qué, Hernán dijo:
-¡Suéltenlos!
Los guardias obedecieron inmediatamente. Pedro miró con el ceño arrugado a su superior. Hernán Mejías se acercó hasta Gonzalo, que le miró fijamente.
-Está bien, iremos al bosque y comprobaremos si es cierto lo que dice esa carta, pero si no encontramos ningún hueso… Te juro, maestro, que yo mismo ejecutaré el correctivo que te impondré… Te daré tantos latigazos que tu espalda quedará desollada de por vida.
Sátur tragó saliva. Gonzalo soportó, estoico, la mirada inquisidora de su hermano. Después, Hernán le empujó y encaminó sus pasos hacia la salida. Sátur y Gonzalo de Montalvo se miraron y luego los guardias les indicaron con sus espadas que salieran al exterior.
#209
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
16/08/2012 17:41
Gonzalo y Saturno García cavaban en el lugar indicado en la misiva. El Comisario, montado en su caballo de pura raza española, les observaba con gesto ceñudo. Pedro y los otros guardias sonreían cada vez que los dos ahondaban las palas en la tierra.
-¡Malditos hijos de perra! –exclamó Sátur entre dientes, tras resoplar por enésima vez.
-¡Calla, Sátur, y sigue cavando!
-¿Está usted seguro de que Floro está aquí?
-Sí.
-Pues como no esté… Se va a llevar usted un castigo de aúpa. No me gustaría estar en su pellejo, no… -Sátur con el rabillo del ojo miró al Comisario-. Y ese está deseando ejecutar la orden…
Gonzalo miró a su hermano. Luego volvió a meter la pala en la tierra y se enderezó al notar que ésta se topaba con los huesos de Floro.
-¡Aquí hay algo! –exclamó, girándose.
Hernán Mejías se bajó de su corcel y sus hombres se acercaron hasta el hoyo. Sátur habló:
-Mi pala también ha tocado algo…
Cavaron un poco más y segundos después un revoltijo de ropas y huesos aparecieron ante sus ojos. Gonzalo tragó saliva y Saturno García se santiguó.
-¡Dios Bendito, era verdad! ¡Pobre Floro! –exclamó con gesto triste.
El Comisario se agachó y miró el esqueleto. Luego su mirada se posó en la de Gonzalo de Montalvo.
-Hoy te has librado de los latigazos, maestro… -murmuró con sarcasmo.
Él no le contestó. Salió de la que había sido la sepultura de Floro y ayudó a Sátur a salir de allí. Ambos se apoyaron en la piedra que les había servido de guía y esperaron a que los guardias sacaran los restos y las pertenencias del muerto. Hernán se les acercó minutos después y se dirigió a Gonzalo.
-Las ropas estan hechas jirones, pero uno de mis hombres ha hallado esta medalla, ¿la reconoces?
El maestro la cogió y la contempló durante unos segundos. Floro siempre llevaba consigo aquella medalla de San Martín de Porres porque decía que le protegía cuando utilizaba su navaja. Gonzalo recordó la risa franca de su amigo, sus inventos, el amor que sentía por Catalina y sus hijos… Miró al Comisario con los ojos brillantes.
-Sí, era de Floro.
Hernán se dio la vuelta y habló a Pedro:
-Avisa al sepulturero, después su mujer le podrá velar y enterrar como Dios manda.
-Sí, señor.
Pedro obedeció a su superior y fue en busca del enterrador. Hernán se giró y contempló al maestro y a su criado.
-Gracias… -musitó Gonzalo de Montalvo.
Hernán Mejías y él se miraron. Luego el Comisario se montó en su caballo y desapareció de sus vistas. Sátur le preguntó:
-Y ahora… ¿Qué hacemos nosotros?
-Catalina tiene que saber que han desenterrado los restos de Floro…
-¡Pobre mujer!
-Sí.
-Vamos, Sátur… -le dijo, dándole una palmadita en el hombro derecho.
El hombre de confianza del Águila Roja asintió y tras sacudirse la tierra de los pantalones, dijo:
-Cuanto antes pasemos el cirio, mejor será…
Gonzalo asintió y suspiró.


Continuará... Besitos a todas. MJ.
#210
adoroagonzalo
adoroagonzalo
16/08/2012 22:00
Me encanta,MJ ya que no podemos ver la serie aqui la podemos seguir,solo te pido que no dramatices mucho la historia gracias.
#211
Kaley
Kaley
17/08/2012 09:45
ouch
#212
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
17/08/2012 15:52
¡Hola, guapis!

Entro para desearos un feliz finde y también para agradecer a Adoroagonzalo y a Kaley la atención que tienen siempre conmigo y con "Confía en mí". Besitossssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss... A más ver. MJ.
#213
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
20/08/2012 17:50
¡Hola, Aguiluchas!

¿Qué tal el finde?

Bueno, sigo colgando la continuación de "Confía en mí"... Besitos a todas. MJ.
#214
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
20/08/2012 17:51
CONFÍA EN MÍ


Margarita se había asomado varias veces al exterior para ver si Gonzalo y Sátur regresaban, pero ya habían pasado dos horas desde que se habían ido y no tenían noticias de ellos. Cipri fue hasta los calabozos, pero allí no le dijeron nada. Preocupada, la esposa del maestro decidió ir al cuartel. Sin embargo, en el mismo momento en el que ella iba a salir de la casa, su marido y su padrino de bodas se presentaron en ésta.
-Gonzalo… -murmuró, mirándole a los ojos.
Su esposo hizo un gesto que ella comprendió al instante. Margarita se llevó la mano derecha a la boca. Los dos venían con las ropas manchadas de tierra y de hierba. Sus rostros expresaban una desazón que ni Gonzalo ni Sátur podían ocultar.
-¿Qué…? –comenzó a decir Catalina, que se había puesto de pie.
Los niños y Cipri la imitaron. Gonzalo habló a su hijo:
-Alonso, ¿por qué no vais Murillo y tú a comprarme tinta para escribir?
-Padre…
-Anda, hijo, obedece.
El niño asintió. Murillo hizo un mohín con los labios, pero acompañó a su amigo a hacer el mandado que le había encomendado su padre. Las lágrimas volvieron a surcar las mejillas de Catalina. El maestro se acercó hasta su amiga, le acarició el rostro con ternura, la miró a los ojos y le dijo:
-Lo siento, Catalina…
Ella se arrojó en sus brazos y lloró totalmente abatida. Sátur le confirmó a Cipri que los restos hallados en el bosque eran los del barbero. Cipriano se dejó caer en la silla y se llevó las manos a la cara. Margarita acarició uno de los brazos de su comadre intentando confortarla.
-¿Dónde lo van a llevar, Gonzalo? –le preguntó entre sollozos.
-El Comisario dijo que lo podrías velar en cuanto el sepulturero introdujera sus restos en una caja…
-¡Ay, mi Floro, mi pobre marido! Y yo creyendo que me había abandonado… ¡Soy una mala mujer! –gritó, deshaciéndose de los brazos que la consolaban.
-Cata… -musitó Margarita extrañada por su actitud.
-¡No digas eso! Todos pensábamos que él se había marchado a las Américas…
Catalina negó con un movimiento de su cabeza. Ella se sentía culpable por haberse vuelto a enamorar. Gonzalo comprendió su dolor. La abrazó.
-No te sienta así. Tú eres maravillosa… Floro lo sabía.
Margarita les miró sin comprender. Luego Gonzalo y ella acompañaron a Catalina a su casa. Sátur y Cipri esperaron a los niños que regresaron minutos después con la tinta de escribir. Murillo lloraba desconsolado, pues la noticia ya había corrido por el barrio de San Felipe y los vecinos llamaban a la puerta del ama de llaves de la marquesa de Santillana. Los Montalvo no se separaron de sus amigos durante el velatorio y posterior sepelio. Gonzalo apoyó en todo momento a Catalina, que agradeció aquel gesto del maestro. Cipri permaneció en un segundo plano, sin atreverse a acercarse a la mujer que amaba. El antiguo tabernero sintió que la cobardía volvía a incrustarse en su piel. Lloró amargamente en la mísera habitación de la hospedería donde vivía. Todo había cambiado y ahora no sabía si era para bien o para mal.
#215
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
20/08/2012 17:51
Lucrecia de Santillana entró en el salón principal de su palacio. Irene desayunaba sola. Catalina servía la leche a la joven esposa del Comisario y Margarita recogía los servicios de Nuño y de Hernán Mejías.
-Buenos días.
-Buenos días, señora –le contestaron ambas.
Irene la miró y tras beber un sorbo de leche le dijo:
-Buenos días, Lucrecia. ¿Has descansado?
-Sí. Divinamente, querida.
Se sentó a la mesa y esperó a que su ama de llaves le sirviera el desayuno. Miró a su fiel sirvienta. El rostro de Catalina, demacrado y triste, expresaba un sufrimiento que era incapaz de disimular.
-¡Por Dios, Catalina, alegra ya esa cara! Se me va a quitar el apetito si sigues así.
-Disculpe, señora, pero yo no… -Las lágrimas acudieron a sus ojos y un sollozo le impidió terminar la frase.
-¡Vete a las cocinas y lávate la cara, pareces una pordiosera! –le gritó enojada.
Margarita e Irene se miraron unos segundos, luego la costurera salió tras su amiga. La esposa de Hernán no pudo callarse.
-¿Por qué te comportas de ese modo con Catalina? Acaba de enterrar a su esposo y ella está sufriendo por eso. Creo que tú nunca has sentido el dolor de una pérdida en tu corazón, Lucrecia. Eres fría y cruel con los sentimientos de los demás.
-No sabes lo que dices, niña. He perdido a muchos seres queridos a lo largo de mi vida, pero el dolor intimida y yo nunca he sido una cobarde -le respondió tras masticar un trozo de fruta-. En cuanto a Catalina… Créeme, es lo mejor que le ha podido suceder. El barbero era un holgazán y un borracho. Esos hombres sólo traen problemas a las mujeres.
-Eres tan injusta…
Lucrecia la miró con gesto serio.
-Ni te imaginas lo injusta que puedo llegar a ser, querida, con aquellos que me presionan o con los pusilánimes.
-Yo no te tengo miedo, Lucrecia.
Ella arqueó las cejas y sonrió.
-Pues deberías… Nadie me quiere tener como enemiga, Irene. Te lo aseguro.
La sobrina del cardenal Mendoza bajó la mirada unos segundos a su plato con el emblema del marquesado de Santillana, y luego volvió a mirarla.
-Lucrecia, quiero preguntarte algo y me gustaría que fueras sincera en tu respuesta.
-Lo intentaré… -Se llevó la copa de leche a los labios.
-Encuentro a Hernán últimamente distraído y parco en palabras. Conmigo nunca ha sido muy orador, pero tras la operación y la vuelta al palacio creí notar un cambio en él. Ahora no duerme en nuestra habitación. Los criados me han dicho que se pasa las noches en la biblioteca y que descansa en otro aposento. Hoy le he visto salir del tuyo… ¿Habéis retomado vuestra relación?
Lucrecia dejó la copa encima de la mesa y la miró desafiante.
-¿Estás jugando a la esposa dolida, Irene?
-No. Tú sabes que yo no le amo, pero Hernán es mi esposo y creo que el decoro es importante entre las personas que conviven en una casa.
#216
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
20/08/2012 17:53
-No necesito oír ninguna monserga de monja, Irene. Hernán y yo ya éramos amantes antes de que tú aparecieras en nuestras vidas. –Le sonrió-. Querida, yo no tengo la culpa de que no hayas sabido calentar su lecho. Recuerda que ya no eras virgen cuando te desposaste con él.
Irene se puso de pie.
-Eres perversa.
-Sí, lo soy y disfruto amargándote la vida. ¿Vas a salir de aquí e ir a la casa de tu tío como haces siempre o vas a madurar de una vez?
-Voy a luchar por mi matrimonio, Lucrecia.
-¿De veras? No me hagas reír, Irene. ¿Qué puedes hacer, querida? Hernán sólo se casó contigo por tu dinero y para que le dieras un heredero y fíjate que perdiste a su hijo, ¿o era de Martín?
La joven parpadeó nerviosa.
-Era de Martín, ¿verdad? –Sonrió satisfecha-. Si Hernán lo supiera te mataría con sus propias manos. Pero voy a ser compasiva y no le voy a decir nada, por ahora.
Irene de Mendoza se envalentonó y sus siguientes palabras hicieron que Lucrecia de Santillana perdiera la sonrisa.
-Si le dices a Hernán lo del bebé, yo contaré lo que sé de Nuño a todo el mundo. Tengo una carta, Lucrecia…
-¿Qué estás insinuando, Irene?
-Sé que Nuño no es hijo del marqués de Santillana… -Lucrecia palideció y se puso de pie-. Nuño es realmente hijo de Hernán. –Ahora fue ella la que sonrió-. ¿Sabes que ocurriría si se supiera que es un bastardo? Tu hijo, Lucrecia, perdería su título, sus derechos, su riqueza, sus tierras, todo. Así que creo que las dos tenemos secretos que no nos interesan desvelar a nadie.
La marquesa se dejó caer en la silla y cogió con manos temblorosas la copa. Bebió el contenido de ésta y luego miró fijamente a la sobrina de Francisco de Mendoza y Balboa.
-¿Cómo has…?
-Hernán me entregó una carta un día en el que iba a batirse en duelo. Me dijo que se la entregara a Nuño si él no regresaba. Mi esposo la olvidó, yo la leí y supe su contenido. Ahora la misiva se encuentra en un lugar seguro. No la encontrarás nunca y si me ocurriera algún accidente o muriese de forma inesperada, la persona que la tiene en su poder la haría pública.
-¡Maldita hija de perra!
-Ves, Lucrecia, he madurado y he aprendido a ser tan perversa como tú. Te dejo para que sigas desayunando con tranquilidad.
Le sonrió cándidamente, y segundos después desapareció de su vista. La marquesa tiró la servilleta de lino francés y el plato de fruta al suelo. Un grito de exasperación brotó de su garganta.


Continuará... Hoy he colgado poquito porque lo que viene después es muy interesante... Besitos a todas. MJ.
#217
campello2010
campello2010
21/08/2012 08:59
confiaenmiconfiaenmiconfiaenmiconfiaenmi.

He estado de vacaciones y no había entrado ,leer todo lo que tenía pendiente de un tirón ha sido un verdadero placer. ¡¡Felicidades!!.
#218
Kaley
Kaley
21/08/2012 10:39
confiaenmi
#219
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
21/08/2012 18:09
¡Hola, guapas!

Campello, Kaley, muchas gracias a las dos. Besossssssssssssssssssssssssssssssssss...

Dentro de unos días volveré a publicar. Se me olvidó decir en la despedida del post de ayer que había colgado menos capítulos porque lo que viene a continuación es muy interesante y no quería cortar la escena completa. Así que pronto nos vemos. Besitos, aguiluchas. A más ver. MJ.
#220
Selene2
Selene2
22/08/2012 08:48
estoy ansiosa esperando lo que va a acontecer.

has resuelto magistralmente el enigma de Floro y en cuanto a la nueva personalidad de Irene, no sé qué decir, no sé si me gusta o no... todavía no lo he decidido...

Feliciades
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